"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 22 de enero de 2014

Nuevos bríos para una vieja aspiración


Latinoamérica y el Caribe llegan a la cumbre de la Celac en La Habana con una larga historia en pro de una unión que ahora parece encontrar derroteros más ciertos.

La Habana, 22 ene.IPS- La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) llega a su segunda cumbre, a celebrarse el 28 y 29 de enero, en la capital cubana, con un aval integracionista que viene vertebrándose fundamentalmente desde la segunda mitad del pasado siglo XX.

Cerca de una veintena de organizaciones han venido cristalizando de diferentes maneras, con mayor o menor éxito, esa necesidad de la unión que fue impulsada por Simón Bolívar (1783 – 1830), tras la independencia sudamericana de la metrópoli colonial española a principios del siglo XIX.

Por aquel entonces hubo intentos como el de la Gran Colombia, las Provincias Unidas del Centro de América y la Confederación Perú-Boliviana.

La historiografía coincide en señalar que tales esfuerzos no se materializaron por las pugnas políticas, guerras civiles, intervenciones extranjeras y el recelo de las clases gobernantes a perder el poder. Muestra de ello fue el fracaso del proyecto federativo que Bolívar promovió en 1826 en el Congreso Anfictiónico de Panamá.

Para finales del siglo XIX, la doctrina del Panamericanismo comenzó a dibujar un escenario continental que apuntaba a configurar el liderazgo de Estados Unidos en la zona considerada estratégica para sus intereses en el campo geopolítico. De la evolución de esa corriente surgió y llega hasta la actualidad la Organización de Estados Americanos (OEA) creada en 1948.

No fue hasta la segunda mitad del pasado siglo XX que comenzaría a vislumbrarse la formación de zonas regionales y subregionales de comercio, ante las disyuntivas que en ese escenario marcaron las naciones del norte industrializado, principalmente Estados Unidos.

Así surgieron la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (Alalc), la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) o el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (Sela), y la fundación de organizaciones intergubernamentales como la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercado Común del Sur (Mercosur).

En 1991, en Guadalajara, México, se echó andar el mecanismo de las cumbres iberoamericanas de jefes de Estado y Gobierno de América Latina más España y Portugal, que inicialmente alimentaron esperanzas como organismos de concertación suprarregional “sin Estados Unidos sentado a la mesa”.

Sin embargo, analistas alertan que a la altura de estos años ese mecanismo semeja un Titanic que naufraga en medio de tanta retórica, falta de pragmatismo y realismo político.
El fiasco y las consecuencias de las políticas neoliberales en Latinoamérica y el Caribe, y como resultado de ello, también el ascenso al poder de gobiernos progresistas y revolucionarios en varios países del área, imprimió una nueva dinámica al proceso integracionista sin la presencia en su seno de Estados Unidos y Canadá.

Para expertos, la brújula se orienta desde entonces hacia la formación de un bloque regional económico y político que busque la unidad dentro de la diversidad y apueste por un mundo multipolar más justo y equitativo.

En ese contexto fracasó el proyecto estadounidense de crear en el continente una gran zona de libre comercio de las Américas, conocida como Alca. Esa iniciativa tuvo su espejo en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) o NAFTA como se conoce también en atención a sus siglas en inglés, firmado por México, Canadá y Estados Unidos a inicios de la década de los noventa del siglo pasado y aún vigente.

Surge así la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), impulsada por el venezolano Hugo Chávez (1954- 2013), quien también promovió la fundación de Petrocaribe. Ambos mecanismos de cooperación han ido concretado acuerdos energéticos, económicos, políticos, culturales y sociales.

Otros líderes de demostrada voluntad política en pro de la integración regional e internacional incluyen a Néstor Kirchner (1950 – 2010) y Cristina Fernández (Argentina), Michelle Bachelet (Chile), Evo Morales (Bolivia), Fidel Castro (Cuba), Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff (Brasil), Daniel Ortega (Nicaragua), Rafael Correa (Ecuador) y Tabaré Vázquez y José Mujica (Uruguay).

Los esfuerzos desarrollados en años recientes han desembocado en la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur, 2008) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), constituida oficialmente en 2011.

Por su parte, gobiernos como el de Juan Manuel Santos (Colombia), Sebastián Piñera (Chile), Ollanta Humala (Perú), Ricardo Martinelli (Panamá), Laura Chinchilla (Costa Rica) y Enrique Peña Nieto (México) impulsan la Alianza del Pacífico, propuesta lanzada por Alán García, en Lima, en 2011, para formar una gran zona de libre comercio.

En ese sentido, han concretado acuerdos de unión de bolsas de valores, integración de mercados, entre otros temas económicos y políticos.

Para la Cepal, la integración regional se ha dificultado fundamentalmente por la extrema heterogeneidad de los diferentes enfoques seguidos por las agrupaciones regionales y subregionales hasta ahora existentes, la asimetría de las economías regionales y los graves problemas estructurales que aquejan al subcontinente.

En su análisis, la Comisión Económica para América Latina también incluye la falta de voluntad política de los gobiernos y la presencia de intereses hegemónicos internacionales.

Para especialistas, son obstáculos a vencer por la Celac en su camino por construir un destino común por encima de las diferencias.

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