"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

lunes, 27 de abril de 2015

Fotos aéreas de una Cuba nunca vista

El fotógrafo lituano Marius Jovaisa se convirtió en el primer artista que toma imágenes desde el aire en la isla. El resultado, impresiona.

BBC Mundo / 27/04/2015 - 13:15



El fotógrafo lituano Marius Jovaiša consiguió algo que parecía imposible cuando se lo propuso: convencer a las autoridades de Cuba para que le dejasen fotografiar la isla desde el aire, algo que no había hecho nadie antes.

La tarea le llevó cinco años y un gasto de US$1 millón. Ahora ha visto la luz su libro Unseen Cuba ("La Cuba nunca antes vista").

"Quería convertirme en el primer artista en fotografiar Cuba desde el aire", dice Jovaiša, que ha publicado libros similares sobre México y Belice.










Cuba cayó 1-3 ante China en Campeonato Mundial de ajedrez

Cuba cayó hoy 1-3 ante China y sufrió su cuarta derrota consecutiva durante la disputa de la octava ronda del Campeonato Mundial por equipos de ajedrez, con sede en Tsakhkadzor, Armenia.

Las dos victorias de los asiáticos corriendo a cargo de Yangyi Yu ante Lázaro Bruzón, en 71 desplazamientos de una apertura Peón Dama, y de Yi Wei frente a Yuri González, en 39 movidas de una apertura Peón Rey.

Por su parte los primeros tableros Liren Ding y Leinier Domínguez dividieron honores en 32 jugadas de una Caro Kann, el mismo final del desafío entre Ziangzhi Bu y Yunieski Quesada (39 movimientos de una apertura Abierta).

Tras este resultado ante la selección caribeña China acumula ahora 13 unidades y se mantiene en solitario en la cima del certamen tras la derrota de Ucrania, su excompañera de posición, a manos de los Estados Unidos 1,5-2,5.

La única victoria de esa serie la obtuvo Aleksandr Lenderman, con piezas blancas, mejor que el ucraniano Vassily Ivanchuk en 42 desplazamientos de una Defensa Nimzo India.

Terminaron en empates las partidas entre el también ucraniano Ruslan Ponomariov y Samuel Shankland (31, Defensa Siciliana), Pavel Eljanov vs. Alexander Onischuk (EE.UU.), en 61 jugadas de una Defensa India del Rey, y de Daniel Daniel Naroditsky (EE.UU.) ante Yuriy Kryvoruchko, en 28 toques de una Apertura Peón Dama.

El equipo de Armenia, ubicado en la tercera plaza con nueve unidades, superó 2,5-1,5 a su homólogo de la India, y Rusia salió airosa como rival de Egipto al imponerse 3,5-0,5.

El duelo Israel-Hungría terminó 2-2 luego de cuatro empates.

Detrás de Ucrania, segunda plaza (11 unidades) y Armenia (9), se ubican Rusia, Israel, Estados Unidos y Hungría, todos con 8 puntos; Cuba e India, 7, y Egipto, 2.

Mañana en la novena y última ronda serán rivales China-India, Estados Unidos-Cuba, Hungría-Ucrania, Rusia-Israel y Armenia-Egipto.

(Con información de Prensa Latina)

Disturbios y caos en Baltimore tras el funeral de un joven que murió bajo custodia policial


En Baltimore, EE.UU., se han registrado varios casos de enfrentamientos entre agentes de Policía y las personas que se han reunido tras despedir los restos de Freddie Gray, el joven afroamericano que murió de una severa herida espinal mientras se encontraba en custodia policial. El gobernador de Maryland ha declarado el estado de emergencia, se ha activado la Guardia Nacional.


El gobernador de Maryland, Larry Hogan, ha declarado el estado de emergencia tras varias horas de violentos disturbios en Baltimore y ha advertido que ha puesto "en situación de alerta" a la Guardia Nacional con el fin de responder a la "creciente violencia y disturbios" en la ciudad, informa 'Washington Post'. "No vamos a tolerar los casos de saqueos y violencia que han tenido lugar hoy en Baltimore", ha subrayado el gobernador en su comunicado.

Además, la alcaldesa de Baltimore, Stephanie C. Rawlings-Blake, ha establecido un toque de queda que estará en vigor durante toda la semana entre las diez de la noche y las cinco de la madrugada.



Tras el inicio del funeral de Freddie Gray, que se realizó en una iglesia de Baltimore, un numeroso grupo de jóvenes se ha enfrentado a los policías antidisturbios cerca del centro comercial Mondawmin Mall, en el noroeste de la ciudad. Pocas horas antes la alcaldesa de la ciudad hizo un llamamiento a la calma. El centro comercial cerró por la tarde cuando los manifestantes y la Policía se reunieron en la zona. Los jóvenes han tirado piedras, botellas y otros objetos a los oficiales.


REUTERS/Shannon Stapleton


REUTERS/Shannon Stapleton

Los disturbios también se han registrado en otras partes de la ciudad.
El mapa de disturbios en Baltimore



Departamento de Policía de Baltimore y los informes del personal / maps.google.com

Al menos quince agentes de Policía han sido heridos durante los enfrentamientos. Dos de ellos todavía están hospitalizados, según las autoridades.



REUTERS/Sait Serkan Gurbuz


REUTERS/Shannon Stapleton

La Policía antidisturbios ha usado gas lacrimógeno para dispersar a los manifestantes. Se reporta que los agentes han lanzado gas lacrimógeno a la cara de un niño de 6 años.


REUTERS/Shannon Stapleton

Varias calles adyacentes al lugar de los hechos y la estación de metro Mondawin han sido cerradas temporalmente. Al menos 27 manifestantes han sido detenidos en medio de la protesta.


REUTERS/Sait Serkan Gurbuz


Los manifestantes han atacado un coche patrulla subiéndose al techo del vehículo y rompiendo las ventanas. Otros dos vehículos policiales han sido incendiados por los manifestantes.


youtube.com/RuptlyTV

Se reporta que varios comercios en la zona de protestas han sido saqueados.



REUTERS/Shannon Stapleton

Este lunes, miles de personas se han reúnido para despedir los restos de Freddie Gray, el joven afroamericano que murió de una severa herida espinal mientras se encontraba en custodia policial.

La muerte del joven desató las protestas el pasado fin de semana: los manifestantes se enfrentaron con los uniformados en varias ocasiones. Como resultado, 35 personas fueron arrestadas y 6 agentes sufrieron heridas leves. Tras el funeral la Universidad de Maryland Baltimore ha cerrado su campus por precaución ante posibles casos de violencia.

