"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

sábado, 31 de mayo de 2014

Guantánamo y la Base naval: pasado/presente


Panel efectuado en el Centro Cultural Cinematográfico ICAIC, el 27 de febrero de 2014


Panelistas:

Jonathan Hansen. Historiador. Autor de Guantánamo. An American History.

Jorge Núñez. Crítico de arte y presidente de la filial provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en Guantánamo.

José Sánchez Guerra. Historiador de la ciudad de Guantánamo.

Rafael Hernández (moderador). Politólogo. Director de Temas.

Traducción: Esther Muñiz.

Rafael Hernández: Quien escriba “Guantánamo” en Google, notará que las primeras quince páginas devuelven entradas exclusivamente dedicadas a la Base. En este panel queremos rescatar la existencia de un lugar, una provincia, una región de Cuba que se llama Guantánamo, y que no es la base naval, sino el lugar donde está instalada. Nos acompaña el público habitual de estos encuentros y un grupo relativamente grande de exalumnos de la Universidad de Harvard.

Hemos sometido a los asistentes a una pequeña encuesta para saber qué conocen sobre esta región y el enclave militar norteamericano; esperamos poder tener los resultados para compartirlos con ustedes durante el debate.

Guantánamo es la provincia cubana número once en extensión y una de las más rurales del país; sus productos fundamentales son cacao, café, caña, coco, cultivos varios, y tiene una gran área forestal. Sus principales ciudades son Guantánamo y Baracoa. Más de la mitad de sus habitantes vive en zonas que se definen como asentamientos urbanos, pero están dispersos en toda la región.

La bahía de Guantánamo es la segunda bahía de bolsa más grande de Cuba, con una bolsa doble, y es a la entrada de esa bahía donde se ubican los 117.6 kilómetros cuadrados de la Base naval. Dicha extensión incluye áreas de tierra y agua.

Entre los tratados que regulan la Base, el de 1903 reparte su soberanía y jurisdicción entre Cuba y los Estados Unidos; establece que el alquiler de la base dura hasta tanto se necesite y que corresponde a las dos partes definir ese período; y que el propósito de la base es mantener la independencia de Cuba y proteger a su pueblo, así como la propia defensa de los Estados Unidos.

El Tratado de 1934 establece que en tanto las dos partes no se pongan de acuerdo para la abrogación o modificación de las estipulaciones, seguirán en vigor las establecidas, y subraya el hecho de que el documento se firma para preservar además la amistad entre Cuba y los Estados Unidos.

Con estos elementos, quisiera preguntar al panel: ¿cómo ha evolucionado la base naval de Guantánamo desde principios del siglo xx hasta hoy, y cuál ha sido, sobre todo, su efecto en la región?

José Sánchez Guerra: El 29 de mayo de 2014 se cumplirán ochenta años del último tratado que señala la permanencia de la marina de guerra norteamericana en la bahía guantanamera. En la historia de este enclave hay una etapa interesante: la que transcurre entre 1903 y 1933. Fue un período muy difícil para el Caribe. La Base fue utilizada como puente en la agresión contra países caribeños y centroamericanos, incluyendo las tres intervenciones que se produjeron en el territorio cubano: 1906, 1912 y 1917.

A partir de 1934, y sobre todo, de 1939, comienza la etapa de esplendor de la Base naval. El presidente Franklin D. Roosevelt la visitó dos veces, y en una de esas visitas, asignó presupuesto para su modernización; la Base empezaba a desempeñar un importante rol como centro de operaciones de la flota del Atlántico, la principal de los Estados Unidos. En 1940, Roosevelt, muy enfermo, volvió al territorio; estaba enamorado del seno marino guantanamero y fue el presidente norteamericano que más atención le dedicó.

La Base naval fue una pieza muy importante en la estrategia de los Estados Unidos en la Segunda guerra mundial; incluso, algunos especialistas señalan que llegó a ser el segundo puerto de movimiento del mundo, solo superado por el de Nueva York. Por eso, 1939-1945 ha sido el único período en que tuvo un papel positivo en la historia de la humanidad: poner de rodillas al fascismo y al militarismo japonés.

