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Los argumentos a favor de los candidatos a la Reserva Federal deberían basarse en los méritos
¿Puede una mujer dirigir de manera eficaz la Reserva Federal? Eso ni siquiera debería preguntarse. Y Janet Yellen, la vicepresidenta de la Junta de Gobernadores de la Reserva, no solo está a la altura de la tarea, sino que, desde cualquier punto de vista, es la persona más cualificada en Estados Unidos para relevar a Ben Bernanke cuando este deje el cargo de presidente.
Así y todo, hay en marcha no una, sino dos campañas sexistas contra Yellen. Una es una campaña de murmuraciones en la que el sexismo es implícito, mientras que la otra denota misoginia pura y dura. Y ambas campañas se las apañan para combinar el sexismo con análisis económicos sumamente defectuosos.
Empecemos con la campaña más extrema, la campaña abierta. La semana pasada, The New York Sun publicaba un editorial en el que atacaba a Yellen, titulado ‘El dólar femenino’. El editorial daba por sentado que la Reserva ha estado siguiendo unas políticas monetarias desastrosamente inflacionarias durante años, a pesar de que la inflación real ha caído a su mínimo en 50 años. E insinuaba que las cosas empeorarían todavía más si el dólar llegase a estar meramente “respaldado por el sexo”. No me lo estoy inventando.
Es verdad que The Sun es una publicación marginal, con fuertes tendencias a favor del oro, y nadie le prestaría mucha atención si el resto de la derecha hubiese hecho caso omiso de ese editorial o se hubiese distanciado de él. Pero, de hecho, The Wall Street Journalpublicó acto seguido su propio editorial en la misma línea, a lo largo del cual citaba aprobadoramente el artículo de The Sun, dólar femenino incluido.
La otra campaña contra Yellen ha sido más sutil, a base de repetir insinuaciones —casi siempre extraoficiales— de que no tiene el “empaque” necesario para dirigir la Reserva. ¿Qué significa eso? Bueno, supongamos que estamos hablando de un hombre con las credenciales de Yellen: trabajos académicos sobresalientes, líder del Consejo de Asesores Económicos, seis años presidiendo la Reserva de San Francisco, un historial de efectividad en el trabajo con sus compañeros de la Junta de Gobernadores. ¿Insinuaría alguien que un hombre con esas credenciales no está, por alguna razón, capacitado para desempeñar el cargo?
Lo siento, pero es difícil no llegar a la conclusión de que empaque, en este contexto, significa básicamente poseer un cromosoma Y.
Por tanto, ambas campañas denotan un sexismo inequívoco y deberían condenarse por esa razón. Sin embargo, resulta que ambas campañas tienen además otro problema: están basadas en análisis económicos defectuosos.
En el caso del grupo del “dólar femenino”, la obcecación del planteamiento económico es tan burda y evidente como el sexismo. Los que gritan que la Reserva Federal está “degradando el dólar” llevan casi cinco años previniéndonos sobre la inflación descontrolada, y se han equivocado a cada paso del camino. Pero lo peor es que no han mostrado la menor voluntad de reconocer que se han equivocado, y ya no digamos de revisar sus opiniones, vista la experiencia. En resumen, son las últimas personas en el mundo a las que deberíamos escuchar en lo tocante a la política monetaria.
La obcecación de la panda del empaque, al igual que su sexismo, es más sutil. Pero en la medida en que tener empaque significa algo más que ser varón, significa ser lo que a mí me gusta llamar una Persona Muy Seria, la clase de persona que habla mucho acerca de la necesidad de tomar decisiones difíciles, lo cual por alguna razón siempre implica exigir sacrificios a las familias de a pie y al mismo tiempo tratar a los ricos con guantes de seda. Pero la cuestión es esta: las Personas Muy Serias se han equivocado casi igual de a menudo, aunque no de manera tan espectacular como los histéricos de la inflación.
Esto ha sido claramente cierto en el caso de la política presupuestaria, en el que las Personas Serias secuestraron la conversación nacional, alejándola de la creación de trabajos y centrándola en los déficits, sobre la base de que nos enfrentábamos a una inminente crisis fiscal que por alguna razón sigue sin llegar.
Pero también ha sido cierto en el caso de la política monetaria. The Wall Street Journal (la redacción, no la sección de opinión) analizaba no hace mucho el historial de los máximos responsables políticos de la Reserva a la hora de hacer pronósticos, dividiéndolos en “halcones” (funcionarios que no paran de señalar que la Reserva está haciendo demasiado para combatir el desempleo) y “palomas” (que advierten de que está haciendo demasiado poco). Su conclusión fue que las palomas hacen sistemáticamente pronósticos mejores, y que la mejor pronosticadora de todas es la paloma más prominente: Janet Yellen.
La cuestión es que, aunque a los del empaque les gusta considerarse hombres serios (y quiero decir hombres) que están dispuestos a hacer lo que haga falta hacer, la historia reciente da a entender que de hecho son hombres ansiosos de demostrar su seriedad haciendo lo que no hay necesidad de hacer, a costa de los ciudadanos.
Además, hubo un tiempo no hace mucho en que casi todos los de la panda del empaque, si se les hubiese preguntado quién poseía esa cualidad mística en su forma más pura, seguramente habrían respondido que Alan Greenspan. ¿Y cómo acabó aquello?
Entonces, ¿es Janet Yellen la única candidata posible para ser la próxima presidenta de la Reserva Federal? Por supuesto que no. Pero los argumentos a favor de otros deberían basarse en los méritos, y de momento eso no ha sido lo que ha estado sucediendo.
Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008.
© New York Times Service 2013.
Traducción de News Clips.
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