"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 13 de noviembre de 2016

Sobre EE.UU, aunque no se menciona el historial de robo y saqueo a países......


Los trucos publicitarios con los que Trump le robó la cartera a Hillary

Tipografías, eslogan, colores, insight: todos los conceptos publicitarios que valen la presidencia de los Estados Unidos


Los trucos publicitarios con los que Trump le robó la cartera a Hillary (Otras fuentes)

13/11/2016 06:00 | Actualizado a 13/11/2016 16:01

En el marco publicitario es fácil encontrar grandes diferencias entre ambos candidatos. Este plano pictórico está directamente relacionado con el discurso y la estrategia de cada uno de ellos. Javi Inglés, director creativo, nos da las claves.

Hillary Clinton confió en su puesta en escena y en su discurso pensando que ambos eran más integradores y positivos, sin embargo a nivel gráfico, el eslogan que presentaba y el grafismo no eran contundentes. El logotipo de la campaña era una especie de jeroglífico, una H con una flecha que se fusionaba y no era muy clara. No había, tampoco, una promesa grande.

A la izquierda, el logotipo de campaña de Hillary Clinton. A la derecha, el de Donald Trump (Otras fuentes)

Al otro lado tenías el planteamiento de Trump. En él solo se veía pura contundencia. Su presentación desde el punto de vista de marca era coherente de arriba a abajo. Se observaba una puesta en escena dura, agresiva, potente verbalmente y a nivel de presencia. Donald Trump es un tipo grande que mancha mucho (manchar como capacidad que tiene una imagen de ocupar todo el espacio).

Cuando hablamos de propaganda o publicidad la tipografía no solo juega un rol literal de transcribir un eslogan, sino también estético. En este sentido, depende de lo que estés tratando de comunicar, podría ser mejor una tipografía escrita a mano u otra con serifa (remate o detalle que llevan algunos tipos de letra, ver imagen). Mientras que la serifa de Hillary viene de la familia de la literatura, la de Trump tiene un uso más publicitario. Tenemos dos tipografías que se enfrentan desde la figuración a lo claramente literal. Promesas y eslóganes vacíos por parte de Hillary contra significantes vacíos, pero contundentes de Trump.

Un ejemplo de tipografía con serifa (Otras fuentes)

No necesariamente hay una serie de tipografías que ayudan más o menos a vender un producto. Lo que sí es verdad es que cuando existe un discurso bien armado o una campaña gráfica y una puesta en escena coherente, escoger la tipografía que ayude a que todo eso se entienda mejor, sin lugar a dudas, la optimizará más. Una correcta elección de tipografía hará que el mensaje llegue a más gente y de una manera clara.

De entrada no hay tipografías buenas ni malas, ni mejores y peores, sino simplemente es la suma de todo lo que hace que la tipografía haya sido adecuada o no.

En la campaña de Trump observamos tipografías bold (tipografía de palo ancho, ver imagen), muy contundentes y muy duras. Pero éstas no tendrían valor si no estuvieran junto a algo fundamental en cualquier campaña -no solo política sino también de producto o de servicio- un insight.


Un ejemplo de tipografía bold (Otras fuentes)

La idea de insight es el pensamiento íntimo que necesita tener un consumidor acerca de la idea de un producto o de un servicio. El “Hacer América Grande Otra Vez” se anclaba en un lugar de la memoria en el que una gran parte, por lo que parece, de estadounidenses necesitaba sentir otra vez. El hecho de que alguien les prometa que van a volver a ser el ombligo del mundo. En esta línea la contundencia o la redondez del mensaje de Donald Trump en cuanto a puesta en escena, a tono, estilo, eslogan y grafismo era mucho más fácil de entender o de interpretarincluso, por parte del votante que el que proponía Clinton.


A la izquierda, el eslogan de campaña de Donald Trump. A la derecha, el de Hillary Clinton (Otras fuentes)

Si nos fijamos en la tipografía utilizada por Hillary, vemos que es muy femenina, redondeada, suave, muy poco agresiva. De hecho, no encaja del todo con su propio logotipo de la H y la flecha. Hubiera sido un acierto, por ejemplo, una tipografía más de palo seco y un poco menos junta, ya que tiene un interletraje muy pequeño y entonces parece, incluso, que las letras se amontonan. Clinton se confió o tenía un peor aparato de campaña.

