Robert Shiller, el economista de 67 años de la Universidad de Yale conocido por sus predicciones oportunas y certeras de que los precios de los bienes raíces en Estados Unidos eran una burbuja que se disponía a reventar, ha trabajado desde hace mucho tiempo en la intersección entre la psicología y la economía.
Fue uno de los tres ganadores del más reciente Premio Nobel de Economía por su aporte al estudio de las oscilaciones en los precios de las acciones y las viviendas y, en particular, el trabajo que muestra que el movimiento de los mercados es demasiado exagerado para justificarse por las decisiones de inversionistas racionales que reaccionan a los cambios en los fundamentos de los activos en los cuales ponen su dinero.
Shiller, que en una ocasión fue elogiado como "un poeta y un plomero", es decir alguien que articula posturas radicales pero también instala la infraestructura necesaria para ponerlas en práctica, también ha contribuido al desarrollo de productos e índices financieros.
A continuación presentamos extractos de su conversación con David Wessel, quien contribuye con The Wall Street Journal y dirige el Centro Hutchins de Política Monetaria y Fiscal de Brookings Institution, un centro de estudios de Washington.
WSJ: Un tema recurrente en su trabajo es que las personas tienden a cometer errores una y otra vez. Eso es muy diferente de lo que me enseñaron en las clases de economía en la universidad en las que decían que las personas eran racionales. ¿Cómo empezó a pensar sobre las equivocaciones de la gente?
Shiller: Cuando usted asistió a la universidad, la economía como profesión había alcanzado un estado que no era natural. Los modelos matemáticos de comportamiento racional se habían puesto de moda. Fue una época anómala. Yo estaba leyendo en forma más amplia y quería volver a la realidad.
WSJ: ¿Hubo algo que vio en la realidad que lo llevo a esto?
Shiller: Bueno, burbujas. Lo que se decía acerca de las burbujas era que los mercados parecían operar en forma aleatoria, pero eso ocurre solamente porque los mercados reaccionan a la llegada de nueva información, lo que siempre es impredecible. Me parecía algo casi más propio de la mitología. La idea de que la gente siempre está optimizando, calculando y siempre está dispuesta a actualizar su información puede ser correcta para tal vez una pequeña fracción del 1 por ciento de las personas. Eso no va a explicar la conducta de todo el mercado.
WSJ: ¿Son las burbujas siempre perniciosas o también tienen efectos positivos?
Shiller: Primero y antes que nada, todos somos libres de hacer lo que se nos plazca. Lo segundo es que la naturaleza humana necesita estímulos y las personas tienen que tener algún sentido de oportunidad y entusiasmo. Las ganancias son un motivador importante. A largo plazo, cuesta decir que las burbujas sean tan negativas.
Tomemos el caso de la burbuja de Internet en los años 90. Lo que hizo fue generar muchas empresas nuevas. Algunas tenían ideas absurdas, algunas colapsaron, pero otras sobrevivieron. ¿Fue algo tan malo? Me cuesta pensar en cuál sería la alternativa. La Reserva Federal podría haber intentado frenarlo. En última instancia, nuestras políticas económicas son algo intuitivas y nuestros modelos carecen de la suficiente precisión para indicarnos cuál es la política adecuada. Creo que nos podría haber ido mejor si hubiésemos desinflado estas burbujas, pero no hay forma de saberlo a ciencia cierta.
WSJ: Gran parte de su obra se ubica en la intersección entre la psicología y la economía y está casado con una psicóloga. ¿Tuvo eso algún efecto en la forma en que desarrolló su trabajo?
Shiller: Seguro que sí. Este es el principio básico de la psicología. Nadie puede explicar su mentalidad, de dónde proviene. Las personas creen que son pensadores muy originales pero, en realidad, la mayoría de sus ideas les ha sido transmitidas por otras personas.
Los psicólogos han argumentado que existe una base narrativa para buena parte del proceso de pensamiento humano, de que la mente puede almacenar datos en torno a un relato, a historias que tienen un comienzo y un fin así como una resonancia emocional. Todavía podemos memorizar números, por cierto, pero nos hace falta un relato. Los mercados financieros, por ejemplo, generan toneladas de cifras, dividendos, precios, etc., pero no tienen ningún sentido para nosotros. Necesitamos una historia o una teoría, pero primero vienen las historias. La mayoría de las personas no avanza mucho en lo que se refiere a las teorías.
WSJ: ¿Se considera lo suficientemente inteligente para elegir las acciones que tendrán el mejor desempeño de la bolsa?
Shiller: Creo que lo soy. Siempre he creído en invertir en acciones baratas. Se habla mucho de algunas acciones y le gente les presta mucha atención y todos quieren invertir en ellas, lo que hace que el precio suba y dejen de ser una opción atractiva de compra. Otras acciones son aburridas. No generan noticias, fabrican papel higiénico o algo por el estilo y su precio cae demasiado. De modo que en forma rutinaria, uno compra acciones de precio bajo y vende las de precio alto.
WSJ: ¿Cómo le ha ido como inversionista?
