"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

sábado, 22 de junio de 2013

“Parece que no avanza, pero poco a poco buscamos soluciones”

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Blog Catalejo.Temas.


Una conversación sobre políticas, modelos, desarrollo, percepciones mutuas y diálogo, entre la UE, Cuba y América Latina
Entrevista al Sr. Christian Leffler, Director de las Américas de la UE, acerca de crisis europea, estabilidad política, seguridad ciudadana y prácticas de derechos, alternativas, relaciones internacionales y otros temas, desde la situación del Viejo Continente y sus vínculos con América Latina y el Caribe, hasta el estado actual y futuro de las relaciones con Cuba.
La reciente visita del Director de las Américas en el Servicio Europeo de Acción Exterior de la UE, Christian Leffler, a La Habana, invitado por el MINREX de Cuba,  ofreció la oportunidad para esta entrevista.[1] En ella se recogen explicaciones, encuentros, confluencias, líneas de consistencia, desencuentros, omisiones, criterios polémicos y ciertos rasgos de eso que la filosofía europea llamó clásicamente Weltanschauung, es decir, una particular interpretación sobre el mundo y sus problemas. Dejamos al sano discernimiento del lector el juicio sobre los temas tratados y sus perspectivas, así como la medida en que recoge la voluntad de encontrar caminos haciendo uso (o no) de un manual de rutas único, el diálogo y la concertación.
Rafael Hernández: Señor Leffler, muchas gracias por esta entrevista. Antes de entrar en materia, ¿podría explicarnos la razón de ser del Servicio Europeo de Acción Exterior, a qué responde, y en particular, de qué se ocupa la Dirección de las Américas?
Christian Leffler: Este Servicio, creado hace dos años y medio, en 2011, es la expresión de la voluntad de la Unión Europea de ampliar y reforzar sus actividades a nivel internacional, su proyección y su interacción con otros socios a través del mundo. Esta interacción exterior existe desde el inicio de la Comunidad Europea, antes de que se creara la Unión. Al principio se focalizó, especialmente, en los ámbitos de cooperación económica al desarrollo y al comercio. Poco a poco se ha ampliado y se ha completado con otros temas científico-técnicos, como la protección del medio ambiente, la lucha contra el cambio climático, etc.; pero también con la acción política, en el sentido de seguridad y acción diplomática. Faltaba una estructura de coordinación y de acción para la coherencia en la región, entre varias actividades y sectores, entre los niveles de la Unión, y la acción de los estados miembros, es decir, la acción exterior de todos los departamentos de la Comisión, bien sean económicas, técnicas o políticas. Es por eso que a partir del Tratado de Lisboa, base actual de la acción de la Unión Europea, los estados miembros se pusieron de acuerdo en crear una nueva función de representación exterior de la Unión, la de Alto Representante para la Política exterior y de Seguridad y Vicepresidente en la Comisión, que coordina y dirige las actividades diplomáticas de los estados miembros; y Vicepresidente de la Comisión Europea, para coordinar toda la acción exterior de todos los departamentos de la Comisión, bien sean económicas, técnicas o políticas. Para apoyar la acción de esa Comisión, y de la Vicepresidenta, que es actualmente la señora Kathy Ashton, del Reino Unido, se ha creado este Servicio Exterior. Este Servicio existía antes, en la Comisión Europea o en el secretariado del Consejo de Ministros, y se ha completado con otro personal, proveniente de los servicios diplomáticos de los estados miembros. Se trata de una acción para reforzar la coherencia y la buena coordinación exterior de la Unión Europea en un marco global de visión política, y el papel de la Unión en sus relaciones con otros socios a través del mundo.
 Rafael Hernández: La dirección de las Américas, ¿qué países incluye?
 Christian Leffler: Mi función como director es supervisar y coordinar la interacción de la Unión Europea con todos los países de las Américas, desde Canadá, al norte, hasta Argentina y Chile, al sur, incluidos los Estados Unidos y todo el Caribe.  Es una tarea muy variada, que abarca relaciones muy amplias y duraderas, como las que tenemos con países como los Estados Unidos o Canadá; algunas con un componente de desarrollo, como las que tenemos con Paraguay, Bolivia, Haití, muy diferentes entre sí; relaciones bastante profundas y amplias con naciones como México y Brasil; y otras que todavía están en ampliación, como con Cuba y otros países de la región.
