Ivet González
Los nubarrones que cubrieron Pinar del Río, en el extremo occidental del país, pueden ensombrecer las ventas este año.
SAN JUAN Y MARTÍNEZ, Cuba,2014 (IPS) - Casi cuando termina la actual cosecha, los habitantes del municipio cubano de San Juan y Martínez, con las mejores plantaciones de tabaco del mundo, ven ahogarse sus esperanzas de una alta producción por las inesperadas lluvias de invierno boreal.
“Ha sido un año malo, rebelde, como decimos aquí. Cayó mucha agua, que pudre las plantas. El tabaco necesita sol durante el día y frío por la noche”, contó a IPS el campesino Dámaso Rodríguez, de 67 años, un trabajador de la finca Valle de esta localidad, a 180 kilómetros al oeste de La Habana, en la provincia de Pinar del Río.
“Las tareas (del cultivo) se han atrasado”, lamentó en la misma finca la joven tabaquera Yamilé Venero. “Ya no vale la pena volver a sembrar”, acotó María Teresa Ventos, una mujer de 54 años que se une a ensartar la hoja cada campaña en esta agroindustria, fuente de empleos temporeros y femeninos.
Desde noviembre, cuando arrancó la campaña, caen lluvias de más sobre la provincia que debe aportar 70 por ciento de 26.400 toneladas de la hoja previstas para la zafra 2013-2014. Muy afectados se vieron San Juan y Martínez y su vecino San Luis, que aportan 86 por ciento de las capas de tabaco de los costosos y preciados habanos.
Fuentes locales reportan pérdidas en Pinar del Río de 813 hectáreas y daños parciales en otras1.000, de un plan provincial de 15.000 hectáreas. En numerosas fincas tuvieron que arrancar lo sembrado y volver a plantar por tres veces el tabaco, el tercer rubro de exportación de Cuba, detrás del níquel y los medicamentos.
En 2013, el país obtuvo 447 millones de dólares por la hoja, ocho por ciento más que en 2012, cuando la corporación anglocubana Habanos S.A. generó 416 millones. La única comercializadora del tabaco cubano en el mundo llega a 160 países, en su mayoría europeos, si bien el gusto por los puros prospera en Asia y Medio Oriente.
Los nubarrones que cubrieron Pinar del Río, en el extremo occidental del país, pueden ensombrecer las ventas este año, junto a limitantes como las duras leyes antitabaco vigentes en Europa y el bloqueo del mercado estadounidense por el conflicto de medio siglo entre Washington y La Habana.
Para capear los daños por los aguaceros, las plantaciones pinareñas prolongaron 45 días la etapa de siembra, que suele concluir en enero, y otras tareas fundamentales de la actual campaña tabaquera. También recurrieron a la cosecha de la hoja de capadura (calidad inferior) y el cultivo del rebrote, para exprimir al máximo la producción.
En Valle, las manos diestras de 12 hombres siguen recolectando hojas que llevan a una casa de madera de paredes muy altas, en un lado de la plantación. Dentro, 12 mujeres las ensartan en hilos y enfilan sobre largos cujes (palos), que luego se tienden en hileras hasta el techo de dos aguas, para la tradicional curación (secado controlado) al aire.
“A pesar de todo, el tabaco tiene buena calidad, pero no como la de antes”, valoró Rodríguez. A este tabacalero veterano, hijo y nieto de campesinos, le preocupa que el clima tan exótico de su terruño “ya no es el mismo” de hace tres décadas.
Las temperaturas, en combinación única con los suelos y humedad de la región de Vuelta Abajo, en el oeste de la provincia, son ingredientes claves a la hora de gestar los mejores cigarros “premium” o hechos a mano del planeta, un proceso con cerca de 190 operaciones distintas.
Solo aquí se logran todos los tipos de hojas empleadas en los habanos, descendientes de los tubos de hojas enrolladas que fumaban los habitantes originarios del archipiélago cubano cuando en 1492 desembarcaron los conquistadores españoles.
Dayana Hernández y Aliet Achkienazi, investigadores del estatal Instituto de Meteorología, han pronosticado que ese territorio será cada década más caliente durante este siglo, desajustando las condiciones que dan el exclusivo sabor, aroma y textura a los puros cubanos y le valen la denominación de origen protegida (DOP).
La DOP ampara a los productos agrícolas cuya calidad o características se deben fundamental o exclusivamente a factores del medio geográfico donde se originan. En este caso, se reserva para los puros mayores de tres gramos, fabricados en Cuba, conforme a las normas tradicionales y a base de variedades de tabaco negro cubano.
Por ello, el estudio “Impacto del cambio climático sobre el cultivo del tabaco en la zona de Pinar del Río, Cuba”analizó terrenos especialmente productivos de la provincia, San Juan y Martínez y San Luis entre ellos.
Con base en escenarios climáticos, los autores prevén que la elevación de la temperatura no traerá grandes males las próximas décadas, pero después, a medida que el calor aumente caerá el rendimiento de los cultivos. Pero en el norte de la zona estudiada el clima será más estable y menos probable que supere los 25 grados centígrados.
