Aunque para Donald Trump la Organización de Naciones Unidas y especiamente la Asamblea General, su instancia más representativa y democrática, son instituciones irrelevantes para las ambiciones de dominación mundial del imperio, será precisamente en Nueva York, el próximo primero de noviembre, donde quedará registrada para la historia otra gran derrota diplomática y política para el gobierno de los Estados Unidos.
Ese día presentará Cuba ante la Asamblea General de la ONU, por vigésimo sexto año consecutivo, el proyecto de resolución titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, el cual ha sido aprobado siempre por amplísima mayoría, como seguramente ocurrirá en este año 2017.
Un adelanto de lo que ocurrirá en la ONU el primero de noviembre próximo lo ofrecieron los discursos pronunciados la semana pasada en Nueva York por varios presidentes, primeros ministros y cancilleres de los cinco continentes, quienes condenaron por irracional e injusto el criminal bloqueo yanqui, considerado como la mayor violación de los derechos humanos cometida en el último siglo en América.
Claro que al millonario Donald Trump poco le importan los principios más elementales del derecho internacional y de la Carta de las Naciones Unidas, especialmente el que establece la igualdad soberana de todos sus Miembros.
El 26 de octubre del pasado año, en las postrimerías del gobierno de Barack Obama, el proyecto cubano contra el bloqueo yanqui fue aprobado por el voto favorable de 191 países y las abstenciones, por primera vez, de Estados Unidos e Israel, en 25 años de batallas diplomáticas en la ONU.
Este año el gobierno de Estados Unidos se verá en una situación muy difícil para enfrentar esta nueva acción de la pequeña Cuba en la Asamblea General de la ONU, donde ya la inmensa mayoría de las naciones del mundo han reclamado el fin del bloqueo yanqui.
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