"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 2 de marzo de 2014

Un cubano de a pie 15 años mirando China

Por Dmitri Prieto y Yusimí Rodríguez

HAVANA TIMES — Isidro Estrada es uno de los más fieles y activos lectores de HT. En 1995 viajó a China por primera vez, por un contrato entre Prensa Latina y la Agencia Xinhua para corregir noticias en español. Tras seis años de trabajo regresó a Cuba, pero en el 2005 volvió a China por su cuenta.

Ha trabajado en la versión digital de Beijing Informa, la Revista Cubanow, Pueblo en Línea y Radio Internacional de China, y actualmente en la Televisión. Ha vivido quince años en RPCh y ahora reside en Beijing con su esposa china. Esta entrevista se realizó durante su viaje a Cuba a finales del 2013.

Yusimí: Afirmó que para los chinos resulta difícil aceptar a los extranjeros como iguales, aunque hayan vivido allí mucho tiempo.

Isidro: China significa “imperio del centro”. Por mucho tiempo para ellos existían China y el resto del mundo. Con la guerra del opio y luego con la invasión japonesa, perdieron territorio, China fue sometida y humillada. El movimiento del 5 de mayo de 1919 está muy relacionado con el renacimiento del espíritu nacionalista chino; esto conllevaba cierto rechazo al extranjero.

Los japoneses propiciaron un pequeño holocausto. Así lo recuerdan los chinos, y los políticos aún recurren a esto. Eso moldea las relaciones del país con el resto del mundo, específicamente con Japón.

Yusimí: ¿Cómo ven a los cubanos?

Isidro: Cuba no era nada para China antes de 1959. Cuando Fidel anunció en la Plaza de la Revolución la decisión de reconocer a la China comunista y romper relaciones diplomáticas con Taiwán, adquirimos importancia ideológica y estratégica, por estar a las puertas de Estados Unidos. Hubo un acercamiento en los primeros años de la Revolución, recibimos mucha ayuda de ellos, aunque Cuba no los apoyó cuando se distanciaron de la URSS. Luego vino el enfriamiento por cuestiones comerciales: Fidel propuso un intercambio de una libra de arroz por dos de azúcar, ellos no aceptaron. Durante la Guerra Fría estuvimos en bandos opuestos. El enfriamiento duró casi hasta 1983, pero la amistad regresó tras los sucesos de Tiannamén. Cuba fue de los pocos países que no condenó a China.

Ahora nos ven con simpatía y cierta condescendencia. Cuando vienen dicen: “Esto es como China antes de la apertura”. Nos ven muy pobres e indisciplinados; dicen que necesitamos algo así como una cura de caballo.

Dmitri: ¿En qué consistiría?

Isidro: Una reforma al estilo chino, allá significó millones de gente para la calle, sin acceso a nada. Dicen que Cuba debe abrirse al mercado; o sea, al chino. Una empresaria me decía que si Cuba no se abre al mercado chino, tendrá que abrirse al norteamericano, como hace cien años.

Yusimí: Usted contó que tuvo problemas con la Western Union en China para enviar dinero a su hijo.

Isidro: Desde la última vez que EUA nos incluyó en la lista de países terroristas, las agencias que tengan contacto con EUA en China nos miran atravesado por tener pasaporte cubano. Por la Western había enviado dinero antes sin problemas; esta vez me dijeron, muy decentemente, que por regulaciones del Departamento del Tesoro Norteamericano no podían ofrecerme el servicio. Lo intenté con banco donde recibo mi sueldo. Aparentemente se había enviado, pero me llamaron a casa para decir que había un problema. No entendían cuál, pero sabían que estaba relacionado con los EUA.

Yusimí: ¿Estos incidentes no contradicen las relaciones entre nuestros países?

Isidro: No. China quiere buenas relaciones con todo el mundo, sin importar que sea comunista, capitalista o feudalista. Se quitaron el velo ideológico. Quieren buenas relaciones con Cuba, pero mejores las quieren con EUA. Donde EUA dice no, muy pocos pueden decir sí, incluyendo China. Es algo que siempre discuto en el foro, especialmente con quienes viven en Miami. Los cubanos en China somos una prueba de la extraterritorialidad del embargo: a todos nos niegan crédito, tarjetas, envíos de dinero. La comunidad cubana allí incluye gente a favor del gobierno cubano, disidentes y gente que no está en nada.

Yusimí: ¿En cuál se incluye usted?

