"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

viernes, 8 de junio de 2012

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Por Jorge Luis Baños
El Caribe recibe una alta insolación durante todo el año, por lo que las condiciones son excelentes para la explotación de la energía fotovoltaica.
Pese a la crisis financiera mundial y el lento progreso en la toma de acuerdos en el escenario mundial para enfrentar el cambio climático, los años precedentes han sido de bonanza para las energías renovables.
Mientras otros sectores económicos se han deprimido en el mundo, la capacidad instalada de fuentes renovables de energía continuó incrementándose en proporciones dignas de destacar: la solar fotovoltaica, conectada a la red, se mantiene creciendo en valores ligeramente superiores al 50 por ciento; la energía eólica viene moviéndose cercana al 30 por ciento, la solar térmica para el calentamiento de agua y la calefacción crece en alrededor del 20 por ciento, la geotérmica lo hace al cinco por ciento, la energía hidráulica entre tres y cuatro por ciento y la producción de etanol y biodiesel crece en 10 por ciento, anualmente.
Las fuentes renovables de energía juegan un papel importante en el suministro de energía a miles de millones de personas en países en vías de desarrollo, entre ellas las que habitan el Caribe, quienes continúan dependiendo de las más tradicionales fuentes de energía, tanto para el sector residencial como para la pequeña industria.
El número de viviendas rurales alimentadas con fuentes renovables de energía es difícil de contabilizar. Se estima que llega a los diez millones en todo el mundo en desarrollo cuando se incluyen todas las formas de energías renovables. Díganse el biogás para cocinar y alumbrarse a partir de plantas de biogás de escala familiar, la pequeña hidroeléctrica conectada a redes locales de comunidades rurales o los millones de hogares electrificados con energía solar fotovoltaica y pequeños aerogeneradores.
La matriz energética de la oferta de energía en América Latina y el Caribe muestra el predominio de los combustibles fósiles (74 %) (Fig.1). En el 25 por ciento de participación de las fuentes renovables de energía, el papel predominante lo juega la biomasa, con 14 por ciento, y la hidroenergía con ocho por ciento. En el tres por ciento restante se contabilizan las demás energías renovables.
Fig. 1. Matriz energética en América Latina, el Caribe y el mundo
América Latina y el Caribe











El mundo











Fuente: SIEE-OLADE, 2010
Las islas del Caribe comprenden 13 estados independientes y varias posesiones, dependencias y territorios coloniales. Las islas mayores son Cuba, Jamaica, la Española (Haití y República Dominicana) y Puerto Rico. El resto de las islas caribeñas independientes son Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Dominica, Granada, St. Kits y Nevis, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía y Trinidad y Tobago.
La situación energética en estas islas se caracteriza por una alta dependencia del petróleo, que es la fuente de más alta participación en la energía comercial. La mayor parte de ese petróleo se importa, lo que conlleva una gran incidencia en el balance comercial de los países del área. El consumo comercial de energía tiene su base en los derivados del petróleo en más del 97 por ciento.
En la región caribeña sólo Trinidad y Tobago exporta productos derivados del petróleo; Barbados y Cuba   satisfacen de modo parcial sus propias necesidades de petróleo y gas natural, mientras el resto NO posee los combustibles convencionales propios para satisfacer sus necesidades de forma apreciable. De ahí que la mayoría de los países caribeños sean importadores de combustibles fósiles y sus economías sean altamente dependientes de los precios de estos y sensibles a sus fluctuaciones en el mercado internacional.
En algunos países estos recursos no existen y en otros son escasos. Esto trae consigo que la producción de electricidad alcance altos costos y el deterioro del medioambiente sobrepase la media mundial en más del 30 por ciento.
En el balance económico de la región, las ganancias provenientes del turismo juegan un papel importante. Los ingresos anuales son de más de 15 billones de dólares provenientes de productos y servicios tales como azúcar, plátanos, bauxita, oro, productos de petróleo y, sobre todo, del turismo.
Ese balance económico se ve afectado porque una gran parte de los países caribeños consume hasta 50 por ciento de sus ingresos por exportaciones en la compra de combustibles convencionales. El promedio general es de 17 por ciento; es decir, el 17 por ciento de las ganancias se emplea en la compra de energía. La región consume un promedio de más de 90 millones de barriles de petróleo anualmente, con un crecimiento anual aproximado de cuatro por ciento.
A esto hay que agregarle que los países caribeños están expuestos a los cambios climáticos con los consecuentes daños medioambientales, tales como aumento del nivel del mar, huracanes, inundaciones, arrecifes coralinos en peligro de desaparición, entre otros.
Además de esta situación, relacionada con los combustibles fósiles, también hay una gran dependencia de la biomasa tradicional como la leña, el carbón vegetal y los desechos forestales y animales, con la correspondiente deforestación. Por otro lado, los recursos energéticos renovables son abundantes, la región se caracteriza por ser rica en fuentes renovables de energía, posee un gran potencial eólico y solar, además de la biomasa como combustible. Sin embargo, hasta el presente, el uso de estas potencialidades ha sido relativamente despreciable, debido a las barreras existentes y a la escasez de proyectos de desarrollo.
Las dificultades económicas inherentes al mundo en general y a los países caribeños en particular influyen en que las compras de energía no sean altas.
Como consecuencia de todo esto, el sector energético de la región del Caribe debe dirigir sus políticas a:
-Asegurar el suministro de energía
-Reforzar el crecimiento económico
-Lograr un desarrollo sostenible
La región del Caribe experimenta un rápido desarrollo económico, en algunos países por encima de los más desarrollados, por lo que necesita respaldarse por un desarrollo energético sostenible y con costos mínimos. Este desarrollo debe garantizar el acceso a la energía a todo el ámbito social, sin exclusiones. Un rápido desarrollo y uso del enorme potencial de las fuentes renovables de energía de la región permitiría cumplimentar este requerimiento.

