Por Nicholas Hastings
Nuevamente nos encontramos en el concurso de las feas.
Mientras la recuperación del crecimiento mundial comienza a debilitarse, los inversionistas están una vez más atrapados ante la cruda opción de elegir a la menos mala o la menos fea entre las grandes economías Y una vez más, parece que será Estados Unidos.
Ej cada vuelta de página de los últimos días ha crecido la evidencia de que la economía mundial aún está pasando momentos difíciles.
En primer lugar está China.
Aunque Beijing podría aún evitar un aterrizaje forzado, nuevas cifras muestran que las manufacturas siguen contrayéndose mientras que las presiones inflacionarias siguen siendo altas, lo que sugiere que el aterrizaje será muy agitado.
Las expectativas de que las autoridades serían capaces de relajar la política e incluso comenzar a recortar pronto las tasas de interés se están desvaneciendo a pasos agigantados y el rol de China como principal motor de la recuperación mundial rápidamente se está volviendo una cosa del pasado.
El acuerdo final del último rescate a Grecia ha proporcionado un breve respiro para el euro, ante las expectativas de que la economía alemana aún estuviera lo suficientemente fuerte para sacar del hoyo a los deudores periféricos.
Pero ahora la confianza en la economía alemana también ha comenzado a diluirse. Nuevas cifras de los gerentes de compras muestran una sorpresiva caída en las manufacturas durante el mes pasado, lo cual -combinado con cifras débiles en la mayoría de los otros países de la región- asegura que la actividad en los sectores de manufacturas y servicios de la zona del euro estaría perdiendo fuerza.
Con el deterioro en las perspectivas de crecimiento y el aumento en los cospos del endeudamiento de España, los temores de una cesación de pagos en ese país han regresado con fuerza.
Incluso las expectativas de que el Reino Unido podría salir adelante han sido frustradas por sus propias débiles cifras de actividad económica. Los datos nuevos de ventas minoristas muestran una caída del 0,8%, lo que sugiere que después de una Navidad bastante sólida, los consumidores también han dejado de comprar.
Tal vez uno de los indicadores más elocuentes del cambio en la suerte de las economías mundiales proviene de las nuevas cifras de comercio de Japón. Según Morgan Stanley, aunque las ventas a China cayeron un 13,9% en febrero, y a la Unión Europea disminuyeron un 10,7%, las dirigidas a Estados Unidos crecieron un 11,9%.
Esto sugiere, una vez más, que aunque las economías de Asia y Europa se están derrumbando, la de Estados Unidos es una de las pocas que sigue mejorando.
La recuperación estadounidense difícilmente sea perfecta. El mercado de viviendas del país sigue siendo muy frágil y la Reserva Federal mantiene viva la opción de lanzar una mayor flexibilización cuantitativa si fuera necesario.
Su extrema cautela ciertamente contrasta con la zona del euro, donde hay rumores de que el Banco Central Europeo ya está preparando su salida de una política ultraexpansiva destinada a fortalecer el sistema bancario.
A medida que los inversionistas digieren todos estos detalles, un escalofrío pareció recorrer a los mercados financieros, asestando un abrupto golpe bajista para el euro, el dólar australiano y la libra frente al dólar.
Por el momento, solo el yen pareció ser capaz de apreciarse frente a la moneda estadounidense. Pero incluso esas ganancias podrían revertirse si los inversionistas dejan de enfocarse en las cifras de comercio que sugieren que Japón se está volviendo nuevamente más competitivo.
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