"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

martes, 8 de diciembre de 2015

Bajo estos escenarios la nueva Asamblea Nacional Venezolana podría perder todo o parte de su poder



Cortesía Asamblea Nacional

Tras la inédita e histórica victoria opositora sobre el oficialismo en las recientes elecciones parlamentarias 2015 celebradas el pasado 6 de diciembre, existen distintos escenarios hipotéticos en los que podría perder parte de (o todo) su poder.

La Asamblea Nacional (AN), conquistada por el bloque opositor en al menos un 65%, posee las siguientes funciones: dictar o modificar leyes, promover iniciativas que velen el cumplimiento de la Constitución Nacional, ejercer contraloría gubernamental sobre la administración pública, entre otras.

Los superpoderes presidenciales

En el primer caso hipotético, el presidente Nicolás Maduro podría solicitar, antes de la investidura de la mayoría opositora, una extensión o reedición de sus poderes especiales habilitantes que le permiten legislar sin intervención de la AN. 

Maduro podría forzar esta estrategia antes del 5 de enero, cuando se instala la nueva AN. El presidente venezolano la ha solicitado (y obtenido sin ningún problema) en 3 ocasiones.

Disolución vía Constitución

En un segundo supuesto, el mismo Presidente de la República podría disolverla.

En el artículo 236 de la Constitución Nacional, se lee:

"Son atribuciones y obligaciones del Presidente o Presidenta de la República: (numeral 21). Disolver la Asamblea Nacional en el supuesto establecido en esta Constitución".

Enmendar la Carta Magna

En un tercer caso, el presidente venezolano podría promover una enmienda o reforma constitucional en consejo de ministros, de acuerdo con el artículo 341 de la Constitución Nacional, numeral 1.

El primer mandatario no podría, en este caso, alterar la estructura fundamental de la Constitución y no necesita previa aprobación de la AN para promover las enmiendas.

El poder comunal

Es un instrumento legal con fuerza de Ley Orgánica que contempla formas de autogobierno en miras a un estado comunal. Le da un peso preponderante al "interés colectivo" por encima del interés individual.

Toda organización comunitaria, comunidad organizada, instancias del Poder Popular, personas naturales y jurídicas están sometidas a la aplicación de dicha Ley.

El "poder comunal" posee responsabilidades de "planificación del desarrollo social y económico, la formulación de proyectos, la elaboración y ejecución presupuestaria, la administración y gestión de las competencias (…)", de acuerdo a su artículo 6.

La Ley de las Comunas establece la conformación de un Parlamento Comunal "destinado a regular la vida social y comunitaria", (artículo 18) entre otras premisas.


De acuerdo con el reglamento interno de la AN, esta debe rendir cuentas a través de los consejos comunales y comunas (artículo 127) y no al revés.

El Parlamento Comunal y toda la estructura que dicha Ley establece se autoregula y se autofiscaliza.

Argentina: Cristina no asistirá a la investidura de Macri


EL TELEGRAFO – La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, no asistirá el jueves a la ceremonia de jura de su sucesor, Mauricio Macri, a raíz de un planteo judicial que fija el final de su mandato la medianoche del miércoles, anunció el vocero oficial Oscar Parrilli.

“No están dadas las condiciones para que la Presidenta asista al Congreso (donde jurará Macri). Un fiscal hizo lugar a un pedido para que su mandato cese el miércoles. Es un hecho de gravedad institucional. Habrá vacío de poder durante 12 horas”, afirmó en rueda de prensa Parrilli, frente a la decisión del fiscal Jorge Di Lello de aceptar un reclamo del macrismo, que intenta poner fin a una disputa sobre el ceremonial del traspaso que comienza al mediodía del jueves.

Macri presentó una medida cautelar, que tuvo dictamen positivo de Di Lello, quien lo puso a disposición de la jueza María Servini de Cubría para la decisión final.

La disputa se inició cuando Macri le pidió en una llamada telefónica a Fernández que los atributos del mando se los entregase en la Casa Rosada (sede gubernamental) y no en el Congreso. La mandataria dijo que en la llamada Macri le faltó el respeto como mujer.

La ley argentina establece que “al tomar posesión de su cargo el presidente y vicepresidente prestarán juramento, en manos del presidente del Senado y ante el Congreso reunido en Asamblea”.

“Si la Presidenta concurre al Congreso, puede ser acusada de usurpación de títulos porque ya no estaría en funciones”, justificó Parrilli, al recordar que el planteo de Macri consiste en que termine su mandato la medianoche del miércoles. La ceremonia de jura comienza el jueves al mediodía.

El kirchnerista Frente para la Victoria propuso hoy, en un último intento por llegar a una solución, la posibilidad de que la presidenta saliente depositara los atributos de mando en el Congreso para que Macri pudiera trasladarlos a la Casa Rosada, pero la cautelar presentada ante la Justicia tumbó las posibilidades de consenso.

El juramento en el Congreso no está en duda. Con la transmisión de símbolos presidenciales a Néstor Kirchner en el Congreso en 2003, se puso fin a la tradición histórica de traspasos en la Casa Rosada.
Las delegaciones extranjeras al traspaso aún no saben cómo será el protocolo. Los atributos simbólicos del poder en Argentina son el bastón, la banda blanquiceleste y la partitura de la marcha militar “Ituzaingó”.

Si la jueza le da la razón a Macri, el líder del frente de la derecha liberal Cambiemos podría ser considerado por algunos constitucionalistas como presidente desde el primer minuto del jueves, sin haber aún jurado ante el Congreso al mediodía. La otra interpretación jurídica sería que el país sufrirá 12 horas de temporaria acefalía.

La hora de las UMAP: Notas para un tema de investigación


Por Rafael Hernández

Las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) se crearon hace ahora cincuenta años. El primer llamado a cumplir el Servicio Militar Obligatorio (SMO) en esta variante tuvo lugar a fines de noviembre de 1965. El segundo ocurriría en junio de 1966. El tercero nunca se haría. Por las UMAP pasaron más de 25 000 reclutas. Una parte se fue desmovilizando desde finales de 1966; los últimos lo harían en junio de 1968. En total, duraron dos años y siete meses.

La interpretación de este evento tiene un sesgo particular. La mayoría de lo publicado consiste en testimonios personales y fragmentarios, suministrados por reclutas que vivieron en uno entre los más de setenta campamentos, esparcidos por los llanos de Camagüey, donde hicieron trabajos agrícolas como cortar caña, y otras tareas, incluida la construcción. La mayoría de estos testimonios, escritos y difundidos fuera de la Isla, se concentra en describir situaciones extremas, caracterizadas por reclusión arbitraria, abusos generalizados, condiciones propias de una prisión de alta seguridad o un campo de concentración, manejado por guardias sádicos, donde la norma es el castigo corporal, y se llega incluso a la ejecución extrajudicial.

Los publicados en Cuba, en ediciones de algunas iglesias evangélicas, caracterizan las UMAP como injustas y refieren excesos cometidos en estas, aunque presentan una visión más ecuánime y humanizada no solo de los reclutas, sino de los guardias, matizan la vida dentro de estos campamentos, distinguen momentos de cambio y etapas menos malas, e incluyen un examen de conciencia de los autores, donde se destacan el crecimiento personal y el aprendizaje sobre la sociedad real y la naturaleza humana que significó para ellos.[1]

En general,  los textos disponibles sobre las UMAP carecen de un examen documentado sobre el contexto histórico y político de la Cuba de entonces. Ninguno se basa en fuentes oficiales donde se fundamente la razón de ser o se expliquen los propósitos de este tipo de SMO; ni en testimonios de oficiales, jefes de campamentos, autoridades a cargo. Salvo varios reportajes laudatorios publicados en Granma, Verde Olivo El Mundo, en 1966 y 1967, los medios cubanos han permanecido en silencio sobre el tema. La falta de información documentada y de revisión histórica crítica, el predominio de los estereotipos y el anatema, han hecho de las UMAP un tópico maldito, como ningún otro en más de medio siglo.

