"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

viernes, 25 de mayo de 2012

Cuba, su economía y la Unión Soviética

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José Luis Rodríguez
Asesor. Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM).

El avance de la economía cubana enfrentó múltiples dificultades en los primeros treinta años después del triunfo de la Revolución. A los obstáculos propios de un proceso de desarrollo, se sumaron en el caso de Cuba los efectos del bloqueo de los Estados Unidos, la pobre dotación de recursos naturales y el arrastre de las condiciones de subdesarrollo heredadas de la república neocolonial.
En el complejo escenario de enfrentamiento con el imperialismo norteamericano, un factor de notable importancia que permitió a Cuba sobrevivir y emprender el largo camino de las transformaciones socialistas fue la colaboración económica, financiera y tecnológica recibida de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y de otros países socialistas.1
I
Tal vez el sector externo de la economía cubana sea uno de los factores más complejos que considerar en el diseño de la política de desarrollo. El rasgo más característico de la economía de Cuba hasta 1958 fue, sin dudas, su enorme nivel de dependencia externa: los Estados Unidos eran —sobre todo— el centro para la toma de las decisiones estratégicas de la economía del país.
Después de 1959 la estrategia de desarrollo aplicada por Cuba enfrentaría también el enorme obstáculo de su alta sensibilidad externa, que incluso se incrementaría a partir de los requerimientos propios del proceso de desarrollo. No obstante, la economía cubana obtuvo indudables avances en esos primeros treinta años de la Revolución, y logró una tasa de crecimiento de 4,4% entre 1959 y 1989, lo cual representa un per cápita de 2,9%.2
Las transformaciones operadas en la economía cubana tipificaban a finales de los años 80 del pasado siglo a un país en fase de creación de las condiciones básicas para emprender un proceso gradual de industrialización en el marco de la división internacional socialista del trabajo, una vez resueltos un grupo de problemas infraestructurales indispensables, tanto de tipo económico como social. No obstante, el país debía enfrentar aún el retraso en el desarrollo de su producción agropecuaria, la falta de integración interna de la economía y las dificultades de un modelo de desarrollo extensivo; por lo que se demandaba un aumento acelerado de la productividad del trabajo y un mayor aprovechamiento de la ciencia y la técnica en la producción y los servicios, a lo que se añadía la necesidad de un sistema de dirección económica más eficiente.3
En el proceso de desarrollo cubano el sector externo había desempeñado un papel esencial. La magnitud de su importancia podía apreciarse por el índice de apertura de la economía, el cual —medido a precios constantes— otorgaba un peso de las importaciones en el Producto Interno Bruto (PIB) de 31,7% en 1980-1987.4
El comercio exterior tuvo un crecimiento promedio anual, a precios constantes, de 0,8% en las exportaciones y 2,8% en las importaciones,5 lo que provocó un desbalance comercial entre 1959 y 1989 de 21 588,3 millones de pesos, absorbido, en una proporción superior a 70% por créditos de los países socialistas.6 En esta situación influyó el deterioro de la relación de términos de intercambio que, solo en los años 80, costó 15 000 millones de pesos.7 Por otra parte, la modificación más significativa del comercio exterior cubano estuvo en su orientación geográfica. Así, los países socialistas, que cubrían 1,5% de las exportaciones en 1958, alcanzaron a 83,1% en 1989, mientras las importaciones pasaron de 0,3% a 85,3% en el mismo período.
En cuanto a los flujos financieros externos —aparte de la URSS—, el país recibió unos 1 500 millones de pesos en créditos para el desarrollo, de los países socialistas europeos. Estos cubrieron también déficits comerciales por unos 2 300 millones de dólares entre 1959 y 1989.8 Las economías de mercado, por su parte, brindaron créditos por un monto estimado entre 4 250 y 4 650 millones durante los años 70.9
Adicionalmente, entre 1961 y 1991, el bloqueo norteamericano costó al país cerca de 30 000 millones de dólares, lo que provocó un impacto económico muy negativo y neutralizó, en buena medida, el financiamiento externo recibido.10
Estos flujos financieros provenientes del exterior generaron lógicamente un nivel de endeudamiento en la economía cubana. Así, la deuda estimada con Europa oriental alcanzaba unos 1 360 millones de rublos convertibles —o 1 511 millones de pesos— en 1989. Por su parte, la deuda externa en moneda libremente convertible se situaba, al cierre de ese año, en 6 165,2 millones de pesos.11 En suma, en el contexto de las relaciones económicas con el exterior los vínculos con la URSS desempeñarían un papel determinante.

II
Las relaciones económicas cubano-soviéticas se iniciaron antes de 1959, pero se limitaron a compras de azúcar con un carácter coyuntural, aunque alcanzaron cierta importancia en la década de los 50. En febrero de 1960 se firmó el primer convenio comercial y de pagos entre ambos países. La URSS se comprometía a adquirir 425 000 toneladas métricas (TM) de azúcar, para compensar el cierre del mercado norteamericano.12 Adicionalmente, se pactaron compras por un millón de TM anuales entre 1961 y 1964, a precios del mercado mundial,13 con una proporción de 20% en moneda libremente convertible y se concedió a Cuba el trato de nación más favorecida.