Esa etapa de “esplendor” conoció el mayor número de cubanos en el enclave; de unos trece mil trabajadores, llegaron a ser entre nueve y diez mil los nacionales. Durante esos años, se hicieron las grandes construcciones militares en la Base.

Por su parte, la ciudad de Guantánamo y, en menor medida, Caimanera, sufrieron un fuerte impacto por la ampliación y el propio movimiento militar de la Base naval. La presencia allí de la marina norteamericana implicó que miles de norteamericanos se hiciesen habituales en las calles y que grandes cantidades de dinero circulasen en la región; se calcula que el negocio de los comerciantes guantanameros y los propietarios de burdeles en relación con la Base alcanzó los veintitrés millones de dólares anuales en la década de los 50. No obstante, quisiera aclarar un equívoco que muchas veces repite la literatura histórica: Guantánamo no vivía solo de la Base naval. La región producía un millón quinientos mil sacos de azúcar, ochocientos mil litros de mieles, era el primer productor de café y sal, y tenía un notable desarrollo en otros renglones productivos.

Como resultado de la ampliación de la moderna base militar, se produjo un cambio brusco en el número de habitantes de Guantánamo. En dos décadas, la población de la ciudad se duplicó.

Entre 1903 y 1958, en la Base trabajaron unos cincuenta y cinco mil cubanos. Hablamos de unos treinta mil núcleos familiares cuyos miembros estaban vinculados al enclave, lo que nos puede dar una idea de su incidencia en la familia guantanamera. Casi todas esas personas laboraron honestamente y contribuyeron con la economía regional, al igual que hicieron muchos de los jamaiquinos que llegaron a constituir el diez por ciento de su fuerza laboral.

Desde el punto de vista cultural y social, Caimanera se convirtió en el mayor prostíbulo de Cuba, y alrededor de tres mil guantanameras se casaron con oficiales y marines norteamericanos. La ciudad de Guantánamo fue invadida por productos pseudoculturales, y una institución popularmente conocida como USO, de “solidaridad con las fuerzas armadas de los Estados Unidos”, se encargó de promover el modo de vida norteamericano. La mayor parte de los hoteles y las instalaciones nocturnas recibieron nombres en inglés, y la televisión y la radio de la Base naval norteamericana tuvieron como audiencia, también, a los habitantes de la ciudad.

Jorge Núñez: Es interesante acercarse al fenómeno de la influencia social de la Base naval norteamericana en una ciudad como Guantánamo; pero independientemente de los problemas que señala Sánchez, habría que destacar el hecho de que esa elevada cifra de trabajadores cubanos no estaba compuesta solo por guantanameros, sino por personas de otras regiones del país. El flujo migratorio condicionó también el carácter cosmopolita de la ciudad; aunque no se trata de agradecer por ello a la Base naval, ese es un aspecto positivo en el desarrollo de la zona.

Las señales de la radio y la televisión de la Base se recibían en Guantánamo, por supuesto, pero nunca tuvieron programas en español. Era una programación dirigida a los marines. Que yo recuerde, en los años 50 solamente escuché transmisiones en español cuando un ciclón se acercaba a la zona.

Teniendo en cuenta su población, Guantánamo era posiblemente el lugar que más bares y clubes tenía en Cuba, o al menos, en una ciudad del interior del país. La presencia de trabajadores cubanos dentro de la Base naval influyó también en la fuerte presencia del jazz y de la canción norteamericana entre finales de los años 40 y la década de los 50 en la región.

Rafael Hernández: Jonathan, ¿qué ha significado la Base para los Estados Unidos?

