"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

jueves, 2 de marzo de 2017

Envejecimiento poblacional: Años frente al espejo

Por: Jessica Castro, Lilian Knight, Marieta Cabrera


Ancianos cubanos jugando dominó. Foto: Archivo.

“Soy una adulta mayor exitosa”, asegura Ana María Bauta Quintana, de 76 años de edad, quien tiene cinco hijos, ocho nietos y tres bisnietos. “He tenido una vida llena de grandes satisfacciones”, dice esta maestra que sigue en la docencia, ahora como coordinadora de la Cátedra del Adulto Mayor de la Universidad de La Habana, en el municipio de Plaza de la Revolución.

Apasionada y defensora de sus derechos, Ana María echa por tierra la imagen de tristeza y enfermedad que suele primar en las representaciones de la vejez presentes en el imaginario colectivo, y reproducidas en los medios de comunicación.

La posibilidad de vivir un mayor número de años es un regalo de la vida, fruto del desarrollo alcanzado por el país. Sostenerla implica un trabajo integrado de toda la sociedad, como se plasma en la política aprobada por el Consejo de Ministros en 2014 en correspondencia con este fenómeno demográfico.

No obstante, hay quienes, entre ellos algunos funcionarios, siguen viendo la atención a los adultos mayores como un “problema” del Ministerio de Salud Pública (Minsap). Quizás porque este organismo además de brindarles asistencia médica asume su cuidado en casas de abuelos y hogares de ancianos.

Lo cierto es que aun cuando no se reste responsabilidad a otros sectores, el Minsap tiene en el tema un protagonismo indiscutible, complementado con el del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Sobre el quehacer actual y futuro de ambos organismos indaga la sección En Cuba.
Brechas en el primer escalón

“El desafío es grande”, reconoce el doctor Alberto Ernesto Fernández Seco, jefe del Departamento de Adulto Mayor, Asistencia Social y Salud Mental del Minsap. Cuba tiene un índice de envejecimiento poblacional de 19.4 por ciento, lo que representa dos millones 176 657 personas de 60 años y más.

Con un camino abonado desde la década de los años 80, cuando surgió el Programa del Médico y la Enfermera de la Familia, el país apuesta por desarrollar la atención primaria de salud como principal plataforma para la atención de los mayores. “Dicho programa, aun con sus problemas, es una fortaleza del país”, expresa Fernández Seco.

En este proceso, agrega, hemos tenido que preparar a los médicos de la familia, “porque conocen más sobre cómo atender a un lactante y a una embarazada, que a un anciano”.

Como parte de esta capacitación en 2016 se elaboraron los protocolos de actuación en todas las patologías para el nivel primario de atención. El funcionario destaca, además, el examen periódico de salud que debe realizar el médico de la familia a todos los adultos mayores, como mínimo una vez al año.

Se trata de una evaluación biológica, psicológica, social y funcional. “Este último aspecto determina la capacidad para realizar actividades básicas de la vida diaria (bañarse, vestirse, comer, utilizar el servicio sanitario) y las instrumentadas (uso del dinero, hacer las compras, utilizar el transporte, entre otras)”.

De acuerdo con datos aportados por el entrevistado, hasta noviembre de 2016 se realizaron en el país 83.3 por ciento de dichos exámenes. “Donde hay todavía brechas es en la calidad”, admite Fernández Seco. A veces, estos profesionales no evalúan todas las esferas y por tanto no realizan un buen diagnóstico de las necesidades del adulto mayor.
Tanteos reveladores

Gladys Gutiérrez Ruiz tiene 70 años de edad y es vecina de Ermita, entre San Pedro y Lombillo. Cerca de su casa hay uno de los 16 consultorios pertenecientes al policlínico Plaza de la Revolución. Cuando le preguntamos si en alguna ocasión le han hecho dicho examen –y le explicamos algunos de los parámetros que se deben medir–, se encogió de hombros.

En un sondeo realizado en el municipio de Plaza de la Revolución –el más envejecido del país, con 27.7 por ciento de personas de 60 años o más– algunos longevos dicen ir al consultorio de forma periódica, otros solo para solicitar una receta, y la mayoría afirma no recibir asistencia médica a domicilio por parte del médico y la enfermera de la familia, a la vez que desconocen si en el año 2016 les realizaron o no el examen periódico de salud.

