"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

viernes, 13 de julio de 2018

Tenemos política… ¿y ahora qué?




Raúl Garcés durante X Congreso de la Upec. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

(Conceptos para introducir el debate en el plenario del 13 de julio de 2018, del X Congreso de la Upec)

Hacia fines de los años 70, el Premio Nobel de la Paz Sean McBride encabezó, con el auspicio de la UNESCO, la batalla mundial por un nuevo orden de la Información. La Comisión McBride formuló una serie de recomendaciones para democratizar las prácticas comunicativas a nivel global, entre ellas la protección de las identidades locales, la propiedad pública de los medios y la generación de políticas nacionales de comunicación para proteger a nuestros países de la avalancha simbólica proveniente de los grandes centros de poder.

La verdad es que poco faltó para que, precisamente desde allí, a McBride lo convirtieran en el enemigo público de la prensa privada. Lo calificaron de hipócrita, hombre peligroso, heredero del pensamiento comunista y sepulturero de la libertad de expresión. “Nunca he sido tan agredido en mi vida”-declaró con resignación alpresentar sus resultados.

Cuatro décadas después el Informe McBride es un referente de lucha para los comunicadores, pero sus sugerencias no pasaron muchas veces de ser eso: un referente. La gran lección es que la mejor ideapuede estrellarse contra la práctica si no se crean las condiciones para hacerla viable. Hay que cambiar los medios y cambiar las mediaciones. Ningún sistema de comunicación es un oasis feliz en medio del desierto: depende de otros subsistemas, se relaciona con ellos, funciona exitosamente si se acopla al resto de la sociedad con una visión estratégica.

Este Congreso nos convoca a analizar cómo implementar la Política de Comunicación recién aprobada, y no debiera eludir dicha circunstancia. Damos por supuesto que la mayoría de nosotros conoce los puntos principales del documento y somos realistas para interpretar que un cuerpo de objetivos y principios, por perfecto que sea, no resuelve mágicamente problemas que tienen, además, un sedimento cultural y la inercia de las tradiciones. Una política es un espíritu, un paraguas regulatorio, una herramienta para mirar el futuro articuladamente. Y, en el caso de Cuba, incluso en medio de amenazas históricas y presentes, es la oportunidad de redescubrir el socialismo con un rostro simbólico moderno, participativo, innovador e irrenunciablemente democrático.

A diferencia del contexto McBride, a nosotros nos asisten varias fortalezascomo puntos de partida:

1)- Voluntad Política. Los documentos de la Conceptualización del modelo han trascendido definitivamente la visión instrumental de la Información y la Comunicación, para concebirlas como recursos transversales al desarrollo.

Bienes públicos y derechos ciudadanos, no patrimonio de nadie, por muy buenas intenciones que tenga.

Herramientas para la rendición de cuentas y el control popular, no reliquias almacenadas en los archivos de algún funcionario.

Garantías de una cultura de transparencia, no pretexto para alimentar solapadamente prácticas de secretismo.

2)- Conciencia de la necesidad de modernizar el Estado, y de que esa meta pasa por utilizar más eficientemente la Información, la Comunicación y la Tecnología.

Lanzaríamos la peor de las señales políticas si, frente a los ojos de la ciudadanía, presentamos una administración pública vieja, carente de creatividad e imaginación, incapaz de responder a las demandas de la sociedad red, lenta para generalizar sus resultados innovadores.

De ella, precisamente, deberían venir, más que de cualquier otro sector de la sociedad, las soluciones para generar un gobierno electrónico fuerte, simplificar los trámites de las personas, acortar las distancias entre ciudadanos y servidores públicos, sin deshumanizar tecnocráticamente las relaciones sociales.

La época en que el Estado ejercía su práctica comunicacional sin la competencia de otros actores quedó definitivamente atrás.

Lograr determinadas jerarquías comunicativas dentro del discurso público es una meta mucho más compleja pero, al mismo tiempo, más estimulante.

3)- Un ecosistema comunicativo radicalmente distinto al de décadas precedentes.

