"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 8 de diciembre de 2013

¿Abolir el dinero en efectivo? ¿Estatizar todos los bancos? Las elites comienzan a pensar en medidas radicales ante la amenaza de un estancamiento permanente de la economía capitalista mundial

Por Wolfgang Münchau*

Sobre la economía mundial se cierne la amenaza de un estancamiento de 30 años: eso profetiza ahora nada menos que el economista por antonomasia delestablishment, Larry Summers. Para escapar de esa trampa, sólo valdrían soluciones muy radicales. Por ejemplo: el final del dinero en efectivo o la estatización de todos los bancos.

¿Se cierne sobre la economía mundial la amenaza de un estancamiento de varias décadas de duración? El antiguo ministro de finanzas norteamericano Larry Summers ha lanzado el debate durante una Conferencia reciente celebrada por el Fondo Monetario Internacional. Su argumento: la economía mundial padece de un exceso de ahorro en relación con las inversiones. Ahorro e inversión deben andar matemáticamente en equilibrio; no en un país, sino en la suma de todos los países. El interés es el precio que permite acompasar ahorro e inversión. Summers planteó la cuestión de si, entretanto, el interés no se ha vuelto negativo.

A ese tipo de interés se lo conoce como interés real. Un interés real negativo significa que el sector privado, incluso en las condiciones más favorables, muestra poco interés en la inversión.

La hipótesis de Summers es plausible

Podemos apreciarlo en el caso de Alemania, en donde las tasas de inversión han caído visiblemente en los últimos años. Si Summers lleva razón, la economía estaría permanentemente estancada. En sociedades con salario mínimo ese pronóstico implica un elevado desempleo permanente. La alternativa de una plena flexibilización de los salarios tampoco podría resolver el problema, sino que muy posiblemente lo agravaría. Porque, entonces, no sólo se estancarían las inversiones, sino también el consumo.

Conforme al modo en que nuestra economía está organizada, el pronóstico de Summers dibuja un escenario de decadencia mundial. Nuestro sistema económico podría verse abocado a 30 años de estancamiento. Nuestro sistema de pensiones se desplomaría. Ni siquiera serviría retrasar la edad de jubilación a los 75 años. Que el euro se desintegrara como consecuencia de eso, sería el menor de los daños colaterales.

A mí me resulta cuando menos plausible la hipótesis de Summers de un “estancamiento secular”. No sólo resulta teóricamente concebible, sino que Japón ofrece ya un instructivo ejemplo práctico.

¿Qué hacer, entonces?

Para enfrentarse a esta situación, se pueden hacer tres cosas, y desgraciadamente, no mucho más:

- Se podría abolir el dinero en efectivo. Eso permitiría a los Bancos Centrales rebajar los tipos de interés por debajo de cero, porque la gente ya no podría guardar en casa el dinero en efectivo. Con un tipo de interés del -5% se resolvería rápidamente el problema de un ahorro estructuralmente excesivo. Las gentes tendrían que gastar su dinero en lo que fuera.

- Se podría también estatizar todo el sector financiero y rebajar los intereses del crédito a la inversión, situándolos por debajo del tipo de interés de los mercados.

- Puesto que lo que tenemos es una carencia de inversiones en relación con el ahorro, también, y por último, el Estado podría intervenir consiguiendo empréstitos monetarios baratos e invirtiendo masivamente.

Estas tres medidas son radicales en comparación con los modos con que gestiona hoy la economía.

- A mí me parece que la medida económicamente más sencilla sería la abolición del dinero en efectivo. Pero no se ve cómo podría ponerse políticamente por obra: seguro que nadie ganaría unas elecciones con esa propuesta.

- La estatización de todo el sistema financiero sería la propuesta políticamente más atractiva, al menos en Alemania. Pero precisaría de coordinación internacional; no sirve de nada que un país se lance solo por esta senda. A la vista de las dificultades que ya tienen nuestros políticos con la realización de la unión bancaria europea, se pueden augurar las situaciones más divertidas con la propuesta de estatización de todos los bancos…

- La tercera receta sería la respuesta propia de una economía de mercado, lo que resulta por lo pronto asombroso, habida cuenta de que de lo que estamos hablando aquí es, a fin de cuentas, de inversiones públicas masivas. Se trataría, empero, de medidas de economía de mercado, puesto que buscarían regular demanda (inversiones) y oferta (ahorros) a través del mecanismo de precios (interés real). Mediante inversiones públicas y la correspondiente mayor demanda de capital se buscaría situar otra vez el interés real en zona positiva.

*Wolfgang Münchau es coeditor del Financial Times en Londres y columnista estrella del más importante semanario alemán, el Spiegel de Hamburgo.

Traducción para www.sinpermiso.info: Mínima Estrella

Mercado, planificación, “el socialismo posible”: la propiedad desde Marx hasta hoy.

Por Jesús P. García Brigos; Rafael Alhama Belamaric, Roberto Lima Ferrer; Daniel Rafuls Pineda 

Al margen de diferencias en matices, a la situación encontrada en la obra internacional valdría aplicarle mutatis mutandi la consideración siguiente del argentino Atilio Borón: “Sea por ignorancia o por un arraigado prejuicio, lo cierto es que la flagrante deformación de lo que Marx dejó prolijamente escrito en buen alemán ha potenciado los gruesos errores interpretativos de una legión de críticos de la teoría marxista”. 

“Concluimos, entonces, con una nueva cita del libro de Lukács,1 en este caso extraída de su capítulo dedicado al marxismo de Rosa Luxemburgo. Allí el teórico húngaro, con razón, afirma: "no es la primacía de los motivos económicos en la explicación histórica lo que constituye la diferencia decisiva entre el marxismo y el pensamiento burgués, sino el punto de vista de la totalidad. La categoría de totalidad, la penetrante supremacía del todo sobre las partes, es la esencia del método que Marx tomó de Hegel y brillantemente lo transformó en los cimientos de una nueva ciencia (Lukács, 1971: 27). 

Esta primacía del principio de la totalidad es tanto más relevante si se recuerda la fragmentación y reificación de las relaciones sociales característica del pensamiento burgués. El fetichismo propio de la sociedad capitalista tiene como resultado, en el plano teórico, la construcción de un conjunto de “saberes disciplinados” como la economía, la sociología, la ciencia política, la antropología cultural y social, que pretenden dar cuenta, en su espléndido aislamiento, de la supuesta separación y fragmentación que existe, en la sociedad burguesa, entre la vida económica, la sociedad, la política y la cultura, concebidas como esferas separadas y distintas de la vida social, cada una reclamando un saber propio y específico, e independiente de las demás. En contra de esta operación, sostiene Lukács, “la dialéctica afirma la unidad concreta del todo”, lo cual no significa, sin embargo, hacer tábula rasa con sus componentes o reducir “sus varios elementos a una uniformidad indiferenciada, a la identidad” (Lukács, 1971). 

Lukács está en lo cierto cuando afirma que los “determinantes sociales y los elementos en operación en cualquier formación social concreta son muchos, pero la independencia y autonomía que aparentan tener es una ilusión, puesto que todos se encuentran dialécticamente relacionados entre sí”. De ahí que nuestro autor concluya que tales elementos “solo pueden ser adecuadamente pensados como los aspectos dinámicos y dialécticos de un todo igualmente dinámico y dialéctico”. (Kosic,2 1967: 25-67).3 

El reclamo de la atención a la totalidad, lamentablemente a veces por no haber sido atendido, es válido para cualquiera de los problemas particulares que enfrentamos en la actualidad. 

En el tema de la propiedad la no atención a este reclamo objetivo, ni siquiera por los que se declaran partidarios de su validez, es quizás la causa esencial del constante “resurgir” y no “resolver”, de los debates acerca del socialismo de mercado, del papel del mercado en su relación con el Estado, de los “mecanismos de retribución”, las posibilidades de “combinar planificación y mercado” en pro de objetivos socialistas, y de otros muchos, de importancia teórica, pero sobre todo de trascendencia decisiva en el enfrentamiento práctico de la construcción socialista. 

Es en estos aspectos del sistema de la propiedad que se cimentan mayormente los debates, y los riesgos de las acciones en la práctica. Tras la no atención a la totalidad que existe “objetiva e independiente de nuestra conciencia”, se precipitan las respuestas pragmáticas, con implementaciones en su esencia fragmentadas y fragmentadoras, que se expresan en comportamientos “de sentido común”, “realistas”, pero preñados de riesgos, como cuando se promueve acrítica y como acto de fe la búsqueda del “socialismo posible” en nuestras condiciones, concepto que ahora se introduce en el debate político público cubano, pero es tan viejo al menos como la obra de 1983 del británico Alec Nove a la que nos hemos referido en páginas anteriores, La economía del socialismo posible, con su propuesta del “socialismo que se puede concebir alcanzar dentro de la reproducción de una generación o durante los cincuenta años más próximos”. 

En el contexto de los debates que tuvieron lugar en las últimas décadas muy importante fue la crítica de Ernst Mandel en su artículo “En defensa de la planificación socialista”, 1986,4 seguida de la réplica de Nove El mercado en el socialismo (1987),5 y la vuelta a la carga de Mandel con El mito del socialismo de mercado, 1988.6 Intervinieron en esos debates con importantes argumentos P. Auerbach, M. Desai y A. Shamsavari, en La transición del capitalismo realmente existente, 1988, obra en la cual destacan cómo en el mundo real no ha existido una relación mutuamente excluyente, sino una conexión dialéctica simbiótica entre planificación y mercado. 

