Otro editorial de The New York Times confirma que la política de bloqueo económico a la mayor de las Antillas pierde apoyo.
El gobierno cubano presiona el acelerador de los cambios de política económica, aunque con toda la gradualidad asiática que ha adoptado por influencia externa o cautela propia. Una reciente reunión del Consejo de Ministros confirmó avances en la apertura a inversiones extranjeras, a la par que reordena el sistema empresarial, entre otros ajustes. Independientemente de la velocidad, las transformaciones son un hecho. Lo han captado hasta políticos de Estados Unidos y uno de los medios de prensa más influyentes en ese país.
The New York Times publicó el pasado fin de semana su tercer editorial en oposición a la política de bloqueo económico de Estados Unidos al vecino socialista. Fiel, eso sí, a la denominación de embargo, el diario menciona opiniones de las altas esferas políticas de Washington que tildan de fallida esa política.
El artículo cuestiona la dependencia de la política externa de EEUU a los intereses de “un pequeño pero apasionado grupo de legisladores de ascendencia cubana”, cuya motivación define como “visceralmente personal”. A manera de conclusión, el medio reclama que los sentimientos de esa facción “no deben seguir anclando la política exterior estadounidense en un curso errado que ha generado tensión en las relaciones de Washington con sus vecinos, ha inhibido el comercio con la isla y le ha proporcionado al gobierno cubano una excusa para justificar sus fallas”.
El lunes 27 de octubre, Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, reprodujo íntegramente el editorial del periódico estadounidense, sin añadirle matices ni interpretaciones propias, como en oportunidades anteriores.
Un día después la Asamblea General de las Naciones Unidas confirmó la percepción de The New York Times: votó de manera masiva –solo dos países en contra: Estados Unidos e Israel- a favor de una resolución presentada por La Habana bajo el título “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”. El mundo lo viene haciendo año tras año desde 1992.
La frustración creciente de los políticos norteamericanos ante la ineficacia de sus posturas anticubanas, encuentra abono en la fidelidad del gobierno de Raúl Castro al camino de transformaciones que tomó bajo la bandera de Actualización del modelo económico.
En reunión celebrada el pasado 24 de octubre, el gobierno de Cuba confirmó la prioridad que le otorga a los negocios con empresarios de otros países. El Consejo de Ministros aprobó la novedosa Cartera de Oportunidades para la Inversión, que contiene 246 proyectos con capital foráneo por un monto de 8.700 millones de dólares. Su presentación será el plato fuerte de la Feria Internacional de La Habana (FIHAV 2014), del 2 al 8 de noviembre.
El gobierno cubano presiona el acelerador de los cambios de política económica, aunque con toda la gradualidad asiática que ha adoptado por influencia externa o cautela propia. Una reciente reunión del Consejo de Ministros confirmó avances en la apertura a inversiones extranjeras, a la par que reordena el sistema empresarial, entre otros ajustes. Independientemente de la velocidad, las transformaciones son un hecho. Lo han captado hasta políticos de Estados Unidos y uno de los medios de prensa más influyentes en ese país.
The New York Times publicó el pasado fin de semana su tercer editorial en oposición a la política de bloqueo económico de Estados Unidos al vecino socialista. Fiel, eso sí, a la denominación de embargo, el diario menciona opiniones de las altas esferas políticas de Washington que tildan de fallida esa política.
El artículo cuestiona la dependencia de la política externa de EEUU a los intereses de “un pequeño pero apasionado grupo de legisladores de ascendencia cubana”, cuya motivación define como “visceralmente personal”. A manera de conclusión, el medio reclama que los sentimientos de esa facción “no deben seguir anclando la política exterior estadounidense en un curso errado que ha generado tensión en las relaciones de Washington con sus vecinos, ha inhibido el comercio con la isla y le ha proporcionado al gobierno cubano una excusa para justificar sus fallas”.
El lunes 27 de octubre, Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, reprodujo íntegramente el editorial del periódico estadounidense, sin añadirle matices ni interpretaciones propias, como en oportunidades anteriores.
