"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 29 de diciembre de 2019

Falleció el Héroe de la República de Cuba Harry Villegas, el «Pombo» de la guerrilla del Che en Bolivia (+Video)

En este artículo: Cuba, Harry Villegas, Obituario, Título Héroe de la República de Cuba
29 diciembre 2019 
Harry Villegas
El general de brigada y Héroe de la República de Cuba, Harry Villegas Tamayo, conocido como «Pombo» en la guerrilla del Che Guevara, falleció este domingo 29 de diciembre de 2019 en La Habana, a los 79 años de edad.
Su fallecimiento se debió a una disfunción múltiple de órganos. Su cadáver fue cremado por voluntad de la familia. Mañana lunes 30 de diciembre se le rendirá homenaje póstumo al destacado combiente.
Harry Villegas nació en 1940 en una familia de campesinos pobres, en Yara, una localidad situada en las estribaciones de Sierra Maestra, entre Bayamo y Manzanillo. Su hermano Téogenes era un joven dirigente local del Partido Ortodoxo, activo opositor a la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958) y seguidor de Fidel Castro, referente de la Juventud Ortodoxa que dirigió el asalto al cuartel Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953.
En 1954, con apenas 14 años, Harry Villegas comenzó a apoyar a los activistas del Partido Ortodoxo en sus acciones de oposición y sabotaje contra la dictadura. Cuando Fidel Castro fundó el Movimiento 26 de Julio el 12 de junio de 1955, Villegas, como muchos jóvenes ortodoxos, se incorporó e integró una célula clandestina que incluía, entre otros, a Leopoldo Cintra Frías («Polo»), Teté Puebla, Manuel Lastre Pacheco, quienes luego se destacarían en la Revolución cubana.
Al comienzo de 1958, Villegas y otros jóvenes decidieron subir a la Sierra Maestra para integrarse a la guerrilla del Movimiento 26 de Julio, pero fueron rechazados por el Che Guevara, quien les dijo que con las armas de bajo calibre con las que estaban no era posible enfrentar a los soldados, invitándolos a volver a bajar al llano, para quitarle las armas a algún soldado y volver. Villegas y sus compañeros buscaron armas de mayor calibre entre las familias conocidas. En esa segunda oportunidad sí fueron aceptados por Guevara, quien en ese momento se encontraba en La Plata.
En los primeros tiempos actuó como mensajero y ayudante y fue enviado a la Escuela de Reclutas de Minas del Frío. Durante la ofensiva del gobierno contra la guerrilla de Sierra Maestra, iniciada en mayo de 1958, Villagas fue enviado a combatir en la Columna 1, dirigida por Fidel Castro, y participó en los combates del Jigüe, Las Vegas, San Lorenzo, Meriño y Las Mercedes.
Cuando se formó la Columna 8 Ciro Redondo, al comando del Che Guevara, Villegas fue asignado a la misma y se convirtió rápidamente en uno de los hombres de confianza del Che, quien integró su escolta con Juan Alberto Castellanos, Hermes Peña, Carlos Coello («Tuma») y Harry Villegas («Pombo»).
En su condición de escolta, permaneció toda la campaña militar junto a Guevara. Participó en la Batalla de Santa Clara y otros combates y luego se estableció en la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, La Habana, a partir de enero de 1959.
En 1961, se desempeñó como administrador de la empresa estatal Sanitarios Nacionales, designado por el Che Guevara en su condición de Ministro de Industria.
En 1963, el Che Guevara envió a varios de dos hombres de confianza (Hermes Peña y Juan Alberto Castellanos) a formar parte del grupo guerrillero que se instaló en el norte de la Argentina, al mando de Jorge Masetti bajo el nombre de Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP). Villegas recibió una clara explicación sobre su ausencia del grupo por parte del Che, quien le mencionó que no lo enviaba debido a su piel negra, que lo hubiera impedido pasar desapercibido en el norte argentino.
Sin embargo, la misma razón jugó un papel importante para que el Che Guevara lo convocara en 1965 a combatir en el grupo de guerrilleros cubanos que aquel encabezaba, en la República Democrática del Congo. Allí tomó el sobrenombre de «Pombo», con el que ha sido mundialmente conocido, que en idioma swahili significa «hoja».
Entre 1966 y 1967 «Pombo» participaría del foco guerrillero que el Che Guevara instaló en Bolivia, en la zona del río Ñancahuazú, y en donde este último moriría. El grupo guerrillero tomó el nombre de Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia con secciones de apoyo en Argentina, Chile y Perú. Los enfrentamientos armados comenzaron el 23 de marzo de 1967.
Villegas fue uno de los cinco hombres3​ (3 cubanos y dos bolivianos) que logró escapar del cerco militar que aniquiló al grupo guerrillero.
Luego de 1967 continuó sirviendo en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, participando como asesor militar en Angola y Nicaragua.
Nació en 1940, en Yara, provincia de Granma. A los diecisiete años ya combatía en el Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. En la invasión al centro de la Isla integró la columna 8 Ciro Redondo y formó parte de la escolta personal del Che.
Recibió la condecoración Héroe de la República de Cuba. Fue General de Brigada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), miembro del Partido Comunista Cubano PCC, vicepresidente y secretario ejecutivo de la Dirección Nacional de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana y estudioso del pensamiento militar de Ernesto Che Guevara.
Entregan colección de DVD por los 20 años de la Mesa Redonda. De izq. a der. Harrry Villegas, Victor Dreke y Julio Camacho Aguilera. Foto: Abel Padrón Padilla/Cubadebate
Combatientes de la Columna 8 Ciro Redondo: Leonardo Tamayo Núñez, Rogelio Acevedo González, Harry Villegas Tamayo y Oscar Fernández Mell. Foto: Ramón Barreras Valdés.
Pombo (der.) junto al Che y su esposa Aleida Marcha. Foto: Archivo
Los exguerrilleros cubanos Harry Villegas (Pombo) y Leonardo Tamayo (Urbano) en Bolivia en octubre de 2017 para los actos por el Aniversario 50 de la caída del Che Guevara Foto: EFE

Vea la Mesa Redonda En Persona con el General de Brigada (R) Harry Villegas, el 13 de octubre de 2015:

jueves, 12 de diciembre de 2019

La cultura en la defensa de la nación. Entrevista a Aurelio Alonso

Publicado: 11/12/2019

Autor:  Rafael Hernández
Este artículo forma parte de la serie:
La cultura en defensa de la nación

¿Qué sentido tiene la defensa de la nación en el terreno de la cultura? ¿Qué distingue sus medios y alcance propios, en contraste con otros –ideológicos, estratégico-militares, políticos, económicos?
¿Está el país especialmente más expuesto hoy en este campo? ¿Cómo precaver que una política defensiva en la cultura no tenga efectos colaterales contraproducentes? ¿En qué medida las fortalezas de la cultura cubana permiten adelantar esa defensa más allá de nuestras fronteras? 
Destacados intelectuales y creadores cubanos reflexionan en torno a estos problemas, en un contexto interno y externo de mayor complejidad.

