Opciones
Reordenar las capacidades de los procesos fabriles al invertir en tecnologías que proporcionen mayor aprovechamiento energético constituye uno de los propósitos del Grupo Azucarero AZCUBA
Por Yainier Sánchez González
Optimizar las capacidades industriales, mediante una infraestructura tecnológica que permita desarrollar el uso sustentable de la energía renovable, constituye un reto para las industrias cubanas, enfocadas en una política gubernamental destinada a impulsar la sustitución de importaciones.
Este proceso comienza a afianzarse en la industria azucarera, que ha sido por siglos el signo distintivo de la economía cubana. Empezar por esta a implementar estrategias energéticas que permitan solventarla no es una solución, sino una garantía.
Experiencias revelan que los procesos fabriles relacionados con la caña de azúcar, manejados de forma sostenible, producen el combustible que esta industria necesita a muy bajo costo, pues el residuo de la molida es capaz de generar fuentes renovables de energía ecológicamente aceptables.
Los beneficios llegan desde la siembra: una hectárea de caña elimina de la atmósfera, a partir de la fotosíntesis, 60 toneladas de dióxido de carbono; además, es un cultivo altamente energético que almacena energía solar, llegando a producir por cada tonelada de azúcar, una equivalente a otra de petróleo.
Después de un período de decrecimiento en la fabricación de azúcar, iniciado en los años 90 -luego de la desaparición de la URSS-, desde hace tres años comenzó la recuperación y el crecimiento del sector a un ritmo medio superior a 10 % anual, con un total de 56 fábricas y 800 000 hectáreas destinadas a la siembra de caña. Además, se han realizado inversiones de rápida ejecución y recuperación destinadas principalmente al uso racional de las energías térmicas y eléctricas.
Según la ingeniera Bárbara Hernández, jefa de Generación Eléctrica del Grupo AZCUBA, las construcciones de nuevas calderas, el montaje de plantas de tratamiento de agua, la mecanización de plantas de bagazo, el reordenamiento de motores y bombas, la automatización de los procesos de molida y la modernización de centrífugas y de plantas eléctricas, que han permitido elevar la eficiencia energética y aportar, además, excedentes a la red eléctrica nacional. En total 68 fábricas (centrales, destilerías y refinerías) cuentan con una potencia instalada de 470,4 MW, sincronizados al Sistema Electroenergético Nacional (SEN) por una línea de 33 000 voltios.
La Especialista apuntó que el objetivo de las inversiones, amén de la modernización que implica, es utilizar como combustible los residuos cañeros, para lo cual se han adquirido 11 empacadoras de paja y construido molinos en las refinerías encargados de triturar el excedente sólido y minimizar el uso del petróleo en interzafra, cuando se necesite continuar la refinación del azúcar crudo.
Comentó, además, que la industria azucarera se ha preparado también para utilizar como combustible la biomasa no cañera, en particular el marabú, cuyo potencial permite generar energía y calor de forma combinada. Para este procedimiento hay ocho astilladoras de madera ubicadas junto a los macizos de esa planta en el centro del país, Villa Clara, Ciego de Ávila y Camagüey.
El marabú es aprovechado también en el continente europeo para generar aceite, un metro cúbico de su madera equivale a la generación de 500 KW/h de energía, o lo que es lo mismo, una tonelada de aceite; un kilómetro cuadrado de marabú significa la producción de 3 000 toneladas de aceite, equivalentes a 1,77 millones de dólares.
AZCUBA cuenta con varios proyectos para desarrollar una estrategia energética de alta competitividad y consisten en incrementar la eficiencia energética mediante montos de inversión sustentados en la producción anual planificada; aumentar la potencia instalada con turbogeneradores de condensación en los esquemas actuales de los centrales; y desarrollar planes de ciclos cerrados y reutilización del agua, haciendo autosuficientes las fábricas de azúcar; en las plantas de derivados facilitan a los efluentes un empleo económico y compatible con el medio ambiente.