Obama, por ejemplo, fue un maestro. En su primera legislatura con el “Yes We Can” tenía un mensaje contundente, fue una manera muy positivista y muy integradora de afrontar una propuesta de un presidente de color. El grafismo de campaña era su imagen tratada con diferentes colores, se apostó por ir más allá del negro o el blanco. Llevó el “Yes We Can” a la América de todos.

Recorte del eslogan de campaña de Barack Obama, 'Yes, We Can' (Otras fuentes)

Comparando directamente el grafismo de Clinton con el de Trump, se verá que el segundo es un “sota, caballo y rey” de toda la vida y agujerea cualquier gráfica que le pongas abajo. Esto acompañado de un señor rubio, grandote, gordo, que está chillando, con una gestualidad muy marcada, pues es un paquete que se decodifica fácil.

En España, sin saber sobre política estadounidense como el 90% de los españoles, la lectura de la información se quedaba en un plano puramente superficial: la puesta en escena de Hillary era buena y la puesta en escena de Trump era mala, como si fuera un tema de tono y estilo, solamente y no de coherencia, contundencia y claridad.

Para llevar adelante este tipo de campañas se necesitan muchos meses de pura afinación. En el eslogan de Trump vemos una promesa y la promesa es que América va a ser otra vez grande con un discurso amparado en el núcleo duro de la doble moral americana. Es coherente de pies a cabeza, guste más o menos. Con Hillary todo ha sido más soft. Ha querido presentar constantemente una cuestión muy maternal, cuidando la puesta en escena desde una perspectiva más suave, más femenina.
Helvetica Neue, un ejemplo de tipografía sin serifa (Otras fuentes)

Desde el punto de vista publicitario o propagandístico, Trump es una persona que siempre se ha presentado al mundo así. Ese ejercicio de coherencia se ha transpirado en su puesta en escena y en la manera de tratar las imágenes: las fotos del aparato de campaña de Trump presentaban esa dureza y esa firmeza que le ha caracterizado siempre. Es una persona que en ese sentido no tiene trampa ni cartón.

En el aparato propagandístico de Hillary sí que se ha intentado crear un mundo alrededor de ella que la ayudara a no pasar por temas escabrosos, intentando crear una imagen que al final, quizás, pueda haber sido uno de los factores que le haya hecho perder. Es más fácil transmitir la coherencia, la transparencia, guste o no, que un mensaje prediseñado o prefabricado.

Desde un punto de vista de estrategia de comunicación ella ha cometido el error de tapar una serie de cosas sobre su pasado contra las que podría haber luchado cara a cara y salir victoriosa.

El voto del pueblo estadounidense por Cuba

A pesar de que aún los ciudadanos de Estados Unidos tienen prohibido hacer turismo en Cuba, los que visitan nuestro país gracias a las 12 categorías autorizadas comienzan a romper los estereotipos sobre la Mayor de las Antillas

GRANMA - María Camila Maury estudiante de Periodismo - Andy Jorge Blanco estudiante de Periodismo | internet@granma.cu


Obispo es una de las calles más concurridas de La Habana. Foto: Alberto Borrego

Hay cientos de turistas caminando por Obispo. Algunos vienen de tan lejos como Ja­pón u Holanda y otros huyen del frío canadiense. En la puerta del bar Floridita hay un gran grupo que se interesa por la historia que une al lugar con Ernest Hemingway. Si se aguza el oído, se escucha un inglés rápido, brusco a la vez que fluido, típico de Estados Unidos.

Cada vez es más común escuchar ese acento en las calles cubanas, especialmente desde que el 17 de diciembre del 2014 se abriera un nuevo capítulo en las relaciones entre La Ha­bana y Washington.

Peryl Cowley, de 74 años y residente en Los Ángeles, California, está en Cuba para admirar el arte contemporáneo, la pintura y la fotografía. «El bloqueo nunca debió ha­ber ocurrido y no debe mantenerse».

El guía al frente de la Asociación de Arte de Los Ángeles, a la que pertenece Cowley, les explica cómo el autor de El viejo y el mar hizo del Floridita y del daiquirí que allí tomaba rutinas habituales en sus casi dos décadas de vida en el país caribeño.

El Premio Nobel de Literatura encontró parte de su inspiración en las olas de la bahía habanera y la vida de los pescadores cubanos.

Cowley busca algo similar, pero como el resto de sus compatriotas está limitado por leyes que le impiden visitar con normalidad el país en calidad de turista.

