"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

lunes, 30 de mayo de 2016

La bahía de La Habana está cambiando de rostro

La idea de un plan puesto en marcha hace algunos años apunta a convertir el borde costero de la capital cubana en un lugar más abierto a los espacios públicos.



El paisaje es el hilo conductor del plan de reconversión.

Foto: Jorge Luis Baños/ IPS

La Habana, 30 may.-Un proyecto auspiciado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHC) está dando una nueva imagen a la bahía y al puerto de la capital, mediante la transformación de algunos espacios, la conservación de otros y la asignación de nuevas funciones a lo que fue zona de industria y comercio.

Según explicó a la redacción IPS Cuba el arquitecto del Plan Maestro de la OHC, Kiovet Sánchez, para trabajar en el “puerto viejo” (el borde hacia el mar del centro histórico) existen premisas estratégicas basadas en la continuidad del espacio público, con inmuebles para actividades culturales y recreativas.

De hecho, ya pueden verse algunas de esas transformaciones en los antiguos almacenes del puerto, ahora con otras funciones, como la de albergar a los artesanos o locales dedicados a la gastronomía. En tanto, surgen iniciativas para utilizar esas naves para ofrecer conciertos, dijo el especialista.


El muelle flotante, como le dicen los habaneros, a este sitio rescatado del espacio que ocupa la bahía de La Habana y que ha ha devenido en lugar de recreo para la familia.

Foto: Cortesía de DCT

Los cambios no son arbitrarios, detrás hay una ardua labor de investigación, y existe un grupo de premisas establecidas por el Plan de ordenamiento territorial, pues la bahía abandonará su carácter eminentemente industrial para adoptar otro recreativo, cultural, turístico, recalcó Sánchez.

Sucede que, cuando en 1982 se declaró Patrimonio Mundial de la Humanidad al centro histórico de La Habana Vieja y su sistema de fortificaciones, la Unesco todavía no aplicaba el concepto de zona de amortiguamiento, establecido más tarde con el fin de salvaguardar territorios aledaños a esos sitios y que también deben protegerse.

Hace unos años comenzó una investigación para determinar esa zona de amortiguamiento, que en el caso de La Habana abarca unas 2. 200 hectáreas, las cuales incluyen tierra y el cuerpo de agua de la bahía.

Cualquier intervención en esa zona debe ser consultada a la OHC, pero todavía no existe un programa sobre las formas de actuar al respecto, debido a sus varios límites administrativos: los municipios de Regla, Habana del Este, Diez de Octubre, Cerro y La Habana Vieja.

Por ello, la OHC desarrolla un Plan de manejo de la zona de protección de la bahía de La Habana, con el fin de salvaguardar los objetos y edificaciones del lugar, así como establecer su posible destino.

Más detalles: Plan de Manejo de la zona de protección de la bahía de La Habana.
A partir del inventario y de la descripción de los valores patrimoniales en el atlas, se otorgan grados de protección para cada uno de ellos. El grado de protección 1 implica que cuando se vaya a restaurar un lugar, debe ser reconstruido tal cual era, porque es una pieza singular y de valor excepcional. En tanto, aquellos incluidos en el 2 y el 3 sí pueden sufrir determinados niveles de transformación.

“Aunque queremos hacerlo de la manera más detallada y profunda, hay cosas de la práctica con las cuales uno debe lidiar, y ya hay algunas piezas que han ido desapareciendo porque todavía no existe una comprensión de la importancia de este proceso”, observó Kiovet Sánchez. “Por eso deseamos terminar el trabajo lo antes posible y así proteger numerosos objetos que están ahora en un estado muy vulnerable.

De acuerdo al arquitecto encargado de coordinar la iniciativa, uno de los mayores retos radica en hacer de la bahía un espacio para los habitantes de La Habana y de Cuba, además de atractiva para el turismo.

Actualmente se trabaja en la culminación de un atlas del patrimonio de la bahía de La Habana. Durante todos estos años, fue difícil acceder a varios lugares y edificaciones alrededor de la zona como, por ejemplo, el recinto portuario, debido a restricciones de seguridad, explicó Sánchez.

La mayor parte de las actividades del puerto se movieron al Mariel, a 45 kilómetros de la capital, y muchas instalaciones quedaron vacías, dejaron de funcionar o no lo hacen a toda su capacidad, lo que permitió recorrer esos locales y los especialistas entraron a varios de ellos, incluso por primera vez, detalló.

Gracias al trabajo asumido por un equipo multidisciplinario, en el que estuvieron implicadas diferentes instituciones, se pudo conocer el estado de conservación de esos espacios.

A juicio del experto, el tema del patrimonio industrial resulta uno de los más incomprendidos y menos estudiados. Y aunque forman parte de él piezas relativamente “jóvenes”, son ya arqueológicas por su valor histórico, como las grúas de los años 1940 y 1950, precisó.

También se realizó un análisis histórico del modo en que evolucionó el borde costero con el transcurrir de los años, y todos los rellenos que se hicieron donde antes hubo manglares, marismas y zonas bajas pantanosas y ya hoy, son una parte sólida, las denominadas superficies emergidas del paisaje artificial.

El atlas ofrece información minuciosa sobre todo el sistema de fortificaciones y la estrecha relación entre cada uno de ellos, así como del tema del patrimonio urbano con su red de plazas y vías que van bordeando la costa, avenidas que llegan hasta la bahía, los miradores, los paseos.

Sánchez destacó además el tema de la arquitectura religiosa, pues muchos santuarios de la zona tienen un vínculo cercano al mar y sus plazas miran a la costa.

El patrimonio inmaterial es otro de los aspectos sumamente importantes, añadió. El estudio abarca lo relacionado con las prácticas socio-culturales, como las ceremonias religiosas, las ofrendas a la orilla del mar, las procesiones y los rituales. También están presentes la gastronomía, las actividades lúdicas, los deportes y las fiestas populares.

Lo mismo sucede con el conocimiento revelado a partir de todas aquellas labores vinculadas con la navegación, los barcos, las mareas, que forman parte de ese patrimonio inmaterial.

En lo arqueológico se enfatizó, entre otros aspectos, en los antiguos asentamientos aborígenes, el sistema defensivo, los cementerios y campos santos. “Esa información es muy útil porque a la hora de realizar cualquier intervención en el área es necesario revisar en el atlas para que no existan contradicciones entre las nuevas propuestas y lo que existía antes.”

De forma general, el atlas pone a disposición de las instituciones y las comunidades un inventario del patrimonio, tanto material como inmaterial, con el fin de protegerlo legalmente y trazar estrategias sobre sus posibles funciones (2016).

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