Un día después la Asamblea General de las Naciones Unidas confirmó la percepción de The New York Times: votó de manera masiva –solo dos países en contra: Estados Unidos e Israel- a favor de una resolución presentada por La Habana bajo el título “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”. El mundo lo viene haciendo año tras año desde 1992.
La frustración creciente de los políticos norteamericanos ante la ineficacia de sus posturas anticubanas, encuentra abono en la fidelidad del gobierno de Raúl Castro al camino de transformaciones que tomó bajo la bandera de Actualización del modelo económico.
En reunión celebrada el pasado 24 de octubre, el gobierno de Cuba confirmó la prioridad que le otorga a los negocios con empresarios de otros países. El Consejo de Ministros aprobó la novedosa Cartera de Oportunidades para la Inversión, que contiene 246 proyectos con capital foráneo por un monto de 8.700 millones de dólares. Su presentación será el plato fuerte de la Feria Internacional de La Habana (FIHAV 2014), del 2 al 8 de noviembre.
El gobierno cubano aprobó nuevos pasos y políticas para reordenar la actividad empresarial y analizó irregularidades internas que afectan a su comercio exterior.
Al exponer la Cartera ante los demás miembros del Consejo de Ministros, el vicepresidente del gobierno, Marino Murillo, dijo que “constituye un aspecto esencial en el proceso de atracción de capital foráneo”.
Las primeras cifras que se han propuesto las autoridades no son desdeñables. Cuba empezaría a enmendar la severa caída de la tasa de formación bruta de capital o tasa de inversión, que alcanzó 6.846 millones de dólares en 2013, el 8,9 por ciento del PIB, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). Ese dato es muy inferior al promedio regional, de 22,9 por ciento del PIB, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Ante los persistentes y sucesivos pasos de apertura cubana a las inversiones extranjeras, crece la inquietud de empresarios norteamericanos frente al terreno que en la nación antillana ganan rivales de otros países. Lo han evidenciado visitas como la que hizo a Cuba este año el Presidente de la Cámara de Comercio de EEUU, Thomas Donohue.
El tercer editorial de The New York Times, entretanto, afirmó que “la reacción de quienes se oponen a normalizar la relación (con Cuba) sería tolerable, aún en la comunidad cubanoamericana, si se tienen en cuenta las oportunidades que una expansión del comercio, comunicación y relaciones interpersonales representaría para empresas norteamericanas y cubanos en la isla”.
La reunión del Consejo de Ministros pasó revista también a otros asuntos de primera importancia para la economía, vinculados con el reordenamiento del sistema empresarial. En esa dirección, aprobó una Política Integral de la Propiedad Industrial y nuevas propuestas vinculadas con las funciones y facultades de las Unidades Empresariales de Base. Avanzó en el propósito explícito de separar y delimitar las funciones estatales y empresariales, las reglas del juego para las formas cooperativas en el ámbito agropecuario y el chequeo de las irregularidades que afectan al comercio de Cuba con el exterior.
Entre estos últimos problemas, el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Ricardo Malmierca, citó una mala selección de proveedores, dilatados procesos de contratación y la incorrecta manipulación y transporte de mercancías. Aunque señaló una disminución de los gastos por estadía de buques y contenedores, Malmierca reconoció “atrasos en las exportaciones como consecuencia de deficiencias en la planificación y la operatoria de la transportación interna”.
El Consejo de Ministros volvió sobre el tema siempre polémico de la dinámica demográfica, en un país donde el envejecimiento poblacional responde a “los bajos niveles de fecundidad, el incremento de la esperanza de vida y el saldo migratorio externo”, según reconoció Murillo, y despierta inquietud desde el punto de vista de la fuerza de trabajo disponible en el futuro.
La multitud de asuntos sensibles colocados sobre la mesa de los ministros ratifica la entrada del país en una etapa de transformaciones más complejas y, por lo mismo, de mayores tensiones. Aunque no se traducen todavía ni en beneficios sustanciales para la población, ni en reacciones de una economía en desaceleración y casi estancada, envían una señal de seria disposición a cambios de alcance, un detalle que no escapa a las miradas desde el exterior y, en particular, desde el Norte. (2014).
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