En los planteamientos de Auerbach, Desai y Shamsavari la planificación tiene un papel intrínseco inevitable en el socialismo, no solo como respuesta a los “fallos del mercado” como sugieren los partidarios del socialismo de mercado, lo cual de hecho ocurre en el capitalismo realmente existente, especialmente mostrado, según ellos , en la experiencia japonesa. Según refiere Makoto Itoh: (…) La planificación de las inversiones y las investigaciones por las empresas, lo mismo que ayudan a coordinar la actividad de estas entidades en el futuro —se está refiriendo a empresas capitalistas—, permanece como una actividad relevante en el socialismo. Formas más innovadoras de planificación económica involucrarían la reconfiguración del trabajo para satisfacer las necesidades y los deseos de la población, lo que es ahora llamado “planificación del poder humano” (manpower planning). La realización del potencial humano es, por supuesto, el arma mayor y más valiosa en el arsenal socialista.7 

A pesar de sus conclusiones acerca de la necesidad de la “planificación del poder humano”, que sugieren una interesante posibilidad de futuro, la mayoría de los comentarios de estos autores no son favorables al socialismo, al mismo tiempo que no examinan a profundidad los argumentos a favor del socialismo de mercado. Así están de nuevo sobre este tema los trabajos de Diane Elson, ¿Socialismo de mercado o socialización del mercado? (1988), quien comparte la visión de Mandel acerca de una alternativa ente el mercado y la planificación burocrática, apoya la idea de Nove en relación con el papel de los mecanismos de precios como instrumento de coordinación para las economías socialistas, pero argumentando que ello tiene que ser socializado, y presta especial atención al proceso de reproducción de la fuerza laboral, incluso desde el trabajo doméstico, con un marcado enfoque feminista.8 Muy importante para profundizar en este debate es la obra también referida en páginas anteriores, Comparando sistemas económicos. Una aproximación desde la economía políticas, de A. Zimbalist, H. J. Sherman y S. Brown.9 Más recientes son los trabajos a favor y en contra del mercado, compilados por P. K. Bardham y J. E. Roemer en el libro Market Socialism; the Current Debate (1993),10 y, de insoslayable consulta, la obra de David Mc Nally "Contra el mercado. Economía Política, socialismo de mercado y la crítica marxista (1993)",11 que somete a rigurosa crítica las concepciones de Elson y otros, y en sus conclusiones plantea algo de importancia cardinal en los momentos actuales cuando afirma que: 

(…) no es la supervivencia de varios mecanismos de mercado en una sociedad que se está moviendo dejando atrás el capitalismo, sino si el mercado puede ser el principal regulador de una economía socialista, si los seres humanos son capaces de regular sus relaciones económicas de modo diferente a la ciega y elemental tiranía de las cosas. La elección se plantea entre la socialización de la vida económica (y la subordinación de los mercados a la regulación social) o la regulación del mercado y sus sistemáticamente antisociales efectos. 

Es por estas razones que la tendencia a abrazar el socialismo de mercado representa un profundo retroceso. Ella significa renunciar al corazón y al alma del proyecto socialista: la lucha por una sociedad más allá del trabajo alienado, la explotación, la competencia y las crisis, una sociedad en la cual los seres humanos dirijan sus relaciones económicas de acuerdo a un plan consciente. Lo que Rosa Luxemburgo le escribió a Eduard Berstein más de noventa años atrás se aplica con igual fuerza en este caso: el socialista de mercado no está escogiendo en realidad un camino más tranquilo, seguro y lento hacia el mismo objetivo. Él selecciona un diferente objetivo. En lugar de adoptar una posición por un nuevo orden social, está adoptando la posición a favor de modificaciones superficiales del viejo orden.12 

En toda esta historia de discusiones acerca de mecanismos económicos y de las posibilidades del mercado para el logro de una racionalidad en el uso de los recursos económicos, incluso en un proceso de “construcción del socialismo”, se pone en claro la problemática de la existencia o no de “modelos de socialismo” diferentes, ¿qué entender por “modelos” de socialismo”?, la propia concepción de socialismo y como esencia subyacente, la concepción de “socialización” vinculada a ese nuevo tipo de sociedad, la concepción de propiedad social como esencia del socialismo, y las realidades de su materialización en las experiencias socialistas durante el siglo XX. 

Pero más que las propias discusiones académicas, precisamente en el análisis de las experiencias reales de socialismo se ponen de manifiesto claros elementos acerca de la esencia sistémica, de transformación “metabólica” que es inherente a la transformación socialista, que va mucho más allá de los mecanismos económicos, indispensables pero no únicos definitorios de la nueva naturaleza a establecer en un complejo proceso de luchas contra siglos de desarrollo de naturaleza explotadora, reproductores de un proceso de producción y apropiación de la vida social excluyente, que es necesario trascender como totalidad, no mediante cambios parciales. 

Ya a inicios de los años sesenta, en todos los países de Europa central y oriental —aparte de Yugoslavia y Albania—, se declaraba solemnemente haber creado las bases del socialismo y la entrada a la etapa de “construcción de socialismo desarrollado”.13 

Pero, el inicio de estas “celebraciones victoriosas”, coincidió en esos países “con la aparición de los primeros signos de un empeoramiento cualitativamente nuevo de la situación económica”:14 

Los arduos esfuerzos por salvar la situación en los países del campo socialista europeo tuvieron un doble efecto. 

Por un lado, la movilización de las últimas posibilidades de “crecimiento de comando administrativo” de la producción social, completando la formación de la Economía planificada deficitaria, ayudó temporalmente a detener la caída e incluso a lograr ciertos aumentos de los ritmos de crecimiento. Pero esta vez ya el péndulo no podía ir en el sentido de la centralización tan sencillamente, como en los años anteriores. Desde el punto de vista conceptual presenta indiscutible interés la formación de cierto “contrato social” entre el poder y la población la conservación del partido en el poder a cambio de ciertas garantías socioeconómicas para la población. 

Este contrato —escribe Valeri Bans—: (…) devino fundamento de la estabilidad política en la Europa oriental a principio de los años sesenta. Esto fue especialmente importante en países como Hungría, Polonia (…) Alemania oriental y Checoslovaquia, más desarrollados económicamente y, en consecuencia, con mayores posibilidades de satisfacer a su sociedad más exigente y más regañona. En Bulgaria y Rumania el contrato social fue menos elaborado, pero allí la sociedad no tuvo posibilidad alguna de mostrar su descontento.15 

Por otra parte, las sociedades de los países de Europa centro oriental percibían cada vez más como se aproximaban a un callejón sin salida: 

El pueblo veía que marchando hacia concesiones en la economía en aras de estabilidad política, frenando las reformas (en parte a causa de los temores reales al desempleo y la inflación, que de forma aterradora se habían manifestado en la vecina Yugoslavia, pero, principalmente, por el temor a destruir las bases económicas del poder político), y aumentando la deuda externa, el partido comunista lentamente pero con seguridad, iba a su bancarrota. Surgió la aguda necesidad de contraponer al modelo tradicional de socialismo algo nuevo, revitalizado, pero —en aquellas condiciones—, indiscutiblemente también un modelo de socialismo. La polémica que se desató en relación con esto en la primera mitad de los sesenta en relación con los vínculos plan mercado, tuvieron tiempo incluso en algunos países al verterse en documentos programáticos concretos, que fueron borrados por los sucesos de Checoslovaquia de 1968.16 

La propia Checoslovaquia puede servir de claro ejemplo de los procesos antes señalados —continúan los autores de la obra que estamos citando en esta importante recapitulación histórica—. El crecimiento de la lucha de todas las capas de la población con los métodos de trabajo de la dirección partido-estatal checoslovaca, que constantemente y para todo miraba hacia Moscú, y la cada vez más clara exigencia de democratización política y económica de la sociedad está muy bien reflejada en las memorias de O. Schik “padre” de la reforma checoslovaca. 

Ya esto no eran preconcepciones de una ideología de otra realidad ajena, fraseología incomprensible que el hombre normal no asimilaba y no quería oír —escribe el autor del libro—. Nosotros creamos una teoría, que se correspondía con la experiencia de las personas, que les explicaba a ellos las causas de de aquellos fenómenos negativos, con los cuales se tropezaban a diario en su vida cotidiana, y por esto les indicaba el camino para eliminar esos fenómenos. Por esto las personas le prestaron atención y estaban cada vez más de acuerdo con ellas.17 

En estas citas, un tanto extensas se resume, a nuestro modo de ver, la estrecha unidad entre la economía y la política en el desarrollo del proceso emancipatorio socialista, manifiesta en las experiencias reales en particular en Europa posteriores a la Revolución de Octubre, y en las reflexiones académicas que las acompañaron. Estamos ante un proceso de reapropiación por los individuos de su propia vida social, como totalidad cada vez más alienada hasta la ruptura que marca el inicio de la transformación socialista; una ruptura que es continuidad, en tanto se debe desarrollar necesariamente abriendo paso a la realización de todas las potencialidades de los individuos socializados, con todos los requerimientos materiales y espirituales que ello conlleva. Proceso que como sistema constituye, descansa, manifiesta, la compleja estructura funcional reproductiva de la propiedad social en su transformación socialista como nueva totalidad en construcción. 

En los procesos transcurridos en el socialismo este europeo, y finalmente también en la URSS —“finalmente”, o tal vez más riguroso sería verlos como genéticamente primarios, como fundamento de todos ellos, aunque la reversión final se diera con posterioridad—, se manifiesta con toda claridad el carácter sistémico de la propiedad, en tanto portador del proceso de apropiación de la vida social de los individuos. 

Y, sobre todo, su imposible reducción a los momentos distributivos de la producción —ni tan siquiera considerando el momento de la distribución en sus dos aspectos, como llega a considerarlo en su núcleo el mercado—, y mucho menos aún reducirlo al momento de distribución de los resultados de la producción directamente vinculado al consumo material individual. 