Tenemos, tal vez como nunca antes, la propiedad social sobre los medios. La tecnología ha permitido que las audiencias se apropien de blogs, redes sociales, comentarios en los sitios digitales, o plataformas wikis para la construcción colaborativa del conocimiento.

El modelo mediocéntrico hizo aguas y, desde todas partes, emerge ahora una lógica de comunicación reticular que desdibuja los roles de emisor y receptor, trastoca las formas de distribución y circulación habituales de los mensajes y dispara hasta el infinito las posibilidades de expresión y diálogo social. Cierto que el nuevo contexto supone retos, pero al mismo tiempo podría encarnar la condición de un socialismo más participativo, capaz de desatar sus potencialidades desalienantes y reivindicadoras del ser humano como sujeto consciente y activo.

No lo dudemos: mientras más canales, soportes y lenguajes tengamos para darle voz a la gente, más evidente se hace la necesidad de dotar a la comunicación de una visión estratégica. Para eso llega esta política, pero ¿cómo hacer para convertirla en un movimiento vivo?, ¿qué desafíos tenemos por delante?:
El desafío de la gestión.

Ubiquemos por un minuto en nuestras cabezas la realidad de un medio que, en breve tiempo, deba transitar de la ausencia de personalidad jurídica o un modo de gestión presupuestado, a otro “de tratamiento especial” o empresarial.

Esto, sin contadores ni equipo económico, ni departamentos de innovación entrenados en la venta de productos y servicios, ni profesionales dedicados a negociar la publicidad como fuente de financiamiento, o gestionarla en el entorno digital, será aún más difícil.

La situación es hipotética, pero cabe perfectamente dentro de las prerrogativas otorgadas por la nueva política. Por las razones y hasta sinrazones que sean, hemos aprendido más sobre producir y publicar contenidos, que sobre gerenciar los medios como organizaciones periodísticas.

Una investigación reciente de la Facultad de Comunicación de la UH evidenció que las mayores lagunas en los directivos de medios radican precisamente en los procesos que más impulsarían un cambio organizacional.

Se sabe más de la gestión de procesos editoriales, pero menos de cómo funcionan las redacciones integradas, o la administración, o el manejo creativo de las redes sociales.

Otro estudio más reciente arrojó resultados igualmente inquietantes: la creatividad y la innovación son procesos escasamente valorados respecto a otros que caracterizan, a juicio de unos 100 periodistas entrevistados, el modelo de prensa ideal.

Lo anterior tiene que ver con una mirada desmovilizadora de cualquier ejercicio de planeación estratégica. Muchos de nuestros medios carecen de indicadores de desarrollo.

Todo ello es comprensible, dentro de una cultura profesional necesariamente preocupada por la portada del día, la noticia del momento, el titular más inmediato.

Pero, si queremos hacer el periodismo cubano sostenible, más nos vale construir cuanto antes una visión de futuro, traducirla a las especificidades de cada órgano de prensa, discutirla colectivamente entre todos los trabajadores y convertirla en resultados medibles, evaluables y verificables a corto, mediano y largo plazos.
El desafío de la institucionalidad.

Los expertos del Derecho nos recordarían que una institucionalidad fuerte depende de estructuras fuertes, de un marco regulatorio claro, de minimizar estilos discrecionales, de disponer de recursos humanos capacitados para ejercer la comunicación sin improvisaciones.

Decíamos antes que la institucionalidad de la prensa no es ni puede ser una Isla al margen de otras institucionalidades. Si así fuera, el problema de tener mejores medios se resolvería puertas adentro, y ya somos suficientemente maduros como para admitir que las transformaciones que nos conciernen trascienden, en mucho, la buena voluntad de los periodistas.

Padeceríamos menos el secretismo si las estrategias de comunicación de algunas entidades públicas no fueran documentos muertos, engavetados a la espera de revisiones “de arriba”. Si las direcciones de comunicación estuvieran debidamente jerarquizadas en los organigramas institucionales, si entendiéramos que la cultura comunicacional no es patrimonio solo de comunicadores y periodistas, sino también de los decisores, de los servidores públicos, de toda la sociedad.
El desafío de la apropiación: Una de las propuestas probablemente más osadas de la política es la creación de una estructura para gestionar la comunicación.

