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Cubacontemporanea
Cubacontemporanea
Aunque
antes de 1959 varios deportistas cubanos hicieron méritos para ser admirados
alrededor del mundo, no fue hasta el triunfo de la Revolución que el deporte en
la isla caribeña comenzó a tomar dimensiones insospechadas hasta entonces.
No demoró
mucho el gobierno revolucionario en incluir a la actividad física entre sus
prioridades y una de las principales medidas tomadas fue el destierro, por
decreto, del profesionalismo en el deporte.
Establecida
la alianza con los países del bloque socialista, comenzaron a llegar desde esos
países numerosos entrenadores y técnicos, se fomentó el intercambio y los
resultaron no tardaron en aparecer. En poco tiempo, Cuba pasó a dominar con
holgura el panorama deportivo en la región centrocaribeña y a ocupar el segundo
lugar continental, sólo superada por Estados Unidos.
Pero el
salto más notable llegó durante los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, cuando
la delegación cubana ancló en el quinto escaño del medallero, por delante de
muchos países del primer mundo.
Sin
embargo, la pujanza del deporte cubano comenzó a perder gas cuando se hicieron
más evidentes las consecuencias de la desaparición del bloque de países
socialistas y la consiguiente crisis en la economía.
Si bien
es cierto que la isla siguió imponiéndose en citas centrocaribeñas y
conservando su segundo lugar en el continente, las diferencias notables sobre
países como Brasil, México, Venezuela o Colombia comenzaron a ser mucho más
estrechas.
Según
cifras conservadoras, unos 300 peloteros han salido de Cuba y se encuentran hoy
participando en diferentes ligas extranjeras. Casi 40 de ellos están enrolados
actualmente en equipos de las Grandes Ligas estadounidenses
La
afición del país, muy conocedora y ferviente amante del deporte, empezó a ver
con marcada preocupación el evidente retroceso, no sólo en el plano
internacional, sino también en el nivel de competencias emblemáticas dentro de
casa, como la Serie Nacional de béisbol.
Caída libre
El
desmembramiento del campo socialista causó estragos en el movimiento deportivo
cubano, pero estos sólo fueron visibles con el paso del tiempo. Desde ese
bloque de naciones llegaban a la isla el asesoramiento técnico, las mayores
posibilidades de fogueo y gran parte de los implementos e insumos necesarios
para desarrollar el deporte de alto rendimiento y de base.
La crisis
económica golpeó al deporte como una arista más de la sociedad. El modelo de
gestión deportiva, basado en los principios del amateurismo, comenzó a hacer
aguas en un entorno en el que la alta competición comenzó a ser cada vez más
comercializada, con la apertura de las puertas a los deportistas profesionales
en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988.
Las
circunstancias financieras obligaron a disminuir el presupuesto asignado al
deporte cubano, comenzó a escasear el roce competitivo y a menguar la calidad
de la preparación, y ante las nuevas realidades muchos deportistas cubanos de
primer nivel prefirieron, a través de diferentes vías, buscar nuevos horizontes
ante la imposibilidad de probar su talento más allá de las fronteras y mejorar
su situación económica.
Según
cifras conservadoras, unos 300 peloteros han salido de Cuba y se encuentran hoy
participando en diferentes ligas extranjeras. Casi 40 de ellos están enrolados
actualmente en equipos de las Grandes Ligas estadounidenses, el mercado más
exigente y tentador para este deporte.
Después
del extraordinario subtítulo en el I Clásico Mundial de béisbol, pocas alegrías
ha podido aportar este deporte a sus miles de seguidores en el país. En las dos
siguientes ediciones el equipo cubano no ha podido incluirse entre los cuatro
primeros, y no ha ganado un título importante en ninguna de sus categorías.
El éxodo
ha lastrado marcadamente a otros deportes como el voleibol, obligado a renovar
constantemente las filas de sus selecciones nacionales por ese motivo. También
se han visto seriamente afectados el boxeo y el atletismo, y con la salida del
béisbol del programa olímpico, Cuba no pudo ser representada en ningún deporte
colectivo durante la cita estival celebrada en Londres el pasado año.
Movimientos ineludibles
El lugar
28 conseguido en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 fue una visible señal de
que la salud del deporte cubano había empeorado. Y aunque cuatro años después
en la capital inglesa se mejoró cualitativamente la cosecha, los problemas y
las preocupaciones no han cambiado mucho.
Sin
dudas, ha sido la falta de estímulo de los atletas el principal problema que
han tenido que enfrentar las autoridades deportivas y el gobierno durante los
últimos tiempos.
El tema
más significativo de esta propuesta no radica en los montos monetarios, sino en
el cambio de concepto, que si bien no significa un giro radical hacia el
profesionalismo duro y puro, establece un cambio de mentalidad más acorde con
los tiempos que corren.
Casos
como el del vallista Dayron Robles, las constantes bajas solicitadas por los
voleibolistas de las selecciones nacionales para poder insertarse en ligas
foráneas, o el misterioso escape del estelar pelotero José Dariel Abreu, han
demostrado la necesidad de reenfocar las proyecciones del deporte cubano para
acercarlas a las aspiraciones de sus protagonistas.
Así, a
mediados de la pasada semana se divulgaron algunos detalles sobre la aprobación
por el Consejo de Ministros de una nueva política para la remuneración a los
atletas, entrenadores y especialistas, que persigue mejorar las condiciones de
vida y la estimulación de estos según su categoría.
