"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 14 de marzo de 2012

Herencia soviètica en Cuba (Parte II)

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Jorge Gómez Barata

La arquitectura y el funcionamiento del sistema político cubano cuyo núcleo está formado por el Partido y el Estado es un referente de la herencia soviética en Cuba. El sistema político es el más importante de los logros de la Revolución, aquello de lo cual depende todo. Como en cualquier lugar, en la Isla los avances y carencias del sistema político se reflejan en el conjunto de la estructura social.

En la medida en que las estructuras políticas: estado / gobierno / nación cumplen sus cometidos y son capaces de auto perfeccionarse se beneficia el proceso en su conjunto. Del mismo modo, cuando los componentes superestructurales carecen de idoneidad se estancan o retroceden, la inercia, la rutina, en ocasiones la inconformidad y en casos extremos el caos, se apoderan del organismo social.

El estancamiento político que con contadas excepciones reinó en América Latina durante 150 años condujo a los actuales virajes encabezados por la nueva izquierda. Europa Occidental reflotó en la medida en que el reformismo socialdemócrata introdujo los Estados de Bienestar y en Cuba floreció la primavera en 1959, momento en que, sobre la base del Programa el Moncada, triunfó la Revolución. Esos ajustes, como evidencian las experiencias de la Unión Soviética y los países del socialismo real, no siempre ocurren para bien sino que a veces originan retrocesos sociales.

Los antecedentes del actual sistema político cubano son: la administración colonial española; las instituciones creadas por el Ejército Libertador; la ocupación militar norteamericana (1898-1902); el período de la república liberal (1902-1959) y la experiencia de la Unión Soviética. Flotando sobre esos contextos históricos se perciben la tradición liberal clásica y las ideas socialistas que se entroncaron con los ideales nacionales, martianos y antiimperialistas.

La administración colonial española, un periodo de más de 400 años, apenas ha dejado huellas y, salvo la división territorial en provincias y municipios, es difícil encontrar otras referencias.

Los primeros intentos por crear un sistema político autóctono aparecen en Cuba con las guerras por la independencia (1868-1895), etapa en la cual los patriotas concibieron la República en Armas para sintonizar la lucha por la liberación con los paradigmas del liberalismo y tratar de lograr la independencia y construir a la vez la democracia. En ese período se redactaron cuatro constituciones y hubo nueve presidentes.

La ocupación militar norteamericana bajo cuya férula se redactó la primera constitución republicana y se efectuaron la primeras elecciones, por partir del credo liberal, no añadió preceptos realmente nuevos ni realizó aportes en materia de diseño del sistema político y, de no haber sido por la imposición de la Enmienda Platt que cercenó la independencia de la república, institucionalmente hubiera pasado inadvertida.

En materia de perfeccionamiento del sistema político lo más destacado en la era republicana fueron la Asamblea Constituyente de 1940 que, como fruto de la llamada Revolución del 30, movimiento que coincidió con el auge de las fuerzas nacionalistas y de la izquierda marxista, fue aprobada la Constitución de 1940, que junto a la abolición de la Enmienda Platt en 1934 fueron los logros políticos más importantes de la época.

Ningún pueblo, en tan breve período, pasó por tantas experiencias: última colonia de España, escenario donde en la misma generación fueron derrotados dos dictadores (Machado y Batista) y realizada la revolución popular por vía armada. Cuba fue el primero y único país occidental en adoptar el sistema socialista, un aliado soviético en el hemisferio y la única revolución que por 50 años ha retado a Estados Unidos y vive para contarlo.

No obstante de todas las experiencias políticas, únicamente la procedente de la Unión Soviética mantiene presencia y vigencia en el diseño de la arquitectura y la funcionabilidad del sistema político cubano cuya construcción, en todas las épocas se ha realizado a la precipitada y bajo enormes tensiones.

Para ilustrar lo intenso de este proceso, un día escuché al presidente Raúl Castro comentar que cuando Fidel nació en 1926, de haber sobrevivido José Martí hubiera tenido 73 años. No sólo podían haberse conocido sino ser maestro y discípulo.

Los antecedentes del actual sistema político cubano no lo explican todo pero sin ellos no se entiende nada. Allá nos vemos.
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