"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 2 de marzo de 2014

Me interesaba el surrealismo, pero más transgredir: Silvio Rodríguez


Los jóvenes inquietos encuentran demasiadas reglas y se entretienen abriéndoles agujeros
Mi mayor brújula siempre ha sido el rigor, el respeto a la canción como arte, ser inconforme, ir más allá de lo primero que se me ocurre

No soy téorico ni político, pero para saber de qué somos capaces los cubanos se debería empezar por levantar el bloqueo, afirma el cantautor
El trovador cubano presentará su Girá interminable en Puebla (7 de marzo), ciudad de México (9 y 10), Tijuana (17), Guadalajara (14), Hermosillo (19) y Monterrey (22), en la que estará acompañado de su proyecto musical OjaláFoto Pepín
En el Playa Girón exploré, empleé mi tiempo durante cuatro meses en revisar distintas maneras de hacer canciones; nunca más he vuelto a disponer de tan buenas condiciones de trabajo, asegura el creador del emblemático tema OjaláFoto Petí
Fabrizio León Diez

Periódico La Jornada

Suponemos que Silvio Rodríguez cantará Mariposas, la composición que evoca un mito mexica, ahora que se presente en los diversos auditorios que comprenden la Gira interminable en México, porque este trovador cubano confiesa que siente piedad por las arañas, las culebras y los lagartos, aunque como buen caribeño, repudie a los mosquitos, porque transmiten enfermedades y, tal vez, le espanten el sueño las serpientes o despierten a la mujer con sombrero, como los cuadros del viejo Chagal.

No niego que en algún momento me interesó el surrealismo, aunque más me interesaba transgredir, afirma en esta segunda y última parte de la entrevista con La Jornada.

Y será, que como dice la canción, su canción... ¿Es feliz?... ¿Qué tiene? Tengo a mis hijos, a mi esposa, a mis nietos, a mis hermanos, a mis amigos, a una familia numerosa. Tengo además tres perros, un gato y muchos pájaros que vienen y van a mi alrededor. No me gusta arrancar ni una hoja.

Y también tiene un trío de cuerdas, una fundación ecologista, una agrupación de jazz, su proyecto musical llamado Ojalá y las respuestas a las preguntas que le enviamos por corre electrónico, donde se explayó en términos políticos y musicales, reconociendo a sus maestros, su escuela y a la nueva generación de la canción inteligente, a ritmo de rap, pop, rock, fusión y son. No es la Nueva Trova Cubana, obvio, sino lo que le sigue.

Las etiquetas

–Hubo un momento en que su exigencia expresiva y su necesidad de buscar nuevas rutas en la creación provocaron que fuera considerado un artista hermético, de canciones raras, panfletario, de protesta, exquisito, etcétera. ¿De que manera bregó con estas etiquetas?


–Al principio también me pusieron el Sambenito de surrealista. Creo que esos epítetos eran porque estaba apareciendo una nueva forma de canción y la etiquetaban con las palabras que tenían. No niego que en algún momento me interesó el surrealismo, aunque más me interesaba transgredir. Los jóvenes inquietos suelen encontrarse con demasiadas reglas y se entretienen abriéndoles agujeros.

–¿Poeta o trovador? La eterna dicotomía.

–Me considero trovador; el grueso de lo que he escrito lo he cantado.

–Hay textos que al cambiarle el título pueden ser leídos como poemas de amor o cantos a temas más generales. ¿Cómo definir la palabra amor en su justa dimensión, sin que suene hueca o forzada?

–A los 22, los caminos trillados me hacían emboscadas y un día se me ocurrió decir: Pues la palabra amor aún me suena a hueco. Y ahora que lo pienso… me sigue pareciendo bien que el amor se demuestre más y se diga menos.

Gratitud

–¿Qué recomendaría a un joven que desea ser compositor gracias al contacto con su obra?

–Que un trabajo trascienda o no, sin duda tiene que ver con la suerte, pero a ésta se le puede ayudar. Mi mejor brújula siempre ha sido el rigor, el respeto a la canción como arte, ser inconforme, sentir curiosidad, ir más allá de lo primero que se me ocurre. Sigo pensando que leer literatura e historia, ver cine, teatro, danza, artes plásticas, tener una base cultural lo más sólida posible, es imprescindible. Respecto de la tecnología, creo que hay que usarla, ponerla a nuestro servicio, no al revés. La fuerza cultural de Latinoamérica reside en sus raíces y en su diversidad, en la cantidad de culturas que confluyen y nos conforman, creando infinitas posibilidades.

La familia

–De sus trabajos discográficos destacan tres álbumes (Rodríguez, Domínguez y Descartes), homenajes a sus padres. ¿Qué tan determinantes han sido sus padres en el hombre que es?

–Gracias a mi padre empecé a leer; por mi madre, a cantar.

–Hoy día en Cuba hay música contestataria, esencialmente en el campo del rap y el regaetón, que denuncian a un mal gobierno.

–Antes que nada respeto la dignidad del que expresa lo que piensa, mucho más si no está en mayoría o si de alguna forma está en desventaja. También pienso, porque lo he vivido, que es muy importante formarse culturalmente, para que lo que uno proyecte nunca llegue a ser un círculo vicioso.

–¿Cómo se puede crear un debate nacional por medio de la música?

–Mi generación participó en debates, fue crítica y autocrítica, enfrentó marginaciones y hasta persecuciones. Por entonces la Revolución también era joven y eso nos comprometía. Creo que no es posible que los jóvenes actuales participen de igual forma, porque aquella realidad ya no está. Lo que hoy existe es el resultado de lo hecho, por eso es inevitable esta diversidad, y desde ella es que podremos ser mejores... o no.

–El socialismo ya no funciona ahora en Cuba como en el siglo XX. Si estuviera en sus manos, ¿qué reformas esenciales propondría?

–No soy teórico ni político, pero para saber bien de lo que somos capaces se debería empezar por levantar el bloqueo, que lleva medio siglo distorsionando nuestra realidad y maltratando física y mentalmente al pueblo cubano.

–En meses recientes el gobierno cubano ha tomado decisiones como la clausura de los pequeños cines privados en 3D y la venta de autos nuevos a precios estratosféricos. ¿Son señales de retroceso o marcan los límites de la reforma?

–No me parecen señales de retroceso o límites, sino parte de un proceso de reaprendizaje. En 1968 se estatizó toda la actividad comercial del país, una audacia que todavía estamos pagando y que se está tratando de revertir. Lo positivo de 1968 era la subvención de la canasta básica familiar, lo que garantizaba la supervivencia de los más indefensos. Pero ha pasado medio siglo, ya no tenemos las ayudas de entonces, el bloqueo es cada vez más efectivo y nuestra precaria economía se debate en medio de una crisis mundial.

“Cuando cerraron los cines en 3D, se dijo que los permisos eran para crear espacios de recreación, un propósito social lo suficientemente vago para que algunos creyeran que podían hacer cines y también para que el gobierno los cerrara. Se comentó en la calle que estaban poniendo películas porno, pero eso quedó entre brumas. Pasó como con las tienditas de ropa, que eran licencias para confección y venta de artículos de vestir, pero algunos empezaron a importar y a vender. No se explicó por qué se prohibieron esas iniciativas populares, en lugar de apoyarlas; sólo se dijo que eran malinterpretaciones de las reglas. El Estado tiene una política de precios por momentos inexplicable; algunos particulares estaban importando ropa de mejor calidad y vendiéndolas más barata.