Sin antecedentes en 60 años de Revolución de un Ministerio dentro de este ámbito, el nuevo órgano que surja si como aspiramos fructifica la propuesta, deberá conquistar su autoridad a fuerza de persuasión, capacidad articuladora, paciencia, inteligencia para posicionar una visión proactiva de la realidad y buenos resultados.

Ojalá entendamos, sin embargo, que esa misión nos corresponde absolutamente a todos. Esta política es del Partido y por tanto de los ministerios, las Tiendas Recaudadoras de Divisas, la Salud, la Educación, el Deporte, la sociedad civil, los ciudadanos…

Si queremos avanzar con paso firme, deberíamos preguntarnos por qué no funcionaron siempre para la prensa determinadas normativas precedentes.

Bien sabemos, por ejemplo, que varios congresos de la Upec y las propias orientaciones del Buró Político de 1984 y 2007 designaron a los directores de medios como máximos responsables de los contenidos publicados. Bien sabemos también -y ha vuelto a demostrarse recientemente en múltiples investigaciones- que tanto o más que los directores influyen las regulaciones externas.
El desafío de la innovación.

Julio García Luis advierte en su libro Revolución, Socialismo, Periodismo un hecho alarmante:

“Donde más atrasados estamos, donde mayores son nuestras ineficiencias, donde menor claridad conceptual parece haberse alcanzado, es en el campo de la comunicación y la información. Pero esta, sin embargo, no es una esfera cualquiera. Es la arena principal de la confrontación de ideas a escala mundial, y en la que descansa, cada día con más fuerza, el sistema hegemónico global del imperio y el capitalismo. Es el sitio donde se decide quién vence a quién en la lucha por las conciencias y por la cultura (…) Debiera ser el punto donde más sólidas, creativas e irrebatibles fueran nuestras concepciones y proyecciones.”

Este es un ideal al que no podemos renunciar.

Sin que prácticamente nos hayamos dado cuenta, la industria de la Información y la Comunicación ha cambiado radicalmente respecto a lo que era en el pasado siglo.

Los países desarrollados sostienen como servicios vitales para el crecimiento de sus economías el procesamiento de datos, la generación de contenidos para Internet y la producción de audiovisuales. Solo un ejemplo: la industria de la información aporta unos 900 mil millones de dólares en valor agregado a la economía de los Estados Unidos y puede representar hasta una tercera parte de su Producto Interno Bruto. Constituye el 12 por ciento del PIB de los países de la Comunidad Europea.

Es un escenario que nos parece demasiado distante, pero más vale que le prestemos atención de una vez. No solo nos toca comprender el papel de las industrias creativas en el mundo contemporáneo, debemos gestionarlas y sacarles provecho con osadía.

La Política de Comunicación prevé como fuentes de financiamiento de nuestros medios la venta de productos y servicios, la cooperación internacional, la publicidad, el patrocinio, entre otras modalidades.

Es una buena oportunidad para construir alianzas, para darle músculo al sistema de medios públicos, para trascender la producción de contenidos y detenernos en el valor agregado que pudiera generar cada organización periodística. Esto, sin deslumbramientos, sin amplificar eufóricos el peso comercial en la balanza de las ganancias.

Dirigir un medio en la Cuba de hoy exige cultura, criterio propio y mucha sensibilidad política. No minimizar las amenazas, pero tampoco dejar pasar, por facilismo, inercia o cobardía profesional, las oportunidades.
El desafío de la credibilidad.

Algunos pensarán que llegamos a este Congreso para discutir exactamente los mismos problemas que en el anterior. Y en todo caso merecemos y debemos hacer todo lo necesario para que no sea así.

Los más escépticos creerán que nada se ha resuelto. Propongamos, en cambio, apropiarnos de aquella frase atribuida a Máximo Gómez: pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad.