Martí: Un paseo por la tierra de los anamitas / En memoria de Vo Nguyen Giap, héroe de modestia excepcional

José Martí / La Edad de Oro

Un paseo por la tierra de los anamitas​ 

Cuentan un cuento de cuatro hindús ciegos, de allá del Indostán de Asia, que eran ciegos desde el nacer, y querían saber como era un elefante. "Vamos -dijo uno- a donde el elefante manso de la casa del rajah, que es príncipe generoso, y nos dejará saber cómo es". Y a casa del príncipe se fueron, con su turbante blanco y su manto blanco; y oyeron en el camino rugir a la pantera y graznar al faisán de color de oro, que es como un pavo con dos plumas muy largas en la cola; y durmieron de noche en las ruinas de piedra de la famosa Jehanabad, donde hubo antes mucho comercio y poder; y pasaron por sobre un torrente colgándose mano a mano de una cuerda, que estaba a los dos lados levantada sobre una horquilla, como la cuerda floja en que bailan los gimnastas en los circos; y un carretero de buen corazón les dijo que se subieran en su carreta, porque su buey jiboso de astas cortas era un buey bonazo, que debió ser algo así como abuelo en otra vida, y no se enojaba porque se le subieran los hombres encima, sino que miraba a los caminantes como convidándoles a entrar en el carro. Y así llegaron los cuatro ciegos al palacio del rajah, que era por fuera como un castillo, y por dentro como una caja de piedras preciosas, lleno todo de cojines y de colgaduras, y el techo bordado, y las paredes con florones de esmeraldas y zafiros, y las sillas de marfil, y el trono del rajah de marfil y de oro. "Venimos, señor rajah, a que nos deje ver con nuestras manos, que son los ojos de los pobres ciegos, como es de figura un elefante manso". "Los ciegos son santos -dijo el rajah, -los hombres que desean saber son santos; los hombres deben aprenderlo todo por sí mismos, y no creer sin preguntar, ni hablar sin entender, ni pensar como esclavos lo que les mandan pensar otros; vayan los cuatro ciegos a ver con sus manos el elefante manso". Echaron a correr los cuatro, como si les hubiera vuelto de repente la vista; uno cayó de nariz sobre las gradas del trono del rajah; otro dio tan recio contra la pared que se cayó sentado, viendo si se le había ido en el coscorrón algún retazo de cabeza; los otros dos, con los brazos abiertos, se quedaron de repente abrazados. El secretario del rajah los llevó a donde el elefante manso estaba, comiéndose su ración de treinta y nueve tortas de arroz y quince de maíz, en una fuente de plata con su pie de ébano; y cada ciego se echo, cuando el Secretario dijo "¡ahora!" encima del elefante, que era de los pequeños y regordetes; uno se le abrazo por una pata; el otro se le prendió a la trompa, y subía en el aire y bajaba, sin quererla soltar; el otro le sujetaba la cola; otro tenía agarrada un asa de la fuente del arroz y el maíz. "Ya sé -decía el de la pata, -el elefante es alto y redondo, como una torre que se mueve". "¡No es verdad! -decía el de la trompa, -el elefante es largo, y acaba en pico, como un embudo de carne". "¡Falso y muy falso -decía el de la cola, -el elefante es como un badajo de campana!" "Todos se equivocan, todos; el elefante es de figura de anillo, y no se mueve", decía el del asa de la fuente. Y así son los hombres, que cada uno cree que solo lo que él piensa y ve es la verdad, y dice en verso y en prosa que no se debe creer sino lo que él cree, lo mismo que los cuatro ciegos del elefante, cuando lo que se ha de hacer es estudiar con cariño lo que los hombres han pensado y hecho, y eso da un gusto grande, que es ver que todos los hombres tienen las mismas penas, y la historia igual, y el mismo amor, y que el mundo es un templo hermoso, donde caben en paz los hombres todos de la tierra, porque todos han querido conocer la verdad, y han escrito en sus libros que es útil ser bueno, y han padecido y peleado por ser libres, libres en su tierra, libres en el pensamiento.

También, y tanto como los más bravos, pelearon, y volverán a pelear, los pobres anamitas, los que viven de pescado y arroz y se visten de seda, allá lejos, en Asia, por la orilla del mar, debajo de China. No nos parecen de cuerpo hermoso, ni nosotros les parecemos hermosos a ellos; dicen que es un pecado cortarse el pelo, porque la naturaleza nos dio pelo largo, y es un presumido el que se crea más sabio que la naturaleza, así que llevar. el pelo en moño, lo mismo que las mujeres; ellos dicen que el sombrero es para que dé sombra, a no ser que se le lleve como señal de mando en la casa del gobernador, que entonces puede ser casquete sin alas; de modo que el sombrero anamita es como un cucurucho, con el pico arriba, y la boca muy ancha; ellos dicen que en su tierra caliente se ha de vestir suelto y ligero, de modo que llegue al cuerpo el aire, y no tener al cuerpo preso entre lanas y casimires, que se beben los rayos del sol, y sofocan y arden; ellos dicen que el hombre no necesita ser de espaldas fuertes, porque los cambodios son más altos y robustos que los anamitas, pero en la guerra los anamitas han vencido siempre a sus vecinos los cambodios; y que la mirada no debe ser azul, porque el azul engaña y abandona, como la nube del cielo y el agua del mar; y que el color no debe ser blanco, porque la tierra, que da todas las hermosuras, no es blanca, sino de los colores de bronce de los anamitas; y que los hombres no deben llevar barba, que es cosa de fieras; aunque los franceses, que son ahora los amos de Anam, responden que esto de la barba no es más que envidia, porque bien que se deja el anamita el poco bigote que tiene: ¿y en sus teatros, quién hace de rey, sino el que tiene la barba más larga? ¿y el mandarín, no sale a las tablas con bigote de tigre? ¿y los generales, no llevan barba colorada? "¿Y para qué necesitamos tener los ojos más grandes -dicen los anamitas, -ni más juntos a la nariz?: con estos ojos de almendra que tenemos, hemos fabricado el Gran Buda de Hanoi, el dios de bronce, con cara que parece viva, y alto como una torre; hemos levantado la pagoda de Angkor, en un bosque de palmas, con corredores de a dos leguas, y lagos en los patios, y una casa en la pagoda para cada dios, y mil quinientas columnas, y calles de estatuas; hemos hecho, en el camino de Saigón a Cholen, la pagoda donde duermen, bajo una corona de torres caladas, los poetas que cantaron el patriotismo y el amor, los santos que vivieron entre los hombres con bondad y pureza, los héroes que pelearon por libertarnos de los cambodios, de los siameses y de los chinos; y nada se parece tanto a la luz como los colores de nuestras túnicas de seda. Usamos moño, y sombrero de pico, y calzones anchos, y blusón de color, y somos amarillos, chatos, canijos y feos; pero trabajamos a la vez el bronce y la seda; y cuando los franceses nos han venido a quitar nuestro Hanoi, nuestro Hue, nuestras ciudades de palacios de madera, nuestros puertos llenos de casas de bambú y de barcos de junco, nuestros almacenes de pescado y arroz, todavía, con estos ojos de almendra, hemos sabido morir, miles sobre miles, para cerrarles el camino! Ahora son nuestros amos; pero mañana ¡quién sabe!"

Y se pasean callados, a paso igual y triste, sin sorprenderse de nada, aprendiendo lo que no saben, con las manos en los bolsillos de la blusa; de la blusa azul, sujeta al cuello con un botón de cristal amarillo; y por zapato llevan una suela de cordón, atada al tobillo con cintas. Ese es el traje del pescador; del que fabrica las casas de caña, con el techo de paja de arroz; del marino ligero, en su barca de dos puntas; del ebanista, que maneja la herramienta con los pies y las manos, y embute los adornos de nácar en las camas y silla de madera preciosa; del tejedor, que con los hilos de plata y de oro borda pájaros de tres cabezas, y leones con picos y alas, y cigüeñas con ojos de hombre, y dioses de mil brazos; ese es el traje del pobre cargador, que se muere joven del cansancio de halar la djirincka, que es el coche de dos ruedas, de que va halando el anamita pobre; trota, trota como un caballo; más que el caballo anda, y más aprisa; ¡y dentro, sin pena y sin vergüenza, va un hombre sentado! como los caballos se mueren después, del mal de correr, los pobres cargadores. Y de beber clarete y borgoña, y del mucho comer, se mueren, colorados y gordos, los que se dejan halar en la djirincka, echándose aire con el abanico; los militares ingleses, los empleados franceses, los comerciantes chinos.

