Thoma compara esto con una interlocución durante una vista del Congreso en febrero de 2001 en la que Hassett afirmaba: "A los economistas que han estudiado esto les ha sorprendido bastante que la política fiscal en tiempos de recesión sea razonablemente eficaz. Lo único es que los jefes intentaron dar un primer empujón que era demasiado flojo y que por lo general los golpes fuertes no llegaron hasta bien entrada la recesión. De modo que la razón por la que la política fiscal no nos ha sacado antes de la recesión es que empezamos tarde".
La verdad es que no es ninguna sorpresa. Pero el hallazgo de Thoma me ha hecho pensar si hay algo que pueda llevar a los intelectuales conservadores razonables y moderados a aceptar el hecho de que en el partido republicano ya no hay cabida para ellos y qué podría ser ese algo.
Porque existe gente así, o al menos existe esa postura. Uno puede creer que el Estado del bienestar es demasiado grande sin creer que los parados no son más que unos vagos; puede creer que una política monetaria, y sobre todo una política fiscal, más activista sea un error, sin practicar la macroeconomía del oscurantismo. Evidentemente, yo discrepo, pero puedo entender que una persona razonable sostenga esos puntos de vista.
Pero no son puntos de vista que prevalezcan, o que se consideren siquiera marginalmente aceptables, en el Partido Republicano de hoy en día. El partido moderno es, en lo que respecta a los problemas sociales, el partido de Rush Limbaugh y Rick Santorum; y en cuanto a los temas económicos, es el partido de Ron Paul y Arthur Laffer. Nadie que tenga ambiciones políticas dentro del Partido Republicano se atreve a desafiar estas opiniones; los intentos de defender a Mitt Romney se basan enteramente en la premisa, o tal vez la esperanza, de que todo lo que dice es mentira (lo que en cualquiera de los casos parece una buena suposición).
Y no, no hay nada comparable en el otro lado. Es verdad que el presidente Obama juega a veces a los equívocos, pero tanto por sus palabras como por sus actos, es un político moderadamente liberal y ligeramente intervencionista a quien ni los liberales ni, para ser francos, los conservadores moderados deberían encontrar especialmente alarmante.
Así que, ¿cuándo abandonan el barco los conservadores razonables? David Frim, un analista y exasesor del presidente George W. Bush, y Bruce Bartlett, exasesor del presidente Ronald Reagan, ya lo han hecho, pero ¿quién más?
Claro que, a lo mejor, la gente que nos parece razonable en realidad no lo es. Algunos blogueros supuestamente libertarios han bajado la guardia y se han manifestado a favor de la vil ley de Virginia que obliga a las mujeres que quieren abortar a someterse a una ecografía transvaginal y apoyado a Rush Limbaugh después de que llamara “fulana” a una estudiante de derecho que defendía los anticonceptivos.
Pero yo creo que lo que estamos viendo básicamente es una ambición cínica, una falta de ganas de acabar con las esperanzas de tener un cargo e influencia en el futuro que es lo que entrañaría el admitir que este no el Partido Republicano de antaño.
Traducción de News Clips.
© 2012 The New York Times.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por opinar