"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

lunes, 27 de enero de 2014

Mariel, del lado de acá


Aurelio Pedroso


Noventa y dos años de edad y puede leer la prensa sin ayuda de lentes. Me mira como recapitulando y sentencia: “Este era uno de los pueblos más ricos de Cuba… la cementera, la industria eléctrica, el henequén, el varadero, el puerto, el azúcar, la marmolera… Imagínese que en el peor de los puestos de trabajo en El Morro (la fábrica de cemento), que era el de barrendero, un hombre ganaba 8,24 pesos la hora. No tengo dudas de que este pueblo volverá a florecer.”
La historia de Cuba está salpicada de acontecimientos vinculados a Mariel, un municipio de la actual provincia de Artemisa, distante a poco menos de 50 km de la capital cubana y hoy por hoy objeto del megaproyecto económico más ambicioso emprendido jamás por las autoridades cubanas.

Allí, el gobierno se juega una carta de enorme significación de cara al futuro inmediato del país. Progreso Semanal no fue hasta ese lugar en busca de declaraciones institucionales ni opiniones de funcionarios que casi siempre son inalcanzables para una entrevista, sino para encontrar a la gente común, a los pobladores, de esos que cada día miran al oeste de la prodigiosa bahía y observan cómo se transforma el paisaje. Es, como se le ha denominado, “la zona de desarrollo”.
 
Desde el lado de acá

Dainelys Barrios, es una joven mujer que no tiene reparos en contar su historia: tiene 31 años y cuatro hijos. Ella asegura que se ven cambios en algunas construcciones y las señala con el dedo índice. Está sentada en el maleconcito tradicional con dos de sus hijas. Es ama de casa y su marido es cabillero en el proyecto. “Gana buen dinero, pero no descansa. Es todo el día trabajando”. Le pregunto con malicia si piensa tener más hijos y se ríe también maliciosa. “Le he dicho que él no tiene tiempo para nada”.

Como ave sin rumbo, ataviado como para presentarse a la primera fiesta reguetonera que se encuentre en el camino, un joven que no desea decir su nombre, que ni trabaja ni estudia, casi que por fuerza está enterado de lo que se piensa hacer en la comarca. Como en muchos de su edad y de cualquier rincón de la isla, asoman en su expresión ciertos aires de incredulidad: “Pues la verdad es que el dragado del puerto va lento”.

De este lado de la bahía, muy cerca de allí, también vemos la desidia. El motel La Puntilla denuncia el olvido de que ha sido víctima una instalación que frente al mar y con dos piscinas disponibles debió haber sido próspero en su mocedad. Hoy con el estado tan deplorable de la instalación un huracán de mediana intensidad bien lo pudiera trasladar al fondo del mar. Aún así, en esas ruinas reina el fervor patriótico. En lo que fuera la recepción, cuelgan dos banderas: la cubana y la rojinegra del Movimiento 26 de Julio.

Como aparición fantasmagórica, un joven de allí nos saluda y cuando le preguntamos asegura, como quien controla la próxima salida del sol, que “para el primer trimestre de este año comenzará su total restauración a cargo de la Empresa de Alojamiento de Artemisa”. ¿Será? Unos cuantos bloques de hormigón y alguna arena de construcción está volteada sobre un patio, a la intemperie.
Uno de los miembros del equipo de Progreso Semanal hace fotos por el lugar y nos cuenta que fue interceptado por un hombre joven, vestido de paisano que se le identificó con un carné de la Seguridad del Estado y que le hizo varias preguntas. Nuestro fotógrafo le respondió con buenas razones y he aquí las cosas que sólo en Cuba suceden. El “seguroso” súbitamente devino informante de primer orden acerca del proceso de transformaciones que vive el antiguo cacicazgo de Marién –que así se llamaba en épocas previas a la llegada europea.

