"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

sábado, 3 de noviembre de 2012

Dentro de la mente del perfeccionista; el factor genético

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Christine Tsien Silvers dice que el perfeccionismo le viene de familia. Su madre, una científica informática obsesionada por los detalles, emigró de China a Minnesota y "siempre estaba tomando clases para conseguir un mejor empleo".
Obtuvo un doctorado del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y una maestría en la Universidad de Harvard. "Pero también quería ser la mejor madre posible", dice Silvers, por lo que trabajaba a tiempo parcial, no a tiempo completo, en turnos de salas de emergencia para maximizar el tiempo que pasaba con sus hijos, de 3, 5 y 8 años.
Silvers, de 42 años, ahora trabaja desde su casa en Marshfield, Massachusetts, como directora médica de una nueva empresa. Basándose en su tesis de MIT está creando monitores de salud portátiles. A menudo se levanta en medio de la noche "para hacer la parte del trabajo del equilibrio entre la vida personal y profesional", dice. Sin embargo, se preocupa por todo lo que no ha hecho, incluyendo la organización de su casa. "La lista no se acaba nunca, pero yo no quiero hacer un mal trabajo en ninguno de los aspectos".
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El más reciente álbum de Barbra Streisand incluye canciones escritas hace décadas que la cantante se rehusó a lanzar porque le parecían demasiado flojas.
Entretanto, ya ve señales de perfeccionismo en su hijo de 5 años. "Le encanta dibujar, pero llora si piensa que pintó una línea fuera de lugar", dice Silvers.
¿De dónde viene el perfeccionismo? Los expertos solían culpar a los padres que hicieron demasiado hincapié en los logros o hicieron de su cariño una condición para el cumplimiento de ciertas metas. Sin embargo, una reciente investigación sugiere que los genes que los padres transmiten podrían desempeñar un papel todavía mayor.
Los investigadores de la base de datos de gemelos de la Universidad del Estado de Michigan han examinado los aspectos del perfeccionismo en mujeres gemelas, de entre 12 y 22 años. Los gemelos idénticos comparten 100% de su composición genética, mientras que los mellizos no gemelos comparten 50%. Todos los pares de gemelos incluidos en el registro se criaron en el mismo entorno. En un estudio de 292 gemelos, publicado en enero en la publicación Depression and Anxiety, los gemelos idénticos tenían muchos más resultados similares en medidas de perfeccionismo y ansiedad que los mellizos, lo que sugiere que su genética tenía una influencia más fuerte que su entorno.
Un segundo estudio de 340 gemelos publicado este mes en el International Journal of Eating Disorders, halló que los gemelos idénticos eran más parecidos que los mellizos en el grado en que idolatraban los cuerpos de modelos y celebridades. Incluso cuando los investigadores ajustaron los resultados por diferencias en el peso corporal, los gemelos idénticos eran todavía más parecidos en cuestiones de imagen corporal que los mellizos que sólo compartían la misma educación.
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El fundador de Apple, Steve Jobs, al menos una vez gastó dinero en embellecer los cables internos de sus computadoras.

En ambos estudios, las influencias del entorno que los gemelos no compartían, como tener diferentes actividades y grupos de amigos, tenían una mayor influencia en sus actitudes que el ambiente del hogar que sí habían compartido. En resumen, el perfeccionismo "parece deberse en gran medida a factores de riesgo genético, al igual que las experiencias únicas que la gente tiene fuera de su casa", concluye Jason Moser, profesor del psicología en el Estado de Michigan e investigador principal del estudio de ansiedad.
Aunque los científicos están todavía muy lejos de identificar cuáles son los genes específicos implicados en el perfeccionismo, "esto sugiere que existe un importante componente biológico sobre el que tenemos que aprender más", señala Moser.
El perfeccionismo no es una condición psicológica; ni siquiera hay una definición oficial. Algunas personas lo ven como un motivo de orgullo para forzarse a sí mismos a alcanzar un objetivo y prestar mayor atención a los detalles. Pero los expertos dicen que el perfeccionismo puede volverse tóxico cuando la gente se fija estándares que son imposiblemente altos y cree que no vale nada si no puede alcanzarlos.
Ese tipo de perfeccionismo disfuncional suele conducir al desaliento, la duda y el agotamiento, y es el núcleo de muchos problemas de salud mental, incluyendo la depresión, la ansiedad, los problemas matrimoniales, la adicción al trabajo, la procrastinación, el insomnio y el suicidio.
"Nuestras investigaciones muestran que los perfeccionistas tienen éxito a pesar de serlo, y no gracias a ello", dice Tom Greenspon, psicólogo en Minneapolis y autor de varios libros. "Si uno está más preocupado sobre cómo está haciendo algo que sobre lo que está haciendo, al final sucumbirá".
Greenspon y otros psicólogos todavía creen que ese perfeccionismo se inculca en la educación. "En algún momento, uno recibió el mensaje de que no es lo suficientemente bueno, lo cual no necesariamente significa que esa fuera la intención de los padres", explica.
Otros expertos piensan que la genética podría establecer un rango o una predisposición al perfeccionismo, pero que el entorno y las experiencias pueden incidir en gran medida. Amy Przeworski, psicóloga de la Universidad Case Western Reserve, en Cleveland, dice que ve niños de apenas tres años que están angustiados cuando los cordones de sus zapatos no tienen la misma longitud. Dice que los padres pueden ayudar a suavizar esas tempranas tendencias, "pero que a veces los padres tienen que lidiar antes con sus propias ansiedades".
La semana pasada, Silvers preguntó a su madre, Bernarda Tsien, que vive en el estado de Illinois, si ella se consideraba una perfeccionista. "Se echó a reír de inmediato y dijo que solía serlo, pero que tuvo que dejarlo por que era demasiado trabajo".
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