El doctor Ernesto Mc Cook Charles-Edouard, director del policlínico Plaza de la Revolución, refiere que tienen registrados a 17 mil 036 habitantes, de tres consejos populares: Plaza, Cerro y Príncipe. “Más del 30 por ciento de esa población es adulta mayor”, asegura.

Al reseñar los principales problemas de ese grupo etario menciona, en primer lugar, a los adultos mayores en estado de fragilidad que viven solos. También hay quienes por su discapacidad necesitan sillas de ruedas, camas fowler, balones de oxígeno, entre otros medios. Algunos, además, tienen una pensión mínima y solicitan la ayuda de la Asistencia Social para recibir, de forma gratuita, un grupo de medicamentos cuyo costo es asumido por Salud Pública.

En la calle Clavel, entre San Pablo y Auditor, en el municipio de Cerro, vive Emilia Georgina Alfonso Noa, con 110 años de edad, una de las seis personas con cien años y más registradas en dicho policlínico. Su hija Antonia González Alfonso, de 71 años, siempre tiene a mano el sillón de ruedas que le alquilaron en ese centro, por si necesita llevarla al hospital Salvador Allende. Al preguntarle por qué no acude mejor al consultorio, la mujer es rotunda: “porque el médico de la familia después no viene, ni le da seguimiento, como ya ha ocurrido”.

En el país se reportan dos mil 192 ancianos con cien años o más. El doctor Alberto Fernández afirma que para la atención a este grupo existe un programa bien establecido, pero evidentemente no siempre se cumple.

En el parque Céspedes, de Santiago de Cuba, varios adultos mayores consultados por el equipo de reporteros, en su mayoría mostraron estar satisfechos con la atención que reciben del médico y la enfermera de la familia.

Una pieza clave


La posibilidad de vivir un mayor número de años es un regalo de la vida, fruto del desarrollo alcanzado por el país. Foto tomada de radiohc.cu.

Dieciséis años de vida laboral acumula Mayté Báez Llanes en el policlínico Plaza de la Revolución, donde ejerce como trabajadora social. Refiere que los ancianos más vulnerables, por estar postrados, alcanzan la cifra de cien.

“Hay quienes tienen muy buena atención de la familia, pero hay otros casos críticos. Las condiciones higiénico-sanitarias también están en relación con la disposición de recursos para su cuidado. Una de las ayudas que brindamos es el módulo de aseo que entrega cada seis meses el Ministerio de Comercio Interior –a veces demora un poco más-. Incluye tela antiséptica, jabón, hule y toalla, pero no es suficiente para lo que demanda una persona en esas condiciones”, ilustra la licenciada en Terapia Ocupacional y Trabajo Social.

Acerca de sus motivaciones para permanecer durante casi dos décadas en esta labor, Mayté contesta que le satisface ayudar a personas y familias necesitadas de apoyo. “Hay policlínicos donde fluctúa mucho este personal y por tanto no puede haber una labor bien hecha”, asevera.

“No todas las plazas de trabajadores sociales en instituciones de salud de la capital están cubiertas”, afirma la doctora Estrella Meneses Álvarez, jefa de la Sección del Adulto Mayor, Asistencia Social, Salud Mental y Discapacidad de la Dirección Provincial de Salud de La Habana.

“Actualmente solo contamos con 71 trabajadores sociales, faltan 47, y hay 27 en formación. Aunque recibimos apoyo del Contingente 60 Aniversario conformado por personal de otras provincias, son insuficientes”, explica la funcionaria. Y agrega: “este déficit se debe a la fluctuación del personal por la gran carga de trabajo y la poca remuneración”.
Cifras limitadas

Un amplio y costoso plan de reparación de hogares de ancianos y casas de abuelos se lleva a cabo en el país en los últimos años. Según apunta el doctor Alberto Fernández, en 2016 se trabajó en 147 casas de abuelos y, al cierre de octubre, habían concluido las labores en 120. Respecto a los hogares de ancianos, de 96 en reparación, se terminaron 31.

Al abordar el tema, la doctora Estrella Meneses Álvarez precisa que en La Habana, con 16 hogares de ancianos funcionando, la Dirección Provincial de Salud tiene 510 expedientes en lista de espera para el ingreso a esas instituciones.