Situación actual de las energías renovables

Tal como se señaló anteriormente, los recursos renovables de energía en la zona caribeña son abundantes, desde las ya tradicionales como la energía hidráulica hasta las nuevas y emergentes como la eólica, la solar y la biomasa. La energía geotérmica también es una fuente potencial en algunos países. Sin embargo, la   utilización de las energías renovables apenas llega al dos por ciento.
Este bajo nivel de participación está ligado a las barreras existentes para la implementación del uso eficiente de las fuentes renovables de energía. Estas barreras son de tipo regulatorias, económicas, financieras e institucionales y sociales. El establecimiento de marcos regulatorios y políticas de apoyo a las fuentes renovables de energía (FRE) necesita la identificación de estas barreras como ha ocurrido en los países desarrollados, europeos fundamentalmente.
No obstante, en la mayoría de las islas las energías renovables están en explotación. En esta región existen interesantes iniciativas relacionadas con el sector energético, incluidos varios proyectos. Los propósitos de estas iniciativas son contribuir al desarrollo sostenible, mitigar los efectos negativos del cambio climático y satisfacer la creciente demanda de energía relacionada, fundamentalmente, con la industria turística.
Energía eólica: Las evaluaciones del potencial eólico realizadas muestran que los países caribeños poseen potenciales significativos de energía eólica.
En 2010, la región alcanzó una capacidad total instalada de 186,13 megavatios (MW), 161 por ciento más que en 2009, por lo que se puede aseverar que la energía eólica se muestra como la fuente renovable de energía de mayor crecimiento en el área. Después de varios años con poco crecimiento, este salto en el desarrollo se debe, fundamentalmente, a las acciones realizadas en: República Dominicana, con casi 250 veces más, de 0,24 MW a 60,2 MW; Aruba (de 0 MW a 30,0 MW), Bonaire (casi 30 veces más, de 0,33 MW a 10,8 MW), Dominica (de 0,225 MW a 7,2 MW), Cuba (de 7,2 MW a 11,7 MW) y St. Kits y Nevis (de 0 MW a 2,20 MW).
Curazao (12,0 MW), Guadalupe (20,5 MW), Martinica (1,1 MW) y Jamaica (29,7 MW) mantuvieron en 2010 la misma capacidad instalada.
Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Haití, Santa Lucía, San Vincent y Grenadinas, y Trinidad y Tobago no tienen aún ninguna potencia instalada.
Tabla 1: Varios indicadores de las islas caribeñas
IslaPoblaciónÁrea
(km2)
Densidad de población (personas por km2)Capacidad total instalada en 2009 (MW)Capacidad total instalada en 2010 (MW)
Aruba106.0001935490,0030,00
Bonaire18.533290640,3310,80
Cuba11.236,790109.8861027,2011,70
Curazao142.18044432012,0012,00
Dominica68.910750920,227,20
República Dominicana9.884,37148.4002040,2460,20
Granada107.8503443130,000,73
Guadalupe404.0001.78022720,5020,50
Jamaica2.758,12410.99125529,729,70
Martinica402.0001.1023641,101,10
St. Kitts y Nevis39.1292691450,002,20
Total25.167,887174.44914471,29186,13
En Puerto Rico se construye un parque eólico de 75 MW, para su puesta en marcha este año 2012, y constituirá el mayor parque eólico de la región.
Energía hidráulica: La energía hidráulica se concentra, fundamentalmente, en los sistemas de pequeña escala, debido a que las islas del Caribe no poseen grandes ríos que permitan su utilización a gran escala. En el Caribe, la energía hidroeléctrica se utiliza en Dominica (7.6 MW), San Vicente y las Granadinas (5.6 MW), Cuba (62,0 MW) y Jamaica (23.8 MW). No se conoce con exactitud el potencial hidráulico en muchas islas caribeñas. El disponible en Cuba es de 848 MW, incluyendo dos hidroacumuladoras de 340 MW; aún queda mucha potencialidad por explotar.
Energía solar fotovoltaica: El Caribe recibe una alta insolación durante todo el año, con valores de cinco kilovatios por día por metro cuadrado y mayor en determinados países, por lo que las condiciones son excelentes para la explotación de este tipo de energía. Existen condiciones excepcionales para la producción de calor y frío empleando la tecnología de la absorción, para la instalación de paneles fotovoltaicos aislados y conectados a la red, el calentamiento de agua y el secado solar y para el empleo de los concentradores solares.
En el Caribe, la energía solar fotovoltaica se utiliza, principalmente, para electrificar zonas alejadas de la red eléctrica. Constituye un nicho de mercado por la gran cantidad de aplicaciones que posee en la iluminación, el bombeo de agua, la electrificación de comunidades rurales y viviendas aisladas, entre otras. Por todo ello pudiera constituir un elemento importante para lograr el desarrollo económico y social en áreas remotas de los países de la región. En Cuba el empleo de la energía solar fotovoltaica ha apoyado el desarrollo de las zonas rurales con la electrificación de escuelas y hospitales rurales, consultorios de médicos de la familia, viviendas y comunidades rurales, para un total de 9.724 instalaciones en todo el país.
