"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

jueves, 28 de diciembre de 2017

Estados Unidos, modelo racial de la Alemania nazi


Tablet Magazine / Sin Permiso

“Los abogados nazis contemplaban a EE UU, no sin razón, como líder mundial innovador en la creación de leyes raciales”, observa Whitman en su libro "Hitler's American Model". El Sur de EE.UU. y la Alemania nazi eran los regímenes más racistas del mundo en la década del 30.

Protesta de jovenes blancos contra la integración racial en las escuelas, Montgomery, Alabama, 1963.

Un libro de reciente aparición, Hitler's American Model [Princeton University Press, 2017], de James Q. Whitman, argumenta de modo convincente que las medidas políticas de Hitler se inpiraron en el racismo institucionalizado en los Estados Unidos y el pragmatismo de su Derecho consuetudinario.

El 26 de julio de 1935, cerca de un millar de manifestantes antinazis asaltaron el Bremen, un elegante y modernísimo transatlántico alemán que había fondeado en nueva York. Los manifestantes lograron hacer trizas la bandera con la esvástica del barco y lanzarla al río Hudson. Fue el climax de un largo y cálido verano neoyorquino de luchas callejeras entre pronazis y antinazis.

Cinco de los alborotadores del incidente del Bremen fueron detenidos, pero cuando comparecieron ante el juez Louis Brodsky en septiembre de 1935 sucedió algo digno de nota: Brodsky desechó todos los cargos, alegando que la esvástica era “una bandera negra de piratería” que merecía ser destruida, emblema de “una revuelta contra la civilización…un retroceso atávico a condiciones sociales y políticas de antes de la Edad Media, por no decir bárbaras”.

El Derecho que amparaba la valerosa proclamación de Brodsky era cuestionable, y no pasó mucho tiempo antes de que el Departamento de Justicia de Roosevelt se disculpara ante Alemania por la decisión del juez. Hitler elogió a la administración de Roosevelt por desautorizar el dictamen de Brodsky. Pero la absolución de los vándalos antinazis por parte del judío Brodsky se convirtió con todo en una cause celèbre para el partido de Hitler. Las Leyes de Nuremberg de septiembre de 1935, que imponían severas restricciones a los judíos alemanes, eran, así lo afirmaban los nazis, una “contestación” al “insulto” de Brodsky.

James Q. Whitman dedica su nuevo libro Hitler’s American Model [El modelo norteamericano de Hitler] “al fantasma de Louis B. Brodsky”. Pero Whitman discrepa de la afirmación de que el nazismo de mediados de los años 30 fuera un retroceso a la Edad Media. Whitman muestra que las Leyes de Nuremberg, en vez de constituir una bárbara anomalía, se modelaron parcialmente sobre las leyes raciales norteamericanas entonces en vigor. El regimen nazi se consideraba a la vanguardia de la legislación racial, y se inspiraba en Norteamérica. “Los abogados nazis contemplaban a EE UU, no sin razón, como líder mundial innovador en la creación de leyes raciales”, observa Whitman. En la década de los años 30, el Sur norteamericano y la Alemania nazi eran los regímenes más directamente racistas del mundo, orgullosos del modo en que habían privado a negros y judíos, respectivamente, de sus derechos civiles.

Los especialistas académicos hace mucho que saben que el movimiento eugenésico norteamericano inspiró a los nazis; ahora Whitman le añade la influencia de la política de inmigración norteamericana y sus leyes acerca de la raza. Hoy en día, la idea de Whitman de que el nazismo miraba hacia Norteamérica en busca de inspiración se expone a sumirnos en el pánico moral. Pero hay otra faceta de la historia, y en la era de Trump, especialmente, podemos sacarle partido echándole un vistazo riguroso. Nuestro presidente resultó elegido en parte porque capitalizó un nacionalismo de los de EE UU primero, a la caza despiadada de enemigos externos e internos. De acuerdo con esta visión, los cosmopolitas sin raíces, los inmigrantes y los centros urbanos sin ley son una constante amenaza para la verdadera Norteamérica.

