"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

lunes, 21 de octubre de 2013

Alan Greenspan: Qué salió mal en la crisis financiera

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Por
ALEXANDRA WOLFE

Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, va a muchas fiestas. Él y su esposa, la periodista Andrea Mitchell, "nos invitan a todo lado", dice sentado frente a la ventana de su oficina en Washington. Sin embargo, recientemente los asistentes a los cocteles y cenas a las que es invitado provienen casi exclusivamente de un partido o el otro. "Solía ser un 50-50 en las fiestas. Los decanos de la cultura y las fiestas eran muy estrictos sobre el bipartidismo", agrega. "Eso ya no existe".

En su nuevo libro "The map and the territory" (que traducido sería "El mapa y el territorio) el cual saldrá a la venta el martes en EE.UU., Greenspan, de 87 años, explora lo que ha salido mal en la política y la economía estadounidense. No culpa al gobierno actual por la división partidista. ¿El culpable? "Son los beneficios", apunta, señalando los desacuerdos entre republicanos y demócratas sobre cómo lidiar con el crecimiento de los programas de beneficio social.

En su libro, también se pregunta por qué la Fed no pudo predecir la crisis financiera, dónde se equivocó él y cómo ese descubrimiento ha cambiado por completo su perspectiva del mundo.

La mayor revelación que Greenspan ha tenido llegó hace alrededor de un año cuando jugaba con cifras de ahorro interno bruto. Lo que halló, para su sorpresa e inicial escepticismo, fue que un aumento en los programas del gobierno de beneficio social ha correspondido estrechamente con un declive en los ahorros del país. "Tuvimos un incremento extraordinario en los beneficios, y cada partido intentaba ofrecer más que el otro", apunta. "Esa práctica ha estado erosionando el flujo de ahorros del país que es tan crítico para la financiación de nuestra inversión de capital". El declive en el ahorro ha estado parcialmente compensado por los prestamos del exterior, lo cual nos trae a nuestra actual deuda externa: "US$5 billones (millones de millones) y contando", anota.

Indica que está desconcertado por toda la culpa que le echan encima. Desde la recesión, los críticos han dicho que la mayor oferta de dinero y las bajas tasas de interés durante su mandato en la Fed de 1987 a 2006 llevaron inversiones que se convirtieron en burbujas. Greenspan dice que escuchó esa teoría por primera vez en 2007 cuando John Taylor, un profesor de economía en la Universidad de Stanford que ha asesorado a republicanos, vinculó al dinero fácil con la burbuja inmobiliaria. "No tuvo absolutamente nada que ver con la burbuja inmobiliaria", apunta. "Eso es ridículo".

En lugar, dice que la declaración de Taylor "contribuyó a muchos propósitos políticos de personas que han atacado a la Fed de ambos campos políticos". Greenspan escribió su respuesta en un ensayo académico para el centro de estudios Brookings Institution analizando el argumento de Taylor, punto por punto. "Pensé, que eso pondría el punto final", recuerda. "No fue así, porqué nadie leyó el ensayo".

Greenspan dijo que no insistió ya que Taylor es su amigo, pero no tenía idea del alcance que la idea de Taylor tendría. "El problema, desafortunadamente, del argumento es que no hay evidencia que fue así como sucedió, pero él ha ganado la batalla, y su perspectiva es la creencia popular", dice.

Taylor respalda el ensayo en el que presentó la idea. "El ensayo proporcionó evidencia empírica… de que las tasas de interés inusualmente bajas fijadas por la Fed en 2003-2005 comparadas con las decisiones de política en las dos décadas anteriores exacerbaron la burbuja inmobiliaria", escribió en un correo electrónico. Otros economistas han corroborado los hallazgos, agregó, y "los resultados son bastante robustos".

Este desacuerdo se encuentra ahora en el núcleo de un debate entre los economistas, incluso al interior de la Fed, que aún está sin resolverse.