Cuba posee una fábrica con una línea de ensamblaje de paneles solares fotovoltaicos en Pinar del Río, provincia del extremo occidental del país, donde se produjeron 7.421 paneles fotovoltaicos en 2011. Ese año en el país se instalaron 26 kilowatt pico (kWp) en 12 instalaciones públicas, siete sistemas fotovoltaicos para el bombeo de agua, 117 sistemas autónomos para viviendas rurales y en cuatro sistemas conectados a la red.
En cuanto a los calentadores solares, existen varios proyectos dirigidos a su introducción en Barbados, donde se trabaja para la instalación de 38.000 calentadores y donde funciona un Centro de Entrenamiento para las Energías Renovables; en Jamaica se trabaja con una política para que todas las entidades públicas, tales como escuelas, hospitales y edificios gubernamentales instalen calentadores solares; y en Santa Lucía, se desarrolla un proyecto de U.N. Industrial Development Organization (UNIDO) que financia el mercado doméstico de energía solar. En Cuba existe una fábrica de calentadores solares y funcionan 6.447 instalaciones de calentamiento de agua solar, fundamentalmente en instalaciones públicas. En 2011 se instalaron 460 calentadores solares en hoteles y en proyecto se encuentra el montaje de 500 calentadores.
Biomasa: En el Caribe las fuentes de energía provenientes de la biomasa son abundantes. Entre otras se destacan los residuos agrícolas como el bagazo y los subproductos de la caña de azúcar; los sobrantes de la industria azucarera, como la melaza, la madera y los desechos leñosos tales como las astillas de los aserraderos y el gas de vertedero. Muchas fábricas de azúcar generan energía para sus necesidades propias de calor y electricidad y, en algunos casos, esta se suministra a la red eléctrica, como ocurre en Cuba y en Puerto Rico. Otro ejemplo en este sentido es Jamaica, donde casi seis por ciento de la electricidad proviene de esta tecnología. El biogás no es un elemento de uso generalizado en la región y, sin embargo, constituye un portador energético importante para la cocción de alimentos y para producir electricidad.
La producción de alcohol y de biodiesel es otra fuente de energía útil para su empleo en el transporte. El país líder en Latinoamérica es Brasil, cuya producción de etanol en 2010 representó 33 por ciento de la producción mundial. En este país se comercializa el etanol como combustible, tanto puro como en mezcla de 25 por ciento de etanol y 75 por cineto de gasolina. Otros países del área que producen etanol como combustible son Colombia, República Dominicana y Jamaica. El biodiesel no tiene una producción en el Caribe a destacar. En América Latina se pueden nombrar Brasil, Argentina y Colombia, que produjeron 13, 10 y tres por ciento, respectivamente, del biodiesel producido en el mundo en 2010.
La producción de biocombustibles a partir de la caña de azúcar, el maíz y  la soya, entre otras fuentes, es un elemento muy cuestionado en estos momentos por los impactos ambientales y sociales que se les asocian, tales como el uso de la tierra y la deforestación, el balance neto de energía y los impactos en el mercado de alimentos. Todos ellos pueden variar significativamente de un país a otro. La fragilidad de los ecosistemas caribeños conlleva a tener en cuenta estos cuestionamientos.
Bajo el proyecto de la comunidad Cocodrilo, en la Isla de la Juventud, en el sur occidental de Cuba, se instaló en 2011 una planta de 60 kW para producir electricidad a partir de la gasificación de la biomasa forestal. Igualmente se puso en marcha otro gasificador en el aserrío El Brujo, en Santiago de Cuba, 860 kilómetros al este de La Habana, y otro continúa en la Estación Experimental Indio Hatuey, en Matanzas, provincia ubicada a unos 100 kilómetros de La Habana.
Energía geotérmica: Esta fuente de energía es propia de las zonas de actividad volcánica. Su empleo principal estaría dirigido a la generación de electricidad. En el Caribe no es frecuente este recurso. En Guadalupe se hace uso de esta fuente para la generación de electricidad con una planta piloto de 4 MW. Hay gran potencial al respecto en Santa Lucía y Dominica. Precisamente en Santa Lucía se desarrolla un proyecto para la evaluación de este recurso.
En el Caribe hay otras fuentes potenciales de energía renovable, como la Conversión de Energía Térmica Oceánica (OTEC, por sus siglas en inglés) y las corrientes marinas, pero debido a sus altos costos aún no se cuenta con un grado de madurez tecnológica para explotarlas.