Discutamos a camisa quitada, pero reconozcamos las salidas y los caminos en medio del laberinto.

Tenemos un diseño de país que se despoja de la visión instrumental con la que tradicionalmente se concibió a la prensa. Tenemos Política de Comunicación y esta sienta los fundamentos para las normativas jurídicas que vendrán.

Tenemos más internet, si bien no toda la que quisiéramos, ni a la velocidad ni al precio que necesitamos.

Tenemos un público cada vez más dispuesto a hacer periodismo ciudadano en las redes sociales.

Tenemos una masa crítica intelectual de profesionales que ya no encuadra el debate solamente en términos de política informativa, sino que quiere proponer, de una vez y por todas, un modelo de prensa funcional al socialismo cubano.

En un contexto donde a la generación histórica le siguen nuevos actores, donde los mecanismos de producción y reproducción del consenso han cambiado radicalmente, donde los modos de gestión del sector privado y cooperativo obligan al Estado a maximizar su eficiencia, resolver el problema de la comunicación no es, repito, un desafíomeramente comunicativo.

Para decirlo claramente: el futuro de la Revolución cubana se juega en los terrenos económico y político, pero también y con mucha fuerza, o incluso especialmente, en el campo simbólico.

No escatimemos tiempo para hacer lo que haya que hacer para generar símbolos fuertes, unificadores de la nación, atractivos para las generaciones más jóvenes.

No aplacemos un minuto el objetivo de fortalecer nuestros medios públicos y acompañar ese proceso con los mecanismos económicos, culturales y profesionales que le den sostenibilidad.

Y como decía Julio García Luis, esta es la hora de nosotros, porque “Nadie hablará por nosotros. Nadie hará lo que nos toca hacer a nosotros. Tendremos lo que nos ganemos, lograremos lo que nos merezcamos, dispondremos del espacio que sepamos ocupar. En el mundo del poder no se regala nada y nada viene por añadidura. Ideas, prácticas y hechos son los únicos que pueden movernos hacia delante”.

De la prensa… habla Martí

Por Jose Martí 

«Y corría anteayer un rumor doloroso, desvanecido hoy, por fortuna, con justísimo contento de los que estiman el decoro de la libertad. En el seno de las instituciones libres, donde es el primer derecho del hombre conocerse y serlo, toda libertad racional está garantizada por sí misma, toda idea justa lleva en sí misma su realización. Es entre nosotros, mal que pese a los que holgaran de que se les diese el bello derecho de las víctimas, enteramente libre la manifestación de los pensamientos por la prensa.» (Artículo en Revista Universal, México, 12 de junio de 1875. Obras completas. Tomo 6. Páginas 230 a 231).

«Abierta está la prensa; libre es, y así acaba de ejercerse, el derecho de acusación a los actos del gobierno: libre el derecho de reunir al pueblo y explicarle forma mejor que la actual para desenvolver sus derechos y asegurar y afirmar su prosperidad y ventura nacientes. ¿Por qué ha de acudirse a medios que manchan con sangre, cuando no se han empleado los medios que ilustran con el derecho? ¿Por qué ha de venir la revolución que mata hombres, cuando no se ha empleado la revolución que brota ideas? ¡Así serían acreedores al reconocimiento de la patria los que en su primera era de paz la detienen, la ensangrientan y la perturban?» (Obras Completas. Página 231).

(…) «No es el oficio de la prensa periódica informar ligera y ­frívolamente sobre los hechos que acaecen, o censurarlos con mayor suma de afecto o de adhesión. Toca a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir; tócale examinar los conflictos, no irritarlos con un juicio apasionado; no encarnizarlos con un alarde de ­adhesión tal vez extemporánea, tócale proponer soluciones, madurarlas y hacerlas fáciles, someterlas a consulta y reformarlas según ella; tócale, en fin, establecer y fundamentar enseñanzas, si pretende que el país la respete, y que conforme a sus servicios y merecimientos, la proteja y la honre.

