El ascenso del soldado tayiko Gulmurod Jalímov en las filas del Estado Islámico (EI) es una prueba de la atracción que el grupo terrorista ha logrado entre los islamistas radicales de las ex repúblicas soviéticas. Según las agencias IRNA (Irán) y Al Sumaria (Iraq), Jalímov se ha convertido en el jefe militar de los yihadistas que hacen su guerra en Iraq y Siria.
Jalímov, un francotirador de 41 años, era comandante de las fuerzas especiales de Tayikistán con el grado de coronel. Pero en abril del 2015 desertó y se pasó al EI. Desde entonces, ha aparecido en varios vídeos del grupo llamando a la guerra santa contra Occidente.
“El EI no ha informado oficialmente, ya que tiene miedo de que se convierta en un objetivo de los ataques aéreos”, decía una de las notas de agencia.
Jalímov sustituye en el mando a Tarján Batirashvili, que estuvo en el punto de mira de los cazas estadounidenses. Conocido por su nombre de guerra, Abu Omar al-Shishani, que en árabe quiere decir “el checheno”, murió en julio pasado, durante una batalla en Al-Shirqat, en Iraq.
Al igual que Jalímov, Batirashvili procedía del territorio ex soviético. Sargento del ejército de Georgia, dejó el uniforme poco después de la corta guerra que su país mantuvo con Rusia en el 2008. Desde el 2012 los servicios de inteligencia occidentales le situaban en Siria.
Tres años después, Jalímov hace el mismo camino. El 1 de mayo del 2015 los órganos de seguridad tayikos le sitúan en el aeropuerto Sheremétevo de Moscú, adonde había llegado en un vuelo procedente de su país. Posteriormente voló a Turquía, desde donde previsiblemente entró en Siria. “Desde principios de año estaba loco con ese Estado Islámico: leía todo el tiempo en internet sobre su ideología, entraba en discusiones con los colegas para convencerles de que el EI tenía razón. Incluso propuso reunirse para apoyar al EI, ir a Siria a combatir”, dijo entonces un excompañero a la agencia rusa Interfax. Según las autoridades de Tayikistán, que le reclaman en busca y captura, convenció a una decena de conocidos, que hicieron el viaje con él.
Según la web de la BBC en ruso, en febrero del 2016 su mujer siguió sus pasos en compañía de cuatro hijos menores de edad. Se les atribuyen otros cuatro.
La deserción del coronel tayiko llamó también la atención de las autoridades de Estados Unidos, ya que había formado parte de sus cursos de entrenamiento en lucha antiterrorista. El pasado agosto el Departamento de Estado de EE.UU. ofreció una recompensa de tres millones de dólares por información que lleve a su paradero.
Se estima que el Estado Islámico tiene unos 10.000 combatientes procedentes de Rusia y otras ex repúblicas soviéticas, según datos aportados el pasado junio por Nikolái Bordiuzha, secretario general de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, la alianza militar de varios países ex soviéticos. El gobierno de Tayikistán cree que 200 de ellos son tayikos y que al menos 40 de sus nacionales han muerto en la guerra de Siria.
La Vanguardia
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