"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

jueves, 29 de mayo de 2025

La narrativa occidental se desmorona

La “verdad» que difunden los medios occidentales se está desmoronando bajo la presión de medios e investigadores independientes, documentos filtrados y la realidad vivida


Por Pascal Lottaz, La Haine

Durante décadas, Occidente controló la narrativa. Las guerras se disfrazaron con el lenguaje de la libertad, las invasiones se vendieron como misiones humanitarias, el público recibió nobles mentiras disfrazadas de patriotismo y un envoltorio mediático sofisticado. Pero esa era está llegando a su fin. A medida que se abren grietas en el panorama mediático occidental, las élites entran en pánico, no porque hayan perdido sus bombas, sino porque están perdiendo la narrativa. Y sin la narrativa, el imperio se desmorona.

En una conversación con el periodista belga y escritor pacifista Michel Collon en Neutrality Studies, analizamos las numerosas mentiras mediáticas que Occidente ha fomentado incesantemente durante las últimas décadas. La verdadera batalla no está en Gaza, ni en el Donbás, ni en el Mar de China Meridional; está en tu cabeza. Es la lucha por decidir quién define la verdad, el victimismo y la violencia. La buena noticia es que, ahora mismo, los viejos narradores están perdiendo el control.

Las cinco mentiras que venden toda guerra

Es un manual tan trillado que debería insultar a cualquiera que preste atención.

Paso 1: Ocultar los verdaderos motivos. Ya sea por el gas natural, el petróleo, los minerales o la tierra de los palestinos. Decir que se trata de salvar a las mujeres o de combatir el terrorismo, y listo.

Paso 2: Borrar y reescribir el pasado. Olvídense de las fronteras coloniales, los golpes de Estado de la CIA o las décadas de sanciones que destrozaron a un país. Y, por favor, asegúrense de enfatizar que el mundo empezó el 7 de octubre y no un día antes.

Paso 3: Vulnerar al objetivo. Ya sea Sadam, Gadafi, Asad o Putin, pintarlos de locos, demonios e incluso de Hitler, un amargado. Si alguien se atreve a desafiarte, acúsalo de ser un fanático moderno de los nazis. Todo irá bien.

Paso 4: Intercambia los roles y hazte la víctima. Desplaza la amenaza hacia el bando sepultado bajo los escombros. Afirma que cada crimen que cometes es consecuencia de lo que hizo tu víctima. Declama que no equiparte con armas equivale a cometer un genocidio.

Y por último, pero no menos importante: monopolicen el micrófono. Silencien la disidencia y bloqueen los puntos de vista alternativos. Si alguien cuestiona la guerra, acúsenlo de simpatizante del terrorismo o conspiranoico.

Es un manual tan antiguo como el tiempo. La tragedia de esta generación es que nos criaron pensando que habíamos dejado todo esto atrás. Que ahora éramos objetivos, que ahora teníamos acceso a la información, que ahora estábamos lo suficientemente educados para reconocer los diversos engaños de los imperios del mal. Pues bien, adivinen qué: Europa y Norteamérica. Los atraparon, otra vez.

La gente está viendo las grietas muy lentamente. Desde historias inventadas de bebés decapitados hasta falsos ataques químicos y francotiradores en protestas, la «verdad» que difunden los medios occidentales se está desmoronando bajo la presión de investigadores independientes, documentos filtrados y la realidad vivida. Sin embargo, el público en general avanza con lentitud, pereza, y ciertamente no le gusta enfrentarse a otra verdad incómoda: que todos somos cómplices de crímenes de guerra. Una vez más.

Cuando la izquierda se convierte en el Departamento de Guerra

Especialmente el silencio del supuesto Occidente progresista es horrible. Antaño, millones de personas se manifestaban contra la guerra, de Vietnam, de Irak. Hoy el movimiento antibélico ha sido prácticamente aniquilado, o peor aún, cooptado, sobre todo en lo que respecta a la guerra ruso-ucraniana y el frenesí por el rearme en Europa.

