Por Jonathan R. Laing, Especial de Barron’s
El año pasado fue magnífico tanto para el mercado bursátil como para el de bonos, a pesar de los tambaleos recientes. Pero es hora de mirar hacia lo que sucederá en 2015.
Y no hay nadie mejor para hablar del tema que el aclamado rey de los bonos estadounidense, Jeffrey Gundlach, quien encabeza el complejo de gestión de activos DoubleLine, con US$64.000 millones. Nunca se queda callado a la hora de dar su opinión sobre todo tipo de valores.
Durante una entrevista a fines de diciembre lo encontramos relajado. Y ¿por qué no? Su firma tuvo un gran año, luego de que su fondo insignia DoubleLine Total Return Bond, con US$40.000 millones en activos, y el fondo DoubleLine Core Fixed Income, con US$3.400 millones, terminaran entre los 10 mejores en sus categorías en Morningstar, entre otros logros.
Para 2015, Gundlach tiene una opinión idiosincrática sobre el rumbo de los mercados. Como casi todo el mundo, prevé que la Reserva Federal de EE.UU. comience a subir la tasa de fondos federales este año, pero predice que el impacto será el opuesto a lo que se cree. Considera que los retornos de los bonos a largo plazo de hecho bajarán en lugar de subir como consecuencia de un sorprendente estancamiento de la curva de rendimiento.
Gundlach cree que los bonos del Tesoro de EE.UU. a 10 años que terminaron 2014 con un retorno de 2,17% podrían ubicarse a fines de año en 1,38%. Eso contrasta con el pronóstico de Bloomberg de un retorno de 3,24%, y se produciría en particular si los precios del crudo siguen cayendo a, por ejemplo, US$40 el barril. Esta caída sumada al descenso de 46% sufrido por el petróleo en 2014 sólo acentuaría las fuerzas deflacionarias que observa en acción en todo el mundo.
Gundlach afirma que todo el tiempo le preguntan hasta dónde caerán los precios del petróleo, a lo que responde que nadie lo sabrá hasta que dejen de caer. “No lo digo para hacerme el simpático”, asegura. “Cuando un mercado que mostró una estabilidad extraordinaria durante cinco años —operando consistentemente a US$90 (el barril) o más— atraviesa una crisis catastrófica como esta, los precios suelen bajar mucho más y se mantienen bajos mucho más tiempo de lo que la gente cree posible”.
Las enérgicas compras de inversionistas en Japón y Europa también influirán en los retornos de los bonos de EE.UU., ya que en esos lugares los retornos de los bonos soberanos en general son más bajos que las tasas estadounidenses y las perspectivas de crecimiento económico son menos optimistas. “Todos estaban preocupados con lo que sucedería con el mercado (de bonos) cuando la Fed terminara (su tercera ronda de estímulo) y dejara de hacer sus cuantiosas compras mensuales de bonos gubernamentales”, señala. “La respuesta, por supuesto, es que las compras de otros países reemplazaron fácilmente el menor apoyo estatal al mercado. Y el dólar más fuerte, que creemos seguirá así, sólo vuelve más atractivos a los bonos de EE.UU., ya que no sólo los inversionistas extranjeros se benefician de tasas relativas más altas sino que también ganarán con la conversión de divisas”.
Gundlach no es particularmente optimista sobre las perspectivas de los mercados bursátiles en EE.UU. A comienzos de año, un reajuste de portafolios institucionales diversificados de acciones a bonos creará cierta resaca para las acciones, asegura. Además, teme que sea poco probable que el crecimiento del PIB de EE.UU. en 2015 y 2016 alcance las metas anuales de más de 3% que están anunciando los analistas. Eso se debe a la marea deflacionaria desatada por una economía mundial que pierde vigor y un exceso de capacidad que comenzará a sentirse en suelo estadounidense a mediados de 2015. Un dólar que se aprecia no favorecerá la competitividad estadounidense.
Los precios bajos del petróleo causarán estragos en el empleo, el gasto de capital, los valores de garantías para préstamos, los balances de firmas energéticas, y el mercado de bonos chatarra. “El impulso para el consumo en EE.UU. por los menores precios de la gasolina es el primer paso, pero los efectos secundarios negativos del colapso del precio del crudo tardarán más en aparecer”, dice.
Hay muchos problemas en todo el mundo que eventualmente afectarán el mercado bursátil. Gundlach menciona los obvios. Las economías de los mercados emergentes se están desacelerando de forma significativa. China, a pesar de su actual pequeño auge bursátil, descansa sobre bases financieras y económicas endebles. Grecia amenaza con volver a estallar. Rusia está en crisis. Los menores precios del crudo aumentan los riesgos geopolíticos de que Rusia o Irán hagan algo peligroso por desesperación económica. Hay una amenaza de guerra de divisas, encabezada por la sistemática campaña de devaluación del yen por parte de Japón.
Sin embargo, esos factores constituyen la pared de temores que suelen escalar los mercados alcistas.
Para Gundlach, un genio matemático, algunos de los cuadros e indicadores técnicos que sigue religiosamente son los que le dan la pauta sobre las acciones y la economía global. “Los precios de los commodities cayeron a sus mínimos de 2009, que por supuesto era el peor momento de la crisis financiera”, dice, sobre un cuadro. “Obviamente algo está muy mal actualmente en la economía global”.
Otro cuadro que le ha llamado la atención es el que muestra la amplia divergencia de tasas de la deuda alemana a dos años frente a las de Italia y España. El hecho de que la alemana pasara a territorio negativo mientras que las otras dos tomaran la dirección opuesta le dice a Gundlach que hay problemas en el horizonte para la zona euro. “La gente en Europa está obviamente perdiendo la confianza y está asustada si está dispuesta a pagar a Alemania por el privilegio de estacionar sus fondos allí”, dice.