Rafael Hernández: Antes de preguntarle más sobre estas relaciones con América Latina, el Caribe y América del Norte, quisiera que se refiriera un poco a su percepción actual sobre la situación de la Unión Europea. Algunos consideran que el proceso de integración y el modelo que representa la UE atraviesan una etapa crítica, y que están en juego en este momento los fundamentos mismos de la idea integracionista original. ¿Cómo aprecia usted, en general, esa situación, en términos de sus actuales problemas?
Christian Leffler: Es muy claro que atravesamos una situación muy difícil, sobre todo con la crisis financiera, que se ha extendido a una crisis económica muy profunda, también de las finanzas públicas, en varios países europeos. Claro que esos períodos existen; hay debates sobre las alternativas, las soluciones posibles, el destino del modelo actual, ya sea el modelo político de integración o el económico-social, el destino de la Unión, pero la experiencia nuestra es que en estos períodos de dificultades, de desafíos o de crisis, avanza más la Unión Europea. No se aprecia de una manera muy clara, o muy simple, parece que no avanza, que los estados miembros están bloqueados, pero poco a poco buscamos soluciones. Usted puede ver el nivel de integración y de coordinación de las economías que tenemos ahora, comparadas a la que teníamos hace solo tres, cuatro años, hemos dado pasos enormes, es por eso que volvemos al significado de esta coordinación, con vistas a mejorar las posibilidades colectivas y a remontar los desafíos de la crisis actual. Siempre en algunos países hay tendencias políticas más críticas al cambio, de vez en cuando, entre un país y otro; pero en general la tendencia es a profundizar la cooperación y la integración, ampliar nuevos contextos para completar el edificio de la integración, sobre todo en los ámbitos económicos, y muy probablemente va a seguir siendo en esa dirección.
Rafael Hernández: ¿Usted piensa que no se ha deteriorado, además de la situación financiera, el papel del modelo social establecido en muchos países de Europa, el del sector público y el de las políticas sociales dentro de ese modelo?
Christian Leffler: Los europeos siempre han estado muy comprometidos con el modelo de economía social, que se desarrolla de manera diferente en cada país de la Unión, el belga no es el mismo que el británico o el italiano; también hay evoluciones que reflejan el equilibrio político en cada país, pero los principios de base de un modelo de economía social, que alienta la iniciativa individual, el desarrollo dinámico de una economía de mercado, pero que implementa las medidas necesarias para asegurar una inclusión social, para acceder a acciones específicas en la protección de los más débiles, no es un tema cuestionado en Europa. Las bases fundamentales, los principios de ese modelo se mantienen en el contexto actual, aunque evoluciona en función de los desafíos que enfrentamos y del diálogo político a nivel nacional de los estados miembros y a nivel de la unión entre los estados miembros.
Rafael Hernández: ¿Usted incluiría en esa protección y en esa garantía de los derechos económicos y sociales también a los inmigrantes, a los trabajadores que están en una situación de desempleo, y a sus derechos laborales?
Christian Leffler: Los derechos laborales u otros en Europa se aplican a todos los residentes en Europa, sean ciudadanos o inmigrantes. Solo algunos derechos políticos específicos están vinculados con la nacionalidad, como el de ser elegido diputado o elegir al Congreso nacional. Los que garantizan las protecciones sociales se aplican a todos, incluidos los inmigrantes. Con los ilegales tenemos algunos problemas, en cuanto a su integración y regularización, o a veces de repatriación, de retorno al país de origen; pero el principio básico es que, si es residente en Europa, comparten todos los derechos con los otros ciudadanos. Ahora bien, en la implementación de estos derechos no hay una armonización de los sistemas de protección social u otros, de manera que, por ejemplo, respecto a las personas en paro, a los desempleados, los derechos no son equivalentes de país a país; pero el principio de derecho de los desempleados es el mismo en todos.
Rafael Hernández: ¿En la situación actual, usted reconoce que existe un crecimiento de la pobreza y el desempleo, en general, en la mayor parte de estos países europeos?
Christian Leffler: No sé si es el caso en la mayor parte de los países, porque cuando se atraviesa una crisis económica tan profunda y tan larga, hay un crecimiento de la pobreza, hay riesgos de que existan afectaciones a la inclusión social. Por eso trabajamos mucho este tema, que plantea la necesidad de protección a los desempleados y a la re-inclusión a los mercados de trabajo; este punto de creación de empleos es el desafío mayor, la primera prioridad de todos los gobiernos en Europa.