No obstante, las 35 casas de abuelos existentes en el territorio muestran 84 por ciento de ocupación. “Las capacidades vacías están asociadas, más que a falta de demanda, a que la institución se halla en lugares poco céntricos, lo cual ocurre en los municipios de Cotorro, Guanabacoa y Regla”, aclara Meneses Álvarez.

En el municipio de Plaza de la Revolución 30 adultos mayores esperan ser ubicados en hogares de ancianos de localidades cercanas, pues el único que hay en su territorio lo están reparando. “Tampoco disponen de estos centros Arroyo Naranjo, La Habana Vieja y Regla, por lo que el otorgamiento de plazas se hace a nivel provincial, priorizando los casos más necesitados”, detalla Estrella Meneses.

Casas de abuelos

Las personas de edad avanzada residentes en Plaza de la Revolución cuentan apenas con dos casas de abuelos. A mediados de 2015 se inauguró la ubicada en Avenida Salvador Allende, entre Luaces y Montoro, con capacidad para 30 personas.

Noelia Mustelier León, licenciada en Rehabilitación Social y Ocupacional, explica que dichas instituciones atienden a mayores válidos física y mentalmente. Pero debido a la necesidad que hay de este tipo de centros reciben además a quienes tienen deterioro cognitivo de incipiente a moderado.

A fin de atender las necesidades de salud de este grupo, especialistas en Fisiatría, Podología, Geriatría y Psiquiatría asisten a la casa de abuelos con regularidad, asegura Noelia. Además, tienen un convenio con la Facultad de Estomatología, lo que favorece la permanencia de los mayores en la institución.

En el otro extremo del país, en la capital holguinera, los adultos mayores que conviven en el Hogar de Ancianos Jesús Menéndez dicen tener cubiertas necesidades básicas como la atención médica y la alimentación, y reconocieron como principal apoyo el del Estado.
Los más vulnerables

“Antes éramos muchos nietos para atender a los abuelos, ahora a veces hay más abuelos que nietos”, suele decir en sus conferencias el profesor Juan Carlos Alfonso Fraga, investigador y director del Centro de Estudios de Población y Desarrollo (Cepde) de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), para ilustrar la tendencia de la familia cubana a ser cada vez más pequeña.

Entre las razones de esa realidad menciona que las descendencias son menores, debido a la disminución de la fecundidad y a las migraciones. Todo eso está dejando ancianos solos, una propensión de la sociedad cubana de hoy y del futuro. “Esto no quiere decir que no tengan familia. Algunos se hallan en esa situación, pero los hay que aun cuando viven solos, tienen familiares que residen cerca o en otra provincia”, especifica.

Según investigaciones del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana un 15 por ciento de los adultos mayores en Cuba viven solos.

“Sin embargo, no para todos los casos eso significa un problema. El envejecimiento no es una enfermedad. Por supuesto, con los años hay un deterioro del organismo que no se manifiesta igual en todos los seres humanos”; tiene que ver también con la historia personal.

En Ayestarán, entre La Rosa y Tulipán, en el municipio de Cerro, residen Pedro William Rey Durán, de 80 años, y su hermano Pablo Roberto, de 73. Este último está postrado hace tres meses luego de sufrir una caída. “Tengo que operarme de cataratas y no he podido, ya casi estoy ciego”, comenta Pedro mientras guía al equipo de BOHEMIA por la escalera que conduce a su casa.

Pablo fue jubilado en 1990 por enfermedad psiquiátrica, entre otros males. Él y su hermano forman parte de la población del municipio del Cerro que es atendida en el policlínico Plaza de la Revolución. Narra Mayté Báez, la trabajadora social, que a finales de 2016 confeccionó el expediente de Pablo para que se le otorgue una plaza en un hogar de ancianos. El caso, dice, debe estar en la provincia, pero aún no hay respuesta.

Salud, divino tesoro


El creciente número de adultos mayores es una realidad que salta a la vista en cualquier lugar del país. Foto tomada de Radio Rebelde.

Las estadísticas del envejecimiento en Cuba advierten que los llamados viejos más viejos, o sea la población de 80 años y más, está aumentando de manera notable. Para ellos la vida se torna más difícil porque ven reducida su autonomía para realizar las actividades diarias.

Ante tales pronósticos, el doctor Alberto Fernández informa que existe una comisión integrada por varios organismos que está estudiando el sistema de cuidados viable en Cuba, y entre las posibilidades se considera la forma de gestión no estatal.