¿Y ese pueblo de hombres trotones es el que levantó las pagodas de tres pisos, con lagos en los patios, y casas para cada dios, y calles de estatuas; el que fabricó leones de porcelana y gigantes de bronce; el que tejió la seda con tanto color que centellea al sol, como una capa de brillantes? A eso llegan los pueblos que se cansan de defenderse; a halar como las bestias del carro de sus amos; y el amo va en el carro, colorado y gordo. Los anamitas están ahora cansados. A los pueblos pequeños les cuesta mucho trabajo vivir. El pueblo anamita se ha estado siempre defendiendo. Los vecinos fuertes, el chino y el siamés, lo han querido conquistar. Para defenderse del siamés, entró en amistades con el chino, que le dijo muchos amores, y lo recibió con procesiones y fuegos y fiestas en los ríos, y le llamó "querido hermano". Pero luego que entró en la tierra de Anam lo quiso mandar como dueño, hace como dos mil años: ¡y dos mil años hace que los anamitas se están defendiendo de los chinos! Y con los franceses les sucedió así también, porque con esos modos de mando que tienen los reyes no llegan nunca los pueblos a crecer, y más allá, que es como en China, donde dicen que el rey es hijo del cielo, y creen pecado mirarlo cara a cara, aunque los reyes saben que son hombres como los demás, y pelean unos contra otros para tener más pueblos y riquezas; y los hombres mueren sin saber por que, defendiendo a un rey o a otro. En una de esas peleas de reyes andaba por Anam un obispo francés, que hizo creer al rey vencido que Luis XVI de Francia le daría con que pelear contra el que le quitó el mando al de Anam; y el obispo se fue a Francia con el hijo del rey, y luego vino solo, porque con la revolución que había en París no lo podía Luis XVI ayudar; juntó a los franceses que había por la India de Asia; entró en Anam; quitó el poder al rey nuevo; puso al rey de antes a mandar. Pero quien mandaba de veras eran los franceses, que querían para ellos todo lo del país, y quitaban lo de Anam para poner lo suyo, hasta que Anam vio que aquel amigo de afuera era peligroso, y valía más estar sin el amigo, y lo echó de una pelea de la tierra, que todavía sabía pelear; sólo que los franceses vinieron luego con mucha fuerza, y con cañones en sus barcos de combate, y el anamita no se pudo defender en el mar con sus barcos de junco, que no tenían cañones; ni pudo mantener sus ciudades, porque con lanzas no se puede pelear contra balas; y por Saigón, que fue por donde entró el francés, hay poca piedra con que fabricar murallas; ni estaba el anamita acostumbrado a ese otro modo de pelear, sino a sus guerras de hombre a hombre, con espada y lanza, pecho a pecho los hombres y los caballos. Pueblo a pueblo se ha estado defendiendo un siglo entero del francés, huyéndole unas veces, otras cayéndole encima, con todo el empuje de los caballos, y despedazándole el ejército; China le mandó sus jinetes de pelea, porque tampoco quieren los chinos al extranjero en su tierra, y echarlo de Anam era como echarlo de China; pero el francés es de otro mundo, que sabe más de guerras y de modos de matar; y pueblo a pueblo, con la sangre a la cintura, le ha ido quitando el país a los anamitas.

Los anamitas se pasean, callados, a paso igual y triste, con las manos en los bolsillos de la blusa azul. Trabajan. Parecen plateros finos en todo lo que hacen, en la madera, en el nácar, en la armería, en los tejidos, en las pinturas, en los bordados, en los arados. No aran con caballos ni con buey, sino con búfalo. La tela de los vestidos la pintan a mano. Con los cuchillos de tallar labran en la madera dura pueblos enteros, con la casa al fondo, y los barcos navegando en el río, y la gente a miles en los barcos, y árboles, y faroles, y puentes, y botes de pescadores, todo tan menudo como si lo hubieran hecho con la uña. La casa es como para enanos, y tan bien hecha que parece casa de juguete, toda hecha de piezas. Las paredes, las pintan; los techos, que son de madera, los tallan con mucha labor, como las paredes de afuera; por todos los rincones hay vasos de porcelana, y los grifos de bronce con las alas abiertas, y pantallas de seda bordada, con marco de bambú. No hay casa sin su ataúd, que es allá un mueble de lujo, con los adornos de nácar; los hijos buenos le dan al padre como regalo un ataúd lujoso, y la muerte es allá como una fiesta, con su música de ruido y sus cantares de pagoda; no les parece que la vida es propiedad del hombre, sino préstamo que le hizo la Naturaleza, y morir no es más que volver a la Naturaleza de donde se vino, y en la que todo es como hermano del hombre; por lo que suele el que muere decir en su testamento que pongan un brazo o una pierna suya a donde lo puedan picar los pájaros, y devorarlo las fieras, y deshacerlo los animales invisibles que vuelan en el viento. Desde que viven en la esclavitud, van mucho los anamitas a sus pagodas, porque allí les hablan los sacerdotes de los santos del país, que no son los santos de los franceses; van mucho a los teatros, donde no les cuentan cosas de reír, sino la historia de sus generales, y de sus reyes; ellos oyen, encuclillados, callados, las historias de las batallas.