Una investigación a fondo requeriría, naturalmente, acceso a fuentes y testimonios ignorados, que permitan analizar lo que pasó, sus causas y contexto. Estas breves notas se proponen apenas reunir, de manera todavía muy preliminar, algunos elementos en el camino de esa indagación.

Cuba en 1965-1968

En 1964-65, la Revolución cubana se quedó aislada en el hemisferio. No solo los Estados Unidos habían roto relaciones económicas y diplomáticas con la Isla, sino el resto de América Latina y el Caribe —menos México y Canadá, que no eran precisamente aliados. Los tubos de respiración económica con el campo socialista se mantenían, así como el suministro de armamento defensivo convencional. Sin embargo, desde el pacto entre los Estados Unidos y la URSS que puso fin a la Crisis de octubre de 1962, las relaciones políticas con Moscú se habían enfriado, y con Beijing lo harían desde 1965-1966. El Partido Comunista de Cuba, fundado en octubre de 1965, sufría las presiones de ambas potencias socialistas, para que se alineara con alguna de las dos. La discrepancia cubana, muy apreciable y pública, acerca de los caminos para la liberación nacional en la región y en África, y en torno a los fundamentos ideológicos de la nueva sociedad socialista, la distanciaba  de ambas. No es extraño que, entre 1964-65 y 1970, cuando ese aislamiento geopolítico se hizo crítico, Cuba se asumiera a sí misma como un navegante en solitario, que abría la ruta hacia una constelación llamada el comunismo. En enero de 1967, Fidel Castro anunciaría que en tres pueblos rurales —San Andrés de Caiguanabo, Banao y Gran Tierra– se empezaría a experimentar formas comunistas de vida y organización social, que excluían no solo el mercado, sino el uso del dinero.

En ese contexto particular de aislamiento y radicalización ideológica, sucedieron acontecimientos, algunos gloriosos y otros deplorables, que solo pueden explicarse si se entiende la época. Como en una tormenta perfecta, en el vórtice de aquella etapa concurrieron, de modo excepcional, factores que produjeron un estallido en la cultura política revolucionaria. Atribuírselos a resabios estalinistas derivados de la relación con la Unión Soviética, o a influencias de la China de la Revolución cultural revela ignorancia histórica, mala fe o simple novelería. Nunca el proceso cubano fue más autónomo, ni sus políticas estuvieron más arraigadas en el propio tejido nacional y en el espacio internacional creado por la Revolución —con  sus luces y sus sombras.

En ese espacio internacional construido en respuesta al aislamiento hemisférico y el distanciamiento del resto del campo socialista, sus casi exclusivos aliados políticos eran los revolucionarios del mundo. La Conferencia Tricontinental los reuniría en La Habana, en enero de 1966, para fundar una nueva Internacional socialista, bajo la consigna de “hacer la revolución” —es decir, “la lucha armada por la liberación nacional”.  La carta del Che Guevara a la Tricontinental, escrita desde la selva boliviana un año después, llamaba a crear "dos, tres, muchos Viet Nam", no como una mera consigna, sino en respuesta a la escalada norteamericana, iniciada en 1965, ascendente a tres cuartos de millón de tropas en 1968. Unos meses antes, la víspera de su salida para el Congo, en ese mismo 1965, el Che había publicado "El socialismo y el hombre en Cuba", su obra de mayor impacto en la cultura política de aquellos años, donde sostenía que la Revolución en Cuba era auténtica y distinta, porque se basaba en la creación de un hombre nuevo.

No todos los cubanos coincidían con este hombre nuevo, en términos de definición o adhesión. De hecho, en los meses finales de 1965, la presión migratoria acumulada llevó a la apertura del puerto de Camarioca para facilitar las salidas hacia los Estados Unidos. La interrupción de los vuelos directos entre la Isla y el Norte en octubre de 1962 había dejado atrás a numerosos familiares rezagados, descontentos por no encontrar alternativa viable para emigrar. Camarioca, cerca de Varadero, representaba la primera de una serie de rupturas migratorias (replicadas luego en el puerto de Mariel en 1980 y en la crisis de los balseros de 1994), que obligarían a los Estados Unidos a firmar acuerdos con Cuba. Se iniciaría el llamado puente aéreo entre Varadero y Miami, por el que saldrían más de 250 000 cubanos entre 1966 y 1973.

El factor guerra de Viet Nam, en fase creciente, justificaría, sin embargo, la decisión cubana de retener a los varones entre 15 y 26 años, con el argumento de cumplir su Servicio Militar Obligatorio en la Isla, y prevenir así que pudieran ser reclutados por el SMO vigente entonces en Estados Unidos, y obligados a integrar la fuerza de intervención en el sudeste asiático. Esa solidaridad con la lucha vietnamita no era solo ideológica, sino un gesto de reciprocidad. En la medida en que la fuerza militar de los Estados Unidos en Indochina escalaba, la guerra de Viet Nam se veía desde La Habana como una especie de pararrayos para Cuba.

A pesar de ese efecto, sin embargo, la sensación de vulnerabilidad dejada por la Crisis de octubre de 1962, el terrorismo continuado desde bases en Miami y el Caribe, y la muy reciente intervención de 42 000 marines en República Dominicana (abril-septiembre, 1965), mantenían alta la percepción de amenaza a la seguridad nacional cubana. Por otro lado, el fin de la guerra civil en el Escambray, en ese mismo 1965, permitiría liberar a numerosos oficiales y cuadros, incluidos dirigentes, para otras tareas políticas y económicas. La creación reciente del SMO respondía precisamente a aliviar la presión sobre unas fuerzas armadas que absorbían una parte considerable de los recursos humanos y los cuadros necesarios para los planes de desarrollo.

Ante esa alternativa, sin embargo, se presentaba la cuestión del acceso a “la técnica militar” por parte de cualquier recluta, en particular los que no eran confiables por razones políticas o por su conducta social desviante respecto al canon establecido. Esta categoría involucraba a un grupo heterogéneo, integrado, en primer lugar, por antisociales, delincuentes, vagos habituales, así como desafectos políticos de variado pelaje, incluidos los aspirantes a emigrar, y en segundo, por gays y miembros de congregaciones religiosas.

¿Cómo se explica la presencia de estos dos últimos grupos en la categoría de no elegibles para el SMO normal? La condición homosexual se consideraba una patología de la personalidad por la psicología clínica de la época, no solo en Cuba, sino en los países de Occidente. Su imagen social predominante —también en los Estados Unidos— consideraba a los homosexuales de carácter frágil, imprevisibles, impulsivos, a menudo promiscuos, y, en términos de seguridad nacional, expuestos a la manipulación enemiga. Admitirlos en el servicio militar resultaba problemático, además, por razones sociales y morales propias de la época, y de prejuicios acumulados —algunos de los cuales sobreviven en sectores de la sociedad cubana actual, incluidas diversas iglesias.
Por otro lado, a pesar de que el discurso oficial cubano no declaraba a los religiosos como enemigos del proceso, sí se consideraban instrumentos conscientes o inconscientes de la contrarrevolución. Algunas organizaciones religiosas habían nutrido desde muy temprano las redes clandestinas armadas que se oponían al socialismo; numerosos sacerdotes, casi todos extranjeros, habían sido expulsados del país, acusados de actividad política. Y aunque lo más intenso de ese enfrentamiento había quedado atrás, una cantidad considerable de pastores evangélicos, inculpados por delitos contra la seguridad del estado,[2] habían sido condenados a largas penas en ese mismo 1965.