En la transformación socialista —precisamente por sus ideales estratégicos anunciados, y asimilados como necesidad del desarrollo histórico por los seres humanos, aunque en medidas distintas por cada individuo y en un complejo proceso de legitimación—, se confirma el papel activo, incluso decisivo de la política: como actividad integradora, momento del proceso de identificación de necesidades, definición de cómo satisfacerlas, de las acciones prácticas para ello, su implementación, evaluación, control de la política que, como ya Lenin adelantara, es “expresión concentrada de la economía” (…) a la vez que su anticipación, y deviene decisiva en los momentos de transición entre dos estadíos diferentes como totalidades bien identificadas. Y así resulta insoslayable su lugar en la transformación de la propiedad como sistema, en el desarrollo del sistema de propiedad socialista. 

No es casual que los cambios en Europa del este y la URSS se manifestaran tan rápidamente en cambios políticos, que derivaron incluso en cambios de reversión del sentido socialista de desarrollo un tanto paradójicamente desde la política —por donde mismo empieza la transformación socialista—, no desde la economía, la que siguió después la consolidacion de la reversión, manifestando una sui géneris contrarrevolución social “a semejanza” de lo que históricamente se adelantó por Marx y Engels como inicio de la revolución comunista: desde el poder político construir los fundamentos de un modo de apropiación diferente, cambiando las condiciones económicas, los fundamentos económicos del funcionamiento social.18 

Para cerrar por el momento este análisis de la obra internacional, y por la actualidad del tema para nuestro país, permítasenos citar con extensión unos fragmentos acerca del modo en que tuvieron lugar esos procesos en los países de Europa del este, llamando la atención hacia un hecho nada casual: acerca del origen “en la academia” de los fundamentos de dichos cambios, en buena medida funcionando “en paralelo” con la vida política institucional de esos países, pero que llegado el momento pasa a ocupar con sus propuestas vacíos teóricos objetivos. Esto, en buena medida, ocurrió también en la URSS, con la propia concepción de la “Perestroika” y su giro definitivo en ese país y debe resultar una alerta para nuestro proceso, cuando desde todos los enfoques se reclaman cambios, que a la vez se subraya tienen que ser abordados sin improvisaciones, sin derecho a equivocarnos. 

Los vacíos teóricos fueron letales para la práctica social, en Europa del este y la URSS, sobre la base real de una insuficiente vinculación entre la obra científica y la política práctica, debido a muy diversas causas, y tal vez pudieron haber sido llenados de otro modo, con consecuencias totalmente diferentes. 

Como se recoge en la obra Europa centro oriental en la segunda mitad del siglo XX: 

(…) ¿Qué teoría crearon aquellos hombres que estaban a la vanguardia de las reformas. En su aspecto más general ella se presentaba en los conceptos populares y atractivos tales como “socialismo con rostro humano”, o “socialismo humano”. Fundamento económico de las transformaciones que se proponían era la concepción del “socialismo de mercado”, aunque el propio término en aquel tiempo aún no podía ser introducido a la cotidianeidad, en particular, a la circulación científica. 

Veamos la interpretación de esta concepción desde las posiciones de etapas posteriores de la reforma en los países de Europa centro oriental. Un momento oportuno para esto fue el año 1989, cuando en honor al aniversario setenta de Ota Schik, en San Hallen (Suiza) se llevó a cabo una conferencia internacional dedicada al concepto en cambio de “socialismo”. 

La conferencia una vez más subrayó el importante papel que jugó en la formación del nuevo modelo de economía socialista, el libro de W. Brus. En este trabajo, aparecido en 1961, por primera vez tuvo lugar un alejamiento parcial del marxismo: el así llamado “modelo descentralizado” presuponía la descentralización de la actividad económica en curso al tiempo que conservaba el control centralizado de las inversiones. Al mismo tiempo que se afirmaba el papel dominante de la propiedad social sobre los medios de producción,19 lo que daba el fundamento para hablar de “economía socialista de mercado”. 

Hacia finales de los ochenta la mayoría de los teóricos de las reformas, incluyendo a Brus, ya tenían dudas acerca de los méritos de la centralización en las inversiones de capital, comprendiendo que el verdadero mercado es impensable sin mercado de capital y de otros factores de la producción. 

Comentando este modelo L. Baltserovich, en particular, señalaba que de considerar tal modelo como socialista, entonces, por lo menos, no lo era en la concepción marxista, ya que, según Marx, la propiedad es social en la medida que ella supera el aislamiento de los productores, es decir, sus interacciones espontáneas de mercado. Entonces, de ser consecuentes, debía renunciarse además a la relación hostil hacia la propiedad privada sobre los medios de producción. 

El obstinado uso del epíteto “socialista” aplicado al mercado y a la propiedad social sobre los medios de producción se explicaba, según Baltserovich, no tanto por el arrastre ideológico de los autores, cuanto por la utilidad política de tal formulación. Por esto es necesario, considera, sin prestar atención a esto, evaluar los diferentes esquemas de socialismo de mercado desde el punto de vista de “su capacidad de resolver los serios problemas económicos de los países socialistas”.20 

No obstante, la primera mitad de los sesenta no dio posibilidades (si excluimos la RSF de Yugoslavia) de probar este esquema en la práctica, limitándose solamente a su elaboración conceptual. En tal sentido, a nuestro modo de ver resultan de interés los razonamientos acerca del socialismo de mercado del propio Brus en la conferencia antes señalada. Echando una mirada a un cuarto de siglo atrás, él declaró que “(…) hoy a para mí está claro, que las esperanzas, vinculadas al viejo esquema, no podían realizarse; en el mejor de los casos, si utilizamos la terminología de 

J. Kornai ellas podían conducir a la substitución de la coordinación burocrática directa por la indirecta”. Y traía a colación como ejemplo la reforma húngara de 1968 que más llegó a avanzar en la práctica, refiriendo a ella su conclusión, añadiendo que reformas análogas en otros países “podrían convertirse en el primer paso exitoso en la dirección correcta, preparando y facilitando la ulterior evolución”. 

Como parteaguas entre los sistemas socialista y verdaderamente de mercado el autor mencionaba el mercado de capital, que operaba sobre tres pilares del sistema económico socialista: sobre el planeamiento centralizado como modo de formación exante de las proporciones materiales; sobre el mecanismo de distribución, tanto en el sentido de la división del producto nacional en uso y acumulación, tanto como en el sentido de legitimación de criterios de distribución no mediante el trabajo de la renta entre los individuos y los grupos; sobre las relaciones de propiedad (la separación del Estado de las empresas y la completa separación de las empresas entre sí). “Tal economía mixta no podía mirarse como un complejo indeterminado entre “mercado” y “plan”, desempeñando tanto uno como la otro función de coordinación. Esto es economía coordinada por el mercado (…)”. W. Brus revisó su anterior posición también con respecto al pluralismo político como simplemente factor de racionalización del papel de conductor supremo del centro: ahora él nombraba al pluralismo político como “elemento indisoluble de tránsito del viejo al nuevo sistema económico, y además garante de este último”. 

A partir de su nueva aproximación al socialismo de mercado, el autor valoraba algunas otras concepciones no marxistas de socialismo, planteadas ya en los años ochenta. En particular sometió a crítica la teoría del conocido sovietólogo Alec Nove del “socialismo posible” con su inequívoco acento en el predominio de la propiedad estatal, la limitación de las dimensiones de las empresas privadas, etcétera. Evaluó negativamente Brus el libro de O. Sik La tercera vía por su intento de “ver algo, colocado entre dos ismos (por definición no se podía encontrar nada complejo e internamente consistente). El socialismo autogestionado yugoslavo también resultaba en la práctica nada mejor que el socialismo real. Los modelos suecos y otros semejantes, que no con poca frecuencia se tratan de presentar como variantes exitosas de socialismo de mercado, el autor completamente en lo justo los consideraba modelos dentro del capitalismo.21 

Coincidimos completamente con los autores que referimos, cuando afirman que las discusiones de principios de los sesenta no han perdido en nada su actualidad. 

Para ellos, con relación a los intentos de vincular las reformas en Rusia en los noventa con las reformas en la República Popular China, que pasan a analizar desde el ángulo del carácter extensivo o intensivo del desarrollo,22 en particular de la industrialización, en Rusia y los países de Europa centro oriental (a lo que hemos hecho referencia en páginas anteriores). 

Para nosotros, porque con respecto a Cuba a cincuenta años de iniciado el camino de la transformación socialista, el análisis debe ser mucho más cuidadoso, y no limitarse solamente a aspectos vinculados de modo estrecho a la salida material del sistema de las fuerzas productivas, tales como el logro de niveles productivos más eficientes, un desarrollo intensivo más que extensivo, más productividad, rentabilidad, competitividad, etcétera, que podría inducir a algunos a la búsqueda de soluciones a semejanza de la experiencia China. 

La discusión tiene actualidad, por la indiscutible necesidad de elevar los niveles de la salida material de nuestro sistema de las fuerzas productivas, en volumen, eficiencia y eficacia, como respuesta a las necesidades de la reproducción ampliada de las propias potencialidades individuales y sociales alcanzadas en cincuenta años de Revolución, pero indefectiblemente conservando y fortaleciendo de modo sostenido, el sentido emancipador socialista de nuestra sociedad, cuyos fundamentos abarcan mucho más allá de los indispensables pilares de la apropiación directa objetual, y es inseparable de la condición de nuestra propia existencia como nación. 