Por dentro es la pagoda como una cinceladura, con encajes de madera pintada de colores alrededor de los altares; y en las columnas sus mandamientos y sus bendiciones en letras plateadas y doradas; y los santos de oro, familias enteras de santos, en el altar tallado. Delante van y vienen los sacerdotes, con sus manteos de tisú precioso, o de seda verde y azul, y el bonete de tejido de oro, uno con la flor de loto, que es la flor de su dios, por lo hermosa y lo pura, y otro cargándole el manteo al de la flor, y otros cantando; detrás van los encapuchados, que son sacerdotes menores, con música y banderines, coreando la oración; en el altar, con sus mitras brillantes, ven la fiesta los dioses sentados. Buddha es su gran dios que no fue dios cuando vivió de veras, sino un príncipe bueno, tan fuerte de cuerpo que mano a mano echaba por tierra a leones jóvenes, y tan hermoso que lo quería como a su corazón el que lo veía una vez, y de tanto pensamiento que no podían los doctores discutir con él, porque de niño sabía más que los doctores más sabios y viejos. Y luego se caso, y quería mucho a su mujer y a su hijo; pero una tarde que salió en su carro de perlas y plata a pasear, vio a un viejo pobre, vestido de harapos, y volvió del paseo triste; y otra tarde, vio a un moribundo y no quiso pasear más; y otra tarde vio a un muerto, y su tristeza fue ya mucha; y otra vio a un monje que pedía limosnas, y el corazón le dijo que no debía andar en carro de plata y de _ perlas, sino pensar en la vida, que tenía tantas penas, y vivir solo, donde se pudiera pensar, y pedir limosna para los infelices, como el monje. Tres veces le dio en su palacio la vuelta a la cama de su mujer y de su hijo, como si fuera un altar, y sollozo; y sintió como que el corazón se le moría en el pecho. Pero se fue, en lo oscuro de la noche, al monte, a pensar en la vida, que tenía tanta pena, a vivir sin deseos y sin manchas, a decir sus pensamientos a los que se los querían oír, a pedir limosna para los pobres como el monje. Y no comía, más que lo que un pájaro; y no bebía, más que para no morirse de sed; y no dormía, sino sobre la tierra de su cabaña; y no andaba, sino con los pies descalzos. Y cuando el demonio Mara le venía a hablar de la hermosura de su mujer, y de las gracias de su niño, y de la riqueza de su palacio, y de la arrogancia de mandar en su pueblo como rey, el llamaba a sus discípulos, para consagrarse otra vez ante ellos a la virtud; y el demonio Mara huía espantado. Esas son cosas que los hombres sueñan, y llaman demonios a los consejos malos que vienen del lado feo del corazón; sólo que como el hombre se ve con cuerpo y nombre, pone nombre y cuerpo, como si fuesen personas, a todos los poderes y fuerzas que imagina; ¡y ese es poder de veras, el que viene de lo feo del corazón, y dice al hombre que viva para sus gustos más que para sus deberes, cuando la verdad es que no hay gusto mayor, no hay delicia más grande, que la vida de un hombre que cumple con su deber, que está lleno alrededor de espinas; pero ¿qué es más bello, ni da más aromas que una rosa? Del monte volvió Buddha porque pensó, después de mucho pensar, que con vivir sin comer y beber no se hacía bien a los hombres, ni con dormir en el suelo, ni con andar descalzo, sino que estaba la salvación en conocer las cuatro verdades, que dicen que la vida es todo de dolor, y que el dolor viene de desear, y que para vivir sin dolor, es necesario vivir sin deseo, y que el dulce nirvana, que es la hermosura como de luz que le da al alma el desinterés, no se logra viviendo, como loco o glotón, para los gustos de lo material, y para amontonar a fuerza de odio y humillaciones el mando y la fortuna, sino entendiendo que no se ha de vivir para la vanidad, ni se ha de querer lo de otros y guardar rencor, ni se ha de dudar de la armonía del mundo o ignorar nada de él o mortificarse con la ofensa y la envidia, ni se ha de reposar hasta que el alma sea como una luz de aurora, que llena de claridad y hermosura al mundo, y llore y padezca por todo lo triste que hay en él, y se va como medico y padre de todos los que tienen razón de dolor; es como vivir en un azul que no se acaba, con un gusto tan puro que debe ser lo que se llama gloria, y con los brazos siempre abiertos. Así vivió Buddha, con su mujer y con su hijo, luego que volvió del monte. Después sus discípulos, que eran muchos, empezaron a vivir de lo que la gente le daba, porque les hablasen de las verdades de Buddha, y de sus hazañas cuando era príncipe, y de como vivió en el monte; y el rey vio que en el nombre de Buddha había poder, porque la gente miraba todo lo de Buddha como cosa del cielo, tan hermoso que no podía ser hombre el que vivió y hablo así. Mando el rey juntar a los discípulos, para que pusiesen en libros la historia y los sermones y los consejos de Buddha; y puso a los discípulos a sueldo, para que el pueblo viese juntos el poder del rey y el del cielo, de donde creía el pueblo que había venido al mundo Buddha. Hubo unos discípulos que hicieron lo que el rey quería, y salieron con el ejército del rey a quitarles a los países de los alrededores la libertad, con el pretexto de que les iban a enseñar las verdades de Buddha, que habían venido del cielo; y hubo otros que dijeron que eso era engaño de los discípulos y robo del rey, y que la libertad de un pueblo pequeño es más necesaria al mundo que el poder de un rey ambicioso, y la mentira de los sacerdotes que sirven al rey por su dinero, y que si Buddha hubiera vivido, habría dicho la verdad, que él no vino del cielo sino como vienen los hombres todos, que traen el cielo en sí mismos, y lo ven, como se ve el sol, cuando, por el cariño a los hombres y la honradez, llegan a ser como si no fuesen de carne y hueso, sino de claridad, y al malo le tienen compasión, como a un enfermo a quien se ha de curar, y al bueno le dan fuerzas, para que no se canse de animar y de servir al mundo; ¡ése sí que es cielo, y gusto divino! Pero los discípulos que estaban con el rey pudieron más; y el rey les mandó hacer pagodas de muchas torres, donde ponían a Buddha de dios en el altar, y los discípulos se mandaron hacer túnicas de seda y mantos con mucho oro y bonetes de picos, y a los discípulos más famosos los fueron enterrando en las pagodas, con sus estatuas sobre la sepultura, y les encendían luces de día y de noche, y la gente iba a arrodillarse delante de ellos, para que les consolaran las penas que da el mundo, y les dieran lo que deseaban tener en la tierra, y los recomendaran a Buddha en la hora de morir. Miles de años han pasado, y hay miles de pagodas. Allí van los anamitas tristes, que ya no encuentran en la tierra ayuda, y la van a pedir a lo desconocido del cielo.

Y al teatro van para que no se les acabe la fuerza del corazón. ¡En el teatro no hay franceses! En el teatro les cuentan los cómicos las historias de cuando Anam era país grande, y de tanta riqueza que los vecinos lo querían conquistar; pero había muchos reyes, y cada rey quería las tierras de los otros, así que en las peleas se gastó el país, y los de fuera, los chinos, los de Siam, los franceses se juntaban con el caído para quitar el mando al vencedor, y luego se quedaban de amos, y tenían en odio a los partidos de la pelea, para que no se juntasen contra el de afuera, como se debían juntar, y lo echaran por entrometido y alevoso, que viene como amigo, vestido de paloma, y en cuanto se ve en el país se quita las plumas, y se le ve como es, tigre ladrón. En Anam el teatro no es de lo que sucede ahora, sino la historia del país; y la guerra que el bravo An-Yang le ganó al chino Chau-Tu; y los combates de las dos mujeres, Cheng Tseh y Cheng Urh, que se vistieron de guerreras, y montaron a caballo, y fueron de generales de la gente de Aram, y echaron de sus trincheras a los chinos; y las guerras de los reyes, cuando el hermano del rey muerto quería mandar en Anam en lugar de su sobrino, o venía el rey de lejos a quitarle la tierra al rey Hué. Los anamitas, encuclillados, oyen la historia, que no cuentan los cómicos hablando o cantando, como en los dramas o en las óperas, sino con una música de mucho ruido que no deja oír lo que dicen los cómicos, que vienen vestidos con túnicas muy ricas, bordadas de flores y pájaros que nunca se han visto, con cascos de oro muy labrados en la cabeza, y alas en la cintura, cuando son generales, y dos plumas muy largas en el casco, si son príncipes; y si son gente así, de mucho poder, no se sientan en las sillas de siempre, sino en sillas muy altas. Y cuentan, y pelean, y saludan, y conversan, y hacen que toman te, y entran por la puerta de la derecha, y salen por la puerta de la izquierda; y la música toca sin parar, con sus platillos y su timbalón y su clarín y su violinete; y es un tocar extraño, que parece de aullidos y de gritos sin arreglo y sin orden, pero se ve que tienen un tono triste cuando se habla de muerte, y otro como de ataque cuando viene el rey de ganar una batalla, y otro como de procesión de mucha alegría cuando se casa la princesa, y otro como de truenos y de ruido cuando entra, con su barba blanca, el gran sacerdote; y cada tono lo adornan los músicos como les parece bien, inventando el acompañamiento según lo van tocando, de modo que parece que es música sin regla, aunque si se pone bien el oído se ve que la regla de ellos es dejarle la idea libre al que toca, para que se entusiasme de veras con los pensamientos del drama, y ponga en la música la alegría, la pena, la poesía o la furia que sienta en el corazón, sin olvidarse del tono de la música vieja, que todos los de la orquesta tienen que saber, para que haya una guía en medio del desorden de su invención, que es mucho de veras, porque el que no conoce sus tonos no oye más que los tamborazos y la algarabía; y así sucede en los teatros de Anam que a un europeo le da dolor de cabeza, y le parece odiosa, la música que al anamita que está junto a el le hace reír de gusto, o llorar de la pena, según estén los músicos contando la historia del letrado pobre que a fuerza de ingenio se fue burlando de los consejeros del rey, hasta que el consejero llegó a ser el pobre -o la otra historia triste del príncipe que se arrepintió de haber llamado al extranjero a mandar en su país, y se dejo morir de hambre a los pies de Buddha, cuando no había remedio ya, y habían entrado a miles en la tierra cobarde los extranjeros ambiciosos, y mandaban en el oro y las fábricas de seda, y en el reparto de las tierras, y en el tribunal de la justicia los extranjeros, y los mismos de la tierra ayudaban al extranjero a maltratar al que defendía con el corazón la libertad de la tierra; la música entonces toca bajo y despacio, y como si llorase, y como si se escondiese debajo de la tierra; y los actores, como si pasase un entierro, se cubren con las mangas del traje las caras. Y así es la música de sus dramas de historia, y de los de pelea, y de los casamientos, mientras los actores gritan y andan delante de los músicos en el escenario, y los generales se echan por la tierra, para figurar que están muertos, o pasan la pierna derecha por sobre la espalda de una silla, para decir que van a montar a caballo, o entran por entre unas cortinas el novio y la princesa, para que se sepa que se acaban de casar. Porque el teatro es un salón abierto, sin las bambalinas ni bastidores, y sin aparatos ni pinturas; sino que cuando la escena va a cambiar, sale un regidor de blusa y turbante, y se lo dice al público, o pone una mesa, que quiere decir banquete, o cuelga una lanza al fondo, que quiere decir batalla, o sopla el alcohol que trae en la boca sobre una antorcha encendida, lo que quiere decir que hay incendio. Y este de la blusa, que anda poniendo y quitando, sale y entra entre los que hacen de príncipes de seda y generales de oro, de mil años atrás, cuando los parientes del príncipe Ly-Tieng-Vuong querían darle a beber una taza de te envenenado. Allá adentro, en lo que no se ve del teatro, hay como un mostrador, con cajas de pintarse y espejos en la pared, y un rosario de barbas, de donde el que hace de loco toma la amarilla, y la colorada el que hace de fiero, y la negra el que hace de rey hermoso, y el que hace de viejo toma la barba blanca. Y se pinta la cara el que hace de gobernador, de colorado y de negro. Por encima de todo, en lo más alto de la pared, hay una estatua de Buddha. Al salir del teatro, los anamitas van hablando mucho, como enojados, como si quisieran echar a correr, y parece que quieren convencer a sus amigos cobardes, y que los amenazan. De la pagoda salen callados, con la cabeza baja, con las manos en los bolsillos de la blusa azul. Y si un francés les pregunta algo en el camino, le dicen en su lengua: "No sé". Y si un anamita les habla de algo en secreto, le dicen: "¡Quién sabe!"