Solomillo y camarones

Caraballo es otro de los personajes con los que se puede conversar… y degustar de sus artes culinarias con el pescado y los mariscos. Es dueño y chef del restaurante Don Caraballo. Tipo simpático que hasta comparte con los comensales una conversa y les promete que su filete de aguja no sale duro.

“Hasta ahora yo no he sentido un gran cambio en el negocio. Pero sí, esto se llena”. Él confía en que su clientela aumentará, aunque de momento le va bien en los vaivenes de propietario de un acogedor restaurante.

De hecho, y como parte de la competencia, existe otro privado especializado en comida italiana que no nos fue recomendado porque a esa hora atendía, sobre todo, a personal extranjero que labora en el megaproyecto y que allí encargaba su alimentación de todos los días.

Casi frente a Don Caraballo, una hermosa y joven mujer se encuentra sentada sobre un taburete reclinado sobre la pared de madera sin lustre alguno de tan envejecida. Un inmenso cartel escrito a mano sobre un cartón improvisado anuncia “Búsquennos, estamos adentro”. Cualquier mortal, con años vividos y algo de mundo recorrido, en primera intención juraría estar ante una casa de citas. Grave error de apreciación. Aunque en Cuba hay prostitución, no hay prostíbulos.

La muchacha vende calzados artesanales y hasta enseres para el hogar pero le prohíben mostrar la mercancía en el portal. Tiene que estar todo adentro. Ella es de poco hablar. Preguntamos sobre la venta y dispara desde una perfecta dentadura un par de monosílabos: “so, so”.


Mariel, Mariel

Buscando al historiador, allí en la casita que es sede momentánea del museo local, –la original, que data de 1790 desde 2005 se declaró en peligro de derrumbe–, nos topamos con el autor del himno del Mariel.

Ernesto Fregel trabaja en el Museo pero también es trovador, director de radio, locutor y actor. En 2009 ganó un concurso para otorgarle esa enseña a este pueblo:

El mar y la bahía como testigo fiel
de hombres apacibles, llenos de desnudez.
Nació el pueblo despacio entre madera y miel
la Sabana primero, la Yagruma después.

Ayer, hoy y mañana la lucha, el resplandor,
el cruce de la trocha, el machete, el amor.
Azúcar, pesca, asfalto, henequén y cemento,
el puerto, la academia, la termo y barlovento.

“Un pasado glorioso, brillante por venir”,
siempre serás mi escudo, mi salvación, mi lecho,
y cuando ya no vuelen gaviotas en mi pecho
me sentaré en tu playa, así quiero morir.
Mariel, Mariel, Mariel, Mariel

Fue cortés Fregel, y al mismo tiempo intransigente frente a nuestra intención de fotografiar ciertas piezas que se exponen en sencillas urnas del improvisado museo. ¿Algo ha cambiado aquí, para la gente?, le preguntamos. Y respondió invitándonos a ver un documental suyo que alguien “puso” por él en Youtube.

Esperábamos por el joven Edel Mayol Bersach, historiador de la localidad y director del Museo, cuando reparamos en el contraste entre dos fotos casi contiguas colgadas en la pared. Ellas demuestran el arco de la historia de El Mariel; su posibilidad como comunidad costera, y su promesa deslumbrante de hoy: convertirse en el más importante puerto cubano, y uno de los más destacados de la cuenca caribeña.

Allí en las fotos estaba el Mariel de los años 30, limpio y organizado, pero a medio hacer, visto desde su malecón: casas de madera, hermosas, sí, y una pequeña palma batida por el aire de mar. En la otra imagen, un collage de vistas aéreas sobre una maqueta en 3D que incluye carreteras y puentes cuasi galácticos, edificios ultramodernos, racionalidad, hightech.
 
Historia presente

Mayol al fin llega. En el patio de la casa transcurre la conversación. Nuestras cámaras le filman su pausado hablar. Conoce la historia y la cuenta con perspectiva. Es en extremo preciso en fechas e interpretaciones. Un historiador de pies a cabeza que debe ser escuchado bien por las autoridades locales.