Partidos que antes defendían la paz ahora se unen en apoyo de los presupuestos militares y la exportación de armas, siempre y cuando las bombas ondeen bajo una bandera liberal y caigan en otro lado. El problema no es solo la derecha. Es la izquierda intelectual que se plegó a la maquinaria bélica, repitiendo los discursos imperialistas en nombre de la democracia.

¿Y los disidentes? Aplastados. Julian Assange se pudrió en una celda durante 10 años por exponer los crímenes de guerra estadounidenses a través de WikiLeaks; Edward Snowden está en el exilio por revelar la vigilancia masiva ilegal de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA). Se silencian nuevas voces, como la del medio de comunicación Net, cuyo fundador se encuentra ahora bajo sanciones de la UE. El objetivo es claro: acabar con el movimiento contra la guerra antes de que pueda resurgir.

Solo fuera de la burbuja mediática occidental existe suficiente oposición pública contra estas farsas. En Latinoamérica, en África y en gran parte de Asia, la gente ya no confía en la «comunidad internacional» que solo aparece con sanciones o soldados. Conocen el patrón. Lo han vivido. Y pueden ver a través de la hipocresía.

La verdad está resurgiendo donde antes caían las bombas

El imperio no se derrumbará por quedarse sin armas. Solo caerá cuando se quede sin creyentes. Cada vez más gente debe comprender que no se puede construir la paz con dobles raseros. No se puede condenar una ocupación mientras se financia otra. No se puede defender la democracia aplastando la disidencia. Solo cuando la hipocresía quede clara para una gran mayoría en Occidente podremos detener esta maquinaria de guerra, privándola de toda financiación.

Michel Collon es visionario y realista, porque entiende que los fundamentos de un mundo mejor no son tan complicados, solo su implementación lo es: construir medios de comunicación populares.

Unos medios basados en la verdad, no en argumentos. Que incorporen las voces del Sur Global a la conversación. Que expongan la maquinaria detrás de cada discurso bélico y silencio informativo. Que traduzcan, eduquen y conecten. Es ahí donde, de alguna manera, debemos ir.

miércoles, 14 de mayo de 2025

Silvio Rodríguez: “No me preocupa lo que se escriba de mí. No me hago ilusiones, para colmo soy de un país perseguido”


Por: Claudio Vergara
En este artículo: Consumo Cultural, Cuba, Cultura, Entrevista, Fotografía, Historia, Historia de Cuba, Música, Nueva Trova, Revolución cubana, Silvio Rodríguez, Trova
14 mayo 2025 | + |
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Silvio Rodríguez: “No me preocupa lo que se escriba de mí. No me hago ilusiones, para colmo soy de un país perseguido”



“No lo pensé dos veces”.

Silvio Rodríguez (78) recuerda con claridad y detalle su reacción cuando le ofrecieron venir a Chile un ya lejano 31 de marzo de 1990: ese día, ofreció un multitudinario concierto ante 80 mil personas en el Estadio Nacional de Santiago, no sólo en el amanecer de los megaeventos locales, sino que también en los albores del retorno democrático, cuando su nombre y su música ya se podían escuchar con libertad, sin la mirada sospechosa de los militares que habían proscrito sus canciones en los días de dictadura. Fue uno de los encuentros masivos más memorables de la primera parte de los 90 en el país.

“Llevábamos 18 años ‘clandestinos’ en Chile. Algunos compraban nuestros discos en España, les sacaban las portadas y enmascaraban las placas en otras envolturas. Muchos chilenos nos contaban esas cosas que también se hacían con los casetes. De pronto vino el cambio político y la posibilidad de viajar a Chile. Dije que sí inmediatamente”, profundiza el cantautor cubano, en conversación vía mail con Culto, la forma que escoge para dialogar con la prensa desde hace décadas.