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CUBA POR UNA LONGEVIDAD SATISFACTORIA

Por Pedro Martínez Pírez

Esta semana volverá a ser el Palacio de Convenciones de La Habana la sede de importantes eventos relacionados con la salud y la vida, luego de la exitosa celebración de la Convención Internacional Cuba Salud 2015, a la cual asistieron 2 mil 500 delegados de 73 naciones. 

Ahora se trata de cuatro encuentros encabezados por el Duodécimo Seminario Internacional sobre Longevidad Satisfactoria y Activa, organizado por la Asociación Médica del Caribe y el reconocido Club de los 120 años.

A ese importante Seminario se suman el OCTAVO Encuentro Internacional de Enfermería, el Octavo Simposio sobre Salud Bucal en adultos mayores, así como el Décimo Encuentro Internacional de Centenarios.

Cuba, con una población de poco más de once millones de habitantes y una perspectiva de vida de 77.8 años, tiene más de MIL SETECIENTAS personas centenarias, en su mayoría mujeres.

La Mayor de las Antillas enfrenta grandes retos y desafíos por el progresivo envejecimiento poblacional que la coloca en uno de los primeros lugares en Nuestra América, con 18.3 por ciento de su población con 60 años o más.

Estas realidades imponen a Cuba y a otras naciones del mundo la ineludible meta de garantizar a lo largo del ciclo vital, actividades y acciones que permitan a las personas desarrollarse de acuerdo a sus necesidades biopsicosociales.

En los eventos de esta semana en La Habana, a los cuales asistirán centenares de delegados procedentes de numerosos países, serán analizados los retos sociales, económicos y de salud provocados por el proceso de envejecimiento poblacional, mediante temas relacionados con la alimentación, el ejercicio físico, el medio ambiente, la genética y la motivación en el adulto mayor. Se trata de descubrir los secretos para lograr una buena vejez, con calidad de vida, como diría el siempre recordado escritor colombiano, y Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.


La Habana, 27 de abril de 2015

"ASESINO" en stand que homenajea a Balaguer y militares lo amenazan con "fusilarlo".


RHC. El amanecer de este sábado 25 de abril, apenas inaugurada la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, ‎sorprende a los organizadores y al público con el hecho de que en la fachada del pabellón dedicado al doctor Joaquín Balaguer se encontrase pintada con letras altamente visibles la frase "Un asesino en la historia de República Dominicana". 

El suceso coincide exactamente con la conmemoración de los 50 años de la Revolución de Abril de 1965, que buscaba el derrocamiento del gobierno golpista del Triunvirato, el retorno de la Constitucionalidad y el Gobierno legítimo de 1963, encabezado por Juan Bosch. Esa Revolución comandada por Francisco Alberto Caamaño, enfrentó desde el 28 de abril la intervención militar de las tropas de Estados Unidos.

Los hechos de Balaguer

Hay que recordar que el doctor Joaquín Balaguer, que había sido presidente bajo las órdenes del tirano Rafael Leonidas Trujillo, fue el gobernante que las ‎tropas interventoras dejaron al mando del gobierno en 1966, mediante el fraude electoral, encabezando luego el período conocido como los "12 años" caracterizado por la violación de las leyes, asesinatos, desapariciones, destierros y galopante corrupción. En dicho período fueron asesinados figuras como el mismo Francisco Alberto Caamaño, Orlando Martínez, Florinda Soriano, Homero Hernández, entre otros. Balaguer volvió a gobernar, bajo la sombra del fraude electoral y la corrupción, ocurriendo nuevas violaciones a los Derechos Humanos, como la desaparición del periodista y profesor Narciso González, sin paradero conocido desde 1994.

La exaltación de la figura de Joaquín Balaguer -elevado incluso a la condición de "padre de la democracia- en actos de gobierno, políticos y en la misma Feria del Libro ha causado indignación pública en más de una oportunidad. 

Amenaza de "fusilamiento".

El supuesto autor es un joven proveniente de un barrio popular de la capital. Declaró que al momento de ser visto por uno de los efectivos de las Fuerzas Armadas que tienen bajo su control la Plaza de la Cultura, fue perseguido por éste, quien con su arma corta en la mano le gritó: "¡¡párate para no matarte!!". 

A continuación, otro efectivo de seguridad se le avalanzó golpeándole el rostro, para luego discutir entre ellos si "matarlo" o "lisiarlo". Al ser llevado al área donde guardan sus pertrechos los militares destacados en el recinto de la Feria, otro agente reclamó "dejárselo" para darle "sus garrotazos". Un alto oficial en esos momentos, espetó: "Usted es un comunista, hay que mandarlo a La Victoria", agregando luego: "a este vamos hay a fusilarlo ahora".

