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jueves, 22 de agosto de 2013

Cambia el cáncer en Cuba

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Por Natalia Guevara Cruz 


Cambia el cáncer en Cuba
El cáncer en Cuba ha dado mucho que hablar este año:  en el último trimestre se anunció el registro de la Racotumomab (Vaxira), segunda vacuna contra el cáncer de pulmón, resultado del  trabajo del Centro de Inmunología Molecular (CIM); se dio a conocer el desarrollo promisorio en los laboratorios de Labiofam de un nuevo medicamento que, a diferencia de los citostáticos, solo ataca células malignas (un péptido antitumoral); y supimos que la mencionada enfermedad se impuso ante las cardiovasculares como primera causa de muerte en nuestro país, al representar el 25 % de todos los fallecimientos.
Esta última información podría estar generando aún cierta inquietud, a partir de concluir que se trata de un mal en expansión, y en tal sentido parecería contradictorio enlazarla con las dos noticias anteriores, inobjetablemente positivas.
Sin embargo, si analizamos todos los factores que influyen en el desplazamiento jerárquico de las causas de mortalidad (más asociado a un alza en el control de los padecimientos cardiovasculares, que de las muertes por cáncer); y valoramos las fortalezas de nuestra  industria biotecnológica, comprenderíamos aliviados que no estamos ante una agresión irrefrenable de la naturaleza.
Así lo reafirmó a OnCuba la doctora Teresa Romero, jefa de la Sección Independiente de Control del Cáncer del Ministerio de Salud Pública, quien nos recibió en su oficina para compartir con nuestros lectores las realidades y perspectivas de esta enfermedad en Cuba, ajenas a todo alarmismo.
T.R.: “Cuba viene desde hace muchos años preparándose para este momento. Que el cáncer sea la primera causa de muerte es un problema para la salud y la felicidad públicas, porque salud es bienestar; pero ello no impide que tienda a ser controlado. De hecho, ha empezado a mostrar un signo negativo en su tendencia, aunque débil (-0.04 de decrecimiento), y se ha sistematizado en los últimos tiempos.
“Cada día estamos en condiciones de diagnosticar más temprano para curar lo curable y lo que no, darle tratamiento de enfermedad crónica de larga supervivencia, igual que la diabetes, la hipertensión…Esto es a lo que el doctor Agustín Lage, director del CIM, denomina como un cambio de paradigma en el control del cáncer en Cuba.
“Ya se empiezan a usar muchos medicamentos que no son tan agresivos para la vida del paciente, relacionados con la inmunoterapia, y se llevan a cabo ensayos con productos de la biotecnología en muchos policlínicos, como parte de investigaciones de varios años de duración. Lo que sí podemos afirmar hoy es que permiten un seguimiento controlado, y una mayor calidad de vida y distensión de la edad de fallecimiento del paciente.
“La noticia de que esta pasara a ser la primera causa de muerte en Cuba no nos sorprendió. Sabíamos cuán probable era porque existía una tendencia sostenida y sistemática de disminución de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, siempre negativa y de mayor magnitud, en comparación con el cáncer. Esta última tenía ligeros descensos – por ejemplo, en el 2011-, y no siempre sostenidos.
“Sucedió definitivamente al cierre del pasado año porque hubo muy buen trabajo en cuanto al control de los factores de riesgo ligados a las enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial, el consumo de sal, entre otros.”
DEL TODO, LAS PRIORIDADES
El grupo de trabajo que dirige la doctora Romero, reúne desde el 2006 experiencias y saberes para integrarlos en el Programa Nacional de Control del Cáncer, el cual, “como un libro de recetas”, tipifica los modos de actuar ante cada una de las manifestaciones de la enfermedad, “va buscando unir medicamentos con alternativas terapéuticas y sociales”.
Antes de ahondar en los objetivos y líneas de trabajo del Programa, la especialista hace una distinción conceptual importante:
T.R.: “El cáncer es un grupo de 203 padecimientos con patrones epidemiológicos disímiles; unos responden a causas probadas de enfermedades infecto-contagiosas –por ejemplo, el cáncer cérvico-uterino, directamente relacionado con el papiloma virus humano (enfermedad de transmisión sexual)–, y otros están ligados a la genética, la herencia, los factores medioambientales o de riesgo, como el hábito de fumar. Por tal motivo, los diversos profesionales que estudiamos el cáncer y nos ocupamos de él como un asunto de interés para la salud pública debemos tener un enfoque muy amplio y policromático. No podemos mirarlo con un solo prisma.