En aquel contexto, gays y religiosos fueron juzgados no confiables para integrar unidades militares y manejar armamento moderno. La idea de que eran susceptibles de “reeducación”, en el sentido de cambiar su orientación sexual o sus creencias religiosas, aunque sin ninguna base científica, formaba parte no solo de la ideología, sino del sentido común de la época. La confianza desbordada en el poder pedagógico del trabajo manual y la vida en colectivo propia de aquella nueva cultura cívica representaba una vía de reinserción social para los que se apartaban de la norma —en lugar de condenarlos al ostracismo moral o ideológico. En efecto, aunque basada en prejuicios, en una concepción estrecha sobre la naturaleza de la fe y la orientación sexual, y en una visión errónea sobre la posibilidad de “reeducarlos”, prevalecía en esta política la intención de preservarlos como parte de la nueva sociedad. 

Finalmente, ante la necesidad de asegurar la producción de alimentos, el gobierno revolucionario estaba empeñado en repoblar algunas zonas agrícolas que se habían vaciado debido a las nuevas oportunidades de empleo permanente y el fomento de la urbanización que el propio proceso había propiciado. Camagüey, así como la entonces Isla de Pinos, eran regiones priorizadas para aplicar los incentivos principales —empleos, salarios, viviendas— que fomentaran la emigración laboral, incluida la de desmovilizados de las FAR. Sin embargo, a la altura de 1965, apenas 5% de estos habían aceptado la oferta de poblar los llanos de esa provincia y convertirse en fuerza de trabajo agrícola permanente. Mil desmovilizados estaban lejos de suplir la falta de 50 000 obreros en aquellos campos.

La concepción de las UMAP: “escuelas de conducta, no cárceles”

La idea de sancionar y rehabilitar mediante el trabajo agrícola era frecuente desde los años iniciales de la Revolución. Sembrar pinos en la remota península de Guanahacabibes, por ejemplo, fue una variante recurrente para dirigentes o cuadros civiles y militares que cometían errores o violaciones en el desempeño de sus cargos. En ocasiones, los propios responsables, en acto de contrición, solicitaban ir a purgar sus faltas en estas “tareas de choque”. El principio subyacente, más allá del simple castigo, era que el trabajo físico duro tenía una virtud moral, que contribuía a inculcar disciplina, modestia, fuerza de espíritu, eliminaba “blandenguerías burguesas”, y educaba a los citadinos en los principios de responsabilidad y abnegación propios de una cultura campesina. Naturalmente, no estaban en el régimen indefinido y de aniquilamiento propios de un campo de trabajo en Siberia, un campo de exterminio nazi, o una prisión de alta seguridad. Haber sembrado pinos en Guanahacabibes tampoco era necesariamente un estigma.

Las UMAP respondieron a una política trazada, no a la iniciativa de una institución. Su objetivo principal era la educación de un grupo de hombres jóvenes, que aunque no confiables para el SMO normal, debían poder reintegrarse a la sociedad como ciudadanos al cabo de tres años. El medio para conseguirlo era la disciplina militar y el trabajo. Se proponía llegar a ser una de las organizaciones más respetables y prestigiosas, por la función que debía desempeñar, y por las cualidades de los cuadros militares a cargo de dirigirlas y trabajar en ellas. 

Estos cuadros debían pasar un curso de preparación, el primero de los cuales se graduó el 16 de octubre de 1965. A estos oficiales intermedios se les orientó que su misión no era ocuparse de presos en proceso de rehabilitación, sino de jóvenes que, a causa de su socialización, tenían pensamientos y conductas desviantes de distinto tipo. Estos debían ser “salvados” para la sociedad, adonde debían retornar convertidos en personas útiles. La idea original era que, en los primeros llamados, serían seleccionados “jóvenes descarriados” social, moral o políticamente; pero en el futuro, cuando las necesidades de las fuerzas armadas se redujeran, vendrían otros mejores, como los estudiantes que no se portaban bien en sus escuelas.

La relación de aquellos mandos de la UMAP con sus reclutas no debía ser solo como jefes militares, sino como “guías espirituales”, que les ofrecieran confianza para plantear sus problemas, de manera amistosa, y a la vez recta, rigurosa, educándolos mediante el ejemplo. Nunca tratarlos con desprecio, ridiculizarlos,  herirlos, o haciéndolos sentir que estaban allí castigados, sino convencerlos mediante la argumentación y el razonamiento.

Naturalmente, las unidades militares no eran becas pedagógicas. Los cuadros de mando estarían allí para hacer que las normas de la disciplina militar se cumplieran. Los reclutas estarían obligados a cumplir un horario riguroso desde la mañana hasta la noche, marchar, usar un uniforme, construir sus propias instalaciones, trabajar en la agricultura —especialmente cortar caña— incluidos los fines de semana declarados laborales, cumplir estrictamente el protocolo militar, salir de pase solo cuando se decidiera. Si los reclutas violaban estas normas, se les debería aplicar la disciplina propia de una unidad militar, pues los jefes no podían permitir nada que se interpretara como desafío a su autoridad.

El cumplimiento de esta política trazada estuvo a cargo de un oficial de alto rango y máxima confianza, combatiente de la Sierra Maestra y del Segundo Frente “Frank País”, miembro del recién creado Comité Central del PCC, el comandante Ernesto Casillas.[3]

Entre el guión y la puesta en escena

En sus dos llamados, noviembre de 1965 y junio de 1966, las UMAP desbordaron las cifras originalmente planeadas.

Aunque eran las FAR las que llamaban al SMO y las UMAP, estas se basaban en una caracterización a cargo de un departamento o buró del MININT, denominado “Lacras sociales”. Era este el que identificaba a los religiosos y los gays como “lacras”, y naturalmente, a los antisociales y la totalidad de los restantes grupos.  

Algunos ex-reclutas estiman que el grupo de mayor concentración en el primer llamado estuvo formado por antisociales y vagos habituales en edad militar, es decir, personas con antecedentes penales o considerados pre-delincuentes.[4] A estos casos de “conductas desviantes” se sumaban otros sancionados, enviados a las unidades entre 1966 y 1968, por diferentes causas administrativas, indisciplinas, abusos de poder, corrupción, entre ellos los castigados por lo que entonces se llamaba “la dulce vida”. Según las mismas fuentes, a algunos campamentos llegaron, incorporados en el año final de las UMAP, una cantidad de presos comunes, que venían directamente de las prisiones.  La convivencia entre individuos de características tan disímiles no contribuía a crear condiciones favorables para los objetivos que se planteaba este especial servicio militar en su concepción original. Más bien, todo lo contrario.

Los oficiales y soldados necesarios para atender a más de 25 000 de estos reclutas provenían en su mayoría de las filas del Ejército Rebelde, y de los grupos sociales que lo nutrieron. Muchos no llegaron a pasar verdaderos adiestramientos donde asimilaran sus funciones como reeducadores, sino apenas instrucciones concisas sobre la misión que la Revolución les asignaba. En todo caso, una gran parte tenía un nivel escolar muy bajo.

Como me comentara el sargento Luis Manuel Castellanos, asignado a las unidades, las condiciones de transporte, instalaciones, la calidad y regularidad de los suministros, la lejanía, e incluso la práctica habitual del corte de caña, junto a otros rasgos de la vida en las UMAP, no se diferenciaban tanto de las condiciones de la vida en muchas unidades militares normales, ni en otros planes y movilizaciones de la época. En cambio, las medidas de seguridad imperantes en esos campamentos, dada su composición, y el control preventivo impuesto sobre una masa de reclutas obligados a permanecer en contra de su voluntad, bajo una disciplina especialmente rigurosa, con cercas de catorce alambres de púas y guardias armados, les daban a las UMAP más aspecto de prisiones que de unidades militares.