Jonathan Hansen: Mis consideraciones se basan en una investigación que inicié en 2004, cuando no solo la base de Guantánamo, sino también, Abu Grahib, pasaron a ocupar los titulares de la prensa. Durante el mandato de Bush, se justificó el mantenimiento de la Base porque allí estaban recluidos los prisioneros; en tanto pertenencia al territorio soberano de Cuba, en Guantánamo no competía el sistema judicial norteamericano.

Durante sus primeros cincuenta años, la Base solo sirvió como sitio de adiestramiento de la flota. La importancia que llegó a adquirir y que se mantiene hoy, se produjo a partir de la Segunda guerra mundial.

Más adelante, con la crisis de 1994, grandes oleadas migratorias de cubanos y haitianos tuvieron como punto de partida la Base. Desde ese momento, no ha tenido gran importancia militar, y los objetivos navales estadounidenses se trasladaron hacia Newport, Florida; no obstante, siguió siendo un enclave para otras actividades, incluidas acciones delictivas.

Rafael Hernández: Antes de pasar a la segunda pregunta, les voy a decir lo que ustedes pensaban antes de entrar en este panel: 71% nunca ha estado en Guantánamo. La mayor parte asocia Guantánamo con el chocolate; luego, con el boxeo, el ecoturismo y la sal. Piensan que el Tratado vigente se firmó en 1902, y casi 20% de ustedes sostiene que se firmó en 1958; solo 17% acertó en considerar que el de 1934 aún rige el estatus de la Base.

La mayoría cree que el tratado vigente prevé 99 años de validez para el enclave. Algunos, que 150 años, y la tercera parte, que no está definido. Como se ha dicho aquí, el tratado de 1934 no enuncia un plazo fijo para el cierre de la Base, lo cual convertiría al documento en un tratado perpetuo.

Y por último, la superficie total de la Base naval equivale, según la tercera parte de ustedes, al tamaño de Manhattan; 7% piensa que es del tamaño de Asunción; 23% la compara con Washington. Salvo la que se refiere a Manhattan, esas respuestas están bien.

Escuchemos al público.

Ramón García: Pienso que el tema de la Base naval de Guantánamo tiene vigencia precisamente por lo que está ocurriendo dentro de los Estados Unidos. Estamos frente a un imperio en crisis, que enfrenta la resistencia de la multitud y un estado de excepción: la llamada “guerra contra el terrorismo”. En ese contexto, ha ido creciendo el rechazo hacia la Base al interior de ese país. Desde Cuba, creo que podemos aprender mucho sobre cómo resolver un estado de excepción como este que hemos tenido durante 50 años a partir del diferendo con los Estados Unidos.

Luis Solá: Soy guantanamero y quisiera hacer algunas aclaraciones desde el punto de vista jurídico. El convenio de 1934 complementa al de 1903; pero no son válidos, porque cambiaron las circunstancias que condujeron a su firma: la Enmienda Platt y la supuesta intención de custodiar la independencia cubana. La base naval proporcionó a Guantánamo una cierta cantidad de empleo sin las más mínimas garantías ni condiciones laborales. A inicios de los años 50 del siglo pasado, se constituyó el Sindicato de Trabajadores de esa instalación, y a los tres días, sus dirigentes fueron despedidos; se desató una huelga de los trabajadores del enclave y la respuesta de las autoridades norteamericanas fue la amenaza de remplazarlos por jamaicanos, haitianos o puertorriqueños. Hubo muchos matrimonios, es cierto, pero eran cuestionados por la sociedad guantanamera. Las jineteras no surgieron ahora; para nosotros, aquellas mujeres que se unían a los marines eran las jineteras en Guantánamo.



El panel estuvo integrado por Jonathan Jansen, Jorge Núñez, José Sánchez Guerra y Rafael Hernández.

Rafael Hernández: Cedo la palabra al panel para que responda las preguntas que se han hecho, e incluyo otra: ¿cuáles son los problemas actuales que la Base plantea desde el punto de vista de la seguridad y en relación con el desarrollo económico y social de Guantánamo? Y quisiera que Jonathan que me diga cuál es el impacto que ha tenido el enclave sobre la sociedad norteamericana.