*Aurelio Alonso: Sociólogo, diplomático y ensayista cubano. Profesor adjunto de la Universidad de La Habana y Profesor Visitante de la Universidad Central de las Villas. Subdirector de la revista Casa de las Américas desde 2005. Premio Nacional de las Ciencias Sociales y Humanísticas por la obra de toda la vida, 2013. Premio Félix Varela de Ciencias Sociales 2018.
Rafael Hernández: En el contexto de esta frase, cuál es para usted el significado de la cultura y cómo se debe interpretar la defensa de la nación?  ¿Qué sentido tiene la defensa de la nación desde una perspectiva cultural?
Aurelio Alonso: Considero que el uso concepto de defensa, como el de cultura, admite con legitimidad  dos connotaciones, una restringida y otra ampliada. Existe hoy un consenso en que al hablar de cultura aludimos a la universalidad de la creación humana y no solo a la espiritual, aunque en la práctica no podemos evitar referirlo a la artística y literaria (y a otras expresiones de la espiritualidad creativa). Corre ya más de un siglo de debate al respecto, como sabes. Visto desde el sentido amplio del concepto el hecho mismo de defender la nación es un hecho cultural, aunque es válido plantearnos también, desde la perspectiva estrictamente cultural, la defensa de la nación. De modo análogo, en cuanto al concepto de defensa no se puede limitar su connotación al plano militar, sino que la defensa comienza por la palabra y las ideas. Desde la paz antes que con las armas –por suerte– la  nación debe ser defendida prioritariamente. Y este sentido de la defensa se extiende desde el terreno de la política hasta el de la propaganda comercial. La defensa de la nación –que no es solo una cuestión de Estado– tiene una vertiente cultural, tan relevante como cualquier otra, se haga claramente visible o no.
RH: ¿Qué distingue el espacio propio de la cultura en la defensa de la nación? ¿Cuál es su alcance respecto a otros campos –estratégico-militar, político, económico, ideológico?
A.A.: Dicho lo anterior, y en sintonía con tus precisiones, me atengo a los quehaceres propios del oficio de la escritura y de las artes, en un contexto contemporáneo, asentado en la fuerza que el desarrollo de los medios de comunicación han dado a la imagen. Hoy, para decirlo con brevedad, el desafío de autenticidad de la creación propia pasa por su capacidad de hacerse competitivo mediáticamente, frente a dispositivos orientados a alejar la nación de sus intereses legítimos, que son los que definen el bienestar accesible de sus pueblos. Y con la recolocación del desafío crece a la vez el riesgo de sucumbir que plantea al intelectual el refinamiento de los resortes hegemónicos, ya sea que lo haga por desorientación o por inmovilismo. Me cuento entre los que piensan que el concepto de cultura provee de contenido a todas las prácticas restantes a que te refieres, y es lo que nos permite utilizarlo como sustantivo cuando nos referimos a cultura económica, cultura militar, cultura política, sin limitarnos a las siete musas.    
A.A.:  Te confieso que no sabría ponderar cuantitativamente el momento de mayor desafío. La nación cubana ha vivido durante sesenta años el desafío de esta amenaza, que ha sido bordado poco a poco, desde los tiempos en que los propios presidentes de los Estados Unidos no calculaban la influencia que alcanzaría en la política el complejo militar-financiero-industrial, hasta volverse el más refinado y cruel de los cercos en todos planos, también en sentido de las obras del espíritu, y no solo en los planos económico, tecnológico, financiero y diplomático. En esa historia, la nación también ha sufrido de sus errores de imprevisión y pecados de inmadurez y de inmovilismo dogmático, pero las rectificaciones han tributado a la edificación una resistencia que se renueva. Lo vivido hoy en Cuba es la resultante de un acumulado perverso de hostilidad imperial y en este sentido el desafío se muestra mayor. Pero también es distinto –creo que siempre va a ser distinto y no solo mayor en términos de tamaño–, y creo que ello exige de nuestra creatividad una información, un aprendizaje y un ejercicio crítico constante. Se hace clave que, como país, sepamos tomar el pulso del cuadro global en que nos desenvolvemos. No solo en el terreno de la política y de la economía, sino también en el de la cultura. En cuanto a las circunstancias globales yo creo que no quedan bien precisadas al decir que son ahora más desfavorables. Prefiero decir que son más complejas, o más complicadas, si me atengo a aquella finísima distinción conceptual que hacía Lezama Lima entre “complejo” y “complicado”. La concentración de poder de los Estados Unidos en el plano global le ha llegado a permitir un nivel de impunidad sin precedentes, y en lo bilateral, su intransigencia hacia la soberanía efectiva de un vecino tan cercano, tan pequeño, tan estratégico, tan emblemático, y tan respondón. Desde esta perspectiva, la situación se hace muy desfavorable. Pero en el plano global la aparición en el mundo de modelos alternativos que, a diferencia del soviético, los aventajan en el plano económico (tasas de crecimiento y desarrollo) y en el social (disminución de la desigualdad y mejores condiciones de vida), es un elemento esperanzador, no solo para esta isla. No menos importante es que el mundo se ha convencido de que la “causa de Cuba” no se ajusta al “tiro al blanco” diseñado en Washington, sino que se acumulan las pruebas dadas, desde seis décadas de resistencia del pueblo cubano, de la legitimidad de un proyecto nacional. La nación cubana es la que ha sido capaz de resistir. La autenticidad de la definición de esta imagen como nación ha sido reconocida de manera inequívoca en Naciones Unidas (y fuera de ella), contra las deformaciones enemigas, que perdieron credibilidad mundial. Es el lado favorable. Yo diría que las “circunstancias globales” son aún desfavorables, pero con balances distintos. Resulta arriesgado cualquier pronóstico.
R.H.: ¿Qué papel les atribuye a los artistas e intelectuales frente a estas amenazas, en el seno de la sociedad cubana? ¿En su proyección internacional? ¿Se comportan así realmente? ¿Cómo facilitarlo?
A.A.: Yo pienso que, en este orden de cosas, un reto importante para nuestros intelectuales es el de saber tomarle el pulso a esa complejidad. La exterior y la interior, que no nos son dadas por separado, sino la una a través de la otra. Y descubrir cómo la complejidad de cada día difiere de la del día anterior, cómo se alteran connotaciones, cómo son vaciados unos conceptos y potenciados otros, cuándo las libertades aluden a valores reales y cuándo apuntalan la desigualdad social, con la cual el liberalismo carga como pecado original; cómo moldea el mensaje mediático valores falsos o equívocos. Pero, a la vez, parejamente, interiorizar sin temor nuestros errores, develar las lagunas de nuestras acciones, impedir que nos paralice la complacencia formal. El hecho cultural supone una inteligencia de las situaciones que no admite reacciones mecanicistas. La banalización es traducida por la historia, en el mejor de los casos (o sea, cuando se logra superar críticamente), en manchas trascendidas por sucesivas generaciones. Cuando no, se convierten en lastres, y “las culpas de los padres las pagan los hijos”. Yo pienso que tenemos ya suficiente conocimiento de nuestros errores, y que haríamos bien en preguntarnos por qué percibimos una y otra vez su recurrencia, y nos comprometiéramos más en esa dimensión de la autocrítica que tendría que alcanzar el plano institucional y no solo reclamarla a la persona.
