Si el mundo quiere reducir de forma eficaz la pobreza y alcanzar los objetivos de desarrollo claves en ámbitos cruciales como son la salud y la educación, los países tiene que centrarse, no sólo en alcanzar el crecimiento como un fin en sí mismo, sino también en poner en marcha políticas que asignen recursos a aquellas personas en situación de pobreza extrema.
Este es el mensaje principal de un importante documento publicado recientemente por el Banco Mundial. En él se analiza cómo las naciones pueden fomentar la prosperidad compartida y garantizar que el crecimiento beneficie a todos los ámbitos.
“Prosperidad para todos, terminar con la pobreza extrema” pone de relieve los dos objetivos principales que pretende alcanzar el Grupo del Banco Mundial: la erradicación de la pobreza extrema, de modo que no más del 3% de la población mundial viva con menos de 1,25 dólares estadounidenses al día; y el aumento del crecimiento de los ingresos entre el 40% de los asalariados que menos ganan.
El presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim, reconoció el carácter enormemente ambicioso de las objetivos, pero sostuvo que se pueden alcanzar con un mayor compromiso y con las intervenciones adecuadas. “Para poner fin a la pobreza extrema, el ingente número de personas muy pobres… tendrá que disminuir en 50 millones de personas cada año hasta 2030. Esto significa que 1 millón de personas tendrán que salir de la pobreza cada semana durante los próximos 16 años. Va a ser extraordinariamente difícil, pero creo que podemos conseguirlo. Esta puede ser la generación que ponga fin a la pobreza extrema”.
Es poco probable que el crecimiento por sí solo termine con la pobreza extrema antes del 2030, dado que, según el informe, a medida que disminuye la pobreza el crecimiento tiende a ayudar a menos personas a salir de la pobreza: cuando tiene lugar dicho crecimiento muchas de las personas con ingresos más bajos se encuentran en situaciones tan complicadas que mejorar sus vidas es muy difícil. Por lo tanto, identificar y centrarse en los niveles inferiores, de forma específica en cada país, resulta considera crucial para asegurarse de no dejar atrás a los 1.200 millones de personas pobres en el mundo; y para que desarrollen su potencial, en beneficio de ellos mismos, de sus comunidades y de sus naciones. (Cinco países: Bangladesh, China, República Democrática del Congo, India y Nigeria albergan cerca de dos tercios de todas las personas pobres, casi 760 millones).
El documento también advierte de los peligros de no hacer frente a la desigualdad de ingresos. En países en los que está aumentando, el efecto del crecimiento sobre la pobreza se ha frenado y en algunos casos se ha invertido.
Prosperidad para todos, terminar con la extrema pobreza sugiere que ambos objetivos, fundamentales para la Agenda de desarrollo post-2015, se pueden lograr fomentando un crecimiento más inclusivo y por medio de programas proactivos, tales como las transferencias directas en efectivo condicionadas y no condicionadas, que han demostrado tener un impacto significativo en los resultados relativos a la educación, al empleo y a la salud. Para lograr el desarrollo sostenible resulta fundamental no sólo sacar a la gente de la pobreza extrema, sino también, como sostiene el informe: “También es importante asegurarse de que, a largo plazo, no se estanquen justo por encima de la línea de la pobreza extrema, debido a la falta de oportunidades para continuar avanzado hacia una vida mejor”.
El Grupo del Banco Mundial ha reconocido que el VIH, la desigualdad y la pobreza extrema están inextricablemente ligados y que deben abordarse de manera conjunta. A principios de 2014, el Banco Mundial y ONUSIDA se comprometieron con cuatro áreas de acción. Estas incluyen la coordinación de los esfuerzos relacionados con la salud y con el desarrollo para poner fin a la pobreza extrema y al sida; e instan a la agenda de desarrollo post-2015 a que incluya metas encaminadas a acabar con el sida, como el objetivo de la cobertura sanitaria universal, para que nadie caiga en la pobreza o se mantenga en la misma como consecuencia del pago del tratamiento contra el VIH o de la atención sanitaria. También existe un compromiso para promover la monitorización tanto a nivel nacional como a escala mundial,así como la investigación aplicada.
Según el documento, dicha supervisión y evaluación a una escala socioeconómica más amplia será esencial para ver cómo los dos objetivos primordiales para la erradicación de la pobreza del Grupo del Banco Mundial se convierten en realidad. Se necesitarán más y mejores datos para que las intervenciones puedan basarse en pruebas y el progreso sea supervisado. Esta investigación ayudará a los responsables políticos de todo el mundo a alcanzar un crecimiento más inclusivo, a asegurar que la prosperidad sostenible sea compartida y a conseguir que el 40% de las personas de menores ingresos se puedan beneficiar de la amplia gama de beneficios económicos y de desarrollo.