Rafael Hernández: Hablemos un poco de las relaciones de Europa con América Latina y el Caribe. Europa incluye países muy diferentes, y América Latina y el Caribe también. Cada uno de los países europeos tiene sus propias relaciones bilaterales con los latinoamericanos. Parecería una tarea muy difícil articular una política de la Unión, del conjunto de los países europeos hacia América Latina. ¿En qué medida usted cree que eso se ha conseguido ya? ¿Hasta qué punto existe una política europea hacia América Latina?  ¿Cuál es su contenido?
Christian Leffler: Nosotros no buscamos eliminar o reemplazar las políticas nacionales con una política única europea. La política europea es un complemento que busca crear marcos dentro de los cuales pueden desarrollarse también las acciones a nivel nacional de los estados miembros, y que crean direcciones, que incluyen los intereses de todos, y proveen una visión, una orientación general en las relaciones para completar lo que se hace a nivel nacional.
En el caso de la relación entre la Unión Europea y América Latina existen esas diferencias entre los países, pero también bases comunes importantes. Para empezar, hay una historia compartida, la experiencia de criterios compartida, a  veces una historia difícil, de colonización, de conflictos, de explotación; a veces una historia de cooperación, con bases comunes culturales, lingüísticas, ya sea el español y el portugués en el sur, o el inglés en la parte norte y el Caribe. Pero también compartimos una idea de lo que representa una buena sociedad —si bien en cada país de Europa y de América Latina se interpreta de manera diferente—, la visión de una sociedad que da posibilidades a la expresión y al desarrollo del individuo en un contexto de responsabilidad compartida, de elementos de inclusión, de protección, de la importancia de la representatividad en los gobiernos, el diálogo entre los pueblos, los ciudadanos y los gobiernos. Esa visión y experiencias comunes acercan más a Europa y América Latina que muchos otros países del mundo. También esa historia compartida en la cultura, en el intercambio muy estrecho a varios niveles y sectores, no solo económicos, en comercio, inversiones y otros, son muy importantes; a nivel cultural, de la educación, de varios actores de la sociedad civil, entre académicos y otras organizaciones, de estudiantes, etc., hay una involucración muy amplia entre los dos continentes, que es más intensa, amplia y profunda, con algunos países. Es normal que haya muchas más relaciones y más profundas entre esos países europeos y la mayoría de estos países de América Latina, que, por ejemplo, de parte de Hungría o Finlandia. En los intercambios académicos, económicos, o políticos, no es un asunto particular de España y Francia, sino de todos nosotros. Y muchos países de la UE estamos muy activos en este continente y en el Caribe también.
Rafael Hernández: Para la instancia de la Unión Europea que usted representa, ¿existen prioridades en la política hacia América Latina y el Caribe?
Christian Leffler: Sí, existen varios temas prioritarios. Existe un trabajo de largo plazo en la protección y seguridad de los ciudadanos; ante la amenaza que representa el tráfico de drogas y de personas;  el crimen organizado; la violencia derivada de este problema, que ha experimentado el Caribe en los 80 y los 90, como ahora los países de América Central, o el norte de México, o alguna naciones andinas. Esa es una prioridad que buscamos enfocar y definir en términos de cooperación, no solo en sus expresiones concretas, o más específicas. También esto nos lleva de nuevo, en muchos casos, a cuestiones de desarrollo económico-social, de lucha contra las muy grandes divergencias económicas dentro de los países, a buscar mejorías en la situación de las partes más frágiles y marginadas de las sociedades, a trabajar por la inclusión, la creación de empleos, y otras perspectivas alternativas a las que ofrecen los criminales organizados y otros sectores.
También nos preocupamos por identificar debilidades de las estructuras del Estado; en muchos casos son frágiles y requieren fortalecer los sistemas jurídicos u otros. Trabajamos juntos con cada país, según prioridades y esquemas nacionales que serán definidos también por cada uno, compartimos las experiencias europeas y ofrecemos apoyo a la consolidación de estas estructuras, para que los estados puedan enfrentar sus desafíos de manera más eficiente, ya sea en el sector administrativo-judicial o en el socioeconómico.
Otra prioridad es la ampliación de la interacción económica mediante el comercio, las inversiones y la cooperación económica y técnica entre empresas o administraciones. Es una manera de contribuir al desarrollo de las economías en América Latina y el Caribe y también a las del Estado, lo que no es un juego de “suma cero”, como suele decirse; esta ampliación de los intercambios en el coeficiente económico se basa en que puede desarrollarse en los dos planos, vinculadas a la inclusión social, al desarrollo, al esfuerzo y conciliación de estructuras en varios sectores, porque se necesitan recursos, y los que podemos conseguir nosotros a través de programas de cooperación son importantes. La Unión Europea es el primer socio de desarrollo financiero del continente americano. Ello implica, primero, que a largo plazo, esas contribuciones exteriores europeas no son una solución, pues deberían poco a poco ser reemplazadas por recursos nacionales, mediante el desarrollo económico, la consolidación de sistemas fiscales y otras acciones de ese tipo.