R.H.: Si la cultura nacional abarca rasgos diversos y cambiantes, ¿reconoce usted identidades culturales diferenciadas y en movimiento? ¿Qué importancia tiene esta distinción para representar la cultura nacional actual que debe defenderse?
A.A.: Por supuesto, diversidad y movimiento son conceptos indispensables cuando tratamos de definir nuestra identidad cultural. La diversidad denota la presencia de lo contradictorio como fuente de desarrollo (para decirlo desde la dialéctica más ortodoxa) y nos obliga a encontrar diferencias en la formación de una identidad nacional. Prefiero pensar así lo diverso para no reducirlo a identidades diferenciadas entre sí. En cuanto a la importancia de estos elementos, que creo que siempre estarían presentes en la definición de identidad, cuando se trata de la cultura cubana actual debemos tener en cuenta la sacudida radical generada por la Revolución de 1959 y sus efectos en el legado sobre el cual se formó la República. Junto a la esencial vindicación de la tradición independentista que produjo el cambio político (y de la cual los historiadores han dado cuenta), queda en pie el desafío del rescate de valores en la historia más cercana que solo desde años reciente se ha emprendido.
R.H.: Si la cultura cubana no está limitada al territorio de la Isla, ¿en qué medida la protección de la nación rebasa sus fronteras? ¿Qué implicaciones tiene este enfoque para el planteamiento de una estrategia de política cultural eficaz?
A.A.: Por supuesto que no es posible comprimir la cultura cubana en las fronteras geográficas de la Isla. Ni en el plano de un pasado centenario ni mucho menos en el de una realidad en la cual la emigración ha crecido y crece, produciendo en el extranjero comunidades cubanas de más de una generación. Ante esta pregunta yo insisto, ahora como necesidad, que me mantengo en el plano de lo espiritual cuando hablamos de cultura, porque  la geografía impone fronteras objetivas al sistema económico social, la institucionalidad, el ejercicio político, las relaciones como Estado. Pero los vasos comunicantes en el plano que subrayamos como esencialmente cultural no deben ser obstruidos; más bien deber ser fomentados por las políticas culturales que el país debe seguir. Hacen parte de la identidad nacional: como afirmaba Cintio Vitier en Resistencia y sociedad, frente a una visión esquemática de los “balseros” de 1994, aun si son antisociales son nuestros antisociales. Tales vínculos no son de naturaleza impositiva, sino biunívocos, y solamente se logran en una interacción que sepa exaltar valores reales de uno y otro lado, una absorción constructiva recíproca, y una  comunicación que se haga consistente sobre las bases del entendimiento y el respeto.
R.H.: Tomando en cuenta la historia de la Revolución, ¿qué recomendaciones haría usted para la aplicación de una estrategia cultural en defensa de la nación? ¿De qué manera precaver contra el folclorismo, el populismo, el elitismo, el provincianismo aldeano, como representaciones de una cultura nacional que se procura defender?
A.A.: La verdad es que cada pregunta tuya me resulta más difícil de responder que la anterior. Para ser del todo sincero, comenzaré por decir que tal vez no sea un ministerio la estructura ideal para diseñar y aplicar una “estratega cultural en defensa de la nación”. La diversidad de los lenguajes de la creación y de la institucionalidad que requiere su entramado social me lleva a pensar que la idea de un consejo de cultura integrado por instituciones independientes y con sistemas de promoción de talentos, educación artística, apoyo estatal a las expresiones creativas, y otras necesidades, como se concibió en 1961, es más efectivo que un ministerio. No estoy pensando en el pasado sino en el horizonte. Con el experimento cubano sucede que, lejos de consolidar las virtudes que debían serle propias, el Consejo se deformó (el CNC), generando un cuerpo con predominio de tendencias sectarias, cuya etapa madura (en sus vicios) recordamos como “quinquenio gris”. Su sustitución por un ministerio pudo neutralizar la onda represiva que había dominado gracias a las capacidades y la proyección del ministro escogido. De haber caído la nueva estructura en manos inadecuadas, las posibilidades que daba la centralización de las funciones podrían haber llegado a calificarse de “décadas grises”, o peor. Es una situación paradójica que algún día será resuelta para dar más vuelo a la cultura nacional. No obstante, con la estructura institucional que tengamos –llámese consejo o ministerio–, pienso que lo primero a tener en cuenta es que la política cultural no puede responder a un patrón impositivo sino partir del caudal creativo acumulado de las formas de expresión y de los valores con los que cuenta el país. Que el debate debe prevalecer y que el talento debe contar con posibilidades de desarrollo. Que cuando se piense en políticas de selección cultural, respondan a las exigencias que las musas inspiraron y se erradique el burocratismo, y la decisión vertical, además tomar en cuenta los otros lastres que señalas, con acierto, en tu pregunta. No es que se pueda decir que no ha existido una estrategia cultural en la Revolución; por el contrario, he sostenido y sostengo que la nuestra es, en primer plano, una Revolución cultural, pero no siempre ha sido gracias a las instituciones sino, incluso a veces, a pesar de ellas.
R.H. ¿Cómo evitar que la defensa de la nación desde la cultura se confunda con atrincheramiento y proyecte vulnerabilidad? ¿Cómo fomentar una cultura nacional que acepta el reto del intercambio, desde una conciencia cultural más cierta y segura de sí?
A.A.: El soldado que se mantenía en la trinchera se sentía protegido (en el pasado, quiero decir, pues ya la trinchera protege muy poco). El atrincheramiento en el terreno de las ideas genera una imagen de protección tan equívoca como en la logística. El experimento socialista que fracasó en Moscú dejó hábitos en todas las izquierdas, los cuales ha costado mucho superar. Un maniqueísmo de signo propio, típico de los sistemas estamentarios, que supone una posesión absoluta de la razón (y el bien) y, a la vez, la concentración de la sinrazón (y el mal) más allá de mi territorio ideológico. La sospecha de toda idea distinta, la reticencia hacia el cambio, la identificación del acierto con la probación, la sacralización de las citas como principios, la confusión de la retórica con la política. Esas reglas torcidas del pensamiento pesan como obstáculo del reto del intercambio en los términos en que te lo planteas. Sus raíces se aferran más allá de los organismos específicos de la cultura y, en mi criterio, constituyen la base del peso muerto que buscamos superar.