José Sánchez Guerra: La excelente bahía de Guantánamo es el recurso más importante con que cuenta la provincia —me pregunto qué pasaría con la región de California sin el puerto de San Francisco, por ejemplo—. Pero la presencia de la Base naval ha limitado considerablemente el desarrollo económico y social de la región, porque ocupa la parte más honda de ese accidente geográfico: en su canal de entrada tiene 18m metros de profundidad; mientras la parte cubana es llana, de muy poca profundidad, con escasas posibilidades desde el punto de vista económico.

También desde el punto de vista medioambiental, ellos convirtieron la cenagosa parte occidental en un polígono donde probaban sus armamentos. Era la zona donde desembocaban los ríos Guantánamo y Jaibo, los drenajes del oriente del valle de Guantánamo; y esas constantes explosiones fueron obstaculizando esa afluencia natural y provocando serios problemas en la zona de Caimanera. Como resultado, las inundaciones allí son constantes en tiempos de grandes lluvias o ciclones.

Jorge Núñez: La base ha impedido el uso de la segunda bahía más grande de este país. La ubicaron en la boca, de modo que todo el comercio de cabotaje tiene que ser negociado entre las partes.

Desde el punto de vista social y político, también el enclave ha generado conflictos internos. En las décadas de los años 60 y 70 hubo afluencias migratorias importantes a través del perímetro de la Base, no solamente de guantanameros, sino de toda Cuba; incluso, una suerte de slogan popular, sobre todo en el occidente del país, que decía: “Pin, pon, fuera; abajo Caimanera”. El propio Fidel intervino para prohibir el uso de aquella frase.

Rafael Hernández: ¿Cuál es el impacto actual de la Base en el contexto de los Estados Unidos?, ¿qué significa hoy en el contexto de Estados Unidos?

Jonathan Hansen: Voy a referirme a la repercusión en términos jurídico-políticos. La primera interrogante es por qué el presidente Obama no ha podido clausurarla. Es un tema complejo pues la culpa no es total ni exclusivamente de Obama, sino de demócratas y de republicanos, de todos nosotros. Pienso que los republicanos —y ofrezco disculpas si algunos de los presentes pertenecen a ese partido— son los que han mantenido vigente el mito de que la base militar sigue siendo importante para la seguridad del país; pero opino también que los demócratas deben cargar una parte sustancial. El impedimento para el traslado de los detenidos en Guantánamo hacia otro tipo de tribunales, se dio cuando los demócratas eran mayoría en el Congreso.

Obama afirma que en estos momentos no puede cerrar la instalación porque carece del capital político, como si el capital político fuese algo que surge de la nada. Recordarán ustedes que como parte de su campaña, garantizó además el fin de las prácticas de tortura y dijo que su gobierno iba a caminar hacia adelante sin mirar hacia atrás. Desde mi punto de vista, como historiador, me pregunto cómo es posible avanzar de ese modo, cómo es posible mover hacia adelante el capital político de otro modo que no sea el empleo de ese capital político en aquello que se está llamado a hacer.

La situación es igualmente grave el punto de vista jurídico. Lo primero que hizo Obama fue poner fin a las comisiones militares e iniciar un nuevo proceso de investigación; a partir de estas presuntas reformas, en los Estados Unidos nos hemos quedado con un sistema judicial en el cual se aceptan el empleo legal de la tortura, los rumores y los comentarios de terceros como pruebas, se niegan los derechos recogidos en la Sexta Enmienda y se acusa a personas por delitos que no estaban tipificados como tales en el momento en ocurrieron los hechos.

Sobre la cantidad de personal civil y militar presente hoy en la Base, la cifra suele variar según quien la dé, pero se habla de unos diez mil. Esto tiene también repercusiones económicas: Estados Unidos gasta aproximadamente un millón de dólares diario por cada detenido en Guantánamo y ha puesto otros doscientos millones para la renovación y actualización de las instalaciones de la Base.