Este acuerdo permitió a la Isla colocar en mercados no tradicionales notables volúmenes de fondos exportables, a precios que, en la práctica, resultaban preferenciales en relación con el mercado mundial.14 Además, se debe destacar las ventajas iniciales que también para la Unión Soviética tenía este suministro azucarero, pues le permitía la utilización máxima de su capacidad para refinar azúcar y la exportación de hasta un millón de toneladas de su propia producción. El precio pagado a Cuba era inferior al costo interno de producción del azúcar de remolacha en la URSS. Por lo demás, se abría un nuevo mercado para equipos y maquinaria soviéticos, de baja competitividad en el mercado mundial.15
Posteriormente, el convenio comercial de enero de 1964 tendría un papel fundamental en la estrategia de desarrollo de la Revolución. Mediante él se aseguró la venta de 24,1 millones de toneladas de azúcar, a un precio fijo de 6,11 centavos la libra. Esto permitiría un ingreso potencial para el desarrollo del país equivalente a 3 201,2 millones de pesos, en cinco años.16 Las entregas de azúcar se apoyaban en el aumento de la producción hasta alcanzar diez millones de toneladas en 1970. Al no lograrse esta cifra, las exportaciones del dulce se afectaron. De tal forma, el convenio se ejecutó al 54%, debido a que el plan de producción se cumplió solo al 76%.17
En 1972 ocurrieron acontecimientos de singular importancia para la Isla. Por un lado, Cuba ingresó al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), lo que permitiría integrar gradualmente la economía cubana al sistema de división internacional socialista del trabajo, en el que regían condiciones comerciales y financieras más favorables en comparación con el mercado mundial18 y donde se otorgaba un tratamiento especial a los países de menor desarrollo relativo.19
Por otro lado, en diciembre de 1972 se firmaron nuevos e importantes acuerdos comerciales, incluyendo el primer Protocolo de intercambio comercial a mediano plazo (1973-75). En ellos, se elevaban los precios de las exportaciones cubanas, inicialmente, a un equivalente de 12,20 centavos la libra de azúcar y 5 000 dólares la tonelada de níquel. En ambos casos, los nuevos precios estarían vigentes entre 1973 y 1980.
Adicionalmente, en la década precedente Cuba había acumulado un desbalance comercial que llegaba a 2 073,3 millones de pesos, cubiertos con nuevos créditos soviéticos. También se pactó la postergación del pago, en veinticinco años y sin intereses, de los créditos que tuvieran vencimiento entre 1973 y 1985. En las nuevas condiciones convenidas se reflejaba la voluntad soviética de no demandar un comercio equilibrado con Cuba, de forma inflexible. Tal como señalara Carlos Rafael Rodríguez esto
hizo posible a nuestro país no tener que escoger entre la importación de bienes de consumo y materias primas por una parte, y de la otra la importación de equipos para la agricultura, el transporte y la construcción destinados a diversas actividades del desarrollo económico.20
Los precios del azúcar también se elevarían en años posteriores, hasta 19,64 centavos la libra en 1974 y 26,36 en 1975, acordes con las tendencias del mercado. Asimismo, el níquel se pagó entre 5 939 y 5 948 dólares la tonelada en ese período.
A partir de 1975 se empezó a firmar acuerdos de coordinación de planes quinquenales, en los cuales se establecía el intercambio comercial, por años, de los rubros más importantes. Esto se reflejaba en un convenio comercial y con posterioridad se firmaban protocolos anuales, sobre la base del rublo transferible como moneda convenio.21
En el quinquenio 1976-1980 se estableció una fórmula de indización entre los precios de las principales exportaciones cubanas y los de las soviéticas, con el objetivo de mantener fija la relación de términos de intercambio alcanzada entonces, lo que situaba a Cuba en una situación favorable y justa, frente al intercambio desigual imperante en el resto del mundo subdesarrollado.22
Los precios acordados en febrero de 1976 para las importaciones soviéticas tuvieron en cuenta el promedio de los tres años anteriores.23 Los del azúcar partieron del nivel de 30,49 centavos la libra y alcanzaron, en 1980, 47,39 centavos. Adicionalmente, la URSS compró 3,1 millones de toneladas que se pagaron en moneda convertible.24
En el período 1977-1980 se alcanzaron acuerdos para rexportar el petróleo soviético que Cuba fuera capaz de ahorrar, lo que representó una importante fuente de ingresos en divisas convertibles para el país.
Para el quinquenio 1981-1985 se revisó el precio base del azúcar, que pasó de 47,39 a 35,10 centavos la libra, como consecuencia de un ajuste en la fórmula de la relación de términos de intercambio que había brindado ganancias adicionales a la parte cubana por encima de lo pactado en febrero de 1976. Se convino, además, incrementar los precios del níquel y de los cítricos, así como mantener la reexportación de petróleo, que alcanzó 10,2 millones de toneladas en el período. Durante ese lapso, Cuba acumuló un desbalance comercial de 3 462,2 millones de pesos a favor de la URSS, financiado por esta mediante créditos.
