Patria, 3 de abril de 1892.
Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. I, 369 – 370.
Presentación
Este es uno de los textos más hermosos de la obra martiana. A primera vista, es de carácter ético, referido a las normas de relación de los seres humanos entre sí. Y al propio tiempo, si se considera su circunstancia de origen y el medio en que fue publicado, es raigalmente político, en cuanto se refiere a los valores que deben animar la acción concertada de los seres humanos para transformar la realidad. Esto no debe sorprendernos. La política, a fin de cuentas, es cultura en acto, práctica sobre la cual se reflexiona, y reflexión ejercida en la práctica. El texto fue escrito en 1892, y publicado en el periódico Patria, del Partido Revolucionario Cubano, creado para luchar por la independencia de Cuba – y apoyar la de Puerto Rico - con todos y para el bien de todos los que la deseaban. Su tono y sentido son los de un llamado a la concordia en la construcción del interés general de la nación que así buscaba ejercerse, hecho con una delicadeza y una amplitud de gesto y sentimiento muy poco usuales entre nosotros. De esa misma delicadeza, de esa misma amplitud habrá de ser la República moral en América que quería Martí, por la que nos invitó a luchar, y que ahora urge como nunca.
Guillermo Castro Herrera, Panamá, 9 de abril de 2017
“La generosidad congrega a los hombres, y la aspereza los aparta. El elogio oportuno fomenta el mérito; y la falta del elogio oportuno lo desanima. Sólo el corazón heroico puede prescindir de la aprobación humana; y la falta de aprobación mina el corazón heroico. El velero de mejor maderamen cubre más millas cuando lleva el viento con las velas que cuando lo lleva contra las velas. Fue suave el yugo de Jesús, que juntó a los hombres. La adulación es vil, y es necesaria la alabanza.
La alabanza justa regocija al hombre bueno, y molesta al envidioso. La alabanza injusta daña a quien la recibe: daña más a quien la hace. La alabanza excesiva repugna con razón al ánimo viril. Los que desean toda la alabanza para sí, se enojan de ver repartida la alabanza entre los demás. El vicio tiene tantos cómplices en el mundo, que es necesario que tenga algunos cómplices la virtud. Se puede ser, y se debe ser cómplice de la virtud. Al corazón se le han de poner alas, no anclas. Una manera de arrogancia es la falsa modestia, a la que pasa como a los sátiros cansados, que siempre están hablando de las ninfas. Desconfíese de quien tiene la modestia en los labios, porque ése tiene la soberbia en el corazón.
La alabanza al poderoso puede ser mesurada, aun cuando el mérito del poderoso justifique el elogio extremo, porque la justicia no venga a parecer solicitud. A quien todo el mundo alaba, se puede dejar de alabar; que de turiferarios está lleno el mundo, y no hay como tener autoridad o riqueza para que la tierra en torno se cubra de rodillas. Pero es cobarde quien ve el mérito humilde, y no lo alaba. Y se ha de ser abundante, por la ley de equilibrio, en aquello en que los demás son escasos. A puerta sorda hay que dar martillazo mayor, y en el mundo hay aún puertas sordas. Cesen los soberbios, y cesará la necesidad de levantar a los humildes.
Tiene el poder del mundo, aun cuando no sea más que sombra del poder pasado o del que viene, el estímulo constante del reconocimiento de cuantos temen la soledad, o gustan de la alta compañía, o se sienten el ánimo segundón, o van buscando arrimo. El que en el silencio del mundo ve encendidas a solas la luz de su corazón, o la apaga colérico, y se queda el mundo a oscuras, o abre sus puertas a quien le reconoce la claridad, y sigue con él el camino.
El corazón se agria cuando no se le reconoce a tiempo la virtud. El corazón virtuoso se enciende con el reconocimiento, y se apaga sin él. O muda o muere. Y a los corazones virtuosos, ni hay que hacerlos mudar, ni que dejarlos morir. El mundo es torre, y hay que irle poniendo piedras: otros, los hombres negativos, refieren echarlo abajo. Cuando consuela a los tristes, cuando proclama el mérito desconocido, cuando levanta el ejemplo ante los flojos y os descorazonados, cuando sujeta a los hombres en la vida de la virtud, lo loable es la alabanza.
Y cuando a un pueblo se le niegan las condiciones de carácter que necesita para la conquista y mantenimiento de la libertad es obra de política y de justicia la alabanza por donde se revelan, donde más se las niega, o donde menos se las sospecha, sus condiciones de carácter.”
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He leído mucho a Martí. Cada vez que lo releo, siento que lo he leído poco. Este artículo, por su belleza formal y por su hondura de contenido y, encima, por su brevedad, es una obra de arte. Es conmovedor. ¡Cuántas veces lo he leído? No sé, pero cada nueva vez que lo releo, se conmueven mi conciencia y mi corazón con su poesía, porque esto es poesía, y de la mejor que se ha escrito. Gracias maestro, y qué orgullo ser cubano, y apreciar en medio de tantas calumnias, las bondades y valores de mi pueblo.
ResponderEliminarExcelente comentario. Comparto cien por ciento todas tus afirmaciones. Ciertamente es un texto hermoso y José Martí para mí, lo más grande. Saludos..
EliminarJosé Martí es una fuente infinita de lecciones
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