El documento comprobó que “el impacto del cambio climático es mitigable en condiciones de desarrollo sostenible” del cultivo de la delicada hoja. Además, recomendó “desarrollar investigaciones más profundas” sobre los efectos en las plantaciones de los desbalances en el régimen de lluvias.
De alguna manera, el ojo experto de Francisco José Prieto, administrador de Valle y cuyas 4,5 hectáreas han pertenecido a su familia desde su bisabuelo, supo adelantarse a las inclemencias del tiempo.
Sembró antes y ya estaba cosechando “cuando arreciaron las lluvias”, indicó a IPS. “No tuve que volver a plantar”, se alegró este también socio y presidente de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Tomás Valdés, que agrupa a 50 plantaciones que se extienden por las vegas de Vuelta Abajo.
Estas CCS se crearon en los años 60 mediante la asociación voluntaria de pequeños productores, que conservan la propiedad de la tierra y obtienen colectivamente acceso a tecnologías, financiamiento y comercialización de sus productos.
Pero Prieto duda que pese a sus esfuerzos esta campaña sea “tan buena” como la anterior, cuando su finca produjo 158 quintales (7.272 kilogramos), un logro histórico.
Prieto escuda la tierra con técnicas agrícolas de conservación. Fumiga solo una vez el tabaco y, después de la campaña, planta variedades mejoradoras del suelo, como maíz y canavalia. “Mantienen sombreado el terreno, retienen los nutrientes que arrastran las lluvias y se incorporan como abono verde”, explicó.
La población de 44.863 habitantes de San Juan y Martínez, de grandes fincas salpicadas de casas humildes con cubiertas ligeras, depende del éxito de cada cosecha tabacalera. “Recibimos salarios fijos, más otras remuneraciones por los resultados que alcancemos”, contó a IPS la lideresa sindical Celeste Muñoz.
Sin dejar de estirar sobre su rodilla tabaco seco de la campaña anterior, Muñoz, empleada desde hace 17 años en un centro de acopio, selección y procesamiento de tabaco, explicó que su equipo de 50 mujeres trata de “recuperar toda la capa (hoja seca) posible”.
No sabe bien si “es por el clima, los fertilizantes o la variedad” de la planta, pero aseguró que el cultivo “no rinde igual que antes”. “Nosotras llegamos a sacar hasta 1.000 quintales de capas (46.039 kilogramos) en una zafra”, dijo nostálgica de épocas pasadas.
SAN JUAN Y MARTÍNEZ, Cuba,2014 (IPS) - Casi cuando termina la actual cosecha, los habitantes del municipio cubano de San Juan y Martínez, con las mejores plantaciones de tabaco del mundo, ven ahogarse sus esperanzas de una alta producción por las inesperadas lluvias de invierno boreal.
“Ha sido un año malo, rebelde, como decimos aquí. Cayó mucha agua, que pudre las plantas. El tabaco necesita sol durante el día y frío por la noche”, contó a IPS el campesino Dámaso Rodríguez, de 67 años, un trabajador de la finca Valle de esta localidad, a 180 kilómetros al oeste de La Habana, en la provincia de Pinar del Río.
“Las tareas (del cultivo) se han atrasado”, lamentó en la misma finca la joven tabaquera Yamilé Venero. “Ya no vale la pena volver a sembrar”, acotó María Teresa Ventos, una mujer de 54 años que se une a ensartar la hoja cada campaña en esta agroindustria, fuente de empleos temporeros y femeninos.
Desde noviembre, cuando arrancó la campaña, caen lluvias de más sobre la provincia que debe aportar 70 por ciento de 26.400 toneladas de la hoja previstas para la zafra 2013-2014. Muy afectados se vieron San Juan y Martínez y su vecino San Luis, que aportan 86 por ciento de las capas de tabaco de los costosos y preciados habanos.
Fuentes locales reportan pérdidas en Pinar del Río de 813 hectáreas y daños parciales en otras1.000, de un plan provincial de 15.000 hectáreas. En numerosas fincas tuvieron que arrancar lo sembrado y volver a plantar por tres veces el tabaco, el tercer rubro de exportación de Cuba, detrás del níquel y los medicamentos.
En 2013, el país obtuvo 447 millones de dólares por la hoja, ocho por ciento más que en 2012, cuando la corporación anglocubana Habanos S.A. generó 416 millones. La única comercializadora del tabaco cubano en el mundo llega a 160 países, en su mayoría europeos, si bien el gusto por los puros prospera en Asia y Medio Oriente.
Los nubarrones que cubrieron Pinar del Río, en el extremo occidental del país, pueden ensombrecer las ventas este año, junto a limitantes como las duras leyes antitabaco vigentes en Europa y el bloqueo del mercado estadounidense por el conflicto de medio siglo entre Washington y La Habana.