Respecto de los carros, el gobierno mimetizó los precios que había en la calle, una oferta y demanda al alcance de los pocos cubanos que tienen un alto poder adquisitivo. Se ha dicho que los beneficios serán invertidos en mejorar el transporte público y en estimular el uso de bicicletas. No parece que haya condiciones para crear un mercado automotriz por ahora. Son problemas que afectan a una clase media alta emergente. Más preocupante es el encarecimiento ascendente de artículos que necesita el pueblo, incluso comestibles, y los bajos salarios de la mayoría.

El Playa Girón

–¿Las canciones que hoy escucha el mundo tienen menos poesía?


–En Cuba hay una tradición de poesía cantada: la trova. Agustín Lara, Marco Antonio Muñiz, Cuco Sánchez, entre muchos autores mexicanos también eran llamados poetas. Algunos hemos querido continuar esas maneras, aunque los mercaderes prefieran lo más fácil. Conseguir calidad en cualquier disciplina cuesta empeño, por eso es natural que la poesía sea exigente. Muchas cosas hermosas, incluso cotidianas y sencillas, nos llegan llenas de misterio.

–¿Las mejores canciones las escribió durante la travesía en el Playa Girón?

–En el Playa Girón exploré. Empleé mi tiempo, durante cuatro meses, en revisar distintas maneras de hacer canciones. Nunca más he vuelto a disponer de tan buenas condiciones de trabajo.

–Para quienes han estado atentos a su desarrollo artístico, su gran y definitiva escuela fue el Grupo de Experimentación Sonora (GES). A la distancia, descríbanos esa experiencia.
–El GES fue una gran suerte. Sucedió en una época turbulenta en que teníamos contradicciones con cierta burocracia. Primero Casa de las Américas y después el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematofráficos (ICAIC) nos dieron trabajo, y así la posibilidad de construir un taller de aprendizaje. Llegué allí justo después del viaje en barco. Tenía muy claro lo que quería, pero también tenía lagunas técnicas que empecé a superar. Tuvimos maestros extraordinarios: Leo Brouwer, un verdadero genio musical, era nuestro director. Igualmente recibimos clases de Fred Smith, un estadunidense que había pasado años en el desierto de Sonora, enseñando a comunidades indígenas a tocar instrumentos de metal. También contamos con Juan Elósegui, violista de nuestra Sinfónica Nacional, quien me enseñó nada menos que a llevar al pentagrama mis canciones.

–Leo Brouwer dijo que una de las intenciones en el Grupo Experimental Sonora del ICAIC era mejorar la música popular cubana. ¿Se logró tal cometido?

–Esa declaración puede parecer coyuntural, pero creo que el GES fue un proyecto que contribuyó a que la música cubana avanzara conceptual y tímbricamente. Otras dos experiencias importantes de por entonces fueron la orquesta Los VanVan, de Juan Formell, y El Quinteto de jazz de Chucho Valdés, que después devino Irakere.

–Usted siempre tiene la mente ocupada. En este momento está empeñado en rescatar el río y el bosque de Ariguanabo, para lo cual ha impulsado una fundación ecologista.

–Somos un grupo que nos hemos hecho llamar los Amigos del Río. Hay un entomólogo de mi edad y algunos otros coterráneos más jóvenes. Tratamos de alertar a las autoridades desde hace años. Sólo pretendemos crear consciencia de ayuda a nuestro río y a los bosques que lo rodean, que están muy maltratados. En las márgenes del Ariguanabo se fundó San Antonio de los Baños, el pueblo en que nacimos. Hace unos 20 meses, después de dar todos los pasos legales para hacer una fundación, fuimos informados de que las autoridades están revisando las leyes y estamos esperando a que concluyan y se pronuncien.

La gira

–¿Continuará la Gira interminable?


–La Gira interminable debe continuar por los barrios desfavorecidos. Es importante que la gente que vive lejos de los centros culturales o que no puede pagar un teatro sepa que no ha sido olvidada; es importante para los artistas saber que hacemos algo por quienes lo necesitan. El nombre de gira interminable se lo puso Antonio Guerrero, uno de nuestros cinco héroes antiterroristas prisioneros en Estados Unidos.

–¿Qué nos presentará en su nueva gira por México?

–Nada menos que un trabajo con dos grupos musicales. Uno lo forman mis compañeros desde hace 10 años: el trío de cuerdas pulsadas Trovarroco (Rachid López, Maykel Elizarde y César Bacaró), reforzado por la flauta y el clarinete de Niurka González y por la batería de Oliver Valdés. La otra agrupación es más jazzística; se trata de Jorge Reyes en el contrabajo, Emilio Vega en el vibráfono y Jorgito Aragón en el piano. Con este formato proyecto un disco que por ahora llamamos Amoríos. Es la primera vez que vamos a exponer este trabajo fuera de Cuba. Por supuesto, además de los temas inéditos, pensamos tocar algunos de esos otros que parecen ser inevitables.

El epitafio

–¿Se ha dicho lo suficiente de usted?


–Puede que demasiado.

–¿Que le gustaría que digan cuando ya no esté?

–Me gustaría que escucharan las canciones que todavía sean útiles.

–¿Ya tiene testamento?

–Ojalá pueda ayudar no sólo a mi familia cuando ya no esté.

–¿Y un epitafio?
–Siempre me gustó la transparencia del que se hizo John Keats: Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en el agua. Hasta lo usé en una canción.

¿Podemos seguir comiendo tanta carne? ¿Qué consecuencias trae?

Por Esther Vivas

La carne se ha convertido en indispensable en nuestras comidas. Parece que no podemos vivir sin ella. Pero hasta hace pocos años, su consumo era un privilegio, una comida de fechas señaladas. Hoy se ha convertido en un acto cotidiano. Quizás, incluso, demasiado cotidiano. ¿Necesitamos comer tanta carne? ¿Qué impacto tiene en el medio ambiente? ¿Qué consecuencias para el bienestar animal? ¿Para los derechos de los trabajadores? ¿Y para nuestra salud?

El consumo de carne se asocia a progreso y modernidad. De hecho, en el Estado español entre 1965 y 1991 su ingesta se multiplicó por cuatro, especialmente la de carne de cerdo, según datos del Ministerio de Agricultura. En los últimos años, sin embargo, el consumo en los países industrializados se ha estancado o incluso ha disminuido, debido, entre otros, a los escándalos alimentarios (vacas locas, gripe aviar, pollos con dioxina, carne de caballo en lugar de carne de vaca, etc.) y a una mayor preocupación sobre lo que comemos. De todos modos, hay que recordar que también aquí, y más en un contexto de crisis, amplios sectores no pueden optar a alimentos frescos ni de calidad o a escoger entre dietas con o sin carne.

La tendencia en los países emergentes, como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, los llamados BRICS, en cambio, va en aumento. Estos concentran el 40% de la población mundial y entre el 2003 y el 2012 su consumo de carne aumentó un 6,3%, y se espera que entre 2013 y 2022 crezca un 2,5%. El caso más espectacular es el de China, que ha pasado en pocos años, de 1963 a 2009, de consumir 90 kilocalorías de carne por persona al día a 694, como indica el Atlas de la Carne. ¿Los motivos? El aumento de la población en estos países, su urbanización y la imitación de un estilo de vida occidental por parte de una amplia clase media. De hecho, definirse como "no vegetariano" en la India, un país vegetariano por antonomasia, se ha convertido, entre algunos sectores, en un estatus social.