Notas 

1 Se refiere a History and Class Consciousness, y cita por la edición de 1971, Cambridge: MIT Press. 

2 Karel, Kosik: Dialéctica de lo concreto, Grijalbo, México, 1969. 

3 Atilio, Borón: “Clase Inaugural. Por el necesario (y demorado) retorno al marxismo”, en La Teoría Marxista hoy, problemas y perspectivas, compilado por Atilio A. Borón, Javier Amadeo, Sabrina González, Colección Campus Virtual, CLACSO, Libros, 2006, p. 49. 

4 E., Mandel: “In defense of Socialist Planning”, en New Left Review, 159, september/ october 1986. 

5 A., Nove: “Markets and Socialism”,en New Left Review 161, january/february, 1987. 

6 E., Mandel: “The Myth of Market Socialism”, en New Left Review, 169, May/June 1988. 

7 P., Auerbach, M., Dessai, y A., Shamsavari: “The transition from actually Existing Capitalism”, en New Left Review, 170, july/august, 1978, p. 78, citado por Itoh, Makoto, op. Cit., pp 121-122. 

8 Diane, Elson: “Market socialism or Socializatioon of Market?, en New Left Review, 172, november-december, 1988. 

9 Andrew, Zimbalist, Howard J., Sherman, Stuart, Brown: Comparing Economic Systems. A political economic Approach, second Edition, Harcourt Brace Jovanovich, Publishers, 1989, primera edición, 1984. 

10 P. K., Bardham, y Roemer, editors: Market Socialism; The Current Debate, New York and Oxford: Oxford University Press, 1993. 

11 David, Mc Nally: Against the Market. Political economy, Market Socialism, and the Marxist Critique, Verso, London, New York. 1993. 

12 Ibídem, pp. 223-224. 

13 Con sus matices en los distintos países, como se señala en el libro Europa centro oriental en la segunda mitad del siglo XX, tomo I, Sección Séptima, capítulo XXXIII, “Las concepciones del ‘socialismo renovado’”, ed. cit., p. 344. “La RDA se había apresurado a declarar esto antes que la URSS, por lo cual fue llamada al orden por el ‘hermano mayor’. En Checoslovaquia indirectamente se declaró que en realidad ellos podrían entrar en el socialismo desarrollado solo dentro de unos diez años después de la fecha señalada, cuando la ‘Primavera de Praga’, de 1968, dio paso al largo invierno de los años setenta. Polonia, a causa de la relativamente elevada proporción del sector privado en la economía, y lo más importante, en una situación de un estado de ánimo antigobierno que no disminuía, no se decidió a grandilocuentes declaraciones oficiales. Y solamente en Bulgaria y Rumania la ‘nueva aurora’ suergió sin grandes complicaciones, aunque también allí después se introdujeron correcciones en el contenido y los plazos de las tareas grandiosas planteadas”. 

14 “… la producción socialista extensiva por su naturaleza empezó a dar lugar a la seudo extensiva o, según Keynes, cuasiestacionaria, vinculada con la culminación de la industrialización masiva primaria. Tal regularidad de cambio del estado de la economía se caracterizaba ya no por la detención de la industrialización acelerada e incluso no por la disminución indetenible de la salida productiva que ya había comenzado por unidad de capital invertido, sino por la sobre acumulación, cuando los medios de capital de la producción social son tan grandes, que ya ella misma comienza a actuar en calidad de factor de aceleración de la caída de la efectividad hasta alcanzar crecimientos negativos del PIB en los años 80”, ver: Europa centro oriental en la segunda mitad del Siglo XX, tomo I , Sección Séptima, capítulo XXXIII, “Las concepciones del ‘socialismo renovado’” , p. 344.

15 Europa centro oriental..., ed. cit., pp. 344-345.

16 Ibídem, p. 345.

17 Ibídem, pp. 345-346.

18 Es muy importante profundizar en el análisis de los procesos de descomposición del socialismo en la URSS y los países de Europa del este. Sobre el fundamento objetivo de una reproducción social fragmentadora y alienante que no trascendió el orden metabólico del capital, la solución a las contradicciones presentes en el proceso transcurrió precisamente apoyada en el propio poder político centralizador absolutizante.

19 El resalte en cursivas es nuestro, de los autores de este trabajo, aquí y en los casos posteriores, si no se aclara lo contrario.

20 Ver: Socialism today? The Changing Meaning of Socialism, editorial Por Ota Sik, Mac Millan, 1991, p. 71.

21 La Europa centro oriental en la segunda mitad del siglo XX”, ed. cit., tomo I, pp. 346-347.

22 Ibídem, pp. 348-349.

CONSUMO DE ALCOHOL.Cubanos entre líneas


Aparecen en la Isla nuevos patrones de consumo de alcohol: no solo se bebe más que antes, sino en lugares impensables tiempo atrás. Crece el número de mujeres y de jóvenes bebedores. Líneas y más líneas de ron se asocian a hábitos culturales así como condicionamientos sociales, familiares y personales. Según expertos, esa adicción figura entre los peligros más graves que hoy enfrenta el país por vincularse a la corrupción y otros males. Se trata de un fenómeno reversible en tanto exista profundo convencimiento de su gravedad, del cual derive un actuar consecuente

POR VLADIA RUBIO y YOHANA LEZCANO
Bohemia

En medio de la sala oscura, silenciosa, el balanceo del sillón y el sonido del minutero en el reloj de pared se han puesto de acuerdo para hacer sentir a la madre que espera cómo el tiempo puede convertirse en una melaza de agonía.

Los patrones de consumo cambian. Para beber ya no son lugares
privilegiados los bares y cantinas. (Foto: Archivo de BOHEMIA)

Con la mirada perdida quién sabe en qué coordenadas de esa madrugada, la mujer se alisa de modo mecánico una vez más el blanco cabello y vuelve a preguntarse desde el centro mismo de la angustia: ¿cómo vendrá esta vez?

“Lo que no sabe la gente es que al igual que hay fumadores pasivos, también hay alcohólicos pasivos, y su daño no es por el humo, sino por elsufrimiento”. Así afirma aBOHEMIA el Doctor en Ciencias Ricardo González Menéndez, reconocido nacional e internacionalmente como experto en el tratamiento a las adicciones.

Movido por el dolor que causa el consumo excesivo de alcohol y por el modo en que esa nociva práctica parece estar entronizándose en la vida de muchos cubanos, este equipo salió en busca de explicaciones. No fuimos a bares ni cantinas, sino a las calles, a parques, hogares, centros de trabajo… porque, lamentablemente y desde hace unas dos décadas, la bebida ha cruzado las fronteras de la cotidianidad.

Se bebe más, pero sobre todo, se bebe en todas partes: El patrón de consumo se ha ido modificando.

“En todos los pueblos de este país había un borracho, uno solo; y a lo mejor alguien que alguna vez se pasaba de tragos, armaba un escándalo y al otro día estaba muerto de vergüenza. Pero eso no es lo que está pasando ahora. La cantidad de personas que consumen alcohol irresponsablemente nos hace ver el fenómeno de forma magnificada”, asegura la psicóloga María Esther Ortiz Quesada, especializada en adicciones y conocida por los programas televisivos difundidos sobre el tema.

La Tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo para la Salud y Enfermedades no Transmisibles, realizada a finales del año 2010 por el Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología junto a la Oficina Nacional de Estadísticas, indicó que 41.7 por ciento de la población mayor de 15 años bebió en algún momento del año anterior, lo cual no es alarmante.

Muchos jóvenes beben por contagio grupal.
(Foto: JUVENTUD REBELDE)

Pero si a ello se agregan los resultados de otro estudio (dispensarización) de bebedores de riesgo y alcohólicos, acometido en 2011, entonces sí se enciende la luz roja: por cada diez mil habitantes, 18.7 son bebedores de riesgo y 12.4 son alcohólicos. En comparación con los resultados de II Encuesta Nacional de Factores de Riesgo para la Salud, de 2001, los números van cuesta arriba.

¿Quiénes son los marea’os?

“Aquí mi vida para los marea’os”, dice una canción de moda. Y para indagar quiénes son esos “marea’os”, BOHEMIA dialogó no solo con expertos, sino con pobladores de diversas provincias, quienes sin cortapisas reconocieron su gusto, pasado o presente, por “calentarse el pico”.

Yamil R.P*, trabajador de una empresa estatal capitalina, reconoce que bebe todos los fines de semana: “Cuando yo me entero que es viernes, me entra una cosa que no lo puedo resistir. También yo vivo solo, me tocan todos los quehaceres de la casa sin ayuda de nadie, y para sobrellevar, me gusta hacerlos tomando. Prefiero beber solo que con la gente, y me puedo tomar un litro entero de ron, y dos; pero sin apuro. Eso sí, a mí nunca me han tenido que traer cargado, sí he caminado en zigzag, pero nunca me han cartereado, ni me he quedado dormido en una guagua o me he orinado en los pantalones, esas cosas que les pasan a los borrachos”.

En Cuba, por cada cinco hombres, una mujer toma.
(Foto: CLAUDIA RODRÍGUEZ HERRERA)

Aun cuando no lo sabe, este hombre de 42 años clasifica dentro de ese 18.7 de los llamados bebedores de riesgo, aquellos que consumen alcohol de manera excesiva, dañina. No como los bebedores sociales, pero tampoco al nivel de los alcohólicos, dependientes totalmente de la bebida.

En ese segmento de los que están en peligro de caer cuesta abajo hasta quedar esclavizados al trago, se ha hecho notable la presencia de jóvenes. La psicóloga María Esther ratifica a estas reporteras que “la edad de comienzo del consumo ha disminuido, pero no porque nuestros adolescentes y jóvenes sean especialmente desviados, sino porque ha disminuido la supervisión familiar.

