Mediante dinámicas y reflexiones teóricas desarrolladas por especialistas, las Escuelas de Perdón y Reconciliación en Cuba aportan al mejoramiento de las relaciones humanas.
La Habana, 12 feb.- Gracias al trabajo del proyecto de las Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE) en Cuba, comunidades parroquiales, parejas, educadores, jóvenes, trabajadores sociales y miembros de congregaciones religiosas profundizan en la cultura de paz para promoverla en el ambiente donde viven y trabajan.
Según informó a la redacción de IPS Cuba, Claudio Paul, coordinador nacional de las ESPERE en Cuba, la iniciativa, aún de reciente aplicación y sin un foco específico de atención, funciona especialmente en La Habana, pero también en provincias como Cienfuegos, a 232 kilómetros de La Habana, Camagüey, 534, Holguín, 689, Bayamo, 730 y Santiago de Cuba, 847 kilómetros al oriente de la capital.
Desde 2011, la Compañía de Jesús trabaja en la implantación de dichas escuelas aquí, cuyos inicios se deben a la gestión del sacerdote Jorge Cela, quien contactó con la coordinación internacional de aquellas en Colombia, para valorar la posibilidad de que se brindara la formación básica a un grupo de personas cubanas.
"El contacto tuvo éxito, y así, a finales 2011 e inicios de 2012, aproximadamente 40 personas pasaron los talleres de Perdón y Reconciliación en plan de formarse como animadores de estos. Estuvo presente el presidente de la Fundación para la Reconciliación -organización que coordina las ESPERE en los distintos países-, Padre Dr. Leonel Narváez", refirió Paul.
Estas escuelas se encuentran afiliadas al proyecto de la Fundación para la Reconciliación en países que incluyen a Brasil, Perú, México, República Dominicana, Venezuela, Ecuador, Panamá, Haití, Argentina, Bolivia y Chile.
Nacida en Colombia, en 2002, dicha Fundación es una entidad sin ánimo de lucro que busca contribuir a construir la paz y la convivencia feliz en el barrio, la familia, la escuela, el trabajo, el país, a través de la pedagogía desarrollada en los talleres de las ESPERE.
A criterio de Paul, "como en cualquier grupo humano o sociedad, las relaciones muchas veces son conflictivas y conllevan roces, incomprensiones, agresiones y heridas. Por eso, las ESPERE están pensadas para personas que deciden vivir una experiencia de sanación de heridas (odio, rencor, rabia, venganza...) causadas por conflictos diarios de la vida u otras ofensas vividas".
Guiadas por animadores, las ESPERE siguen un proceso con métodos variados activos (dinámicas) y contenidos (reflexión teórica) preparados por especialistas en los temas trabajados, pues desean abrirse al perdón y la reconciliación como pasos hacia la reconstrucción de su persona, familia, comunidad, grupo, barrio, trabajo... y restablecer la paz.
Tras esta experiencia se aprestan a cultivar la no violencia entre sus semejantes.
"Es importante tener presente que el trabajo de las ESPERE no es confesional, o sea, el proyecto no asume discursos o programas de carácter o filiación religiosa o eclesial. En cada país, van asumiendo aspectos distintivos, según los retos de la realidad local respecto al desarrollo de la cultura de la paz y la necesidad de restablecer relaciones interpersonales rotas por cualquier tipo de violencia", precisó.
El líder jesuita mencionó entre otras experiencias la de Colombia, done las ESPERE acogen a poblaciones que sufren con el conflicto bélico interno. En tanto, en Dominicana han influido en barrios violentos, existe un proyecto piloto de talleres para adolescentes y en algunas instituciones educacionales se ha involucrado a estudiantes, padres, maestros y empleados.
La Habana, 12 feb.- Gracias al trabajo del proyecto de las Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE) en Cuba, comunidades parroquiales, parejas, educadores, jóvenes, trabajadores sociales y miembros de congregaciones religiosas profundizan en la cultura de paz para promoverla en el ambiente donde viven y trabajan.
Según informó a la redacción de IPS Cuba, Claudio Paul, coordinador nacional de las ESPERE en Cuba, la iniciativa, aún de reciente aplicación y sin un foco específico de atención, funciona especialmente en La Habana, pero también en provincias como Cienfuegos, a 232 kilómetros de La Habana, Camagüey, 534, Holguín, 689, Bayamo, 730 y Santiago de Cuba, 847 kilómetros al oriente de la capital.
Desde 2011, la Compañía de Jesús trabaja en la implantación de dichas escuelas aquí, cuyos inicios se deben a la gestión del sacerdote Jorge Cela, quien contactó con la coordinación internacional de aquellas en Colombia, para valorar la posibilidad de que se brindara la formación básica a un grupo de personas cubanas.
"El contacto tuvo éxito, y así, a finales 2011 e inicios de 2012, aproximadamente 40 personas pasaron los talleres de Perdón y Reconciliación en plan de formarse como animadores de estos. Estuvo presente el presidente de la Fundación para la Reconciliación -organización que coordina las ESPERE en los distintos países-, Padre Dr. Leonel Narváez", refirió Paul.
Estas escuelas se encuentran afiliadas al proyecto de la Fundación para la Reconciliación en países que incluyen a Brasil, Perú, México, República Dominicana, Venezuela, Ecuador, Panamá, Haití, Argentina, Bolivia y Chile.
Nacida en Colombia, en 2002, dicha Fundación es una entidad sin ánimo de lucro que busca contribuir a construir la paz y la convivencia feliz en el barrio, la familia, la escuela, el trabajo, el país, a través de la pedagogía desarrollada en los talleres de las ESPERE.
A criterio de Paul, "como en cualquier grupo humano o sociedad, las relaciones muchas veces son conflictivas y conllevan roces, incomprensiones, agresiones y heridas. Por eso, las ESPERE están pensadas para personas que deciden vivir una experiencia de sanación de heridas (odio, rencor, rabia, venganza...) causadas por conflictos diarios de la vida u otras ofensas vividas".
Guiadas por animadores, las ESPERE siguen un proceso con métodos variados activos (dinámicas) y contenidos (reflexión teórica) preparados por especialistas en los temas trabajados, pues desean abrirse al perdón y la reconciliación como pasos hacia la reconstrucción de su persona, familia, comunidad, grupo, barrio, trabajo... y restablecer la paz.
Tras esta experiencia se aprestan a cultivar la no violencia entre sus semejantes.
"Es importante tener presente que el trabajo de las ESPERE no es confesional, o sea, el proyecto no asume discursos o programas de carácter o filiación religiosa o eclesial. En cada país, van asumiendo aspectos distintivos, según los retos de la realidad local respecto al desarrollo de la cultura de la paz y la necesidad de restablecer relaciones interpersonales rotas por cualquier tipo de violencia", precisó.
El líder jesuita mencionó entre otras experiencias la de Colombia, done las ESPERE acogen a poblaciones que sufren con el conflicto bélico interno. En tanto, en Dominicana han influido en barrios violentos, existe un proyecto piloto de talleres para adolescentes y en algunas instituciones educacionales se ha involucrado a estudiantes, padres, maestros y empleados.
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