Luego retoma: “Entonces, tuve conciencia de la montaña de trabajo que significaría preparar un concierto para ese encuentro. Era febrero y el Festival de Jazz de la Habana iba a comenzar. Chucho Valdés era casi el patrocinador de ese evento, pero cuando lo invité a que se sumara con Irakere (a Santiago) tampoco lo pensó dos veces. Empezamos a ensayar enseguida, en un pequeño centro nocturno que hay en el sótano del Teatro Nacional. En unas tres semanas de trabajo montamos casi 4 horas de concierto. Chucho hizo todas las orquestaciones, transcribió los temas que yo hacía con Afrocuba –que acababa de desintegrarse– y, para colmo, escribió una obra increíble que hizo con Irakere para abrir la noche: Concierto Andino. Todo fue un tanto vertiginoso pero también muy motivador”.

Su nueva visita

A partir de ahí, el músico ha fortalecido una relación en vivo frecuente con Chile, extendida en las más diversas presentaciones, actos y recitales incluso en regiones. Un vínculo que revivirá con dos espectáculos fijados para el segundo semestre: serán el lunes 29 de septiembre y miércoles 1 de octubre, a las 21.00 horas, en el Movistar Arena. Se trata de su retorno a la capital luego de 2018, cuando hizo tres fechas en el mismo recinto del Parque O’Higgins. Las entradas se pondrán a la venta este martes 15 de abril al mediodía por Puntoticket.

“Voy a estar acompañado por músicos extraordinarios, son amigos con los que me divierto desde hace años. Eso siempre es una garantía”, adelanta con respecto a sus presentaciones en la capital, donde mostrará parte de su último título, Quería saber (2024).


-¿Cuál es la importancia de Chile en su carrera?

Para empezar, fue el primer país latinoamericano que visité. En setiembre de 1972, Gladys Marín, a quien conocí por Isabel Parra, nos invitó a Noel Nicola, Pablo Milanés y a mí a un congreso de la Jota. Simultáneamente se estaba haciendo una exposición internacional en Santiago y recuerdo haber grabado un grupo de canciones para la sede cubana en ese evento. Todas las noches íbamos para la Peña de los Parra, donde tuvimos una idea de lo amplio que era el movimiento de la canción de entonces. Por aquellos días fuimos a Valparaíso con Víctor Jara, a cantar en la Universidad, pero yo me quedé durmiendo en el auto porque estaba enfermo de la garganta. También recuerdo que el presidente Allende nos recibió en La Moneda. Estuve en tres ocasiones cerca de él.

-Usted ha vuelto un par de veces a algunos eventos puntuales en el Estadio Nacional de Santiago. Pero, ¿le hubiera gustado retornar alguna vez para un show en solitario, tal como lo hizo en 1990? ¿Se dio esa oportunidad?

Desde 1990 hasta hace unos años hice unas cuantas presentaciones en solitario en varios estadios chilenos, en todos los casos con muy buena asistencia, pero, hasta donde sé, no se volvió a dar la oportunidad de hacerlo en el Estadio Nacional.

-En abril del año pasado, la banda chilena Los Bunkers ofreció su primer show en el Estadio Nacional de Santiago. Ellos hicieron un disco completo interpretando canciones de usted en Música Libre (2010). ¿Se dio alguna gestión para que usted hubiera participado en ese show?

Sí. Ellos tuvieron la gentileza de invitarme y confieso que me hubiera gustado mucho acompañarlos. Lamentablemente, no me fue posible. Casualmente, hace unos días vi un video de ellos interpretando El necio en un concierto. Sin duda, consiguen una versión muy poderosa.

¿Retiro?

-El año pasado, usted también dio una entrevista a Culto y dijo que no pensaba promover su último disco, Quería saber, a través de una gira. Ahora viene a Chile en el segundo semestre presentando este álbum en vivo. ¿Qué lo hizo cambiar de opinión?

Los próximos conciertos no pretenden ser la presentación de Quería saber. Incluso es probable que lance otro disco antes de la gira. Por supuesto que haré algunas canciones de mis últimos trabajos. También habrá otras que tengo entre manos, además de algunas inevitables que suelen estar en todos los conciertos.

-¿Qué es lo que más lo motiva hoy para salir de gira?

Siempre me motiva hacer música –o soñar que la hago–. Tuve la inmensa suerte de poderme dedicar a algo divertido, que da gusto compartir.