Los historiadores le han restado importancia a la conexión entre las leyes raciales norteamericanas y EE UU, porque Norteamérica estaba interesada principalmente en negar la plena ciudadanía a los negros, más que a los judíos. Pero la diestra labor detectivesca de erudición académica de Whitman ha demostrado que a mediados de los años 30, los juristas y politicos nazis se volvían una y otra vez hacia la forma en que los Estados Unidos habían privado a los afroamericanos del derecho a votar y casarse con blancos. Estaban fascinados por la forma en que los Estados Unidos habían convertido a millones de personas en ciudadanos de segunda clase.

Por extraño que pueda parecernos, los nazis consideraban a EE UU como un modelo para la raza blanca, un imperio racial nórdico que había conquistado una ingente cantidad de Lebensraum [“espacio vital”]. Un especialista académico alemán, Wahrhold Drascher, en su libro La supremacía de la raza blanca (1936), contemplaba la fundación de EE UU como un “punto de inflexión transcendental” en el ascenso de los arios. Sin EE UU, escribió Drascher, “nunca habría surgido una unidad consciente de la raza blanca”. Rasse y Raum—raza y espacio vital — eran para los nazis palabras clave tras el triunfo de EE UU en el mundo, de acuerdo con el historiador Detlef Junker. Hitler admiraba el compromiso norteamericano con la pureza racial, alabando las campañas indias que habían “masacrado a millones de pieles rojas hasta dejarlos reducidos a unos cuantos cientos de miles”.
Hitler no se equivocaba al volver los ojos hacia EE UU en busca de innovaciones racistas. “A principios del siglo XX, EE UU era líder global en leyes raciales”, escribe Whitman, más incluso que Sudáfrica. El imperio español del Nuevo Mundo había sido pionero en leyes que ligaban la ciudadanía a la sangre, pero los Estados Unidos desarrollaron una legislación racial bastante más avanzada que la de los españoles. Durante casi un siglo, la esclavitud africana-norteamericana fue una mancha monumental en la Declaración de Independencia de Jefferson y su afirmación de que “todos los hombres han sido creados iguales”. La Ley de Naturalización de 1790 establecía que “cualquier extranjero, tratándose de una persona blanca libre” podía convertirse en norteamericano, y los nazis advirtieron aprobatoriamente que se trataba de un caso inusual de restricciones raciales a la ciudadanía. California prohibió la inmigración china en la década de 1870; el país entero siguió el ejemplo en 1882.
La I Guerra Mundial proporcionó un ímpetu añadido a la atención que concedían las doctrinas racialistas a la inmigración y los inmigrantes. La Ley de Zona Vedada Asiática de 1917 prohibía la entrada a inmigrantes asiáticos, junto a homosexuales, anarquistas e “idiotas”. Y la Ley de Cuotas de 1921 favorecía a los inmigrantes del norte de Europa por delante de italianos y judíos, a lo que en su mayoría se prohibía inmigrar. Hitler alabó las restricciones norteamericanas a la inmigración en Mein Kampf: el futuro dictador alemán lamentaba el hecho de que nacer en un país le convirtiera a uno en ciudadano, de modo que “un negro que haya vivido anteriormente en protectorados alemanes y que ahora resida en Alemania pueda así engendrar a un ‘ciudadano alemán’”. Hitler añadía que “hay actualmente un Estado en el que puede al menos observarse los débiles inicios de una concepción mejor… la Unión norteamericana”, la cual “excluye sencillamente la inmigración de ciertas razas”. EE UU, concluía Hitler, gracias a sus leyes de base racial, tenía una idea más verdaderamente völkisch del Estado que Alemania.
En el terreno de las restricciones raciales al matrimonio, América se quedaba sola como pionera. La idea norteamericana de que un matrimonio racialmente mixto era delito tuvo una intensa repercusión en las Leyes de Nuremberg. En la década de 1930, casi treinta estados norteamericanos tenían leyes contrarias al mestizaje en sus códigos, prohibiendo en algunos casos a los asiáticos, así como a los afroamericanos, casarse con blancos. Los nazis copiaron con empeño las leyes norteamericanas contra el mestizaje. Las Leyes de Nuremberg, que seguían el modelo norteamericano, ilegalizaron los matrimonios entre judíos y no judíos.
Hay un aspecto en el que las leyes raciales norteamericanas demostraron ser demasiado severas para los nazis. En Norteamérica, reinaba la regla de “una gota”. A menudo, se te consideraba negro sólo con tener una dieciseisava parte de sangre negra. Pero la propuesta de los Nazis de línea dura de definir a los alemanes con un abuelo judío como judíos no se aprobó en Nuremberg. Por el contrario, a quienes eran judíos en una cuarta parte, o incluso medio judíos, se les trataba con relativa indulgencia. Los Mischlinge, medio judíos, podían contabilizarse como arios, a menos que fueran religiosamente observantes o estuvieran casados con un cónyuge judío.
