"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

lunes, 1 de abril de 2013

Cameron es un prisionero de sus políticas

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Por: Premio Nobel de Economia

“Si este plan está funcionando, ¿cómo sería uno que no funcionase?”. Eso preguntaba Martin Wolf en su columna de Financial Times, en respuesta al reciente discurso del primer ministro británico, David Cameron, quien insistía en que su política de austeridad era acertada, es la correcta y está teniendo éxito.
David Cameron
Simon Wren-Lewis, un economista de Oxford, analizaba en Internet las afirmaciones de Cameron con cierto detalle y, entre otras cosas, le pillaba más o menos mintiendo sobre lo que la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria –hablando en términos generales, la homóloga de la Oficina Presupuestaria del Congreso de Estados Unidos- en realidad había dicho sobre el impacto de la austeridad en el crecimiento. Me llamó especialmente la atención el modo en que Cameron sigue afirmando que los bajos tipos de interés de Gran Bretaña demuestran que su política es fructífera y necesaria.Esto se parece un poco a lo del sacerdote que sacrifica una virgen una vez al mes para asegurarse de que el sol siga saliendo y luego afirma que el hecho de que el sol siga saliendo demuestra que el sacrificio era realmente necesario. La prueba evidente es comparar los tipos de Gran Bretaña con los de otros países; si el interés del 2,07 % de los bonos británicos valida sus políticas, ¿entonces el interés del 2,05 % de los de Estados Unidos valida las del presidente Obama? O mejor aún, ¿el interés del 2,10 % de Francia valida las del presidente Hollande?
¿O quizás la cuestión es que ahora todos los países que adquieren préstamos en su propia moneda (o, en el caso de Francia, tienen al fin un banco central dispuesto a hacer su trabajo ofreciendo liquidez) pueden adquirir préstamos baratos?El problema, por supuesto, es que la carrera política de Cameron y su identidad están ahora completamente ligadas a su cruzada por la austeridad. Es un prisionero de su pasado que no puede cambiar de rumbo ni va a hacerlo. En vez de eso, sus incentivos consisten en apostar por la redención (siguiendo al pie de la letra esa política con la esperanza de que surja algo que, de algún modo, le convierta en un héroe).
Las europalizas continuarán... hasta que los ánimos mejoren.Eso ha dicho José Manuel Barroso, el presidente de la Comisión Europea, en una carta al Consejo Europeo en la que sostiene que lo que Europa necesita es –sorpresa- más austeridad. Me tienta la idea de hacer un análisis pormenorizado de los datos que Barroso presentó para respaldar su afirmación de que el ajuste avanza a un ritmo aceptable. Sabemos, por ejemplo, que lo que parece un aumento de la competitividad irlandesa es en gran medida un efecto de mezcla, en el que la relativa solidez de los sectores que requieren mucho capital (la industria farmacéutica) crea la ilusión de un auge de la productividad.También sabemos que, aun cuando hay mejoras genuinas en el comportamiento de las exportaciones, como sucede en Portugal, no están contribuyendo lo suficiente a la demanda agregada para impedir una caída en picado debida a la austeridad.
Pero basta; está claro que la comisión no cambiará de rumbo hasta que se produzca la catástrofe.

© 2013 New York Times

Traducción de News Clips.
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