-¿Nunca le ha cansado presentarse en vivo?

Yo no empecé pensando en cantar mis canciones. Yo solo quería escribir para que otros interpretaran. Pero un gran músico cubano, llamado Mario Romeu, me escuchó, me orquestó un par de temas y me presentó en la televisión. Cuando vine a ver, estaba hasta conduciendo un programa. A los 20 años estas cosas pueden ser muy estimulantes. Después, a lo largo del tiempo, he pasado varias veces por etapas de cansancio; pero un buen descanso puede regresar las ganas. 
Al menos hasta ahora.


-¿Hasta cuándo se ve publicando discos y realizando conciertos?

Puede que esté más tiempo publicando discos que haciendo conciertos.

-¿La palabra “retiro” forma parte de su léxico inmediato?

Oficialmente, para las leyes de mi país, me jubilé cuando cumplí 60 años. Hice una fiesta y todo. Aunque desde entonces he trabajado tanto o más que antes.

-Si en el resto de su carrera le dieran la opción de colaborar con algún artista, ¿a quién elegiría?

Si Ud. supiera… El año pasado tuve que publicar un texto declarando que no iba a hacer más colaboraciones. Es que constantemente llegan peticiones; tantas que he llegado a colaborar con cientos de proyectos ajenos. Pero los años me han hecho pensar que debo dedicarme a lo mucho que he dejado a medias; a veces canciones; otras veces discos enteros comenzados y abandonados por las giras. Sin contar lo que se me sigue ocurriendo, si merece atención.

-¿Le preocupa lo que se escriba de usted en el futuro, el legado que vaya a dejar su música, cómo se analizará su obra en las generaciones que lo sucedan?

No me preocupa lo que se escriba de mí en el futuro –ni siquiera en el presente–. No me hago ilusiones al respecto. Soy consciente de que no soy anglosajón –la cultura más difundida en los medios del mundo, por su poderío económico–. No le debo nada a las transnacionales ni a las disqueras poderosas. Para colmo soy de un país marginado y perseguido por rebelde y contestón. Sencillamente he hecho lo que he podido dentro de los maravillosos mundos de la música y la palabra, y lo he disfrutado. En Cuba se suele decir: “A mí, que me quiten lo bailao”.


Los dogmas y la música urbana

-¿Tiene alguna opinión de la música actual? Hoy reina en la música en español la llamada “música urbana” y artistas como Bad Bunny.

He escuchado diferentes expresiones de la llamada “música urbana”. Conozco el hip hop, el rap, el trap, el reggaetón. Ahora, en Cuba, hay una variante de esta música a la que llaman reparto, o reparterismo. Son expresiones que parecen surgir de sectores humildes y supongo que, en parte, son resultado de las nuevas tecnologías, programas de música que ruedan hasta en los teléfonos.

-Hay una canción muy interesante en su último álbum: Para no botar el sofá. Ahí dice: “No quiero el abrazo con horma, ni el beso como obligación, no quiero que vicios y dogmas dispongan en mi corazón. Los vi truncar publicaciones, inteligentes, y descalificar canciones por diferentes”. ¿Qué es lo que intentó retratar en esta composición?

Nunca me ha gustado explicar las canciones. Esa la hice una de las veces que conversábamos en mi blog sobre nuestra realidad, desde diferentes puntos de vista. Solo estoy hablando de que prefiero el libre albedrío, no las imposiciones (cosa difícil en este mundo).

-¿Se consideró en algún momento una persona dogmática?

El dogmatismo, en los mejores casos, no es más que ignorancia y tozudez. Por mi parte, siempre he tenido el vicio de hacerme preguntas, e incluso de no conformarme con lo primero que me parece. Creo que se nota en mis canciones. Desde joven me identifiqué con la palabra Aprendiz.

-Usted dice “los vi descalificar canciones por diferentes” en este tema. Tengo entendido que se refería a la desconfianza que generó la aparición de trovadores cubanos en tiempos de la Revolución. ¿Por qué cree que se generó eso? ¿Qué clase de desconfianza despertaron?