Disposiciones como la de prohibir a menores de 18 años la entrada a discotecas y centros nocturnos, o la de no venderles bebidas alcohólicas, se violan continuamente. Otro problema es la presencia de adultos significativos para niños y adolescentes (padres u otros familiares, maestros, médicos) que beben junto o frente a ellos. Paradójicamente son aquellos que en nuestro imaginario están para protegerlos”.

Si es notable la cantidad de jóvenes, a veces adolescentes, “echándose unos drinkis”, también llama la atención el aumento de muchachas y mujeres en esas lides, sobre todo a partir del período especial.

La ingeniera Irma G.* no duda desde sus 27 años para asegurar que toma casi todos los días, “para relajar; pero en la casa lo tengo que hacer a escondidas cuando mi mamá está de visita porque enseguida se pone con la matraquilla de que en su tiempo a ninguna mujer decente se le ocurría beber. Hay que dejarla, yo sé que unos tragos no tienen nada que ver con la decencia”.

La psicóloga Ortiz Quesada ratifica que hoy las mujeres están bebiendo mucho más que antes, aunque no más que los varones. En ocasiones, detalla, son quienes los incitan a ellos a tomar. Por cada cinco hombres que beben de manera irresponsable, una mujer lo hace.

La psicóloga María Esther Ortiz Quesada, conocida
por su programa televisivo especializado en adicciones
En Línea Directa, advierte que los niños crecen viendo
tomar alcohol como algo natural, hasta en las fiestas
infantiles se ha hecho norma entre los adultos.
(Foto: RANDY RODRÍGUEZ PAGÉS)

Va alejándose de la realidad el criterio de que en el oriente del país se bebe más que occidente. Esa es la opinión del doctor González Menéndez, quien precisa que sí continúa siendo más notable la diferencia de consumo de alcohol entre las zonas rurales y las urbanas.

Aplausos para entristecer


Darse un palo, un trancazo, un fuetazo; echarse unos buches… son algunas de las expresiones usadas en el país como sinónimo de tomar un trago de ron, la bebida alcohólica más consumida por los cubanos además de la cerveza. El vino, a diferencia de los europeos, no sube al podio.

Aventurarse sobre cuáles rones son los más consumidos por bebedores de riesgo y alcohólicos es difícil atendiendo a las diferencias en el poder adquisitivo. Cuando la billetera les anda boqueando transan sin dudar por rones destilados artesanalmente como el chispa’e tren, bajatelblúmer, azuquín, hueso’e tigre, ocalambuco, particularmente populares durante el período especial.

Ese fue el caso de Ramón*, plomero trabajador por cuenta propia, quien declara orgulloso que no bebe hace tres años pero confiesa haber tomado en sus peores momentos “cualquier cosa”. 

Tan cualquiera, que asegura: “De no ser por mi rehabilitación, yo podría haber estado entre los pobladores de La Lisa que lamentablemente tomaron alcohol de madera. Porque el alcohol no me podía faltar, y para adquirirlo llegué a vender lo que encontraba, hasta mi ropa, mis zapatos, artículos de la casa… Lo único que yo quería era beber”.

A pesar de que más de una vez amaneció tirado en un portal y de que sus vecinos y amigos conocían de sus andanzas para conseguir bebida, no recuerda haber recibido de alguno de ellos una crítica, ni siquiera una mirada de reconvención, pero sí expresiones admirativas al estilo de “machote, usted sí que aguanta,” como siempre le decía el bodeguero.

¿Por qué si lo que vende son rositas de maíz, anuncia Bucanero?
No pocas veces el entorno comunicacional inclina la balanza
hacia el lado equivocado. (Foto: CLAUDIA RODRÍGUEZ HERRERA)

Ocurre que, según expertos, en Cuba existe una tolerancia incondicionada al consumo de alcohol, sea en la magnitud que sea. Antes, argumenta el doctor Ricardo, el día del cumpleaños era un motivo para beber, ahora, es el día del no cumpleaños; por lo tanto se está celebrando 364 días del año.

El camino no está en prohibir, sentencia el especialista, sino en lograr la tolerancia condicionada que existe en algunos países: tolerancia a beber pero intolerancia total a la embriaguez, y eso, claro está, no se consigue por decreto.

Para tragar en seco
“Me refugié en el alcohol para aliviar el dolor por la pérdida de mi primer hijo. Cuando llegaba cada aniversario de su muerte, que era justo el día de mi cumpleaños, empezaba a beber y ya no podía parar. Por poco me cuesta la vida. Dejé de trabajar, no comía, y vendía lo que encontrara. Lo perdí todo”. Como en el caso de Julio*, la búsqueda de la enajenación ante problemas familiares sigue contando entre las causas fundamentales de consumo de alcohol en nuestro país.

Una buena parte de los bebedores empezó ese camino
por imitación. Así se forman las creencias, y uno actúa
según lo que cree. (Foto: Archivo de BOHEMIA)

La evasión por razones microsociales, como le llama el doctor González Menéndez, es denominador común en las historias de muchos de sus pacientes. La mayoría de ellos poseen experiencias relacionadas con la muerte de seres queridos, divorcios cruentos, abandono por parte de sus padres, enfermedades invalidantes de su persona o de algún miembro de la familia, entre otras.

Aunque quizás esos puedan estar entre los motivos más reconocidos dentro del imaginario social, la costumbre y el hedonismo (intento de encontrar placer a toda costa), califican hoy como las dos primeras razones por las cuales beben los cubanos.

Las drogas de todo tipo actúan en el circuito de las gratificaciones, una zona del cerebro donde está el llamado núcleo del placer. Cuando se estimula ese circuito, la persona siente una recompensa, y eso es lo que le hace continuar tomando.

“Buscar placer es algo legítimo -añade el profesor- pero si en el afán de encontrarlo se olvidan las responsabilidades, los valores, la ética; enseguida llega la corrupción del ser humano. Ahí sí hay que alarmarse”.

La creciente flexibilización de las normas sociales convierte en fenómeno “normal, natural” el hábito de darse unos tragos en cuanto acabe el trabajo, durante el juego de dominó o mientras está la comida.

Algunos no se sobresaltan demasiado ante estas prácticas cotidianas asociadas al consumo de alcohol, más bien las entienden como “parte de la idiosincrasia del cubano”.

Para el habanero Pedro Moreno Martínez, la ingestión de bebidas alcohólicas es una suerte de herencia cultural. “Hasta los mambises tomaban aguardiente con miel. Cuba es un país productor de caña de azúcar, de ron, eso ha condicionado el consumo, y creo que lo seguirá haciendo, porque al cubano promedio no hay quien le quite lo de buena gente, guarachero, vivaracho y tomador”.

Sin embargo, la psicóloga María Esther Ortiz Quesada, quien cuenta más de 30 años de trabajo con personas adictas, defiende otro punto de vista: “No creo que tomar sea una muestra de nuestro acervo identitario, quizás dentro de un tiempo formará parte de los grandes defectos del cubano si seguimos como vamos. Se debe no solo a la ruptura de valores, sino a la ausencia de supervisión adecuada tanto de la familia como de las instituciones estatales”.

Quitar las vendas

Sentados a un costado de la avenida 51, justo en la parada de La Vereda, en el capitalino municipio de La Lisa; una treintena de hombres y un puñado de mujeres rodean la misma pipa de cerveza de todos los fines de semana. El chofer del “almendrón” azul compra un “pepino” lleno antes de recoger a sus pasajeros, mientras aquel adolescente irreverente alardea con el plancha’ito que le vendieron en el kiosco de la esquina. Escenas similares a estas se han vuelto habituales en espacios urbanos y rurales.

“En mi bodega dejan sistemáticamente un tanque de no sé cuántos litros de ron y lo venden a granel a 20 pesos la botella. Entonces ahí viene el desorden: si una muchacha pasa se meten con ella, orinan detrás de las matas y además están próximos a las escuelas. Estos mecanismo de venta propician que se beba. Quien quiera consumir debe ir a lugares establecidos para eso”, explica a BOHEMIA Jesús Martínez, de Nuevo Vedado.

¿Recordará mañana esa imperdonable patada con olor
a alcohol? (Foto: Archivo de BOHEMIA)

Por su parte, Marvin Cruz, gastronómico en el poblado pinareño de La Güira, apoya abiertamente iniciativas como esas. “No veo mal que se trate de ayudar con esa variante a la gente que no tiene para comprarse un Habana Club o ni siquiera un ron de 60 pesos. Quitar las pipas sería una discriminación hacia quien gana un salario básico. Por ejemplo, si a mi abuelo no le dieran la botella por la libreta, porque pertenecemos al Plan Turquino, no se podría dar ni un cañangazo.

“Pero sí veo mal la falta de control sobre los que compran bebida a granel para revender y la adulteran con cualquier tipo de sustancia o la echan en tanques contaminados”, agrega el joven.

A la polémica se suma la ya tradicional y lamentable concepción de que el ron y la cerveza funcionan como recompensa laboral o como apoyo para acometer faenas rudas.

“Por ejemplo, en mi trabajo, que está en un campo del centro de la Isla, cuando dan una jabita por destacado, no le hacen caso a los jabones ni a la pintura de uñas para la mujer, lo que busca el campesino es la botella de ron sellada, si falta es como si no dieran estímulo”, expone Francisco*, trabajador de la industria cañera, quien decidió buscar ayuda médica porque cuando tomaba “no servía ni pa’orinar, me quedaba en estambay y tenía yo solo la responsabilidad de cuidar a mi viejo, de 83 años”.

Al andar las calles de esta Isla cualquiera puede tropezarse con quien monta la guagua asomándole la canequita por el bolsillo, con la pareja que ostenta latas de Bucanero como trofeo, o con el muchacho menor de edad que entra sin limitaciones a la discoteca, y allí bebe hasta donde pueda pagar.

