"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

martes, 29 de noviembre de 2011

Repensando la economia socialista: El quinto tipo de propiedad.(II/V partes)


Fragmento 1º: La ley de la transición.

Segmento inicial del octavo y último artículo “La ley olvidada de la transición y el proyecto económico socialista en el siglo XXI”.[1] 
Llama poderosamente la atención que algo de lo que hemos estado tan necesitados, como una Ley que explique la transición de una formación económico-social a otra; sea, con toda posibilidad, la menos conocida de las guías teóricas descubiertas por Carlos Marx. De hecho, solo la he visto mencionada en un texto de la popular editorial soviética Progreso, e incluso allí es tratada de manera por lo menos incompleta.[2] Por alguna razón, la denominada Ley del cambio gradual de las formaciones económico-sociales había sido ignorada, a su vez, por los más conocidos manuales soviéticos y textos correspondientes con el asunto.[3] En aquel libro se aborda este tema debido al debate que provocó por aquella época el artículo del yugoslavo M. Milianovic («Los clásicos del marxismo y la llamada vía no capitalista de desarrollo. La argumentación o la no argumentación de una tesis»), que intentaba demostrar, desconociendo ciertas sutilezas teóricas, que Marx y Engels admitían la posibilidad única del paso de todos los pueblos al socialismo a través del desarrollo capitalista.
   La insatisfactoria respuesta de Vasili Solodovnikov y Victor Bogoslovski en el libro de Progreso, analizada desde la perspectiva actual, fue motivo para intentar en el presente trabajo una mayor profundización en la temática,[4] con la esperanza de promover una reflexión madura sobre tan vital cuestión y contribuir a comenzar a modificar esa suerte de consenso mediático existente que identifica al marxismo genuino con el llamado socialismo real.
   Al ser tan comunes, en asuntos de la construcción del socialismo, las opiniones basadas más en la subjetividad de los interesados que en los principios científicos, el casi inédito manejo de la citada ley parece insustituible para tratar de entender, en el presente, los requisitos de la transición hacia un sistema social más justo y avanzado de creación de riquezas, es decir, hacia el socialismo en el siglo XXI.[5]
   Esta ley explica las condiciones en que la humanidad transita en su evolución por las distintas formaciones socioeconómicas conocidas, sin poder obviar ninguna de ellas. Marx no la llamó de la manera expresada. Esta es una de las realizaciones de estudiosos posteriores de la Concepción Materialista de la Historia -¿acaso Gueorgui V. Plejanov?-[6], a partir de  distintos documentos elaborados por Marx.
   Solodóvnikov y Bogoslovski explican que al tener en cuenta la era capitalista Marx atribuía esta ley a la sociedad en general, es decir, aquella donde el desarrollo del capitalismo se desenvolvía en línea ascendente, pero tenía en cuenta lo particular en algunos pueblos que eludieron en su desarrollo alguna de las formaciones socioeconómicas. Ponen como ejemplo -aunque no precisan donde Marx pudo considerar los casos-, a los pueblos eslavos y nórdicos de Europa, y los nómadas de Asia y África, que pasaron de la sociedad tribal a la feudal sin conocer la formación esclavista. Más para ello hizo falta una condición ineludible: la formación obviada había agotado sus posibilidades de desarrollo social en el mundo, y existía ya en él un sistema social más avanzado.[7] Es decir, los ejemplos citados, perfectamente equiparables al subdesarrollo actual, pudieron dar el salto histórico porque ya estaba extendido el feudalismo en el planeta. Bajo estas condiciones, ellos emplearon la vía no esclavista de desarrollo al existir un modelo de referencia productivamente más avanzado que se había conformado, a su vez, sobre la base del conocimiento existente en cada lugar y del adquirido de experiencias foráneas válidas. Objetivamente, no podían aspirar a más.
   Si se considera la ausencia de un socialismo establecido antes de la Revolución de Octubre, considerada por Plejanov “una infracción de todas las leyes históricas”,[8] se comprenderá por qué hoy es necesario abordar este acontecimiento bajo la óptica planteada.  
   Ante el colapso acaecido en el llamado socialismo real, tantos años después de aquella Revolución, ¿estaba justificada la alarma de Plejanov? ¿Se mantiene vigente para los países pobres? Veamos, a la luz del presente, qué resultados ofrece una verificación al respecto.

Fragmento 2º: ¿Qué hacer?

Acápite “¿Qué hacer?”, del octavo y último artículo “La ley olvidada de la transición y el proyecto económico socialista en el siglo XXI”.
   Para intentar responder, veamos una faceta de la mencionada ley relacionada, tanto con lo del «cambio gradual», como al decisivo problema del tipo de propiedad económica que debe caracterizar al socialismo.
   La experiencia práctica de que se nutre la concepción materialista de la historia, demuestra que en todo fenómeno social, al examinar el proceso de su desarrollo, coexisten dinámicamente las tres épocas: los vestigios del pasado, las bases del presente y los gérmenes del futuro.[9] No se alcanza lo nuevo por decreto, se necesita de una gradualidad. Así como ocurre en la moral, en el decisivo fenómeno social de la propiedad empresarial -con la cual se garantiza la indispensable producción material-, conviven, en la transición, esas tres épocas.
   Teniendo en cuenta la disyuntiva político-ideológica de si los productores directos son dueños o no, existen sólo cuatro tipos de propiedad empresarial en las dos primeras épocas que han sintetizado las posiciones políticas hasta el presente: 