lunes, 9 de diciembre de 2019

PROCLAMADO EVO MORALES JEFE DE CAMPAÑA DEL MAS

Por Pedro Martínez Pírez

Lo importante es continuar con el proceso de cambios, declaró Evo Morales al conocer en La Habana que había sido proclamado como Jefe de la Campaña del MAS, Movimiento al Socialismo, para las elecciones de 2020 en Bolivia.

La decisión trascendió durante el congreso ampliado de la organización política creada por Evo Morales, la cual sesionó el este fin de semana en un coliseo de la ciudad central de Cochabamba, colmado de partidarios del Movimiento al Socialismo.

El líder aymara de Bolivia reaccionó de inmediato desde su cuenta en Twitter con muestras de afecto a los miembros del MAS: muchas felicidades hermanos, les deseo mucho éxito. Y agregó Morales estar “sorprendido por el gran encuentro de nuestros movimientos sociales y militantes del proceso de cambios que con unidad y alegría emocionan a simpatizantes de nuestra Revolución Democrática, a nivel nacional e internacional”.

El MAS es la mayor organización política de Bolivia y sus integrantes ocupan las dos terceras partes del parlamento boliviano.

Evo Morales, quien continúa siendo el Presidente del MAS,

viajó en horas de la mañana del pasado viernes de México a Cuba para una consulta médica, según expresó quien fue su ministra de Salud, Gabriela Montaño, en reporte publicado por el diario mexicano La Jornada.

El Presidente Evo Morales está en Cuba en una consulta con el equipo médico que antes lo atendió en Bolivia, puntualizó Gabriela Montaño a la agencia británica Reuters, al tiempo que la Cancillería mexicana precisaba que el viaje era de carácter temporal.

Hace tres años Morales fue tratado en La Habana de un nódulo en la garganta. Antes había sido operado por médicos cubanos para realizarle un correctivo en las fosas nasales, y poco después fue intervenido en sus rodillas tras lesionarse jugando fútbol.

Desde La Habana y en declaraciones a la multinacional TeleSur reiteró Morales este domingo que por ahora, y momentáneamente, está fuera del país, pero en cualquier instante volverá a Bolivia para enfrentar y ganar en primera vuelta, con un candidato unitario, las próximas elecciones.

Cuba fue uno de los países de Nuestra América que con mayor fuerza condenó el golpe de Estado contra el Presidente Evo Morales, y también se vió obligada a retirar al contingente médico que desde hace años prestaba servicios en la nación del Altiplano fundada por el Libertador Simón Bolívar.

La Habana, 8 de diciembre de 2019.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Mario Vargas Llosa, cada vez más devaluado, cada vez más mentiroso

Posted: 07 Dec 2019 04:19 PM PST
Atilio A. Boron, Rebelión

Mario Vargas Llosa definió una vez el oficio del escritor como el de alguien que escribe mentiras que parecen verdades. Tal es el empecinamiento con que el novelista ha cultivado esta práctica que se le ha vuelto costumbre cada vez que se interna en la crónica o el ensayo político. El más reciente ejemplo de esta malsana actitud lo ofrece su nota “El fin de Evo Morales”, publicada en El País de Madrid el 1º de Diciembre y en donde da rienda suelta a su odio visceral contra el depuesto presidente boliviano [1]. Enumerar y refutar cada una de las mentiras volcadas en ese artículo me obligaría a escribir otro libro, y la verdad es que con uno ha sido suficiente. Es una figura cada vez más devaluada porque sus silencios ante las masacres perpetradas por sus amigos Piñera y Duque y, ahora, el brulote lanzado en contra de Evo Morales han tenido la virtud de mostrar que tras la máscara amable de un liberal “aggiornado” se encuentra un energúmeno reaccionario, racista y ganado por el odio. Por eso seré breve en la enumeración de sus mentiras.

Primera, cuando dice que “los bolivianos se han librado de él no porque sea “indio” (que no lo es, nos dice)” y, además tampoco “es el primer presidente indígena en la historia de Bolivia... y que Bolivia ha tenido varios presidentes indígenas (algunos dictadores), como Perú, México, Ecuador y Guatemala.” Dado que la antropología y en general las ciencias sociales no son precisamente su fuerte el escritor cree que cualquier gobernante de tez morena es un indio, con lo cual la galería de presidentes indígenas de Latinoamérica y el Caribe sería interminable. Pero lo cierto es que hubo un solo caso anterior al de Evo: Benito Juárez, indígena zapoteca que llegó a ser presidente de México. Pero nadie más. No sólo en ese país sino en Meso y Sudamérica. Por otra parte sólo una mente ofuscada por el odio amalgamado con una maligna conveniencia política puede negarle a Evo su condición de indígena. Es que para un señorito de la decadente e hipercolonizada aristocracia arequipeña un indio es un homínido que corre semidesnudo por las sierras cazando conejos. Si habla, razona, persuade y se convierte en un referente político nacional e internacional no puede ser un indio, tiene que ser otra cosa. Según sus palabras: “un mestizo cultural como lo somos buena parte de los latinoamericanos, en muy buena hora.” O sea, Vargas Llosa y Evo Morales están milagrosamente hermanados gracias a la magia del mestizaje cultural.