(…) Tiene la prensa periódica altísimas misiones; es la una explicar en la paz, y en la lucha fortalecer y aconsejar; es la otra hacer estudio de las graves necesidades del país, fundar sus mejoras, facilitar así la obra a la administración que rige, y ya que tantas graves cuestiones preocupan en una nación que asciende de una situación vacilante y anómala, a la de tierra dueña y libre, ayude la prensa periódica a los que gobiernan, señalando y presentando estudiadas las cuestiones que han menester más seria y urgente reforma. La prensa no es aprobación bondadosa o ira insultante; es proposición, estudio, examen y consejo». (Artículo en Revista Universidad de México, 8 de julio de 1875. Obras Completas. Tomo 6. Página 263).

«Una es la prensa, y mayor su libertad, cuando en la república segura se contiende, sin más escudo que ella, por defender las libertades de los que las invocan para violarlas, de los que hacen de ellas mercancía, y de los que las persiguen como enemigas de sus privilegios y de su autoridad. Pero la prensa es otra cuando se tiene enfrente el enemigo. Entonces, en voz baja, se pasa la señal. Lo que el enemigo ha de oír, no es más que la voz del ataque.

(…) Eso es Patria en la prensa. Es un soldado. Para el adversario mismo será parco de respuestas, y en vano se le querrá atraer a escaramuzas inútiles porque cada línea de los periódicos de la libertad es indispensable para fundarla: aún el adversario hallará en nosotros más bálsamo que acero. El arma es para herir, y la palabra para curar las heridas. Pero en nuestro campo no reconocemos adversario. Nuestra virtud nos escuda, y nos envolvemos en ella». (Artículo A nuestra prensa. Patria. Nueva York, 14 de marzo de 1892. Obras Completas. Tomo 1. Páginas 322 a 323).

Los grandes desafíos del periodismo cubano

13 julio 2018 


Los periodistas cubanos iniciamos hoy las sesiones finales de nuestro X Congreso. Lo hacemos en medio de un escenario desafiante, difícil, pero lleno de oportunidades; en un mundo de posverdades y reacomodos geoestratégicos; en un país pleno de realizaciones pero no falto de adversidades, que busca renovar y profundizar su modelo económico y social de desarrollo socialista, soberano, independiente, democrático y sostenible.

Venimos de años de constante lidiar -alentados por el llamado de Raúl en el VI Congreso del Partido-, por elevar la calidad del periodismo que hacemos, por acercar cada vez más la agenda de los medios a la de los públicos, por transformar anquilosadas prácticas comunicativas en el país, por ampliar el alcance y la multidireccionalidad de nuestros espacios de comunicación, por aprovechar las herramientas y nuevas formas de hacer que nos han traído las cambiantes tecnologías de la información y la comunicación.

No ha sido un fácil empeño. Ha habido que enfrentar barreras, prácticas obsoletas, mentalidades reacias al cambio, una escasa cultura comunicacional en la sociedad, limitaciones y autocensuras; pero a la vuelta de los años, la batalla librada está rindiendo frutos.

Llegamos a este cónclave del periodismo cubano con una Política de Comunicación del Estado y el Gobierno aprobada (con lenguaje y pensamiento actualizado); con una dinámica comunicacional del Gobierno, impulsada por su Presidente, que hace aun más transparente y participativo el ejercicio de la administración pública (línea a la que ha indicado se sumen los Ministros); con una conciencia clara de la dirección del Partido, refrendada en los documentos emanados de su Congreso y enriquecidos por el pueblo, de que la Comunicación es un bien público, derecho ciudadano, vehículo de participación democrática y valor estratégico para la sostenibilidad y prosperidad del país.

Más no todo está resuelto. Hay todavía rezagos y a veces inercia en nuestros medios, carencias materiales en el sector, falta de estimulación, innovación y creatividad, escasez de determinados profesionales para enfrentar los desafíos de la convergencia mediática y los nuevos modelos de gestión editorial. Los esquemas de gestión económica de nuestros medios andan retrasados y crean trabas frente a la dinámica que tiene hoy la economía cubana y sus diversos actores. Algunos funcionarios públicos rehúyen aún de su deber de informar.