En 1985, el precio pagado por el azúcar cubana había alcanzado 51,16 centavos la libra, equivalente a 915 rublos la tonelada, similar al precio minorista interno en la URSS. En consecuencia, se reanalizó el precio base para el quinquenio 1986-1990, y se pactó en 0,429 centavos la libra, u 850 rublos la tonelada, para suministrar 21 millones de toneladas de azúcar en el período.25 La fórmula para mantener constante la relación de términos de intercambio sufrió así un importante ajuste en ese momento, pues se estableció un precio fijo.26 Asimismo, los de las importaciones soviéticas en el quinquenio se fijaron al nivel de los de 1985. Ello llevó a un deterioro de dicha relación, e incidió —junto a los incumplimientos de las exportaciones cubanas previstas— en el crecimiento del desbalance comercial en el quinquenio, hasta 8 471,3 millones de pesos. Por otro lado, muchos suministros no se incrementaron, sino que se mantuvieron como en 1985. Las entregas de petróleo de la URSS, fijadas en torno a 13,3 millones de toneladas por año, hasta 1989, bajaron a 10,2 en 1990 y a 8,1 en 1991, y llegaron solo a 1,8 millones de toneladas en 1992.27 No obstante, se mantuvo la reexportación del combustible ahorrado, que alcanzó 8,7 millones de toneladas, con un valor de 746,9 millones de dólares.
En síntesis, entre 1959 y 1989, el intercambio comercial entre ambos países representó 63% del comercio exterior cubano. Durante treinta años se generó un desbalance comercial de 16 614 millones de pesos, cubierto por créditos otorgados en condiciones ventajosas.28 Las exportaciones cubanas a la URSS crecieron a un ritmo anual de 12,6% entre 1960 y 1989, en tanto que las importaciones aumentaron 15,7% a precios corrientes.
La relación de términos de intercambio muestra un saldo favorable para Cuba con un ingreso superior en 50% a lo que se hubiera logrado comerciando a los precios del mercado mundial.29 Por otro lado, a partir de la evidencia existente, esta relación sufrió un deterioro con posterioridad a 1980 comparado con la fórmula de precios de 1976, que puede ubicarse en alrededor de 21% entre 1980 y 1990.30 Al respecto un alto funcionario soviético declaró que Cuba había pagado precios por encima del mercado mundial, en los casos del petróleo y la maquinaria, equivalentes a 1 900 millones de rublos anuales entre 1986 y 1990, en tanto que los pagados por el azúcar cubano se mantenían fijos.31 A pesar de los deterioros estimados en la última etapa, Cuba se benefició grandemente del intercambio con la URSS si se tienen en cuenta los precios que regían en el mercado mundial a lo largo de los treinta años analizados.
En términos de composición mercantil, las exportaciones cubanas no sufrieron cambios sustanciales en esos años, en lo fundamental por el azúcar y el níquel. En los 80 comenzaron a exportarse partes y piezas de computadoras y aumentó el peso de los cítricos. También la reexportación del petróleo soviético ahorrado por Cuba desde 1977 hasta 1989, le reportó ingresos en divisas estimados en 3 000 millones de pesos.
Un análisis de las relaciones comerciales entre Cuba y la URSS sería unilateral si se ignorasen los beneficios que estas les reportaron también a los soviéticos. En primer lugar, Cuba suministraba 30% del azúcar que consumía la URSS, a precios inferiores a los costos de producción de la de remolacha en ese país.32 En segundo lugar, el suministro cubano de cítricos cubría 40% de la demanda soviética, en tanto que el níquel llegaba a 20% y, en ambos casos, en otros mercados tendrían que importarlos en moneda libremente convertible (cítricos), o sus costos de producción internos los hacían prohibitivos (níquel), con el consecuente incremento de gastos para la parte soviética.33 Por último, a finales de los 80 Cuba comenzó a exportar a la URSS productos de la industria electrónica y se avanzó para hacerlo con la biotecnológica, lo cual liberó recursos en divisas que hubiera tenido que desembolsar la URSS.34
En general, se ha estimado que, a finales de la década de los 80, el costo de oportunidad de las mercancías cubanas exportadas a la URSS se ubicaba entre 2 000 y 2 500 millones de dólares por año. Esto significa básicamente que para la obtención de azúcar crudo, níquel y cítricos —las tres mercancías más importantes que Cuba intercambiaba con la URSS—, los soviéticos hubieran tenido que pagar esas cifras si hubieran comprado dichos productos a los precios vigentes en el mercado mundial.