Segunda mentira, Evo fue destituido por una enorme rebelión popular provocada “porque mediante amaños múltiples se las arregló para permanecer 14 años en el poder, en contra de la Constitución boliviana” y porque se “disponía, mediante un fraude grotesco… a quedarse indefinidamente en el Gobierno.” Al referirse a los amaños múltiples el peruano debe estar pensando en las elecciones que ganó Evo en el 2005 (con el 53.7% de los votos); 2009 (64.2%); 2014 (61.3%) y la última en 2019 (47.08%) en donde le sacó 10.57% de ventaja a Carlos Mesa, un probo hombre de la democracia y la república que antes de las elecciones había declarado que no reconocería otro resultado que no fuese el que lo consagrara como triunfador. Evo obtuvo una proporción de votos menor a lo habitual, pero aún así se impuso con holgura y por más de los diez puntos que establece la Constitución Política del Estado Plurinacional para designar al ganador en primera vuelta. Una diferencia de 0.17% fue suficiente para catapultar a John F. Kennedy a la Casa Blanca. En cambio, los 0.57% de Evo fueron sólo el preludio de un golpe de estado que venía siendo cuidadosamente preparado a lo largo de los últimos años. En cuanto a las supuestas intenciones del líder boliviano de eternizarse en el poder es llamativo que Vargas Llosa jamás haya manifestado la menor preocupación durante los catorce años de gobierno de su amigo Felipe González; o los también catorce de Ángela Merkel para no hablar de Helmut Kohl, quien tuvo que renunciar por un escándalo de corrupción después de permanecer algo más de 16 años en el gobierno de Alemania; o por el desaforado afán por “perpetuarse en el poder” del neoliberal Jaime Nebot que permaneció 19 años en la intendencia de Guayaquil, dato despreciado por Vargas Llosa más impaciente por hostilizar a Rafael Correa que por tomar nota de nimiedades como las de Nebot. Claro que ninguno de estos es indígena y en cambio son todos neoliberales. Lo que es virtud en algunos se convierte en vicio en el caso de Evo. La inmoralidad y la chapucería de este doble rasero es evidente y exime de mayores comentarios.

Volviendo al tema del supuesto fraude es preciso reconocer que efectivamente hubo algunas irregularidades en la transmisión rápida de los datos pero éstas nunca alcanzaron una magnitud capaz de volcar el resultado de la elección o hundir la diferencia que obtuvo Evo por debajo del diez por ciento. En el Informe de 95 páginas de la OEA sobre las elecciones bolivianas del 2019 la expresión “fraude” o “fraudulento” que con tanta ligereza emplea el hechicero de la tribu (en seis ocasiones en su libelo) no aparece ni una sola vez [2]. Sería bueno que para conservar algo de la poca credibilidad que le queda don Mario se informe bien antes de escribir tonterías. Ya antes del demorado Informe de la OEA el prestigioso Center for Economic and Policy Research (CEPR) de Washington produjo un informe en donde “no se encuentra evidencia de que hubo irregularidades o fraude que afecten el resultado oficial que le dio al presidente Evo Morales una victoria en primera vuelta”.[3] El departamento de Ciencia Política de la Universidad de Michigan, el más renombrado en el estudio del comportamiento electoral, publicó un largo estudio en donde demuestra que Evo ganó en buena ley.[4] El profesor Walter R. Mebane Jr., una autoridad en el análisis de los fraudes electorales, comprobó la existencia de “irregularidades estadísticas que podrían indicar fraude sólo en 274 de las 34.551 mesas de votación y que (esto) no se diferencia mucho de patrones vistos en otros comicios en Honduras, Turquía, Rusia, Austria y Wisconsin. Incluso si se excluyen los votos fraudulentos, el MAS tiene una ventaja superior al diez por ciento”, sentenció al final de su extenso trabajo.

Tercera mentira: decir que “Bolivia está en calma”. Los 23 muertos son una macabra refutación de sus dichos. Por empezar ya suman 31. Las hordas fascistas incitadas y protegidas por los compinches de Vargas Llosa –los Mesa, Camacho, Ortiz, Murillo, Añez y otros de esa ralea, a los que se unieron los militares y policías corruptos- asolaron y aterrorizaron las principales ciudades del país; incendiaron y saquearon hogares de ministros, funcionarios y parlamentarios del MAS y tomaron de rehenes a sus parientes (en algunos casos adolescentes o ancianos) que bajo amenaza de muerte, suplicaban a sus mayores que renunciasen a sus cargos o traicionaran al líder depuesto; apresaron y apalearon a periodistas y dando muestras de su coraje y espíritu democrático humillaron a las “señoras de pollera”. Esta valiente turba de exaltados “vargasllosistas” –¿serán estos a los que alude en La Llamada de la Tribu?- descargó su odio sobre Patricia Arce, la alcaldesa de Vinto, una pequeña ciudad del departamento de Cochabamba. La pobre mujer fue arrastrada por las calles descalza, le cortaron su pelo a tijeretazos y cuchillazos, la embadurnaron con pintura roja, le destrozaron su ropa y la exhibieron por horas postrada en el suelo como se hacía en los tiempos de la colonia con los indígenas rebeldes o insumisos. O como hasta hace poco hacían los criminales del Estado Islámico en Oriente Medio, fotografiando y filmando a las víctimas de sus ejecuciones. La infame policía que se amotinó contra Evo se limitó a observar, inmutable, toda esa barbarie. Demoró cuatro horas en aparecer en escena y “restaurar el orden”, o la supuesta “calma” de la que habla el novelista.

Estos rufianes son los protagonistas de la recuperación democrática de Bolivia que con sus venenosas palabras enaltece Vargas Llosa desde Madrid mientras recibe un guiño aprobatorio de la derecha mundial. Una “calma” obtenida luego de que la policía y las fuerzas armadas garantizaran “zonas liberadas” para que las pandillas de la restauración neoliberal creasen el caos requerido para que los jefes policiales y militares le comunicasen a Evo que debía renunciar. Fuerzas de represión cobardes y corruptas cuyos jefes no tardaron sino un par de días en huir con las generosas pagas desembolsadas por “la embajada” buscando refugio, como tantos otros maleantes (Gonzalo Sánchez de Lozada, responsable junto a Carlos Mesa de la masacre de al menos 70 personas en la guerra del gas en octubre de 2003) en Estados Unidos. Huyeron después de destruir la economía más próspera de Latinoamérica en los últimos diez años, de asesinar a 31 bolivianos, dejar centenares de heridos, decenas de desaparecidos muchos de ellos secuestrados ante los ojos de sus familiares, de haber encarcelado a más de mil personas, de haber gaseado a procesiones de dolientes que iban a enterrar a sus muertos, de haber reprimido con saña a gentes que salieron a defender una institucionalidad pisoteada por una derecha que jamás creyó, ni creerá, en la democracia. Que para ese sector social, producto de la descomposición del orden colonial, aquélla sólo es admisible siempre y cuando sus privilegios e intereses se encuentren salvaguardados y el incondicional sometimiento de Bolivia a las directivas del imperio no sean puestas en cuestión.