La batalla fundamental de estos tiempos sigue siendo la de las Ideas, a la que nos convocó Fidel, el más comunicador de los revolucionarios cubanos. Los medios somos participantes activos de esa estratégica contienda, en la que la verdad es nuestra más revolucionaria arma. No olvidar nunca las millonarias sumas que el imperio destina para crear medios privados, construir figuras mediáticas y tratar de influir en el espacio público digital cubano con su Grupo Especial para la Internet en Cuba; sin abandonar sus fracasados proyectos de las mal llamadas Radio y TV Martí, que han despilfarrado cientos de millones de dólares del contribuyente estadounidense.

Nuestros medios necesitan crecer desde nuestra experiencia histórica, y desde la apropiación revolucionaria de las mejores experiencias del desarrollo profesional del periodismo en el mundo, para construir verdaderamente un modelo de prensa socialista, genuinamente participativo, atractivo, humanista, ético, analítico, veraz; para sostener una práctica de comunicación social que propicie el diálogo creador y la participación ciudadana consciente en la vida política, económica y social del país.

Para el presente y el futuro de nuestro periodismo revolucionario, sigue siendo cardinal la concepción martiana de la prensa:

“Tiene la prensa periódica altísimas misiones; es la una explicar en la paz, y en la lucha fortalecer y aconsejar; es la otra hacer estudio de las graves necesidades del país, fundar sus mejoras, facilitar así la obra a la administración que rige [ … ] ayude la prensa periódica a los que gobiernan, señalando y presentando estudiadas las cuestiones que han de menester más seria y urgente reforma. La prensa no es aprobación bondadosa o ira insultante; es proposición, estudio, examen y consejo”

Cubadebate, a quince años de su parto fundacional en la web, aspira cada día a ser espacio para ese periodismo mejor que queremos y necesitamos.

“En costa lejana y en mar de Pasión, dijimos adioses sin decir adiós”, Gabriela Mistral



Foto: Raquel Pérez Díaz

Este es el último post de Cartas desde Cuba, lo escribo con tristeza. Tras una década de en el ciberespacio informando sobre la realidad de los cubanos, el blog debe desaparecer, ya no tengo posibilidades de continuar, el cerco se ha cerrado.

Primero se negaron a acreditarme por El siglo-europeo, revista a la que está suscriptos todos los diputados del partido de gobierno de España, y después por Le Monde Diplomatique. Me quedó claro que vetarían cualquier medio que presentara.

Impidiéndome ejercer el periodismo en Cuba, me obligan a buscar trabajo fuera, ampliar las asesorías que realizo y, tal vez, volver a impartir clases, como he hecho en la universidad de La Habana, en la Complutense de Madrid o en la de Tijuana.

Quisiera aprovechar además para escribir otro libro sobre mis años en Cuba, lo cual no había podido hacer debido a la falta de tiempo. Cartas consumía muchísimas de mis energías, escribiendo los post, aprobando comentarios o participando de los debates.

No me quejo, hicimos buenas cosas, llamamos la atención sobre la muerte de una treintena de pacientes del psiquiátrico, sobre la corrupción en la aviación civil en tiempos del General Acevedo o sobre la extraña negociación que precedió al reciente accidente aéreo.

Lo que más me enorgullece es pensar que gracias a Cartas se conoció y resolvió la intervención quirúrgica en España de Rafaelito y apareció la pieza de repuesto del aparato de radiaciones para enfermos de cáncer del hospital Ameijeiras, la cual llevaba 20 días durmiendo en la aduana.

Foto: Raquel Pérez Díaz

Rompimos el dialogo de “guetos”, logrando que unos y otros oigan los argumentos del adversario, y demostrando que cubanos de diferentes tendencias políticas pueden debatir en un ambiente de respeto, si se crea el marco adecuado para ello.