Isidro: Hace meses, la respuesta del periodista Reynaldo Escobar a una pregunta similar fue: “soy un ciudadano independiente”. Yo también. No pertenezco al Partido ni a nada, aunque me inclino hacia la izquierda. Creo que la Revolución hizo muchas cosas favorables por mucha gente como yo, que vengo de una familia muy humilde. Pero también hay muchas con las que no estoy de acuerdo. Lo que más detesto son los absolutos, especialmente tras vivir tanto tiempo en China y haberla visto cambiar tanto.

Dmitri: ¿Cómo influye, o no, lo que en occidente llamamos cultura china en la China actual? ¿Hasta qué punto son los chinos iguales o diferentes del resto del mundo en su cotidianeidad?

Isidro: Casi todos los que llevamos mucho tiempo allí, coincidimos en que China no es un país sino una multiplicidad de países y mundos. Son 1300 millones de habitantes; 56 etnias, cada una con sus características y lengua. En las regiones del oriente y sur oriente, hay ciudades que pueden competir con Nueva York; en el centro y el occidente hay lugares tan pobres como Burundi.

Diría que la singularidad está en el Confucianismo. Aunque fue muy denostado por Mao, hoy es un ingrediente esencial de la vida china. Confucio defendía la verticalidad de los gobernantes a los gobernados, como intenta establecer hoy el gobierno. Están muy imbuidos del concepto de democracia vertical, creen posible construirla de arriba hacia abajo. Dicen: “siendo condescendientes, justos, magnánimos, honestos (todos principios confucianos) podemos lograr que el gobernado se sienta a gusto y no reclame el fin del gobierno”.

Yusimí: ¿Y si lo reclama?

Isidro: Dicen que el gobernado está en todo su derecho. Existen los peticionarios, gente con alguna queja que no es atendida por el gobierno local; van a reclamar justicia a Pekín, ante el gobierno central, incluso a pie, como en el feudalismo. Los gobiernos locales hacen lo imposible porque ese peticionario no llegue al gobierno central, ha habido incluso muertos.

Dmitri: O sea, eso puede ser eficiente.

Isidro: Para el modelo chino, sí. Consideran que sin estabilidad no hay país. Están dispuestos a hacer graduales concesiones para parecerse a un «país normal», pero no copiarán el modelo occidental. No se concibe una protesta como la de Tiannamén. Han creado mecanismos para que no ocurra.

Dmitri: ¿Qué pasa con esa otra gran corriente espiritual y filosófica china, tan diferente del Confucianismo: el Taoismo?

Isidro: La preeminencia está en el Confucianismo. El Taoísmo se asocia más a la religión. Por ejemplo, muchos miembros del Partido Comunista rezan en templos taoístas.

Yusimi: ¿El Partido no prohíbe la religión?

Isidro:
No. La controla. No hay relación con el Vaticano. Allá el Papa no es nadie. La Iglesia Católica es la Iglesia Patriótica China. El gobierno nombra a los obispos católicos, e incluso al sucesor del Dalai-Lama.

Confucio se enseña en las escuelas. No creo que sea importante si la persona es religiosa o no. Hay más libertad que en años previos para aferrarse a lo que cada cual quiera para vivir.

Dmitri: ¿Cómo interactúan el pensamiento histórico y la visión reflexionada de la vida chinos, con la vida moderna? En Rusia, la gente ahora lee mucho sobre el pasado ruso y sus héroes. ¿Es parecido en China?

Isidro: Sí. Muchos jóvenes menores de cuarenta años buscan las leyendas de las épocas de las dinastías y se recrean en ellas, porque no encuentran realización espiritual en la época actual.

Dmitri: ¿Son los mismos jóvenes que realizan negocios y pasan horas en Internet?

Isidro:
Exacto. Hacen negocios durante 24 horas pero carecen del sustento espiritual. Una empresaria china me dice: “Cuba tiene tres varas de hambre, pero ustedes tienen un sustento en la vida que nosotros no tenemos. Incluso cuando somos ricos, nos vaciamos. El cubano, aunque sufre, siempre tiene un recurso en el alma que le permite ir más allá de la miseria. El chino carece de ese anclaje espiritual”. Esta carrera contra el tiempo por enriquecerse tiene su secuela, fundamentalmente en el campo de la ética y la espiritualidad. Veo gente que maneja un BMW o un Mercedes, pero tiene una vida muy vacía y son los que se suicidan. No tengo las estadísticas, pero ha habido casos difundidos por los medios.