En ciertos casos, la misión de preservar las normas de disciplina ponían a los guardias ante situaciones difíciles de resolver. Aquellos reclutas cuyo credo religioso proscribía usar uniforme, marchar, saludar la bandera y otros usos del protocolo militar, así como trabajar los sábados, estaban predestinados a un conflicto irremisible con el régimen propio de cualquier SMO. El caso más connotado era el de los Testigos de Jehová. El argumento de que la ley y la sociedad les imponían normas que estaban obligados a aceptar como ciudadanos, al margen de su conciencia religiosa, se reveló inútil para convencerlos. Los Testigos estaban dispuestos, como dice la Biblia, a “dar coces contra el aguijón”. En torno de ellos, según la mayoría de los testimonios, se produjeron las situaciones de castigo más extremas.

La asignación a las unidades llegó a aplicarse como mecanismo de sanción dentro de las propias FAR. A causa de indisciplinas, algunos oficiales fueron enviados a los campamentos, durante largos periodos, a veces por faltas que no se juzgarían hoy de mayor envergadura. Entre estos sancionados, los hubo quienes alcanzaron luego altos grados en las Fuerzas Armadas.

Las señales de que las UMAP se habían alejado del proyecto original, los casos de arbitrariedades en la selección de los reclutas, abusos y excesos disciplinarios en los campamentos, llegaron a la dirección del MINFAR y el PCC casi desde el principio. En un artículo publicado en Granma, apenas cinco meses después del primer llamado, se informaba que “cuando empezaron a llegar los primeros grupos, que no eran nada buenos, algunos oficiales no tuvieron la paciencia necesaria ni la experiencia requerida, y perdieron los estribos. Por esos motivos, fueron sometidos a Consejo de Guerra, en algunos casos se les desgradó [sic], y en otros se les expulsó de las Fuerzas Armadas”.[5]

A fines de ese año 1966, el capitán Quintín Pino Machado, jefe de la Dirección Política de la DAAFAR,[6] fue designado por el alto mando de las Fuerzas Armadas para dirigir, investigar, rectificar los métodos y condiciones de vida en los campamentos, y en última instancia, poner término a las UMAP. Impresionado por lo que se encontró, Quintín —que había sido un destacado combatiente clandestino del Movimiento 26 de Julio en Santa Clara— solicitó la colaboración de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, para que enviara un equipo de investigación. Este grupo, formado y dirigido por estudiantes de años superiores, al frente de los cuales estaba María Elena Solé, se dedicó a entrevistar y clasificar a una parte de los reclusos, en particular los gays, con la orientación de desmovilizar a la mayoría lo antes posible, así como asesorar a los oficiales respecto al trato recomendable hacia los que permanecían en las UMAP, facilitar la comunicación y minimizar los conflictos.

Desde los primeros meses de 1967, se empezó a licenciar a una cantidad de  reclutas, en particular los de mayor edad, o cuya desmovilización había sido recomendada por los investigadores u otras instancias, algunos antes de cumplir un año en las unidades. Las condiciones de los campamentos, en general, cambiaron. Se hicieron menos rigurosas las medidas de seguridad. Los reclutas del primer llamado fueron incorporados como cabos de escuadra en los pelotones, compartiendo responsabilidades con los militares. Los que mantenían buena conducta, en particular, los religiosos, que estaban entre los de mayor nivel educacional, fueron designados para otras labores dentro de los campamentos —administración, clases de superación.

A fines de ese año 1967, se designó al Capitán Felipe Guerra Matos, también combatiente de la Sierra, y a la sazón Jefe de Personal del MINFAR, para que relevara a  Quintín. En junio de 1968, los reclutas que permanecían en las unidades fueron licenciados en masa. En septiembre de ese año, las UMAP fueron oficialmente suprimidas.

Posteridad y balance

“Las UMAP fueron una máquina migratoria”, me comentó el reverendo Alberto González, pastor bautista, quien las vivió desde el primer llamado, el 26 de noviembre de 1965, hasta su desmovilización general, el 29 de junio de 1968. Una vez licenciados, una mayoría de los evangélicos —seminaristas, pastores o laicos— se fue del país. Resulta difícil calcular la cantidad de gays o desafectos que tomaron el mismo camino; o para cuántos de ellos se convirtió en una cicatriz imborrable, incluso una herida por la que siguieron resollando. Hubo casos que no pudieron recuperarse del efecto postraumático y la depresión, que los conducirían a un final trágico. 

Algunos, sin embargo, en particular un grupo de los religiosos que se quedaron, asimilaron esta dura experiencia como parte de su formación, en la medida en que puso a prueba su conciencia religiosa, profundizó su compromiso y capacidad como pastores o creyentes, y les permitió entrar en contacto estrecho con la sociedad real, incluidos sus grupos marginales, muy ajenos al clima de las iglesias.[7]

Sin embargo, tampoco en casos como estos, en que contribuyeron al crecimiento personal y a fijar valores, las UMAP llegaron a cumplir su papel como escuelas de reeducación, pues en ellas predominó la función de campos de castigo. Los reclutas UMAP no se sintieron nunca identificados con el propósito de aquella política, muchos no se la lograron explicar entonces, y siguieron sin entender hasta hoy cómo un proceso tan cargado de sentido humano como el que inspiraba a la Revolución pudo establecer una institución semejante.

Las UMAP no dejaron, per se, una memoria positiva. Su concepción estuvo atravesada por contradicciones propias de la cultura política de la época, marcadas por la tensión que creaban los desafíos del desarrollo económico y la construcción del hombre nuevo. El reconocimiento a la libertad religiosa y el derecho declarado a su ejercicio chocaban con la visión de la religión (propia del marxismo ateísta), que la consideraba una sarta de supersticiones enraizadas en la incultura y la falta de educación científica. La demanda de trabajo en los cañaverales de Camagüey era un objetivo excéntrico al de crear una institución prestigiosa como escuela de conducta, con cuya cultura cívica y laboral los educandos se sintieran identificados. El propósito de reeducar, mediante métodos de convencimiento, resultaba ambivalente con la orientación de mantener la autoridad y hacer cumplir las normas establecidas, mediante la imposición si era necesario. El concepto de una institución educativa era excluyente con el ambiente de un reclusorio donde terminaron mezclándose seminaristas, delincuentes, promiscuos y adolescentes. El rol de educadores no se compaginaba con el perfil de los cuadros y oficiales asignados, muchos personas nobles y sinceramente revolucionarias, pero carentes de la formación necesaria.

Las UMAP no se repetirían. Pero el trato discriminatorio contra los religiosos y los gays, y otros grupos considerados desviantes, como los llamados hippies, las sobreviviría. Las recogidas de “lacras sociales” en sitios concurridos de la capital y otras provincias, su reclusión temporal en granjas, las restricciones por motivos “morales” (gays), “políticos” (desafectos), “ideológicos” (religiosos) para ocupar cargos, desempeñar ciertos empleos, estudiar en universidades (“solo para los revolucionarios”), o ingresar al Partido, se prolongarían a lo largo de los años siguientes.

Ahora bien, si se revisa detenidamente este mismo período, se verá que algunas motivaciones y orientaciones que animaban originalmente al proyecto de las unidades tuvieron otras aplicaciones más exitosas.

A reserva de que la pedagogía de la reeducación pueda resultar controversial para algunos, se debe recordar que las escuelas de conducta, e incluso los planes de rehabilitación entre sancionados por delitos comunes, especialmente desde 1968, resultaron eficaces y tuvieron resultados palpables, que se reivindican y continúan hoy con métodos más avanzados.