“Se está creando una visión formal y oficial del consumo de alcohol -advierte ante estas reporteras la doctora María Esther-. ¿Quién lleva las cajas de cerveza, las pipas, o las botellas de ron cuando se quiere homenajear a un deportista? No es el primo, ni el vecino, son las instituciones. ¿Cómo es posible que se diseñen envases pequeños de ron para personas con bajo nivel adquisitivo en un país donde se le subió el precio a la bebida para proteger a su población?

“Es un problema que no solo se ha escapado de las manos, sino también de la mente -enfatiza-. El deber ser está en blanco y negro en algún lugar, pero ejecutivamente no funciona. Necesitamos desarrollar sentidos críticos en las personas”. Para ello se requieren estrategias más efectivas en el sistema educativo, laboral, legal.

Tapar la botella

Según expertos, las carencias materiales no son la causa fundamental por la que beben los cubanos, se toma en exceso lo mismo en países pobres que en aquellos donde reina la bonanza económica. No obstante, vale apuntar que un bajo poder adquisitivo, dificultades con la vivienda, el transporte y para satisfacer necesidades básicas también inciden en algunos a la hora de empinar el codo. Por supuesto, no son todos; más de la mitad de la población cubana vive sin consumir alcohol.

Rafael* intenta hacerlo y ya lleva nueve años sin probar un sorbo. “Nunca olvidaré la amarga experiencia de casi perder mis pies cuando se me reventaron durante una recaída. Tuve que pasar por eso para darme cuenta de que tenía que encauzar mi vida”, dice mientras levanta ligeramente el pantalón para mostrar los hematomas que le quedaron como huellas.

“Gracias a las consultas en la sala Rogelio Paredes del Hospital Psiquiátrico de La Habana y al grupo de Alcohólicos Anónimos, vivo sin miedo al alcohol y a quienes lo consumen”, expresa con orgullo.

“Uno solo no puede salir de las drogas. Ir a los grupos y ver a los demás me hace no virar para atrás. Por eso intento ayudarlos. Ser humilde, aplastar el orgullo, confiar siempre, son las garantías para tapar la botella. Esa es mi carta de triunfo”.

* Los nombres utilizados no son reales para proteger la identidad de los entrevistados.

La criatura ha de nacer bien


El inicio de la experiencia sobre nuevas fórmulas de comercialización de productos agropecuarios en La Habana, Artemisa y Mayabeque deberá acarrear beneficios para la población y los agricultores, mas no será un paseo por el Prado

René Tamayo
internac@juventudrebelde.cu

Manuel Ramos sabe muy bien lo que es perder una parte de la cosecha porque Acopio no fue a recogerla. Todos los años le pasa lo mismo. Le duele tener que dejar que quintales de viandas y frutas se le pudran en el campo. No porque pierda dinero —son producciones contratadas y pagadas—, sino por la gente.

«Yo no tengo graves afectaciones económicas. Quien se perjudica es el pueblo. Bueno, también uno. A ningún guajiro le gusta que se le eche a perder lo que logró con tanto sacrificio y a lo que el Estado dedicó recursos porque Acopio no tenía transporte o envases o estaba lleno de mercancías».

Manuel es el propietario de la finca La Estrella, de Rancho Recreo, un caserío a la salida del poblado de Bejucal, rumbo a Quivicán. Es también uno de los mejores productores de la cooperativa de crédito y servicios (CCS) Niceto Pérez.

Su propia CCS enfrentó en octubre el riesgo de dejar a la suerte una hectárea de boniato. «No teníamos dónde colocar los 240 quintales que allí se recogieron», comenta a JR Eberto Encinosa, vicepresidente de la entidad bejucaleña.

Las cosas pudieran cambiar ahora, con el inicio, el 1ro. de diciembre, de la venta directa de productos agropecuarios por parte del sector cooperativo y campesino en mercados y puntos de venta de las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque.

Las CCS y las CPA son pioneras de una iniciativa que incluye al resto de las bases productivas: las unidades básicas de producción cooperativa (UBPC), las empresas estatales, las granjas estatales con personalidad jurídica, las empresas y unidades presupuestadas que produzcan excedentes en sus áreas para el autoabastecimiento, y los agricultores pequeños que de forma individual tengan condiciones para acudir al mercado.

Desde este mes, en los territorios donde tiene lugar la experiencia las producciones que no sean contratadas —y la política del Gobierno es reducir estos convenios al mínimo posible— tendrán que comercializarse directamente por las bases productivas.

Deberán ahora vender en los mercados minoristas o mayoristas y pactar «cara a cara» y con precios por acuerdo con empresas, entidades del consumo social y otros sujetos económicos.

Los campesinos se muestran optimistas ante la puesta en marcha de esta fase del experimento sobre nuevas fórmulas de comercialización para el agro, aunque saben que no todo será «color de rosa».
De guajiros y bandidos

A primera vista, la experiencia favorecerá a los dos extremos del complejo sistema que es la producción agropecuaria. Uno, el trabajador del campo y su base productiva; otro, el consumidor final, el pueblo. No obstante, la iniciativa es transversal a todo el proceso agrícola, pecuario y forestal.

Con la medida, los productores verán incrementados sus réditos, a partir de mejores precios para buena parte de sus cosechas. Los consumidores, en tanto, disminuirán sus gastos, por una pronosticable caída paulatina de los precios del mercado.

No obstante, no será «de primera y pata». La tan traída y llevada «mesa del cubano» no se repletará de pronto. Tampoco será más barata de la noche a la mañana. Se sabe. Llevará tiempo. Los precios no se bajan por decreto. Su caída solo tiene una receta: más y mejores cosechas.

Los productores tampoco se llenarán los bolsillos de «ahora para ahorita». Aunque bueno, tampoco esa es la «idea», al menos en el sentido peyorativo de la frase: ganar «a costa del cubano»; lo cual —debemos aclarar— nunca ha estado ni en el sentimiento ni en la acción de ellos. El campesinado cubano no es bobo ni analfabeto —al contrario—, pero tampoco abusador.

Los «Bandidos de Río Frío» —como en los años 80 del pasado siglo llamábamos a los concurrentes a los mercados agropecuarios de oferta y demanda que entonces surgieron— nunca han sido, precisamente, los que trabajan duro la tierra. Hay que caminar los campos de Cuba y hablar con los guajiros para conocer de su naturaleza sencilla, desinteresada y dadivosa.

El único que perderá con este ensayo sobre nuevas fórmulas de comercialización agrícola en La Habana, Artemisa y Mayabeque —iniciativa que tras ser probada, corregida y perfeccionada deberá extenderse a todo el país— es el especulador de productos agropecuarios, el «intermediario».

Entrecomillo el apelativo porque —quiérase o no— la mercancía, sea cual sea, se realiza como tal al adquirirse en el mercado, y el comercio —quiérase o no— es un escenario que necesita de la intermediación entre el productor y el consumidor.

El intermediario es una figura imprescindible para la dinámica económica. Ahora bien, el especulador es una lacra en cualquier sociedad. Vive de forma parásita. Es de la misma calaña de los usureros, los agiotistas, los garroteros... De esos intermediarios es de los que hablamos aquí.
Uno quema’o

Las trabas y limitaciones estructurales a la comercialización agropecuaria en el país —muchas resultado de situaciones históricas que no podían eludirse, so pena de conflictos mayores— han sido caldo de cultivo para los intermediarios.

Unos campesinos eluden el tema; otros, lo aceptan. Manuel Ramos no tiene pelos en la lengua. Respeta los compromisos contractuales con Acopio, pero siempre sus producciones han estado muy por encima de esos convenios y demás compromisos.

Cuando no ha podido sacar sus «excedentes» por la «canalita normal», les ha vendido a los intermediarios. «Eso es mejor que dejar que las cosechas se te pudran en el campo», explica.

—¿A cuánto le vende usted sus productos al intermediario? ¿Se los da a precio de «boniato pica’o»?

—Yo no regalo cosechas. Acopio me ha contratado unos 30 quintales de frutabomba, pero produzco unos 200 quintales. La cooperativa me pagará la libra a un peso, y si lo que tengo no tuviera salida y viene un intermediario, se las vendo.

«Eso es mejor que perderlas. Pero sería a un peso por libra también. Solo que la cooperativa venderá mis frutabombas con un margen de ganancia del 30 por ciento, y el intermediario pondrá en La Habana el precio que le dé la gana, a cuatro o cinco pesos la libra».

***

Al norte de la provincia de Mayabeque, en Madruga, converso sobre el mismo tema con el presidente y varios miembros de la CCS Nelson Fernández. Tampoco se la callan.

«Por aquí —dicen— se vende el aguacate al mayoreo a dos pesos cada uno, y deja una buena ganancia. El camionero se lo lleva y lo vende a tres pesos, y también gana bastante, porque puede cargar entre 2 000 y 3 000 aguacates por viaje, y de aquí al mercado informal de la avenida 114, en La Habana, hay unos 70 kilómetros. Pero en La Habana los intermediarios siguen cobrando entre diez y 15 pesos por aguacate.

«Dicen que el campesino es un “bandido”, y no es verdad. Dicen que el camionero es un “bandido”, y no es verdad. En el mercado de 114, en Marianao, el intermediario puede comprar 200 aguacates a tres o cuatro pesos, y no le va importar que se le pudran cien y los tenga que botar. Él obtiene tremenda ganancia. Nunca va a bajar los precios. Los mantendrá igual, nunca va a perder. A ellos no les importa la gente. Eso es lo que pasa. Esa es la verdad de esos intermediarios».
 
Ciclo cerrado

Aunque es transparente respecto a los intermediarios, para Manuel Ramos la cooperativa siempre estará primero, por el compromiso moral y legal que se tiene hacia ella, «y más ahora, que se ganará bien, hay respaldo y el campesino se siente atendido».