Pero el principal proyecto lo constituyen las bioeléctricas, plantas destinadas a lograr incrementos seguros y sostenidos de excedentes eléctricos hacia la Unión Nacional Eléctrica (UNE). Aunque su costo es elevado en equipos, evitan al país el uso de combustible fósil para la generación eléctrica en las plantas de la UNE, pero ¿qué significa esta denominación de bioeléctrica para la industria azucarera cubana?
En primer orden, aprovechar al máximo el ciclo flexible de la caña diversificando su industria, puesto que la Isla cuenta hoy con 20 derivados de la gramínea, distribuidos en energías, alimento animal, alcoholes y bioproductos. Se trata de obtener jugos o mieles para etanol y su posterior empleo como biocombustible; realizar una sincronización eléctrica de las fábricas con la red pública; desarrollar procesos de saneamiento ambiental con vastas producciones de torulas de vinazas, así como extender el riego de su efluente y otras vinazas; y producir diferentes tipos de alcoholes (hidratado o anhidro) con altas incidencias en la cogeneración.
El programa de AZCUBA consiste en poner en marcha, a partir de 2015, y hasta 2030, bioeléctricas, anexas a centrales azucareros, los cuales molerán a más de 85 % de su capacidad durante 150 hasta 180 días al año, con un consumo de vapor del proceso azucarero inferior a los 400 kilogramos por tonelada de caña molida. Los pioneros en este sentido son los colosos Jesús Rabí, de la provincia de Matanzas; el Ciro Redondo, de Ciego de Ávila y el central 5 de Septiembre de Cienfuegos, en los cuales ya se negocia el procedimiento tecnológico a utilizar.
La puesta en funcionamiento, gradual, de las plantas bioeléctricas también incluye la participación paulatina de la industria nacional, para lo cual especialistas de AZCUBA concretan alianzas estratégicas con fábricas y empresas que puedan proporcionar la fuente financiera para adquirir ingeniería, tecnología, maquinarias y herramientas que contribuyan a lograr la modernización requerida y de esa forma alcanzar la eficacia en los procesos productivos.
Las bioeléctricas, desarrolladas ya a escala mundial por los países desarrollados, entre estos Brasil con 160 plantas, ofrecen indicadores económicos positivos si se tienen en cuenta los precios de la electricidad que paga el consorcio de la energía en Cuba, la UNE, llegando a desembolsar a la industria alrededor de 100-150 dólares por MW/h de generación.
La energía renovable ofrece un suministro seguro y responde a una alta prioridad nacional y a políticas gubernamentales precisas, por el impacto que tiene en la transformación de la matriz energética cubana en su afán de disminuir la dependencia de los combustibles fósiles, es por ello que en la actualidad la industria azucarera cubana aporta una generación total de 662 GW/h, significando 86 % de la energía suministrada por las fuentes renovables en la Isla.
Energía renovable, una solución
Debido a que el consumo de energía es uno de los grandes medidores del progreso y bienestar de una sociedad, la civilización humana ha entrado en la fase final de la crisis energética provocada por modelos económicos cuyo funcionamiento depende de continuos crecimientos y altas demandas. Expertos aseguran que las fuentes fósiles actualmente explotadas, tales como el petróleo, gas natural o carbón llegarán a su agotamiento total en el transcurso de este siglo XXI.
Es por ello que numerosas naciones han adoptado por integrar a su mercado energético la energía renovable y minimizar así costos y daños ambientales.
Cuba, como línea estratégica para su desarrollo, dio el primer paso -aunque desde antes existían estudios de campo- cuando proclamó la Revolución Energética en 2005, con la meta de reducir el gasto de energía mediante el uso austero de los combustibles y masificando la modernización tecnológica de la sociedad, sobre todo de la industria, en la cual existen programas de perfeccionamiento para alcanzar la eficiencia, optimizando todos los recursos en aras de obtener mayores beneficios en la rama energética.