Rafael Hernández: En los últimos años ha habido una intensificación de los proyectos de integración y concertación en América Latina y el Caribe, a nivel regional y subregional; es el caso de la Comunidad del Caribe, el ALBA, MERCOSUR, UNASUR, y de la relativamente reciente Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. ¿Estas nuevas estructuras regionales son vistas por la Unión Europea como interlocutores? ¿Crean un espacio nuevo para la articulación de intereses de integración entre bloques de ambos lados?
Christian Leffler: Nosotros consideramos bastante exitosa nuestra integración regional. Por supuesto que nos interesamos en experiencias de ese tipo en otras regiones del mundo; siempre estamos dispuestos a dialogar y, si es necesario, a apoyar esos esfuerzos en otras partes.
Por ejemplo, con el CARICOM tenemos una relación de muchos años. En 2013 se celebran sus cuarenta años y casi desde el inicio, en los 70, la Unión Europea ha acompañado su evolución, mediante un vehículo muy importante de la cooperación de la Unión Europea y los países del Caribe, que complementa lo que hacemos en otras esferas.
En América Central y del Sur también trabajamos con varios grupos, organizaciones e iniciativas. Hemos concluido el año pasado un acuerdo de asociación con los seis países de América Central, con tres pilares de diálogo: intercambio de cooperación, apoyo al desarrollo, y comercio e inversiones. En este acuerdo, le hemos dado un papel importante al Sistema de Integración Centroamericano (SICA), y a su independencia, porque queremos utilizar ese convenio como vehículo para apoyar y acompañar su esfuerzo para integrarse más profundamente.
Tenemos una negociación, que todavía no ha concluido, con los países del MERCOSUR, que se ha desarrollado desde hace bastantes años, y refleja la voluntad de esos países de avanzar hacia una unión aduanera y vincularse con la UE.
Otras iniciativas, como UNASUR o ALBA, son más políticas. En estos casos, buscamos el diálogo con las estructuras comunes o los países, para entender mejor las condiciones, las intenciones, si hay posibilidades de intercambiar, de cooperar en algunos sectores. Por ejemplo, estamos discutiendo con UNASUR sobre el tema de observación de elecciones, algo que la Unión Europea ha hecho desde hace muchos años en Europa y en otras partes del mundo, y UNASUR empieza ahora a profundizar en este terreno. Nos han pedido un intercambio de experiencias, para ver cómo puede desarrollarse, en el contexto propio de América Latina, en particular en el Sur, este proceso de observación, y estamos muy contentos con el intercambio de ideas y experiencias.
Rafael Hernández: En esos procesos de acercamiento con América Latina, o en el caso específico de América Central que mencionaba, se hacen presentes los Estados Unidos, como un actor hemisférico, aunque externo a la región. ¿En qué medida existen áreas donde puede haber conflictos de intereses, no solamente cooperación, con esta otra presencia histórica? O con China, un nuevo actor en la región. ¿Desde la perspectiva de la Unión Europea, qué áreas problemáticas existen en cuanto a la concertación con América Latina y el Caribe, derivadas de la relación triangular con estos otros actores?
Christian Leffler: América Latina es una región muy amplia, donde hay suficiente espacio para todos. La actitud de los Estados Unidos ha evolucionado mucho desde la época de la Doctrina Monroe, aquella ya no es el backyard de los Estados Unidos. En nuestros intercambios con socios norteamericanos, está muy claro que ellos están muy contentos de que la Unión Europea profundice sus relaciones y refuerce su presencia en América Latina. Por ejemplo, en el tema que he mencionado de la seguridad ciudadana, existe un grupo de amigos de América Central, para apoyar a las acciones de los seis países, sobre todo en lo vinculado a la seguridad pública, la lucha contra el crimen organizado, contra la inseguridad a varios niveles: estatal, administrativo, jurídico, económico y social. En este grupo, aparte de los seis países de la región, han estado principalmente los Estados Unidos, Canadá, Brasil, México y la Unión Europea. Tenemos varias experiencias e intereses comunes que prueban la posibilidad de trabajar juntos.