“El pueblo está mayoritariamente entusiasmado porque hay una perspectiva muy grande, una idea muy grande de lo que pudiera ser Mariel dentro de cinco, diez, quince años. El pueblo ve el avance de la obra. Sobre todo jóvenes que se han incorporado a la obra han visto cómo hay maneras de incorporarse al empleo y obtener un buen ingreso. Un problema que tenía Mariel en algún momento era la vinculación de los jóvenes al empleo, a pesar de que teníamos toda esa cantidad de industrias –el puerto, la termoeléctrica, el astillero, centrales que luego se deshabilitaron, la marmolera…– en algún momento la juventud se desvió un poco de esos empleos. Muchos formados en escuelas de oficio estaban luego subutilizados. Y ahora hay personas que han rescatado sus títulos viejos, han rescatado sus evaluaciones, se han reevaluado y se han incorporado a lo que se esté haciendo allá, en el proyecto de inversión.
PS: ¿Todos se beneficiarán?

EMB: Los ingresos allá son relativamente superiores, para no ser absolutos, a la mayoría de los empleos que hay acá, en Mariel, por tanto se benefician ellos y con ellos sus familias. La parte de la inversión que todavía el pueblo que no trabaja allá no ve, sucede porque la inversión social lógicamente debe venir después de la inversión económica. Si no hay una infraestructura económica que pueda generar ingresos y pueda aportar a la infraestructura social, el resto del pueblo que no trabaja allá no lo verá, y eso es por lo que, tal vez las opiniones que encuentren en el pueblo sean esas, unos, que reciben el ingreso directo por estar empleados allá y otros, que aún no lo han visto por no estar empleados.”

PS: ¿Y el beneficio social? Los marieleños, de algún modo, le están cediendo su territorio a la nación…

EMB: Todos tienen en mente, los que trabajan allí y los que no, como visión futurista, lo que pudiera traer para Mariel ya una vez en pleno funcionamiento, con toda la funcionalidad que lleva la Zona de Desarrollo. Se sabe, se tiene la esperanza o la fe de que todo eso se va a revertir en inversión social, que de hecho ya hay planificada una inversión en el sistema de alcantarillado del pueblo. Estamos todavía en todo el proceso inversionista y cuando ese proyecto termine y empiece a funcionar la terminal de contenedores, que es lo primero que va a trabajar, porque allí hay un conjunto de infraestructuras diferentes ya entonces veremos un poquito más de cosas para acá, para el pueblo, o sea, que lo vea todo el pueblo.”

PS: ¿En qué momento ustedes en Mariel supieron que iba a ocurrir todo esto aquí?

EMB: En Mariel desde el año 94 empezó la construcción de la llamada Zona Franca, hubo una Zona Franca. Por alguna coyuntura económica, alguna estrategia, ya esa Zona Franca no funcionó como tal, funcionó algún tiempo, después cambió su objeto social, y ya a principios de los años 2000, tal vez 2004, 2005, 2006, ya se hablaba de algún proyecto que se iba a hacer allá, que primero se pensó que era un poco reactivar la antigua Zona Franca, pero bueno, ya después se supo que producto de la cooperación se iba a invertir allí y se iba a crear toda esa Zona Especial, que es una composición de elementos económicos que es muy grande, es un mega proyecto.

El que se para aquí y mira hacia allá se da cuenta de que hasta la topografía del lugar ha cambiado porque ha habido que allanar lomas, ha habido que rellenar espacios que estaban vacíos, ha habido que rellenar pedacitos de la bahía, ha habido que dragar la bahía. O sea que se ha visto el movimiento y de ahí parte la expectativa de la gente. Se ve que hay mucho movimiento, se construyó una red vial que no existía, una red ferroviaria que se está haciendo, que no está terminada y todo eso un poco que ayuda.

PS: ¿Cuál ha sido el impacto ecológico y patrimonial de todas esas transformaciones físicas? ¿Cómo han tratado el tema?

