"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

sábado, 30 de agosto de 2014

La Bahía de La Habana se convierte en franja turística

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Transformar la Bahía de La Habana en un renovado e inolvidable paseo marítimo, gracias a la recuperación de sus antiguos muelles y edificios para que sean espacios de ocio, recreo y comercio, será el colofón de los esfuerzos de decenas de instituciones, cientos de especialistas y miles de trabajadores que en breve la convertirán en una de las franjas más turísticas del país.

Y aunque el Programa de Monitoreo y Vigilancia Ambiental ha servido para reducir la carga contaminante de la rada capitalina, hoy se suma otra contribución a la urgencia de sanar sus aguas: un nuevo impuesto, sin precedentes en el país, referido al vertimiento aprobado de residuales en cuencas hidrográficas, en particular las que tributan al puerto habanero.

Según lo aprobado en la Ley del Presupuesto para 2014 en su ar-tículo 74, en el transcurso de este año se aplicará ese gravamen, de acuerdo con lo establecido en la nueva legislación tributaria sobre el "uso o explotación de recursos naturales y para la protección del medio ambiente".

La actuación es urgente pues consiste en eliminar o, al menos, reducir los vertidos procedentes de más de 90 fuentes contaminantes de origen industrial, lo mismo fábricas, bases de transporte, talleres y centros de servicios, pertenecientes a varios Organis-mos de la Administración Central del Es-tado.

Tampoco resulta despreciable el aporte doméstico de los más de 900 000 habitantes del lugar y sus cercanías, donde el viejo alcantarillado, construido a principios del siglo pasado para solo unos miles de pobladores, no ha recibido mantenimiento ni ampliación de sus capacidades y, por el contrario, cada vez se hace más agudo el cúmulo de aguas albañales, pues crece la conexión de drenajes pluviales a esa caduca infraestructura.

Considerado uno de los principales problemas de contaminación de ese espejo de agua, para revertir su situación se conoce de varios estudios y propuestas de soluciones como las ofrecidas por expertos japoneses, las cuales podrían implicar el montaje de una nueva obra, o la reparación y mantenimiento de la existente, asociada incluso a la construcción de plantas de tratamiento residual (los desperdicios del sector residencial representan cerca de 75 % de todo lo que llega a la bahía y alrededor de un tercio procede de la rama industrial).

La actuación requiere de múltiples medidas y muchos actores con gran responsabilidad, la misma que exigirá el actual tributo, de carácter más individual y tipificado, el cual permitirá que cada quien responda por lo que le corresponde, e inclusive habrá quienes decidan hacer inversiones que optimicen sus sistemas de de-sechos con el fin común de purificar las aguas de la Bahía.

Ian Torres Rodríguez, director de Gestión del Grupo de Trabajo Estatal Bahía Habana, se refirió a la puesta en marcha del gravamen asociado a la descontaminación de ese ente acuífero y al programa de monitoreo y vigilancia ambiental, como algunas de las prioridades para el saneamiento, la conservación y el desarrollo de la zona.

El experto subrayó que el contar con una caracterización de los residuales en su totalidad, les permite conocer el impacto de estos y determinar la efectividad del proceso de gestión ambiental que implementan las diferentes fuentes contaminantes, al comparar los resultados del análisis en diferentes períodos.

Explicó que en la aplicación de ese impuesto trabajan muy unidos los ministerios de Finanzas y Precios y el de Ciencia, Tecno-logía y Medio Ambiente (Citma), además del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), los cuales certifican los volúmenes de vertimiento y el grado de agresividad de los residuales para determinar la base imponible.

También estipulan qué entidades deben estar sujetas al pago de ese gravamen, a partir de las autorizadas a verter en los límites que se les aprueba y el aporte se divide por tipo de derrame, si es directo o indirecto, doméstico, agro-industrial y fabril.

Al estrenar ese nuevo impuesto se da cumplimiento cabal a la Ley Tributaria, en vigor desde enero de 2013, la cual establece la aplicación gradual y flexible de ese instrumento fiscal.

Además de lo relacionado con los vertimientos de residuales en cuencas hidrográficas, se prevén

implementar y hacer efectivos -en la medida que se creen las condiciones-, el del uso y explotación de las bahías y de las playas, el de propiedad y posesión de tierras forestales y agrícolas, por la ociosidad de estas últimas y el derecho de uso de las aguas terrestres.

Por ahora no se aplicará, como establece la Ley, de manera temporal, el impuesto sobre ingresos personales referidos a los salarios, sobre las ventas, los servicios y especial a productos y servicios, en la red de comercio minorista en pesos convertibles (CUC), y en la comercialización mayorista de bienes.