En agosto de ese mismo año 68, se fundaría la Columna Juvenil del Centenario, con una estructura militar y tareas muy parecidas a las UMAP, aunque dirigida por la UJC. Esta consiguió enrolar en sus filas y llevar a los cañaverales de Camagüey a decenas de miles de voluntarios de la enseñanza media y la UJC, y se convertiría en el contingente más productivo del país. Ser columnista en la CJC fue una fuente de méritos acumulados y motivo de orgullo, que exaltaran Silvio Rodríguez y Pablo Milanés en una famosa canción: “¿Qué paga este sudor, el tiempo que se va?/ ¿qué tiempo están pagando? —el de sus vidas./ ¿Qué vida están sangrando por la herida/ de virar esta tierra de una vez”.[8] Cinco años después, la Columna se integraría a las Fuerzas Armadas, fundiéndose con el Ejército Juvenil del Trabajo, que permanece hasta hoy.

Finalmente, es necesario subrayar que la rectificación de las UMAP no surgió de afuera, de ningún gobierno, organismo internacional u ONG extranjera, sino de las propias organizaciones e instituciones cubanas, que transmitieron la alarma, y en particular de las Fuerzas Armadas y el PCC, que las crearon y decidieron desactivarlas.

Aunque se tomaron medidas para rectificar el rumbo tempranamente, resultó evidente pronto que la fórmula de las UMAP fallaba en sus propios términos. La orientación de trabajar hacia el cierre de las unidades fue impartida por el propio Ministro de las FAR a los altos oficiales asignados, antes de cumplirse un año del primer llamado. Los jóvenes psicólogos llamados a investigar  en los campamentos ya supieron que su objetivo era contribuir a su desmantelamiento. Las UMAP duraron solo el ciclo del  SMO del primer llamado; el segundo fue licenciado antes de tiempo.

A pesar de los problemas que se siguieron arrastrando, en años posteriores, fueron ocurriendo cambios de fondo, que involucraron las relaciones entre la Iglesia y el Estado, el reconocimiento real a los religiosos y los gays en la sociedad, la significación del acto de emigrar y la política migratoria, la transformación de los establecimientos penitenciarios y su papel reeducativo, e incluso la normalización del disentimiento, cuyo espacio y legitimidad en la Cuba de hoy están muy lejos de aquella hora de 1965-68.

Que las UMAP no se deban repetir, como resulta obvio, no es la principal razón para que se deba conocer su historia documentada. Si se las examina detenidamente, se observa, como en una radiografía, los elementos y problemas de aquella época clave, y los de una cultura cívica que nos ha acompañado por muchos años. Aunque ya nada es igual, la sociedad, la cultura y los problemas del socialismo actual como sistema son incomprensibles sin analizar de manera ecuánime aquel momento fundacional, con sus virtudes y defectos.   

Como en el mediodía de Silvio, “cuando consignas y metas” como aquellas han quedado atrás, volver sobre eventos como las UMAP requiere no precisamente “callarse por pudor”, sino al contrario, disponer de la información documentada que permita profundizar en el tema, y en todas sus aristas. En lugar de dejarlo a la superficialidad de muchos blogs, a “este no es el momento” o “el enemigo puede utilizarlo para sus fines”, debería aprovecharse la hora y el momento precisos que hoy se han podido reunir. No hay nada más oportuno que restablecer nosotros mismos nuestra historia, para que nos sirva de espejo.
La Habana-Cárdenas-La Habana, 26-30 de noviembre, 2015.

[1] Alberto I. González Muños, Dios no entra en mi oficina, Editorial Bautista, 2003; Raúl Suárez Ramos, Cuando pasares por las aguas, [cap. 5], Editorial Caminos, 2007; Idalberto Carbonell, La generación UMAP, Santiago de Cuba, abril, 2015.
[2] Causa 697/65, por espionaje, diversionismo ideológico, colaboración con alzados, exfiltración de contrarrevolucionarios y tráfico de divisas. Raúl Suárez, ob.cit.; Alberto González, Y vimos su gloria, Ed. Bautista, 2007.
[3] “Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP)”, por Luis Báez, Granma, La Habana, 14 de abril de 1966.
[4] Antisocial, reeducación, vagancia, peligrosidad, no son vocablos creados por la ideología cubana ni el marxismo soviético, como algunos creen, sino por el derecho penal (incluido el de países muy ajenos al socialismo) y la psicología clínica de la conducta. Entre estos enfoques, se encuentran visiones ya rebasadas, como la de considerar a la homosexualidad una patología o una conducta antisocial.
[5] Luis Báez, loc. cit.
[6] Defensa Anti-Aérea de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (DAAFAR).
[7] Cfr. obras citadas de I. Carbonell, A. González y R. Suárez.
[8] Compuesta para el documental Columna Juvenil del Centenario, de Miguel Torres (1970). Los versos citados corresponden al fragmento escrito por Pablo Milanés, quien luego incorporó la canción a su repertorio y contribuyó a popularizarla. (http://bit.ly/1ICHgjo).

Todo dispuesto para agilizar trámites notariales y registrales

El Ministerio de Justicia dictó tres resoluciones que entrarán en vigor el próximo cuatro de enero de 2016 y pretenden simplificar procedimientos documentales así como controlar la eficacia en los términos de organismos judiciales

Susana Gómes Bugallo 
8 de Diciembre del 2015 0:08:45 CDT

Como se ha anunciado en varias ocasiones por María Esther Reus, ministra de Justicia, el país trabaja para agilizar diversos trámites jurídicos que consumen demasiado tiempo y recursos de la población, debido a la ineficacia de entidades y a la innecesaria solicitud de documentos.

Esta intención ya se hizo norma y quedó publicada en la Gaceta Oficial número 38 Extraordinaria del tres de diciembre de 2015, contentiva de las resoluciones 249, 250 y 251 del Ministerio de Justicia, las cuales entrarán en vigor a partir del próximo cuatro de enero del 2016.

nPara frenar el incremento de las solicitudes de certificaciones que expide el Registro del Estado Civil, exigidas en procesos y trámites por las entidades estatales y funcionarios públicos, y a las que en ocasiones se les atribuye un plazo de vigencia sin fundamento legal, la Resolución 249 fija un nuevo reglamento de la Ley del Registro del Estado Civil, que perfecciona la publicidad de los asientos registrales y el procedimiento para la subsanación de errores en estos.

Establece que dichos asientos se dan a conocer con la expedición de certificaciones a personas naturales y funcionarios públicos; el carné de identidad y el de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y la tarjeta de menor, en relación con los datos de nacimiento que incluyen estos documentos; la exhibición directa de los libros del registro y a través del sistema automatizado a funcionarios públicos.

Los registradores del Estado Civil solo expedirán certificaciones para acreditar el estado civil de las personas naturales en procesos judiciales, de reconocimiento de derechos o en actos notariales como solicitud de la Fiscalía General de la República o de los órganos de investigación y procesamiento penal; o en los casos establecidos por la Dirección de Registros Públicos.

Importante resulta la precisión de que cuando las entidades estatales requieran certificaciones para acreditar el estado civil de las personas, precisan la aprobación del Ministerio de Justicia, así como la firma de convenios con las direcciones de este órgano si necesitan información periódicamente. El documento de identidad de las personas brinda la información de nombres y apellidos, fecha de nacimiento, nombres de los padres, tomo, folio y Registro del Estado Civil de las personas naturales, para la realización de servicios o trámites.

Además, la exhibición directa de los libros del Registro del Estado Civil se realiza de forma excepcional, previa autorización de las autoridades correspondientes, mientras que los registros automatizados que disponen de conexión darán a conocer su contenido a los funcionarios públicos a través de este sistema. Los territorios que aún no poseen conectividad, crearán condiciones para dar publicidad de sus asientos a otros registros a través del Registro Provincial, o proponen al Ministerio su fusión con otros que la posean.