Un consumo caro para el planeta

Pero el incremento de la ingesta de carne en el mundo no resulta gratuito sino que sale muy caro, tanto en términos medioambientales como sociales. Para producir un kilo de carne de ternera, por poner un ejemplo, se necesitan 15.500 litros de agua, mientras que para producir un kilo de trigo hacen falta 1.300 y por un kilo de zanahorias 131, según el Atlas de la Carne. Entonces, si para satisfacer la actual demanda de carne, huevos y derivados lácteos en todo el mundo se necesitan cada año más de 60 mil millones de animales de granja, engordarlos sale carísimo. De hecho, la cría industrial de animales genera hambre, ya que 1/3 de las tierras de cultivo y un 40% de la producción de cereales en el mundo se destina a alimentarlos, en lugar de dar de comer directamente a las personas. Y no todo el mundo puede permitirse pagar un trozo de carne de la agroindustria. Según datos del Grupo ETC, 3.500 millones de personas, la mitad de los habitantes del planeta, podrían nutrirse con lo que consumen estos animales.

Además, vacas, cerdos y gallinas, en el actual modelo de producción industrial e intensivo, son algunos de los principales generadores de cambio climático. ¡Quién lo diría! Se calcula que la ganadería y sus subproductos generan el 51% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. De hecho, una vaca y su ternero en una granja de carne emiten más emisiones que un coche con trece mil kilómetros a sus espaldas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Nosotros, al comer carne somos corresponsables.

El maltrato es la cara más cruenta de la ganadería industrial, donde los animales dejan de ser seres vivos para convertirse en cosas y mercancías. El documental Samsara, sin escenas de violencia explícita, muestra la brutalidad oculta, extrema, de las granjas de producción de carne, leche..., donde los animales malviven y los trabajadores los descuartizan, golpean, destripan como si fueran objetos. Un modelo productivo que tiene sus orígenes en los mataderos de Chicago, a principios del siglo XX, donde la producción en línea permitía, en sólo quince minutos, matar y trocear una vaca. Un método tan "eficiente" que Henry Ford lo adoptaría para la fabricación de automóviles. Para el capital, no hay diferencia entre un coche y un ser con vida. ¿Y para nosotros? La distancia entre el campo y el plato se ha hecho tan grande en los últimos años que como consumidores ya no somos conscientes muchas veces que tras un embutido, una lasaña o unos espaguetis a la carbonara había vida.

Trabajo precario

Las condiciones laborales de quienes trabajan en estas granjas deja mucho que desear. De hecho, entre los animales que se sacrifican y los empleados que trabajan hay más puntos en común de lo que estos últimos pudiesen imaginar. Upton Sinclair en su brillante obra La jungla, donde retrataba la precaria vida de los trabajadores de losmataderos de Chicago en los primeros años del siglo pasado, lo dejaba claro: "Allí se sacrificaban hombres igual que se sacrificaba ganado: cortaban sus cuerpos y sus almas a trozos y los convertían en dólares y céntimos". Hoy, muchos mataderos contratan en condiciones precarias a personas inmigrantes, mexicanos en Estados Unidos, como retrataba la excelente película de Richard Linklater Fast Food Nation, o de Europa del Este en los países del centro de la Unión.

La obra de Sinclair sigue cien años después estando de plena actualidad. La industria ganadera, así mismo, tiene una efecto nefasto sobre nuestra salud. El suministro sistemático de medicinas de manera preventiva a los animales para que puedan sobrevivir en pésimas condiciones de estabulación hasta el matadero y para obtener un engorde más rápido, y con menos coste para la empresa, lleva a que se desarrollen bacterias resistentes a estos fármacos. Unas bacterias que fácilmente pueden pasar a las personas a través, entre otros, de la cadena alimentaria. En la actualidad, según la Organización Mundial de la Salud, se suministran más antibióticos a animales sanos que a personas enfermas. En China, por ejemplo, se estima que más de 100 mil toneladas de antibióticos al año se dan a los animales, la mayoría sin ningún tipo de control, y en Estados Unidos, el 80% de los antibióticos que se suministran van a parar al ganado, como indica el Atlas de la Carne. Y eso no es todo, la propia FAO reconoce que en los últimos quince años, el 75 % de las enfermedades humanas epidémicas tienen su origen en los animales, como la gripe aviar o la gripe porcina, consecuencia de un modelo ganadero insalubre.

¿Quién gana con este modelo? Obviamente nosotros no, aunque nos quieran hacer creer lo contrario. Unas pocas multinacionales controlan el mercado: Smithfield Foods, JBS, Cargill, Tyson Foods, BRF, Vion. Y obtienen importantes beneficios con un sistema que contamina el medio ambiente, genera cambio climático, explota a los trabajadores, maltrata a los animales y nos pone enfermos.

Una pregunta se impone: ¿podemos seguir comiendo tanta carne?. Ecoportal.net

www.esthervivas.com

Cáncer, depresión o infartos, el terrible precio tras quedarse con el 'corazón roto'

 
Un nuevo estudio demuestra que los riesgos de sufrir insuficiencia cardiaca, infarto cerebral, depresión o ansiedad, así como un simple resfriado o algo tan grave como un cáncer, aumentan después de perder a un ser querido.

Una persona realmente puede morir del llamado 'síndrome del corazón roto', según un estudio detallado por investigadores de la Universidad de Birmingham (Reino Unido) que recoge el diario británico 'The Daily Mail'. Los resultados se suman a la creciente evidencia de que al morir un ser querido no solo aumenta el riesgo de depresión, sino de que las defensas del cuerpo se pueden debilitar y una persona queda indefensa contra todo tipo de enfermedades.

Los investigadores estiman que este síndrome multiplica las posibilidades de morir hasta por seis en el primer año después de perder a un ser querido. El fenómeno explica por qué muchas viudas y viudos mueren a los pocos meses después de fallecer su cónyuge.

Hay muchas causas complejas que pueden explicar el 'síndrome del corazón roto', pero la producción de cortisol, una sustancia química liberada por la glándula suprarrenal, da muchas respuestas al peligro que se corre tras perder a alguien cercano. Se cree, además, que esta sustancia es una de las mayores fuentes de los problemas de salud.

Sus funciones principales son incrementar el nivel de azúcar en la sangre, suprimir el sistema inmunológico en caso de ser necesario y ayudar al metabolismo de grasas, proteínas y carbohidratos. Asimismo, da más energía al cerebro y acelera la cicatrización de las heridas. Aunque sin duda ayuda al cuerpo en un sinnúmero de aspectos, puede llegar a ser fatal cuando una persona se enfrenta a una angustia emocional a largo plazo.

Los mayores problemas de saludLos expertos dicen que la hormona se puede acumular hasta niveles peligrosos en la sangre, afectando a muchas partes de nuestro cuerpo. Los autores de la investigación han hecho una lista detallada de los problemas de salud que una persona con dicho síndrome puede sufrir debido a los altos niveles de cortisol:

- Los autores del estudio aseguran que, pocas semanas después de la pérdida de un ser querido, algunas mujeres pierden el cabello a un ritmo alarmante, pero sostienen que el problema no es tan grave debido a la rápida recuperación del cuero cabelludo.

- Al estar en duelo se debilita el sistema inmunológico, lo que nos deja vulnerables a los resfriados, gripes, dolores de garganta y molestias en el estómago. Según los investigadores de la Universidad de Birmingham, el estrés crónico severo nos vuelve un 20% más propensos a pescar una infección viral.

- Esa tristeza puede provocar dolores de cabeza por la tensión experimentada. Junto a los mareos, náuseas y dolores musculares son muy comunes en las personas que sufren un estrés emocional intenso.

- No es sorprendente que la presión arterial se eleve por lo general en las primeras semanas después de la pérdida de un ser querido. Esto se debe a que las hormonas de estrés hacen que el corazón lata más rápido. Según el estudio, este problema afecta más a las personas de mediana o de tercera edad.

