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Encuentro del General de Ejército, Raúl Castro, con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en el funeral de Nelson Mandela en Sudáfrica. Foto:AP
Mientras el Servicio Secreto estadounidense discutía con el entonces presidente Barack Obama sobre la necesidad de que utilizara un chaleco antibalas durante su discurso en el funeral del líder sudafricano Nelson Mandela, efectuado en un estadio de futbol al aire libre en diciembre del 2013, su viceasesor de Seguridad Nacional, Ben Rhodes, recordó mencionar un asunto importante: “Raúl Castro va estar en el estrado contigo”.
“¿Y?”, respondió el mandatario, según el recuento de Rhodes en su libro “El mundo tal cual es”, una compilación de sus ocho años en la Casa Blanca durante la última administración demócrata.
“La pregunta es qué vas a hacer si lo ves”, continuó Rhodes, tras alertarlo de que la prensa estadounidense ya hacía comentarios sobre la posibilidad del saludo y el hecho de que ningún presidente norteamericano había dado ese paso desde el triunfo de la Revolución. “Por supuesto que estrecharé su mano”, respondió Obama.
“Los cubanos estaban en el lado correcto de la lucha contra el Apartheid y nosotros en el incorrecto”, aseguró el presidente.
“El mundo tal cual es”, el libro del ex viceasesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos durante la administración Obama, Ben Rhodes.
Los miles de canales de televisión, periódicos y sitios digitales del mundo entero que cubrían en vivo el funeral de Mandela, reportaron el inédito estrechón de manos entre Obama y el General de Ejército.
La noticia le dio la vuelta al mundo y, como era de esperar, generó controversia en Washington, donde los legisladores de origen cubano mantenían cerrado a cal y canto cualquier acercamiento con La Habana.
“Felicito al compañero Raúl por su brillante desempeño y, en especial, por la firmeza y dignidad cuando con gesto amable pero firme saludó al jefe del gobierno de Estados Unidos y le dijo en inglés: Señor presidente, yo soy Castro”, dijo por su parte el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, en un artículo de diciembre del 2013.
Sin embargo, poco más se conoció sobre los trasfondos del encuentro, que fue opacado por los anuncios del 17 de diciembre del 2014 y el inicio de las negociaciones para el restablecimiento de los nexos diplomáticos entre ambos países.
Si la versión de Rhodes se atiene a los hechos, la declaración de Obama sobre el papel de Cuba para frenar el Apartheid sería el primer reconocimiento público de un dignatario estadounidense sobre el saldo positivo de la participación de la Mayor de las Antillas en las guerras de liberación de África durante el siglo pasado.
Washington fue el principal soporte económico y militar de los racistas hasta bien entrado el segundo mandato del republicano Ronald Reagan. Por su parte, las tropas cubanas respaldaron desde 1975 la independencia de Angola y la posterior liberación de Namibia de la ocupación de la Sudáfrica racista.
“¡Sin la derrota infligida en Cuito Cuanavale nuestras organizaciones no hubieran sido legalizadas! ¡La derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale hizo posible que hoy yo pueda estar aquí con ustedes!”, dijo el propio Mandela durante su visita a Cuba en 1991, la primera tras su salida de la cárcel donde estuvo confinado por los racistas durante más de dos décadas. “¡Cuito Cuanavale marca un hito en la historia de la lucha por la liberación del África austral! ¡Cuito Cuanavale marca el viraje en la lucha para librar al continente y a nuestro país del azote del Apartheid!”
Además de la ayuda militar, Cuba envió y mantiene aún en África a decenas de miles de colaboradores en las áreas de salud, construcción, educación, deportes, entre otras, y ha ayudado a formar a miles de sus jóvenes en profesiones técnicas y de nivel superior.
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