"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

lunes, 3 de febrero de 2014

Magnate azucarero Alfonso Fanjul dispuesto ahora a invertir en Cuba bajo “circunstancias adecuadas”

The Washington Post • 3 febrero, 2014

Por Peter Wallsten, Manuel Roig-Franzia y Tom Hamburger

Alfonso Fanjul huyó de Cuba cuando era un joven, dejando tras sí las mansiones y vastos campos de caña de su familia, mientras el régimen comunista de Castro se los arrebataba.

En el exilio, en Estados Unidos, levantó un imperio azucarero mayor, amasó una de las grandes fortunas de Norteamérica y se hizo amigo de miembros del Congreso y presidentes que se beneficiaron de su generosidad. El escozor de la forzada salida de Cuba le llevó a convertirse en uno de los principales financistas del movimiento anti Castro.

Ahora, al contrario de lo que casi todos podrían haber imaginado, Fanjul, de 76 años, ha comenzado a reevaluar viejos agravios y tentativamente ha comenzado a mirar a Cuba como un lugar para que él y otros hombres de negocios norteamericanos expandan sus empresas. De manera callada, sin fanfarrias, Fanjul ha empezado a visitar su isla natal y a tener conversaciones con altos funcionarios cubanos.

“Si hay alguna manera de que la bandera familiar pueda regresar a Cuba, entonces estaría feliz de hacerlo”, dijo Fanjul en una singular entrevista en la que discutió públicamente por primera vez sus recientes visitas a la Isla.

El cambio radical de Fanjul es un hecho sorprendente para la red del exilio que durante décadas ha mantenido un control en la política de las relaciones EE-UU.-Cuba y ha desempeñado un papel gigantesco en campañas presidenciales.

Sus viajes lo sitúan a la vanguardia de un grupo de inversionistas norteamericanos ultrarricos con raíces en la isla, cuyos intereses económicos y poder político están empujando a los dos países hacia un deshielo en su enfrentamiento de medio siglo.

En la entrevista, Fanjul dijo repetidas veces que su motivación principal para visitar Cuba ha sido un deseo de “reunificar a la familia cubana”, una amplia referencia a la diáspora cubana y a los que permanecen en la Isla. Las consideraciones de negocios podrían explorarse solo si hay adelantos políticos y diplomáticos, dijo.

“La familia [Fanjul] estuvo en Cuba durante 150 años y sí, al fin y al cabo me gustaría ver a mi familia de regreso en Cuba, donde comenzamos… Pero deber ser bajo las circunstancias adecuadas”, dijo Fanjul, quien es más conocido por su apodo de “Alfy”. “Tenemos la esperanza de que algún día Estados Unidos y Cuba encuentren una forma de que toda la comunidad cubana pueda vivir y trabajar de conjunto”.

Fanjul, que vive en Palm Beach, la Florida, y cuyas propiedades de la familia incluyen a Domino Sugar y refinerías por todo Estados Unidos, Latinoamérica y Europa, ha logrado mantener un perfil extraordinariamente bajo para un magnate conectado políticamente. Su acceso a los más altos niveles del poder se hizo evidente durante el escándalo Monica Lewinsky de la década de 1990, cuando el informe del fiscal especial señaló que el presidente Clinton recibió una llamada de Fanjul durante un momento privado en la Oficina Oval con la interna.

La semana pasada, la influencia de la familia Fanjul sobre los decisores de política se hizo evidente cuando la Cámara de Representantes de EE.UU. aprobó una ley agrícola que recortaría subsidios a muchos productos agrícolas, mientras que dejaría incólume el controvertido programa pagado por el contribuyente que protege las ganancias del azúcar.

Fanjul visitó Cuba en abril de 2012 y nuevamente en febrero de 2013 como parte de una delegación licenciada por medio de la Institución Brookings, el tanque pensante de Washington que recientemente ha producido documentos que critican la política norteamericana y llaman a la administración Obama a suavizar aún más las sanciones. En La Habana, se entretuvo con lágrimas en los ojos en la mansión colonial de su familia, actualmente un museo, con sus elegantes columnas, exuberante patio interior, brillantes arañas de luces y majestuosa escalera.

Quedó tan impresionado por la nostalgia y la excitación del regreso a las familiares calles de su juventud, recuerda un compañero de viaje, que Fanjul conversó con entusiasmo al azar con personas de todas las edades mientras paseaba por allí. También se reunió con el ministro cubano de Relaciones Exteriores y visitó granjas y un central azucarero, todos administrados por el gobierno, junto a funcionarios cubanos de la agricultura.