Rafael Hernández: El tratado refiere que la Base tiene como propósito ser utilizada solamente como base naval; de manera que sus usos como campo de confinamiento de emigrantes o como prisión, son distintos al que establece el tratado. ¿Cuántos militares y civiles hay? ¿Para qué ha servido la Base naval en su función militar desde fines de la década de los 80? ¿En 1989 salieron tropas de Guantánamo para intervenir en Panamá? ¿En 1983 salieron tropas de Guantánamo para intervenir en Granada? ¿Han salido tropas de Guantánamo para intervenir en alguna parte? ¿Para qué sirve la Base?

José Sánchez Guerra: En la década de los años 80, la Base continuaba siendo una punta de lanza contra otros pueblos; si bien desde allí no salieron fuerzas directamente para ninguna de esas intervenciones, el enclave sí sirvió como apoyo logístico y de comunicación.

Ya a partir de 1990, y sobre todo a partir de 1994, la Base deja de tener una presencia directa en estas aventuras militares; al menos, hasta donde se conoce. Se dice que, estratégicamente, no es importante; pero esa es una discusión que no está todavía muy clara.

Solá, el guantanamero, hablaba de la labor del Sindicato. Fue un grupo combativo en los años 50 y apoyó la Revolución cubana en 1959; en el propio 1960 se organizó dentro de la Base la Milicia Nacional Revolucionaria, aunque el Comandante en Jefe fue a la zona y decidió que los trabajadores del enclave no pertenecieran a la Milicia para evitar conflictos con las autoridades.

Jorge Núñez: En la Base quedaban dos trabajadores cubanos, pero se jubilaron el pasado año.

James Locke: Estoy de acuerdo en lo que están diciendo, sobre todo en las cosas malas, pero quiero conocer los hechos, los datos: ¿cuántos soldados militares y cuántos civiles tenemos en Guantánamo?

David Wolf: Entiendo la preocupación de ustedes y que la presencia del gobierno estadounidense en Guantánamo sea motivo de irritación; sin embargo, en lo que he escuchado no hallo ningún fundamento jurídico que les permita cancelar ese acuerdo. Ustedes opinan que el mantenimiento de la Base resulta lesivo para las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba. ¿Tienen idea de algún tipo de medida recíproca, de forma tal que nosotros podamos dar y recibir algo a cambio?

Raúl Garcés: Cuando hablamos en términos de impacto cultural de la Base sobre la población de Guantánamo, pareciera que nos estamos refiriendo al pasado. No soy guantanamero, pero he ido a esa provincia y me impresiona cuánta televisión y cuánta radio en inglés se consume hoy allí. Esas transmisiones provienen de la Base e irradian hacia parte de la población guantanamera. ¿Hay alguna evaluación en torno a los impactos de la cultura norteamericana sobre la propia población residente en Guantánamo? Me refiero incluso a impactos de tipo económico, aunque sea como parte de una economía sumergida.

Mi otra inquietud tiene que ver con lo que planteaba el colega que me antecedió. De lo que se ha dicho, deduzco que si el tratado de 1934 establece que ambas partes tendrían que ponerse de acuerdo para modificar las condiciones vigentes, no hay nada que hacer —al menos, por el momento— y que cualquier movimiento ahora sería muy torpe políticamente. Quisiera que me confirmaran o no esa idea, es decir: ¿vale la pena dar una batalla en el terreno jurídico?

Último Jueves. Los debates de Temas

Rafael Hernández: ¿Hay una relación entre las fuerzas militares dentro y fuera de la Base naval? ¿Cómo son las relaciones entre la Base y el lado cubano en la actualidad? Quisiera que me contestaran esas preguntas y trataran de imaginar un escenario en que pudiera modificarse el estatus actual.

