Por: Randy Alonso Falcón
12 febrero 2018
Almagro entre la ralea de Miami. Foto: Tomada de Twitter
Luis Almagro se fue el domingo a Coral Gables a recibir displicente la condecoración que le inventaron los “Luchadore$” anticubanos por “su postura valiente de defensa de los derechos humanos en los países del continente”.
No se trataba de un reconocimiento por defender a los pueblos originarios vilipendiados en la región, ni por exigir elecciones limpias en Honduras, ni denunciar la corrupción y el pacto político espurio en Perú -desde donde llegó al acto floridano-, ni por denunciar los asesinatos de luchadores sociales en Colombia.
Eufórico entre sus pares (por la ralea), como Lincoln Díaz-Balart y otros personajillos de la mafia política miamera, el secretario general de la OEA se desplayó en su pensamiento cipayo y dijo que “no se puede aceptar una sucesión no democrática en Cuba” y que la comunidad internacional tampoco debería aceptar a “dictadores” en ámbitos como la Cumbre de las Américas, que tendrá lugar en Perú los próximos 13 y 14 de abril.
Almagro espetó que es imposible “aceptar ningún reclamo de legitimidad” de un régimen que ha “privado de los derechos básicos al pueblo cubano” por seis décadas en medio de “una complacencia generalizada” de los otros países de la región. Calificó a Cuba como “la peor clase de dictadura” y que es además un ejemplo “peligroso” para el continente. Palabras que recuerdan las de los embajadores yanquis y sus acólitos en las tristes sesiones de la OEA de los años 60.
Se refirió también a la “dictadura de Nicolás Maduro” en Venezuela, que, según dijo, es “un burdo intento de replicar la experiencia cubana” y remarcó que por eso, para confrontar al régimen de Maduro, “se debe confrontar antes al régimen cubano”.
¿Cómo pretende hacerlo el señor “Almugre”, por la vía militar como exigía recientemente Marco Rubio para Venezuela?
Ya nada sorprende de este señor, convertido en cuña divisoria al servicio estadounidense y de la oligarquía derechista de la región para socavar la integración latinoamericana y caribeña y la institucionalidad democrática en varios países del área. Un contumaz promotor de una agenda unipersonal de ataques contra los gobiernos de Bolivia, Venezuela y Cuba, que se aleja de sus funciones como Secretario General de la OEA, pero que articula muy bien con quienes verdaderamente controlan los hilos del “Ministerio de colonias yankys”
Almagro es un converso y un cínico de la peor ralea. Todavía se recuerdan sus viajes a Cuba y sus declaraciones implorando que nuestro país volviera a la membresía de la OEA; o peor, antes, cuando visitó oficialmente como Canciller de Uruguay nuestro país, en el 2013, y en su encuentro con el Canciller cubano Bruno Rodríguez, “Almagro señaló que (…) constituye un alto honor realizar esta visita (a La Habana) y reconoció especialmente la solidaridad de Cuba con los uruguayos durante los duros años de la dictadura militar en su país”, informaba entonces Prensa Latina. Almagro aquel día “definió a Cuba como el país más generoso de América Latina durante décadas, y destacó su papel en muchas de las principales luchas en el continente y en otros lugares del mundo”.
Si le complace a este señor ser reconocido cada 10 de febrero por la ralea de Miami, bien merecido lo tiene. Pero a La Habana ni vendrá ni podrá darnos lecciones. Los cubanos ejercemos, en soberanía, nuestros derechos y construimos colectivamente la sociedad perfectible en que vivimos. Vale recordarle a Almagro aquel refrán tan a tono: “No te hagas mandador donde no fueres señor”. O lo que es lo mismo; guárdese sus consejos que nadie se los pidió.
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