Dmitri: ¿Esta contradicción entre tradición y mundo de la modernidad ocurre igual o difiere en otros países de Asia que se modernizaron recientemente como Japón, Corea, Vietnam…?

Isidro: La particularidad china está en la ideología: el Maoísmo ha gravitado por más tiempo de la cuenta, casi siempre para mal. La generación de mis suegros no tuvo vida, vivían en función de una campaña política tras otra. Los matrimonios pasaban mucho tiempo separados. Eso dejó una secuela de gente sin alma que estuvo todo el tiempo sometida a un bombardeo ideológico sin espacio para realizarse como individualidad.

Dmitri: ¿Cómo se diferencia su comportamiento social del nuestro? ¿Coinciden sus juicios con los nuestros para calificar a alguien de bueno o malo?

Isidro: Hay matices marcados por el confucianismo y el maoísmo. Tienen patrones más rígidos. Como latinos estamos muy dados al perdón. A ellos, aunque el confucianismo lo promueve, les resulta dificil perdonar. El argumento del gobierno, cuando los organismos internacionales han criticado la pena de muerte, es que todo el país la apoya y sería antidemocrático eliminarla; es cierto. Ya hay menos figuras delictivas sancionadas con pena capital. Pero la corrupción, por ejemplo, conlleva a la muerte de manera casi automática.

Dmitri: ¿Solo los Han perciben China como el país del “centro del mundo”?

Isidro: El gobierno intenta, con mucha propaganda, que todo ciudadano chino independientemente de su etnia, tenga ese concepto de China como país. Pero en lo cotidiano, los Han se imponen numéricamente. Eso genera tensiones pese al esfuerzo de la Administración Central de promover esas minorías, mediante una serie de medidas que las favorecen, como por ejemplo la ventaja en el ingreso a la universidad, y de identificarse ella misma con toda la población china.

Yusimí: Dijo que la generalidad de los chinos no quieren hablar de política

Isidro: Entre otras cosas, porque están interesados en levantar su economía personal. Y la lección de Tiananmen está vigente. Es más fácil buscar dinero para irse a otro país, o establecer una empresa, y asegurarse un buen nivel de vida. ¿Para qué enfrentar una maquinaria contra la que no puedo?

Dmitri: ¿Cómo se recuerdan los sucesos críticos del siglo XX en China?

Isidro: Mostré a mi suegra datos científicos sobre el hambre que generó el “Gran Salto Adelante”, decidido por Mao. Ella contestó: “puede ser verdad, pero de eso no se habla, porque el Partido no quiere; puedes perder tu trabajo”.

Dmitri: ¿Un joven diría lo mismo?

Isidro: En la prensa mucha gente transciende la posición oficial. El Diario del Pueblo, (Granma chino), tuvo que crear una especie de tabloide para que los sectores menos oficialistas se expresaran.

Los universitarios recién graduados no saben nada del Gran Salto Adelante o de la Revolución Cultural, ni les interesa; pero yo estudié esos hechos y los conozco.

A ellos les interesa el karaoke y los juegos electrónicos, y así lo prefiere la oficialidad. Quieren que la juventud china respalde la causa política china, no que sea solidaria ni antiimperialista. China prácticamente no participa en los Festivales Mundiales de la Juventud y los Estudiantes.

Yusimí: ¿Cómo se trató la homosexualidad bajo el Maoísmo y cómo ha evolucionado con las reformas?

Isidro: Ese tema da para un artículo. Bajo el Maoísmo era delito. Les ha costado, dar posteriormente el salto, porque había mucho atraso en esa cuestión con respecto a los demás países. La percepción de la homosexualidad en la actualidad es más positiva. Hay organizaciones de gays y lesbianas.

Dmitri: ¿Son legales, el gobierno promueve eso como realidad?

Isidro: Al menos las acepta.

Dmitri: ¿Pero se proyecta como un rasgo de la sociedad en la prensa internacional china?

Isidro: El tabloide que mencioné antes publica todas esas cosas: “Tal persona cambió de sexo”…

Yusimí: ¿El Granma chino (Diario del Pueblo) lo publica también?

Isidro: No.

Yusimí: Tampoco se acepta el matrimonio homosexual.

Isidro: Para la familia china tradicional es importante la preservación del apellido, que se pierde cuando no hay hijos. Muchos gays se casan con mujeres por complacer a sus padres. Y luego buscan su pareja homosexual.