Y no hay nadie mejor para hablar del tema que el aclamado rey de los bonos estadounidense, Jeffrey Gundlach, quien encabeza el complejo de gestión de activos DoubleLine, con US$64.000 millones. Nunca se queda callado a la hora de dar su opinión sobre todo tipo de valores.
Durante una entrevista a fines de diciembre lo encontramos relajado. Y ¿por qué no? Su firma tuvo un gran año, luego de que su fondo insignia DoubleLine Total Return Bond, con US$40.000 millones en activos, y el fondo DoubleLine Core Fixed Income, con US$3.400 millones, terminaran entre los 10 mejores en sus categorías en Morningstar, entre otros logros.
Para 2015, Gundlach tiene una opinión idiosincrática sobre el rumbo de los mercados. Como casi todo el mundo, prevé que la Reserva Federal de EE.UU. comience a subir la tasa de fondos federales este año, pero predice que el impacto será el opuesto a lo que se cree. Considera que los retornos de los bonos a largo plazo de hecho bajarán en lugar de subir como consecuencia de un sorprendente estancamiento de la curva de rendimiento.
Gundlach cree que los bonos del Tesoro de EE.UU. a 10 años que terminaron 2014 con un retorno de 2,17% podrían ubicarse a fines de año en 1,38%. Eso contrasta con el pronóstico de Bloomberg de un retorno de 3,24%, y se produciría en particular si los precios del crudo siguen cayendo a, por ejemplo, US$40 el barril. Esta caída sumada al descenso de 46% sufrido por el petróleo en 2014 sólo acentuaría las fuerzas deflacionarias que observa en acción en todo el mundo.
Gundlach afirma que todo el tiempo le preguntan hasta dónde caerán los precios del petróleo, a lo que responde que nadie lo sabrá hasta que dejen de caer. “No lo digo para hacerme el simpático”, asegura. “Cuando un mercado que mostró una estabilidad extraordinaria durante cinco años —operando consistentemente a US$90 (el barril) o más— atraviesa una crisis catastrófica como esta, los precios suelen bajar mucho más y se mantienen bajos mucho más tiempo de lo que la gente cree posible”.
Las enérgicas compras de inversionistas en Japón y Europa también influirán en los retornos de los bonos de EE.UU., ya que en esos lugares los retornos de los bonos soberanos en general son más bajos que las tasas estadounidenses y las perspectivas de crecimiento económico son menos optimistas. “Todos estaban preocupados con lo que sucedería con el mercado (de bonos) cuando la Fed terminara (su tercera ronda de estímulo) y dejara de hacer sus cuantiosas compras mensuales de bonos gubernamentales”, señala. “La respuesta, por supuesto, es que las compras de otros países reemplazaron fácilmente el menor apoyo estatal al mercado. Y el dólar más fuerte, que creemos seguirá así, sólo vuelve más atractivos a los bonos de EE.UU., ya que no sólo los inversionistas extranjeros se benefician de tasas relativas más altas sino que también ganarán con la conversión de divisas”.
Gundlach no es particularmente optimista sobre las perspectivas de los mercados bursátiles en EE.UU. A comienzos de año, un reajuste de portafolios institucionales diversificados de acciones a bonos creará cierta resaca para las acciones, asegura. Además, teme que sea poco probable que el crecimiento del PIB de EE.UU. en 2015 y 2016 alcance las metas anuales de más de 3% que están anunciando los analistas. Eso se debe a la marea deflacionaria desatada por una economía mundial que pierde vigor y un exceso de capacidad que comenzará a sentirse en suelo estadounidense a mediados de 2015. Un dólar que se aprecia no favorecerá la competitividad estadounidense.
Los precios bajos del petróleo causarán estragos en el empleo, el gasto de capital, los valores de garantías para préstamos, los balances de firmas energéticas, y el mercado de bonos chatarra. “El impulso para el consumo en EE.UU. por los menores precios de la gasolina es el primer paso, pero los efectos secundarios negativos del colapso del precio del crudo tardarán más en aparecer”, dice.
Hay muchos problemas en todo el mundo que eventualmente afectarán el mercado bursátil. Gundlach menciona los obvios. Las economías de los mercados emergentes se están desacelerando de forma significativa. China, a pesar de su actual pequeño auge bursátil, descansa sobre bases financieras y económicas endebles. Grecia amenaza con volver a estallar. Rusia está en crisis. Los menores precios del crudo aumentan los riesgos geopolíticos de que Rusia o Irán hagan algo peligroso por desesperación económica. Hay una amenaza de guerra de divisas, encabezada por la sistemática campaña de devaluación del yen por parte de Japón.
Sin embargo, esos factores constituyen la pared de temores que suelen escalar los mercados alcistas.
Para Gundlach, un genio matemático, algunos de los cuadros e indicadores técnicos que sigue religiosamente son los que le dan la pauta sobre las acciones y la economía global. “Los precios de los commodities cayeron a sus mínimos de 2009, que por supuesto era el peor momento de la crisis financiera”, dice, sobre un cuadro. “Obviamente algo está muy mal actualmente en la economía global”.
Otro cuadro que le ha llamado la atención es el que muestra la amplia divergencia de tasas de la deuda alemana a dos años frente a las de Italia y España. El hecho de que la alemana pasara a territorio negativo mientras que las otras dos tomaran la dirección opuesta le dice a Gundlach que hay problemas en el horizonte para la zona euro. “La gente en Europa está obviamente perdiendo la confianza y está asustada si está dispuesta a pagar a Alemania por el privilegio de estacionar sus fondos allí”, dice.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por opinar