El gobierno cubano ha apostado durante décadas por la preparación de su capital humano, según Juan Triana Jorge Luis Baños
La economía del conocimiento tiene un rol central en sectores líderes como la biotecnología, los servicios médicos y la agricultura.
Orientar el conocimiento científico hacia la economía se suma a los retos que las autoridades cubanas afrontan en aras de mejorar los rendimientos productivos, indicó el investigador Juan Triana, en un artículo del libro “Cuba: Hacia una estrategia de desarrollo para los inicios del siglo XXI”.
Entre los asuntos que el país debe analizar en su meta de diversificarse y crecer productiva y financieramente, Triana incluyó a la llamada “economía del conocimiento”, que se refiere al impacto económico de la innovación y el conocimiento. A su juicio, avanzar en ese sentido es una “necesidad” y un “reto” para la nación caribeña.
“Cuba ha creado capacidades potenciales para avanzar por la senda de la economía del conocimiento”, sostuvo el también profesor universitario, en el quinto capítulo del volumen de autores cubanos y extranjeros.
Sin embargo, el país “aún experimenta barreras importantes que le han impedido aprovechar plenamente esas capacidades y convertirlas en mejores resultados económicos”, acotó en el libro disponible en el sitio web de la revista Espacio Laical, del Consejo Arquidiocesano de Laicos de La Habana.
Cuba ha logrado una fuerza laboral altamente calificada, que se compara a la de naciones desarrolladas, resaltó. No obstante, su distribución “no resulta la más adecuada en los esfuerzos por avanzar hacia una economía basada en el conocimiento”.
En los últimos tiempos, descendió el número de graduados en carreras de ciencias técnicas frente al impulso que recibieron carreras de ciencias sociales y humanísticas, reveló el estudioso. Este hecho impactó negativamente en el crecimiento de los sectores productivos, valoró.
Por ejemplo, renglones como el agrícola cuentan en la actualidad con pocos profesionales de especialidades afines, pese a los programas promovidos para paliar esa situación, destacó Triana en su texto “Cuba: la economía del conocimiento y el desarrollo”.
Según reportes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la innovación es capaz de generar y sostener ciclos prolongados de crecimiento. Por ello, Cuba potencia un sistema de Ciencia e Innovación Tecnológica que abarca empresas, universidades y organismos estatales.
Si bien la mayoría de las entidades productivas cubanas declaran que innovan, solo una parte de ellas posee patentes o algún tipo de propiedad intelectual, apuntó el especialista, reconocido en 2002 con el Premio Nacional de Economía “Raúl León Torras”, que otorga la no gubernamental Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba.
En ese sentido, solo esferas como la biotecnología concentran la mayor parte de las patentes que testifican la autoría de un descubrimiento. Por otra parte, añadió que el sistema institucional y el marco regulatorio no están en función de las innovaciones, mientras estas últimas no logran articularse con los planes nacionales.
Por último, destacó que el documento rector de la actualización del modelo económico cubano explicita la relación de la política científica con la política industrial y agrícola, y proyecta acciones futuras para coordinar las investigaciones, en aras de garantizar un mayor impacto en el desarrollo nacional. (2012)
Fuente IPS
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