- El sistema inmunológico es fundamental en la defensa contra el cáncer, pero los altos niveles de cortisol pueden debilitarlo. Un estudio de más de 6.000 familias israelíes en 2000 sugirió que la incidencia de cáncer fue mayor en los padres que perdieron a un hijo adulto en la guerra. Sin embargo, varios estudios han demostrado que la relación es pequeña o inexistente.

- Los especialistas advierten que la pérdida de un ser querido puede desencadenar una serie de cambios de estilo de vida poco saludables como el hábito de beber y fumar, así como comer comida basura y hacen menos ejercicio .

- La pérdida de un ser querido puede aumentar el riesgo de diabetes tipo 2, la versión de la enfermedad que suele aparecer en la edad madura.

-Los científicos creen que los altos niveles crónicos de cortisol dañan las células en el páncreas que producen la insulina, sustancia que controla el azúcar en la sangre.

Texto completo en: http://actualidad.rt.com/ciencias/view/121329-cancer-depresion-infartos-precio-corazon-roto

The Cuban Evolution. The New York Times


HAVANA — MAYBE it was the Robin Thicke music video playing on a half-dozen flat-screen TVs, or the black-and-white image of the Brooklyn Bridge splashed above the V.I.P. area, or perhaps it was just the nightclub’s name: Sangri-LA. All I knew, as I sipped my $4 rum, was that this was not the Cuba of Fidel Castro’s 1959 revolution.

Nor was it the Cuba I first visited in the late 1990s with my wife, who is Cuban-American. That was a nation of grinding scarcity; nearly everyone we met asked us for something they needed — soap, pens, money, even the sneakers on our feet.

This Cuba, which I encountered on a recent weeklong visit, felt like a country struggling with its wants and jumpy in its eagerness to catch up with the world — as epitomized by this small but flashy nightclub, privately run, in the basement of a mansion in the capital’s leafy neighborhood of Miramar.

Sangri-LA was in some ways a step back to an even more distant time; the bartender confirmed it had been a club in the ‘50s, too. But it also looked like a strange step forward into Cuba’s more unequal future. The stratification that emerged after the Soviet collapse, when Cubans with tourism jobs or relatives abroad surpassed their peers, seemed to be accelerating, and while the inequality was nowhere near what could be found in pre-Castro Cuba or the United States, I wondered what Cubans thought of the new have/have-not dynamic rising through the cracks of Communism.

Sangri-LA was no greenhouse of introspection. When I asked a guy beside me — a young Cuban in a Polo shirt and hipster ‘80s sunglasses — for his take on Cuba’s changes, he leaned in close to be heard over the music and said, “I’m not saying a word.”

So I went elsewhere, into many of Havana’s neighborhoods, looking for discussion — and indicators. Every country has them, the little details that hint at a culture’s priorities and direction, but in secretive Cuba, “the land of topsy-turvy,” as one American historian called it back in 1910, little things like a phrase or a fad often carry special weight.

Cuba’s love affair with American gangster movies in the 1930s presaged the “pistolero” violence that became synonymous with Havana in the 1950s. After the triumph of Fidel Castro and his bearded guerrillas, green fatigues became cool, just as the arrival of Russian support in the ‘60s led to Russian status symbols — especially dark blue Lada sedans with big antennas on the back. “That was the car of government,” said Mario Coyula, Havana’s pre-eminent urban historian. “It was a sign of power.”

These days, with Fidel Castro on the sidelines as Raúl Castro gradually tries to modernize the economy with a dash of private enterprise, the tide of taste has turned. All across Havana, government symbols are out. New desires are rushing in.

Central Havana

The teenagers on Rollerblades racing down Paseo del Prado, the wide boulevard that divides touristy Old Havana from Central Havana, the city’s urban core, paid no attention to the pasty foreigners walking by. The scene suggested two things. One, the lag time between global and Cuban trends is shrinking: While it took more than a decade for the tight Lycra craze to reach Cuba — with crazy abandon — it seemed to take half that time for in-line skating to go from out of style in Miami to in style here.

Two, hustling seems to be in decline. A decade or so ago, I couldn’t have walked more than a few feet without being accosted by young men trying to sell me cigars, a prostitute or a meal at a private restaurant. The jineteros (or jockeys), as the hustlers were called, always struck me as a byproduct of economic desperation and the relative newness of tourism. Most tourists back then were first-timers. And many hustlers were proto-capitalists who had taught themselves English, German or Italian just to earn a few dollars in tips.

But now, except for a lazy solicitation or two, no one seemed to bother. The energy of the young was focused elsewhere. Maybe the police had really cracked down, always a possibility in Cuba, but other factors seemed to be in play. On the Malecón, Havana’s seaside esplanade, cellphones had suddenly become common and magnetic.

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Launch media viewerTeenagers looking at their smartphones while hanging out along the Malecón sea wall. The phones come with a catch, however -- no data plans, only texting and calling. The use of Wi-Fi usually costs about $4.50 an hour at government-run cafes, even more at some hotels.CreditTodd Heisler/The New York Times

Raúl Castro granted ordinary Cubans the right to have them in 2008, and use has exploded. Sort of. When I ran across Jenifer García, 15, and Ángel Luis, 21, lying on the sea wall, they were using a cellphone for music. Mr. Luis said he had paid $80 for the old BlackBerry Torch with a cracked screen, carried into Cuba by a friend who visited New York. He mostly uses it to listen to Marc Anthony; Ms. García said she was partial to Pink Floyd.

Farther down the Malecón, José Rivera, 29, and Pedro Frómeta, 24, were using an iPhone 3S (cost: $120), to take selfies. “Before, we were in this technological bubble,” Mr. Rivera said. “But it’s getting better.”

Indeed, the easing of travel laws by both Cuba and the United States in recent years has created a heartier commercial exchange and a new relationship to technology.

While Americans fret about the isolation our screens encourage, Cuban families (those who can afford Internet fees of $4.50 an hour) often gather around a single laptop at a hotel. DVDs and television programming from Miami — news and entertainment, on thumb drives — have become part of many families’ weekly routine.

But not everyone is connected. I didn’t see many cellphones in the poorer sections of Central Havana. What I did see were men pulling majestic colonial wooden doors out of an old building, and putting them on the back of a truck. They were hauling off the neighborhood’s last markers of past beauty and grace for a new restaurant in another area.

Vedado

A short drive west in the nicer residential neighborhood of Vedado, at the corner of a park named after John Lennon, lies one of Havana’s most distinctive old homes. Reddish and run-down on the outside, with a glass cupola that looks like a rocks glass turned upside down, it used to be owned by a wealthy family with eccentric taste.

Now 14 families live there, about 50 people crammed together in what amounts to a tenement. Two doors down, behind a high black fence, is a high-ceilinged, expansive colonial home with chandeliers inside, and outside a kiss of fresh yellow paint. The owners, who inherited the property, said they rented out its rooms to tourists.

Welcome to Cuba’s widening real estate divide.

I asked Aida Pupo, 45, squeezed into a back corner of the reddish mansion, if her neighbors’ wealth bothered her. She said she lived with three generations of her family. The ceiling of her kitchen forced anyone over 6 feet tall to duck. But she didn’t care.

“There are people with a lot, and there are people with nothing,” she said. “It’s just a sign of the times.”

She doubted that the wealth divide would ever get as bad as it was before the revolution because the government would not allow it. “They’re giving loans now for home improvement,” she said. “I would love to make the facade of this building beautiful again.”

A little frustrated but mostly acquiescent, Ms. Pupo belongs to what the journalist Marc Frank describes as Cuba’s “grey zone.” In his new book, “Cuban Revelations: Behind the Scenes in Havana,” he argues that these are the Cubans whom Raúl Castro has sought to win over with his efforts to modernize the economy.