EMB: Ecológicamente parece ser que sí, que se ha protegido la bahía, que se han tomado las medidas necesarias para proteger los ecosistemas de la bahía. Conozco que el CITMA está tomando acciones, verificando que se cumpla todo lo que está establecido para la protección del medio ambiente. La parte patrimonial sí no ha tenido tanta valoración. Quizás el ritmo de trabajo, quizás la inmediatez, no ha permitido que se vincule un poquito más lo que se está haciendo allá con los responsables del patrimonio de acá.

Esa zona tiene hasta diez sitios patrimoniales, lo mismo aborígenes que coloniales. Ahí tenemos una cueva aborigen, funeraria, que se llama Marién Dos, la gente la conoce como la Cueva del Indio y es una cueva funeraria muy importante para el occidente de Cuba por las excavaciones que se han hecho allí, las teorías que se han planteado a partir de las excavaciones, y pretendemos que se conserve.No sé si va a haber diez o doce fábricas y empresas. Pretendemos que se conserve un cayito, un cayito de monte con su cueva porque esa es la presencia aborigen más importante que tenemos en Mariel, de hecho tenemos muestras aquí en el museo de ella.

Tenemos otros sitios ahí aborígenes, menos relevantes, que se han trabajado en algún momento, como son campamentos al aire libre, pequeños talleres de sílex, conchales donde se alimentaban los aborígenes. Ya eso lo que amerita es una intervención de rescate, para rescatar todo lo que está ahí, todo lo que se pueda conservar, que sea de valor y que sea museable.

Eso, no estaríamos en contra de que deje de existir como sitio histórico, como sitio arqueológico, pero antes, quisiéramos nosotros previamente tener la posibilidad de tener una intervención de rescate. No así la Cueva de Indio: allí sí preferiríamos que la cueva quedara como evidencia de la presencia aborigen de un asentamiento que, como hablábamos al principio, fue un cacicazgo extenso y que tuvo mucha importancia y que, como quiera que sea, es lo que nos va quedando, el legado que nos va dejando la presencia aborigen acá.

Hay otros sitios coloniales en la zona, la zona alberga lo que queda de un antiguo Lazareto o estación de cuarentena que hubo, que no es del siglo XX, viene desde el siglo XIX, desde la migración china a Cuba.

Anhelos

Entre tantos trajines con el rescate y conservación del pasado, nos muestra su quehacer y el de otros colegas arqueólogos con un cementerio chino sepultado también por el olvido y que promete mucho en el estudio de la presencia asiática en la isla. Imaginamos entre todos que a los chinos contemporáneos quizás les interese tirar una mano en tan necesaria investigación sobre los chinos que un día fueron traídos a Cuba en condición de esclavitud.

El equipo de Progreso Semanal le bombardea a preguntas que responde hasta con aires didácticos. Se me ocurre indagar por el famoso éxodo de 1980, y en si conoce de la organización y cuantía de sus coterráneos que viven en Miami y cómo ven a su pueblo de origen en la actualidad.

Le agrada la pregunta y sin pausa aclara que “lo primero que hay que apuntar es que no es lo mismo marielenses que marielitos”. Y entonces la emprende a hablar, a reflexionar, a instruir con palabras que poseen el don de la credibilidad.

Nos despedimos en la puerta del Museo y desde una casita azul, en la otra acera, el anciano de 92 años Miguel Reyes de la Torre nos despide también. El joven y el viejo, ambos, creen que El Mariel será de los primeros nuevamente.

Vea en este video una síntesis histórica de El Mariel, contada por su historiador Edel Mayol Bersach.


Entrando a MarielNueva carretera, nuevas señalesPalacio de Rubens
TejadoTejado IIEsperando
MarieleñaMiguel Reyes de la Torre, 92 añosEsperando II
Motel La PuntillaFervor patrióticoUn barco en tierra, en ruina

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