Proyectos y programas de energía vigentes en el Caribe

En el Caribe intervienen diferentes instituciones y organismos internacionales que trabajan en el desarrollo de variados proyectos, programas e iniciativas vinculadas al sector energético. El propósito de estos proyectos es acelerar la introducción de las fuentes renovables de energía en la región e incrementar el uso más eficiente de la energía.
Entre estos proyectos se encuentran:
1. El proyecto “CARIBBEAN RENEWABLE ENERGY DEVELOPMENT PROGRAMME (CREDP)”, que conduce la Comunidad del Caribe (CARICOM) y surgió en 1998 con el objetivo de eliminar las barreras que limitan la utilización de las energías renovables, así como fomentar su desarrollo y comercialización. Los objetivos de este proyecto son la reducción de las emisiones de gases efecto invernadero, establecer los fundamentos para lograr una industria energética renovable sustentable y crear el marco para la puesta en marcha de proyectos regionales y nacionales con integración regional.
2. El proyecto Eficiencia Energética en el Caribe, cuya contraparte regional es la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), mediante el Sistema de Información Energética, y es financiado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Global Environment Facility (GEF) con los siguientes objetivos: establecer políticas sobre la eficiencia energética y su regulación, el desarrollo de empresas comerciales, la elevación de la conciencia y gestión de la información y la formación de recursos humanos.
3. El proyecto “Energía sostenible para el desarrollo sostenible en el Caribe”, organizado por la CARICOM con los propósitos de acelerar la transferencia y la introducción de las fuentes renovables de la energía; implementar proyectos pilotos de eficiencia energética y formar recursos humanos profesionales en el sector de la energía.
4. PETROCARIBE es un proyecto energético regional de nuevo tipo, fundado bajo los principios de interacción, solidaridad y complementariedad. Los objetivos principales de este organismo son contribuir a la seguridad energética, al desarrollo económico y social, y a la integración de los países caribeños mediante el uso soberano de los recursos energéticos regionales.                 Cuba y los trece países pertenecientes a PETROCRIBE desarrollan un programa de utilización creciente de las fuentes renovables de energía como solución de fondo a la problemática energética y la protección ambiental, que tiene su mayor expresión en la Revolución Energética impulsada en el mayor archipiélago del Caribe desde 2005. En este contexto, desde noviembre de 2007 se desarrollan 31 proyectos en todos los países de PETROCARIBE, cuyo objetivo es reemplazar los bombillos incandescentes por otros de bajo consumo de energía.
En la conocida como la Iniciativa Latinoamericana y Caribeña para el Desarrollo Sostenible (ILACDS),   presentada y aprobada en la Primera Reunión Extraordinaria del Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, celebrada en Johannesburgo en agosto de 2002, se acordó alcanzar una participación mínima de 10 por ciento de las fuentes renovables de energía en la oferta total de energía primaria en 2010.
En un balance de la región, algunos países sobrepasan esa meta y otros aún no la alcanzan, por lo que el balance es insatisfactorio. En 2010, el 18,8 por ciento de la energía primaria en Cuba se generó con fuentes renovables de energía, aunque aún por debajo de sus potencialidades. Hace 10 años la participación de las energías renovables alcanzaba el 30 por ciento. Se encuentran instaladas y en funcionamiento 26.814 instalaciones que trabajan con energías renovables.
Además, opera una fábrica de calentadores solares de distintas tecnologías y otra que ensambla paneles fotovoltaicos. También se producen molinos de viento y turbinas para pequeñas centrales hidráulicas. Además, se construyen pequeñas y medianas plantas de biogás con materiales locales.
Un ejemplo a imitar en este sentido es el programa de desarrollo energético de la isla de Bonaire, el cual pretende satisfacer la totalidad de sus necesidades energéticas con energías renovables en 2015, buscando la autosuficiencia energética. Igualmente, el gobierno de Santa Lucía anunció en la Cumbre de Desarrollo Sostenible de Johannesburgo, en 2002, un ambicioso programa que declara que el país se convertirá en modelo en el uso de las fuentes renovables de energía en un período de 10 años, pretendiendo ser la primera “Isla Energéticamente Sostenible” en el mundo.
Otra iniciativa es el “The Caribbean and the Clean Mechanism Project”, dirigido a adaptar y simplificar el proceso de intervención de este programa en la región.