Para capear los daños por los aguaceros, las plantaciones pinareñas prolongaron 45 días la etapa de siembra, que suele concluir en enero, y otras tareas fundamentales de la actual campaña tabaquera. También recurrieron a la cosecha de la hoja de capadura (calidad inferior) y el cultivo del rebrote, para exprimir al máximo la producción.
En Valle, las manos diestras de 12 hombres siguen recolectando hojas que llevan a una casa de madera de paredes muy altas, en un lado de la plantación. Dentro, 12 mujeres las ensartan en hilos y enfilan sobre largos cujes (palos), que luego se tienden en hileras hasta el techo de dos aguas, para la tradicional curación (secado controlado) al aire.
“A pesar de todo, el tabaco tiene buena calidad, pero no como la de antes”, valoró Rodríguez. A este tabacalero veterano, hijo y nieto de campesinos, le preocupa que el clima tan exótico de su terruño “ya no es el mismo” de hace tres décadas.
Las temperaturas, en combinación única con los suelos y humedad de la región de Vuelta Abajo, en el oeste de la provincia, son ingredientes claves a la hora de gestar los mejores cigarros “premium” o hechos a mano del planeta, un proceso con cerca de 190 operaciones distintas.
Solo aquí se logran todos los tipos de hojas empleadas en los habanos, descendientes de los tubos de hojas enrolladas que fumaban los habitantes originarios del archipiélago cubano cuando en 1492 desembarcaron los conquistadores españoles.
Dayana Hernández y Aliet Achkienazi, investigadores del estatal Instituto de Meteorología, han pronosticado que ese territorio será cada década más caliente durante este siglo, desajustando las condiciones que dan el exclusivo sabor, aroma y textura a los puros cubanos y le valen la denominación de origen protegida (DOP).
La DOP ampara a los productos agrícolas cuya calidad o características se deben fundamental o exclusivamente a factores del medio geográfico donde se originan. En este caso, se reserva para los puros mayores de tres gramos, fabricados en Cuba, conforme a las normas tradicionales y a base de variedades de tabaco negro cubano.
Por ello, el estudio “Impacto del cambio climático sobre el cultivo del tabaco en la zona de Pinar del Río, Cuba”analizó terrenos especialmente productivos de la provincia, San Juan y Martínez y San Luis entre ellos.
Con base en escenarios climáticos, los autores prevén que la elevación de la temperatura no traerá grandes males las próximas décadas, pero después, a medida que el calor aumente caerá el rendimiento de los cultivos. Pero en el norte de la zona estudiada el clima será más estable y menos probable que supere los 25 grados centígrados.
El documento comprobó que “el impacto del cambio climático es mitigable en condiciones de desarrollo sostenible” del cultivo de la delicada hoja. Además, recomendó “desarrollar investigaciones más profundas” sobre los efectos en las plantaciones de los desbalances en el régimen de lluvias.
De alguna manera, el ojo experto de Francisco José Prieto, administrador de Valle y cuyas 4,5 hectáreas han pertenecido a su familia desde su bisabuelo, supo adelantarse a las inclemencias del tiempo.
Sembró antes y ya estaba cosechando “cuando arreciaron las lluvias”, indicó a IPS. “No tuve que volver a plantar”, se alegró este también socio y presidente de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Tomás Valdés, que agrupa a 50 plantaciones que se extienden por las vegas de Vuelta Abajo.
Estas CCS se crearon en los años 60 mediante la asociación voluntaria de pequeños productores, que conservan la propiedad de la tierra y obtienen colectivamente acceso a tecnologías, financiamiento y comercialización de sus productos.
Pero Prieto duda que pese a sus esfuerzos esta campaña sea “tan buena” como la anterior, cuando su finca produjo 158 quintales (7.272 kilogramos), un logro histórico.
Prieto escuda la tierra con técnicas agrícolas de conservación. Fumiga solo una vez el tabaco y, después de la campaña, planta variedades mejoradoras del suelo, como maíz y canavalia. “Mantienen sombreado el terreno, retienen los nutrientes que arrastran las lluvias y se incorporan como abono verde”, explicó.
La población de 44.863 habitantes de San Juan y Martínez, de grandes fincas salpicadas de casas humildes con cubiertas ligeras, depende del éxito de cada cosecha tabacalera. “Recibimos salarios fijos, más otras remuneraciones por los resultados que alcancemos”, contó a IPS la lideresa sindical Celeste Muñoz.
Sin dejar de estirar sobre su rodilla tabaco seco de la campaña anterior, Muñoz, empleada desde hace 17 años en un centro de acopio, selección y procesamiento de tabaco, explicó que su equipo de 50 mujeres trata de “recuperar toda la capa (hoja seca) posible”.
No sabe bien si “es por el clima, los fertilizantes o la variedad” de la planta, pero aseguró que el cultivo “no rinde igual que antes”. “Nosotras llegamos a sacar hasta 1.000 quintales de capas (46.039 kilogramos) en una zafra”, dijo nostálgica de épocas pasadas.
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