There are no public opinion polls to test whether it’s working. Members of the revolutionary elite (high-level government officials, artists who make money abroad) are clearly benefiting, with investments in restaurants and homes. The nouveaux riches (running successful small businesses) are also at least somewhat satisfied.

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Bill 4 hours ago

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It is more surprising to discover that even those near the bottom, like Ms. Pupo, seem to be focusing on the positives. Eyeing the success of others, many seem relieved to know it’s possible. As one Cuba scholar told me, “They have aspirations they never used to have.”

Those a little closer to the top, though, don’t like to talk about how they got there. Ms. Pupo’s neighbor in the yellow house provided me with coffee but refused to be formally interviewed, or named. “Es complicado,” he said. (If there is a catchphrase in Havana these days, that would be it.)

In another building up the block, a young activist who said he had been kept at home by the police at times to prevent him from organizing cultural events, said those with advantages were just trying to protect what they had. “It’s a transition that we’re in, but not to democracy,” the activist said, noting that the government has become just slightly less restrictive. “It’s a transition from totalitarianism to authoritarianism.”

The indicator he longed to see: large music festivals separate from the state. “Young people want to know what’s really happening in Cuba but they’re not radicals,” he said. “They just want a different strategy because, look, the strategy we’ve had up until now hasn’t worked.”

Miramar

In Miramar, the wealthyish seaside suburb where most foreign embassies can be found, I stopped at a used-car lot where the price list on a bulletin board might as well have been shooting nails at customers: A 2010 Volkswagen Passat for $67,500? A 2006 Toyota Corolla for $39,724.80?

A new law allowing Cubans to buy cars from the government had gone into effect just a few weeks earlier. Cubans were thrilled when it was announced, only to be crestfallen when they saw the cost. The government said the cars were heavily taxed to redistribute money from the rich. Many Cubans, though, saw it as an insult, or a scheme. “It’s a trap,” one taxi driver said. “If you buy a car, the next day the police show up and ask where you got the money.”

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Launch media viewerA new Kia drives down a street in Old Havana. Slow changes have taken place in recent years. Cubans can now buy and sell cars and property, though most can't afford such luxuries.CreditTodd Heisler/The New York Times

Those Cubans working for reform from within insist that government officials are still learning how to be responsive to the public instead of just the party. But Cuba’s response to inequality is disjointed partly because the country is struggling with what kind of equality it really wants.

“In the United States, we talk about equality of opportunity,” said Richard Feinberg, an international affairs professor at the University of California, San Diego. “The equality of opportunity is actually expanding in Cuba today, but the Cubans, in the revolution, didn’t talk about equality of opportunity. They talked about equality of outcomes, that people should more or less have the same incomes and living standards. That equality of outcomes is being eroded.”

And therein lies the challenge: are those young people with Rollerblades and cellphones, or those with new cars, a sign of the equality Cuba wants, or not?

The island’s leaders have not provided much clarity. No one seems to know how much money is too much to have, or even how to talk about it. Many older Cubans seem dismayed. A well-known 90-year-old artist in Miramar (who asked that I not use her name) told me her entire block had changed in the past year or two. One neighbor’s house was empty because the family had moved abroad. Another was being renovated, while across the street new people were moving in. “It’s all so” — she crinkled her nose — “unstable.”

Her attitude reminded me of a line from Graham Greene’s 1958 novel “Our Man in Havana”: “It is a great danger for everyone when what is shocking changes." That seemed to capture how many Cubans feel these days. It certainly helped explain why no one at Sangri-LA would talk to me.

And yet Cuba is still Cuba. At Sangri-LA, along with the signs of rising demand for the shiny and new, there was as much shouting and hugging and gossiping as I had seen at countless state-owned venues, and in neighborhoods at every economic level.

The partyers were not trying to replace the Cuba they knew with something else: The Brooklyn Bridge mural did not mean they wanted Havana to become New York, and the Christina Aguilera videos were just a distraction. It was only when the D.J. switched the music to modern salsa — after 1 a.m. — that everyone started dancing. It’s a cliché of course to see Cuba only through song, but it was more than that. As José Martí, Cuba’s most famous writer, once put it: “I have two homelands: Cuba and the night. Or are the two one?”


Damien Cave is a correspondent for The New York Times covering Latin America and the Caribbean.

Cuba Dice: Sobre construcción de viviendas en La Habana (VIDEO)


Un cubano de a pie 15 años mirando China

Por Dmitri Prieto y Yusimí Rodríguez

HAVANA TIMES — Isidro Estrada es uno de los más fieles y activos lectores de HT. En 1995 viajó a China por primera vez, por un contrato entre Prensa Latina y la Agencia Xinhua para corregir noticias en español. Tras seis años de trabajo regresó a Cuba, pero en el 2005 volvió a China por su cuenta.

Ha trabajado en la versión digital de Beijing Informa, la Revista Cubanow, Pueblo en Línea y Radio Internacional de China, y actualmente en la Televisión. Ha vivido quince años en RPCh y ahora reside en Beijing con su esposa china. Esta entrevista se realizó durante su viaje a Cuba a finales del 2013.

Yusimí: Afirmó que para los chinos resulta difícil aceptar a los extranjeros como iguales, aunque hayan vivido allí mucho tiempo.

Isidro: China significa “imperio del centro”. Por mucho tiempo para ellos existían China y el resto del mundo. Con la guerra del opio y luego con la invasión japonesa, perdieron territorio, China fue sometida y humillada. El movimiento del 5 de mayo de 1919 está muy relacionado con el renacimiento del espíritu nacionalista chino; esto conllevaba cierto rechazo al extranjero.

Los japoneses propiciaron un pequeño holocausto. Así lo recuerdan los chinos, y los políticos aún recurren a esto. Eso moldea las relaciones del país con el resto del mundo, específicamente con Japón.

Yusimí: ¿Cómo ven a los cubanos?

Isidro: Cuba no era nada para China antes de 1959. Cuando Fidel anunció en la Plaza de la Revolución la decisión de reconocer a la China comunista y romper relaciones diplomáticas con Taiwán, adquirimos importancia ideológica y estratégica, por estar a las puertas de Estados Unidos. Hubo un acercamiento en los primeros años de la Revolución, recibimos mucha ayuda de ellos, aunque Cuba no los apoyó cuando se distanciaron de la URSS. Luego vino el enfriamiento por cuestiones comerciales: Fidel propuso un intercambio de una libra de arroz por dos de azúcar, ellos no aceptaron. Durante la Guerra Fría estuvimos en bandos opuestos. El enfriamiento duró casi hasta 1983, pero la amistad regresó tras los sucesos de Tiannamén. Cuba fue de los pocos países que no condenó a China.

Ahora nos ven con simpatía y cierta condescendencia. Cuando vienen dicen: “Esto es como China antes de la apertura”. Nos ven muy pobres e indisciplinados; dicen que necesitamos algo así como una cura de caballo.

Dmitri: ¿En qué consistiría?

Isidro: Una reforma al estilo chino, allá significó millones de gente para la calle, sin acceso a nada. Dicen que Cuba debe abrirse al mercado; o sea, al chino. Una empresaria me decía que si Cuba no se abre al mercado chino, tendrá que abrirse al norteamericano, como hace cien años.

Yusimí: Usted contó que tuvo problemas con la Western Union en China para enviar dinero a su hijo.

Isidro: Desde la última vez que EUA nos incluyó en la lista de países terroristas, las agencias que tengan contacto con EUA en China nos miran atravesado por tener pasaporte cubano. Por la Western había enviado dinero antes sin problemas; esta vez me dijeron, muy decentemente, que por regulaciones del Departamento del Tesoro Norteamericano no podían ofrecerme el servicio. Lo intenté con banco donde recibo mi sueldo. Aparentemente se había enviado, pero me llamaron a casa para decir que había un problema. No entendían cuál, pero sabían que estaba relacionado con los EUA.