En materia económica hay concordancia entre empresas europeas, norteamericanas, chinas y otras.  Como he dicho, se trata de un gran continente, con espacio para todos. Si China puede contribuir a través de su comercio, sus ventas, sus compras, sus inversiones, al desarrollo de América Latina, muy bien, nos alegramos.
En el caso de América del Norte, ocurre lo mismo. La presencia europea se mantiene muy fuerte e importante. La Unión Europea es el primer o el segundo socio comercial de casi todos los países de América Latina y del Caribe, y es el primer inversor en la región, y en casi todos los países, salvo algunas excepciones, como México, por razones de vecindad e históricas, con una presencia mayor de inversiones norteamericanas; pero en México también la presencia europea es muy fuerte. Eso es, para nosotros, la expresión de la diferencia histórica, casi cultural, también en el sentido de cultura económica.
Las inversiones europeas en muchos lugares de América Latina tienen cuarenta, cincuenta o más años. Hay relaciones profundas, bien establecidas, parte integral del modelo económico de las sociedades, de las empresas presentes ahí, lo que provoca en muchas casos un contenido alto de intercambio de tecnología, investigación, desarrollo de nuevos procesos o productos, creación de empleos. Creemos que es un intercambio de alta calidad para nosotros y para los socios en América Latina.
Rafael Hernández: Háblenos un poco de las relaciones de la Unión Europea con Cuba, dentro del marco de estas relaciones con América Latina. A pesar de la Revolución socialista, las relaciones con la mayor parte de los países europeos se mantuvieron. Incluso con regímenes muy alejados ideológicamente —por ejemplo, el de España en la época de Francisco Franco— se desarrollaron relaciones económicas, comerciales, y en determinadas etapas posteriores, ha habido acercamientos.
En los últimos tiempos, un punto de tensión ha sido el tema de la adopción de la Posición común por parte de la UE. Sin embargo, parecería que su visita en este momento marcaría una determinada tendencia a favor del diálogo y de la colaboración. Ante todo, quiero preguntarle, ¿piensa usted que la opinión pública europea, en general, está bien informada acerca de lo que pasa en Cuba?
Christian Leffler: La opinión pública en general no, porque las noticias de América Latina, y de Cuba en particular, no se difunden mucho a través de toda Europa. La opinión pública informada o interesada, sí. Por ejemplo, por razones culturales históricas, España ha estado mucho más cerca que la mayoría de los países a lo que pasa en América Latina, incluso Cuba. Hay grupos y sectores en muchos países de la Unión Europea que siguen más de cerca la evolución exterior, y están atentos a lo que ocurre en Cuba y en América Latina, así como en otros casos del mundo. En estos grupos, en estos medios, sí creo que hay un nivel de información bastante amplio.
Rafael Hernández: ¿Cuándo usted menciona a España, incluye a la prensa española como El País, El Mundo, ABC? ¿Piensa que dan una fotografía precisa de lo que está ocurriendo en Cuba?
Christian Leffler: Si dan una fotografía precisa o no es difícil para mí decirlo, pero hacen fotografías y las presentan en los varios periódicos u otras publicaciones.
Rafael Hernández: Usted ha enfatizado, al referirse a la política europea hacia América Latina, al tema del modelo social, al contenido del proyecto social. ¿Encuentra usted que la existencia de un proyecto político en Cuba que enfatiza los derechos económicos y sociales, la seguridad ciudadana, la estabilidad, el desarrollo social, el papel del sector público, sean referentes concretos que facilitarían o favorecerían una relación, una mejor comunicación entre la Unión Europea y Cuba?
Christian Leffler: Muchos intelectuales, académicos y políticos europeos han seguido desde hace muchos años la evolución de Cuba, desde la Revolución. Claro que había y todavía hay mucho respeto en Europa por los esfuerzos de los sucesivos gobiernos cubanos por privilegiar la inclusión social, la educación, la salud pública y otros elementos.
Sin embargo, una priorización de la economía pública mediante la exclusión de la economía privada no corresponde a la visión europea de un desarrollo equilibrado; y la priorización de los derechos sociales colectivos, no de los individuales, tampoco corresponde a la idea europea de una sociedad abierta y a un diálogo abierto entre el gobierno y los ciudadanos. En esos y en otros temas hemos tenido y tenemos discusiones francas con los representantes cubanos, sobre todo con el gobierno, y también con actores de las sociedades civiles de ambos lados.