A simple
vista, las modificaciones son notables con respecto al anterior esquema, con el
que los atletas cubanos vivían del salario de un trabajo que nunca hacían, y en
el que los entrenadores cobraban lo mismo, sin importar si se desempeñaban en
un área deportiva o dirigiendo una selección nacional.
Pero no
todas las novedades están relacionadas con los pagos.
¿Cambio o actualización?
Sin
dudas, la notable diferencia entre lo que recibían y lo que recibirán a partir
del próximo año los atletas cubanos es un paso agigantado para acercar la
realidad cubana a la del resto del mundo.
Es
evidente que la “reforma” del viejo e inoperante esquema económico del deporte
en la Mayor de las Antillas nunca podrá hacer frente al sistema de
comercialización que impera en el deporte contemporáneo, donde se pagan
millonarias cifras en contrataciones y patrocinios.
Por eso,
el tema más significativo de esta propuesta no radica en los montos monetarios,
sino en el cambio de concepto, que si bien no significa un giro radical hacia
el profesionalismo duro y puro, establece un cambio de mentalidad más acorde
con los tiempos que corren.
Según lo
anunciado, la definición de un atleta de alto rendimiento cubano incluye en su
letra que “… sus ingresos dependen de los resultados alcanzados en el deporte
que practica”. También que “… tiene posibilidad de contratarse en otros equipos
en el exterior…”, ambas oportunidades inexistentes a lo largo de casi cinco
décadas.
Claro,
que el hecho de que en estos posibles contratos el atleta tenga que estar “…
protegido por el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación
(INDER)”, permite a ese organismo decidir con respecto al vínculo contractual,
toda vez que cada deportista tendría que firmar un contrato anual con su
federación.
Y el
requisito de que en cualquier caso debe estar garantizada la presencia del
atleta en el país “para las competencias fundamentales del año” aparece como un
elemento regulador, en medio de un mercado en el que siempre han primado los
intereses de quienes pagan.
Bajo esas
premisas se experimentó hace poco con la incorporación de tres peloteros en el
equipo Piratas de Campeche de la Liga Profesional de México, luego de concluir
su participación en la pasada Serie Nacional.
Aunque no
se conocen muchos detalles, se sabe que la negociación con los Filibusteros
estableció que estando bajo contrato ningún jugador podía aceptar otra oferta,
que recibirían el 80% del total del contrato y se comprometían a regresar para
participar con sus respectivos equipos en la siguiente temporada.
Y todo
parece indicar que similares términos regirán las futuras contrataciones de
todos los deportistas cubanos en el exterior, donde serían representados por
sus respectivas federaciones nacionales, a las que correspondería el otro 20%
del contrato.
¿Cuánto ganará un atleta cubano?
Desde
hace algunos años el gobierno cubano designó el pago en pesos convertibles a
medallistas olímpicos y mundiales de acuerdo con el color de su presea de mayor
rango. El máximo se estableció en 300 CUC para los campeones olímpicos y esa
asignación se mantiene.
Ahora, la
nueva reglamentación aprobada por el Consejo de Ministro instauró seis
categorías deportivas teniendo en cuenta el rendimiento y desempeño.
A partir
de ellas se establecen ingresos básicos mensuales en pesos cubanos para los
atletas de alto rendimiento en activo.
El rango
actual se extiende entre los 1500 pesos para los medallistas olímpicos hasta
los 450 para reservas de equipo de Serie Nacional de béisbol o por ser reserva
de una preselección nacional, algo que competería designar a la respectiva
federación.
A ello se
sumarán otros montos mensuales que dependerán del resultado de mayor rango
obtenido en citas multideportivas –en este caso cubre además a atletas y
entrenadores retirados-, o de la cantidad de medallas conquistadas en estos
certámenes. Mas, este último pago sólo será recibido mientras el atleta se
encuentre activo.
De tal
forma, un atleta cubano miembro de una preselección nacional o de un equipo de
la Serie Nacional de béisbol cobrará un mínimo de 1000 pesos mensualmente. Y
tendría la posibilidad de aumentar esa cifra hasta cerca de 15000 pesos
mensuales -siempre que esté activo- de acuerdo con algunas variables.
Un
ejemplo de esta última posibilidad es el estelar luchador Mijaín López, quien
transita por un período de descanso en su preparación rumbo a la cita olímpica
de Río de Janeiro 2016. El gladiador del estilo grecorromano devengaría 1500
pesos mensuales como remuneración básica por ser medallista olímpico, a los que
sumaría 1250 por ser medallista de oro en Juegos Panamericanos.
Además,
mientras se encuentre activo el vueltabajero recibiría 2500 pesos por cada uno
de sus dos títulos olímpicos, 1250 pesos por cada uno de sus tres cetros
mundiales, 625 por cada uno de sus tres triunfos en Juegos Panamericanos y 300
por la única corona centroamericana y caribeña que ha conquistado hasta el
momento.
Todo eso
sumaría una total de 13675 pesos mensuales, algo que pudiera crecer si alguna
vez recibe un premio en metálico, del cual a partir de ahora le correspondería
el 80%. Del resto, un 15% recibiría su entrenador y un 5% algún especialista
vinculado con su preparación, algo que no sucedía con anterioridad.
Sin
dudas, se trata de un cambio del día a la noche para quienes no superaban el
cobro de 500 pesos mensuales de acuerdo con el trabajo en el que estaban
“emplantillados”. Habrá que esperar entonces un tiempo prudencial para apreciar
los frutos de una medida que se caía por su propio peso.
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