"Siempre me he considerado más un matemático que un psicólogo", afirma Greenspan. Pero después de que el modelo de la Fed no pudo predecir la crisis financiera, se dio cuenta de que hay más que números en los pronósticos. "Todo se desmoronó, en el sentido de que ningún pronosticador o institución importante de renombre lo identificó", señala. "La Reserva Federal tiene el modelo econométrico más complejo, que incorpora todos los modelos más modernos de cómo funciona el mundo, y no lo vio venir". Dice que JP MorganJPM -0.10% sacó un pronóstico tres días antes de la crisis que indicaba que la economía estaba en alza. Y en 2007, el Fondo Monetario Internacional también señaló que el riesgo global estaba descendiendo. "Unos cuantos días (después de que la crisis golpeó), me topo con un artículo, y está titulado, '¿Los economistas sabemos algo?'", afirma.

Greenspan se dispuso a encontrar su punto ciego paso por paso. Primero llegó a la conclusión de que el sector no financiero de la economía había estado saludable. El problema estaba en las finanzas, por su vulnerabilidad a los ataques de euforia y temor irracional. El estudio de los resultados del comportamiento de manada le ofreció algunas sorpresas. "De hecho, estaba atónito", expresa. "Transformó mi perspectiva de cómo funciona el mundo".

Concluyó que el miedo tiene al menos tres veces el efecto de la euforia en producir giros en el mercado. "No me habría atrevido a escribir algo así antes", apunta.

El estudio de los pormenores de los eventos que llevaron a la crisis financiera evocaron algunas lecciones de su famosa amistad, a partir de los 1950, con la difunta filosofa objetivista Ayn Rand. Dice que Rand no lo influenció políticamente —él siempre ha sido libertario— pero sí le señaló algunas tensiones en su filosofía sobre la vida. "Me atrapó en contradicciones, lo cual me sacudió, y dije, 'Dios mío, está en lo cierto'", señala.

Greenspan en ese entonces creía en el análisis basado principalmente en las ciencias exactas y los hechos empíricos. Rand le dijo que a menos que considerara la naturaleza humana y su lado irracional, "pasaría por alto una parte muy grande de cómo se comportan los seres humanos". En ese momento no estaban discutiendo la economía, pero ahora se da cuenta del impacto total de las emociones y los instintos sobre los mercados. Además ahora admira el trabajo del psicólogo y profesor emérito en la Universidad de Princeton, Daniel Kahneman que aplica observaciones psicológicas a la teoría económica, por lo cual obtuvo un Premio Nobel en 2002.

Greenspan no reveló si ha estado de acuerdo con las decisiones del actual titular de la Fed, Ben Bernanke, pero si opina sobre las políticas más amplias de la Fed, que se han vuelto más agresivas desde su era. "No estoy a favor de la intervención, ya que los mercados operan tan eficazmente y funcionan a menos que alguien los quiebre", anota. Apoyó el TARP, el programa lanzado para fortalecer el sector financiero tras la crisis, ya que en ese momento el mercado necesitaba crédito soberano durante "la crisis financiera más debilitante de la historia". Pero dice que "con el tiempo creo que llevaron la magnitud de lo que hicieron mucho más lejos de lo que era necesario".

Con su nuevo libro, Greenspan espera proveer a los políticos y al público un mapa para evitar los mismos errores. Sus sugerencias incluyen reducir los programas de beneficio social, adoptar la "destrucción creativa" al dejar que las organizaciones con tecnología de punta sustituyan a las que tienen baja productividad, y reparar el sistema político al alentar el bipartidismo. No le ha enviado una copia a Janet Yellen, la persona nominada para ser la próxima titular de la Fed. Aunque son buenos amigos, dice, "ella y yo no estamos de acuerdo con muchas cosas y nunca lo hemos estado, pero disfruto hablar con ella porque tiene argumentos y lógica que los respalda".

Greenspan a menudo se halla a sí mismo en el rol de intermediario. Ahora es una de las últimas figuras importantes en Washington que socializa en ambos campos políticos, dice que en estos días, "la política está descompuesta". Insinúa que la última vez que el liderazgo del país estuvo así de dividido ocurrió durante la Guerra Civil. Y no considera el acuerdo presupuestario del miércoles en Washington como un avance a largo plazo. Aún así, le pareció alentador que el gobierno encontrara una forma de poner fin al cierre parcial del gobierno.

"Pensé que no fue un mal acuerdo, considerando cuánto se descarriló todo este asunto", precisa. "Eso no quiere decir que hayan solucionado algo fundamental".

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