Yusimí: ¿Estos incidentes no contradicen las relaciones entre nuestros países?

Isidro: No. China quiere buenas relaciones con todo el mundo, sin importar que sea comunista, capitalista o feudalista. Se quitaron el velo ideológico. Quieren buenas relaciones con Cuba, pero mejores las quieren con EUA. Donde EUA dice no, muy pocos pueden decir sí, incluyendo China. Es algo que siempre discuto en el foro, especialmente con quienes viven en Miami. Los cubanos en China somos una prueba de la extraterritorialidad del embargo: a todos nos niegan crédito, tarjetas, envíos de dinero. La comunidad cubana allí incluye gente a favor del gobierno cubano, disidentes y gente que no está en nada.

Yusimí: ¿En cuál se incluye usted?

Isidro: Hace meses, la respuesta del periodista Reynaldo Escobar a una pregunta similar fue: “soy un ciudadano independiente”. Yo también. No pertenezco al Partido ni a nada, aunque me inclino hacia la izquierda. Creo que la Revolución hizo muchas cosas favorables por mucha gente como yo, que vengo de una familia muy humilde. Pero también hay muchas con las que no estoy de acuerdo. Lo que más detesto son los absolutos, especialmente tras vivir tanto tiempo en China y haberla visto cambiar tanto.

Dmitri: ¿Cómo influye, o no, lo que en occidente llamamos cultura china en la China actual? ¿Hasta qué punto son los chinos iguales o diferentes del resto del mundo en su cotidianeidad?

Isidro: Casi todos los que llevamos mucho tiempo allí, coincidimos en que China no es un país sino una multiplicidad de países y mundos. Son 1300 millones de habitantes; 56 etnias, cada una con sus características y lengua. En las regiones del oriente y sur oriente, hay ciudades que pueden competir con Nueva York; en el centro y el occidente hay lugares tan pobres como Burundi.

Diría que la singularidad está en el Confucianismo. Aunque fue muy denostado por Mao, hoy es un ingrediente esencial de la vida china. Confucio defendía la verticalidad de los gobernantes a los gobernados, como intenta establecer hoy el gobierno. Están muy imbuidos del concepto de democracia vertical, creen posible construirla de arriba hacia abajo. Dicen: “siendo condescendientes, justos, magnánimos, honestos (todos principios confucianos) podemos lograr que el gobernado se sienta a gusto y no reclame el fin del gobierno”.

Yusimí: ¿Y si lo reclama?

Isidro: Dicen que el gobernado está en todo su derecho. Existen los peticionarios, gente con alguna queja que no es atendida por el gobierno local; van a reclamar justicia a Pekín, ante el gobierno central, incluso a pie, como en el feudalismo. Los gobiernos locales hacen lo imposible porque ese peticionario no llegue al gobierno central, ha habido incluso muertos.

Dmitri: O sea, eso puede ser eficiente.

Isidro: Para el modelo chino, sí. Consideran que sin estabilidad no hay país. Están dispuestos a hacer graduales concesiones para parecerse a un «país normal», pero no copiarán el modelo occidental. No se concibe una protesta como la de Tiannamén. Han creado mecanismos para que no ocurra.

Dmitri: ¿Qué pasa con esa otra gran corriente espiritual y filosófica china, tan diferente del Confucianismo: el Taoismo?

Isidro: La preeminencia está en el Confucianismo. El Taoísmo se asocia más a la religión. Por ejemplo, muchos miembros del Partido Comunista rezan en templos taoístas.

Yusimi: ¿El Partido no prohíbe la religión?

Isidro:
No. La controla. No hay relación con el Vaticano. Allá el Papa no es nadie. La Iglesia Católica es la Iglesia Patriótica China. El gobierno nombra a los obispos católicos, e incluso al sucesor del Dalai-Lama.

Confucio se enseña en las escuelas. No creo que sea importante si la persona es religiosa o no. Hay más libertad que en años previos para aferrarse a lo que cada cual quiera para vivir.

Dmitri: ¿Cómo interactúan el pensamiento histórico y la visión reflexionada de la vida chinos, con la vida moderna? En Rusia, la gente ahora lee mucho sobre el pasado ruso y sus héroes. ¿Es parecido en China?

Isidro: Sí. Muchos jóvenes menores de cuarenta años buscan las leyendas de las épocas de las dinastías y se recrean en ellas, porque no encuentran realización espiritual en la época actual.

Dmitri: ¿Son los mismos jóvenes que realizan negocios y pasan horas en Internet?

Isidro:
Exacto. Hacen negocios durante 24 horas pero carecen del sustento espiritual. Una empresaria china me dice: “Cuba tiene tres varas de hambre, pero ustedes tienen un sustento en la vida que nosotros no tenemos. Incluso cuando somos ricos, nos vaciamos. El cubano, aunque sufre, siempre tiene un recurso en el alma que le permite ir más allá de la miseria. El chino carece de ese anclaje espiritual”. Esta carrera contra el tiempo por enriquecerse tiene su secuela, fundamentalmente en el campo de la ética y la espiritualidad. Veo gente que maneja un BMW o un Mercedes, pero tiene una vida muy vacía y son los que se suicidan. No tengo las estadísticas, pero ha habido casos difundidos por los medios.

Dmitri: ¿Esta contradicción entre tradición y mundo de la modernidad ocurre igual o difiere en otros países de Asia que se modernizaron recientemente como Japón, Corea, Vietnam…?

Isidro: La particularidad china está en la ideología: el Maoísmo ha gravitado por más tiempo de la cuenta, casi siempre para mal. La generación de mis suegros no tuvo vida, vivían en función de una campaña política tras otra. Los matrimonios pasaban mucho tiempo separados. Eso dejó una secuela de gente sin alma que estuvo todo el tiempo sometida a un bombardeo ideológico sin espacio para realizarse como individualidad.

Dmitri: ¿Cómo se diferencia su comportamiento social del nuestro? ¿Coinciden sus juicios con los nuestros para calificar a alguien de bueno o malo?

Isidro: Hay matices marcados por el confucianismo y el maoísmo. Tienen patrones más rígidos. Como latinos estamos muy dados al perdón. A ellos, aunque el confucianismo lo promueve, les resulta dificil perdonar. El argumento del gobierno, cuando los organismos internacionales han criticado la pena de muerte, es que todo el país la apoya y sería antidemocrático eliminarla; es cierto. Ya hay menos figuras delictivas sancionadas con pena capital. Pero la corrupción, por ejemplo, conlleva a la muerte de manera casi automática.

Dmitri: ¿Solo los Han perciben China como el país del “centro del mundo”?

Isidro: El gobierno intenta, con mucha propaganda, que todo ciudadano chino independientemente de su etnia, tenga ese concepto de China como país. Pero en lo cotidiano, los Han se imponen numéricamente. Eso genera tensiones pese al esfuerzo de la Administración Central de promover esas minorías, mediante una serie de medidas que las favorecen, como por ejemplo la ventaja en el ingreso a la universidad, y de identificarse ella misma con toda la población china.

Yusimí: Dijo que la generalidad de los chinos no quieren hablar de política

Isidro: Entre otras cosas, porque están interesados en levantar su economía personal. Y la lección de Tiananmen está vigente. Es más fácil buscar dinero para irse a otro país, o establecer una empresa, y asegurarse un buen nivel de vida. ¿Para qué enfrentar una maquinaria contra la que no puedo?

Dmitri: ¿Cómo se recuerdan los sucesos críticos del siglo XX en China?