Como señala el Informe Central al VII Congreso del PCC, la aplicación de la política elaborada en relación con el envejecimiento poblacional “será gradual dependiendo del desempeño de la economía y los resultados se obtendrán en el largo plazo”.

Pero mucho se puede progresar en la atención a las personas de edad avanzada y en un período más breve si los sistemas establecidos con ese fin funcionan de forma más eficiente y son capaces de adaptarse, en el menor tiempo posible, a las necesidades del contexto en cada momento.

Para que las cubanas y cubanos de 60 años y más participen de manera activa en la sociedad, se incorporen a la actividad productiva y se mantengan, hay que lograr que sean ante todo personas más saludables.

La mirada atenta

Considerar las dinámicas sociales y demográficas de cada territorio al trazar cualquier estrategia local es fundamental para que esta sea efectiva. Así lo confirma el doctor Alberto Fernández: “Para mí es muy difícil, desde la dirección nacional del Minsap, decidir lo ideal para cada comunidad”.

La práctica ofrece algunos ejemplos valiosos que desafortunadamente no pasan de ser casos aislados. En Las Tunas, por ejemplo, las escuelas de cuidadores, que se desarrollan en el país, tienen hoy otro alcance. El curso se transmite por la radio local como respuesta a uno de los mayores problemas de ese programa de salud, no solo en esa provincia: la escasez de tiempo e incluso imposibilidad de asistir de las personas que cuidan.

Por otra parte, en Villa Clara, el municipio de Sagua la Grande garantizó la asistencia a las casas de abuelos con el transporte escolar para trasladar también a los beneficiarios de ese servicio. La ciudad de Cienfuegos, en otro momento, empleó para el mismo fin los coches y bicitaxis que inundan sus calles.

“Hoy tenemos plazas disponibles en casas de abuelos y en la modalidad diurna de los hogares de ancianos, mayormente por problemas de transporte. Salud Pública hace un esfuerzo por ofertar el servicio, pero este tipo de cuestiones se tienen que resolver con iniciativas de los gobiernos locales”, apunta Fernández.

En Placetas, el segundo municipio más envejecido del país -también en Villa Clara-, el gobierno local imbrica su gestión con la de las restantes entidades que participan en el programa de atención a las personas de la tercera edad, dijeron a BOHEMIA María de los Ángeles Muñoz, vicepresidenta del Poder Popular, y Rosaida García García, directora municipal de Salud Pública.

“El programa tiene un sustento importante en la economía local. A partir de los resultados de esta, el año pasado se destinaron 60 000 pesos para la atención al adulto mayor, el acondicionamiento del hogar de ancianos y las casas de abuelos”, explica Muñoz.

La integración de todos los factores del territorio ha permitido, según la funcionaria, que se concreten varias acciones. Por ejemplo, Comercio y Gastronomía pone en práctica un proyecto de acondicionamiento de sus 10 instalaciones del Servicio de Atención a la Familia, mayormente utilizadas por ancianos solos (casi el 30 por ciento de los adultos mayores del municipio). Las mejoras están centradas en la entrega de televisores, refrigeradores y ventiladores, pues todavía cocinan con leña.

Uno de los problemas para la atención a los adultos mayores que viven solos y en estado de fragilidad, y por lo que no se llega al ciento por ciento de la cobertura, es que muchos de ellos residen en zonas rurales y no tienen al médico permanentemente en la comunidad, comenta García García.

Debido a los altos índices de emigración hacia la ciudad o el extranjero, los campos han visto un acelerado envejecimiento de su población, afectada a su vez por la reducción de algunos servicios de salud en las áreas de baja densidad poblacional, como parte del reordenamiento del sector.

Como estrategia para 2018 el plan de desarrollo de Placetas comprende la construcción de casas-consultorios para los médicos de la familia allí donde todavía convive población suficiente para justificar su ubicación. No obstante, esto no resuelve totalmente el problema.

Una solución más integral debe considerar la necesidad de esta población de socializar y mantenerse activa. En el municipio existen dos casas de abuelos: una en la cabecera municipal con 40 capacidades que no están cubiertas en su totalidad, y otra, en el poblado de Báez con 20 capacidades. Ambas se encuentran alejadas y sin disponer de transporte.