Tres mentiras graves de un mentiroso incorregible. Un escritor desgraciadamente ganado por la furia y el fanatismo propio de los conversos. En este caso su desgraciado periplo desde el marxismo sartreano al liberalismo que justifica y exalta a la sociedad más injusta de la historia de la humanidad y en la que el 1 por ciento de la población mundial detenta más riqueza que el 99 por ciento restante. Cólera del converso que se potencia con el resentimiento elitista que le produjo la bochornosa derrota sufrida a manos de un desconocido, el “chinito” Alberto Fujimori en las elecciones presidenciales peruanas de 1990. En el balotaje de esa elección el novelista apenas si obtuvo el 37 por ciento de los votos de la ciudadanía. O sea, fue repudiado por dos de cada tres peruanos, una afrenta de la que no se recobrará jamás y que alimentará el fuego eterno de su odio a todo lo que huela a plebeyo. No pudo ser presidente del Perú como su arrollador egocentrismo lo llevó a anhelar durante tanto tiempo, mientras que Evo, el humilde indígena aymara, sí lo fue. Y para colmo, para ahondar su herida narcisista, éste fue el mejor presidente de la historia de Bolivia y Vargas Llosa quedó para siempre convertido en un animador cultural de las tertulias de los ricachones de España y de los cortesanos del rey Juan Carlos que premió sus servicios ungiéndolo como marqués. Devenido también en un embaucador profesional al servicio del imperio, encargado de apelar al hechizo de sus palabras para ofuscar, deformar y adormecer las conciencias de las víctimas del imperialismo. De ahí el odio que enceguece su inteligencia y que lo lleva a escribir piezas tan vergonzosas como las que estamos comentando y de las cuáles debería retractarse lo antes posible para rescatar parte de la honorabilidad perdida a causa de sus escritos políticos.

Releo estas notas y me vienen a la memoria unas lóbregas palabras de otro converso, aunque no tan reaccionario como Vargas Llosa. En su novela distópica 1984 George Orwell hace decir a O’Brien, uno de sus malignos protagonistas, que “las viejas civilizaciones afirmaban que se basaban en el amor o en la justicia. La nuestra se basa en el odio. En nuestro mundo no habrá otras emociones que no sean el miedo, la ira, el triunfo y la humillación. Destruiremos todo lo demás, absolutamente todo” [5]. Eso es lo que el capitalismo está haciendo en nuestro tiempo; es lo que acaba de hacer en Bolivia, contando con la complacencia, o complicidad, de intelectuales como Mario Vargas Llosa. La humanidad deberá reaccionar antes de que sea demasiado tarde.
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Notas:

[4] “Evidence Against Fraudulent Votes Being Decisive in the Bolivia 2019 Election”, disponible en http://www-personal.umich.edu/~wmebane/Bolivia2019.pdf
[5] 1984, edición electrónica disponible en: www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS, p. 217.

Una mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización

jueves, 5 de diciembre de 2019

Una grave acusación y un giro crucial en el proceso de juicio político contra Trump


Por Stephen Collinson03:47 ET(08:47 GMT) 5 Diciembre, 2019

(CNN) – La acusación impresionantemente significativa que los demócratas consignaron en su informe de juicio político representa el esfuerzo más amplio hasta el momento para entender el alcance del supuesto delito del presidente Donald Trump y convertirlo en una inculpación definida.

En efecto, el resumen de 300 páginas de la Comisión de Inteligencia de la Cámara sobre testimonios de testigos, cronologías y registros telefónicos acusó a Trump de perpetrar uno de los delitos políticos más graves en la historia de Estados Unidos.

El informe es una hoja de ruta hacia artículos formales para la destitución: el argumento dirigido a una nación –dividida sobre el destino político de Trump– acerca de que no hay otra alternativa diferente a destituirlo de su cargo 11 meses antes de las próximas elecciones generales por la presión que ejerció sobre Ucrania a cambio de favores políticos.

La acusación severa que la Comisión Judicial de la Cámara asumirá en su primera audiencia de juicio político este miércoles se ajusta a la gravedad del deber más serio del Congreso: decidir si finaliza una presidencia.

Esto es que el presidente número 45 de Estados Unidos representa una amenaza inmediata, clara y futura para la seguridad nacional estadounidense, para la Constitución y para la resistencia de la propia gobernanza democrática del país.

“Deberíamos preocuparnos por esto, debemos preocuparnos por esto, y si no lo hacemos, podemos estar absolutamente seguros de que el presidente lo hará todo de nuevo”, sostuvo este martes el presidente de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes, el demócrata Adam Schiff.

A pesar de la intriga del proceso de juicio político, que durante dos meses ha concentrado toda la atención, y del despiadado fuego cruzado político, la audiencia de este miércoles representa un momento oscuro en la historia de Estados Unidos.

Los intentos por destituir a un presidente en funciones solo han llegado hasta este punto en tres ocasiones anteriores y el juicio político generalmente abre llagas que infectan la vida política de la nación durante décadas.

Sin embargo, a pesar de lo crucial que es la situación actual, no resulta una sorpresa. Desde sus primeras horas, la presidencia de Trump se desgarró por las costumbres de su oficina, rechazó las restricciones que sus predecesores aceptaron y se inmiscuyó en los límites de la ley. La acusación parece con frecuencia una consecuencia lógica.

Schiff entrega el bastón del proceso

La seriedad de la acusación desmiente las batallas partidarias superficiales que estallaron a raíz del supuesto esquema de Trump con Ucrania. Es mucho más detallada que el documento de 123 páginas enviado este lunes por la minoría del Partido Republicano en la Cámara de Representantes, el cual no desmanteló los hechos expuestos por los demócratas, pero sí argumentó que la conducta de Trump se ajustó perfectamente a los límites.

Y es un ejercicio mucho más coherente que el de Trump cuando este martes criticó en Londres a Schiff y lo llamó un “ser humano demente”.

La Comisión Judicial de la Cámara asumirá la responsabilidad de conducir la investigación demócrata hacia su resultado aparentemente inevitable: una votación que puede convertir a Trump en el tercer presidente acusado en el pleno para Navidad.

La comisión escuchará a cuatro profesores de derecho constitucional –tres solicitados por los demócratas y uno por los republicanos–, en lo que será la primera prueba a la capacidad del presidente de la Comisión Judicial, Jerry Nadler, para gestionar un proceso tan disciplinado y contundente como el que logró Schiff en audiencias televisadas.