El tratamiento norteramericano del derecho al voto era también crucial para el programa de los nazis. Hitler se proponía convertir a los judíos alemanes en residentes sin ciudadanía que carecerían del voto, así como de otros derechos. En Mein Kampf proponía una división tripartita entre Staatsbürger (ciudadanos), Staatsangehörige(nacionales) y Ausländer (extranjeros). Los Estados Unidos ya disponían de esa división cuando se trataba de ciertos grupos étnicos, principalmente los afroamericanos, la mayoría de los cuales no podía votar en el Sur. Los sureños blancos veían a los negros del modo en que los nazis veían a los judíos, en palabras de Whitman, como una “‘raza extranjera’ de invasores que amenazaba con ‘tomar la delantera’”. Al jurista nazi Heinrich Krieger le entusiasmaba en particular, en un artículo de 1934, que los EE.UU. privaran del derecho al voto no sólo a los negros sino también a los chinos. Detlef Sahm, otro jurista, aplaudía la denegación del voto a los indios norteamericanos, e hizo notar que de acuerdo con la ley norteamericana, los filipinos, igual que los chinos, eran nacionales sin ciudadanía.
Los nazis no sólo se mostraban entusiastas con el contenido de las leyes raciales norteamericanas, también abrazaban su base de Derecho consuetudinario (“common law”). Erich Kaufmann, un profesor de Derecho, judeo-alemán y derechista, que sobrevivió escondido los años de la guerra, alababa en 1908 la forma en que las decisiones legales norteamericanas, con su “riqueza de vida e inmediatez”, por oposición al rígido código de Derecho Civil que guiaba la jurisprudencia alemana, respondía a “las intuiciones legales vivas del pueblo norteamericano”.
Treinta años más tarde, el atisbo de Kaufmann lo recogerían los nazis que consideraban el Derecho consuetudinario, que incorpora las poderosas intuiciones de la gente, como forma de legislar sobre prejuicios raciales. Es verdad, reconocían, que no existía una definición biológica sólida de la judeidad, pero los instintos antisemitas del pueblo eraN, sin embargo, corrrectos. Roland Freisler, uno de los juristas nazis más radicales y despiadados [y juez principal de los conspiradores del atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944], escribió:
“Creo que cualquier juez contaría a los judíos entre la gente de color, aunque por fuera parezcan blancos…Así pues, soy de la opinión de que podemos proceder con el mismo primitivismo que emplean estos estados norteamericanos. Un estado incluso afirma simplemente: ‘gente de color’. Ese procedimiento sería tosco, pero suficiente”.
A Freisler le gustaba el racismo del Derecho consuetudinario norteamericano, con (en palabras de Whitman) “su modo legal llevadero, no concluyente, de lo-entiendo-cuando-lo- veo”. No hacían falta definiciones científicas de raza; el prejuicio popular era más que suficiente para proseguir. La experiencia norteamericana lo decía todo: el racismo a lo Jim Crow [símbolo de las leyes discriminatorias del Sur norteamericano tras la Guerra Civil] era realismo legal, enraizado en los sentimientos del pueblo.
Otros juristas nazis, como Bernhard Lösener, atacaban la defensa del enfoque de Derecho consuetudinario. Se quejaban de que a los jueces no se les permitía hacer juicios basados en intuiciones raciales cuando no tenían forma científica de determinar lo que era judío. “Vagos sentimientos de odio a los judíos” no eran suficientes, insistía Lösener, defendiendo la postura de que de que el antisemitismo precisaba una sólida base de “ciencia” racial. Lösener representaba un aspecto de la ideología nazi, el énfasis en los hechos rigurosos y científicos acerca de la raza y el caracter de los pueblos; el otro aspecto era la improvisación de nuevas reglas para promover el poder alemán. Acabó ganando la improvisación: la falta de claridad respecto a quien contaba como judío permitió a los nazis durante la guerra lo mismo usar a los Mischlingeque asesinarlos si era necesario.
Los nazis eran conscientes de que Norteamérica se gobernaba de acuerdo con principios igualitarios y liberales. Pero señalaban que hacíamos excepciones para con nuestro ideal basadas en la raza. Norteamérica demostraba, en palabras del profesor de Derecho Herbert Kier, que “la fuerza elemental de la necesidad de segregar a los seres humanos de acuerdo con su ascendencia racial se deja sentir incluso cuando una ideología política se interpone en su camino”. Hitler rendía homenaje a Norteamérica en Mein Kampf por su evangelio de movilidad social, sobre la base de que el nazismo era un proyecto de igualdad de oportunidades para los arios. Hasta finales de los años 30, el New Deal de Roosevelt gozó de popularidad entre los nazis. El presidente, declaraban, había asumido poderes dictatoriales con el fin de impulsar las perspectivas de todos los norteamericanos blancos, a la vez que la segregación continuaba en vigor en el Sur.
En sus páginas finales, Whitman sugiere que vale la pena reflexionar sobre la aprobación por parte de los nazis de la cultura legal norteamericana. El gusto norteamericano por el Derecho consuetudinario, que se considera habitualmente señal de nuestro enfoque pragmático y flexible en la toma de decisiones legales, puede también consagrar prejuicios populares. Estados de ánimo populares como el afán por mostrarse duros con la delincuencia o con los inmigrantes ilegales pueden portar las semillas del fanatismo autoritario.
David Mikics autor recientemente de Bellow´s People: How Saul Bellow Made Life Into Art, además de Slow Reading in a Hurried Age, The Annotated Emerson, The Art of the Sonnet y A New Handbook of Literary Terms, es profesor de Inglés en la Universidad de Houston, Texas.
Fuente original: Tablet Magazine, 20 de marzo de 2017