III
A la par con las comerciales, se desarrollaron las relaciones financieras entre la Unión Soviética y Cuba: los créditos comerciales financiaron alrededor de 22% de las importaciones provenientes de la URSS y se caracterizaron por el pago aplazado de 100% de su importe, la tasa de interés que no superaba 4,5% anual, los plazos de amortización de doce años, y modalidades de pago mediante el suministro de mercancías cubanas.35
Por otra parte, desempeñaron un papel significativo los créditos para el desarrollo, por unos 6 611 millones de pesos hasta 1990.36 Con ellos se obtuvo el pago aplazado de 100% de su importe, tasas de interés de 2% anual, plazos de amortización de veinticinco años y también modalidades de pago mediante el suministro de mercancías.37
Aun cuando en el ámbito financiero las condiciones ventajosas ofrecidas por la URSS resultaron muy favorables, para el gobierno cubano el pago de los adeudos siempre fue una preocupación permanente. Ya en diciembre de 1972 se acordó la prórroga de la amortización para el pago de los créditos suscritos hasta esa fecha, y en 1984 hubo una nueva posposición.38 Hay autores que consideran que los precios preferenciales de la URSS hacia Cuba como una suerte de subsidio.39 Sin embargo, olvidan que este sistema se adoptó con el objetivo de mantener una favorable relación comercial con Cuba y evitar el deterioro de los ingresos por esa vía —como ocurría con el intercambio Norte-Sur—, a partir de las condiciones en que se creaba el valor en un país subdesarrollado; pero eso no lo convertía en una fuente de financiamiento concedida de manera gratuita —fórmula típica de un subsidio—, ya que solo se reconocía justamente el valor creado por la economía cubana y no se producía una transferencia de recursos a los que se pudiera dar un uso alternativo, como una donación.40 Esta interpretación colocaría a Cuba en un plano de dependencia similar a países incapacitados de valerse por sí mismos.
La asistencia financiera proveniente de la URSS generó, como es lógico, un nivel de deuda —tema que ha sido objeto de muchos debates a partir de la desaparición de la URSS. Con cifras no confirmadas oficialmente por Cuba, fuentes soviéticas informaron que la deuda cubana hasta noviembre de 1989 ascendía a 15 490,6 millones de rublos o 17 212 millones de pesos. Posteriormente, otra fuente soviética expresó que había alcanzado 16 400 millones de rublos o 18 222 millones de pesos al cierre de 1990.41
El pago de la deuda —valorada entonces por Rusia en 20 848 millones de rublos transferibles o 23 141,3 millones de pesos— fue en efecto reclamado a Cuba por el nuevo gobierno ruso, de forma inmediata tras la desaparición de la URSS, por lo que, en noviembre de 1992, se creó una comisión intergubernamental para examinar el tema, la cual se reunió varias veces entre 1994 y 1998.42
Al analizar el origen de la deuda debe tomarse en cuenta que solo entre 1980 y 1990 se produjo un deterioro para Cuba en su relación de términos de intercambio con la URSS de alrededor de 21%. Si esos cálculos resultaran correctos, casi 50% de la deuda con la URSS tendría que atribuirse a ese deterioro; fenómeno que contradice el acuerdo firmado —y nunca revocado— por ambos países en febrero de 1976, precisamente para evitarlo. Por otro lado, al pasar la Unión Soviética a efectuar sus operaciones en moneda libremente convertible, y sujetarse a una economía de mercado, tendría que reconsiderarse el monto real de la deuda, tomando en cuenta el valor real del rublo soviético en el mercado financiero internacional.43
Los perjuicios sufridos por Cuba con la desaparición abrupta y sin compensación de todos los lazos económicos con la URSS ha sido objeto de justo reclamo por el gobierno cubano. De tal forma, Cuba presentó a Rusia en 1998 una reclamación por los daños sufridos entre 1991 y 1995, los cuales se elevaron a 36 363 millones de rublos transferibles o 40 363 millones de pesos cubanos.44 Sobre este tema nunca se llegó a un acuerdo y actualmente esta deuda sigue registrada por Rusia en el Club de París, lo que Cuba considera inaceptable.45
La colaboración económica se dirigió sobre todo a apoyar el desarrollo industrial del país. En efecto, las cifras disponibles muestran una concentración en esta esfera entre 75 y 80%. También desempeñó un significativo papel en la calificación y preparación de cuadros cubanos. De los centros docentes creados en Cuba con asistencia soviética, entre 1960 y 1987, egresaron más de 240 000 especialistas, además de brindar instrucción a 15% de los alumnos del sistema de enseñanza técnico-profesional. En ese mismo período se formaron en la URSS cerca de dieciocho mil obreros calificados y especialistas cubanos y aún en 1990 trabajaban en Cuba tres mil técnicos soviéticos.46 El documento que reflejó cabalmente el papel de la asistencia prestada por la Unión Soviética al desarrollo de la Isla fue el «Programa a largo plazo de desarrollo de la colaboración económica y científico-técnica entre la República de Cuba y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas hasta el año 2000», firmado en octubre de 1984.