Perfeccionar un ecosistema habanero

El Grupo de Trabajo Estatal para la Gestión Ambiental Inte-grada y el Desarrollo Sostenible de la Bahía de La Habana, su cuenca tributaría y la zona costera de interacción, fue creado el 15 de junio de 1998 por el acuerdo 33/00 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros de la Re-pública de Cuba.

Ese convenio es parte complementaria del Proyecto Regional GEF-PNUD Planificación y ma-nejo de bahías y zonas costeras fuertemente contaminadas en la región del gran Caribe, el cual comenzó en el año 1996 e incluía a naciones como Costa Rica (Puer-to Limón), Colombia (Cartagena de Indias), Jamaica (Kingston) y Cuba (La Habana).

Diez años después de su creación, en febrero de 2008, se ratifica ese tratado con la imple-mentación de uno nuevo, por el cual se extiende la influencia del Grupo Bahía Habana hacia la zona costera de interacción y se incorpora el análisis y control de la contaminación atmosférica.

En el caso de la Mayor de las Antillas, el grupo de trabajo estatal para sanear la rada y su cuenca tributaria ha ejecutado, desde entonces, múltiples acciones correctivas, por lo cual se ha logrado reducir la contaminación y aumentar los niveles de oxígeno en el agua de una bahía que, no obstante, todavía recibe la carga residual de casi 100 fuentes.

Los resultados son palpables desde los inicios, por ejemplo, en el área del saneamiento marítimo portuario, específicamente en el cumplimiento del convenio internacional MARPOL 73-78, cuyo objetivo fundamental es reducir la contaminación proveniente de diferentes embarcaciones.

La emisión del certificado Libre de Desechos a los buques que operen en el puerto es de obligatorio cumplimiento pues cada barco tiene que solicitar el servicio de recogida de residuos sólidos y aguas de sentina, mos-trando el aval a las autoridades competentes.

Ese servicio, así como la recogida de sólidos flotantes y mezclas oleosas en ese espejo de agua, se contrata a una entidad especializada que cuenta con una logística en función de esa urgencia.

Desde el comienzo, se adoptaron disímiles medidas sobre los focos contaminantes, entre las cuales sobresalen el cierre definitivo o el traslado de instalaciones, los cambios tecnológicos de estas y su uso, siempre con el objetivo de reducir la carga de desechos que empeoraba el estado de salud de la Bahía.

En la esfera de la gestión ambiental empresarial se logró disminuir en 58 % el aporte de la carga en materia orgánica, emitido por las fuentes contaminantes, así como rebajar en 96,5 % el contenido de hidrocarburos en ese cuerpo acuífero, lo cual ha influido en la mejora paisajística del ecosistema.

Ese Grupo de Trabajo Estatal no solo controla el proceso que deben llevar a cabo estas instituciones; también se encarga de la preparación del personal técnico y directivos de esas, en temáticas tales como la implementación de los sistemas de gestión ambiental em-presarial basados en las normas ISO- 14 000, Cultura Ambien-tal Empresarial y Producciones más limpias.

Este proceso conlleva a un estricto cumplimiento de la legislación ambiental cubana, por lo cual cada centro productivo o de servicio debe contar con un coordinador para su control y documentación.

Además de ejecutar las acciones necesarias para mantener el control de vertimientos de residuos y otros compuestos, se esfuerzan por encontrar la mejor forma de estimular a las empresas comprometidas con el saneamiento y preser-vación del enclave.

Es significativo recordar que el programa pionero para el saneamiento ambiental del puerto habanero data de 1886 y luego, en 1921, se reveló nuevamente su elevado grado de insalubridad, mientras que en 1939 se efectuó el primer estudio ecológico-sanitario.

Otra fortaleza es contar con el apoyo de varias instituciones nacionales y la ayuda de países amigos, mediante la colaboración internacional. Entre las naciones que han acompañado y apoyado financiera y técnicamente al Gru-po de Trabajo Estatal Bahía Habana, desde su fundación hasta la actualidad, están Italia, Bélgica, Japón, España, Canadá, Suiza, China y la India, los cuales han cofinanciado varios proyectos.

Directivos y trabajadores del Grupo se declaran insatisfechos con los resultados hasta hoy pues consideran que siempre habrá nuevos retos y desafíos. Es una labor que, aparte de voluntad y sacrificio, requiere de importantes recursos financieros.

No obstante, hoy los habaneros así como los visitantes nacionales y extranjeros develan una bahía que cambia y se renueva, que vuelve a ser factor de progreso y desarrollo y acoge cálidamente a las gaviotas, pelícanos y otras aves y especies marinas que retornan, al parecer, esta vez definitivamente para quedarse.