A diferencia de otros cubanoamericanos que viajan a la isla, Fanjul tiene acceso directo a algunos de los decisores de política más importantes de EE.UU. Después de regresar de su primer viaje, Fanjul se reunió con su buena amiga, la por entonces secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton, para expresar sus opiniones cambiantes acerca de Cuba. En noviembre, Fanjul discutió una vez más su pensamiento en evolución con Clinton y su esposo en una actividad de la Fundación Clinton para recaudar fondos en la residencia en Miami de Paul Cejas, un hombre de negocios cubanoamericano y exembajador de EE.UU. en Bélgica.

Muchos que apoyan el embargo dicen que la política norteamericana debiera cambiar solo cuando existan determinadas condiciones, como el cambio de régimen o reformas políticas. Sin embargo, Fanjul dijo que prefería no responder a la pregunta de si él exigiría la caída del gobierno de Castro o el fin del comunismo antes de hacer negocios con Cuba, diciendo que él respeta las leyes norteamericanas existentes.

“En estos momentos no hay forma en que podamos considerar invertir en Cuba. ¿Cómo se puede llegar a un acuerdo si legalmente a uno no se le permite hacerlo?”, dijo.

“Ahora bien, ¿consideraríamos una inversión en una fecha posterior?”, continuó Fanjul, residente permanente de EE.UU. que mantiene su ciudadanía española. “Si hay un acuerdo entre Cuba y Estados Unidos, y legalmente puede hacerse y existe una estructura apropiada instituida, entonces analizaremos esa posibilidad. Tenemos una mentalidad abierta”.

Dijo que el gobierno cubano –que tiene negocios con compañías de países como Canadá y España– tendría que cambiar su estructura económica para hacer más fácil y seguro ganar dinero para las compañías extranjeras.

“Supongo que Cuba tiene que satisfacer los requerimientos que los inversionistas necesitan, los cuales son, fundamentalmente, recuperar la inversión y seguridad de la inversión, de manera que se sientan cómodos con lo que están haciendo”, dijo. “Personalmente, yo analizaría eso en el mismo marco que cualquier inversionista haría”.

Las complejidades logísticas, políticas y legales implicadas en cualquier expansión potencial en suelo cubano por parte de negocios con sede en EE.UU. son sorprendentes: La disposición de Fanjul de realizar reuniones con el gobierno de Castro lo coloca en una posición de enfrentamiento potencial con Robert Menéndez (demócrata por Nueva Jersey), presidente del Comité Senatorial de Relaciones Exteriores, un cubanoamericano cuyas campañas han sido apoyadas por Fanjul, pero quien es un firme defensor del embargo y tiene el poder para frustrar cualquier intento por eliminarlo.

Más difícil aún sería el impacto en la política presidencial, con el electorado cubanoamericano de la Florida aún un factor significativo en la batalla por los cruciales votos electorales de ese estado.

Ya existen señales de que los cubanoamericanos más jóvenes, en particular los nacidos en Estados Unidos, se están distanciando de las opiniones extremas de sus padres y abuelos. Ahora, como muestran los recientes gestos de Fanjul, hasta algunos de los exiliados más atrincherados están evolucionando, y los políticos acostumbrados a aceptar el embargo comercial a Cuba, en su búsqueda del gran electorado cubanoamericano de la Florida, tendrán que calibrar los riesgos y recompensas por evolucionar con los electores.

Hillary Clinton, la putativa principal aspirante a la nominación demócrata para presidente en 2016, se declaró a favor de las acciones de la administración Obama para suavizar las restricciones a los viajes familiares y al flujo de efectivo hacia la Isla. Sin embargo ella, al igual que muchos políticos en ambos partidos, ha expresado repetidas veces su apoyo a las sanciones continuadas. Ella tiene estrechas relaciones con varios personajes clave, además de Fanjul, que han declarado una apertura hacia más contactos con Cuba.

Alfonso Fanjul con el empresario Paul Cejas, quien ha acompañado a Fanjul en sus viajes a Cuba.

Fanjul, un viejo seguidor de las campañas y caucuses de Bill Clinton, probablemente sería un donante importante, así como un cercano asesor para Hillary Clinton en asuntos relacionados con Cuba, si ella se postula en 2016. El gobernador demócrata de Virginia Terry McAuliffe, confidente de Clinton desde hace mucho, viajó a Cuba en una misión comercial hace pocos años y sostuvo discusiones allí con funcionarios gubernamentales de alto nivel. Y Cejas, a quien Bill Clinton nombró embajador en Bélgica, ha expresado dudas acerca del embargo comercial de EE.UU. contra Cuba.