IV
Los cambios que se produjeron en la política económica soviética después de 1985 tuvieron una repercusión primero indirecta y después directa en las relaciones con Cuba. Las repercusiones indirectas vinieron dadas ante todo, por los resultados de las propias reformas al interior de la URSS. Cuba se vio crecientemente afectada por este fenómeno sobre todo a partir de 1987, cuando en la economía soviética empezaron a reducirse de manera drástica producciones estratégicas con sus correspondientes efectos sobre el comercio exterior.47 No obstante, como ya se expresó, existió siempre la voluntad política por parte del gobierno soviético de cumplir los compromisos asumidos con Cuba, lo cual contribuyó a evitar en buena medida la afectación de estas relaciones.48
La reorganización del sector externo soviético otorgó el derecho a todas las organizaciones económicas para acceder libremente al mercado internacional, a partir de abril de 1989,49 lo que elevó el nivel de complejidad de los procesos de contratación centralmente planificados que mantenía Cuba. Sin embargo, la modificación de mayor trascendencia en la política económica exterior de la URSS se produjo en el verano de 1990, cuando se decidió que, a partir de enero del siguiente año, todas las transacciones comerciales con los países miembros del CAME se realizarían sobre la base de los precios del mercado mundial y en moneda convertible. Por la gravedad de esta decisión, el Comandante Fidel Castro envió el 22 de agosto de 1990 una extensa carta a Mijail Gorbachov, donde exponía los criterios de Cuba sobre esta medida y las graves consecuencias que tendría para la economía cubana.
Las negociaciones para el intercambio comercial de 1990 fueron especialmente complicadas, y se extendieron hasta abril de ese año. Ya el 29 de agosto Cuba se vio obligada a adoptar una serie de medidas de emergencia ante la perspectiva de una situación aún más grave en los abastecimientos soviéticos: había comenzado el Período especial.50
El intercambio comercial para 1991 se pactó en diciembre de 1990, con la introducción de importantes cambios que reflejaban la intención soviética de ir a un proceso de transición en las relaciones económicas entre ambos países basadas en el principio de los beneficios mutuos, en relación con los precios del mercado mundial, y con pagos en dólares. El precio del azúcar se redujo a 0,25 centavos la libra, en tanto que se mantenía un contrato para suministrar diez millones de toneladas de petróleo por su equivalente en azúcar y se preveían créditos para el pago de los saldos deficitarios pendientes a fin de año, los que debían reducirse gradualmente en el futuro.
Por consiguiente, las entregas de mercancías por parte de la URSS empeoraron drásticamente en el primer semestre de 1991 y cayeron a niveles críticos en la segunda mitad del año, sobre todo por el vacío de poder que sobrevino en el gobierno soviético después del intento de golpe de Estado de agosto de 1991.51 Los conflictos de orden político se acrecentaron a partir de entonces con la retirada unilateral de las tropas soviéticas de Cuba en septiembre de ese año.52 El intercambio comercial total en 1991 solo llegó a 4 521,5 millones de pesos, 48% inferior al del año precedente, y con la desaparición de la URSS, el 25 de diciembre de 1991, se redujo a niveles mínimos.
V
En el nuevo contexto, la Federación Rusa se hizo cargo de dar continuidad a los vínculos económicos externos de la Unión Soviética, tanto en lo relativo a sus propios adeudos, que al cierre de 1991 se calculaban en 67 200 millones de dólares, como en lo referido a la deuda de distintos países con el anterior Estado, estimada en unos 95 000 millones de dólares,53 por lo que de forma inmediata se iniciaron las gestiones para reclamar el pago de esa cifra.
Este último elemento pasó a ser un componente esencial en la formulación rusa de las perspectivas económicas con Cuba, a lo que se sumaron las características de la transición al capitalismo en Rusia, donde se aplicó una terapia de choque del más estricto corte neoliberal.
Bajo estas circunstancias, el gobierno de Boris Yeltsin (1991-1999) desarrolló una política que provocó la reducción en 94% del intercambio comercial entre Cuba y Rusia en esos años y aun cuando se firmaron diversos acuerdos, en 1992, 1993 y 1996, para tratar de reanimar las relaciones económicas y culturales, estas se mantuvieron a un nivel muy bajo. A pesar de ello, se mantuvo un saldo comercial positivo para la parte cubana.
A partir del acceso a la presidencia de Vladimir Putin en 2000 y su visita a Cuba en ese año, las relaciones con Rusia mejoraron gradualmente. Con la visita se despejó un grupo de temas pendientes desde 1991 y Cuba identificó las esferas de negocio con posibilidades para Rusia en las nuevas condiciones.54
Durante los últimos años ha habido un progresivo incremento de los vínculos económicos entre los dos países, aun cuando el intercambio comercial se redujo de 520 millones de dólares anuales a 310 millones como promedio, entre 1992 y 1999.55 El saldo de la balanza comercial fue favorable para Cuba hasta 2004 y se ha mantenido deficitario desde 2005.
En septiembre de 2006 se firmó un crédito comercial por 350 millones de dólares para el suministro de mercancías y servicios a Cuba, a pagar en diez años, con muy bajo interés, y se ajustaron los pagos pendientes de la deuda.56 En noviembre de 2008, el presidente ruso Dimitri Medvedev visitó la Isla y en enero de 2009 viajó a Rusia el presidente cubano Raúl Castro, ocasión en la que se firmó un memorándum «Sobre los principios de la colaboración estratégica entre Cuba y Rusia», y se rubricaron otros treinta y cuatro documentos en distintas esferas de la colaboración.