Hemos expresado la voluntad de reforzar estos intercambios de ideas, de ver cómo podemos profundizar el diálogo, la interacción. Ha habido nuevas áreas de cooperación, como acompañamiento a los cambios que están haciéndose aquí en Cuba, que se han discutido en el país a varios niveles, expresados en los Lineamientos y otras decisiones de los congresos de los últimos años.
En algunos contextos, existen diferencias, a veces profundas, de visión de la sociedad. Hemos expresado nuestro punto de vista, nuestras aspiraciones e inquietudes. Pero también respetamos el proceso nacional, no venimos con ideas fijas o con modelos de talla única; no hay talla única en Europa y tampoco al exterior de Europa.
Rafael Hernández: Usted me recuerda una frase de Raúl Castro, quien compara el estilo de aplicación de las reformas, de los cambios, con un traje hecho a la medida de cada situación y lugar. A propósito de esos cambios, ¿reconoce usted entonces que existe ya un proceso en curso dirigido, entre otros temas, a ampliar el sector no estatal, y que atañe no solo a la economía, sino al debate público en Cuba? ¿Desde su punto de vista particular, existe hoy un espacio mayor para el debate público en Cuba?
Christian Leffler: Me parece que está ampliándose. No estoy en posición de evaluar exactamente en qué grado está avanzando. Constatamos que, a veces, cuando se intenta ampliar un poco más este espacio, algunos  ciudadanos cubanos se encuentran enfrentados a límites  jurídicos o a restricciones de parte de las autoridades. Para nosotros, este es un elemento que restringe las posibilidades de reforzar el diálogo y la ampliación del intercambio abierto, entre gobierno y ciudadanos, a fin de encontrar una confianza o un apoyo amplios a los procesos de modernización, de transformaciones, necesarios para enfrentar los desafíos internos del país y al contexto internacional en cambio permanente.
En Europa también nos enfrentamos a desafíos muy grandes, unos económicos, otros como los de cambio climático y protección del medio ambiente, los de integración no solamente social, sino demográfica, de los emigrantes, así como de inestabilidad o inseguridad en el contexto regional o internacional. Para avanzar en el modelo europeo, siempre buscamos el diálogo a todos los niveles entre ciudadanos y autoridades nacionales o europeas, mediante un intercambio abierto y a veces muy crítico con los representantes de la sociedad civil, porque esa es la manera de buscar y de definir las soluciones posibles, y de conseguir la confianza en los ciudadanos para avanzar juntos.
Rafael Hernández: El gobierno de Raúl Castro ha llamado a la expresión de la opinión de los ciudadanos, ha convocado a la discrepancia, ha dicho directa y explícitamente, que ningún funcionario está autorizado a detener la expresión de la opinión de un ciudadano. ¿Usted no considera que Cuba se está moviendo hacia un espacio más amplio en términos de democracia y libertades individuales, en particular de expresión? ¿No implican estas señales la voluntad de ir concibiendo gradualmente un mayor espacio a la expresión de criterios diferentes? Si miramos hacia atrás, a los últimos veinte años, ¿no encuentra que se ha expandido ese rango de la libertad de expresión en Cuba?
Christian Leffler: Es muy difícil para mí evaluar exactamente cómo avanza ese proceso. Pero creo constatar que no es tan fácil para todos los cubanos publicar sus ideas libremente o expresarse a través de varios medios de comunicación, y que algunos que lo hacen se encuentran en dificultades con la autoridad, e incluso con límites jurídicos. Entonces, me parece que hay más progresos que hacer para ampliar este espacio y para realmente incluir y fomentar un debate abierto entre el pueblo cubano.
Rafael Hernández: Ayer usted impartió una conferencia en la Universidad de La Habana. Imagínese que usted está delante de un auditorio de estudiantes, y que uno de ellos le hace una pregunta que ayer nadie le hizo.
Christian Leffler: Hubiera querido, pero lamentablemente no había muchos estudiantes.
Rafael Hernández: Yo estaba allí, y hubo varios estudiantes que le hicieron preguntas, aunque ninguno esta que yo le voy a hacer. ¿Cómo usted le explica a un auditorio de estudiantes cubanos la razón de ser de la Posición común de la Unión Europea hacia Cuba? ¿Cómo le explicaría la lógica de esa posición, en términos de la coherencia con la política exterior de la Unión Europea hacia el resto del mundo? ¿Cómo le demostraría a un cubano, en particular, que en el caso de Cuba no se está utilizando un estándar diferente al que usa la Unión Europea para otros países del mundo?