Las certificaciones literales se expiden solo cuando el fin lo requiera, por mandamiento judicial o solicitud de autoridad administrativa.
Subsanación de errores

En lo referente a los errores en los asientos registrales, se establece que el registrador puede subsanar de oficio o a instancia de parte interesada los errores que no ocasionen la alteración sustancial del hecho o acto registrado, y esta subsanación constará en nota marginal.

El registrador está obligado a aceptar toda solicitud de subsanación de errores, así como los documentos de prueba del interesado o su representante y con estos conformará un expediente de subsanación. No habrá necesidad de expediente si el registrador puede subsanar de oficio los errores en el asiento original, teniendo a la vista los documentos primarios que obran en el libro duplicado o la certificación de los mismos. También puede subsanar de oficio el duplicado, a partir de la inscripción declarada que obra en el libro de la oficina registral.

El reglamento define los errores materiales en los asientos registrales y especifica que el registrador a su juicio puede subsanar los errores que, sin estar relacionados en el reglamento, no alteren sustancialmente el hecho o acto registrado o produzcan confusión o duplicidad en la identidad de la persona inscripta.
Servicios de calidad

Las resoluciones 250 y 251 fijan los términos y regulaciones para la prestación de servicios en las unidades notariales y las oficinas registrales del Estado Civil, debido a la ausencia de parámetros que midieran eficiencia de estas actividades.


Los términos establecidos en materia notarial comienzan a decursar a partir de la radicación de los asuntos en el Libro Único de Control de Asuntos y «los días siempre se consideran hábiles». Si las condiciones lo permiten, no es necesario agotar el término.

Las consultas de la población se evacuan al momento y si no fuera posible porque la naturaleza del asunto requiera de consulta, la respuesta se tramita en un término de 60 días. Igual ocurre con las quejas, aunque debe comunicarse la gestión al interesado en un máximo de siete días.

En el caso de incumplimientos debe consignarse la causa en el Libro Único de Control de Asuntos, y las autoridades jurídicas son las encargadas de chequearlos mensualmente y adoptar las medidas organizativas necesarias.

Venezuela: Triunfo contra la nueva era.


No son pocos los países donde el parlamento es controlado por una mayoría opositora al gobierno pero no recuerdo ninguno en que la búsqueda de ese hecho haya desatado una campaña de prensa global, movilizado al gobierno de EEUU y sus aliados, a líderes políticos y ex presidentes en la magnitud que hemos visto alrededor de esa posibilidad en las recién concluidas elecciones para integrar la Asamblea Nacional venezolana.

Por eso hoy, cuando la opositora Mesa de la Unidad Democrática ha triunfado en las elecciones parlamentarias en Venezuela y tendrá mayoría en la Asamblea Nacional, diarios como el periódico madrileño El País proclaman que “Venezuela inicia una nueva era” a pesar de que no lo hicieron cuando el Partido Republicano obtuvo el control de las dos cámaras del Congreso estadounidense frente al Presidente Barack Obama en el país más influyente del mundo; allí como en casi todo el planeta -lo acabamos de ver en Grecia- legisle quien legisle y gobierne quien gobierne, la era seguirá siendo la misma: la del 99% que controla en su beneficio la economía con el apoyo de los grandes medios de comunicación.

Por enésima ocasión el proceso de la Revolución Bolivariana se sometió a las urnas, creyendo que es posible que las personas se expresen democráticamente en una galaxia de dominaciones globales y locales de tipo económico y mediático, pero esta vez -sin el liderazgo de Hugo Chávez– el milagro no ha sido posible.

Cualquier analista honesto debe reconocer que el triunfo de la MUD no sido una victoria en solitario. Como en la Nicaragua de 1990, el voto contra el proceso revolucionario ha sido el resultado de una guerra sucia desatada desde la Casa Blanca con el chantaje de que continuará mientras el gobierno que desagrada a Washington siga en el poder. Esta vez no se ha votado con la esperanza de que cesen las muertes de jóvenes en las montañas sino de que disminuyan el desabastecimiento y la inflación provocados por una guerra económica que las transformaciones inacabadas del chavismo para convertir el modelo petrolero rentista heredado en una economía diversificada no han podido derrotar en una coyuntura impactada por el nada casual descenso de los precios de los hidrocarburos.

De ahora en adelante será más difícil. Una de las herramientas creadas por la Constitución chavista para servir a las clases populares está en poder de la oligarquía que siempre ha mirado al Norte. Como sucede en Brasil todos los días, veremos sumarse a las noticias de la guerra económica las de una maquinaria leguleya para impedir gobernar a un poder legítimamente electo y lograr con ello lo que golpes de estado, violencia callejera, campañas mediáticas y golpe petrolero no pudieron: regresar a la vieja era neoliberal y poner de nuevo los recursos del país al servicio del capital transnacional.

Pero el chavismo tiene el poder ejecutivo, el apoyo de la Fuerza Armada, un liderazgo valiente y una base popular organizada, no para votar un día sino para defender la Revolución bolivariana todos los días. De cómo utilice esos recursos, y no de los augurios entusiastas de la industria mediática global, dependerá si la nueva era iniciada con la llegada al poder de Hugo Chávez en 1999 podrá ser revertida.

Antonio Rodiles: físico, deportista, flautista y loco


Por: Cederista Cubano y Julio Alejandro Gómez Pereda / Palabras entre el café

(Ver títulos al final del texto)

Hace unos días los lectores conocieron al Sultán de la MUAD y los temas discutidos en ese cónclave parlamentario que tuvo como Centro de Convenciones la mansión del empresario capitalino Diego Ramos Ramírez, conocido como el magnate de “Embutidos Habaneros” y del “Aguardiente Criollo”, aún sin la competitividad requerida, pero en proyecto de capitalización gracias a Aimel Ríos Wong de la NED, convertida de agencia no lucrativa para promover la democracia en una entidad económica transnacional en la calle Ángeles en el municipio Arroyo Naranjo.

Aunque este asunto requiere tiempo y un estudio periodístico profundo, el escrito de hoy se lo dedicamos al “Príncipe de las Mareas” o “Zar de la Física Cuántica”, transformado de la noche a la mañana como un verdadero émulo de la relatividad de Einstein, de Candidato a Doctor en Ciencias a sólo graduado de pre universitario, me refiero al Sr. Antonio Enrique González Rodiles Fernández, Director del Centro Cultural Estado de SATS, del Foro de Derechos y Libertades y aspirante a la MUAD, de Cubanos Unidos en Puerto Rico y de cuantas variantes existan y puedan mantener niveles de vida como el que tuvo el anterior dueño de su mansión durante el gobierno del dictador Fulgencio Batista.

Antonio Rodiles ha convocado a todos sus adeptos para enseñarles sus falsos documentos universitarios. Jura para que le crean que son reales; como si todos no supiéramos que con un fotoshop u otro programa corriente, es suficiente para falsificar y lograr que parezcan auténticos cualquier documento. Anda con sus papeles debajo del brazo y cuando saluda, en vez de dar la mano entrega su mamotreto.

Lo que sí es imposible de falsear es que un Decano de la Facultad de Física de la UH, no sólo asegure que no terminó el 4to año, sino que presenta las boletas de notas que, por si misma valoran al “niño prodigio” de la mansión con vista al mar como pésimo estudiante. ¿A qué habrá dedicado el tiempo el joven Rodiles, en lugar de estudiar, para acabar suspendiendo de la manera desastrosa en que lo hizo?

