"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Repensando la economía socialista: El quinto tipo de propiedad (III/ V partes)

Fragmento 3º: El sistema productivo estatal socialista.

Primera parte del quinto artículo “Repensar empresarialmente a Marx” [1]

En la teoría científica elaborada por Carlos Marx, tres eran los factores que negaban al modo de producción capitalista: la propiedad social sobre todos los medios de producción, lo cual implicaba la desaparición del Estado, la planificación, y, por último, la erradicación de la evaluación monetaria de la Ley del Valor a través de la sustitución del dinero por los llamados “bonos de tiempo”, toda una problemática que no se interpretó correctamente con posterioridad, y que requeriría de una explicación especial que no es ahora el momento de realizarla.[2] Entonces, al ser la propiedad social el elemento fundamental que sustenta al nuevo modo de producción y del que se derivarían por tanto los otros dos factores, es en este primero que se centrará la presente intervención.
   La primera y única fundamentación científica conocida del concepto de propiedad social en Marx se encuentra en las últimas páginas del primer tomo de El capital. Al quedar esta idea crucial escrita allí en un párrafo tan sintético, el propio Marx, seguramente pensando que habría otra oportunidad más adecuada para ampliarla, sembró en esa parte de su obra cumbre las primeras semillas de lo que probablemente un día haya consenso en llamar la mayor y más costosa confusión de la historia.
   Como ya se ha abordado en otras partes de este libro, se expresa en El capital: “El sistema de apropiación capitalista que brota del régimen capitalista de producción, y por tanto, la propiedad  privada  capitalista, es  la primera negación de la propiedad privada individual, basada en el propio trabajo. Pero la producción capitalista engendra, con la fuerza inexorable de un proceso natural, su propia negación. Es la negación de la negación. Esta no restaura la propiedad privada ya destruida, sino una propiedad individual que recoge los progresos de la era capitalista: una propiedad individual basada en la cooperación y la posesión colectiva de la tierra y los medios de producción producidos por el propio trabajo”.[3]
   Se han resaltado con intención las tres formas de propiedad que menciona el párrafo. En él se utiliza la “Ley de la negación de la negación”,  la cual da solución al conflicto social en obligada interacción con las otras dos famosas leyes de la dialéctica. En este caso, el conflicto representado por la lucha interna, antagónica y fundamental en la sociedad capitalista entre sus contrarios dialécticos: el proletariado desposeído y sus explotadores (“Ley de la unidad y lucha de contrarios”). Pero el proceso de desarrollo de esta solución lo explica la “Ley de la transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos”, dado por la conversión, por voluntad política, de la propiedad privada multiplicada que caracteriza al capitalismo, en una sola agrupación  cualitativamente nueva  de productores que entraña también un proceso único de producción social.
   La “Ley de la negación de la negación”  se expresa aquí en que la afirmación que la compone, que no es más que la propiedad privada individual, o sea, la del productor por cuenta propia, es negada en primera instancia por la negación, que está referida a la más productiva con respecto a aquella,  propiedad privada capitalista. Esta última genera la explotación de los obreros, la que a su  vez es negada por la negación de la negación, la solución que Marx representa en la superior “propiedad individual” y que en la concepción dialéctica, en un plano más elevado, conserva rasgos de ambos estadios precedentes.  
   La afirmación, negación y negación de la negación, corresponden, respectivamente, a la tesis, antítesis y síntesis de la célebre Tríada del Desarrollo, que viene de los filósofos griegos y que perfeccionó la dialéctica  de Hegel, puesta “al derecho” a su vez por Marx. Para Hegel, el Estado era el tope del orden social. Para Marx, no.
   En el contexto de la solución tratada, no es difícil deducir que la denominada científicamente “propiedad individual” marxista -ya extirpado lo privado en lo que se refiere al aislamiento del productor por cuenta propia y a la explotación capitalista, también aislada- equivale a ser todos dueños, a la propiedad social, común, colectiva, como le llamó otras veces. También se iguala a la propiedad estatal mientras haga falta el Estado.
   En  obras posteriores a El capital siguió su línea de pensamiento en este sentido. Escribió, por ejemplo, que una “corporación de trabajo”[4] era lo que negaría al Estado burgués. Explicó que “sociedades cooperativas unidas han de regular la producción nacional con arreglo a un plan común, tomándola bajo su control y poniendo fin a la constante anarquía y a las convulsiones periódicas, consecuencias inevitables de la producción capitalista.” [5]
   Expresiones más o menos, hasta aquí llegó Marx en cuanto al contenido productivo del concepto de la propiedad social. Su idea de integración, de unión, siguiendo la tendencia a la concentración de los medios de producción que caracteriza desde siempre al capitalismo, dejó la pista de que todo lo importante que ocurre en materia organizativa en los sistemas productivos únicos de las grandes corporaciones capitalistas, no puede ser ajeno a la abierta ciencia marxista. Tan abierta como la Física o la Química.
   En ese ambiente corporativo fue que insertó las cooperativas, resaltando las agrícolas avanzadas e industriales que surgieron en el capitalismo. Distintas manifestaciones hay en su obra sobre este particular y sobre el lograr la libertad debida en esa base cooperativa.
   Es de señalar que en aquel entonces no existía el término conglomerado para definir la moderna agrupación de corporaciones.
Luis Marcelo



[1] Intervención en el encuentro “Cuba: los desafíos ante la globalización” convocado por la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas los días 2 y 3 de mayo del 2000, en La Universidad de La Habana. Fue una de las ponencias de este evento publicada en el no. 32 del 2001 de la Revista Cubana de Ciencias Sociales; publicada también en las páginas web Cuba Siglo XXI (http: //www.nodo50.org/cubasigloxxi/), en su número II de febrero de 2001, y Rebelión (http://www.rebelion.org/), de febrero 13 del 2001.  También se expuso en el Taller de Base “Problemas ideológicos de la construcción económica”, del IV Ciclo de Estudios sobre Ideología de la Revolución Cubana, celebrado el 18 de septiembre del 2000 en el Centro de Estudios de América, así como en la fase nacional del mismo efectuada en abril del 2002 en la sede del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. En este Taller la exposición adoptó el título La propiedad social: una opinión sobre lo que quiso expresar Marx.
[2]  La explicación se brinda en el artículo dos de este texto,  reproducido por Cuba a Diario      
[3]  Carlos Marx: El capital, t. 1, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1973, p. 700.

[4] Carlos Marx: “La guerra civil en Francia”, en C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas en un tomo, Editorial Progreso, Moscú, sin fecha, p. 298.
[5] Carlos Marx: “La guerra civil en Francia”, en C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas en un  tomo, Editorial Progreso, Moscú, sin fecha, pp. 301-302. Las cursivas son del autor.
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