Cierto es que usamos un lenguaje duro y poco diplomático. Tiene que ver con la forma de discutir del rioplatense y con el apasionamiento de los caribeños. Sin embargo, al final tuvimos comentarios basados en argumentos y respaldados por fuentes.

Una de las críticas que me hicieron en la dirección de la Unión de Periodistas de Cuba fue permitir que personas contrarias a la Revolución la criticaran. “Tú sabes que el periodismo digital es el artículo de prensa más los comentarios”, me dijo la especialista.

Decía la verdad pero en Cartas se les brindó el mismo espacio a los revolucionarios para que expresaran sus puntos de vista. Confundir el papel de “mediador” del periodista digital con el del “censor” es un grave error que solo sirve para perder credibilidad.

Cartas fue un espacio para todos y la mayor prueba es que los últimos meses hemos vivido de las contribuciones de nuestros lectores. Recibimos 3810 euros entre los aportes llegados por el crowdfunding, lo que entró a mi banco y lo entregado directamente en mano.

En la cuenta bancaria que abrimos en Cuba, a pedido de nuestros lectores, hemos recibido nada menos que $ 2730.71. Me sentí feliz de que tantos cubanos de dentro y de fuera de la isla hayan considerado que valía la pena aportar para mantener vivo el blog


Foto: Raquel Pérez Díaz

Los enemigos de Cartas son muchos menos pero bastante más poderosos. Al final han logrado que el gobierno ceda a sus exigencias, a pesar de que nunca pudieron probar que me haya plegado a ninguna agenda política enemiga de Cuba ni recibido dinero de nadie.

Muy por el contrario, desde que dejamos BBC hace más de 4 años, mantener Cartas desde Cuba ha costado alrededor de 30 mil dólares, dinero que provenía íntegramente de los ingresos por mi trabajo como periodista y de los ahorros de toda mi vida.

Durante las últimas semanas la seguridad se ha convertido en un problema mayor, hemos tenido que gastar muchos recursos en fortalecer nuestra protección contra miles de ataques diarios, algunos generados por robots en busca de nuestras vulnerabilidades.

Me entristece que este proyecto muera pero me siento ampliamente pagado por la solidaridad de todos ustedes, expresada personalmente, en las redes sociales y en la blogosfera. Sin la menor duda, en el balance entre mi trabajo y el amor recibido de la nación cubana, quedo en deuda.

Cuando Cartas surgió a fines del 2007 era una pequeña balsa tratando de mantenerse a flote entre los mares embravecidos de los extremos. Hoy se multiplican los espacios periodísticos impulsados por jóvenes cubanos que buscan navegar sin más timón que la verdad y también quienes, desde los mismos medios oficiales, luchan por cambiar las cosas.

Ponen proa hacia el sueño de Mandela de crear una prensa “libre de la interferencia del Estado”, con “la suficiente independencia de los intereses creados” y gozando “de la protección de la Constitución, de manera que pueda proteger nuestros derechos como ciudadanos”.

En Cuba la Era está pariendo un periodismo diferente o debería decir que está pariendo diferentes periodismos. Poco a poco, como en un mosaico de Fuster, va naciendo la prensa que los cubanos reclaman, reflejo fiel de la sociedad y de los problemas que de verdad preocupan a la ciudadanía.

Se hace camino al andar y por eso quiero creer que Cartas desde Cuba fue un pasito más en el nacimiento de ese nuevo periodismo cubano. Gracias a todos los lectores por estar siempre y gracias a la nación cubana por haberme acogido como a un hijo.


Foto: Raquel Pérez Díaz

About Fernando Ravsberg

Nacido en Uruguay, corresponsal de Público en Cuba y profesor del post grado de “Información internacional y países del Sur” de la Universidad Complutense de Madrid. Fue periodista de BBC Mundo, Telemundo de EEUU, Radio Nacional de Suecia y TV Azteca de México. Autor de 3 libros, El Rompecabezas Cubano, Reportajes de Guerra y Retratos. View all posts by Fernando Ravsberg →
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