Alfonso Urquiola: “Estoy tan decepcionado que no vuelvo a dirigir”


Por Michel Contreras

Después de casi veinte años en el periodismo, el pasado 28 de marzo tuve la sensación de que había logrado una entrevista perfecta. En mitad de la mañana de ese sábado, Alfonso Urquiola me había hablado sin pelos en la lengua –como es menester para que las entrevistas puedan ser perfectas- y salí de su casa con el entusiasmo de un novato en las andanzas de la prensa.

Por esos días se jugaba la postemporada de la Serie Nacional, y el constante viajeteo –una visita a Isla de la Juventud, dos a Matanzas y otras dos a Ciego de Ávila- apenas dejaba tiempo y energías para emprender la escritura de aquella conversación larga, vibrante y complicada. Así pues, decidí publicarla al final del campeonato, cuando volviera a casa y los ecos del torneo empezaran a diluirse en la fanaticada.

Tan lejos como estaba diciembre y, sin embargo, yo cruzaba el umbral de la inocencia. En medio de la final entre Tigres y Piratas, una llamada telefónica me ponía al tanto de que mi entrevista, la que tanto me llenaba de ilusiones, se había convertido en pasto de las redes sociales. Todo el mundo hablaba de ella. Súbitamente, el inefable encanto de lo inédito dejaba de existir, y perdí el interés por describir a mis lectores los detalles de la conversación con el manager de los tabaqueros.

De manera que ahora lo hago entre desanimado y deprimido, como el corredor que llega último en una maratón donde partía de favorito. Tan solo la obligación profesional lo empuja a concluir el recorrido, y es curioso, lo mismo le sucede al que suscribe, que golpea su viejo teclado de laptop con la esperanza de no volver a hablar jamás de este episodio oscuro.

A espaldas mías, alguien grabó la mayor parte del diálogo. Lo hizo a unos seis metros de distancia, medio parapetado en el respaldo de una silla que aparece todo el tiempo en escena, cómplice muda de un ejercicio de barato fisgoneo. No obstante, lo más grave no fue que ese alguien grabara nuestra charla, sino que irresponsablemente compartiera con otros las interioridades de un encuentro lleno de revelaciones personales en medio de un supuesto grupo de amistades.

Confiado en que el ambiente no ofrecía peligro, Urquiola –que es un hombre de verbo caliente- ni siquiera se puso una camisa y empezó a hablar a pecho descubierto, lanzando sus verdades a diestra y a siniestra con esa campechanía que lo distingue. Poca, muy poca hierba sobrevivió al paso de sus tropas.

Estaba herido. Mejor dicho, furioso. Era de la opinión que a Pinar lo habían desfavorecido y arremetió de frente contra todo, desde los mecanismos de trabajo de la Comisión Nacional hasta el desenvolvimiento de narradores y comentaristas deportivos.

Por supuesto, ni yo ni ningún periodista serio de este mundo publicaría textualmente lo que Urquiola me dijo. La razón es sencilla y la conoce todo aquel que domina las nociones básicas del periodismo: toda entrevista, tanto para Cubadebate como para el New York Times, necesita edición.

Personalmente, vivo enamorado de las declaraciones fuertes, quizás porque me suenan más sinceras. De ahí que valoro mejor al pelotero que confiesa “he venido a ganar el campeonato”, que al que, tímidamente, se limita a explicar que “el terreno dirá la última palabra”. No soy dado a editar ese tipo de expresiones que a otros les aterra publicar.

Por eso, cuando mi amigo Martínez de Osaba –presente en la entrevista- me preguntó si iba a omitir algo, le contesté: “Solo lo inevitable”. Esto era, las palabras obscenas, las incoherencias normales en la oralidad, y los duros calificativos dirigidos a la Comisión y los colegas de la radio y la TV.

(Esto último, por un razonamiento ético elemental. Lo anterior, porque se trata de una acusación que Urquiola, con toda seguridad, no había medido en toda su magnitud y trascendencia. Empleó la palabra “corrupción” como mismo podía haber dicho arbitrariedad o favoritismo. No por gusto, la expresión exacta que utilizó fue la siguiente: “Para mí es una corrupción lo que hay. Unos favorecen a algunos y a otros no. Unos pueden hacer lo que les da la gana y otros no”).

Por fortuna, lo que circula por ahí no es la entrevista íntegra. Tiene 47 minutos, y yo grabé 1:08 horas de audio. De manera que algo novedoso quedó en mi poder de aquella tórrida mañana con Alfonso Urquiola, un respetable hombre de béisbol al que -consciente o inconscientemente- han infligido irreparable daño ante los ojos de decenas de miles de personas. Tal vez más.

Lo que sigue es MI entrevista, no esa versión en bruto que tan mal se escucha. Una entrevista que, sin cebarse en el sustantivo escandaloso o el adjetivo exagerado, pone sobre la mesa los rotundos criterios del mentor pinareño. Pero antes de la transcripción de nuestro diálogo, quiero dejar en claro una cuestión…

Varias personas, unas de buena fe, otras con evidente afán torquemadiano, me han sugerido que de haber realizado la entrevista a solas con Urquiola, no estaría pasando por este percance. Pero ocurre que no estoy facultado para botar a nadie en casa ajena, ni le puedo decomisar el teléfono móvil a la gente para evitarle la tentación de filmar a escondidas. Es un mal necesario en los tiempos que corren. Un riesgo que, por más prudentes que seamos, siempre gravitará sobre nosotros. Total, más difícil es atracar un banco, y pasa.

Sin más, tiene la palabra Alfonso Urquiola…

Yo he venido hasta aquí para hablar de la eliminación de Pinar…

-¿Qué quieres que te diga? ¿Tú no viste que varios equipos no ‘lucharon’ como debían los juegos? Eso es una falta de respeto. Pero pon que no los hayan ‘regalado’… ¿Cómo tú, sin terminar el calendario, vas a mandar a los refuerzos para sus provincias?

¿Y a qué crees que se debió ese repunte que tuvo Pinar del Río al final, que ganó 8 juegos de 9?

-A los muchachos. Ellos sabían que estábamos en una situación difícil y que nadie nos iba a regalar nada. Tenían conciencia de que todo el mundo saldría a jugarnos con todo para ver cómo nos sacaban de los playoff. No nos querían porque saben que somos un equipo difícil en esa etapa. Y eso que estábamos diezmados. Teníamos un 50 por ciento menos en el equipo: el shortstop titular, el catcher, un pitcher abridor que me ganaba 8 ó 9 partidos por año, el mejor cerrador, un jardinero como Madera…

Y a eso se le sumó la lesión de Torres.

-Sí. Y lo otro: ¿qué hizo Freddy Asiel? ¿Tú concibes un pitcher del equipo Cuba que solo te gane un juego y que tengas que hacer casi diez carreras para mantener la ventaja cuando lanza? Entre tres pitchers: Freddy Asiel, Torres y Baños, ganaron un solo juego después de la Serie del Caribe. Y al final solo necesitamos una victoria más para clasificar. Pero no estoy justificando nada. Con esa guerrilla salimos a ganar cada juego, ‘metimos’ ocho y bien ganados, porque los demás nos iban con todo, a matarnos.

¿Por qué tú crees que la gente no quiere jugar contra Pinar del Río en playoffs?

-Por la tradición que tiene. La prueba está en cómo vinimos de menos a más con un equipo desarmado. Siempre que se ha acercado la final Pinar ha estado en plenitud de forma. No es porque sea el equipo mío, pero es y siempre ha sido un equipo competitivo.

El único juego que perdieron en ese tramo fue controversial…

-Ese es el juego que yo digo que nos quitaron, porque hubo una equivocación de un ampaya en una jugada de apreciación. Cada cual defiende lo suyo, pero que si te pones a pensar era un juego que para nosotros era esencial y a Ciego no le significaba nada.