VI
Las relaciones económicas con la URSS representaron para Cuba un elemento esencial en su desarrollo, si bien nunca se concibieron como únicas o excluyentes de otros vínculos con diversos países del mundo. Las complejas circunstancias en que nuestro país debió desempeñarse durante las tres primeras décadas de la Revolución, impusieron la necesidad de fortalecer los vínculos económicos con los soviéticos frente al férreo bloqueo económico de los Estados Unidos y la hostilidad del mundo capitalista.
Sin embargo, la copia, en múltiples ocasiones acrítica, del modelo soviético de los años 60, introdujo problemas —típicos de su agotamiento desde entonces— y propició altos niveles de consumo material; ineficiencia del proceso inversionista; expansión del burocratismo; una limitada concepción de la industrialización del país; baja eficiencia económica y, en general, una visión sesgada de la construcción del socialismo.
No obstante, la búsqueda de una solución a estos problemas de acuerdo con nuestras propias características y concepciones, siempre prevaleció. A diferencia de las soluciones que, por la vía de la expansión del mercado, se buscaban en la política económica que caracterizó la perestroika y la glasnost en la URSS, en Cuba se trató de encontrar un balance que permitiera combinar los métodos de movilización política, consustanciales al socialismo, y la necesaria racionalidad económica en la combinación entre el empleo de la planificación y el mercado.
La resultante de este proceso si bien no produjo soluciones definitivas a los problemas económicos del país, y estuvo signada por nuestras propias insuficiencias, permitió enfrentar de manera satisfactoria las difíciles condiciones que sobrevendrían, con el Período especial, a partir de 1990.
Es preciso tomar en cuenta los resultados de la colaboración económica entre la URSS y Cuba entre 1960 y 1990, reflejados en la proporción de las producciones obtenidas mediante ella en una serie de renglones. Estas proporciones fueron de 100% para laminados, combinadas cañeras, televisores y radios; en acero, 95%; 80% en fertilizantes nitrogenados; y 60% en la producción de estructuras metálicas y en la de hilados y tejidos. En síntesis, las empresas desarrolladas con la cooperación de la URSS creaban 15% de la producción industrial bruta del país a finales de la década de los 80, y Cuba obtenía alrededor de 98% del combustible que consumía, además de un volumen sustancial de alimentos básicos para la población y el financiamiento indispensable para emprender su desarrollo.57
En conclusión, estas relaciones económicas y financieras favorecieron el crecimiento del PIB cubano en los primeros treinta años de Revolución, sin el que Cuba no hubiera podido enfrentar las enormes dificultades del Período especial.
Las relaciones económicas entre Cuba y la URSS fueron modelo entre un país desarrollado y otro en vías de desarrollo, y desempeñaron un papel fundamental en la consecución exitosa del programa de desarrollo alcanzado por Cuba, al tiempo que beneficiaron —en alguna medida— a la economía soviética.
Al desaparecer abruptamente estos vínculos, Cuba sufrió la más terrible crisis económica de su historia revolucionaria, pero continúa hoy empeñada en actualizar su modelo socialista. Por el contrario, en lo que fue la patria de Lenin se frustraron las esperanzas de un mundo mejor y es hoy una triste evidencia del capitalismo neoliberal.


Notas

1. Una primera versión del presente trabajo fue publicada en el Boletín de Información sobre Economía Cubana del CIEM («Las relaciones económicas entre Cuba y la antigua URSS: 1990-1992», n. 7, La Habana, julio de 1992). Otra, más amplia, se publicó con el título «Las relaciones económicas entre Cuba y la antigua URSS: evaluaciones y perspectivas» (Cuadernos del Este, n. 6, Madrid, 1992). La versión actual se enriqueció, amplió y actualizó.
2. El crecimiento está calculado sobre la base de datos del PIB estimados por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). Véase Anuario Estadístico de Cuba 1998, ONE, La Habana, 1998.
3. Los esfuerzos realizados en el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas emprendido a partir de 1986 se encaminaban en esa dirección, aunque no lograrían culminarse por el advenimiento del Período especial.
4. Andrew Zimbalist y Claes Brundenius, The Cuban Economy, The Johns Hopkins University Press, Baltimore y Londres, 1989.
5. Miguel Figueras, Aspectos estructurales de la economía cubana, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1994.
6. Anuario Estadístico de Cuba. 1989, ONE, La Habana, 1989.
7. Miguel Figueras, Análisis de las políticas de industrialización en Cuba en el período revolucionario y proyecciones futuras, Centro de Investigaciones de la Economía Internacional, La Habana, 1990.
8. Véase Resumen Mensual, IPS, La Habana, junio de 1999, disponible en www.cubaalamano.net.
9. Véase José Luis Rodríguez, «Economic Relations between Western Europe and Cuba since 1959», en Alistair Hennessy y George Lambie, eds., The Fractured Blockade, MacMillan, Londres, 1993.