En primerísimo lugar, nuestras canciones empezaron a usar muchas palabras que no eran habituales en lo que se escuchaba por entonces. Unos empezaron a decir que éramos “raros”, otros a decir que “surrealistas”, otros que “elitistas”, otros que “extranjerizantes” y algunos, también, se atrevieron a usar la palabra “contrarrevolucionarios”. Es algo que suele pasar cuando surge algo diferente, no visto, no escuchado. Es el apego incondicional a lo conocido, por “seguro”, y el rechazo a lo nuevo, a lo desconocido, por “transgresor”. Algo que ha pasado muchas veces en la historia del mundo, en todas latitudes.

-¿Cree que esa generación de cantautores es irrepetible?

Como todas las generaciones, la mía es resultado de un devenir, de una historia y de circunstancias específicas; y claro que también resultado del desarrollo de la tecnología y las comunicaciones. En mi época grabar una canción era poco menos que imposible. Ahora cualquiera lo hace con un teléfono, e incluso se filma y se proyecta al éter. Bien diferente.

La situación en Cuba

-En un posteo reciente en su blog Segunda cita, dijo con respecto a Cuba: “Distintas señales sugieren que está ocurriendo una especie de desaparición paulatina del sentido de dignidad nacional. Lo siento en hechos ciudadanos del día a día”. ¿A qué se refiere? ¿Cree que está desapareciendo el sentido de dignidad nacional en su país?

Cuba es víctima de un bloqueo genocida –como lo calificó Gabriel García Márquez– desde hace más de 60 años. Esto nos ha obligado a gastar enormes recursos resistiendo y tratando de burlarlo. Para colmo, nuestros enemigos nos tienen en una lista de países terroristas, lo que nos limita aún más el comercio y las relaciones con el mundo. Aunque vivo convencido de que el bloqueo ha generado nuestras mayores dificultades, no soy de los que lo culpan de todo; soy consciente de que en la desesperada lucha por la supervivencia, también se han cometido errores, dogmatismos políticos y económicos. Este conjunto de factores ha provocado un desgaste no solo material sino también espiritual, lo que se refleja en frivolidades y desidias ciudadanas con las que lidiamos cotidianamente. No es la primera vez que digo que algún día se va a escribir un trabajo científico sobre el profundo daño que al pueblo cubano le ha hecho esta situación de odio y acoso constante y creciente. Acaban de demostrar su vigencia las amenazantes declaraciones del jefe del Comando Sur del poderoso ejército norteamericano y las de otros funcionarios imperiales.

-¿Le preocupa el ascenso de la ultraderecha y de las ideas totalitarias que se ha visto en distintos países en los últimos años?

Me preocupan muchas cosas. En primer lugar que haya tanta codicia, egoísmo, brutalidad; tanta impiedad, tanto crimen y genocidio impune. Es insoportable ver lo que hacen a diario, a la vista del mundo, al pueblo palestino. Me preocupa profundamente el ejemplo, la terrible enseñanza que todo esto está dejando en las nuevas generaciones. También me preocupa que haya dogmas que distorsionen ideas nobles. A veces pareciera que no somos capaces de aprender. José Martí, el Apóstol de Cuba, dijo que tenía fe en el mejoramiento humano. Son tiempos donde no es fácil mantener esa fe. Pero hay que sobreponerse y continuar.

(Tomado de La Tercera)

martes, 13 de mayo de 2025

China tiene mucho que revelar sobre los biolaboratorios estadounidenses y el verdadero origen del COVID-19

China ha lanzado una contraofensiva informativa a través de Global Times, en respuesta a crecientes demandas de reparaciones por la pandemia espetadas por Estados Unidos, advirtiendo que tiene mucho que revelar sobre los biolaboratorios estadounidenses y el verdadero origen del COVID-19.