¿Y estaba claro que el fildeo de Dennis Laza era de aire?

-Claro, si lo primero que hice fue pedirle al jugador que me dijera la verdad, le dije que yo no salía a reclamar para hacer papelazos. Me dijo: “Profe, la cogí de aire”. Le dije: “si no la cogiste no pasa nada” y me insistió en que la había cogido de aire. Lo vi protestando airadamente enseguida. Cuando tú ves a un tipo protestando así, tú dices: “este tiene la razón”. Puede ser que tú metas un número y protestes, pero cuando ves que no tienes la razón, hasta ahí.

¿No te habrá pesado también el juego que pierden por forfeit?

-Ese juego no fue nada. No estábamos ni en la mitad de temporada. Porque tú te pones a analizar y para nosotros la verdadera competencia empieza en la segunda vuelta. Se había logrado el objetivo: no estar muy lejos de los cuatro primeros lugares. Tú me haces esa pregunta porque ese juego tuvo un impacto, nada más. Ahí se violaron dos cosas. Primero, uno tiene derecho al replay, pero en caso de que haya confusión, predomina la opinión del árbitro y no fue así en ese caso. Y segundo, para decretar el forfeit hay un tiempo establecido en el reglamento.

Es curioso que hayan ganado mucho con un equipo desmantelado, y que al comienzo de la Serie (con las primeras figuras) les costaba bastante obtener victorias.

-Eso fue un problema psicológico, como muchos que aún tenemos. Tal vez influyó la disposición del atleta, el estado mental del jugador, una deficiente preparación física (aunque nosotros aquí siempre los preparamos bien), la estructura de la Serie, las paradas. Somos un equipo que crece con la competencia. Los primeros 45 juegos sorprenden a cualquiera. Si no te pones bien desde el punto de vista físico, mental, te pasan la cuenta. A Pinar a veces le pasa eso. Empezamos mal y cuando nos vemos apretados, reaccionamos y sacamos a relucir el nivel que tenemos. Por eso la gente no nos quiere en playoff. Si yo hubiera estado en la final con esa guerrilla que yo tengo, la historia hubiera sido otra. Con ese final que tuvimos, era contra cualquiera.

¿Es verdad que Freddy Asiel regresaba al roster si ustedes clasificaban?

-No. Yo le dije que era baja y eso no tenía marcha atrás. Por lo menos yo no hago eso. Si él salió porque no estaba dispuesto, por su bajo rendimiento, no puede entrar después.

¿Terminaste decepcionado de la Serie?

-Sí. Y ahora estoy tan decepcionado que no vuelvo a dirigir. Unos hacen lo que les da la gana y otros no lo pueden hacer. Yo te pongo una pila de ejemplos. De qué disciplina y organización me hablan en la pelota cuando un director sale a discutir por una bola o un strike. Discuten bola y strike y en el reglamento dice que no se pude, pero no sacan a nadie del juego. Hay equipos que tiene dos cargabates que se turnan las subseries, o muchos jugadores haciendo swing mientras el juego anda. ¿Dónde has visto a un manager que dirija fuera del dugout mientras la bola está viva? Aquí los hay que dirigen así y nadie dice nada. Luego nos llaman la atención a nosotros por un bolsillo por fuera (“dile a Fulano que se meta el bolsillo por dentro”) o por celebrar la victoria con la gorra hacia atrás. ¿Cuándo tú has visto que alguien vestido de pelotero se ponga a conversar con las gradas desde el terreno? Eso nada más se ve aquí, chico. ¿Dónde no hay una sanción para el ampaya? Yo no quiero saber más de pelota.

¿Y ese nivel de desastre fue lo que te desmotivó?

-No quiero saber más de eso.

A pesar de esa desmotivación, ¿no crees que el equipo te necesitará?

-Me pueden necesitar, pero llega un momento en que uno llega al límite. Mi decisión no tiene nada que ver con Pinar del Río y en lo que pueda ayudar, ayudaré.

¿Crees que Pinar fue perjudicado?

-Eso no es de ahora. Pinar siempre ha sido perjudicado y así ha ido contra todas las banderas, empezando por la prensa, que en la 50 Serie Nacional nos daban en el lugar 12 ó 13 y fuimos campeones. Yo no soy perfecto y puedo equivocarme. El que toma muchas decisiones tiene que equivocarse a veces y más en el béisbol, donde muchas veces son espontáneas. Pero yo hago una y decían “no, no, no, ¿cómo es eso?”. Así pasó mucho en la Serie del Caribe. Decían: “¿por qué deja a Luis Alberto, que no ha bateado?”, pero no aclaran que yo tuve que dejarlo porque el torpedero regular había desertado, el juego estaba empatado y Valdés era quien más impulsaba el empate o la ventaja. Lo que pasa es que vino el muchacho y bateó a la hora buena. Sí te digo una cosa mi hermano, la historia se escribe con hechos y la mía está escrita. Yo no soy mejor que nadie, pero para ser mejor que yo hay que tener todos los títulos que yo tengo. Y yo no sé cómo yo hago, pero contra viento y marea, yo gano. Y si ha sido equivocándome, ah, bueno, quiero seguir equivocándome. Yo no sé ni cambiar una goma del carro, pero de pelota no hay quien me haga un cuento.

Entonces, hay muchas cosas que andan mal…

-Muchas. ¿Qué es lo primero que debe hacer la Comisión antes de empezar la Serie? El aseguramiento logístico de todo. Tú vas al box mío y no tiene la misma altura que otros. Lo primero que deben hacer es revisar los terrenos. ¿Dónde tú has visto que se utilicen bates sin que se sepa de qué madera son o cuáles son sus diámetros? Aquí hay muchos bates que están fuera de regla y a nadie le importa eso. ¿Quién revisa? Nadie. Nos estamos engañando. Nosotros ganamos la Serie del Caribe, que fue un torneo con buena calidad, pero donde no estaban los jerarcas. Tenemos buenos peloteros, sin embargo vamos a los Centroamericanos, a los Panamericanos, a la Serie, y ganamos y decimos: “¡Qué clase de campeonato!”, pero ¿a quién le ganamos? Ahora si tú me dices un Clásico Mundial, al que van los de verdad… ahí sí hay un nivel real.

Y tú crees que la eliminación de Pinar se dio solo debido a las deserciones, las decisiones arbitrales, etc. ¿No hay ninguna causa interna? ¿No hay algo que funcionara mal en el equipo?

-Al principio (te voy a ser sincero) hubo su incertidumbre por el estímulo de la victoria en la 53, pero eso se subsanó. Eso se habló. Se tuvo claro que ellos son peloteros y que hay que hacer el trabajo porque es sagrado. Lo de nosotros es jugar y con ganas. Tenemos una responsabilidad con el pueblo, los amigos, la familia… que es más grande que todo lo que pueda pasar. Hay que exigir con la frente en alto. Yo siempre les dije que había que jugar pelota y que quienes tuvieran deudas con nosotros no podrían dormir.

¿Y no afectó que después tuvieras que dejar peloteros tuyos e ir con un equipo Cuba a la Serie del Caribe?

-No. Se vio que luego de la Serie el equipo se mantuvo e incluso subió su rendimiento. Allá fueron los que se habían ripiado por Pinar. Yo quisiera que hubiera ido el equipo completo, pero había que responder a una política de trabajo. Conmigo fueron todos los que se sacrificaron más y se echaron el equipo al hombro. Dime uno que no haya ido.


