Por E.S. Browning
Cuando las acciones dependen menos del respaldo de la Fed, se mueven menos al unísono, al reaccionar más a cifras fundamentales del mercado como las ganancias de las empresas. “Se ven acciones diferentes con indicadores fundamentales distintos que se comportan de forma distinta”, dice Wood.
Su firma mantiene un índice que sigue la correlación de las acciones. En abril de 2009, hacia el final de la crisis financiera, se encontraba por encima de 15, lo que indicaba grandes divergencias. En agosto de 2014, cayó a 4,4, una señal de que se movían más a la par. En noviembre, repuntó a 6,4 y, tras un declive en diciembre, ha vuelto a subir este mes. Una medida de la volatilidad prevista de la Chicago Board Options Exchange basada en el corretaje de opciones sobre acciones, conocida como VIX, se encontraba a 15,52 el lunes, frente al mínimo del año pasado de 10,32 el 3 de julio.
La evolución de la política de la Fed no es la única causa de volatilidad. Otro factor importante es que los demás grandes bancos centrales no están siguiendo los pasos de su par en EE.UU.
Mientras la Fed reduce su intervención, el Banco Central Europeo y el Banco de Japón están intensificando sus medidas debido a la debilidad de sus economías. El Banco de China está empleando diferentes métodos para apuntalar su economía, cuyo crecimiento ha perdido fuerza. Los principales bancos centrales están llevando al mundo en direcciones distintas. “La divergencia en las políticas está dando lugar a una mayor volatilidad”, asevera Jim McDonald, estratega jefe de inversión de Northern Trust, que administra US$934.000 millones en Chicago.
La desaceleración de la expansión global de por sí causa volatilidad y ha contribuido, por ejemplo, al descenso de los futuros del petróleo a sus niveles más bajos desde marzo de 2009.
El retiro del enorme estímulo de la Fed ha contribuido a la caída del crecimiento mundial debido a la importancia que tiene EE.UU. en los mercados. El plan del banco central de subir las tasas de interés de corto plazo, en combinación con la fortaleza económica de EE.UU., ha llevado a los inversionistas a comprar dólares.
Parte de ese dinero ha ido a los bonos soberanos de EE.UU., cuyos rendimientos están en niveles históricamente bajos pero aun así mayores a los de muchos países europeos y Japón. La demanda de bonos eleva los precios de la deuda de EE.UU., lo que hace que los rendimientos caigan. Eso ayuda a explicar por qué, incluso cuando la Fed se prepara para subir las tasas, los rendimientos han caído.
La renta variable se ha beneficiado del respaldo de la Fed de varias maneras. Al mantener bajas las tasas de interés, el banco central ha hecho que las acciones se vean más atractivas que los bonos. Las bajas tasas de interés también permiten a las empresas mantener sus costos bajo control, lo que incrementa sus ganancias. La Fed inyectó más de US$1 billón en el mercado de deuda en un programa que culminó en octubre. Gran parte de ese dinero llegó a las acciones, lo que ha provocado un alza generalizada.
La Fed también influye en la psicología de los inversionistas. Muchos han confiado en que el banco central estadounidense haría lo que fuera necesario para mantener la estabilidad en el mercado bursátil, lo que apuntaló la demanda de acciones. Últimamente, sin embargo, la entidad ha intentado disipar esa creencia.
El presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley, fue más directo. “Este cambio de política sin dudas vendrá acompañado de cierto grado de turbulencia”, advirtió.
Los mercados han empezado a reducir lentamente su dependencia de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Para muchos gestores de dinero es una noticia excelente debido a que significa que la economía y los mercados financieros se están normalizando después de la crisis financiera de 2008, cuando las bolsas colapsaron y el Promedio Industrial Dow Jones cayó 54%.
Hay, sin embargo, un precio que pagar por las políticas menos extremas de la Fed y un mercado más normal. A medida que el banco central de EE.UU. retira su red de seguridad, los mercados se vuelven más volátiles y riesgosos, como se ha podido ver en los últimos meses.
El Dow Jones y otros índices bursátiles han sufrido cuatro pronunciados declives desde el inicio de septiembre. La volatilidad también ha golpeado a los bonos, las divisas y los commodities.
Los funcionarios del banco central estadounidense se reúnen este martes y miércoles, y muchos inversionistas profesionales prevén que no realicen cambios en su plan de elevar las tasas de interés de corto plazo este año. La medida forma parte del desmantelamiento gradual de las extraordinarias políticas que adoptó la Fed para prevenir una depresión.
“Estamos en transición desde un mercado enfocado en la Fed a un régimen más normal”, afirma Stephen Wood, estratega jefe de mercado de Russell Investments, que gestiona US$275.000 millones en activos. Eso significa que habrá mayores turbulencias.
El Dow Jones se ha movido 1% o más en seis, o 40%, de las primeras 15 jornadas bursátiles de 2015. En 2014, tuvo ese tipo de oscilaciones en 14% de las sesiones. En 2013, ocurrió en menos de 10% de los días. Es poco probable que ese ritmo continúe, pero la fluctuación indica un cambio.
Para sorpresa de los expertos en renta fija, el rendimiento del bono del Tesoro de EE.UU. a 10 años se ha precipitado, de 3% al comienzo de 2014 a 1,82% el lunes. Los expertos habían proyectado que subiría. La deuda chatarra ha cobrado mayor volatilidad. El dólar ha trepado 24% contra el euro desde el 18 de marzo.
Una encuesta realizada por Northern Trust Corp. NTRS +1.09% en el cuarto trimestre indicó que 80% de los gestores de fondos preveían un aumento de la volatilidad en el mercado bursátil, el porcentaje más alto desde que empezó a hacer este sondeo en 2008.