Por Elena Panina, Mente Alternativa

La Oficina de Información del Consejo de Estado de China publicó de manera discreta y sobria el documento titulado “Prevención, control y rastreo de la fuente de la Covid-19: acciones y posición de China“. Además del prefacio y la conclusión, el texto se estructura en tres capítulos con títulos reveladores: “La contribución de la sabiduría china al estudio de los orígenes del SARS-CoV-2”, “La contribución de China a la lucha mundial contra la COVID-19” y “La ineficaz respuesta de Estados Unidos a la pandemia de COVID-19”.

Cabe destacar que Global Times no es un simple medio de comunicación, sino el portavoz oficial del Comité Central del Partido Comunista de China y parte del aparato de comunicación estratégica del Estado chino. Su publicación responde a los crecientes pedidos, por parte de medios estadounidenses, de exigir compensaciones a Pekín por la pandemia de coronavirus, bajo la acusación de que la primera filtración del virus habría ocurrido en un laboratorio en Wuhan. Sin embargo, la prensa occidental guarda silencio sobre quiénes trabajaban en ese laboratorio y en qué tipo de proyectos.

Entre 2020 y 2022, China intentó mantener el statu quo, pues cualquier admisión internacional de responsabilidad en el origen del virus podría sentar un precedente jurídico para demandas de indemnización millonarias, además de dañar gravemente su reputación. Ahora, ante el renovado ataque mediático estadounidense impulsado por el retorno de Donald Trump, China ha optado por un contraataque discursivo.

La esencia del mensaje del Global Times es clara: el COVID-19 podría haber surgido en Estados Unidos antes de lo que indica la cronología oficial, e incluso antes del primer brote registrado en China.

«A pesar de ser la mayor economía del mundo y el país más desarrollado, Estados Unidos no ha contribuido en la medida de sus capacidades. Ha saboteado el esfuerzo global para superar la crisis y ha convertido a su propio pueblo en la principal víctima de sus consecuencias», señala el documento.

El texto insiste en que China no tuvo relación alguna con la aparición del COVID-19. También sostiene que «entre 2006 y 2013, Estados Unidos registró al menos 1500 incidentes graves en laboratorios relacionados con coronavirus y otros patógenos altamente peligrosos, como el SARS, el MERS, el ébola, el ántrax, la viruela y la gripe aviar. Más recientemente, el 6 de noviembre de 2024, 43 monos escaparon de un centro de investigación en Carolina del Sur. Estados Unidos acumula un historial preocupante de incidentes de laboratorio. ¿Cuál fue el verdadero motivo del cierre del laboratorio biológico de Fort Detrick a finales de 2019? Estados Unidos le debe una explicación al mundo».

Conviene recordar que Fort Detrick no es solo una base militar en Maryland, sino el principal centro estadounidense de investigación en guerra biológica. Es sede del USAMRIID, el Instituto de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas del Ejército de EE. UU. Durante la Guerra Fría, fue el núcleo del programa de armas biológicas de Estados Unidos hasta su cierre oficial en 1969. Actualmente, se dedica a la investigación biomédica y a la defensa contra amenazas biológicas, bajo estrictas condiciones de seguridad.

¿A qué incidente alude Beijing? En el verano de 2019, una inspección realizada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. detectó violaciones tan graves en los protocolos de bioseguridad del laboratorio de Fort Detrick que se ordenó su cierre inmediato y la suspensión de todas las investigaciones.

El informe del Global Times es una advertencia explícita: China tiene mucho que decir sobre los incidentes en los biolaboratorios estadounidenses y sobre lo que realmente representó la pandemia de COVID-19.

viernes, 9 de mayo de 2025

Los “esclavos” cubanos: médicos por el mundo

 

By JesusArboleya  Progreso seamnal May 7, 2025


¿No resulta extraño que el gobierno de Estados Unidos se preocupe por el justo pago a los trabajadores de otro país, cuando no lo hace del propio?

Pues esta rareza es la que se manifiesta en la política norteamericana respecto a los médicos cubanos que cumplen misiones en diversas partes del mundo. Según el gobierno de Donald Trump son “esclavos del régimen”, porque no se les paga lo que Estados Unidos considera apropiado y toda una campaña internacional ha sido montada contra estas misiones, basada en el supuesto de que estamos en presencia de un delito de “trata de personas”.