10. José A. Aguilar y Marcelo Fernández Font, comps., El bloqueo económico a Cuba por los Estados Unidos, INIE, La Habana, 1992; Carlos Batista, El bloqueo y las compensaciones en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, CESEU, 1989; Morris Morley, Imperial State and Revolution, Cambridge University Press, Nueva York, 1987.
11. Según datos del Informe Económico del Banco Nacional de Cuba, editado anualmente desde 1982 hasta 1990 y desde 1995 hasta 2004.
12. Véase Germán Amado-Blanco, «Tres décadas de comercio Cuba-URSS (1960-1990)», Revista Cuba. Comercio Exterior, n. 3, La Habana, 2006.
13. Ya en 1963, la URSS comenzó a pagar el azúcar a 6 centavos la libra.
14. El nivel de preferencialidad en centavos por libra de azúcar fue de 1,34 en 1961, y 1,26 en 1962. Solo en 1963 los precios del mercado mundial superaron los pagados por la URSS.
15. Germán Amado-Blanco, ob. cit.
16. En estos años la tasa de cambio era de un peso igual a un dólar.
17. José Luis Rodríguez, Estrategia de desarrollo económico en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990.
18. El rublo transferible como moneda de cuenta en las relaciones financieras mantenía tasas de cambio estables en relación con las monedas nacionales, a diferencia de lo que ocurría con las restantes divisas en el mercado internacional.
19. Estas condiciones les fueron otorgadas a Mongolia, Cuba y Viet Nam.
20. Carlos Rafael Rodríguez, «La colaboración de la URSS al desarrollo económico de Cuba», El Militante Comunista, La Habana, noviembre de 1977, pp. 6-7.
21. La tasa de cambio del rublo transferible era equivalente a 1,11 dólares o pesos cubanos de entonces.
22. Esta fórmula se estableció a propuesta de Cuba. Véase Fidel Castro, «Discurso pronunciado en la inauguración del IV Congreso del Partido Comunista de Cuba», IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. Discursos y documentos, Editora Política, La Habana, 1992.
23. Posteriormente, para cada año, se tomaría como base el precio promedio de los cinco precedentes.
24. Germán Amado-Blanco, ob. cit.
25. Esta cifra no se logró, pero Cuba adquirió azúcar en el mercado mundial para cumplir las entregas con la URSS, que a su vez garantizó financieramente estas operaciones.
26. Los precios del níquel también se modificaron y fueron objeto de largas discusiones. Véase Germán Amado-Blanco, ob. cit.
27. CEPAL, La economía cubana. Reformas estructurales y desempeño en los noventa, CEPAL-ASDI-Fondo de Cultura Económica, México, DF, 2000.
28. Una nueva posposición de pagos se renegociaría para los desembolsos que debían iniciarse en 1986, de acuerdo a la renegociación de 1972.
29. Se refiere a todos los países socialistas, aunque la URSS es determinante en estos resultados. Véase Elena Álvarez, Algunos efectos en la economía cubana de los cambios en la economía internacional, INIE, La Habana, 1991.
30. Datos obtenidos —por el autor— de diversos especialistas cubanos. Otros autores, sobre todo norteamericanos, tienden a sobrevalorar el deterioro de la relación de intercambio en los años 80. Véase Andrew Zimbalist y Claes Brundenius, ob. cit.
31. V. Venediktov, «Azúcar, naranjas y una cucharada de hiel», Bohemia, n. 27, La Habana, 6 de julio de 1990. De ser correctos estos cálculos, Cuba habría pagado 9 500 millones de rublos en exceso, entre 1986 y 1990, solo por estas mercancías. No obstante, esta información debe tomarse con reservas.
32. El costo promedio de la producción azucarera soviética entre 1979 y 1987 fue de 43 centavos la libra, mientras que la URSS pagó a Cuba, en igual período, 41,92 centavos como promedio, según cálculos realizados por la firma Landell Mills Commodities Studies y citados en «Información quincenal sobre Cuba», IPS Economic Press Service, n. 24, 31 de diciembre de 1990. Véase también G. B. Hagelberg, «The Sugar Side of Perestroika», International Sugar and Sweetener Report, v. 122, n. 6, Ratzeburg, Alemania, 8 de febrero de 1990.
33. S. Tarasenko, «Azúcar amargo», Novedades de Moscú, n. 49, Moscú, diciembre de 1989.
34. Se estima que las exportaciones cubanas de este tipo de productos alcanzaron los trescientos millones de pesos entre 1989 y 1990.
35. Informe Económico, Banco Nacional de Cuba, La Habana, agosto de 1982.
36. Según datos de Carmelo Mesa-Lago, estos créditos llegaron a 8 631 millones de dólares (véase «The Economic Effect on Cuba of the Downfall of Socialism in the USSR and Eastern Europe», en Carmelo Mesa-Lago, ed., Cuba After the Cold War, Pittsburgh University Press, Pittsburgh, 1993). Sin embargo, otra fuente informaba, en 1999, que estos créditos llegaban a 5 900 millones de pesos. Véase Resumen Mensual, IPS, ob. cit.