Shiller: Nunca he realizado un análisis personal. Tengo que hacerlo. Pero creo que he hecho inversiones oportunas, aunque no perfectas.
WSJ: A fines de los 90, cuando había signos de una burbuja en el mercado, usted hizo una presentación en la Reserva Federal. Su señora dijo posteriormente que a usted le preocupaba haber plantado la idea de "exuberancia irracional" en la cabeza de Alan Greenspan.
Shiller: Tiene toda la razón. Greenspan pronunció las palabras "exuberancia irracional" en un discurso durante la tarde en Washington. La Bolsa de Tokio, que todavía estaba operando, se derrumbó de inmediato y la caída luego se expandió a todas las bolsas del mundo cuando iniciaron sus operaciones. Esa es la razón que explica la fama de la frase "exuberancia irracional". No la acuñó Greenspan, ni yo tampoco. Es una expresión muy antigua. Pero la usó y el mercado se vino abajo de inmediato.
WSJ: ¿Se siente responsable?
Shiller: Llegué a mi casa y le dije a mi esposa: "pude haber iniciado un colapso global de los mercados". Estaba bromeando, pero sólo a medias. Los mercados son así de locos.
El poder no residía en mí, sino en Alan Greenspan, pero él me escuchaba. Hablé ante la junta de la Reserva Federal y luego almorcé con él. Estaba hablando, de manera que es posible.
Es un método muy diferente de pensar acerca de la economía. Hace que la economía parezca inestable y sujeta a la conducta de ciertos individuos.
WSJ: Cuando evalúa el mercado inmobiliario, ¿cree que se ha producido un cambio, en el sentido de que la gente lo dejó de considerar una inversión segura debido a la crisis financiera?
Shiller: Alude a la idea de que una vivienda es una gran inversión. Pero si uno revisa la historia, esa no era la opinión de la mayoría. Si usted detiene a un transeúnte en 1875 o 1950 y le pregunta: "voy a comprar una serie de casas como una inversión. ¿Qué opina al respecto?" Creo que la respuesta más común habría sido ¿está seguro de lo que está haciendo? La mantención es cara y van a pasar de moda. Si puede generar un negocio al arrendarlas, tal vez sea una inversión estupenda, pero no estoy seguro que apostar exclusivamente a un alza del precio sea la mejor idea. Creo que fue una idea que recién se afianzó con fuerza durante los primeros años del siglo XXI. En última instancia, las personas son motivadas por historias de interés humano sobre alguien que hizo algo extraordinario porque tienen una mayor resonancia, generan una sensación de envidia y competencia. Escucho una historia de alguien que compró casas o departamentos y luego las vendió rápidamente y ganó una fortuna y pienso en mi fuero interno, yo también lo podría haber hecho. Creo que eso fue lo que ocurrió en el mercado inmobiliario en los años 2000 y en la bolsa en los años 90.
WSJ: Hemos presenciado un período extraordinario en el que se ha ampliado la brecha entre los ganadores y los perdedores de esta sociedad. ¿Qué se debería hacer al respecto?
Shiller: Deberíamos empezar a prepararnos para un día, tal vez dentro de 10 o 20 años, en el que la desigualdad podría ser mucho peor. Aún no sabemos si va a empeorar, pero deberíamos tener un plan de contingencia ahora. La idea sencilla que tengo es aumentar los impuestos que pagan los más ricos, aunque eso no parece viable desde un punto de vista político en este momento. Pero lo interesante es que cuando se habla de los riesgos en un futuro distante, la gente es más idealista y su actitud es más abierta.
WSJ: ¿Estaríamos hablando de un alza de impuestos sobre los más pudientes que entraría en vigor si algún índice de desigualdad sobrepasa un cierto nivel?
Shiller: Sí. Si los multimillonarios se vuelven multibillonarios, no dejamos que eso ocurra. Si alguien quiere ganar US$10.000 millones y gastarlo solamente en sus necesidades, no dejamos que eso ocurra. Nos quedamos con una buena parte de ese dinero y seguirá siendo multimillonario. ¿Y qué? El otro lado de la moneda es que opino que deberíamos ampliar las deducciones de los impuestos por donar a obras de caridad. Si tiene US$10.000 millones y quiere donar a la caridad el 90%, lo puede hacer y elevar su prestigio.
WSJ: ¿Entonces es partidario de distribuir los ingresos de los más ricos de manera más enérgica?
Shiller: De las más pudientes que son egoístas y no quieren donar su fortuna. Podrían transformarse en un Bill Gates o un Andrew Carnegie. Eso está bien.
WSJ: Obtener un Premio Nobel confiere un cierto estatus: lo que usted dice tendría una mayor validez que la opinión de otras personas. ¿Es algo que le preocupa?
Shiller: Un poco. La economía no es una ciencia exacta. Tiende a politizarse. En entrevistas como esta siento que esperaba que tuviera respuestas para todas sus preguntas. Pero tal vez debiera decir no lo sé con más frecuencia. Durante la ceremonia de entrega de los Nobel este año, me impresionó que Gene Fama, uno de los tres ganadores, reconociera muchas veces que no sabe. También evita los medios, así que tal vez deba seguir su ejemplo.
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