Estamos hablando de profesionales de la salud –médicos, enfermeros y técnicos- que, mediante acuerdos de colaboración gubernamentales, son contratados para cubrir los déficits de asistencia sanitaria en diversos países, en especial son destinados a zonas escasamente atendidas por la fuerza médica local. También incluye misiones de emergencia a más corto plazo, con el objetivo de asistir a víctimas de catástrofes naturales, pandemias u otras contingencias.


Se calcula que más de 400 000 trabajadores de la salud cubanos han cumplido misiones de este tipo en 134 países, en la mayor parte de los casos de manera gratuita, toda vez que originalmente fue entendida como una tarea de “solidaridad con otros pueblos”, por lo que los participantes no recibían ningún salario adicional, aunque eran objeto de diversas formas de reconocimiento por parte de la sociedad y el Estado cubano. La colaboración incluye la formación de médicos extranjeros en Cuba, mediante becas que otorga el gobierno cubano a los países del Tercer Mundo.

Se entendía entonces como el cumplimiento de un “deber internacionalista”, que se ajustaba a los valores preconizados por la Revolución cubana en la formación de sus propios ciudadanos. Por demás, aportaba un prestigio e influencia internacional que el Estado cubano podía capitalizar, frente al aislacionismo en que pretendía sumir al país la política norteamericana.

Con posterioridad -aunque se mantiene la gratuidad en los casos de países más necesitados, continúan otorgándose becas y las misiones de emergencia no se rigen por criterios comerciales-, la incapacidad de la economía nacional para asumir estos gastos a gran escala, obligó a cobrar por la mayor parte de estos servicios.

En dependencia del país y el acuerdo que se establezca, estos médicos reciben un estipendio para sus gastos, que se suma a otra parte que se les deposita en bancos cubanos en divisas, así como mantienen su salario en Cuba durante el tiempo de la misión. El resto del pago por los servicios lo ingresa el Estado cubano y en la actualidad constituye uno de los principales renglones exportables del país. Su peso en la economía cubana y los beneficios que aporta a la política exterior, es lo que explica la inusitada “vocación justiciera” de Estados Unidos, en el caso de estas personas.

Con escasos resultados, el gobierno norteamericano ha hecho ingentes esfuerzos por evitar que se firmen estos contratos o promover la deserción de los médicos involucrados en los mismos. En 2006, puso en práctica el Programa de Parole para Profesionales Médicos Cubanos (CMPP, por sus siglas en inglés), que otorgaba visas a los médicos y sus familiares que abandonaran las misiones, aunque, paradójicamente, eso no implicaba poder ejercer la profesión en Estados Unidos, de manera tal que los “explotados” médicos cubanos terminaban “conduciendo Uber” en las calles de Miami.

Este plan estuvo vigente hasta los últimos días del gobierno de Barack Obama, en enero de 2017, a pesar de que meses antes, durante su visita a Cuba, el presidente había declarado que “no se puede negar el servicio que miles de médicos cubanos han prestado a los pobres y a los que sufren”. En el mismo sentido, en 2014, ya se había expresado el entonces secretario de Estado, John Kerry, con vista a justificar la inusual colaboración establecida entre Cuba y Estados Unidos para el combate a la letal pandemia del Ébola en varios países de África, la cual amenazaba con extenderse al resto del planeta.

Ese mismo año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) otorgó al contingente de médicos cubanos Henry Reeve, la medalla al mérito Dr. Lee Jong-wook, “por la ayuda a los desfavorecidos en el mundo”. Y tanto la propia OMS como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han establecido convenios con el gobierno cubano para la utilización de estos médicos en diversas partes del mundo.

Muy pocos países han cedido a las presiones norteamericanas para que se ponga fin a esta colaboración. Recientemente, el secretario de Estado, Marco Rubio, uno de los arquitectos del dislate de convertir a los médicos en esclavos, se ganó un soberano rechazo de varios gobernantes caribeños, cuando los amenazó con prohibirles la entrada a Estados Unidos, si continuaban contratando estos servicios.