Llama la atención que a pesar de ser este un municipio eminentemente rural, los problemas asociados a esa condición son los menos atendidos.

En busca de una mirada local sobre el tema en un entorno urbano, BOHEMIA solicitó información del gobierno de la capital, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

Las políticas generales, aun sin prever todos los posibles escenarios, brindan opciones que no siempre son aprovechadas por los gobiernos locales en su gestión, lo que puede indicar la necesidad de un mayor acercamiento a la ciudadanía y sus demandas, el diseño de herramientas que identifiquen las prioridades y la mejor forma de emplear los recursos disponibles.

Amparados por la ley

Para la protección del adulto mayor en Cuba, como para cualquier ciudadano, existen normas jurídicas de obligatorio cumplimiento por la familia, las organizaciones, y las instituciones y organismos del Estado.

La fiscal Joaquina Naranjo Gómez, jefa de la Dirección de Protección a la Familia y Asuntos Jurisdiccionales de la Fiscalía General de la República (FGR), explica que aun cuando el Código de Familia, por ejemplo, no tiene un título ni un capítulo aparte para proteger al adulto mayor, sí hay artículos en la normativa actual que pueden ser esgrimidos por el fiscal para obligar a los hijos a atender a los padres, por citar un caso.

También en el Código Penal hay un delito previsto que se refiere al abandono de menores, incapacitados y desvalidos. “Si se recibe una denuncia y se demuestra que un anciano ha quedado en situación de abandono por parte de una persona determinada, fue desposeído de sus bienes, o lo privaron de la libertad, se puede sancionar a quien cometa ese acto”, ilustra.

“Estamos en un proceso de perfeccionamiento de la norma jurídica y esas son cuestiones que se están revisando con el objetivo de modificarlas”, precisa Joaquina Naranjo.
Los más necesitados

Cuando la responsabilidad del cuidado supera las capacidades propias o del núcleo familiar, la asistencia social es la principal opción para garantizar la seguridad del adulto mayor

Isa Vaillant Bisset conversa entretenida con su cuidadora desde el sillón de su sala que da a la calle Dolores, esquina a Buena Ventura, en el municipio capitalino de Diez de Octubre. A sus 83 años, padece de hipertensión arterial y diabetes, y sus familiares contrataron una cuidadora no estatal porque vive sola y recientemente sufrió una isquemia. Aun así se mantiene muy bien, sobre todo de espíritu; camina en la casa valiéndose de un bastón que le consiguió una nieta porque desconocía el programa de ayudas técnicas de Salud Pública.

Además de su chequera por jubilación, recibe pensión como madre de un mártir de la Patria, Argelio Fernández Vaillant. Del médico de la familia y el trabajador social dice que después de la enfermedad solo vinieron a verla una vez, y de eso hace tiempo.

El sistema de seguridad social en Cuba, según Belkis Delgado Cáceres, subdirectora de Asistencia, Prevención y Trabajo Social, del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, incluye dos regímenes: el de seguridad social para el trabajador y su familia, y el de asistencia social, aplicable al resto de la población que lo requiera, de la cual más del 90 por ciento son adultos mayores.

Entre los grupos priorizados por este sistema se incluyen los ancianos sin recursos o amparo, carentes de familiares en obligación de prestarles ayuda o que conviven con una persona minusválida o con un menor de edad.

Entre las facilidades y servicios ofrecidos por la asistencia social, están las prestaciones monetarias temporales, aprobadas a partir de la condición de cada núcleo familiar en un momento determinado, de modo que se protege a la familia en general.

De vital importancia resulta la asistencia social a domicilio que facilita cuidados personales a los ancianos frágiles (enfermos, encamados o discapacitados), que viven solos. Ese asistente social, con salario estatal, ayuda al adulto mayor en las actividades diarias.

De manera excepcional, el servicio también se ofrece a quienes conviven con una persona imposibilitada de abandonar su trabajo por ser la única fuente de ingresos en el hogar.

Actualmente existen cuatro mil 375 asistentes a domicilio que atienden a cinco mil 573 personas, más del 90 por ciento adultos mayores. Para la preparación de esos trabajadores se diseñó un programa básico.