“Puedo decirles algo que me quedó muy claro. El embargo es en realidad un embargo contra nosotros en EE.UU. Porque los norteamericanos no pueden hacer negocios con Cuba, donde hay increíbles oportunidades de crecimiento”, dijo Cejas, quien viajó a Cuba con Fanjul.

El asunto podría ser peor para republicanos como el senador Marco Rubio (republicano por la Florida), un cubanoamericano que muchos ven como posible candidato presidencial en 2016. Firme defensor de las sanciones ,atacó al presidente Obama por suavizar algunas restricciones como un “enriquecimiento del régimen cubano que rutinariamente viola los derechos humanos básicos y la dignidad de su pueblo”. Rubio ha citado a la familia Fanjul como una fundamental fuente de fondos de campaña y conexiones políticas.

Recientemente la familia fue anfitriona de otro posible candidato presidencial republicano, el gobernador de Nueva Jersey Chris Christie, quien encabezó el mes pasado una recepción de la Asociación de Gobernadores Republicanos en la casa en Palm Beach del sobrino de Fanjul, José “Pepe” Fanjul, Jr., justamente en el momento en que estallaba el escándalo alrededor de Christie.

La política interna de la familia Fanjul –Alfy apoya a los demócratas y su hermano Pepe apoya a los republicanos– refleja las complejidades de la experiencia cubanoamericana y quizás la astucia de una dinastía familiar que sabe como cubrir sus apuestas.

Cuando le preguntaron por los viajes de su hermano a Cuba, Pepe, en una declaración por email desde su oficina, dijo que él “siempre se ha mantenido firme de que cuando llegue el momento y los cubanos se hayan reunificado, yo regresaré y ayudaré a nuestros compatriotas cubanos a reconstruir mi lugar de nacimiento”. Pero, agregó: “Como usted sabe, todavía no he regresado”.

En años recientes, otros prominentes cubanoamericanos han comenzado a hablar más acerca de la apertura de relaciones con la Isla. Un número de esos exiliados ven a Cuba, comunista o no, como un mercado potencialmente lucrativo que ha estado cerrado a las corporaciones norteamericanas por barreras comerciales de décadas que ellos mismos ayudaron a construir. Ahora, dicen algunos, el viejo embargo ha fracasado. Dicen que un aumento de la inversión extranjera en Cuba y mayor contacto con la gente de allí podría incentivar más reformas.

Pero tales sugerencias con frecuencia han sido recibidas con indignación por la más vieja generación de exiliados cubanos.

Carlos Saladrigas, hombre de negocios de Miami, por ejemplo, dijo que él ha sido calificado públicamente como traidor en algunos círculos debido a sus visitas a Cuba y a su interés en un posible cambio de la política norteamericana.

Carlos Saladrigas

“Yo era tan extremista como cualquiera”, dijo Saladrigas, miembro de varias juntas corporativas de firmas como Duke Energy y Advance Auto Parts. Pero ahora él alerta de que los negocios norteamericanos, sin la posibilidad de invertir en Cuba, pudieran quedarse fuera si la Isla comienza a abrirse. “Como cubanoamericanos, o como norteamericanos, ¿queremos quedar fuera del negocio?”, preguntó. “Se puede influir mucho más en el futuro de Cuba participando en el futuro de Cuba y no quedándose a un lado”.

Pero el cambio de Fanjul es mucho más significativo. No solo él y su familia controlan una de las mayores operaciones de azúcar en el mundo, sino que también han estado entre los mayores donantes a grupos de activistas como la Fundación Nacional Cubano-Americana y el U.S.-Cuba Democracy PAC, que han sido defensores activos de las sanciones comerciales.

Los rumores de la visita a Cuba de Fanjul provocaron que Mauricio Claver-Carone, un miembro de la junta del U.S.-Cuba Democracy PAC con sede en Washington, confrontara al magnate azucarero durante un reciente almuerzo privado en West Palm Beach.

Claver-Carone contó que él dijo a Fanjul que sus viajes habían servido tan solo para ayudar el régimen cubano. “Le dije que lo estaban utilizando como una herramienta”, dijo Claver-Carone. “y que con su posición también hay responsabilidad”.

Después de los viajes de Fanjul hubo cambios de política por parte de la Fundación Nacional Cubano Americana, la cual ha perdido a un número de sus miembros más conservadores debido a su apoyo a suavizar las restricciones a los viajes y a las remesas como forma de ayuda a los cubanos que viven en la Isla.
“Por conocer a Alfy desde hace 40 años, creo que podemos confiar en que él hará lo que sea correcto”, dijo Pepe Hernández, presidente de la fundación.