Christian Leffler: No se trata de un estándar diferente. La única diferencia es que en la Posición común hacia Cuba hemos declarado y publicado de manera muy clara cuáles son nuestras aspiraciones objetivas en la relación con Cuba, en el acercamiento entre Europa y Cuba. No es tan diferente de los objetivos que perseguimos con otras regiones o países; sino que la hemos expresado de manera pública. Eso quizás haya sido un error de parte de la Unión Europea. Pero es un ejemplo de la transparencia de los procesos en la Unión.
Está claro que el enfoque sobre las libertades fundamentales, los derechos humanos y otras, se expresa en todas nuestras relaciones con varios países a través del mundo. En cuanto a si mantenemos o no una posición común, si esta se transforma en acuerdo bilateral o no, ese enfoque quedará como elemento esencial en la relación entre Cuba y la Unión Europea, entre todos los países de América Latina y el Caribe con la Unión Europea, y con otros países del mundo también.
Rafael Hernández: Pero aun aceptando que esa Posición común exprese los principios de la Unión Europea, mi pregunta es: ¿existe otro antecedente de declaración de Posición común en relación con otros países?
Christian Leffler: Existía antes, porque este instrumento de Posición común, cuando ha sido introducido en el contexto europeo a través de tratados como el de Ámsterdam en los 90, se utilizaba entonces también con otras regiones o países, solo que en estos otros casos después la relación ha avanzado, ha evolucionado, y esas posiciones comunes normalmente han sido reemplazadas por acuerdos o por otros instrumentos de intercambio. En el caso de Cuba todavía no hemos progresado a este nivel.
Rafael Hernández: Déjeme preguntarle precisamente sobre esto. ¿Qué medidas concretas usted cree que la UE podría adoptar en un futuro más o menos mediato en relación con Cuba? Le voy a mencionar algunas, y le pido que me diga si considera probable que ocurra o no. La primera: otorgarle a Cuba el tratamiento de nación más favorecida en las relaciones comerciales.
Christian Leffler: No. Este estatuto de país más favorecido ya lo tiene Cuba. Lo que no tiene son otros elementos de acceso prioritario, es decir, acceso más favorable a los mercados europeos. Pero eso tampoco Cuba lo ha pedido.
Rafael Hernández: Existe una ley norteamericana, conocida como Helms-Burton, que tiene un efecto inhibitorio sobre la inversión extranjera en Cuba, y un alcance extraterritorial, que afecta las relaciones de Cuba con Europa, con Canadá, y con todos los países del mundo. En cuanto a la política de la Unión Europea, ¿podría considerarse una acción adicional para compensar ese efecto negativo de la Ley Helms-Burton, relacionado con la inversión extranjera directa?
Christian Leffler: La Unión Europea siempre ha expresado su oposición al embargo norteamericano hacia Cuba. En el caso preciso de la Ley Helms-Burton, desde la introducción de esta ley en el Congreso norteamericano, la ha rechazado. Existe una ley europea de protección de empresas europeas contra los efectos de la Helms-Burton, que ha tenido sus efectos. Que sean suficientes o no, es una cuestión de apreciación; pero las inversiones europeas en Cuba han crecido después de la introducción de esta Ley, y me parece que los obstáculos a la ampliación mayor de las inversiones europeas en Cuba no están en Washington, sino en Cuba, en la situación económica y administrativa en el país, en los obstáculos administrativos u otros para la ampliación de inversiones aquí.
Rafael Hernández: ¿Entre las medidas que usted prevé pudiera estar la ampliación de la migración laboral cubana a Europa, teniendo en cuenta la nueva circunstancia que permite a cualquier cubano poseedor de un pasaporte comprar un boleto de avión e irse a trabajar a Europa de manera temporal? ¿Se van a flexibilizar los mecanismos de otorgamiento de visas europeas, puesto que se trata de un mecanismo concertado a nivel de la Unión?
Christian Leffler: Ese siempre es un tema sensible y complicado, sobre todo en una situación en que la tasa de desempleo en Europa de manera general es de 12 o 13%; y en algunos países como España es de 25% o más. Las posibilidades para los extranjeros, sean cubanos, egipcios o de otros países, en cuanto a buscar trabajo en Europa ahora no son muy buenas. Hemos expresado una gran satisfacción sobre el cambio en la legislación migratoria cubana. La posibilidad de salir y regresar al país nos parece muy interesante. Para nosotros resulta realmente importante el derecho al regreso, por ser parte integral de la ciudadanía; en un país europeo es impensable que un ciudadano no tenga derecho incondicional a volver a su país. Entonces, la emigración y los flujos migratorios deben ser en los dos sentidos. En este momento, las perspectivas de empleo, de actividad económica en Europa, no son tan buenas, pero esto puede evolucionar, y hay varios países en Europa que se han abierto a una inmigración mucho mayor.
