Las Fuerzas Armadas de Bolivia le solicitaron al presidente Evo Morales que renunciara, y la Central Obrera Boliviana le pidió que lo reflexionara. Evo dijo “Paz o paz”, no armó a las masas y renunció para evitar mayor destrucción y proteger a los más humildes. Tan pronto dimitió, allanaron y vandalizaron su casa.
Lo que pidieron las FFAA ya lo había prometido Evo: para mantener la paz, llamaba a nuevas elecciones. Evo sacrificaba así el triunfo indiscutible que obtuvo en las urnas el 20 de octubre con más de 670,000 votos por encima de Carlos Mesa, que lo eximía de una segunda vuelta.
No conformes con las nuevas elecciones – a las que no estaba obligado -- le dieron un ultimátum para que desapareciera del mapa.
Días antes, la Policía se había rebelado y acuartelado, en traición a su mandato constitucional, dejando sin protección al gobierno, a la población y al país en manos del caos y de hordas racistas de Santa Cruz, donde residen los ricos de Bolivia.
Las Fuerzas Armadas – penúltima trinchera de defensa (la última es el pueblo) -- se entregaron al golpe de Estado de los Comités Cívicos de Luis Camacho y la ultraderecha, enemiga del progreso que ha hecho de Bolivia el país más exitoso a nivel regional y mundial (Julio Yao, “Bolivia, entre la democracia participativa y el golpe de Estado”, La Estrella, 7 de noviembre de 2019).
Detrás está la guerra de quinta generación de EU, desesperado porque las más grandes reservas de litio del mundo (el 70% es de Bolivia) pudieran quedar en manos de China o Rusia. El litio es el mineral estratégico más importante en las tecnologías del futuro, y el golpe ubica a EU en el área más valiosa de América del Sur, con fronteras de cinco países clave. Bolivia cuenta con los más valiosos minerales del mundo, principalmente el estano, que ha sido bendición y maldición para su pueblo.
No se le permitió al presidente terminar su período constitucional, el próximo 21 de enero. Además de violar la Carta de la ONU, el golpe de Estado viola la Carta de la OEA, que ha amenazado a los países insumisos con aplicarles la mal llamada Carta Democrática, paradójicamente pensada para evitar los golpes de Estado. Paradójicamente, porque es el gobierno de Evo Morales el más democrático y ejemplar de la región.
La derecha fascista gritó fraude antes de empezar las elecciones (20 de octubre) y lo reiteró al día siguiente. Luego pidió un recuento de votos. Después, la renuncia simple y llana del presidente Evo, una “orden dictatorial e inconstitucional”, como la calificó el propio presidente.
Peor aún, ahora la derecha no quiere solamente que el presidente Morales no culmine su mandato constitucional sino que desaparezca del mapa y dé lugar a un gobierno de transición que organice las elecciones, en las que Luis Camacho, autoproclamado dictador, prohibe participar al propio Evo y a su Vicepresidente, Álvaro García Linera.
Los Comités Cívicos están destruyendo el país; cerrando y quemando las instituciones del Estado, medios de comunicación de radio, prensa y tv; violando y ultrajando a miles de mujeres; matando indiscriminadamente e incendiando las casas de servidores del Estado, entre muchas barbaridades nunca antes vistas en Bolivia, Guiness Record en golpes de Estado, antiguamente el más pobre de la región junto a Haití.
El golpe de Estado es una venganza clasista de quienes, aliados a las empresas y bancos occidentales, quieren recuperar las riquezas que perdieron bajo Evo.
Bolivia hoy, gracias a Evo, tiene el más alto índice de desarrollo humano de la región y no ha necesitado al FMI ni a EU para desarrollarse.
EU, que desarrolla una guerra de quinta generación contra Bolivia (sus mercenarios son guardaespaldas de Camacho), quiere repetir el libreto de Libia, que, luego de ser felicitada por la ONU en derechos humanos, fue destruida por la OTAN (EU) con el fin de adueñarse de su petróleo.
Camacho, ahora distanciado de Carlos Mesa y angustiado porque la OEA podía reconocer el triunfo de Evo, se opuso al áudito porque, si se decantaba por Evo, sería Mesa y no Camacho, quien volvería a rivalizar con Evo y por eso aceleraron el golpe.
Pero todo sale a la luz, tarde o temprano.
La presidenta de Bolivia, Lidia Gueiler (1979-1980) fue derrocada por el golpe del general Luis García Meza en 1980, instigado por el Plan Cóndor (EU).
En 1980, Lidia Gueiler presidía temporalmente Bolivia y preparaba las elecciones de junio de 1980 que ganó Hernán Siles Zuazo, que había escapado milagrosamente de un atentado a su avión. Pero este último no pudo asumir el poder porque el 17 de julio de 1980 un grupo de militares ligados al narcotráfico, liderados por el general de División, Luis García Meza, derrocó a Lidia Gueiler.
A Lidia Gueiler le entregaron una carta de renuncia para que la firmara (igual que intentaron con Evo), y por esta razón Siles Zuazo no pudo asumir la presidencia. Luis Camacho siguió con Evo el mismo modus operandi que con Lidia Gueiler, toda vez que su poderosa familia, ligada a negocios turbios, apoyó a los militares en esa coyuntura.
Pero quién es Camacho?
Según el diario de Bolivia, Correo del Sur (4 de noviembre de 2019), “Vinculan a líder golpista de Santa Cruz con el caso de corrupción Papeles de Panamá” (Julio Yao, Los papeles de Panamá, una conspiración de Occidente”, conferencia dictada el 16 de diciembre de 2016, a la Alianza Estratégica Nacional, https://www.alainet.org/es/articulo/177714).
Luis Camacho tuvo el rol de ‘intermediario’ y podría haber favorecido el ocultamiento de fortunas, el lavado de dinero y evasión de impuestos, según un informe de la Comisión Legislativa que investigó el caso Papeles de Panamá.
“Camacho creó tres sociedades: Medis Overseas Corp., Navi International Holding y Positive Real Estates, mientras que como officer fue beneficiario de las dos últimas. Con esos elementos, la Comisión señaló que Camacho, como intermediario, pudo ayudar a bolivianos a ocultar fortunas y otras irregularidades.”
Luis Camacho, autoproclamado Mesías como Guaidó, es un verdadero asesino, usurpador, esbirro y sicario internacional.
Si en Bolivia masacran a miles como en los golpes de Estado de Guatemala con Arbenz y Chile con Allende, en vez de clamar “Paz o Paz” como Evo, es posible que muchos griten Patria o Muerte, Venceremos!, porque, como evocó hoy el vicepresidente García Linera al martirizado Tupac Katari: “Volveremos, volveremos y seremos millones”.
* Analista Internacional y ex asesor de política exterior.
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