"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

jueves, 16 de febrero de 2012

Toda la verdad y nada más

Por Paul Krugman

El criterio, según Politifact, parece ser que un hecho no es un hecho si ayuda a la narrativa demócrata. En su Informe de Gobierno del 24 de enero, el presidente Barack Obama dijo: “Durante los últimos 22 meses, los negocios han creado más de tres millones de puestos de trabajo. El año pasado, la cifra fue la más alta desde 2005”. Cosa que simplemente es cierta. Punto. Pero Politifact inicialmente apenas la calificó de “verdad a medias” porque “esencialmente estaba tomando crédito por el crecimiento del empleo”. De hecho no estaba tomando crédito e, incluso, si así hubiera sido, un hecho es un hecho. No creo que la palabra signifique lo que Politifact piensa que significa.
Un lector hace una buena pregunta: ¿adónde hay que ir para comprobar que una declaración de un político realmente es cierta? La respuesta, desafortunadamente, es que depende del tema de la declaración. La mayoría de las cifras económicas puede corroborarse recurriendo a fuentes oficiales de datos como el Buró de Estadísticas Laborales o el Buró de Análisis Económico, y, mucha de esta información oficial está inmediatamente disponible en la excelente base de datos F.R.E.D. del Banco de la Reserva Federal de San Luis. Pero la contestación más amplia es que hay que saber dónde buscar.
Ahora, el punto de Politifact y otros sitios que corroboran hechos supuestamente debe ser que hacen este trabajo en lugar de los lectores, para que no tenga que aprender de fuerza laboral o comercio o crimen o cualquier otra estadística cada vez que dude de la afirmación de algún político.
Desafortunadamente, Politifact ha perdido de vista lo que supuestamente debería estar haciendo. En lugar de simplemente decir si una afirmación es cierta, está intentando actuar como determinado tipo de árbitro en lo que imagina que es un juego limpio: incluso si un político dice algo completamente cierto, es juzgado sólo como parcialmente verídico si Politifact siente que el hecho está siendo usado para ganar una ventaja política injusta.
En el caso de la declaración de Obama sobre el empleo, Politifact primero dijo que era una verdad a medias y, después, la actualizó a casi completamente cierta, no porque Obama haya dicho algo objetivamente incorrecto, sino porque Politifact percibió que Obama intentaba demostrar que él fue responsable de las ganancias.
Esto es profundamente erróneo en dos niveles. Primero, la corroboración de hechos debería consistir en corroborar hechos, no en intentar imponer cierto tipo de reglas del Marqués de Queensbury sobre cómo se permite usar los hechos. Además de socavar la misión, esto vuelve todo subjetivo. Note que Politifact ni siquiera estaba analizando lo que dijo Obama; analizó su impresión sobre lo que podría estar intentando demostrar. ¡Dejen eso para los comentaristas de televisión!
En segundo lugar, en la práctica esto se convierte en un asunto partidista. La simple realidad es que, en el paisaje político estadounidense de la actualidad, los republicanos cometen muchos más errores garrafales con los hechos que los demócratas. Lo siento, pero así son las cosas.
No obstante, Politifact quiere ser visto como apolítico. Si sólo se apegara a los hechos, podría decir: “miren, sólo estamos informando hechos”. Pero habiendo definido su papel como algo que va más allá de revisar hechos, para decir si éstos están siendo usados de forma “propia”, entonces se encuentra bajo la presión de ser “equilibrado”, lo que termina traduciéndose en inventar excusas para las falsedades republicanas y encontrar formas de criticar las declaraciones verídicas de los demócratas.
Todo eso es muy triste.

Reescribir la historia para redefinir la hipocresía

George Washington era un hipócrita. Bueno, yo no lo creo así. Pero aparentemente es lo que cree Scott Brown, senador de Massachusetts.
Brown está lanzándose de lleno en su campaña de reelección con la proposición de que Elizabeth Warren es una gran hipócrita.
Según Brian McGrory, columnista de The Boston Globe, Brown, un republicano, “parece estar echando humo porque a su principal rival demócrata, Elizabeth Warren, le ha ido bastante bien financieramente”.
“Una documentación dada a conocer la semana pasada muestra que obtuvo ingresos de 700.000 dólares durante un período reciente de dos años, y es incluso mayor que eso cuando se toma en cuenta un salario gubernamental que recibió durante parte de ese tiempo”, escribió McGrory en una columna del 18 de enero. “Cualquiera que sea la cifra, tiene a Brown al borde de la locura. Causó que su jefe de campaña, un joven nativo de Vermont aparentemente agradable de nombre Jim Barnett, lanzara la descripción de ‘hipócrita elitista’, como si fuera un crimen subir por la escalera del éxito en Estados Unidos y como si resultara imposible recordar cómo es la vida en los peldaños más bajos”.
Verá, Warren ha lanzado una cruzada para ayudar a una clase media en peligro de extinción, pero es una profesora de Harvard bien paga que terminaría abonando más impuestos como resultado de las políticas que defiende. ¿Ve la hipocresía? Yo tampoco.
Ya he escrito antes al respecto: de alguna forma ha entrado a nuestra política la noción de que apoyar una causa que no lo beneficie a usted personalmente financieramente lo convierte en un hipócrita. Es realmente extraño.
Tal como lo he sugerido, piense lo que esto dice sobre George Washington. El hecho es que personalmente le estaba yendo muy bien bajo el gobierno británico -era un gran terrateniente, un hombre de estatura en las colonias-.
Su vida era simplemente excelente; no obstante, corrió un enorme riesgo personal para encabezar una rebelión por la causa de la libertad.
¡Era un hipócrita! O, tal vez, fue un hombre de virtud cívica que puso las necesidades de su nación por encima de su propia comodidad. Parte de la razón por la que esto agrada a la derecha es porque su respuesta a cualquier intento de hablar sobre desigualdad y sistema fiscal se topa con afirmaciones de que todo tiene que ver con la envidia; supuestamente, cualquiera que piense que el impuesto a las ganancias de capital debería ser mayor sólo lo dice porque él o ella odian a la gente rica.
Entonces, ¿cómo es que ellos pueden ser ricos? Por extraño que parezca, es posible no tener animosidad especial hacia los ricos y aun así creer que deberían pagar más impuestos, que sus trabajadores deberían tener más poder de negociación y, en general, que las políticas que no los volverían tan ricos harían que esta nación fuera mejor. Pero entonces, como profesor/periodista liberal bien pago, sería normal que yo lo diga, ¿o no?  .

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