“El anciano –agrega Delgado Cáceres– también puede proponer para su cuidado a un conocido con quien tenga afinidad. Esa persona acude a la Dirección de Trabajo Municipal; si es aprobada se habilita como asistente social a domicilio, con un salario de 335 pesos y los derechos laborales de cualquier trabajador”.

En muchas ocasiones esas personas seleccionadas por afinidad, una vez fallecido el beneficiario, abandonan el puesto de trabajo. Aun así, el Ministerio conserva una buena disponibilidad de asistentes, sostiene la funcionaria.

Otra realidad existe en la Dirección de Trabajo de Diez de Octubre. Su directora, Marisabel Ferrer García, explica que no hay una bolsa de cuidadores disponibles, sino que la familia tiene que conseguir al asistente. “Es muy complicado para el Estado poner un individuo desconocido dentro de una casa, debido al riesgo de robos, maltratos. Si la persona vive sola debe buscar en la comunidad a alguien que haga las gestiones en su lugar”, puntualizó.

Trabajadoras sociales del Consejo Popular de Santos Suárez refieren que las solicitudes de asistentes a domicilio, o los casos excepcionales aprobados a nivel provincial, demoran más de tres meses en recibir respuesta”.

Sobre la morosidad en esos y otros trámites, Ferrer García manifiesta que esas demoras en muchas ocasiones son responsabilidad de la entidad que dirige. “Hay problemas en la calidad del expediente que elaboramos, sobre todo por la falta de argumentos probatorios de la necesidad”.

José Ramón Valdivia Triana vive solo en lo último de un pasillo angosto. Tiene 95 años de edad, está ciego y casi sordo. Hace tiempo solicitó la opción de la asistente social a domicilio; la primera fue una vecina que hace tiempo conoce y lo cuidó hasta que por cuestiones de edad no pudo más.

La segunda asistente no se queda todo el día, solo le trae los mandados, el desayuno, el almuerzo y la comida del comedor comunitario que Ramón paga con su pensión.

Al interior de su casa no llega el agua y su única reserva se la suministra un vecino. Hace mucho no lo visitan ni la trabajadora social ni el médico de la familia. En cuanto a recursos, solo recuerda que una vez lo mandaron a hacerse un certificado para recibir un colchón o una cama, que nunca llegaron.
Más opciones para los necesitados

Otra modalidad de ayuda de la asistencia social es el subsidio a servicios ofrecidos para las personas incapacitadas o de bajos ingresos. En ese caso está el pago total o parcial de los comedores comunitarios, de las casas de abuelos u hogares de ancianos.

Los trabajadores sociales tienen programadas dos visitas semanales a estos comedores, donde deben comprobar la asistencia, supervisar el menú, la calidad de elaboración de los alimentos, y conocer el criterio de los comensales.

Desde 2014 se ha implementado la entrega de recursos a familias en condiciones socioeconómicas críticas. El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social ha destinado gran parte de su presupuesto a la compra y entrega de muebles, camas, colchones, ropa, calzado, toallas, utensilios de cocina.

Marisabel Ferrer comenta que por no haber un trabajador social en cada circunscripción, a veces se pasan por alto casos muy críticos y se le ha dado el recurso a otra persona que quizás estaba menos necesitada. Si el expediente no está suficientemente argumentado, la familia se puede quedar sin la prestación.
Dignificar a los médicos del alma

En las direcciones municipales de trabajo existen hoy más de 6 000 trabajadores sociales. Cada uno debe atender como promedio 600 familias, pero no resulta así porque no todas las plazas están cubiertas. Por eso se creó el técnico de nivel medio en Trabajo y Seguridad Social, del que todavía no hay graduados.

Yassel Rondón, egresado hace nueve años de la extinta Escuela de Formación de Trabajadores Sociales, explica que hoy las plazas son cubiertas con profesionales de otras carreras o jubilados recontratados, y Marisabel Ferrer agrega que la inestabilidad en el personal se debe fundamentalmente a la poca remuneración.

Actores de la transformación social, estos trabajadores ayudan a prevenir y solucionar problemas, y, sobre todo, contribuyen a disminuir la vulnerabilidad de los adultos mayores. A decir de Marisabel Ferrer, hoy se está tratando de dignificar su labor y que crezca su protagonismo como mediadores entre las familias y las instituciones. Solo de este modo llegarán a ser, como dijera nuestro Comandante en Jefe, verdaderos médicos del alma.

(Tomado de Bohemia)

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