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El cáncer en Cuba ha
dado mucho que hablar este año: en el último trimestre se anunció el
registro de la Racotumomab (Vaxira), segunda vacuna contra el cáncer de
pulmón, resultado del trabajo del Centro de Inmunología Molecular
(CIM); se dio a conocer el desarrollo promisorio en los laboratorios de
Labiofam de un nuevo medicamento que, a diferencia de los citostáticos,
solo ataca células malignas (un péptido antitumoral); y supimos que la
mencionada enfermedad se impuso ante las cardiovasculares como primera
causa de muerte en nuestro país, al representar el 25 % de todos los
fallecimientos.
Esta última información podría estar
generando aún cierta inquietud, a partir de concluir que se trata de un
mal en expansión, y en tal sentido parecería contradictorio enlazarla
con las dos noticias anteriores, inobjetablemente positivas.
Sin embargo, si analizamos todos los
factores que influyen en el desplazamiento jerárquico de las causas de
mortalidad (más asociado a un alza en el control de los padecimientos
cardiovasculares, que de las muertes por cáncer); y valoramos las
fortalezas de nuestra industria biotecnológica, comprenderíamos
aliviados que no estamos ante una agresión irrefrenable de la
naturaleza.
Así lo reafirmó a OnCuba
la doctora Teresa Romero, jefa de la Sección Independiente de Control
del Cáncer del Ministerio de Salud Pública, quien nos recibió en su
oficina para compartir con nuestros lectores las realidades y
perspectivas de esta enfermedad en Cuba, ajenas a todo alarmismo.
T.R.: “Cuba viene desde hace muchos años
preparándose para este momento. Que el cáncer sea la primera causa de
muerte es un problema para la salud y la felicidad públicas, porque
salud es bienestar; pero ello no impide que tienda a ser controlado. De
hecho, ha empezado a mostrar un signo negativo en su tendencia, aunque
débil (-0.04 de decrecimiento), y se ha sistematizado en los últimos
tiempos.
“Cada día estamos en condiciones de
diagnosticar más temprano para curar lo curable y lo que no, darle
tratamiento de enfermedad crónica de larga supervivencia, igual que la
diabetes, la hipertensión…Esto es a lo que el doctor Agustín Lage,
director del CIM, denomina como un cambio de paradigma en el control del
cáncer en Cuba.
“Ya se empiezan a usar muchos
medicamentos que no son tan agresivos para la vida del paciente,
relacionados con la inmunoterapia, y se llevan a cabo ensayos con
productos de la biotecnología en muchos policlínicos, como parte de
investigaciones de varios años de duración. Lo que sí podemos afirmar
hoy es que permiten un seguimiento controlado, y una mayor calidad de
vida y distensión de la edad de fallecimiento del paciente.
“La noticia de que esta pasara a ser la
primera causa de muerte en Cuba no nos sorprendió. Sabíamos cuán
probable era porque existía una tendencia sostenida y sistemática de
disminución de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, siempre
negativa y de mayor magnitud, en comparación con el cáncer. Esta última
tenía ligeros descensos – por ejemplo, en el 2011-, y no siempre
sostenidos.
“Sucedió definitivamente al cierre del
pasado año porque hubo muy buen trabajo en cuanto al control de los
factores de riesgo ligados a las enfermedades cardiovasculares, como la
hipertensión arterial, el consumo de sal, entre otros.”
DEL TODO, LAS PRIORIDADES
El grupo de trabajo que dirige la
doctora Romero, reúne desde el 2006 experiencias y saberes para
integrarlos en el Programa Nacional de Control del Cáncer, el cual,
“como un libro de recetas”, tipifica los modos de actuar ante cada una
de las manifestaciones de la enfermedad, “va buscando unir medicamentos
con alternativas terapéuticas y sociales”.
Antes de ahondar en los objetivos y líneas de trabajo del Programa, la especialista hace una distinción conceptual importante:
T.R.: “El cáncer es un grupo de 203
padecimientos con patrones epidemiológicos disímiles; unos responden a
causas probadas de enfermedades infecto-contagiosas –por ejemplo, el
cáncer cérvico-uterino, directamente relacionado con el papiloma virus
humano (enfermedad de transmisión sexual)–, y otros están ligados a la
genética, la herencia, los factores medioambientales o de riesgo, como
el hábito de fumar. Por tal motivo, los diversos profesionales que
estudiamos el cáncer y nos ocupamos de él como un asunto de interés para
la salud pública debemos tener un enfoque muy amplio y policromático.
No podemos mirarlo con un solo prisma.