José Sánchez Guerra: Voy a empezar por la última pregunta. Desde 1994 se vienen produciendo conversaciones entre la jefatura de la Base naval norteamericana y el mando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en el oriente cubano —en particular, el mando de la Brigada de Fronteras—. Se han dado más de doscientos encuentros; estos se producen todos los meses, alternando un lado y otro del perímetro de la Base. Pudiéramos decir que hay un clima de entendimiento entre ambos bandos, pero de relativa “distensión”. El gobierno de los Estados Unidos es enemigo, ideológicamente, de la Revolución cubana, y los cubanos nunca renunciaremos a poseer ese territorio que nos pertenece.

Un norteamericano acaba de mencionar el término legalidad: no, la Base es ilegal, aunque llevemos mil veces el caso a un tribunal y Cuba pierda el juicio. Ahí está, incluso, el Tratado de Viena, que prohíbe la imposición de tratados en relación con bases militares; y los norteamericanos amenazaron a Cuba en 1903: si la Isla no aceptaba la Enmienda Platt, no había independencia, no se retiraban. ¿Qué legalidad es esa?

Pero bueno, nos conviene a los cubanos ese clima de tranquilidad, y le conviene al mando norteamericano en tanto mantiene un enclave en un país que le es ideológicamente hostil.

Pero hay otros elementos que quisiera también tocar y que coinciden con los años 90, cuando comienzan estas conversaciones. Dicen los científicos que un gran terremoto está pendiente en el Caribe, en la región de Santiago de Cuba; y algunos plantean que las conversaciones entre ambos mandos prevén la asistencia y la colaboración en caso de desastre.

Rafael preguntaba sobre las perspectivas. Yo veo dos. Hay una propuesta por un senador norteamericano de los años 90: en una primera etapa, crear en la bahía de Guantánamo un centro de investigación científica para los fenómenos naturales del Caribe y la lucha antidroga, administrado por las autoridades norteamericanas y cubanas. Luego, una segunda etapa sería entregarle oficialmente al pueblo de Cuba, a su verdadero dueño, las instalaciones y el territorio de la Base naval. Esto beneficiaría económicamente a Guantánamo. Al oeste de La Habana, en el puerto de Mariel, se está desarrollando un proyecto que ya tendría avances considerables en la bahía de Guantánamo.

Jorge Núñez: Los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos han conversado sobre temas migratorios, postales, etc. Coincido con Raúl: desde el punto de vista político, no es el momento de analizar el tema de la base naval porque, como bien decía Sánchez, hoy se vive allí un clima de cierta distensión entre los mandos. Incluso hay hasta anécdotas simpáticas: se intenta que la reunión de diciembre sea siempre del lado cubano para que haya cerdo asado en la comida.

En cuanto al impacto cultural, la presencia de la radio y la televisión norteamericanas emitidas desde la Base, no se reciben en Guantánamo desde hace años. No sé si ha sido por decisión de ellos o porque nosotros la estamos bloqueando. Y tampoco existe, hasta donde conozco, un estudio que haya analizado ese impacto dentro de la sociedad de Guantánamo, donde residen aún varios jubilados de la Base que reciben de ella sus pensiones; por supuesto, eso ha creado también una dinámica económica en determinado sector de la población guantanamera.

Me interesaría señalar la aparición del tema en de la producción simbólica cubana. Hay un libro de los años 70 que se llama Guantánamo Bay; es un libro superficial, esquemático, pero constituyó el primer acercamiento a ese fenómeno. Acaba de ser publicado otro libro sobre esto; y en 2012, una exposición de artes plásticas, titulada Camino de la estrategia, propuso una mirada antropológica de la influencia de la base naval en los pobladores de Caimanera. También un coreógrafo guantanamero, fallecido el año pasado, hizo una coreografía a partir del clásico Romeo y Julieta; la llamó Romeo y una guantanamera, pues se trataba de un supuesto conflicto entre una guardafrontera cubana, un militar norteamericano y un prisionero talibán.

