La Habana, 19 nov.- Una vía para cultivar papa agroecológica en Cuba demanda que 100.000 campesinos laboren en pequeñas extensiones de tierra sin emplear productos químicos.
Según el ingeniero agrónomo Santos Ricardo, se trata de una iniciativa muy ambiciosa para sembrar 50.000 hectáreas de este tubérculo, a razón de media hectárea por cada uno de los agricultores.
El proyecto, a implementarse en la temporada de 2015, aspira a producir papa sana e inocua, que pueda ser consumida sin riesgos por personas de la tercera edad, niños y enfermos.
Para llevar adelante la iniciativa se emplearía semilla botánica, preferiblemente de producción nacional.
Desde 2000, el estatal Instituto Nacional de Ciencias Agrarias dispone de una tecnología propia para obtener simientes de papa, que ha sido probada por los investigadores del centro con buenos resultados, dijo Ricardo.
La ventaja del uso de semilla botánica radica en la ausencia de virosis, el gran problema de este cultivo en el clima local.
Varias enfermedades existen incluso en las simientes importadas, en un por ciento ínfimo que luego se multiplica en el campo. Al final, las virosis degeneran la papa y limitan la producción, explicó Ricardo.
Se estima que las hectáreas previstas a sembrar podrían producir unas 600.000 toneladas de esta vianda.
"A solicitud del Ministerio de la Agricultura, ya realizamos un experimento en Güira de Melena que dio un promedio de 12,95 toneladas por hectárea, sin emplear nada químico, ni fertilizantes ni plaguicidas", detalló.
El experimento en sí, reconoció Ricardo, no fue una maravilla porque no se disponía de todos los insumos necesarios como bioplaguicidas, fundamentales en este proceso.
"Tuvimos que utilizar extractos de plantas, con saldos favorables", acotó.
"Ahora que el grupo empresarial Labiofam –dedicado básicamente a la fabricación de biopreparados y medicamentos veterinarios-, asumió la producción de medios de control biológico, esperamos contar con lo necesario para desarrollar el proyecto", expresó.
La propuesta nació de un equipo que incluye también a un especialista en la producción de microorganismos eficientes, René Crescencio Ramos, que ha demostrado a nivel de laboratorio las bondades de estos productos.
"La papa necesita de productos biológicos, amigos de la naturaleza, en lugar de dañinos pesticidas, que algún día tendrán que desparecer por lo perjuicios que ocasionan a la salud", consideró Ricardo.
A juicio del agrónomo, la poca disponibilidad de bioplaguicidas dificulta el auge de la agroecología.
"A las personas les resulta complicado hacer una tabaquina (preparado a partir de hojas de tabaco empleado en el control de determinadas plagas), o un extracto de Nim (a partir del árbol de Nim, con similares ventajas)", ejemplificó. "Generalmente, prefieren tener a mano un pomo de algo para controlar las plagas en los cultivos", insistió.
El experto defiende a la agroecología como la única vía para resolver el problema de la alimentación en Cuba, donde hay tantos productores capacitados en ese modo sostenible de explotar la tierra.
A diferencia de la práctica tradicional, con cosechas de papa en grandes extensiones de tierra, el proyecto apuesta a sembrar a pequeña escala y comercializar sin las actuales regulaciones de venta en los mercados estatales con precios topados.
A su juicio, cuando existan 50.000 productores este puede ser un producto menos regulado.
Según Ricardo, la papa que se obtenga "tendrá un precio superior porque el productor tiene que hacer más esfuerzo. Todo lo hace manual y se incrementa la demanda de fuerza de trabajo para arrancar la hierba, hacer la tabaquina y los microorganismos eficientes".
En años anteriores, la cosecha de papa implicó gastos de 30 millones de dólares para comprar en el exterior semillas, productos químicos y combustibles. En la última campaña, se le destinaron 15 millones de dólares, de ellos 4.400.000 para importar semillas de Francia, Bélgica y Holanda.
En la cosecha de papa 2013-2014, el área dedicada a este cultivo representó 57,3 por ciento de lo plantado en la etapa precedente, debido al incremento de los costos de los insumos en el mercado mundial.
La baja producción hizo que el tubérculo solo alcanzara en La Habana hasta el mes de mayo. La escasez generó grandes filas para obtener un alimento de alta demanda en la población cubana. (2014)
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