Traducción: Lucas Antón
Fuente de la versión en castellano: http://www.sinpermiso.info/textos/ee-uu-modelo-racial-de-la-alemania-nazi 

El adiós a Fernando Birri

Publicado en diciembre 28, 2017  ARGENTINA,


La muerte del cineasta argentino, Fernando Birri, ocurrida aquí este miércoles a la edad de 92 años, provoca hoy consternación y muestras de afecto entre sus admiradores en quienes dejó una huella imborrable.

La noticia, silenciada por los grandes medios de comunicación, se expande por las redes sociales y miles de palabras de elogios y anécdotas profundas son narradas por unos y otros para destacar la altura del gran amigo.

El productor y realizador Sergio Trabucco, escribió en su cuenta en Twitter, ‘se fue de esta vida el cineasta argentino, forjador del Nuevo Cine Latinoamericano…’.

En tanto el profesor colombiano Armando Russi apuntó: ‘Ha muerto uno de los padres del cine moderno…Con Birri se va un momento clave de la historia de nuestro Cine. Gracias querido maestro por su compromiso y amor por el Cine y por América Latina’.

Por el ciberespacio corre con mayor fuerza la célebre anécdota, cuando afirmó que la utopía era como el horizonte hacia el cual caminas para llegar a él, en un esfuerzo interminable y a lo cual un joven que lo escuchaba le preguntó, maestro, pero entonces ¿para qué sirve la utopía? Y Birri respondió, para avanzar y caminar, hijo.

Otros recuerdan que junto con Margot Benacerraf y otros cineastas ‘trajeron el neorrealismo italiano a Latinoamérica’.