Por Yainier Sánchez González
Optimizar las capacidades industriales, mediante una infraestructura tecnológica que permita desarrollar el uso sustentable de la energía renovable, constituye un reto para las industrias cubanas, enfocadas en una política gubernamental destinada a impulsar la sustitución de importaciones.
Este proceso comienza a afianzarse en la industria azucarera, que ha sido por siglos el signo distintivo de la economía cubana. Empezar por esta a implementar estrategias energéticas que permitan solventarla no es una solución, sino una garantía.
Experiencias revelan que los procesos fabriles relacionados con la caña de azúcar, manejados de forma sostenible, producen el combustible que esta industria necesita a muy bajo costo, pues el residuo de la molida es capaz de generar fuentes renovables de energía ecológicamente aceptables.
Los beneficios llegan desde la siembra: una hectárea de caña elimina de la atmósfera, a partir de la fotosíntesis, 60 toneladas de dióxido de carbono; además, es un cultivo altamente energético que almacena energía solar, llegando a producir por cada tonelada de azúcar, una equivalente a otra de petróleo.
Después de un período de decrecimiento en la fabricación de azúcar, iniciado en los años 90 -luego de la desaparición de la URSS-, desde hace tres años comenzó la recuperación y el crecimiento del sector a un ritmo medio superior a 10 % anual, con un total de 56 fábricas y 800 000 hectáreas destinadas a la siembra de caña. Además, se han realizado inversiones de rápida ejecución y recuperación destinadas principalmente al uso racional de las energías térmicas y eléctricas.
Según la ingeniera Bárbara Hernández, jefa de Generación Eléctrica del Grupo AZCUBA, las construcciones de nuevas calderas, el montaje de plantas de tratamiento de agua, la mecanización de plantas de bagazo, el reordenamiento de motores y bombas, la automatización de los procesos de molida y la modernización de centrífugas y de plantas eléctricas, que han permitido elevar la eficiencia energética y aportar, además, excedentes a la red eléctrica nacional. En total 68 fábricas (centrales, destilerías y refinerías) cuentan con una potencia instalada de 470,4 MW, sincronizados al Sistema Electroenergético Nacional (SEN) por una línea de 33 000 voltios.
La Especialista apuntó que el objetivo de las inversiones, amén de la modernización que implica, es utilizar como combustible los residuos cañeros, para lo cual se han adquirido 11 empacadoras de paja y construido molinos en las refinerías encargados de triturar el excedente sólido y minimizar el uso del petróleo en interzafra, cuando se necesite continuar la refinación del azúcar crudo.
Comentó, además, que la industria azucarera se ha preparado también para utilizar como combustible la biomasa no cañera, en particular el marabú, cuyo potencial permite generar energía y calor de forma combinada. Para este procedimiento hay ocho astilladoras de madera ubicadas junto a los macizos de esa planta en el centro del país, Villa Clara, Ciego de Ávila y Camagüey.
El marabú es aprovechado también en el continente europeo para generar aceite, un metro cúbico de su madera equivale a la generación de 500 KW/h de energía, o lo que es lo mismo, una tonelada de aceite; un kilómetro cuadrado de marabú significa la producción de 3 000 toneladas de aceite, equivalentes a 1,77 millones de dólares.
AZCUBA cuenta con varios proyectos para desarrollar una estrategia energética de alta competitividad y consisten en incrementar la eficiencia energética mediante montos de inversión sustentados en la producción anual planificada; aumentar la potencia instalada con turbogeneradores de condensación en los esquemas actuales de los centrales; y desarrollar planes de ciclos cerrados y reutilización del agua, haciendo autosuficientes las fábricas de azúcar; en las plantas de derivados facilitan a los efluentes un empleo económico y compatible con el medio ambiente.