Dmitri: ¿No pueden adoptar? ¿Cuando hay un hijo adoptivo, no se mantiene el apellido y el linaje?…

Isidro: Todavía la adopción para las parejas gay no está viabilizada. La adopción en parejas heterosexuales se ve en casos extremos, como cuando la mujer es infértil… pero heredar el apellido es fundamental.

Dmitri: ¿Qué sucede con el tema del aborto y la política de un solo hijo? ¿Existen grupos en contra?

Isidro: Esa política de control demográfico ha evitado más de 300 millones de nacimientos, lo que ayudó en la lucha contra la pobreza. Pero ahora hay un desbalance de géneros. Se favorecen los nacimientos de varones y se interrumpen selectivamente los nacimientos de hembras. Eso resultó en zonas campestres donde sólo viven hombres solteros. Con frecuencia “compran” y hasta secuestran mujeres, para conseguir pareja. También aumenta la población envejecida.

Grupos y activistas individuales han denunciado los abortos forzados por medios masivos oficiales o paraestatales, cada vez más críticos. Por esto, el Estado replanteó la política en vigor, pronunciándose finalmente por flexibilizarla, según acordó recientemente el XVIII Comité Central. Queda por ver ahora cómo se concretará en la práctica este giro.

Dmitri:
El preconcepto cubano promovido “desde arriba”, de que socialismo no es más que educación y salud gratuitas, etc. -poco relacionado con la desalienación expuesta por Marx, y menos aún con el socialismo libertario- ¿existió en China? Y, si existió, ¿qué queda de ese socialismo hoy?

Isidro: Ellos dicen haber hecho un alto en la construcción del socialismo, que no puede hacerse desde la miseria. Miseria realmente producida por políticas maoístas, que amenazaban con arruinar totalmente el país. Pero los chinos, a diferencia de los soviéticos con Stalin, no han querido condenar a Mao, quien -según fuentes oficiales- erró en 30%, acertando un 70%. Priorizando la estabilidad, calcularon que sería catastrófico destronarlo totalmente. Para muchos neo-izquierdistas chinos “izquierda” significa “maoísta”. Recientemente, en la Plaza Tiananmen, un joven hirió -golpeándolo con un cartel de “Viva Mao-Zedong”- a un señor mayor “culpable” de sugerirle que Mao no fue perfecto… Tuvieron que venir policías…Pero fanatismos así no abundan.

El alto en la construcción del socialismo permitiría que ciertos sectores se enriquezcan y sirvan de locomotoras al país para darle -desarrollo económico mediante- un lugar en el concierto mundial…

Dicen no renunciar a construir una sociedad que distribuya recursos según principios socialistas, pero primero necesitan –según el PCCh- bases económicas sólidas, desde donde pueda lanzarse la transformación social.

Respecto a la clase obrera, no tiene el poder. Lo tienen las élites, y toda esa crema y nata que ha desarrollado sus recursos en 30 años.

Pero vivimos momentos interesantes: la China de la mano de obra barata, que llenó el mundo de baratijas y llevó ese país al desarrollo, se está acabando. A quienes trabajan hoy hay que pagarles más. Y quienes gobiernan lo saben.

China tiene una masa obrera inmensa reclamando nuevos derechos, que con el tiempo devendrá un gran pueblo consciente de su poder real. Los exigirá a patrones y gobernantes, creando sindicatos para defenderlos. Eso está ahora en proceso.

Como en Cuba, es imposible que durante las reformas económicas -cuando afloran desigualdades- dure mucho la alianza entre sindicato y administración (criticada, en su tiempo, por nuestro Lázaro Peña, aún con socialismo).

En el ámbito legal, hay abogados chinos presos por defender a grupos obreros auto-organizados para resistir a la administración, o dañados por despidos, por cierres de fábricas…

En casos extremos, trabajadores enfrentando violaciones de derechos básicos han amenazado con suicidarse públicamente tirándose de un edificio…

Yusimí: ¿Se tiran?

Todavía no he visto ninguno. Una vez apareció uno, pero llegaron policías, bomberos, había mucha gente filmando… al final lo convencieron.

Dmitri:
¿Quedan gratuidades?

Cuando Mao la salud fue prácticamente gratuita. Ahora, el PCCh promueve los servicios médicos privados, pagados. Según Deng Xiaoping, no importa el color del gato mientras cace ratones.

Quedan pocas gratuidades. La escuela primaria es gratis, pero si sumas lo que se compra (uniforme, caja de arte…), el costo sube… También suben los precios: antes ir al médico costaba 20 USD; hoy, 30.