Entre sus obras como director destacan El Fausto Criollo (2011); El siglo del viento (1999); Che, ¿muerte de una utopía? (1999); Mi hijo el Che, un relato de familia de don Ernesto Guevara (1985); y como guionista en Lo viejo y lo nuevo (2006), Los inundados (1962) y Te diré (1960). Además, dirigió obras como Un señor muy viejo con unas alas enormes (1988); Rafael Alberti, un retrato del poeta (1983) y Te diré (1960), entre otras.


‘Ciudadano del mundo’ así se definía Fernando Birri. Pocas personas logran retratar y traducir el pulso de una época con esta maestría, sencillez y contundencia’, añade otro de los tantos mensajes en Twitterr.

‘Mi patria son mis zapatos, pero las suelas son de Santa Fe’, es otra de las frases que circulan de las tantas dichas por Birri en la cual expresó su amor por Argentina y en particular por el lugar donde nació, acompañadas por agradecimientos como ‘hiciste un cine inmortal y cimentaste un arte santafesino que aun hoy es motivo de orgullo’.

También expresan sus sentimientos jóvenes realizadores y directores quienes sienten la deuda con el maestro y al momento del hasta siempre le dicen ‘como santafesina y amante del cine despido a Birri con la certeza de saber que ha marcado mi camino y el de muchos en el cine’.

Como grandes momentos de su labor profesional a Birri se le reconoce la fundación, en 1956, del Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral en Argentina, y en 1986 la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños en Cuba.

En junio de 2010, recibió un Cóndor de Plata por su trayectoria como director por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina y cinco años después, en mayo, recibió también un reconocimiento en el cine Gaumont por el Día del Documentalista.

A los 92 años partió el maestro, Hasta la victoria siempre, destacan unos mensajes, otros señalan al Birri conocido como cineasta-poeta, como formador de cineastas, como maestro del cine argentino, como mago y fantasma, utópico y viajero, creador de mundos maravillosos. Todos adjetivos merecidos.

Su cadáver será cremado y las honras fúnebres serán mañana entre las 10:00 y las 16:00 hora en la sede de Archivo Audiovisual del Movimiento Obrero y Democrático, ubicado en la Vía Ostiense en esta capital.


PL

"Ahora me levanto más tarde" y otras 8 frases de la entrevista de Barack Obama con el príncipe Harry, la primera desde que dejó la presidencia de Estados Unidos

Redacción BBC Mundo
27 diciembre 2017
El príncipe Harry entrevistando a Barack ObamaDerechos de autor de la imagenREUTERS
Image captionExclusiva real: la primera entrevista de Barack Obama luego de dejar la presidencia de EE.UU. fue para el quinto en la línea de sucesión al trono británico.
La primera entrevista concedida por Barack Obama desde que dejó la presidencia de Estados Unidos estaba destinada a ser todo un acontecimiento.
Y el hecho de que su entrevistador fuera un miembro de familia real británica —el príncipe Harry— la hizo todavía más especial.
Obama conversó con Harry durante más de 40 minutos para el programa Todayde la BBC, que tuvo al príncipe británico como editor invitado de su emisión de este 27 de diciembre.
El exmandatario habló de cómo ha cambiado su vida ahora que no está en la Casa Blanca, sus actuales proyectos y hasta de sus propósitos para el año que viene.
Y también lanzó una advertencia sobre los problemas generados por el uso "irresponsable" de internet, en lo que muchos han interpretado como una crítica a su sucesor.
Donald Trump y Barack ObamaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionObama le dejó la Casa Blanca a Donald Trump en enero de este año.
"No mencionó a Donald Trump por su nombre, pero su preocupación por el rumbo que está tomando EE.UU. se hizo evidente", resumió el corresponsal de la BBC en Washington Jon Sopel.
Pero Obama también encontró tiempo para confesar a quién elegiría entre LeBron James y Michael Jordan, Tina Turner y Aretha Franklin y responder —a su manera— a una pregunta sobre ropa interior.