-No tenía que estar. Y él sabe que lo defendí hasta el último momento, pero él mismo se buscó no ir. No fue por ningún problema técnico. Pregúntale por qué no fue y te responderá. No fue que nosotros lo dejamos. Hasta el gordo Peraza fue y no tenía que estar porque llevaba tres años sin rendir. Sin embargo, fue. Yo hubiera preferido ir con todos, pero eso se escapaba de mis manos. ¿Tú crees que yo voy a querer dejar a los que día a día se joden conmigo?

¿Y cómo se te dio ese milagro? ¿Cómo ganaste el torneo ganando solo tres juegos de seis?

-Por los meetings. Yo los juegos los gano en los meetings. Todos esos equipos eran más integrales que nosotros. Yo fui con gente lesionada, compadre; con peloteros limitados. Además, ese es un torneo muy intenso por la estructura que tiene, es de muerte súbita. Hay procesos de adaptación, ajustes, que llevan tiempo y eso es lo único que no tienes allí. Sin embargo, el equipo increíblemente se fue ajustando y fuimos mejorando el nivel. Comenzamos tirándole a bolas muy malas, con mucho estado de ansiedad, y después cogimos el ritmo.

Y con la ayuda del árbitro de primera…

-Eso está en el juego. Yo pienso que allí el arbitraje tiene un nivel tremendo desde todo punto de vista. Fíjate que el que ampayea detrás de home tiene una zona de strike muy definida y de ahí no se sale. La zona es pareja para todos. Pero aquí es como una mesa de billar: una bola por la cabeza, strike; una pegada al home, strike; una por dentro, strike. Siempre se dice que no quieren equivocarse, que si son seres humanos, que si hay que perdonarlos… El trabajo de los árbitros debe mejorar. Y si trabajan mal, deben ser sancionados por un tiempo o con multas y hay que traer a otros. Lo que no se puede es seguir como hasta ahora.

¿Qué posibilidades le ves a este Pinar debilitado en la Serie 55?

-Será como armar un rompecabezas. Hay muchas deficiencias que arreglar. Es bien difícil. Sin embargo, yo he tenido que armar ese equipo tres veces porque las tres veces se ha desintegrado y lo he podido hacer en un año o dos. He tenido suerte también con eso. Fíjate si es difícil, que hay provincias que nunca han llegado a un play off y se pasan la vida tratando de mantener un equipo. Pero nosotros nos mantenemos siempre en la pelea, siempre estamos ahí. Es muy complicado formar un conjunto completo. He ganado tres veces, pero con trabajo y ante retiros, deserciones, lesiones, etc. Le gané a la aplanadora de Santiago y no sé si fue milagro, pero lo hice. Con equipos rehechos, que cogimos desmantelados, en la 49 y en la 50 Serie, fuimos ganando. Yo hablaba con la vieja mía antes de morirse y le decía que Dios existía para todo el mundo, pero que a mí me llevaba tenso. Todo lo que he logrado ha sido con mucho sacrificio.

¿Quién es el hombre indicado para tomar las riendas del equipo?

-Habría que pensarlo bien. Al director no le basta con saber de pelota. Ricardo Gallardo sería una opción, pero hay que ver cómo sale eso. No es lo mismo estar de asistente que tener todo el peso sobre los hombros, la reacción puede ser diferente. Hay quien funciona de segundo, pero no como capitán.

¿Es Pinar del Río un equipo complicado?

-No es un equipo difícil. Yo pienso que lo que hay que tener con los muchachos es una línea de trabajo, desde el punto de vista técnico y social. Lo más importante es que funcione la dinámica de grupo, que seamos como una familia, que se desarrollen valores, que se cuiden unos a otros, eso es lo que no puede faltar. En los equipos siempre hay quien es más regado o rebelde, pero la cosa está en unirlo al grupo y adaptarlo a la mayoría. Hay que concientizar que uno está frente a un grupo. Yo les enseño siempre cuándo se puede hacer algo y cuándo hay que estar quieto en base. Ellos me conocen y saben cuándo la cosa está mala porque yo estoy ‘encabronado’, como decimos en Cuba.

¿Eres partidario de una estructura larga?

-En 45 juegos cualquiera se cuela. A veces se te quedan equipos que pueden llegar y se van ajustando. Por lo menos tienen que ser 60 juegos. Ahora te hablan del campeonato sub 23, pero eso es un desastre. Si tú vas a hacer una Liga de Desarrollo, tiene que ser como una sucursal. ¿Por qué tú tienes que cerrar el libro y decir: menores de 23? Hay jugadores de posición que tienen 24 ó 25 años y que no pueden jugar debido a ese límite. ¿Y dónde juegan esos tipos que no pueden jugar y tienen el talento? Tú tienes que dejar eso abierto. No es que tú te me aparezcas con tipos de 28 años, pero por ejemplo, nosotros tenemos un pitcher de 24 años, tira 90 millas y no ha lanzado. ¿Cómo tú vas a cerrar a un jugador así?

Y pese a la eliminación, ¿terminaste satisfecho con la actuación del equipo?

-Sí. Los muchachos hicieron lo imposible. Yo digo que yo clasifiqué. El equipo mío tiene la bandera alta. Gané casi lo mismo que el año pasado, 48, y no clasifiqué. Me decían: “Profe, vamos a guapear con lo que tenemos”. Yo clasifiqué. Ahora, pasan cosas que decepcionan a uno y no se habla de ellas. Yo creo que el único que tira ‘bombas’ eres tú, pero estás disparando desde un lugar al que todo el mundo no tiene acceso. Yo siempre he dicho: no creas en el hombre que habla con la mente, sino en el que te habla con el corazón. Porque los discursos uno los elabora a conveniencia, pero ¿quién elabora lo que dice con el corazón?

¿Y qué tú harías por la pelota cubana para que mejore?

-¿Yo? Nada. Ya yo hice. Ya yo no puedo hacer nada porque a lo que tengo acceso es al equipo mío, a lo otro yo no tengo acceso. Yo digo una cosa: hay que poner a la gente que vive para el béisbol y no a los que viven del béisbol. Ya a mí nadie me puede exigir nada. Yo he hecho lo que he tenido que hacer. Y creo que he hecho bastante por el béisbol.


Foto: Katheryn Felipe.


Foto: Katheryn Felipe.

Comienza en La Habana XIII Seminario Internacional de Longevidad

La Habana, 27 abr (PL) Bajo la organización de la Asociación Médica del Caribe (Ameca) y el Club de los 120 años, se inicia esta tarde en el Palacio de Convenciones de La Habana el XIII Seminario Internacional de Longevidad.

Con el lema "Qué hacer para lograr vivir 120 años y más, con una longevidad activa y satisfactoria", el evento reunirá a especialistas de todas las ramas del saber para debatir sobre las experiencias en ese sentido.

De forma paralela al seminario, que se extenderá hasta el próximo día 30, también sesionarán el IX Encuentro Internacional de Enfermería, el II simposio de Salud Bucal en la Longevidad, y el X Encuentro de Centenarios.

Entre las temáticas a discutir destacan Genética, Motivación, Nutrición y Alimentación, Salud, Actividad Física, Cultura, Sexualidad y Medio Ambiente.

El programa del evento incluye cursos, conferencias magistrales, mesas redondas, simposios, talleres, paneles, exposición de carteles y una caminata denominada "de la eterna juventud".

El XIII Seminario Internacional de Longevidad y sus eventos paralelos lo auspician, entre otros, el Ministerio cubano de Salud Pública, las organizaciones Mundial y Panamericana de la Salud (OMS-OPS), y el Ministerio de Turismo de Cuba.
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