         Vestigios del pasado pre-capitalista:
1)    La propiedad privada individual, asociada al productor por cuenta propia, y aunque proviene de las épocas pre-capitalistas, muestra aun su utilidad, por ejemplo, en el desempeño del campesinado.
         Bases del presente capitalista:
2)    La propiedad privada capitalista, cuya evolución va desde un dueño que explota a uno o más obreros en la fase de pequeña o mediana empresa, hasta la de cientos de miles de dueños (los accionistas) que obtienen la plusvalía de decenas de miles de obreros en el marco de una gigantesca sociedad por acciones, la cual puede adoptar la forma corporativa o la de un conglomerado.
3)    La propiedad privada cooperativa que puede tener distintos grados de desarrollo derivados del nivel de agrupación de dichas entidades.
4)    La propiedad estatal con gestión también estatal, en el sentido de que el aparato burocrático gubernamental, se reserva para sí determinadas y variables decisiones empresariales, mientras que puede delegar otras.
 
  El segundo de esos tipos ha sido el sustento del modo capitalista de producción, mientras que el tercero y el cuarto, adaptados a las condiciones del denominado socialismo real, fueron proclamados por los soviéticos -sin explicar la base científica de esa adopción-, como las dos formas organizativas de la propiedad social, aunque limitando -y tampoco explicando el porqué-, las cooperativas a la agricultura. La propiedad estatal, supuestamente de todo el pueblo, era considerada el patrón hacia el cual la otra debía irse acercando, pero sin que, aún en las actuales condiciones, la carencia de una plena identificación de los productores con ella –con toda la ineficiencia y descontrol que esto ha traído– sea considerada diáfanamente como el problema fundamental del socialismo realmente existente.
   Según propone a todas luces la metodología marxista, la alternativa estaría en identificar los gérmenes del futuro socialista, ubicados sobre todo en las bases del presente, y llevar a cabo una síntesis –el quinto tipo de propiedad-, como mismo sucedió en otras etapas históricas cuando un único tipo de propiedad más productiva, que había surgido en la formación económico-social precedente, representó específicamente al esclavismo, al feudalismo y al capitalismo, aunque conviviera con otros tipos.
 Luis Marcelo Yera


 
Notas

[1] Este artículo es una versión ampliada del publicado en la revista cubana Temas, nos. 50-51, del 2007, dedicada a las transiciones.
[2] Vasili Solodóvnikov y Víctor Bogoslovski: La experiencia histórica de desarrollo no  capitalista, Editorial Progreso, Moscú, 1975.
[3]  El lector interesado puede verificar este hecho,  por ejemplo, en dos textos soviéticos emblemáticos: el de Fedor Konstantinov y otros, Fundamentos de filosofía  marxista- leninista , Parte II, Materialismo Histórico, Editorial Progreso, Moscú, 1975, así como el de Victor Afanasiev, Fundamentos del comunismo científico, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1982. Incluso, el libro especializado de Konstantín Zaródov, El leninismo y la  transición del capitalismo al socialismo,  Editorial Progreso, Moscú, 1973,  no trata tampoco dicha ley.
[4]  Ya existía al respecto el trabajo del autor  En busca del paradigma perdido de Marx y Engels, Colección Rebeliones, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004.
[5] El actual proceso revolucionario en Venezuela, basándose en los trabajos del conocido politólogo Heinz Dieterich, ha guardado justificada distancia de la práctica del llamado socialismo real del siglo XX, al plantearse desarrollar el socialismo del siglo XXI. Sin embargo, parece más razonable tomar la idea surgida en el Instituto de Filosofía, de Cuba, y hablar de socialismo en el siglo XXI. Porque desde el punto de vista científico no hubo tal socialismo en el siglo XX. Además, como pretende demostrar el presente artículo, el socialismo parte de una serie de características de alcance universal en su decisiva esfera productiva que lo hacen identificable, independientemente de las especificidades de cada uno.
[6]  Eminente teórico marxista ruso nacido en 1856. Después de su  muerte, ocurrida en 1921, Lenin opinó sobre él que “no se puede ser comunista consciente, de verdad, sin estudiar –precisamente estudiar–  todo lo que Plejánov escribió de Filosofía, pues constituye lo mejor de toda la literatura marxista internacional”. Ver, Colectivo de autores, Historia de la Filosofía,  t. 2, Editorial Progreso,  Moscú, 1980,  p. 140. 
[7]  Vasili Solodovnikov  y Victor Bogoslovski, Ob. cit., pp. 13-14.
[8]  Colectivo de autores, Historia de la filosofía, Tomo II,  Editorial Progreso, Moscú, 1980,  p. 139.
[9]       Vladimir I. Lenin: “Quienes son los «amigos del pueblo» y como luchan contra los socialdemócratas”, Obras completas, t. 1, Edit. Progreso, Moscú, 1981, p. 187.
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