Pero el principal proyecto lo constituyen las bioeléctricas, plantas destinadas a lograr incrementos seguros y sostenidos de excedentes eléctricos hacia la Unión Nacional Eléctrica (UNE). Aunque su costo es elevado en equipos, evitan al país el uso de combustible fósil para la generación eléctrica en las plantas de la UNE, pero ¿qué significa esta denominación de bioeléctrica para la industria azucarera cubana?
En primer orden, aprovechar al máximo el ciclo flexible de la caña diversificando su industria, puesto que la Isla cuenta hoy con 20 derivados de la gramínea, distribuidos en energías, alimento animal, alcoholes y bioproductos. Se trata de obtener jugos o mieles para etanol y su posterior empleo como biocombustible; realizar una sincronización eléctrica de las fábricas con la red pública; desarrollar procesos de saneamiento ambiental con vastas producciones de torulas de vinazas, así como extender el riego de su efluente y otras vinazas; y producir diferentes tipos de alcoholes (hidratado o anhidro) con altas incidencias en la cogeneración.
El programa de AZCUBA consiste en poner en marcha, a partir de 2015, y hasta 2030, bioeléctricas, anexas a centrales azucareros, los cuales molerán a más de 85 % de su capacidad durante 150 hasta 180 días al año, con un consumo de vapor del proceso azucarero inferior a los 400 kilogramos por tonelada de caña molida. Los pioneros en este sentido son los colosos Jesús Rabí, de la provincia de Matanzas; el Ciro Redondo, de Ciego de Ávila y el central 5 de Septiembre de Cienfuegos, en los cuales ya se negocia el procedimiento tecnológico a utilizar.
La puesta en funcionamiento, gradual, de las plantas bioeléctricas también incluye la participación paulatina de la industria nacional, para lo cual especialistas de AZCUBA concretan alianzas estratégicas con fábricas y empresas que puedan proporcionar la fuente financiera para adquirir ingeniería, tecnología, maquinarias y herramientas que contribuyan a lograr la modernización requerida y de esa forma alcanzar la eficacia en los procesos productivos.
Las bioeléctricas, desarrolladas ya a escala mundial por los países desarrollados, entre estos Brasil con 160 plantas, ofrecen indicadores económicos positivos si se tienen en cuenta los precios de la electricidad que paga el consorcio de la energía en Cuba, la UNE, llegando a desembolsar a la industria alrededor de 100-150 dólares por MW/h de generación.
La energía renovable ofrece un suministro seguro y responde a una alta prioridad nacional y a políticas gubernamentales precisas, por el impacto que tiene en la transformación de la matriz energética cubana en su afán de disminuir la dependencia de los combustibles fósiles, es por ello que en la actualidad la industria azucarera cubana aporta una generación total de 662 GW/h, significando 86 % de la energía suministrada por las fuentes renovables en la Isla.
Energía renovable, una solución
Debido a que el consumo de energía es uno de los grandes medidores del progreso y bienestar de una sociedad, la civilización humana ha entrado en la fase final de la crisis energética provocada por modelos económicos cuyo funcionamiento depende de continuos crecimientos y altas demandas. Expertos aseguran que las fuentes fósiles actualmente explotadas, tales como el petróleo, gas natural o carbón llegarán a su agotamiento total en el transcurso de este siglo XXI.
Es por ello que numerosas naciones han adoptado por integrar a su mercado energético la energía renovable y minimizar así costos y daños ambientales.
Cuba, como línea estratégica para su desarrollo, dio el primer paso -aunque desde antes existían estudios de campo- cuando proclamó la Revolución Energética en 2005, con la meta de reducir el gasto de energía mediante el uso austero de los combustibles y masificando la modernización tecnológica de la sociedad, sobre todo de la industria, en la cual existen programas de perfeccionamiento para alcanzar la eficiencia, optimizando todos los recursos en aras de obtener mayores beneficios en la rama energética.
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