Y eso que “El Príncipe de las Mareas” iba en motocicleta a la facultad en pleno período especial. No lo hizo en yate o en avionetas porque el Alto Centro de Estudios aun no cuenta con atracadero o aeródromos, como tampoco en coche alado porque en la ciudad no se permite la circulación de ganado equino y menos de caballos de raza. Acuérdense cuando no sólo sus compañeros, sino el claustro de profesores en pleno período especial iban en ómnibus o bicicletas a la Universidad de la Habana.

Sin embargo, todos recordamos que estando en el pre Humbolt 7, Rodiles junto a un colega suyo nombrado Fernando Pita que reside hoy en Buenos Aires, (por cierto éste si concluyó la licenciatura en física) renunciaron a la cultura occidental y abandonaron los hábitos conocidos como civilizados en Europa y Estados Unidos, dejaron de dormir en colchoneta para hacerlo en la tabla pelada, comieron hierba común y tocaron flautas durante todo un semestre y no colgaron plumas en sus cabezas porque una jevita de Pita lo prohibió.

Quizás la Señora Ailer González Mena, por su nivel y entrega a las artes escénicas, a diferencia de la jevita de Pita sí aprueba estos atuendos e incluso los incorpore en las escenografías del afamado programa del Estado de SATS.

También hay que decir que nos debatimos entre dos teorías, no de la física, sino de la siquiatría: ¿estaba loco o solamente quería llamar la atención? Lo que sí no podemos aceptar es que diga que se fue del pre por su condición disidente, su pensamiento democrático avanzado o por sus críticas al gobierno.

Este mamífero marino, al que le pareció fatigosa la carrera de Física y los exámenes, renunciando estoicamente a su palacete con piscina y mar en el patio de su casa y sin interesarle la suerte de la sociedad de la que formaba parte, se marchó junto a su esposa extranjera a México, donde con un pésimo 3er curso universitario y sin concluir la Lic en Física logró una maestría y una candidatura en Ciencias, al parecer fue más aplicado en sus estudios en México que en la Habana.

Tal es así que en México, no necesita terminar la licenciatura, sino que desde el pésimo 3er año, pasó a presentar una candidatura a Doctor. Al parecer era un genio no descubierto por los profesores cubanos y nuestros sistemas evaluativos o sus propios compañeros de estudio, quienes – valga la aclaración – si se graduaron en Cuba, con una carga de esfuerzos y buenos resultados.

Desde la década del 80, en México no se otorga grado de Candidato a Doctor en Ciencias, dejando ésto de ser una categoría científica, por lo que es necesario culminar el Doctorado con Tesis y todo, es decir, este documento presentado por Rodiles como supuesto título de estudio terminado, es como presentar la aprobación de los exámenes de ingreso a la Universidad y no estudiar la carrera.

Estamos sin duda en presencia de un Máster sin pasado (Licenciatura) ni futuro (Doctorado)

¿Por qué Rodiles no ha acreditado su estatus científico ni en Cuba, ni en ninguna institución regional de física? ¿Será que en vez de un título procuró adquirir un cuadro de ornamento doméstico?

También fue a Estados Unidos para impartir clases de idioma inglés a los descendientes de la metrópolis inglesa y cuando comprendió que su camino y éxito no estaba en la académico científica, ni en el alto rendimiento deportivo cambió el rumbo hacia un destino mejor remunerado: la disidenCIA.

Al final demostró que no solo era malísimo estudiante, ni buen cubano, y el colmo es que ahora quiera hablar en nombre del pueblo e intenta representarlo y sueña con ser su “presidente”.

Y qué hizo el Delfín, se lanzó a las aguas del Caribe y regresó a Cuba con su curriculum fabricado o inventado, porque al final subestima a sus soldados de la disidencia que maneja como si fueran carritos de control remoto.

Ahora, todos sus inventos han dado la vuelta y han salido a la luz pública como un cubo de excreta y no le alcanzará todo el mar desde el patio de su casa hasta la península de la Florida para limpiar estos antecedentes.

Nada, que en cualquier momento Rodiles nos dice que la Bomba Atómica de la Segunda Guerra Mundial se construyó no por físicos norteamericanos al servicio de las peores causas, sino que fue fabricada por él y Claudio Fuentes Madan y vendida más tarde por ellos a los en la Cuevita de San Miguel del Padrón a un precio módico.

Les dejo las copias de los tan cacareados títulos, si alguien encuentra el de la Licenciatura en física, por favor entréguelo, se ofrecen recompensas.


Ojo, éste título es del IPV Pablo de la Torriente Brau y no del Pre de Ciencias Exactas Humbolt 7, del cual según Rodiles, egresó al culminar el 12 grado.


Rodiles suspenda las asignaturas propias de su carrera.


Rodiles suspende las asignaturas propias de su carrera


Pero sus notas de marxismo son las más altas. Raro verdad?


Asignatura de Marxismo en la Universidad de la Habana


Desde la década del 80, en México no se otorga grado de Candidato a Doctor en Ciencias, dejando ésto de ser una categoría científica, por lo que es necesario culminar el Doctorado con Tesis y todo, es decir, este documento presentado por Rodiles como supuesto título de estudio terminado, es como presentar la aprobación de los exámenes de ingreso a la Universidad y no estudiar la carrera.



Debatirán en Cuba sobre regulaciones de la comunicación y la cultura

La Habana, 8 dic (PL) Las regulaciones de la comunicación y la cultura serán objeto de debate hoy en la segunda jornada del VIII Encuentro de Investigadores y Estudiosos de la Información y la Comunicación (ICOM), en esta cpaital.

Con la celebración del panel teórico "Regulación y democratización de la comunicación en Iberoamérica", los participantes analizarán los factores mediadores del proceso comunicativo, fuertemente signado por la disparidad existente entre los grandes emporios mediáticos y los medios autóctonos de naciones pobres.

El hecho fue abordado la víspera en la inauguración del cónclave por el presidente de su comité organizador, Raúl Garcés, quien afirmó que el incremento de la investigación teórica y crítica, y la socialización de sus resultados, pueden ser una excelente herramienta para reducir dichos abismos.

A tono con esto los panelistas Adilson Vaz, de Brasil, Ana Segovia (España), Carlos Del Valle (Chile), Javier Esteinou (México) y José Ramón Vidal (Cuba), junto a Garcés en calidad de moderador, reflexionarán acerca de las mediaciones y problemas que atentan contra la democracia de la comunicación.

El debate que se genere en el ejercicio teórico-académico pasará luego al trabajo en comisiones, donde se discutirá sobre la actualidad y el rol de la política, la industria y la autorregulación como elementos condicionantes de los procesos informativos, comunicativos y culturales.

Previo a todo ello está prevista una conferencia magistral del destacado profesor británico Graham Murdock, titulada "Maquinarias de crisis y renovación: comunicación, economía y ecología".

El lunes el grado lo hizo el prestigioso sociólogo belga Armand Mattelart, distinguido con el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de La Habana.

Autor junto a Ariel Dorfman del libro Para leer al pato Donald, donde desmonta los mensajes de colonización cultural de las historietas de Disney, Mattelart disertó sobre la influencia del desarrollo de las nuevas tecnologías de la información en el control y vigilancia sobre los individuos.

Paralelamente a esta edición del ICOM, que se extenderá hasta el viernes, se desarrolla el IX Congreso Internacional de la Unión Latina de la Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura.

Como parte del programa de ambos eventos se presentarán más de 400 ponencias, de autores de cerca de una veintena de países, lo que a decir de sus organizadores convierte a Cuba durante esta semana en el epicentro de la comunicación contrahegemónica.

Días y noches de radio

Una mirada (o escuchada) a la radio cubana de hoy.