La tarea de la comisión será redactar el producto que entregó Schiff en términos de artículos vinculantes al juicio político, es decir, las acusaciones formales de que el comportamiento del presidente satisface el estándar de “soborno, traición y altos crímenes y delitos menores” requeridos para la destitución.
Una acusación audaz y grave

Específicamente, el informe de Schiff asegura que Trump y una franja más amplia que la previamente establecida de funcionarios y socios de alto rango intentaron obligar a Ucrania para que investigara al potencial rival interno del presidente, Joe Biden, solicitándole así, en efecto, a una potencia extranjera que interfiera en una elección estadounidense. Además, el reporte sostiene que Trump condicionó una visita a la Casa Blanca y casi 400 millones de dólares de ayuda militar por parte de EE.UU. al anuncio de la investigación y a una indagación sobre la teoría de conspiración acerca de que los ucranianos se entrometieron en las elecciones de 2016.

Y cuando Trump se vio descubierto inició un esfuerzo categórico para encubrir su estrategia, que según el informe fue ideado desde los niveles más altos.

Luego, presentando un caso más amplio, el informe demócrata busca poner el comportamiento de Trump en un contexto filosófico y lo compara con las expectativas de la presidencia misma.

La audacia y la gravedad de la acusación contra Trump, en términos históricos y constitucionales, es impresionante.

“Ningún otro presidente ha despreciado la Constitución y el poder del Congreso para realizar la supervisión a este nivel”, asegura el informe. “Ningún presidente ha reclamado para sí mismo el derecho de negar la autoridad de la Cámara para llevar a cabo un proceso de juicio político, controlar el alcance de un poder exclusivamente conferido a la Cámara y prohibir toda cooperación del Poder Ejecutivo”, añadió el documento.

Y continuó: “Hasta el presidente Richard Nixon, quien obstruyó las funciones del Congreso al negarse a entregar evidencia clave, aceptó la autoridad del Congreso para realizar una investigación de juicio político y permitió que sus ayudantes y asesores produjeran documentos y testificaran ante las comisiones del Congreso”.

Advirtiendo que si Trump no se detiene ahora podría cometer nuevos delitos contra el estado –o allanar el camino para un futuro presidente mentiroso–, el informe presenta una teoría clara sobre la destitución, incluso si no llega a una recomendación.

El caso es especialmente estricto cuando se relaciona con lo que la Comisión de Inteligencia llama una obstrucción sin precedentes por parte de Trump hacia la responsabilidad del Congreso de realizar la supervisión.

“El daño a nuestro sistema de controles y equilibrios, y al balance de poder dentro de nuestras tres ramas de gobierno, será duradero y potencialmente irrevocable si la capacidad del presidente para obstaculizar al Congreso no se controla”, advierte el informe.

“Cualquier presidente futuro se sentirá empoderado para resistirse a una investigación sobre su propio delito, malversación o corrupción, y el resultado será una nación con un riesgo mucho mayor de estos tres” escenarios, completa el reporte.

“No procesable”

Las audiencias de la Comisión Judicial de la Cámara son una oportunidad para que los demócratas presenten un caso fuerte que se conecte con el pueblo estadounidense y que dañe irrevocablemente a Trump en términos políticos, incluso en el escenario probable de que el Senado liderado por los republicanos lo absuelva en un juicio político.

Dado el control casi místico de Trump sobre los legisladores republicanos y el apoyo vehemente que tiene de su base, incluso un caso tan completo como este es poco probable que supere a una nación que está irrevocablemente polarizada sobre su presidente.

En su documento previo al informe demócrata, el Partido Republicano en la Cámara de Representantes argumentó efectivamente que nada de lo que el presidente, sus asistentes o su abogado personal Rudy Giuliani hicieron en el caso Ucrania usurpó su autoridad.

Trump argumenta que todo es un “engaño” y rechaza las críticas a la llamada telefónica que sostuvo del 25 de julio con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, asegurando que su conducta fue perfecta.

Pero los republicanos, mientras acusan a los demócratas de privar a Trump de sus derechos y amañar la investigación en su contra, no han desestimado ampliamente los hechos en cuestión.

Se han unido a la campaña de desinformación y desvío de atención de Trump, con el objetivo de devaluar los hechos y crear ambigüedad, dejando así a los votantes no familiarizados con los detalles confusos.

Es una estrategia, realizada en alianzas con los micrófonos conservadores y populistas de los medios de comunicación a favor de Trump, que el presidente impulsó durante la investigación del entonces fiscal especial Robert Mueller y logró amortiguar el impacto político de sus hallazgos.

Algunos republicanos están adoptando un enfoque más limitado a sus argumentos contra el proceso de juicio político.

El representante Jim Sensenbrenner, un republicano de Wisconsin que apoyó la destitución del presidente Bill Clinton hace dos décadas, se centró estrechamente en la llamada telefónica entre Trump y Zelensky.

“No creo que el presidente esté cometiendo un delito de destitución”, le dijo Sensenbrenner a Jake Tapper de CNN. “Ningún presidente debería estar por encima de la ley, tampoco debería estar por debajo de la ley”, añadió.

Sin embargo, los demócratas argumentan en su informe que la llamada fue el “crescendo dramático” de una conspiración de un mes contra Ucrania perpetrada por el equipo del presidente.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Estados Unidos en la etapa fascista.

Posted by heraldocubano

Por Arthur González.


Sin duda alguna, el gobierno de los Estados Unidos ha llegado a la fase superior del imperialismo, el fascismo despiadado que no respeta ningún derecho y menos la soberanía de los otros estados. Así lo confirman los hechos acontecidos durante el presente año 2019.

El presidente Donald Trump desde su llegada a la Casa Blanca, demostró ausencia de ética y valores, que unido a su falta de experiencia política lo hacen un dirigente que toma decisiones a caprichos, a partir de su distorsionada personalidad, sin importarle reglas establecidas para las relaciones internacionales.

Sus desmanes se han puesto en evidencia en el maltrato y ofensas al personal y funcionarios de su gabinete, por lo que muchos renuncian en demostración de rechazo al gobernante.

Trump seleccionó a funcionarios con las más altas posiciones de derecha, de ahí las decisiones que aprueba contra los países y gobiernos que no aceptan sus órdenes imperiales.