A solo dos años del triunfo revolucionario de 1959, el presidente norteamericano Dwight Eisenhower rompió las relaciones diplomáticas con La Habana y anunció las primeras restricciones para impedir los viajes de los ciudadanos estadounidenses a Cuba. Poste­rior­men­te, durante la administración de Bill Clin­ton, la Ley de Reforma a las San­ciones Comer­ciales y Ampliación de las Expor­ta­ciones prohibió cualquier tipo de viajes con fines turísticos.

El único camino válido son 12 categorías por las que se les autoriza viajar a la Isla, sobre las cuales el presidente Barack Obama otorgó una licencia general. Unos se acercan para intercambios culturales, otros para actos públicos, clínicas, talleres, competiciones atléticas. Todos toman fotos y caminan desde el Parque Central hasta la Bahía. Vienen a conocer un país que les ha sido prohibido por más de 50 años.

Mientras fotografiaba los autos clásicos americanos del siglo XX, en el Parque Central de La Habana, Monika Farrell, también de Los Ángeles, comentó que estuvo en Cuba por primera vez hace diez años por actividades educativas. «Los estadounidenses amamos este país y su estilo en el arte», añadió.

«Cuba es una gran nación y a muchos les encantaría poder visitarla», dijo Nicolas Brin­gosent, quien viaja mediante la misma Aso­ciación de Arte de Los Ángeles que Peryl Cow­ley y Monika Farrell. El joven declaró, además, que el bloqueo es un infortunio.

Algunos especialistas señalan cómo un mayor arribo de norteamericanos a Cuba pudiera cambiar su percepción sobre la Mayor de las Antillas. «Será mucho más claro para ellos que el bloqueo es una política de la Guerra Fría, obsoleta, que debe ser eliminada», según Luis René Fernández Tabío, investigador del Cen­tro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana (Cehseu).

Chris Fink, de Boulders, Colorado, recorre las calles de La Habana por primera vez. Arribó a la capital cubana para participar en la Copa de Amistad, Torneo Internacional de Rugby Veteranos, que se desarrolló en el estadio Eduardo Saborit, del 29 de octubre al 4 de noviembre últimos. Fink expresó su admiración por la iniciativa deportiva y declaró a Granma que el bloqueo debe terminar.

«Este es un contacto pueblo a pueblo y una muestra de cuánto puede avanzarse en mu­chos campos, específicamente el del deporte», señaló por su parte Osmel Armas, jugador del equipo cubano en el certamen.

Uno de los organizadores del evento, el aus­traliano Paul Robertson, afirmó que el principal propósito de este encuentro es ayudar a fomentar el rugby en Cuba.

Mientras expresaba su admiración ante la concurrencia de muchos jóvenes cada tarde al estadio para practicar deportes, y por el esfuerzo del gobierno cubano para mantener lugares como ese, reflexionó sobre el bloqueo: «¡Ya basta! El efecto de esa política en Cuba es evidente y terrible. Mi país siempre ha estado de acuerdo en muchos puntos con Estados Unidos, pero en este no».

A pesar de los constantes reclamos de la comunidad internacional y de los propios llamados del presidente Barack Obama al Con­greso para ponerle fin a esa política agresiva, el bloqueo contra Cuba persiste como el mayor freno al desarrollo de la economía en la Isla.

Si bien la reciente votación en las Na­ciones Unidas a la resolución presentada por Cuba fue histórica, por la abstención de Estados Unidos, muchos consideran que no es suficiente.

«El voto es triste. Ya es momento de cambiar», aseveró Steve Brown, minutos antes de comenzar su partido de rugby en el Eduardo Saborit.

Muchos coterráneos de Brown sienten la necesidad de unirse a Cuba, a su cultura y a su pueblo. Les atraen la realidad y subjetividad de los cubanos, las interpretaciones del mun­do que desde aquí se hacen, y el misticismo sin descubrir de la Isla.

Aunque Estados Unidos mantiene las trabas para volar a la Isla, cada vez son más los norteños que arriban a suelo cubano y comienzan a romper los estereotipos creados durante medio siglo.

Obispo se llena todos los días con nuevos amantes del arte, jugadores de rugby u otros por llegar. Es uno de los tantos puntos de partida para echar a andar y conocer Cuba, un país separado de Estados Unidos por apenas 90 millas, pero al que siempre han visto desde la distancia.

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