“Dentro de este marco de más de 200 localizaciones, el real problema de salud pública se concentra en un pequeño grupo de mayor incidencia, que reúne el 85 % de la carga de mortalidad. Estos son el cáncer de pulmón, de la mama femenina (este se manifiesta también en el hombre, pero no constituye un problema para la salud pública al ser pocos los casos), de próstata, de colon y de cérvix.
“Hay otros como el cáncer gástrico, el de laringe y algunas leucemias que han ido apareciendo con determinada sistematicidad, pero todavía no entran dentro del grupo anterior.
“Sin desentenderse del resto, el programa de control de cáncer cubano prioriza las localizaciones que causan un problema para la salud pública al afectar a una mayoría –las cinco especificadas anteriormente–, las de aparición en edades infanto-juveniles, y la de la piel, que aunque no es causa de muerte, sí lo es de alta incidencia en nuestro país (se dice que la exposición solar es perjudicial acumulativamente, y hay poca cultura de protección en este sentido).”
INTEGRAR CONOCIMIENTOS
La jefa de la Sección Independiente de Control del Cáncer pormenoriza sobre las líneas de trabajo del Programa que rectora.
“Para hablar de prevención, habría que iniciar por reconocer la existencia de una malla de relaciones causales que no por estudiadas son bien conocidas; algunas se han logrado precisar mejor que otras. En el caso del tabaco, está bien determinado que el 87 % de los casos de cáncer de Cuba se vincula a su consumo activo o pasivo. En las dietas, sin embargo, hay un conocimiento más difuso sobre la relación causa efecto.
“El Programa toma todo ese conocimiento y lo organiza para cada tipo de actuación médica y profesional. Si se trabajan grupos de riesgo, por ejemplo, en él se describen cuáles son los factores más asociados a estos y las conductas protectoras.
“Igual se procede en función del diagnóstico temprano, pues todo lo que se detecte a tiempo tiene un mejor pronóstico. Aquí entran las pesquisas que se la hacen a la población: la prueba citológica para el cáncer de cérvix, el examen físico para el cáncer bucal y de la piel, el método educativo (autoexamen) y clínico para el cáncer de mamas, y el PSA a todo sospechoso de cáncer de próstata o a los hombres que cumplieron 50 años y desean realizárselo, para lo cual están instalados los equipos SUMA en todo el país.
“En este momento se está iniciando en algunos municipios la pesquisa para la detección de sangre humana oculta en heces fecales, prueba fundamentalmente dirigida al diagnóstico temprano del cáncer de colon.
“En cuanto al tratamiento, el Programa tiene organizado todo lo referente a la oncología médica (citostáticos), cirugía oncológica, radioterapia y medicina nuclear. Además incluye la inmunología, pues Cuba tiene como fortaleza contar con un fuerte desarrollo biotecnológico, con un componente importante de investigación-desarrollo en esta área. Ello nos ha aportado las vacunas terapéuticas de cáncer de pulmón, los monoclonales y, por último, se están desarrollando otras moléculas que han sido liberadas por sus fabricantes, en función de abaratar los costos de tratamiento y de sustituir importaciones.”
DE RIESGOS Y RETOS
Antes de culminar nuestro diálogo, la doctora Teresa Romero nos hace reflexionar sobre la relación cáncer y envejecimiento, donde parece existir una ambivalencia entre la variable que representa un riesgo y la “amenazada”: con la edad se incrementan las posibilidades de contraer cáncer y, a la vez, de no tratarse debidamente, el padecer de cáncer afecta la posibilidad de envejecer.
T.R.: “Hay dos factores que repercuten de manera primordial en que el cáncer figure como la primera causa de muerte: el ya mencionado tabaquismo y el envejecimiento poblacional. La primera es modificable, la segunda no.
“Existen estudios que demuestran, por provincias, el vínculo entre envejecimiento poblacional e incidencia de cáncer: donde la población es más envejecida, también hay mayor aparición de esta enfermedad, pero no necesariamente mayor mortalidad.
“De hecho, hay provincias menos envejecidas con mayor mortalidad relativa por esta causa. Tales evidencias ponen de manifiesto un determinante social con reservas de eficacia en la prevención, detección y tratamiento del cáncer. Si se organiza bien el sistema nacional de salud a nivel territorial, no muere la persona.
“Por otro lado, en el control del cáncer está cifrada la posibilidad de mantener nuestra esperanza de vida en 78 años o incrementarla. La mortalidad infantil sigue jugando un papel determinante en el cálculo de este indicador, pero eso en Cuba va bien. El punto de atención está en la cantidad de años que se pierden por cáncer (alrededor de 18). Ese macroobjetivo social impone que trabajemos muy bien e integradamente en el control de la enfermedad.”
Fotos: Roberto Meriño

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