Isidro: Mostré a mi suegra datos científicos sobre el hambre que generó el “Gran Salto Adelante”, decidido por Mao. Ella contestó: “puede ser verdad, pero de eso no se habla, porque el Partido no quiere; puedes perder tu trabajo”.

Dmitri: ¿Un joven diría lo mismo?

Isidro: En la prensa mucha gente transciende la posición oficial. El Diario del Pueblo, (Granma chino), tuvo que crear una especie de tabloide para que los sectores menos oficialistas se expresaran.

Los universitarios recién graduados no saben nada del Gran Salto Adelante o de la Revolución Cultural, ni les interesa; pero yo estudié esos hechos y los conozco.

A ellos les interesa el karaoke y los juegos electrónicos, y así lo prefiere la oficialidad. Quieren que la juventud china respalde la causa política china, no que sea solidaria ni antiimperialista. China prácticamente no participa en los Festivales Mundiales de la Juventud y los Estudiantes.

Yusimí: ¿Cómo se trató la homosexualidad bajo el Maoísmo y cómo ha evolucionado con las reformas?

Isidro: Ese tema da para un artículo. Bajo el Maoísmo era delito. Les ha costado, dar posteriormente el salto, porque había mucho atraso en esa cuestión con respecto a los demás países. La percepción de la homosexualidad en la actualidad es más positiva. Hay organizaciones de gays y lesbianas.

Dmitri: ¿Son legales, el gobierno promueve eso como realidad?

Isidro: Al menos las acepta.

Dmitri: ¿Pero se proyecta como un rasgo de la sociedad en la prensa internacional china?

Isidro: El tabloide que mencioné antes publica todas esas cosas: “Tal persona cambió de sexo”…

Yusimí: ¿El Granma chino (Diario del Pueblo) lo publica también?

Isidro: No.

Yusimí: Tampoco se acepta el matrimonio homosexual.

Isidro: Para la familia china tradicional es importante la preservación del apellido, que se pierde cuando no hay hijos. Muchos gays se casan con mujeres por complacer a sus padres. Y luego buscan su pareja homosexual.

Dmitri: ¿No pueden adoptar? ¿Cuando hay un hijo adoptivo, no se mantiene el apellido y el linaje?…

Isidro: Todavía la adopción para las parejas gay no está viabilizada. La adopción en parejas heterosexuales se ve en casos extremos, como cuando la mujer es infértil… pero heredar el apellido es fundamental.

Dmitri: ¿Qué sucede con el tema del aborto y la política de un solo hijo? ¿Existen grupos en contra?

Isidro: Esa política de control demográfico ha evitado más de 300 millones de nacimientos, lo que ayudó en la lucha contra la pobreza. Pero ahora hay un desbalance de géneros. Se favorecen los nacimientos de varones y se interrumpen selectivamente los nacimientos de hembras. Eso resultó en zonas campestres donde sólo viven hombres solteros. Con frecuencia “compran” y hasta secuestran mujeres, para conseguir pareja. También aumenta la población envejecida.

Grupos y activistas individuales han denunciado los abortos forzados por medios masivos oficiales o paraestatales, cada vez más críticos. Por esto, el Estado replanteó la política en vigor, pronunciándose finalmente por flexibilizarla, según acordó recientemente el XVIII Comité Central. Queda por ver ahora cómo se concretará en la práctica este giro.

Dmitri:
El preconcepto cubano promovido “desde arriba”, de que socialismo no es más que educación y salud gratuitas, etc. -poco relacionado con la desalienación expuesta por Marx, y menos aún con el socialismo libertario- ¿existió en China? Y, si existió, ¿qué queda de ese socialismo hoy?

Isidro: Ellos dicen haber hecho un alto en la construcción del socialismo, que no puede hacerse desde la miseria. Miseria realmente producida por políticas maoístas, que amenazaban con arruinar totalmente el país. Pero los chinos, a diferencia de los soviéticos con Stalin, no han querido condenar a Mao, quien -según fuentes oficiales- erró en 30%, acertando un 70%. Priorizando la estabilidad, calcularon que sería catastrófico destronarlo totalmente. Para muchos neo-izquierdistas chinos “izquierda” significa “maoísta”. Recientemente, en la Plaza Tiananmen, un joven hirió -golpeándolo con un cartel de “Viva Mao-Zedong”- a un señor mayor “culpable” de sugerirle que Mao no fue perfecto… Tuvieron que venir policías…Pero fanatismos así no abundan.

El alto en la construcción del socialismo permitiría que ciertos sectores se enriquezcan y sirvan de locomotoras al país para darle -desarrollo económico mediante- un lugar en el concierto mundial…

Dicen no renunciar a construir una sociedad que distribuya recursos según principios socialistas, pero primero necesitan –según el PCCh- bases económicas sólidas, desde donde pueda lanzarse la transformación social.

Respecto a la clase obrera, no tiene el poder. Lo tienen las élites, y toda esa crema y nata que ha desarrollado sus recursos en 30 años.

Pero vivimos momentos interesantes: la China de la mano de obra barata, que llenó el mundo de baratijas y llevó ese país al desarrollo, se está acabando. A quienes trabajan hoy hay que pagarles más. Y quienes gobiernan lo saben.

China tiene una masa obrera inmensa reclamando nuevos derechos, que con el tiempo devendrá un gran pueblo consciente de su poder real. Los exigirá a patrones y gobernantes, creando sindicatos para defenderlos. Eso está ahora en proceso.

Como en Cuba, es imposible que durante las reformas económicas -cuando afloran desigualdades- dure mucho la alianza entre sindicato y administración (criticada, en su tiempo, por nuestro Lázaro Peña, aún con socialismo).

En el ámbito legal, hay abogados chinos presos por defender a grupos obreros auto-organizados para resistir a la administración, o dañados por despidos, por cierres de fábricas…

En casos extremos, trabajadores enfrentando violaciones de derechos básicos han amenazado con suicidarse públicamente tirándose de un edificio…

Yusimí: ¿Se tiran?

Todavía no he visto ninguno. Una vez apareció uno, pero llegaron policías, bomberos, había mucha gente filmando… al final lo convencieron.

Dmitri:
¿Quedan gratuidades?

Cuando Mao la salud fue prácticamente gratuita. Ahora, el PCCh promueve los servicios médicos privados, pagados. Según Deng Xiaoping, no importa el color del gato mientras cace ratones.

Quedan pocas gratuidades. La escuela primaria es gratis, pero si sumas lo que se compra (uniforme, caja de arte…), el costo sube… También suben los precios: antes ir al médico costaba 20 USD; hoy, 30.

Existe la trampa de la clase media. Hay subsidios para los pobres (ejemplo: viviendas baratas), mientras los ricos ya son ricos. Pero “en el medio” la vida es más compleja, porque ni tienes suficiente, ni recibes ninguna prestación.

Se menciona poco que el coeficiente Gini –medida de desigualdad- es altísimo en China. Tratando de humanizar algo la sociedad, el último Congreso del PCCh aprobó un plan quinquenal (China aún planifica) cuyo gran objetivo es evitar -mientras sea posible- traumas sociales que sobrevendrán si el Gini sigue creciendo: disminuir grandes desigualdades generadas en últimos años, las diferencias entre ricos y pobres, llevar prestaciones a regiones desfavorecidas, mejorar las condiciones de quienes trabajan. Generalizar derechos sociales: educación en todos los territorios del país, seguros sociales mínimos, salud, círculos de ancianos…

Ya no es como los primeros años de Reforma y Apertura.

El gobierno actual dice interesarse en poner al hombre al centro de la sociedad: no de hacer más o menos socialismo, sino de ser más o menos humanos. Tratan de desembarazarse de la jerga ideológica de antaño. Todo sería posible, pero dentro de la cultura y especificidad china.