Rafael Hernández: ¿Qué otros asuntos particulares usted podría mencionar que podrían darse en el futuro próximo en la cooperación entre Cuba y la Unión Europea?
Christian Leffler: Estamos dispuestos a acompañar los procesos de cambio. Tenemos cooperación en varios sectores: seguridad alimentaria, protección del medio ambiente, prevención de los efectos de huracanes y otros fenómenos naturales, etc. Pero en el contexto actual, me parece que existen grandes posibilidades de intercambio sobre las experiencias europeas para la transformación radical de sistemas económicos, sociales y políticos en varios países, que hace treinta años o más, en algunos países del sur de Europa integrados a la Comunidad abierta y democrática; o la transformación que se ha operado en Europa Central y Oriental en los 90 y la primera década de este siglo. No decimos que Cuba vaya a seguir el mismo camino. Como he dicho antes, no es el único; cada país, cada sociedad, cada pueblo, debe definir su propio proyecto nacional y de tipo social. Pero hay experiencias de desafíos parecidos, incluso de manera muy concreta con la gente que lo ha vivido, los administradores, los funcionarios que han trabajado en estos ángulos, que podían ser útiles e interesantes en el contexto actual en Cuba.
Rafael Hernández: Al sector público cubano le pudiera interesar mucho el manejo del europeo. Considero que los funcionarios y empresarios estatales cubanos podrían aprender más de Noruega o de Inglaterra, o de otros países que han tenido un fuerte sector público, en cuanto a su manejo eficiente, que de Bulgaria o de otros países del Este de Europa, que no representan un modelo tan efectivo. ¿Ha pensado usted en eso?
Christian Leffler: Sí, claro. La diferencia es que los noruegos, británicos, franceses, suecos, no tienen esa experiencia muy concreta de transformación de estructuras, en comparación con las iniciativas económicas, políticas, que tienen los polacos, los húngaros, los búlgaros y otros. No está muy claro para mí, por ejemplo, que la administración de Bulgaria sea menos eficaz que la de otros países; posee menos recursos, pues todavía está a un nivel de desarrollo general menos avanzado que Noruega u otros países, pero tiene una experiencia muy importante en cuanto al cambio.
Rafael Hernández: En el caso del modelo cubano y sus transformaciones, el sector público sigue teniendo un peso fundamental; y ese no es el caso de Bulgaria, y sí el de los otros países que mencioné. Quizás a los cubanos les interese mucho conocer no solo las experiencias de liberalización de Europa del Este, o de China, o de Viet Nam, sino las de un sector público que sí ha funcionado.
Christian Leffler: Por supuesto, hay muchas experiencias que compartir y estudiar. Los estudiantes de sectores públicos importantes, como el de los escandinavos o los Países Bajos, como el caso de Holanda, y otros,  tienen la experiencia de países con un sector público totalmente dominante, que se ha transformado en algo más mixto, lo que coincide con algunas de las iniciativas de modernización, de reformas en Cuba. Entonces, hay que buscar en ambos lados, para ver las experiencias de transformación y también los equilibrios que han buscado.
Rafael Hernández: ¿Algo que usted quiera añadir que yo no le haya preguntado?
Christian Leffler: Habría muchas cosas que decir. Solo quisiera subrayar de nuevo la importancia del debate público abierto, en toda confianza, entre gobierno, autoridades y ciudadanos, como base esencial para todo avance en un proceso de cambio, de evolución, de modernización de una sociedad. Sin este intercambio libre y abierto, nuestra experiencia indica que podrían afectarse los procesos de cambio, porque se requiere la confianza de los ciudadanos, en el sentido de que la orientación de los procesos económicos y sociales está inevitablemente vinculada con la de los cambios en el contexto jurídico y político.
Rafael Hernández: Le doy las gracias por esta entrevista, por la manera directa en que ha abordado los problemas, y también por responder todas estas preguntas y comentarios acerca de las políticas europeas.
Christian Leffler: Gracias.
 

[1] Temas agradece a la embajada de la Unión Europea en La Habana su invitación a entrevistar al Sr. Leffler; así como a los profesores Eduardo Perera y Carlos Alzugaray, por sus sugerencias en relación con el cuestionario.
 

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