El boniato es un ejemplo. Si Acopio pagaba la libra a 60 centavos, la CCS Niceto Pérez lo hará a 80 centavos, precio al que le aplicará un margen por encima del 30 por ciento, incluyendo los gastos de estiba, transportación y venta, explica Eberto Encinosa, vicepresidente de la cooperativa.

«Como ve, con esta nueva experiencia ganamos todos, el campesino, la cooperativa y el pueblo», agrega Manuel Ramos.

***

Paulo Antonio Pereira es el propietario de la finca Aserradero, de Melena del Sur. Tiene 36 años de edad y es miembro de la CCS Raúl Gómez García. Cultiva tomate, ajo, frijol, boniato y otros productos. Siempre le ha vendido a Acopio y a la cooperativa. No quiere saber de intermediarios.

Coincide con su compañero de Bejucal. «Hasta “ayer”, en la comercialización había dos factores afectados, el productor y la población. Hoy, si se cumple el compromiso y se me compra al precio pactado, yo saldré mejor, y si la cooperativa cumple con el ajuste de solo aplicarle al precio negociado conmigo un 30 por ciento de ganancia, saldrá bien la población».

Pereira ha perdido en ocasiones entre ocho y diez toneladas de tomate por falta de envases. Con el Decreto 318, Reglamento sobre la comercialización de productos agropecuarios en las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque, que dio vía libre al experimento, parece que las cosas van para mejor.

El día de visita de JR, sus empleados estaban sacando tomates sin nerviosismo: las cajas estaban disponibles para la recolecta a la orilla del surco. Pereira respiraba tranquilo.

En su capítulo VIII, el Decreto 318 es explícito y firme en cuanto a la venta, uso y cuidado de los envases por parte de los sujetos que intervienen en la cadena de comercialización.

Ha sido un elemento negativo que ha arrastrado la agricultura a lo largo de los años. Igual ocurre con la transportación, conflicto que deberá ser resuelto con la apertura al arrendamiento de camiones por parte de las unidades productivas. Se hará, además, a un precio llevadero y rentable para todos.

Los grupos empresariales de la Agricultura de Artemisa y Mayabeque están encargados de suministrar los equipos, y todos quedarán obligados a cumplir una serie de principios para garantizar que el transporte cumpla con lo que debe.

Según se ha informado, además de los medios propios que poseen las cooperativas, en una primera etapa se arrendarán 80 camiones a estas formas productivas. Veinticinco ya están en sus manos. El propósito es que el resto llegue pronto.

El Decreto 318 del Consejo de Ministros es complementado, a su vez, por la Resolución 673 de 2013, del Ministro de la Agricultura, la que actualizó y amplió el objeto social de las cooperativas agropecuarias.

Las CPA, las CCS y las UBPC ahora podrán, entre otras atribuciones, vender insumos productivos para las producciones agrícolas, ganaderas, forestales y cañeras a sus miembros y a los usufructuarios de tierra vinculados a ellas.

Además de su primera misión —que es producir y comercializar las producciones agrícolas, ganaderas, forestales, cañeras y otras—, las cooperativas también podrán comercializar rubros de otras formas productivas y de agricultores pequeños, entre otras prerrogativas que ahora se les dio.

Las cooperativas podrán cerrar el ciclo completo de la producción, desde la preparación de la tierra, la siembra y el cultivo, hasta la cosecha y la comercialización a la población. «La gente está contenta y esperanzada», dice Uriano Pérez, presidente de la CCS Raúl Gómez García, de Melena del Sur.

Con las decisiones recientemente adoptadas, se están desatando aun más las fuerzas productivas en el agro cubano, favorecido por otras importantes medidas estructurales emitidas durante los últimos años. Lograr este despegue dependerá mucho, también, de la sabiduría, consagración y sagacidad de los campesinos y las juntas directivas de las cooperativas.

No será fácil, pero independientemente de los obstáculos que de seguro van a aparecer, y que no serán ni pocos ni sencillos, lo lógico es que crezcan la producción y la productividad y, por tanto, se reduzcan los costos y aumenten las ganancias.
Nudo gordiano

Luego de recorrer cooperativas, fincas y mercados de Mayabeque y La Habana, creo que el nudo gordiano estará fuera del campo. La etapa crítica se ubicará ahora en los eslabones de transportación por carretera y la venta, especialmente en esta última: en mercados, placitas y puntos de comercialización.

Según informó días atrás la viceministra de Comercio Interior, Bárbara Acosta Machín, solo en la capital hay más de 1 500 establecimientos disponibles para ese propósito.

A la altura del 1ro. de diciembre —inicio del ensayo— las CPA y las CCS habían solicitado arrendar 434 instalaciones, las que serán gestionadas por 162 cooperativas. Para esa fecha, 130 bases productivas ya habían establecido contratos de arrendamiento en 326 establecimientos.

La política para el experimento de comercialización directa en estas tres provincias centrooccidentales es que los trabajadores que allí laboran permanezcan, siempre y cuando así lo deseen, y logren el beneplácito de la asamblea general de la cooperativa que gestionará el lugar.

Los empleados de los mercados, que antes estaban vinculados a empresas de Comercio, ahora se convertirán en trabajadores de las cooperativas agropecuarias, con todos los derechos y deberes que esto supone. Parece sencillo. No lo es.

Tendrán que enfrentarse a dos escenarios totalmente distintos; uno, en el plano de las relaciones laborales; otro, en las maneras de hacer acumuladas en los mercados, muchos —seamos sinceros— oscuros; y a veces, fuera de la ley.

Sobre el primero, no es lo mismo ser plantilla de un centro comercial, con su psicología urbana, que convertirse en trabajador de una cooperativa agropecuaria, la que puede estar a unos cien kilómetros de la venduta.

Tampoco están esos sujetos acostumbrados a lidiar con una jerarquía distinta y extraña para ellos, como son las asambleas generales de miembros, las que, por cierto, tienen amplias prerrogativas. No están situadas por encima de las legislaciones laborales, pero por lo general en las CCS y las CPA, al menos en las buenas, son muy exigentes y conscientes de su poder.

Sin embargo, este es «dilema menor». Aprenderán. Tampoco es el fin del mundo. Quizá hasta les «cuadre» más. La cuestión principal es la segunda: las maneras de hacer no transparentes que han caracterizado a lo largo de los años los lugares de venta de productos agropecuarios en poblados y ciudades.

***

El mercado de Belascoaín y San José fue arrendado por la CCS René O’ Reiné, de Melena del Sur. Sus siete trabajadores se mantuvieron en sus puestos, incluido el administrador, Pedro Montenegro, quien se desempeña en el cargo desde hace una década. Hasta ahora, era un mercado topado.

La entrada de la cooperativa no bajó los precios, al contrario, denuncia Delia Gómez: «El boniato antes valía 80 centavos y ahora está a 1,20 pesos, y la yuca subió de 1,50 a 2,00 pesos. Eso sí, ahora hay mucha más variedad, calidad y frescura de los productos. Hay que decir lo que hay decir y hay que reconocer lo que hay que reconocer, ¿no?».

Montenegro y los directivos de la cooperativa lo aceptan. Era lógico que eso ocurriera, pero poco a poco, según los ciclos productivos, las cosas mejorarán. «Debemos tener paciencia», me dicen.

Por lo céntrico del lugar y su densidad poblacional, Belascoaín y San José tiene mucha clientela. En octubre, sin la nueva experiencia, las ventas ascendieron a 50 000 pesos; en diciembre, ya con la cooperativa allí y en fin de año, habrá que ver. No sería extraño que las ventas se dupliquen, o más.

—Montenegro, puedo ir por el camino largo y estar dos horas aquí tanteándote para que me respondas una pregunta, pero seré directo, para ahorrarnos tiempo —le digo.

—Sí, dale, qué quieres —me responde inmutable.

—La población tiene muchas quejas de los tarimeros, por dondequiera te pueden timar, desde la pesa hasta en el precio.

—Sí, así ocurre.

—¿Aquí no?

—Eso que me estás diciendo se lo he dicho a ellos. Lo hablamos y lo seguiremos hablando. Nadie aquí va a lograr nada robando por la pesa. Así lo que pasa es que se pierde. Los dependientes ahora tendrán su salario básico, más las utilidades de fin de año, más un mecanismo de estimulación sobre las ventas que van a analizar la junta directiva y la asamblea de la cooperativa.

—En no pocos centros de comercio del país se entra mercancía por «la izquierda». Administras este mercado, pero la dirección de la cooperativa está a más de 50 kilómetros. ¿No te ha pasado por la cabeza entrar cosas por la izquierda, irte para 114 y comprar quintales de vianda...?

—Para qué voy a hacer eso, si la cooperativa me lo puede traer todo; tienen tierras, le pueden comprar a otras cooperativas, tienen camiones que pueden ir a dondequiera y llegar hasta aquí. ¿Para qué me voy a enredar en ese problema? Piénsalo bien, qué voy a ganar. No sea mal pensado, compadre.
Días de mercado

El experimento de nuevas fórmulas de comercialización de productos agropecuarios en La Habana, Artemisa y Mayabeque comenzó de manera oficial el pasado domingo 1ro. de diciembre. No obstante, desde inicio de la semana que le antecedió, ya había mercados, placitas y puntos de venta aplicando la iniciativa.

No fue llegar y plantar, al menos en algunos lugares. En uno de estos —que no voy a referir—, ocurrió lo siguiente:

El presidente de la CCS llega para revisar el espacio y hacer un dictamen a golpe de vista de las condiciones físicas del punto de venta que ocupará. Se presenta.

