Al triunfar la Revolución de Octubre en Rusia, en 1917, el pueblo cubano había concluido su larga lucha contra los colonialistas españoles e iniciado su enfrentamiento al neocolonialismo impuesto por Estados Unidos.
Tras el escamoteo de una independencia ganada en los campos de batalla por los heroicos mambises mediante la adición de la Enmienda Platt a la Constitución de 1901, los trabajadores y el resto de los sectores populares enrumbaron sus luchas contrala explotación capitalista, y contra los primeros intentos gubernamentales y reformistas por crear organizaciones obreras que les fueran afines. Así, las ideas de la Revolución de Octubre guiada por Lenin, influyeron especialmente en sus luchas, en tanto demostración de que los trabajadores podían alcanzar el poder.
El surgimiento e influencia del primer estado de obreros y campesinos en el mundo, coadyuvó al rápido avance organizativo y político de las masas trabajadoras, de una parte de los intelectuales y también entre los estudiantes. La prensa obrera y otros medios, en oposición a los órganos de la burguesía, comenzaron a divulgar su alcance, y su carácter de verdadera revolución social. Entre ellos se destacan, escritos por Carlos Baliño: En Marcha hacia la vida y la libertad, publicado en el mes de abril de 1017 en la revista Cuba y América, coincidiendo con las Tesis de Abril de Lenin, en el cual describe la situación existente tras el triunfo de la revolución de febrero en Rusia, y vislumbra los cambios que se producirían varios meses después. Otro fue el titulado La Revolución Rusa, aparecido en diciembre de 1917, que refería el alcance de la Revolución, y su carácter de verdadera revolución social.
Pero la Revolución de Octubre no sólo despertó una simpatía declarativa en el pueblo cubano. De inmediato de desplegó una solidaridad activa con el nuevo estado, al tiempo que repercutía acelerando la radicalización de sus luchas contestatarias, coadyuvando también al rápido avance de su proceso organizativo.
El líder obrero Alfredo López y otros anarquistas y anarco-sindicalistas honestos, se acercaron aceleradamente a la ideología marxista, respaldados por la tremenda labor ideopolítica realizada por Carlos Baliño, Agustín Martín Veloz, Julio Cesar Gandarilla, entre otros pensadores y luchadores revolucionarios cubanos. Ello favoreció la polarización clasista de los trabajadores frente a aquellos dirigentes que se anclaron en un reformismo ajeno a la verdadera defensa de los intereses de la clase que se suponía representaban.
Entre sus primeros respaldos se destacan las conmemoraciones del 1º de Mayo en 1918 y 1919, efectuadas en el Teatro Payret, convocadas por la Agrupación Socialista de La Habana.[i] Allí se escucharon mensajes solidarios con la nueva Rusia; vocablos como soviet y bolsheviki, y comenzaba a sustituirse la forma organizativa gremial por la sindical.
En el Congreso Nacional Obrero celebrado del 14 al 16 de abril de 1920,[ii]sus delegados aprobaron un histórico saludo de la clase obrera cubana a la Rusia soviética donde se precisaba que “la Rusia Roja era como un faro de luz, como ejemplo, guía y estímulo para las maltratadas muchedumbres ansiosas de redención y justicia…, y le enviaban “a nuestros hermanos de Rusia el testimonio de nuestra solidaridad revolucionaria. El Congreso.”[iii]
También en 1920, en respuesta a la solicitud de ayuda hecha por Lenin ante la sequía y la hambruna en su país, surgieron varios Comités de Ayuda a Rusia en las provincias hasta llegar al Comité Cubano de Ayuda a Rusia, presidido por Carlos Baliño, que centralizaba las acciones solidarias, especialmente para la recaudación de fondos, transfiriéndolos posteriormente desde La Habana a nombre de Vladimir I. Lenin.[iv]
El Octubre Rojo también influyó en el fortalecimiento de la Agrupación Socialista de La Habana desde 1918, mediante la profundización en el conocimiento del socialismo marxista.[v] Ella encabezó las campañas de solidaridad de los trabajadores cubanos con la naciente Rusia soviética y trabajó arduamente en la divulgación de la misma y su significado universal.[vi]
En Declaración de Principios del 16 de julio de 1922, la Agrupación Socialista[vii] denunció a los falsos líderes que impedían la unidad obrera y se declara marxista, identificada con los principios que caracterizan a la revolución rusa, hace oficial ruptura con la II Internacional, y declara su adhesión a la III Internacional, aceptando sus 21 condiciones, asegurando que los obreros cubanos responderían con su espíritu solidario, al clamor de los compañeros rusos.