Existe la trampa de la clase media. Hay subsidios para los pobres (ejemplo: viviendas baratas), mientras los ricos ya son ricos. Pero “en el medio” la vida es más compleja, porque ni tienes suficiente, ni recibes ninguna prestación.

Se menciona poco que el coeficiente Gini –medida de desigualdad- es altísimo en China. Tratando de humanizar algo la sociedad, el último Congreso del PCCh aprobó un plan quinquenal (China aún planifica) cuyo gran objetivo es evitar -mientras sea posible- traumas sociales que sobrevendrán si el Gini sigue creciendo: disminuir grandes desigualdades generadas en últimos años, las diferencias entre ricos y pobres, llevar prestaciones a regiones desfavorecidas, mejorar las condiciones de quienes trabajan. Generalizar derechos sociales: educación en todos los territorios del país, seguros sociales mínimos, salud, círculos de ancianos…

Ya no es como los primeros años de Reforma y Apertura.

El gobierno actual dice interesarse en poner al hombre al centro de la sociedad: no de hacer más o menos socialismo, sino de ser más o menos humanos. Tratan de desembarazarse de la jerga ideológica de antaño. Todo sería posible, pero dentro de la cultura y especificidad china.

Yusimí: Sobre los 8 partidos existentes en China legalmente, ¿qué poder real tienen, qué posibilidades para competir con el PCCh, y por qué eso no se menciona en Cuba?

Isidro: En Cuba suele obviarse que China tiene una Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, actuando paralelamente al Parlamento. Ambos sesionan una vez cada año. La Conferencia asesora políticamente al gobierno y la dirigencia del PCCh sobre futuros rumbos del país. Teóricamente, según funcionarios partidistas, en esa Conferencia participan “viejos amigos o compañeros de batalla”.

Entre ellos hay remanentes de 8 partidos[1] partícipes en la Revolución. No son comunistas, pero el gobierno del PCCh los acepta; lo asesoran sobre problemas específicos afectando determinados sectores sociales. En teoría, el PCCh nunca decide nada sin ellos; por eso, dialogan periódicamente.

La posibilidad de que alguno de ellos llegue al poder por el momento no se plantea.

En China, prevalecen las elecciones indirectas. Al Presidente de la RPCh lo escoge un conciliábulo de altos dirigentes. No podemos determinar cómo influye la Conferencia Consultiva en ese marco decisorio, pero ciertamente sabemos que los partidos minoritarios cocinan entre ellos lo que después sugieren a la dirección china.

Dmitri: Para la gente de China, ¿hay percepción de diferencia cultural entre lo que es el “Occidente” euro-norte-americano y lo que es “Nuestra América” (latino-indo-afro-caribeña)?

Isidro: Buena parte del conocimiento sobre la América Latina en China llegó mediado por el filtro estadounidense, como sucedió en Japón de posguerra; tal particularidad sigue vigente de cierto modo incluso hoy.

En el Shanghai denominada en los ´30 “París del Oriente”, se bailaban rumbas de salón de Ernesto Lecuona, y el tango argentino, junto al entonces universal foxtrot.

Ese breve contacto con las expresiones culturales latinoamericanas se cortó con la invasión japonesa y sucesivas campañas revolucionarias tras 1949.

A partir de los 60 se empieza a cultivar la traducción al chino de obras literarias latinoamericanas, siempre que estas respondieran a lo que entonces se concebía como la “izquierda”. La Revolución Cultural iniciada por Mao en 1966 puso una larga pausa a estos intercambios. A partir de 1979, empero, han florecido los vínculos de todo tipo entre ambas partes.

Pero la impronta estadounidense en estos vínculos sigue siendo muy fuerte. Tanto que actualmente la Cancillería china mantiene un foro de análisis y discusión con EEUU, al cual denomina “Sub-diálogo Chino-Estadounidense sobre América Latina,” como capítulo del Diálogo entre EEUU y China sobre Seguridad y Economía. Como latinoamericano, no me hace muy feliz el evento, pues considero que el mismo contribuye a preservar la imagen de nuestra América como traspatio del Norte.

Dmitri: ¿Cómo se valora en general el proceso de reforma y apertura, y sus resultados?

Isidro:
Simplemente China antes de la reforma y apertura (iniciadas en 1978), y ahora, son dos países distintos, en todos los órdenes de vida.