—Buenas, soy el presidente de la cooperativa que vendrá para aquí; quisiera ver el lugar para saber lo que hace falta.

—Si pasa esa línea —le dice una vendedora señalando el límite entre el portal y el pequeño espacio— te voy arriba o llamo a la policía.

—Está bien, está bien —le contesta el presidente de la CCS echándose para atrás—, de todas formas aquí no hay mucho que mirar; ya vi lo que tenía que ver. Y se marchó.

Cuando el presidente de la CCS llegó para preparar definitivamente el punto de venta y comenzar la gestión de comercio, el lugar estaba vacío. Antes del altercado, su propósito era mantener a los dependientes que estaban, pero ellos mismos se decantaron. Ahora tiene allí a su propia gente.

De que no será fácil, no lo será. Para muestra, este botón.

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Directivos de las CCS Niceto Pérez, de Bejucal, Raúl Gómez García y René O’ Reiné, de Melena del Sur, y Nelson Fernández, de Madruga, no quieren hacer una evaluación prematura de este sistema de comercialización. «Hay que esperar», dicen.

Al parecer la iniciativa pinta bien, pero han tenido otros tropiezos. Eluden los detalles. Sin embargo, Modesto Abreu, presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en Mayabeque, no se anda por las ramas.

Consciente de su autoridad, y responsabilizándose con sus palabras, señala: «Lo que nos preocupa es la “represión”».

—¿Cómo dijo?

—Ya hay inspectores en los mercados presionando a las cooperativas con una serie de datos y trámites que son absurdos; incluso con muchos que ya fueron eliminados, que ya no se llevan.

—...

—También nos están afectando determinados controles en la carretera. Paran el camión y le dan vueltas y vueltas... Y ni esos inspectores ni esos controles en la carretera son para hacer cumplir la ley, están esperando otra cosa...

—¿Usted va a mantener esas palabras?

—Soy responsable de lo que le estoy diciendo. Además, nosotros le pedimos a la población que denuncie cualquier mercado, placita o punto de venta arrendado por una cooperativa donde se estén poniendo precios altos, porque este experimento es para bajar los precios a la población, entre otros propósitos.

El desarrollo experimental en estas tres provincias de nuevas fórmulas en la comercialización de productos agropecuarios es prometedor. La «criatura» tiene que nacer bien. Pero eso no depende solo del Gobierno, ni de los campesinos y demás bases productivas que participarán de la iniciativa. Es responsabilidad de todos nosotros.

El café acorta la vida... ¿La alarga la cerveza?

Un grupo de investigadores israelíes de la universidad de Tel Aviv han descubierto que la cerveza es menos dañina para la salud que el café.

Los científicos han descubierto que el café puede reducir la esperanza de vida, mientras que la cerveza puede aumentarla, ya que la cafeína acorta los telómeros, los extremos de los cromosomas, que cumplen un importante papel en la protección del genoma en cada célula, mientras que el alcohol los alarga.

Los telómeros son una especie de 'reloj biológico' de la célula y se acortan a medida que la célula envejece. Cuando los telómeros se acortan demasiado, la célula muere. Los telómeros cortos están asociados a una mala salud y a una mayor probabilidad de muerte prematura.

"Por primera vez hemos identificado algunos factores ambientales que alteran la longitud de los telómeros y hemos demostrado cómo lo hacen", dijo el profesor Martin Kupiec. "Lo que hemos aprendido podría contribuir a la prevención y al tratamiento de enfermedades", agregó.

Los investigadores intentaron determinar si los diferentes factores ambientales tienen un impacto en la longitud de los telómeros de las células de levadura, y hallaron que la temperatura y los cambios de pH no producen ningún efecto. Asimismo, descubrieron que incluso los niveles bajos de cafeína reducen la longitud del telómero, mientras que el alcohol lo incrementa.

Los investigadores dicen que incluso un café espresso contiene suficiente cafeína como para afectar a la longitud de los telómeros.

Texto completo en: http://actualidad.rt.com/ciencias/view/113520-cafe-cerveza-salud-adn-medicina

Más sueldo, ya

PAUL KRUGMAN Premio Nobel de Economia

Es época de alegría, o en cualquier caso, de pasar un montón de tiempo en los centros comerciales. También es, tradicionalmente, un momento para reflexionar sobre la precaria situación de los que son menos afortunados que uno, como por ejemplo la persona que está al otro lado de la caja.

Estas últimas décadas han sido difíciles para muchos trabajadores estadounidenses, pero han sido especialmente duras para los empleados de los comercios minoristas, una categoría que incluye a los dependientes del supermercado y el McDonald’s de su localidad. A pesar de los prolongados efectos de la crisis financiera, Estados Unidos es un país mucho más rico que hace 40 años. Pero los sueldos ajustados a la inflación de trabajadores sin funciones de supervisión en el comercio minorista —que no estaban especialmente bien pagados para empezar— han descendido casi un 30% desde 1973.

¿Se puede hacer algo para ayudar a estos trabajadores, muchos de los cuales dependen de los cupones de alimentos —si es que tienen derecho a ellos— para alimentar a sus familias, y que dependen de Medicaid —una vez más, si es que les corresponde— para darles la atención médica básica? Sí. Podemos mantener y ampliar los cupones de alimentos, en vez de recortar el programa como quieren los republicanos. Podemos hacer que la reforma sanitaria funcione, a pesar de los esfuerzos de la derecha para debilitar el programa.

Y podemos elevar el salario mínimo.

En primer lugar, unos cuantos datos. Aunque el sueldo mínimo nacional se elevó hace unos años, sigue siendo muy bajo según criterios históricos, y siempre ha estado muy por detrás de la inflación y los niveles salariales medios. ¿A quién se le paga este salario mínimo? En general, al hombre o la mujer que está detrás de la caja: casi el 60% de los trabajadores estadounidenses con salarios mínimos se dedican a la venta de alimentos o a servicios relacionados con ellos. Esto, por cierto, significa que uno de los argumentos que a menudo se esgrimen frente a cualquier intento de elevar los sueldos —la amenaza de la competencia extranjera— pierde aquí toda su validez: los estadounidenses no van a coger el coche para irse a China a recoger sus hamburguesas con patatas.

Elevar el sueldo mínimo ayudaría a muchos estadounidenses, y es una posibilidad desde el punto de vista político

Con todo esto, aunque la competencia internacional no sea un problema, ¿podemos realmente ayudar a los trabajadores simplemente con una ley que establezca un sueldo más alto? ¿No viola eso la ley de la oferta y la demanda? ¿No nos aniquilarán los dioses del mercado con su mano invisible? La respuesta es que tenemos muchas pruebas de lo que pasa cuando se eleva el salario mínimo. Y las pruebas son abrumadoramente positivas: elevar el salario mínimo tiene poco o ningún efecto adverso en el empleo, al tiempo que aumenta significativamente los ingresos de los trabajadores.

Es importante entender lo buenas que son estas pruebas. Normalmente, el análisis económico se ve obstaculizado por la ausencia de experimentos controlados. Por ejemplo, podemos ver lo que sucedió en la economía estadounidense después de que entrara en vigor el estímulo de Obama, pero no podemos observar un universo alternativo en el que no hubiera estímulo y comparar los resultados.

Sin embargo, en lo relativo al salario mínimo, tenemos varios casos en los que un Estado lo eleva mientras que el Estado vecino no lo hace. Si hubiera algo de verdad en la idea de que el aumento del salario mínimo tiene grandes efectos negativos para el empleo, este resultado se vería en las comparaciones entre Estados, y no es así.

De modo que un aumento del salario mínimo ayudaría a los trabajadores mal pagados, con pocos efectos colaterales adversos. Y estamos hablando de un montón de gente. A principios de este año, el Instituto de Política Económica calculaba que elevar el salario mínimo nacional hasta los 10,10 dólares desde el nivel actual de 7,25 beneficiaría a 30 millones de trabajadores. La mayoría de ellos se beneficiarían directamente, porque actualmente gana menos de 10,10 dólares la hora, pero otros también saldrían ganando indirectamente, porque su paga está ajustada en la práctica al salario mínimo: por ejemplo, los supervisores de los establecimientos de comida rápida a los que se les paga un poco (pero solo un poco) más que a los trabajadores que supervisan.

Ahora bien, muchos economistas sienten una aversión visceral hacia todo lo que suene a fijación de precios, aunque todas las pruebas tiendan a indicar que tendría efectos positivos. Algunos de estos escépticos se oponen a hacer nada que ayude a los trabajadores con sueldos bajos. Otros sostienen que deberíamos subvencionar, no regular, y concretamente, que deberíamos ampliar las desgravaciones en el impuesto sobre la renta, un programa actual que de hecho proporciona una ayuda importante a familias trabajadoras con rentas bajas. Y para que conste en acta, estoy totalmente a favor de ampliar las desgravaciones.

Pero resulta que existen buenas razones técnicas para considerar que el salario mínimo y las deducciones son complementarios: políticas que se apoyan mutuamente, no que se sustituyen. Se deberían ampliar las dos. Por desgracia, dada la realidad política, no hay la más mínima posibilidad de que el Congreso apruebe una ley que aumente las ayudas a los trabajadores pobres.

Por otro lado, elevar el salario mínimo es una posibilidad, gracias al abrumador apoyo público. Este apoyo no proviene solo de los demócratas y ni siquiera de los independientes; una fuerte mayoría de republicanos (57%) y de personas que se describen como conservadoras (59%) es partidaria de un aumento.

En resumen, elevar el sueldo mínimo ayudaría a muchos estadounidenses, y es una posibilidad desde el punto de vista político. Intentémoslo.

Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008.

© 2013 New York Times News Service.
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