1. "Me levanto más tarde"

El príncipe, quien reconoció estar más acostumbrado a estar del otro lado de los micrófonos, inició la entrevista preguntándole a Obama cómo habían cambiado sus mañanas desde que no estaba en la Casa Blanca.
"Me levanto más tarde", fue lo primero que dijo el exmandatario. "Y es maravilloso poder tener control sobre tu día, de una forma que simplemente no puedes cuando eres presidente", reconoció.
Obama desayunandoDerechos de autor de la imagenAFP
Image caption"Si me levanto y quiero pasar 45 minutos más hablando con Michelle y tomarme mi tiempo desayunando, puedo hacerlo. Y se siente genial", confesó Obama.
"Ahora cuando me levanto puedo tomar mis propias decisiones acerca de cómo quiero usar mi tiempo, sobre qué necesito hacer para impulsar las cosas que me importan profundamente y eso por lo general es liberador", agregó.
Según Obama, sin embargo, "lo importante no ha cambiado", pues todavía está profundamente comprometido con una serie de causas.
"Si bien no dispongo de las mismas herramientas que tenía como presidente —por ejemplo, ahora dependo más de la persuasión que de la legislación— muchas de las cosas que todavía me motivan e impulsan son las mismas", le dijo a la BBC.

2. "La presidencia da un tipo de satisfacción que es muy difícil de igualar"

Obama reconoció echar de menos algunas cosas de su antiguo puesto, empezando por la ausencia de problemas de tráfico.
"Antes era yo el que causaba los problemas de tráfico", le recordó, en tono de broma, al príncipe Harry. Pero dijo sobre todo extrañar a su equipo de trabajo, así como el trabajo mismo.
Obama y HarryDerechos de autor de la imagenREUTERS
Image captionObama y Harry ya se habían encontrado varias veces en el pasado.
"Lo que haces a diario puede impactar a millones, a veces miles de millones de personas, así que tener a tu lado a gente superenfocada, que está ahí por las razones correctas… Extraño eso. Y extraño el trabajo mismo, porque era fascinante y gratificante", agregó.
"Uno sabía que incluso si una política específica no funcionaba bien, al hacer bien el trabajo allá fuera había alguien (que estaba mejor), tal vez una madre preocupada por un hijo enfermo que ahora tiene un doctor… Ese tipo de satisfacción es difícil de igualar".

3. "Michelle y yo no cambiamos fundamentalmente"

El príncipe Harry también se interesó por lo que pasaba por la cabeza de Obama el día de la toma de posesión de Donald Trump.
"Lo primero que pasó por mi cabeza, sentado como estaba al lado de Michelle, era lo muy agradecido que estaba de que hubiera sido mi compañera durante todo ese proceso".
Los Trump y los ObamaDerechos de autor de la imagenREUTERS
Image captionEn la entrevista Obama estuvo lleno de elogios y palabras cariñosas para con Michelle.
Y, según Obama, ambos salieron de la Casa Blanca sintiéndose "intactos": "Hicimos el trabajo de una forma que preservó nuestra integridad y nos dejó completos, no cambiamos fundamentalmente y eso generó una sensación satisfactoria".
"Ahora, todo eso se mezclaba con el trabajo que quedó sin hacer, con preocupaciones acerca del rumbo del país. Pero en general había un sentimiento de serenidad, más que lo que me esperaba".

4. "Nuestra suerte fue que no nos volvimos famosos hasta los 40"

Obama explicó esta serenidad en parte por el hecho de que la pareja empezó a verse expuesta a la luz de los reflectores relativamente tarde.
"Siempre le dije a Michelle, y creo que ella estaba de acuerdo, que nuestra suerte fue que no nos volvimos famosos hasta que ya habíamos cumplido 40 (años)".
Harry y William con DianaDerechos de autor de la imagenPA
Image captionEl hijo menor de la princesa Diana fue editor invitado de la edición del programa Today de este 27 de diciembre.
"Cuando fui electo al Senado y me convertí en una figura nacional, ya era un adulto, estaba establecido, era un padre, había cambiado pañales. Así que aunque el proceso fue algo surrealista, porque pasó muy rápido, ya sabíamos quiénes éramos, en que creíamos y qué era importante"dijo.
"Cuando me bajé de la rueda no se sentía como si mi identidad dependía del cargo: mi relación con mi familia, mis amigos, los valores que me importaban, se sentían bastante consistentes, así que no se sintió como una ruptura abrupta".