Para muchos gestores de dinero es una noticia excelente debido a que significa que la economía y los mercados financieros se están normalizando después de la crisis financiera de 2008, cuando las bolsas colapsaron y el Promedio Industrial Dow Jones cayó 54%.
Hay, sin embargo, un precio que pagar por las políticas menos extremas de la Fed y un mercado más normal. A medida que el banco central de EE.UU. retira su red de seguridad, los mercados se vuelven más volátiles y riesgosos, como se ha podido ver en los últimos meses.
El Dow Jones y otros índices bursátiles han sufrido cuatro pronunciados declives desde el inicio de septiembre. La volatilidad también ha golpeado a los bonos, las divisas y los commodities.
Los funcionarios del banco central estadounidense se reúnen este martes y miércoles, y muchos inversionistas profesionales prevén que no realicen cambios en su plan de elevar las tasas de interés de corto plazo este año. La medida forma parte del desmantelamiento gradual de las extraordinarias políticas que adoptó la Fed para prevenir una depresión.
“Estamos en transición desde un mercado enfocado en la Fed a un régimen más normal”, afirma Stephen Wood, estratega jefe de mercado de Russell Investments, que gestiona US$275.000 millones en activos. Eso significa que habrá mayores turbulencias.
El Dow Jones se ha movido 1% o más en seis, o 40%, de las primeras 15 jornadas bursátiles de 2015. En 2014, tuvo ese tipo de oscilaciones en 14% de las sesiones. En 2013, ocurrió en menos de 10% de los días. Es poco probable que ese ritmo continúe, pero la fluctuación indica un cambio.
Para sorpresa de los expertos en renta fija, el rendimiento del bono del Tesoro de EE.UU. a 10 años se ha precipitado, de 3% al comienzo de 2014 a 1,82% el lunes. Los expertos habían proyectado que subiría. La deuda chatarra ha cobrado mayor volatilidad. El dólar ha trepado 24% contra el euro desde el 18 de marzo.
Una encuesta realizada por Northern Trust Corp. NTRS +1.09% en el cuarto trimestre indicó que 80% de los gestores de fondos preveían un aumento de la volatilidad en el mercado bursátil, el porcentaje más alto desde que empezó a hacer este sondeo en 2008.
Cuando las acciones dependen menos del respaldo de la Fed, se mueven menos al unísono, al reaccionar más a cifras fundamentales del mercado como las ganancias de las empresas. “Se ven acciones diferentes con indicadores fundamentales distintos que se comportan de forma distinta”, dice Wood.
Su firma mantiene un índice que sigue la correlación de las acciones. En abril de 2009, hacia el final de la crisis financiera, se encontraba por encima de 15, lo que indicaba grandes divergencias. En agosto de 2014, cayó a 4,4, una señal de que se movían más a la par. En noviembre, repuntó a 6,4 y, tras un declive en diciembre, ha vuelto a subir este mes. Una medida de la volatilidad prevista de la Chicago Board Options Exchange basada en el corretaje de opciones sobre acciones, conocida como VIX, se encontraba a 15,52 el lunes, frente al mínimo del año pasado de 10,32 el 3 de julio.
La evolución de la política de la Fed no es la única causa de volatilidad. Otro factor importante es que los demás grandes bancos centrales no están siguiendo los pasos de su par en EE.UU.
Mientras la Fed reduce su intervención, el Banco Central Europeo y el Banco de Japón están intensificando sus medidas debido a la debilidad de sus economías. El Banco de China está empleando diferentes métodos para apuntalar su economía, cuyo crecimiento ha perdido fuerza. Los principales bancos centrales están llevando al mundo en direcciones distintas. “La divergencia en las políticas está dando lugar a una mayor volatilidad”, asevera Jim McDonald, estratega jefe de inversión de Northern Trust, que administra US$934.000 millones en Chicago.
La desaceleración de la expansión global de por sí causa volatilidad y ha contribuido, por ejemplo, al descenso de los futuros del petróleo a sus niveles más bajos desde marzo de 2009.
El retiro del enorme estímulo de la Fed ha contribuido a la caída del crecimiento mundial debido a la importancia que tiene EE.UU. en los mercados. El plan del banco central de subir las tasas de interés de corto plazo, en combinación con la fortaleza económica de EE.UU., ha llevado a los inversionistas a comprar dólares.
Parte de ese dinero ha ido a los bonos soberanos de EE.UU., cuyos rendimientos están en niveles históricamente bajos pero aun así mayores a los de muchos países europeos y Japón. La demanda de bonos eleva los precios de la deuda de EE.UU., lo que hace que los rendimientos caigan. Eso ayuda a explicar por qué, incluso cuando la Fed se prepara para subir las tasas, los rendimientos han caído.
La renta variable se ha beneficiado del respaldo de la Fed de varias maneras. Al mantener bajas las tasas de interés, el banco central ha hecho que las acciones se vean más atractivas que los bonos. Las bajas tasas de interés también permiten a las empresas mantener sus costos bajo control, lo que incrementa sus ganancias. La Fed inyectó más de US$1 billón en el mercado de deuda en un programa que culminó en octubre. Gran parte de ese dinero llegó a las acciones, lo que ha provocado un alza generalizada.
La Fed también influye en la psicología de los inversionistas. Muchos han confiado en que el banco central estadounidense haría lo que fuera necesario para mantener la estabilidad en el mercado bursátil, lo que apuntaló la demanda de acciones. Últimamente, sin embargo, la entidad ha intentado disipar esa creencia.
El presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley, fue más directo. “Este cambio de política sin dudas vendrá acompañado de cierto grado de turbulencia”, advirtió.
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