37. A. D. Bekarevich y N. M. Kujarev, La Unión Soviética y Cuba: colaboración económica, Editorial Nauka, Moscú, 1990. Estas condiciones sufrieron algunos cambios posteriormente, pero no se alteró su esencia.
38. Informe Económico, Banco Nacional de Cuba, La Habana, febrero de 1985.
39. Este sistema de precios inyectó al país 39 390 millones de dólares de 1960 a 1990. Véase Carmelo Mesa-Lago y Fernando Gil, «Soviet Economic Relations with Cuba», Working Papers in International Studies, n. 5, Minnesota, 1987; Carmelo Mesa-Lago, «The Economic Effect on Cuba...», ob. cit.; Jorge Pérez-López, «El sector externo de la economía socialista cubana», en Mauricio de Miranda, ed., Cuba. Reestructuración económica y globalización, Centro Editorial Javeriano, Bogotá, 2003.
40. Para conocer otra forma de valorar el nivel de preferencialidad otorgado por la URSS a Cuba, véase Andrew Zimbalist y Claes Brundenius, ob. cit.
41. Datos provenientes del periódico Izvestia, Moscú, 2 de marzo de 1990, y Juan O. Tamayo, «Soviets See Drastic Cuts in Cuba Aid», The Miami Herald, Miami, 26 de septiembre de 1991.
42. «El párrafo infame» (Editorial), Granma Internacional, La Habana, 27 de octubre de 2001, disponible en www.cuba.cu/gobierno/documentos/2001/esp/e271001e.html.
43. Al asumir el cobro de los adeudos a la antigua URSS, Rusia pasó a nominarlos en rublos en lugar del rublo transferible que desapareció también en 1991. La tasa de cambio del rublo sufrió una enorme devaluación en los años 90. Ya en febrero de 1992 se cotizaba a 100 por dólar, con lo que el valor de la deuda cubana en esos momentos en el mercado secundario pudiera estimarse en 164 millones de dólares. En 1997, la cotización alcanzaba 5 785 rublos por dólar; en consecuencia, se redujo mucho más el valor de mercado de los adeudos.
44. Cálculo a la tasa de cambio de 1,11 pesos por rublo transferible vigente cuando desapareció la URSS. Véase «El párrafo infame», ob. cit.
45. Esa deuda se reclama en dólares a pesar de que se contrajo en rublos transferibles. Aun considerándola en rublos soviéticos, el gobierno ruso nunca tuvo en cuenta la devaluación de esta moneda frente al dólar. En mayo de 2010, el Club de París informó que la deuda cubana era de 30 410 millones de dólares, buena parte de los cuales incluye esta deuda espúrea.
46. Y. Riabov, «URSS-Cuba: colaboración exitosa», Comercio Exterior, n. 1, Moscú, 1984; P. Kormilitsin, «Ejemplo de colaboración fraternal», América Latina, n. 1, Moscú, 1984.
47. La producción petrolera pasó de 624 millones de toneladas en 1988 a 570 en 1990, para un descenso de 8,7% en solo dos años. Las entregas a Cuba de petróleo y derivados se afectaron en 243 000 toneladas en 1989 y llegaron a 3,3 millones de toneladas en 1990. Germán Amado-Blanco, ob. cit.
48. Véase Fidel Castro, «Discurso pronunciado en el acto central por el XXXVII aniversario del asalto al cuartel Moncada», Granma, La Habana, 28 de julio de 1990.
49. La puesta en práctica de esta política coincidió con la visita a Cuba de Mijail Gorbachov, pero en las conversaciones no parece haberse abordado este tema. Véase Germán Amado-Blanco, ob. cit.
50. Véase «Información a la población», Granma, La Habana, 29 de agosto y 26 de septiembre de 1990; e «Información a la población sobre medidas adicionales con motivo a la escasez de combustible y otras importaciones», Granma, La Habana, 20 de diciembre de 1991.
51. Fidel Castro, «Discurso pronunciado en la inauguración del IV Congreso...», ob. cit.
52. Véase el editorial «Cuba no aceptará jamás ser entregada ni vendida a Estados Unidos», Granma, La Habana, 14 de septiembre de 1991.
53. Alicia Girón y Svetlana Penkina, «La deuda externa de Rusia en su transformación en una economía de mercado», Comercio Exterior de México, v. 44, n. 7, México, DF, 1994.
54. Un elemento favorable fue la concesión por Putin de un crédito de 50 millones de dólares a Cuba. Véase «El párrafo infame», ob. cit.
55. Datos basados en los Anuarios estadísticos, de la ONE, entre 1996 y 2009.
56. Se trata de adeudos contraídos con Rusia a partir de 1992 por 166 millones de dólares y no se refieren a la deuda con la URSS.
57. Y. Riabov, ob. cit.; Piotr Kormilitsin, ob. cit.; Víctor Álvarez, «Colaboración soviética. Influencia en el desarrollo industrial cubano», Colaboración Económica Internacional, n. 1, Moscú, 1989.


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