5. "Ahora se siente como si me moviera en cámara lenta"

"Una de las cosas de dejar la presidencia fue que me di cuenta que mi vida estaba muy acelerada. De pronto todo se sentía, y todavía se siente, como si se moviera en cámara lenta".
Y, como ejemplo, contó que su abogado le había insistido una vez en la necesidad de reunirse con alguien "inmediatamente", pero se sorprendió cuando él le dijo "Ok, mañana".
"Él me dijo: '¡No, se necesitan al menos dos semanas!' y yo le tuve que explicar que de donde yo venía 'inmediatamente' significaba que si no se hacía algo en media hora alguien podía morir".
Barack y Michelle Obama en una foto distribuida por la Casa Blanca.
Image captionLas cosas ahora van más lentas para los Obama.
"Hay un menor nivel de intensidad y a veces eso significa que no sientes la misma carga de adrenalina, pero también significa que puedes pensar mejor", reconoció Obama.
"Creo que ahora puedo enfocarme en problemas de largo plazo en una forma en la que como presidente no siempre puedes, porque parte del trabajo es responder a lo que tienes en frente", agregó.
"Y la posibilidad de enfocarse en el largo plazo es un gran lujo, que también te da la posibilidad de reflexionar y estudiar de una forma en que a veces como presidente no puedes".

6. "La clave es confiar en los jóvenes"

Tanto Obama como el príncipe Harry comparten un interés por empoderar a los jóvenes, por lo que el quinto en la línea de sucesión al trono británico le pidió consejos al respecto.
"Es algo en lo que he estado pensando durante mucho tiempo, porque si piensas en mi campaña en 2007-2008, tenías a este afroamericano, nacido en Hawái, llamado Barack Hussein Obama, que de alguna manera se convirtió en presidente. ¿Y cómo pasó?".
"Pasó fundamentalmente porque había jóvenes de 20, 23, 25 años que empezaron a visitar comunidades en las que a menudo nunca habían estado y que creían en la posibilidad de un tipo de política diferente".
Obama con jóvenes en ClevelandDerechos de autor de la imagenAFP
Image captionObama es un firme convencido del poder de las nuevas generaciones.
El expresidente estadounidense reconoce que los jóvenes no son perfectos y van a cometer errores, pero destaca que aportan "una energía" y una frescura que no puede ser duplicada por alguien de 56 años de edad como él.
"He visto el poder de estos jóvenes y creo que la clave —y esto suena simplista, pero es verdad— es tener confianza en los jóvenes y darles a los jóvenes la capacidad para tomar decisiones y empujar sus propias organizaciones, darles la capacidad de salir a la realidad y cambiar el mundo".
Y el exmandatario dijo creer que muchas de las críticas hechas a los llamados millennials en realidad reflejan el sesgo "de aquellos que están cómodos con el poder tal y cómo se ejerce hoy en día".

7. "Uno de los riesgos de internet es terminar viviendo en realidades completamente diferentes"