La misma precisa entre sus objetivos, fijar en las organizaciones obreras cubanas el espíritu de la lucha de clases, y convencerlas de adherirse a la Internacional Sindical Roja, por su espíritu revolucionario.[viii]
Ya en manifiesto de apoyo a la Rusia Soviética, firmado por Baliño a finales de 1921, se expresa: “los ardientes deseos de los obreros de Cuba (…) de contribuir directamente con sus esfuerzos a consolidar la República soviet, la obra revolucionaria más trascendental que pueblo alguno haya realizado, siendo nuestros camaradas rusos, los cíclopes de esa colosal empresa de transformación social (…) Los obreros de Cuba partirán su pan con los camaradas rusos… por deber y por conciencia”.[ix]
Vale decir que Lenin tuvo temprano conocimiento de la existencia de Cuba y sus luchas: en la despedida del duelo del cubano Pablo Lafargue, yerno de Carlos Marx, dijo de él que había llegado de «una tierra cálida y heroica donde en 1898 se libró la primera guerra imperialista del mundo».[x]
La primera expresión concreta y trascendente de los avances organizativos y políticos de la clase obrera, fue la fundación por Alfredo López, en 1921, de la Federación Obrera de La Habana.
En noviembre de 1922 apareció la revista Espartaco[xi] como homenaje al quinto aniversario de la Revolución de Octubre, a fin de divulgar las ideas de la Revolución, sus líderes, sus primeros logros en la economía, la educación y la cultura, difundir las ideas más avanzadas del pensamiento social y político de la época, e incorporar análisis de diversos problemas de interés para la clase obrera cubana.
Ya el 18 de marzo de 1923 se fundó la Agrupación Comunista de La Habana, inspirada en el ideario leninista, y poco después la de Guanabacoa, otro formidable paso hacia el avance de las luchas proletarias con sentido clasista.
La publicación del periódico Lucha de clases, órgano de dicha Agrupación desde marzo de 1924, bajo la dirección de Carlos Baliño, fue otra fuente para el enriquecimiento cultural e ideológico de la población con respecto a la situación socio política del país, al quehacer de las organizaciones representativas de los intereses populares y al conocimiento de las razones y avances de la epopeya rusa.
La simpatía y respaldo a la Revolución de Octubre, germinó también entre los jóvenes, especialmente los estudiantes. Guiados por Julio Antonio Mella, comprendieron tempranamente que la movilización espontánea inherente a las clases y sectores potencialmente contestatarios, necesitaba de la preparación teórica y cultural que sustentara el respaldo. Con esa convicción crearon cuantos medios les fue posible para coadyuvar a la movilización interna y a la solidaridad internacional, entre ellos, el grupo Renovación en mayo de 1923, para el estudio de la teoría marxista y los ideales martianos.
Los participantes al Primer Congreso Nacional de Estudiantes, del 15 al 25 de octubre de 1923, presidido por Julio Antonio Mella, expresaron su respaldo a la Revolución de Octubre, se declararon contrarios a todos los imperialismos, especialmente el yanqui, y pidieron al gobierno cubano el reconocimiento de la URSS. A ello se sumó la fundación de la Universidad Popular José Martí, a fin de dotar a los trabajadores y sus familiares de los conocimientos necesarios para entender el mundo en que vivían, la necesidad de realizar una lucha verdaderamente emancipadora y promover la alianza obrero estudiantil.