El primer y más trascendente resultado es la transformación de la mentalidad. Los esquemas del mundo de mis suegros, mi mujer y mi hijastro chinos, muestran el acelerado tránsito ocurrido en ciudadanos promedios durante 35 años. Los primeros viven encajonados, presumiendo como único aceptable lo que “orientan” autoridades supremas, sin cuestionamientos; la segunda está a medio camino entre esa aceptación, o resignación, y el anhelo de procurar algún resquicio de individualidad; el más joven se desentiende completamente de políticas e ideologías, gozando al máximo múltiples destellos hedonistas de la nueva sociedad consumista, y procurando trabajar cada vez más y mejor, al tiempo que intenta superarse, porque al final avizora la dulce recompensa del triunfo.

El arquitecto de la reforma, Deng Xiaoping, lo tenía claro cuando afirmó que cuando se abre la ventana de una habitación cerrada, junto al aire fresco entrarán molestos insectos.

Dmirti: ¿Podemos hablar de una expansión mundial china, quizás de una colonización? ¿Está Occidente listo para China? ¿Y nosotros? ¿Cuán prejuiciados estamos sobre China?

Isidro: La expansión mundial china es un hecho. ¿Quién imaginaría que los chinos comprarían la Volvo, empresa insignia del capitalismo sueco? Lo hicieron, con mucho pragmatismo, decidiendo mantener a los principales directivos europeos, para que la firma nunca pierda su sabor local, mientras Pekín decide.

¿Quién esperaría EEUU debiéndole a China unos 1,2 billones de dólares, “empleados” por el Pentágono en Irak y Afganistán?

Ahora, a diferencia de potencias tradicionales, China no llega a ningún lugar con la bayoneta en la diestra, corroborando su prédica de “despegue pacífico”. Le basta con colocar su chequera bien visible. Si Pekín cumple lo prometido, asistiríamos al primer parto incruento de una potencia mundial.

Pero -aunque empresarios chinos no se impongan por la fuerza- ciertas prácticas suyas en lugares como las minas africanas, no son precisamente dignas de alabanza.

Por ello, mecanismos como la CELAC, para el caso latinoamericano, constituirían vehículos ideales para negociar en bloque con Pekín, procurando mejores condiciones en negocios bilaterales.

Apenas en un año, China tuvo un papel sustancial evitando tres conflictos -potencialmente, miles de víctimas y millones de dólares en daños-: Norcorea, Siria e Irán. En los tres casos, EEUU – y no sólo- anduvieron cerca de cuando menos alguna “operación quirúrgica” o ataque preventivo. Pero China llamó a contar a los norcoreanos y los puso en su lugar. Con Rusia, se opuso en la ONU a represalias bélicas contra Damasco, logrando de paso que El Assad aceptara deshacerse de su arsenal químico.

Gestionó hasta el cansancio con iraníes y occidentales, consiguiendo el reciente acuerdo para que Irán deje a la ONU inspeccionar su arsenal nuclear, renuncie a enriquecer su uranio al libre albedrío, relajándose en cambio las sanciones que hasta hoy pesaron sobre Teherán, y conjurando la posibilidad de guerra en la zona.

Yusimí: Como cubano que vive en China, ¿cómo ves el futuro de Cuba?

Isidro: Desde lo que conozco de China, quisiera recordarles que hace más de 60 años, comunistas y nacionalistas chinos (actual gobierno de Taiwán) se mataban entre sí por cientos de miles en campos de batalla, y que luego vivieron décadas de Guerra Fría.

Hoy, líderes de ambos partidos negocian en términos civilizados e incluso amistosos. Premisa clave para este gradual entendimiento entre otrora enemigos acérrimos ha sido no permitir que ningún poder extranjero mediatice su diálogo. Así le han dejado bien claro, primero a Japón, después a EEUU: el asunto es entre chinos. Los cubanos, tomemos nota.

En términos sencillos, ingenuos incluso, quiero para Cuba la parte positiva de los cambios en China: mayor prosperidad y desarrollo, más libertades y prerrogativas en general, para que el ciudadano vuelva a ser protagonista. Es el momento de ponernos nosotros mismos una inyección con alta dosis de pragmatismo. Es hora de ir soltando orejeras.


[1] Comité Revolucionario del Guomindang de China; Liga Democrática de China; Asociación de la Construcción Democrática de China; Asociación para la Promoción de la Democracia en China; Partido Democrático Campesino y Obrero de China; Zhigongdang de China; Sociedad Jiusan; Liga para la Democracia y la Autonomía de Taiwán

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