Hoy Estados Unidos está fuera de casi todos los tratados internacionales firmados por administraciones anteriores, desata políticas contra quienes se oponen a sus ideas, propicia golpes militares en el mundo, declaró una guerra comercial con China, Rusia y las más recientes con aliados como Francia, Brasil y Argentina, situación que certifica el carácter fascista de su pensamiento.

La obsesión que tiene contra Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia lo llevan a tomar medidas de guerra económica, comercial y financiera jamás vistas con anterioridad, superando ampliamente a los presidentes que le precedieron.

La designación de Mike Pompeo, ex director de la CIA, como Secretario de Estado, derribó la división virtual que existía entre las acciones de política exterior y las de inteligencia, como son la guerra sucia, los planes de asesinato a dirigentes que no son del agrado yanqui, el terrorismo de Estado, las campañas de guerra psicológica y el diseño y financiamiento de golpes militares, al mejor estilo de los ejecutados en la década de los años 60 y 70 del siglo XX.

El neo fascismo yanqui incrementa el racismo, brutales represiones contra los pueblos, si el menor respeto por los derechos humanos, civiles, religiosos, de género y pensamiento, algo que recuerda la actuación del ejército alemán y las SS de Adolfo Hitler, de quien Trump copia hasta algunos gestos y formas de gobernar.

En ese sentido, es tal la guerra psicológica, las campañas de mentiras fabricadas contra todo el que no se le arrodille, que lo conducen al chantaje, la extorsión y la persecución política más despiadada que se pueda imaginar.

Hoy la NED y la USAID, de conjunto con el Departamento de Estado y la CIA, obtienen presupuestos desorbitantes para erosionar a aquellos gobiernos no aceptables para Estados Unidos, que superan ampliamente aquellos dedicados a programas sociales del pueblo norteamericano.

Los planes yanquis para derrocar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, son violatorios de toda razón política, de la Carta de las Naciones Unidas, los Derechos Humanos y de la lógica sensata, sin que nadie en el mundo se le oponga, ni siquiera la Unión Europea, que dobla las rodillas antes sus locuras.

Pompeo sigue al pie de la letra los caprichos de Trump, llegando a confesar sin el más minino pudor, que la CIA prepara a sus funcionarios para mentir, lo que demuestra las razones de tantas falsedades construidas para dañar la imagen de gobernantes no aceptables para los yanquis.

Lo inaudito de esta etapa fascista de Estados Unidos es que, con toda desfachatez y prepotencia imperial, el Secretario de Estado declaró el 2 de diciembre 2019, que “Washington ayudará a los gobiernos legítimos de América Latina para evitar que las protestas, que se desarrollan en diversos países, se conviertan en sublevaciones”.

Fascistas del siglo XXI que apoyan las salvajes y criminales represiones que acometen los gobiernos de Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia, contra los pueblos obstinados de tanta desigualdad, pobreza, exorbitantes costos de la educación, salud, vivienda y transporte, en contraste con los bajos salarios, las exiguas pensiones y recortes en seguridad social, mientras los ricos se llenan sus bolsillos explotando sin piedad.

Para que nadie se llame a engaños del verdadero rostro del neofascismo yanqui, Pompeo, sin ningún temor, justificó que su país pueda participar en los esfuerzos represivos contra las pacíficas protestas populares en América Latina, asegurando con la mayor desfachatez que “Estados Unidos representa el mayor ejemplo de democracia en la historia del mundo”.

¿Pensará el señor que los pueblos no conocen quien reparte dinero para la subversión contra los gobiernos no aceptables para la Casa Blanca?

Con visitar las páginas oficiales de la NED y la USAID se puede comprobar los millones de dólares que destina anualmente Estados Unidos, para derrocar a los gobiernos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, entre otros no aceptables para ellos.

En su continuado discurso para demonizar a Cuba y Venezuela, y justificar las repudiables guerra económica, comercial y financiera que aplican para ahogar a sus pueblos, expresó que “ambos países están detrás de quienes incitan a la violencia y disturbios en estos territorios”, ocultando que precisamente es Estados Unidos quien financia los golpes militares, la propaganda subversiva, los llamados opositores e incluso los actos provocativos y acciones terroristas, con el objetivo de destruir ambos procesos revolucionarios que tanto odian los yanquis.

En la locura enfermiza que corroe a la administración Trump, Pompeo señaló que “La Habana y Caracas quieren secuestrar las protestas y tratan de convertir las democracias aliadas de Washington en dictaduras”, y en su desvarío mediático acusó igualmente a Rusia de “ser una influencia maligna en América Latina”.

Basado en la doctrina hitleriana de repetir una mentira para convertirla en una verdad, acusó a Nicolás Maduro de “negarse a honrar el deseo democrático del pueblo venezolano y su presidente interino legítimo, Juan Guaidó”, idea que causa risas pues el mundo sabe que el Títere fue fabricado por los yanquis, no ha podido obtener respaldo del pueblo, ni tan siquiera de los partidos de la oposición, siendo acusado de corrupto por embolsillarse el dinero de la supuesta “ayuda humanitaria”, durante el fallido Cucutazo, teatro montado meses atrás en la ciudad de colombiana de Cúcuta, fronteriza con Venezuela.

En su imparable guerra psicológica dijo que “miles de agentes de inteligencia cubanos son el soporte vital de régimen de Maduro y por eso hemos echado atrás algunos de los acercamientos con Cuba, aplicándole nuevas sanciones”.

Pompeo elogió sínicamente la expulsión de médicos cubanos de países como Brasil, Ecuador y Bolivia, acciones que persiguen cortar la entrada de dividas a Cuba, como parte del recrudecimiento de su repudiable guerra económica, que en 60 años no han podido doblegar la resistencia y unidad de los cubanos.

Sin máscaras ni afeites, los neo fascistas declaran al mundo que asesinar, masacrar y apresar arbitrariamente a los pueblos, es parte de su política en Latinoamérica, para evitar que los ciudadanos reclamen una vida más digna y humana de la que les ofrece el neo liberalismo impulsado por los yanquis, sistema que solo conlleva a la pobreza, desigualdad, al alto consumo de drogas y a la prostitución infantil, como formas de sobre vivir en ese sistema inhumano, donde las personas solo valen por lo que tienen en sus bolsillo.

Hoy los latinoamericanos no son los mismos de 30 años atrás y si en aquellos años se lanzaron a las calles sin temor a ser asesinados, torturados y desaparecidos, como hicieron los yanquis durante la Operación Cóndor, las nuevas generaciones no podrán ser acalladas, aunque retornen las mismas tácticas imperiales, porque como afirmó José Martí:

“Vencer es el secreto único del bienestar de los pueblos y la garantía de su libertad”
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