Un momento importante en la solidaridad del pueblo cubano hacia el pueblo soviético y su revolución, visto como paradigma de continuidad para las luchas propias, fue el homenaje rendido al líder del proletariado mundial en esta colina que desde 1924 lleva su nombre y el acto que siguió frente al Ayuntamiento. La numerosa concurrencia manifestó su adhesión combativa al pueblo soviético y al jefe de su revolución victoriosa y esperanzadora.
Existen numerosas informaciones y testimonios de los actos realizados en distintas localidades del país, en honor a Lenin. Especialmente valioso resultó el realizado en el Centro Obrero de La Habana el 4 de febrero de 1924, organizado por la Agrupación Comunista, entre cuyos oradores se destacó Julio Antonio Mella.
También es notable la conmemoración del 1º de Mayo de 1925 en el país, especialmente en La Habana donde se realizó el primer desfile obrero en la República, con más de 40 mil asistentes. Ya en horas de la tarde, una peregrinación desde el Ayuntamiento de Regla hasta la recién inaugurada Colina Lenin, con participación del alcalde, Antonio Bosch, portando numerosas banderas rojas.
La visita de Mella y varios compañeros al barco soviético Vatslav Vorovski en el puerto de Cárdenas, y la confraternización con los marinos soviéticos, quienes recibieron los saludos y la admiración del pueblo cubano, fue otro importante acontecimiento solidario.
Tanto crecieron esa solidaridad y muestras de simpatía, que en la negativa del Ministro de Gobernación para que Mella visitara el barco, argumentó que “…la campaña bolchevique se ha extendido tanto en Cuba que el gobierno está dispuesto a expulsar a todo extranjero que se dedique a esa propaganda y a encarcelar al nativo que la secunde”. [xii] El 10 de agosto Mella pronunció una conferencia en la, titulada Una tarde bajo la bandera Roja, impartida en la Sociedad de Torcedores.
Estos y otros actos hicieron de agosto de 1925 una suerte de colofón del accionar revolucionario que se venía radicalizando entre los distintos sectores sociales del país desde principios de la década.
Del 2 y el 7 de agosto se efectuó en La Habana el III Congreso Nacional Obrero que originó la Confederación Nacional de Obreros de Cuba, cuyo valor esencial fue la agrupación de los trabajadores en una sola organización nacional, punto de partida para la concertación de una verdadera unidad clasista.
Pocos días después, el 16 de agosto, quedó fundado el primer Partido Comunista de Cuba. Con su creación se abrió una nueva etapa en la lucha política y clasista de los trabajadores y el resto de los sectores populares. El eco del octubre ruso alcanzaba a todos, acelerando el difícil camino hacia la derrota del imperio.
Los dos objetivos aprobados por el Partido para su labor, precisaron el vínculo del ideario comunista con las tradiciones de luchas cubanas, al precisar:
“Con la enseñanza de Lenin, haremos una realidad el postulado ideológico de Martí adaptado al momento histórico: CON TODOS Y PARA EL BIEN DE TODOS”.
En el transcurso de las luchas de los trabajadores y el resto de los sectores populares en aquella trascendente coyuntura interna e internacional, quedó demostrado hasta dónde podían llegar quienes buscaban apropiarse del mundo, y simultáneamente, hasta dónde podía llegar la fuerza de los trabajadores. La Revolución de Octubre se erigió como constatación de un camino.
Cualquier acercamiento a la historia de las luchas políticas hasta hoy, evidencia con y prontitud la influencia de la Revolución de Octubre y el aporte de su conductor, Vladimir Ilich Lenin. Su experiencia, sus teorías, sus resultados, sus dirigentes y sus paradigmas, deben ser estudiados como nunca antes, toda vez que no ha cambiado la esencia opresora que la justificó entonces y la sigue exigiendo ahora.
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