"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

sábado, 13 de octubre de 2012

Una campaña electoral con algunas sorpresas

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Obama, durante un acto de campaña en San Francisco (Associated Press).
Esto realmente no se está pareciendo a las elecciones que todo el mundo esperaba. Es evidente que no son las elecciones que Mitt Romney y los republicanos querían y preveían, pero también están pareciendo muy diferentes de lo que los demócratas habían previsto.
Lo que Romney y compañía esperaban era un simple rechazo del presidente Obama debido a la debilidad de la economía. Como nos recuerda a menudo Greg Sargent, un analista de The Washington Post, esto no ha sucedido así ni mucho menos. Por una parte, los votantes tienden a reaccionar ante las últimas tendencias, no ante el nivel absoluto, y la economía ha mejorado en cierta manera a lo largo del último año. Y por otra, la gente se acuerda de la crisis de 2008, da la que sigue culpando a George W. Bush, y sigue estando dispuesta a ser mucho más tolerante con Obama.
Pero como los sondeos se muestran claramente favorables a Obama (sí, lo sé, todo es una conspiración liberal que, de alguna manera, incluye también a Fox News), al menos a mí, me parece evidente que está pasando algo más.

La creencia general –que yo acepté también- era que los demócratas iban a apoyar a Obama, pero de mala gana y sin mucho entusiasmo. Ha habido demasiadas decepciones, y hace mucho que el aura dorada de 2008 ha desaparecido. Mientras tanto, los republicanos mantendrían su unidad y disciplina habituales, y en el mejor de los casos, Obama ganaría por los pelos.
En lugar de eso, los republicanos parecen sumidos en el caos, mientras que los demócratas parecen increíblemente unidos y, me atrevería a decir, cada vez más entusiasmados.
¿Cómo ha ocurrido eso? En parte porque estas elecciones se han vuelto muy ideológicas, mucho más de lo que lo fueron las de 2008. El Partido Republicano ha dejado claro que tiene una visión muy diferente de lo que debería ser EE UU respecto a la de los demócratas, y los demócratas se han unido en torno a su causa. Entre otras cosas, mientras no estábamos mirando, los temas sociales se han convertido en una fuente de fuerza para los demócratas, y no de debilidad, en parte porque el país ha cambiado, y en parte porque los demócratas han reunido finalmente el valor para apoyar como es debido algunas cosas como los derechos reproductivos.
Y déjenme añadir una conjetura: sospecho que el sistema sanitario de Obama terminará siendo una ventaja importante, aunque en los sondeos la gente siempre se haya mostrado ambivalente con respecto a él. El hecho es que Obama puede señalar un gran logro que sobrevivirá si es reelegido, y que desaparecerá si no lo es. Un seguro sanitario para más o menos 50 millones de estadounidenses (30 millones de la Ley de Atención Sanitaria Asequible, y otros 20 millones que perderían la cobertura si se producen los recortes de Romney y Ryan en Medicaid) es suficiente para evitar que la gente piense que da igual quién gane.
Todo esto, a su vez, tiene una consecuencia que no les gustará a los republicanos, suponiendo que la empresa de sondeos Rasmussen no tenga un conocimiento especial de la verdad que no poseen las demás empresas de sondeos, y que Obama gane, de hecho, con un sólido margen. La derecha ya está preparada para culpar al pobre Mitt, afirmando que ha perdido porque no fue lo suficientemente conservador. Pero no es eso lo que estamos viendo; da la impresión de que los votantes están rechazando todo el paquete de la derecha, no solo al mensajero.
Como he dicho, no son las elecciones que todo el mundo se esperaba sino una sorpresa agradable para algunos, y un susto desagradable para otros.
© 2012 The New York Times
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