En conferencia de prensa conjunta en Kingston, el Primer Ministro jamaicano Andrew Holness refutó a Rubio diciendo: “Seamos claros, los médicos cubanos en Jamaica han sido tremendamente provechosos para nosotros… “Nosotros somos muy cuidadosos de no explotar a los médicos cubanos que están aquí. Nos aseguramos que son tratados acorde a nuestra legislación laboral y se benefician como cualquier otro trabajador”.

Aunque la comercialización ha modificado en cierta medida su naturaleza original y ha agregado otros problemas a su ejecución, existen razones objetivas, una conciencia instalada y una infraestructura creada, que explican la disposición de estos médicos a integrarse a estas misiones, así como la realidad de que solo el Estado cubano esté en condiciones de ofrecer este servicio a tantos países en el mundo.

Enfrentada al compromiso de proveer una atención médica universal, en medio del éxodo de la mayoría de los médicos entonces existentes en el país, una de las primeras medidas de la Revolución fue formar grandes cantidades de médicos, dispuestos a trabajar donde se les necesitase, incluyendo otros países. Cualquier joven que lo desee y cumpla con sus exigencias, puede acceder al máximo nivel de esta profesión, sin que le cueste un centavo, una oportunidad cuya generalización solo existe en Cuba y entraña un compromiso moral adicional con la sociedad.

No obstante, las dimensiones de este servicio también plantean sus propias limitantes y contradicciones. Aunque comparativamente siempre ha sido uno de los sectores públicos mejor pagados del país, los médicos cubanos han estado lejos de percibir lo que merecen y requieren para la satisfacción integral de sus necesidad existenciales.

Más claro que en cualquier ámbito de la vida nacional, aquí se plantea una de las contradicciones más importantes del socialismo cubano: se produce un capital humano que el mercado laboral estatal, donde radican la mayor parte de los empleos, no puede absorber y compensar a plenitud.

El médico cubano no está diseñado para la práctica privada, como en otros países, ni es posible ejercerla en Cuba, lo que explica la emigración de algunos, no solo hacia otros países, sino hacia otras fuentes de empleo más lucrativas en el propio mercado laboral nacional. Factores como la vocación profesional y la conciencia social, con más o menos intensidad según sea el individuo, pero consustancial al ejercicio de la medicina en Cuba, es lo que caracteriza el trabajo de estas personas y explica la permanencia de la mayoría.

Esta discrepancia entre el aporte social y el salario que reciben se incrementa en la actualidad debido a la crisis económica por la que atraviesa el país. Los médicos y enfermeros sufren las mismas carencias que la mayor parte de la población y, aun así, en medio de las condiciones más difíciles, cumplen de manera cotidiana con un trabajo que requiere un alto grado de dedicación y sentido humanitario. En cierta medida son “esclavos del deber” y por eso el pueblo cubano los aprecia y distingue.

No sin grandes sacrificios personales, las misiones en el exterior permiten aliviar en parte esta situación. Puede argumentarse que merecen más y, con seguridad, muy pocos se opondrían, aunque se afectaran otros ingresos necesarios para el país. También es cierto que la gestión no ha estado exenta de deficiencias y medidas administrativas a veces arbitrarias y contraproducentes, que han motivado quejas e inconformidades entre los galenos. Se trata de una gestión perfectible, pero cualquier cubano sabe que nadie ha sido enviado en contra de su voluntad, incluso de su deseo, lo que, por demás, resultaría prácticamente imposible.

Solo una mente torcida puede desmeritar un esfuerzo que debiera ser exaltado e imitado por los países más desarrollados, en especial Estados Unidos -que más bien anda reduciendo sus programas de ayuda al exterior-, y convertirse en parte natural de las relaciones humanas. Lo necesita un mundo donde sobran los enfermos y faltan los médicos y los enfermeros dispuestos a atenderlos.

Jesús Arboleya Cervera, ex diplomático cubano; doctor en Ciencias Históricas y profesor titular de la Universidad de la Habana.
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