Interrogado sobre si pudo haber hecho algo más como presidente para combatir problemas como el extremismo y las noticias falsas alimentadas por las redes sociales, Obama primero se declaró un defensor convencido de los méritos de la libertad de expresión.
"El reto es cómo encauzamos estas tecnologías de forma que permitan una multiplicidad de voces y una diversidad de opiniones, pero que no conduzca a una balcanización de nuestra sociedad", declaró.
Obama con niños en ÁfricaDerechos de autor de la imagenAFP
Image caption"Crear una etiqueta de Twitter no basta para conseguir cambio social. Es una buena forma de crear conciencia, pero luego tienes que ir al terreno y hacer algo de verdad", dijo Obama.
En lugar de eso, insistió Obama, hay que tratar de que internet siga ayudando a encontrar cosas en común. "(Pero) no estoy seguro de que el gobierno pueda legislar sobre eso".
Obama no dudó en poner una importante cuota de responsabilidad sobre aquellos en posiciones de liderazgo, a los que invitó a "encontrar formas en las que recrear un espacio común en internet".
"Uno de los riesgos de internet es que la gente puede terminar viviendo en realidades completamente diferentes, pueden terminar confinadas a información que solo reafirme sus actuales prejuicios".
Cuenta de Twitter de Donald TrumpDerechos de autor de la imagenREUTERS
Image captionObama hizo un llamado a usar internet de forma responsable, en lo que muchos interpretaron como una crítica velada a Trump.
Y, para luchar contra ello, Obama cree que es clave lograr hacer que las comunidades virtuales hagan lo posible por salir al mundo real.
"Las redes sociales son una poderosa herramienta para que gente con intereses comunes se encuentre, se conozca y conecte, pero es importante desconectarse y encontrarse en un pub, reunirse en un lugar de culto, reunirse en un barrio y conocerse".
Su explicación: de esa forma es más fácil identificar cosas en común en medio de las diferencias.
"Pero también es más difícil ser insoportable y cruel en persona que anónimamente por internet como lo es mucha gente", destacó.

8. "Todos los problemas que enfrentamos son solucionables"

El príncipe también le pidió a Obama que le diera a la gente una razón para ser más optimistas con relación al año que viene.
"No pienso en términos de un año, pero le puedo decir a la gente algo en lo que creo de verdad: si asumimos la responsabilidad de involucrarnos con nuestro destino, si participamos, denunciamos, trabajamos… entonces todos los problemas que enfrentamos son solucionables".
El príncipe Harry entrevistando a Barack Obama
Image captionDurante la época navideña el programa Today acostumbra tener personalidades como editores invitados.
De hecho, según el exmandatario, si uno tuviera que elegir en un momento de la historia humana en el que nacer, muy probablemente elegiría el presente.
"La verdad es que el mundo es más saludable, más rico, mejor educado, más tolerante, más sofisticado y menos violento que en casi cualquier otro momento de la historia de la humanidad".
Pero, según Obama, eso no significa que uno puede quedarse de brazos cruzado y darlo por sentado.
"La historia no solo se mueve hacia adelante, también se mueve hacia atrás, hacia los lados, y nos toca a nosotros empujarla constantemente".
E invitado por Harry a compartir su propósito de Año Nuevo, el exmandatario dijo no estar seguro de creer en eso. "La gente generalmente los rompe, pero creo en hacer todo lo posible para cada día tratar de hacer las cosas mejor que el día anterior".
9. "Lo siento, no contestamos ese tipo de preguntas"
El largo intercambió concluyó en tono jocoso con un rápido examen de las preferencias del mandatario, que incluyó el eterno debate entre calzoncillos (briefs) o pantaloncillos cortos (boxers).
"Lo siento, no contestamos ese tipo de preguntas", dijo Obama, quien sin embargo sí admitió preferir a Michael Jordan por encima de LeBron James ("Es un tipo de Chicago") y Aretha Franklin por encima de Tina Turner.
Obama jugando al baloncesto.Derechos de autor de la imagenAFP
Image captionLa afición de Obama por el baloncesto es bien conocida.
En medio de risas, el expresidente también admitió preferir al príncipe William por encima del propio Harry (al menos "ahorita mismo"), y la serie de televisión Suits por encima de The Good Wife.
"Muy buena respuesta", le dijo Harry, quien está comprometido con una de las actrices de la serie Suits, Meghan Markle.
Obama también confesó preferir a Rachel por encima de Mónica en lo que se refiere a personajes de la serie Friends y la película Titanic por encima de "El Guardaespaldas".
Pero lo que 40 minutos de conversación con un miembro de la Casa Real británicano pudieron dilucidar fue a cuál de las hermanas Kardashian prefiere el antiguo inquilino de la Casa Blanca.
"Temo que en ese caso tengo que pasar", fue la respuesta de Obama.
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