A manera de cierre

La región del Caribe aún está lejos de independizarse de la energía importada. Todavía las energías renovables no juegan el papel que se requiere y su participación no es apreciable para lograr la soberanía energética que el área necesita.
Es imposible un desarrollo sostenible de la región con una matriz energética basada en combustibles fósiles contaminantes. La insuficiencia de electricidad para garantizar el incremento de la demanda futura pudiera limitar el desarrollo de la región. El aumento de la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles puede ser una vía, pero no es la más segura ni la más limpia. Esta forma hay que tenerla en cuenta en un periodo transicional hacia una matriz energética sostenible, pero no como la solución definitiva, debido a sus efectos sobre el medioambiente y por la continuación de la dependencia, tanto del combustible como de la tecnología.
Otro elemento a tener en cuenta para aumentar la disponibilidad de electricidad en la región es el mejoramiento de la eficiencia energética, fundamentalmente la relativa a la aplicación de una arquitectura sostenible con medidas tales como la iluminación y ventilación naturales, la reducción de las cargas térmicas, además del calentamiento del agua por vía solar, el bombeo de agua con energías renovables, entre otras.
Pero la manera más promisoria de producir electricidad en la región es mediante fuentes renovables de energía, por su sostenibilidad y su carácter infinito. Con esta aplicación la disponibilidad de energía estaría asegurada.
No es difícil concluir que la región del Caribe necesita promover y consolidar la idea de trabajar por un desarrollo y sistema energético sostenible, basado en las fuentes renovables de energía.
No todos los países del área poseen legislaciones enfocadas a ello. Resulta imprescindible que los países posean políticas y marcos legales propios, dirigidos a la promoción de las fuentes renovables de energía; que tengan en cuenta incentivos y mecanismos que fomenten el desarrollo energético sostenible, sin afectar la política de inclusión social y sin llevarle costos adicionales a la población.
Esas políticas deben diseñarse de forma tal que impulsen también la transferencia de tecnología y la correcta utilización de recursos humanos y materias primas endógenas. Manejando una matriz eléctrica limpia, se puede alcanzar una mayor penetración de la electricidad en los usos finales, así como elevar la eficiencia en el sector energético y en los procesos productivos, con un mínimo impacto ambiental.

*El autor es Doctor en Ciencias Técnicas y profesor titular del Centro de Estudios de Energías Energéticas Renovables (CETER). Miembro de la Junta Directiva de CUBASOLAR y de la Academia de Ciencias de Cuba. Miembro de la Junta Directiva de la Asociación Mundial de Energía Eólica (WWEA por sus siglas en inglés) como representante para América Central y el Caribe
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