“Dentro de este marco de más de 200
localizaciones, el real problema de salud pública se concentra en un
pequeño grupo de mayor incidencia, que reúne el 85 % de la carga de
mortalidad. Estos son el cáncer de pulmón, de la mama femenina (este se
manifiesta también en el hombre, pero no constituye un problema para la
salud pública al ser pocos los casos), de próstata, de colon y de
cérvix.
“Hay otros como el cáncer gástrico, el
de laringe y algunas leucemias que han ido apareciendo con determinada
sistematicidad, pero todavía no entran dentro del grupo anterior.
“Sin desentenderse del resto, el
programa de control de cáncer cubano prioriza las localizaciones que
causan un problema para la salud pública al afectar a una mayoría –las
cinco especificadas anteriormente–, las de aparición en edades
infanto-juveniles, y la de la piel, que aunque no es causa de muerte, sí
lo es de alta incidencia en nuestro país (se dice que la exposición
solar es perjudicial acumulativamente, y hay poca cultura de protección
en este sentido).”
INTEGRAR CONOCIMIENTOS
La jefa de la Sección Independiente de Control del Cáncer pormenoriza sobre las líneas de trabajo del Programa que rectora.
“Para hablar de prevención, habría que
iniciar por reconocer la existencia de una malla de relaciones causales
que no por estudiadas son bien conocidas; algunas se han logrado
precisar mejor que otras. En el caso del tabaco, está bien determinado
que el 87 % de los casos de cáncer de Cuba se vincula a su consumo
activo o pasivo. En las dietas, sin embargo, hay un conocimiento más
difuso sobre la relación causa efecto.
“El Programa toma todo ese conocimiento y
lo organiza para cada tipo de actuación médica y profesional. Si se
trabajan grupos de riesgo, por ejemplo, en él se describen cuáles son
los factores más asociados a estos y las conductas protectoras.
“Igual se procede en función del
diagnóstico temprano, pues todo lo que se detecte a tiempo tiene un
mejor pronóstico. Aquí entran las pesquisas que se la hacen a la
población: la prueba citológica para el cáncer de cérvix, el examen
físico para el cáncer bucal y de la piel, el método educativo
(autoexamen) y clínico para el cáncer de mamas, y el PSA a todo
sospechoso de cáncer de próstata o a los hombres que cumplieron 50 años y
desean realizárselo, para lo cual están instalados los equipos SUMA en
todo el país.
“En este momento se está iniciando en
algunos municipios la pesquisa para la detección de sangre humana oculta
en heces fecales, prueba fundamentalmente dirigida al diagnóstico
temprano del cáncer de colon.
“En cuanto al tratamiento, el Programa
tiene organizado todo lo referente a la oncología médica (citostáticos),
cirugía oncológica, radioterapia y medicina nuclear. Además incluye la
inmunología, pues Cuba tiene como fortaleza contar con un fuerte
desarrollo biotecnológico, con un componente importante de
investigación-desarrollo en esta área. Ello nos ha aportado las vacunas
terapéuticas de cáncer de pulmón, los monoclonales y, por último, se
están desarrollando otras moléculas que han sido liberadas por sus
fabricantes, en función de abaratar los costos de tratamiento y de
sustituir importaciones.”
DE RIESGOS Y RETOS
Antes de culminar nuestro diálogo, la
doctora Teresa Romero nos hace reflexionar sobre la relación cáncer y
envejecimiento, donde parece existir una ambivalencia entre la variable
que representa un riesgo y la “amenazada”: con la edad se incrementan
las posibilidades de contraer cáncer y, a la vez, de no tratarse
debidamente, el padecer de cáncer afecta la posibilidad de envejecer.
T.R.: “Hay dos factores que repercuten
de manera primordial en que el cáncer figure como la primera causa de
muerte: el ya mencionado tabaquismo y el envejecimiento poblacional. La
primera es modificable, la segunda no.
“Existen estudios que demuestran, por
provincias, el vínculo entre envejecimiento poblacional e incidencia de
cáncer: donde la población es más envejecida, también hay mayor
aparición de esta enfermedad, pero no necesariamente mayor mortalidad.
“De hecho, hay provincias menos
envejecidas con mayor mortalidad relativa por esta causa. Tales
evidencias ponen de manifiesto un determinante social con reservas de
eficacia en la prevención, detección y tratamiento del cáncer. Si se
organiza bien el sistema nacional de salud a nivel territorial, no muere
la persona.
“Por otro lado, en el control del cáncer
está cifrada la posibilidad de mantener nuestra esperanza de vida en 78
años o incrementarla. La mortalidad infantil sigue jugando un papel
determinante en el cálculo de este indicador, pero eso en Cuba va bien.
El punto de atención está en la cantidad de años que se pierden por
cáncer (alrededor de 18). Ese macroobjetivo social impone que trabajemos
muy bien e integradamente en el control de la enfermedad.”
Fotos: Roberto Meriño
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