Yusimí: Sobre los 8 partidos existentes en China legalmente, ¿qué poder real tienen, qué posibilidades para competir con el PCCh, y por qué eso no se menciona en Cuba?

Isidro: En Cuba suele obviarse que China tiene una Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, actuando paralelamente al Parlamento. Ambos sesionan una vez cada año. La Conferencia asesora políticamente al gobierno y la dirigencia del PCCh sobre futuros rumbos del país. Teóricamente, según funcionarios partidistas, en esa Conferencia participan “viejos amigos o compañeros de batalla”.

Entre ellos hay remanentes de 8 partidos[1] partícipes en la Revolución. No son comunistas, pero el gobierno del PCCh los acepta; lo asesoran sobre problemas específicos afectando determinados sectores sociales. En teoría, el PCCh nunca decide nada sin ellos; por eso, dialogan periódicamente.

La posibilidad de que alguno de ellos llegue al poder por el momento no se plantea.

En China, prevalecen las elecciones indirectas. Al Presidente de la RPCh lo escoge un conciliábulo de altos dirigentes. No podemos determinar cómo influye la Conferencia Consultiva en ese marco decisorio, pero ciertamente sabemos que los partidos minoritarios cocinan entre ellos lo que después sugieren a la dirección china.

Dmitri: Para la gente de China, ¿hay percepción de diferencia cultural entre lo que es el “Occidente” euro-norte-americano y lo que es “Nuestra América” (latino-indo-afro-caribeña)?

Isidro: Buena parte del conocimiento sobre la América Latina en China llegó mediado por el filtro estadounidense, como sucedió en Japón de posguerra; tal particularidad sigue vigente de cierto modo incluso hoy.

En el Shanghai denominada en los ´30 “París del Oriente”, se bailaban rumbas de salón de Ernesto Lecuona, y el tango argentino, junto al entonces universal foxtrot.

Ese breve contacto con las expresiones culturales latinoamericanas se cortó con la invasión japonesa y sucesivas campañas revolucionarias tras 1949.

A partir de los 60 se empieza a cultivar la traducción al chino de obras literarias latinoamericanas, siempre que estas respondieran a lo que entonces se concebía como la “izquierda”. La Revolución Cultural iniciada por Mao en 1966 puso una larga pausa a estos intercambios. A partir de 1979, empero, han florecido los vínculos de todo tipo entre ambas partes.

Pero la impronta estadounidense en estos vínculos sigue siendo muy fuerte. Tanto que actualmente la Cancillería china mantiene un foro de análisis y discusión con EEUU, al cual denomina “Sub-diálogo Chino-Estadounidense sobre América Latina,” como capítulo del Diálogo entre EEUU y China sobre Seguridad y Economía. Como latinoamericano, no me hace muy feliz el evento, pues considero que el mismo contribuye a preservar la imagen de nuestra América como traspatio del Norte.

Dmitri: ¿Cómo se valora en general el proceso de reforma y apertura, y sus resultados?

Isidro:
Simplemente China antes de la reforma y apertura (iniciadas en 1978), y ahora, son dos países distintos, en todos los órdenes de vida.

El primer y más trascendente resultado es la transformación de la mentalidad. Los esquemas del mundo de mis suegros, mi mujer y mi hijastro chinos, muestran el acelerado tránsito ocurrido en ciudadanos promedios durante 35 años. Los primeros viven encajonados, presumiendo como único aceptable lo que “orientan” autoridades supremas, sin cuestionamientos; la segunda está a medio camino entre esa aceptación, o resignación, y el anhelo de procurar algún resquicio de individualidad; el más joven se desentiende completamente de políticas e ideologías, gozando al máximo múltiples destellos hedonistas de la nueva sociedad consumista, y procurando trabajar cada vez más y mejor, al tiempo que intenta superarse, porque al final avizora la dulce recompensa del triunfo.

El arquitecto de la reforma, Deng Xiaoping, lo tenía claro cuando afirmó que cuando se abre la ventana de una habitación cerrada, junto al aire fresco entrarán molestos insectos.

Dmirti: ¿Podemos hablar de una expansión mundial china, quizás de una colonización? ¿Está Occidente listo para China? ¿Y nosotros? ¿Cuán prejuiciados estamos sobre China?

Isidro: La expansión mundial china es un hecho. ¿Quién imaginaría que los chinos comprarían la Volvo, empresa insignia del capitalismo sueco? Lo hicieron, con mucho pragmatismo, decidiendo mantener a los principales directivos europeos, para que la firma nunca pierda su sabor local, mientras Pekín decide.

¿Quién esperaría EEUU debiéndole a China unos 1,2 billones de dólares, “empleados” por el Pentágono en Irak y Afganistán?

Ahora, a diferencia de potencias tradicionales, China no llega a ningún lugar con la bayoneta en la diestra, corroborando su prédica de “despegue pacífico”. Le basta con colocar su chequera bien visible. Si Pekín cumple lo prometido, asistiríamos al primer parto incruento de una potencia mundial.

Pero -aunque empresarios chinos no se impongan por la fuerza- ciertas prácticas suyas en lugares como las minas africanas, no son precisamente dignas de alabanza.

Por ello, mecanismos como la CELAC, para el caso latinoamericano, constituirían vehículos ideales para negociar en bloque con Pekín, procurando mejores condiciones en negocios bilaterales.

Apenas en un año, China tuvo un papel sustancial evitando tres conflictos -potencialmente, miles de víctimas y millones de dólares en daños-: Norcorea, Siria e Irán. En los tres casos, EEUU – y no sólo- anduvieron cerca de cuando menos alguna “operación quirúrgica” o ataque preventivo. Pero China llamó a contar a los norcoreanos y los puso en su lugar. Con Rusia, se opuso en la ONU a represalias bélicas contra Damasco, logrando de paso que El Assad aceptara deshacerse de su arsenal químico.

Gestionó hasta el cansancio con iraníes y occidentales, consiguiendo el reciente acuerdo para que Irán deje a la ONU inspeccionar su arsenal nuclear, renuncie a enriquecer su uranio al libre albedrío, relajándose en cambio las sanciones que hasta hoy pesaron sobre Teherán, y conjurando la posibilidad de guerra en la zona.

Yusimí: Como cubano que vive en China, ¿cómo ves el futuro de Cuba?

Isidro: Desde lo que conozco de China, quisiera recordarles que hace más de 60 años, comunistas y nacionalistas chinos (actual gobierno de Taiwán) se mataban entre sí por cientos de miles en campos de batalla, y que luego vivieron décadas de Guerra Fría.

Hoy, líderes de ambos partidos negocian en términos civilizados e incluso amistosos. Premisa clave para este gradual entendimiento entre otrora enemigos acérrimos ha sido no permitir que ningún poder extranjero mediatice su diálogo. Así le han dejado bien claro, primero a Japón, después a EEUU: el asunto es entre chinos. Los cubanos, tomemos nota.

En términos sencillos, ingenuos incluso, quiero para Cuba la parte positiva de los cambios en China: mayor prosperidad y desarrollo, más libertades y prerrogativas en general, para que el ciudadano vuelva a ser protagonista. Es el momento de ponernos nosotros mismos una inyección con alta dosis de pragmatismo. Es hora de ir soltando orejeras.


[1] Comité Revolucionario del Guomindang de China; Liga Democrática de China; Asociación de la Construcción Democrática de China; Asociación para la Promoción de la Democracia en China; Partido Democrático Campesino y Obrero de China; Zhigongdang de China; Sociedad Jiusan; Liga para la Democracia y la Autonomía de Taiwán

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