Fanjul dijo repetidas veces en múltiples entrevistas que “este es un asunto muy delicado”. Dijo que necesitaba “quedarse a una gran altitud” para discutir cambios potenciales en la política de EE.UU. hacia Cuba debido a los retos políticos implicados. “Lo que yo diga puede ser entendido en un contexto equivocado”, dijo.
Los viajes de Fanjul organizados por Brookings coincidieron con llamados por el presidente Raúl Castro a revivir la moribunda industria azucarera de Cuba. Por primera vez en la revolución de 1959, Castro permite ahora a compañías extranjeras que participen en la producción azucarera y firmas brasileñas serían candidatas probables a aprovecharse de las nuevas oportunidades en Cuba.

Fanjul dijo que sus vistas no tenían relación con la iniciativa azucarera de Castro. Dijo que no se ha reunido con Castro y que no tuvo discusiones específicas con funcionarios cubanos acerca de inversiones en el azúcar cubano. Sin embargo, expertos dicen que hay muchas razones para hacernos pensar que los cubanos querrían atraer a la familia Fanjul.

El 5 de septiembre en Cienfuegos comenzó enero con administración brasileña. Es la primera vez que un central azucarero cubano es administrado por un interés extranjero desde 1959.

“El gobierno cubano puede resucitar su industria azucarera solo con una infusión de inversión extranjera”, dijo el profesor Philip Brenner, de la American University, un experto en la economía y política de Cuba. “Los viejos centrales azucareros cubanos son enormemente ineficientes y el país necesita la modernización y la mecanización para incrementar la productividad”.

Inversiones por parte de compañías azucareras brasileñas en Cuba ponen a esas compañías en el patio trasero de las operaciones de los Fanjul, las cuales dominan la República Dominicana y la Florida, y recientemente se han expandido a México. Brenner, quien se reúne con regularidad con funcionarios cubanos, piensa que el gobierno de Cuba puede ahora “estar dispuesto a considerar la posibilidad de permitir que viejos magnates azucareros” de Estados Unidos inviertan y participen.
Fanjul se convirtió en miembro de la junta de Brookings en julio pasado y ha donado al menos $200 000 dólares al tanque pensante, el cual ha sido anfitrión de funcionarios cubanos para discusiones en panel enfocadas a promover una mayor comunicación y menos restricciones para hacer negocios con Cuba. Ted Piccone, vicepresidente en funciones y director del programa de política exterior en Brookings, escribió una carta abierta a Obama el mes pasado alentándolo a usar su autoridad ejecutiva para dar ayuda directa a empresarios en la Isla y a expandir las licencias de viaje.

La carta no mencionaba a Fanjul, pero decía: “Estas medidas podrían atraer el apoyo de electorados políticos y económicos clave en Estados Unidos (incluyendo la Florida)”.

Los viajes de Fanjul a Cuba reflejan un relajamiento más amplio, aunque aún sutil, de las tensiones de la era de la Guerra Fría entre Estados Unidos y el régimen de Castro. En meses recientes, funcionarios de EE.UU. y Cuba realizaron pequeñas conversaciones diplomáticas a pequeña escala acerca de temas tales como inmigración, drogas y perforación de petróleo en el mar. Y Obama llamó la atención a la relación en diciembre cuando se dio la mano con Castro en el servicio de recordación de Nelson Mandela en Sudáfrica.

En noviembre, en una actividad de recaudación de fondos en Miami, Obama sugirió acerca de posibles cambios futuros cuando dijo que la política norteamericana hacia Cuba debía ser “creativa” y “meditada”. “Tengan en cuenta que cuando Castro llegó al poder, yo acababa de nacer”, dijo. “Así que la idea de que las mismas políticas que iniciamos en 1961 de alguna manera seguirían siendo tan eficaces hoy en la era de Internet y Google y los viajes mundiales, no tiene sentido”.

Los propios viajes de Fanjul a la Isla le brindaron una visión no solo acerca de las posibilidades de negocios, dijo, sino de otras posibilidades también.

“¿Tengo un lugar sensible en mi corazón? Sí, ese es mi país. Mi interés es encontrar una manera de reunificar a la familia cubana”, dijo. “Cuando uno habla con personas y las escucha, se humaniza uno. Hablar es el primer paso”.

Alice Crites contribuyó a este artículo.

(Tomado de The Washington Post. Traducido por Progreso Semanal)

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