Jonathan Hansen: Aquí se ha hablado de reciprocidad. Esa es una cuestión delicada; sin embargo, hay ejemplos en las últimas décadas, en los cuales se ha evidenciado que los cubanos y los estadounidenses pueden llevarse muy bien.

En 2007 —creo que fue la última vez que estuve en Guantánamo— observé que se estaban haciendo construcciones que no tenían que ver precisamente con las instalaciones de detención; por ejemplo, en un rincón casi abandonado de un aeródromo, ya se estaba comenzando a levantar lo que sería una suerte de albergue para refugiados, y es posible imaginar el uso que se le pudiera dar en el futuro a este tipo de instalación.

También voy a referirme a la cuestión de la reciprocidad. Recientemente, un hombre que fue el jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en Cuba, Michael Parmley, escribió un libro sobre esto. Pero en estos momentos, olvídense, no hay el menor indicio de que se vaya a devolver la Base.

Según Parmley, otra opción sería, por ejemplo, que se mantuviera una parte de la Base como centro de reclusión condenados a cadena perpetua, o que pudiera utilizarse para reducir los efectos de catástrofes naturales. Existen antecedentes de que estas actividades ya se han llevado a cabo con anterioridad.

Rafael Hernández: Una parte de las preguntas y los comentarios que se han hecho tienen que ver con la opinión; y otra, con la definición de intereses concretos. Yo quisiera separarlas.

Hace unos meses, en el Detroit Free News, el mayor general Michael Lehnert, comandante de la Base encargado de establecer la prisión en el año 2002, dijo que el centro de reclusión debería cerrarse porque no sirve al interés de la seguridad de su país.

Los Estados Unidos hicieron un proceso negociador con Panamá en 1977, en relación con la gran base naval de Estados Unidos en Panamá —nada menos que el albergue del Comando Sur—. El tratado del Canal tampoco tenía término, tampoco preveía un fin, pero un tratado que no tiene fin es una aberración desde el punto de vista de la Ley de Tratados firmada internacionalmente por casi todos los países. El gobierno de los Estados Unidos negoció con el gobierno panameño un plazo de cierre para el tratado, y en 1999, se devolvió el territorio a la soberanía panameña.

En relación con la base de Guantánamo, aquí se ha mencionado el cambio fundamental de las circunstancias; aquí se ha mencionado el uso de la Base para algo que no está en el tratado, y eso contradice los términos del documento. Por esas razones, el tratado es altamente cuestionable desde el punto de vista jurídico, y no por el gobierno de Cuba, sino por numerosas autoridades en materia de derecho internacional.

Siguiendo con los datos, no con las opiniones, quiero mencionar que la bahía de Santiago de Cuba cabe diez veces en la bahía de Guantánamo; que la bahía de El Mariel cabe quince veces en la bahía de Guantánamo; y que la bahía de La Habana cabe veinticuatro veces en la bahía de Guantánamo. En este sentido, un proyecto como el de El Mariel, el mayor proyecto de inversión extranjera que existe hoy en Cuba, se desarrolla en un puerto que tiene un valor estratégico pero que es mucho más pequeño que el puerto de Guantánamo; esta provincia oriental no podría tener un proyecto de inversión internacional como aquel porque nadie va a invertir en una bahía o en un puerto cuya entrada está controlada por una base militar de los Estados Unidos. Ante esa y otras circunstancias de desventaja, Guantánamo está entre las provincias más atrasadas desde el punto de vista del desarrollo económico y social, y produce una gran cantidad de emigrantes hacia el resto de Cuba, lo cual es una cosa lamentable y tiene un efecto social, no solamente jurídico, en la vida de los guantanameros. Hoy, más de mil militares norteamericanos y más de tres mil trabajadores civiles —la mayoría filipinos— están en la Base, y alrededor de ochenta talibanes permanecen recluidos en sus instalaciones.

Por último, quiero agradecerle a los panelistas por sus respuestas, a todos los presentes por haber venido y participado, y a los visitantes norteamericanos por haber contribuido al debate.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por opinar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...