Rada turística sustentable

El cambio de concepción de la Bahía de La Habana y de su valor de uso responden a una nueva estrategia que posicionará progresivamente al puerto de Mariel en un rol preponderante del intercambio mercantil en el país y en la región, tras asumir las actividades industriales y productivas de su homólogo capitalino y transformarse en la primera Zona Especial de Desarrollo de la Mayor de las Antillas, con grandes perspectivas y oportunidades a la inversión extranjera.

El enclave habanero, que ya da algunas señales de recuperación luego de considerarse varios años como altamente contaminado, cuenta con defensores y detractores, entre los primeros quienes no cejan en sus acciones de limpieza y remozamiento y, los otros que más bien se quejan de su actual estado y demorada rehabilitación.

El que fuera el centro marítimo-portuario más importante del país por su tráfico comercial, hoy muestra una imagen más acogedora y se acondiciona para múltiples paseos por tierra y por agua, desde remozados muelles, vetustos edificios y amplias alamedas que combinan el interés turístico con las tradiciones culturales y la historia de esta bella y enigmática ciudad.

Una bahía como la de La Haba-na podrá convertirse, en breve tiempo, en la principal rada turística del país, tras un proceso de renovación que pretende devolverle su antiguo y anhelado es-plendor, asociado al lugar legen-dario en que está enclavada.

La Bahía de La Habana tiene un área de 5,2 kilómetros cuadrádos (Km2), un perímetro costero de 18 Km y está compuesta por un canal de entrada, el cual tiene una longitud de 1 574 metros con un ancho promedio de 140 metros, y tres ensenadas: Atarés, Guasa-bacoa, y Marimelena. A esta tributan tres ríos: Luyanó, Martín Pérez y Arroyo Tadeo.

El área de gestión ambiental del Grupo Estatal Bahía Habana no solo se suscribe a la rada portuaria. Esta incluye a su cuenca tributaría y la zona costera de interacción que abarca 85 Km2, e incluye, total o parcialmente, 10 de los 15 municipios con que cuenta la capital cubana, con una población estimada de más de 910 000 habitantes.

En su misión se subraya que el Grupo debe "diseñar, aplicar, dar seguimiento, evaluar y sistematizar el programa interinstitucional para el manejo integrado y desarrollo sostenible de la Bahía de La Habana, su cuenca tributaria y la zona costera contigua de interacción".

Todo ello a partir de coordinaciones con los organismos y entidades que correspondan, así como gestionar los recursos para la ejecución de acciones preventivas, correctivas y de restauración ambiental previstas, cumplimentando proyectos de colaboración nacionales e internacionales con enfoques participativos, intersectoriales, multidisciplinarios y te-rritoriales.

El Grupo está facultado también para aprobar las inversiones, construcciones y servicios que se realicen en la zona portuaria, cuidando que no dañen el medio natural.

Otras prioridades de su labor se relacionan con la reforestación de la cuenca tributaria y la zona costera, el parque temático-ecológico Río Hondo y el área protegida del Ingenito, sin obviar la educación ambiental escolar, comunitaria y empresarial.

Ese propósito es uno de los retos más importantes en el saneamiento de la Bahía: lograr que la población de la zona se comprometa e involucre de forma responsable y activa para que ese proceso sea sostenible en el tiempoy que incluye planes de educación am-bienal en todas las escuelas ubicadas en el lugar así como exposiciones, el Festival Estudiantil Amigos de la Bahía, entre otras actividades, que se suman al trabajo con los gobiernos municipales y los consejos populares a la vez que se crean grupos gestores comunitarios.

Su labor incluye la identificación de los problemas ecológicos de su entorno mediante diagnósticos participativos, así como proponer su solución siempre que las posibilidades lo permitan.

Ese esfuerzo mancomunado ya ha brindado frutos, una muestra es el proyecto de colaboración Hacia un manejo sustentable del agua y el saneamiento en el barrio San Isidro de La Habana Vieja financiado por la Agencia Española de Cooperación Inter-nacional para el Desarrollo, el cual partió de la identificación de las dificultades por parte de la comunidad, cuya erradicación se priorizó a partir del valor de los recursos necesarios para su solución y el financiamiento disponible.

Otras acciones están relacionadas con el manejo de los espacios verdes y la reforestación para su protección natural y la armonización del espacio urbano, con especial énfasis en las fajas hidro-rreguladoras, las cuales garantizan el equilibrio en la integración de tres sistemas: agua, suelo y bosques, en función de que esta generación garantice la sostenibilidad necesaria para los tiempos por venir.

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