Durante una buena parte del pasado mes de octubre debí permanecer en cama, gracias a una de esas virosis sin nombre definido pero que atacan cada centímetro del cuerpo y hasta del espíritu, de modo tal que nos obligan a abandonar casi todas las labores intelectuales. Para tratar de paliar el tedio volví a hacer algo casi olvidado: escuchar la radio durante varias horas seguidas. La experiencia fue más bien contradictoria: el reencuentro con ciertas emisoras y espacios despertó en mí unas veces la nostalgia, en otros me hizo descubrir el sorprendente anacronismo de algunas propuestas que parecen habitar en un orbe con el tiempo detenido.

Nunca voy a olvidar cuando en mi infancia camagüeyana visité por primera vez una radioemisora local o cuando, poco después, me llevaron a Radiocentro, para asistir a la grabación de un programa humorístico y musical con público. Son emociones que se mezclan con otras algo más recientes, como haber sido entrevistado por Orlando Castellanos en Radio Habana Cuba o subir las empinadas escaleras de Radio Camagüey durante el mediodía principeño para grabar un comentario semanal sobre asuntos culturales del que nunca supe si alguien lo escuchaba.

Pero mi deuda con la radio tiene razones más remotas. Si me remito a recuerdos de los primeros años de mi vida ¿Cómo hubiera podido descubrir las voces de Elena Burke, Barbarito Diez o la Orquesta Aragón, si no fuera porque ellas resonaban en la radio de mi hogar o en las de diversas casas del vecindario? Y también ¿Cómo aprendería a apreciar la música de conciertos a no ser por la emisora CMBF que mi padre mantenía siempre fija en el dial del receptor azul que tenía junto a su cama? Por su presencia continua no solo descubrí los valses de Strauss y el cancán de Offenbach, sino también grandes monumentos musicales como el oratorio Mesías de Handel y los conciertos para piano y orquesta de Mozart, sin olvidar aquellas extrañas obras, procedentes de la Europa medioeval o de la India que el musicólogo español Antonio Quevedo trasmitía y comentaba en su programa de los sábados por la tarde: La música que no suele escucharse en los conciertos.

Muchos de los que crecimos escuchando aquellos episodios de Leonardo Moncada o las truculentas andanzas de los personajes de La flecha de cobre sabemos lo que es el sabor familiar de la radio. Cuando años después vi el filme de Woody Allen, Días de radio (1987), comprendí que esa pasión podía ser compartida por otros intelectuales en sitios diversos del mundo. Lo que aquel muchacho sentía por las trasmisiones de jazz, era semejante a lo que me atraía hacia otras músicas o espacios dramáticos.

Cuando hacia 1922, Luis Casas Romero, el criollísimo autor de El mambí trasmitía desde su casa en el centro de La Habana a través de su emisora 2LC, el cañonazo de las nueve, un boletín del tiempo y alguna música, quizá ignoraba que estaba introduciendo en los hogares cubanos una presencia familiar, una compañía cotidiana que iba a unir la información, la música y hasta el drama. Algunos alegarán que, desde entonces, no todo ha sido alta cultura y diversión bien encaminada, que el medio ha estado lleno de clichés y tonterías. Es cierto, pero esos desaciertos no son exclusivos de ella pues los comparte con otros medios, desde la prensa escrita y la televisión hasta el cine.

La experiencia reciente tuvo resultados agridulces para mí. Las horas que dediqué a CMBF me permitieron descubrir que la emisora ha procurado actualizar su lenguaje con segmentos de participación, concursos, un programa dominical dedicado a los niños y que ha logrado mantener vivos espacios que cuentan ya con varios años de existencia, no solo los añejos La ópera y Teatro de la ópera, conducidos por el ya legendario Ángel Vázquez Millares, sino Allegro, un programa a cargo del escritor y crítico de arte Jorge Yglesias donde el acierto en la selección de las obras corre parejo con el rigor de los comentarios, sin olvidar esa pequeña joya que es La esquina del jazz, colocado a las once de la noche, como última opción de una jornada, donde las voces excepcionales de Miriam Ramos y José Corrales nos llevan de la mano lo mismo hacia la New Orleans de los tiempos heroicos del hot jazz que hacia las experiencias más recientes en Sudáfrica, con un oficio envidiable.

El paseo por el dial me condujo también a una emisora de trayectoria mucho más breve: Habana Radio, la voz de la Oficina del Historiador de la Ciudad. Lo primero que llama la atención en ella es el alto nivel profesional de sus equipos de trabajo, donde no solo hay técnicos del medio, sino muchísimos intelectuales de campos como la literatura, las artes, la medicina, las ciencias técnicas. Difieren de otras emisoras en el lenguaje cuidado, en la factura de los programas, en la audacia de las entrevistas, donde no se rehúyen espinosos criterios sobre instituciones y políticas oficiales e incluso, se permiten visibilizar las creaciones de cubanos residentes fuera del país y junto a ello, pueden acreditarse la variedad y calidad de la selección musical que ofrecen, que conjuga lo culto y lo popular, sin permitirse vulgaridades: en sus ondas conviven Silvio Rodríguez y María Betania, Liuba María Hevia con OmaraPortuondo, Miriam Ramos con Aldo López Gavilán, sin que eso les impida remitirse a las viejas charangas danzoneras o a la música africana de última generación.

Sin embargo, mi retorno a Radio Progreso, específicamente a Alegrías de sobremesa, resultó decepcionante. Uno de los espacios humorísticos de mayor trayectoria en el éter es hoy una verdadera ruina. Se hace evidente que la pérdida a lo largo de los años de sus principales figuras: Edwin Fernández, José Antonio Rivero y más recientemente Martha Jiménez Oropesa, han sido – fuera de todo lugar común- insustituibles. Los talentos de Aurora Basnuevo y Mario Limonta tratan de mantener vivo unos minutos de humor envejecido, que a veces roza lo vulgar y los libretos carecen ya de la riqueza de hace unos lustros, cuando podían sostener en pocos minutos una comedia de enredos derivada de situaciones de la vida cotidiana. Quizá sea hora de despedir ya ese emblemático programa del mediodía en beneficio de propuestas más actuales.

Mis hallazgos por aquellos días recorrieron toda la escala que puede ir desde la novedad extrema hasta el conservadurismo feroz. Si me sorprendió descubrir que uno de los más viejos programas dedicados a la educación para la salud: Por nuestros campos y ciudades, un medio considerado eficaz para llegar hasta los sitios más recónditos de la geografía del archipiélago y promover campañas de vacunación, lactancia materna o higiene de los alimentos, puede dedicar un ciclo a cuestiones de género y sexualidad, que no elude asuntos todavía controversiales como la pansexualidad, en el otro extremo, descubrí una novela radial –en el horario privilegiado para las amas de casa de las once de la mañana- donde una huérfana de origen misterioso, convertida en Cenicienta por la mujer que la crió, es descubierta por un empresario teatral quien de inmediato se la lleva a una gira internacional y…Tales ocurrencias, que hicieron las delicias de tantas y tantos oyentes en tiempos de El collar de lágrimas, la interminable radionovela de José Sánchez Arcilla y luego cayeron bajo el embrujo del inevitable Félix B. Caignet, parecen hoy fuera de lugar, pero no hay que dudar que tal propuesta tenga sus apasionados seguidores.

Esa es nuestra radio, el vehículo desigual en el que caben el espacio selecto y el disparate sonoro. Pero, aunque algunos falsos profetas han anunciado más de una vez su muerte entre nosotros, creo que ni la televisión, ni el “paquete semanal”, ni ninguna otra invención la amenazan seriamente. Siempre habrá amas de casa, jubilados, enfermos, vigilantes nocturnos o simples insomnes que cedan a sus sugestiones. No hay que esperar que sea algo perfecto, en tanto la perfección es casi inalcanzable para una labor cotidiana y devoradora, sino estimular la renovación continua, esa que anima sus mejores productos.(2015).
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